Sung Yeol estaba escondido tras de una columna. Estaba en el aeropuerto viendo a la gente que llegaba de sus vuelos. Ese era el día que se iban a ver por fin con su cyber novio, Myung Soo.
Se habían conocido en una página de internet donde simplemente comenzaron a hablar. La atracción temprana había sido notoria para los dos. Un mes después de estar hablando todos los días, hasta tarde, se confesaron su gusto mutuo. Algo inseguros, aceptaron ser novios a la distancia. Después siguieron las fotos, llamadas, videollamadas. Cada día se iban enamorando más y más.
Sung Yeol estaba algo nervioso. Su mamá se había enterado de su romance al leer una conversación que había dejado abierta, sin querer. Le había dado el sermón de su vida, diciendo Myung Soo podía llegar a ser algún estafador que le quitaría todo lo que tenía sin dudarlo. Por más que lo defendió, en su mente una pequeña semilla de duda se implantó. No quería creer que había una mínima posibilidad donde ese chico que amaba no era lo que parecía ser.
Ahí detrás del pilar, miró a todas las personas. Si llegaba a verlo, saldría lentamente a su encuentro. Si nunca llegaba... bueno, fue lindo mientras duraba.
Llevando una maleta de ruedas, vio a un chico usando lentes de sol, salir por la puerta de la sala. Observaba hacía todos lados, como buscando a alguien. Sacó su teléfono, marcó un número y se sobresaltó al sentir el suyo vibrar en su bolsillo.
-¿Hola?
-Sung Yeol, ya llegué.
-¿Sí? -pudo salir de su escondite. Las lágrimas lentamente bajaban por sus mejillas.
Apenas Myung Soo lo vio, se quedó boquiabierto. Tomo la maleta, avanzando hacía el muchacho. Tuvo que dejarla a medio camino, quitarse los lentes y abrazar con fuerza al que era su novio hace un año y medio.
-Sung Yeol -sus ojos examinaban cada facción de su rostro, al igual que sus manos. Limpió sus lágrimas-. Eres más lindo en persona -Myung Soo tampoco había podido evitar llorar.
-Tú igual -río.
Ambos se abrazaron con más fuerza, sellando la distancia con un beso. Ya no más picos a lo lejos, o palabras. Estaban ahí frente a frente, dispuestos a no alejarse el uno del otro.
(Repetición)
Sung Yeol estaba escondido tras de una columna. Estaba en el aeropuerto viendo a la gente que llegaba de sus vuelos. Ese era el día que se iban a ver por fin con su cyber novio, Myung Soo.
Se habían conocido en una página de internet donde simplemente comenzaron a hablar. La atracción temprana había sido notoria para los dos. Un mes después de estar hablando todos los días, hasta tarde, se confesaron su gusto mutuo. Algo inseguros, aceptaron ser novios a la distancia. Después siguieron las fotos, llamadas, videollamadas. Cada día se iban enamorando más y más.
Sung Yeol estaba algo nervioso. Su mamá se había enterado de su romance al leer una conversación que había dejado abierta, sin querer. Le había dado el sermón de su vida, diciendo Myung Soo podía llegar a ser algún estafador que le quitaría todo lo que tenía sin dudarlo. Por más que lo defendió, en su mente una pequeña semilla de duda se implantó. No quería creer que había una mínima posibilidad donde ese chico que amaba no era lo que parecía ser.
Ahí detrás del pilar, miró a todas las personas. Si llegaba a verlo, saldría lentamente a su encuentro. Si nunca llegaba... bueno, fue lindo mientras duraba.
Llevando una maleta de ruedas, vio a un chico usando lentes de sol, salir por la puerta de la sala. Observaba hacía todos lados, como buscando a alguien. Sacó su teléfono, marcó un número y se sobresaltó al sentir el suyo vibrar en su bolsillo.
-¿Hola?
-Sung Yeol, ya llegué.
-¿Sí? -pudo salir de su escondite. Las lágrimas lentamente bajaban por sus mejillas.
Apenas Myung Soo lo vio, se quedó boquiabierto. Tomo la maleta, avanzando hacía el muchacho. Tuvo que dejarla a medio camino, quitarse los lentes y abrazar con fuerza al que era su novio hace un año y medio.
-Sung Yeol -sus ojos examinaban cada facción de su rostro, al igual que sus manos. Limpió sus lágrimas-. Eres más lindo en persona -Myung Soo tampoco había podido evitar llorar.
-Tú igual -río.
Ambos se abrazaron con más fuerza, sellando la distancia con un beso. Ya no más picos a lo lejos, o palabras. Estaban ahí frente a frente, dispuestos a no alejarse el uno del otro.