– Horokeu Usui, ¿Se puede saber qué haces vestido así? – aquella voz lo sacó de sus pensamientos, ahora sí estaba en problemas.
– Ren – volteó y allí estaba, con una maleta en su mano y para nada feliz –. Disculpe, señor, ¿Ocurre algo? – intentó hacer como que no lo conocía.
– No me tomes por tonto – dijo molesto –. Sé que eres tú, te reconocería aún si tuviera los ojos cerrados.
– No te estoy tomando por tonto, ni siquiera sé quién es usted – trató de mantener la calma –. Mire, mi nombre es Horohota, y vine con mi esposo aquí para poder adoptar un bebé porque ni él ni yo podemos tener hijos.
– Horo… ¿No pudiste inventar un mejor nombre?
– Le digo la verdad, sólo soy una humilde mujer que lleva casada con un idiota diez años – agregó –. Jamás te he visto, ni siquiera en imágenes de google.
– Horohoro, tengo ganas de… – Para desgracia de Horohoro, Yoh salió del cuarto.
– Imagino que tú eres su esposo, ¿No?
– Horohota, ¿Y este quién es? – Al igual que el Usui, Yoh trató de mantener la calma –. ¿Acaso es un pretendiente frustrado? Si es así pues lo lamento, pero ella ya fue reclamada.
– Yoh.
– Llegas diez años tarde, yo la conquisté cantándole temas de Soul Bob.
– Yoh.
– Le propuse matrimonio a finales de diciembre y nos casamos dos meses después, ella usó un hermoso vestido blanco – siguió –. Fue una boda occidental.
– Yoh…
– Consumamos nuestra relación esa misma noche, y desde entonces no paramos – agregó –. Incluso usamos juguetes, y sí, yo también los he usado y se siente muuuuuuuuuuuyyyyyyy bien.
– ¡YOH! – le dio un golpe –. ¿Por qué mejor no vas a dar una vuelta por ahí?
– Pero no conozco el lugar – respondió –. ¿Y si me pierdo?
– Mejor así – contestó –. ¡¡¡AHORA LARGO!!!
Yoh se fue del lugar, dejando solos a Horohoro y a Ren.
– Ven a mi cuarto… Ahora – ordenó Ren.
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– No sé por qué me corrió, ni siquiera dije nada malo – se decía el Asakura mientras salía del hotel –. Yo no tengo la culpa de que no supiera actuar frente a su posible ex novio.
Estaba tan concentrado en sí mismo que cuando cruzó la calle no se dio cuenta de que un auto se acercaba.
– ¡Cuidado! – sintió como lo empujaban bruscamente directo hacia la acerca.
– ¿Pero qué? – el ver a un joven de cabello largo café lo hizo regresar a la realidad –. Eres muy guapo.
– ¿Qué?
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– A ver si entendí, Yoh quería un bebé y por eso decidió venir aquí.
– Síp.
– Y cómo debía estar casado inventó una esposa.
– Así es.
– Y de todas las personas del mundo te eligió.
– Sí.
– Sabiendo que estabas de novio.
– ¿Estás terminando conmigo? – a Horohoro se le llenaron los ojos de lágrimas.
– Justo tú tenías que ser la esposa.
– ¿Vas a terminar conmigo?
– Con mucha gente en la tierra.
– ¿Terminamos?
– ¡¡¡NO!!!
– Menos mal.
Ren miró a su novio de los pies a la cabeza.
– ¿Y cuál es el plan que tienen?
– Bueno, la idea es venir aquí, adoptar un bebé y regresarnos a Japón.
– Ya veo – miró a la ventana de manera pensativa –. Por mi está bien.
– ¿De veras? – a Horohoro le sorprendió esa respuesta.
– Claro, no hay problema… en tanto yo esté presente.
– ¿Eh? Pero, Ren…
– No permitiré que hagas travesuras con otros – agregó mientras le daba una mirada amenazante.
El ambiente estuvo lleno de tensión hasta que…
– Horohoro, mira a nuestro nuevo acompañante – Yoh entró a la habitación con la persona que lo salvó anteriormente –. Su nombre es Hao, y es también de Japón, dijo que si querías podía tomar tu lugar.
– Vaya, así que este es la famosa Horohota Usui.
De nuevo el ambiente se llenó de tensión.
– Tampoco permitiré que tu esposo haga travesuras con otros.