Young Jae tomó su maleta, apresurado. El bus ya iba a pasar y él todavía estaba en casa. Cerró la puerta de la casa y corrió a tomar las escaleras. Seis pisos después, salió del edificio para dirigirse hacía la calle continua donde solía tomar el bus. A lo lejos vio como el colectivo pasaba. Le hizo la seña para que se detuviera. El conductor se orilló y dejó subir al chico.
-Gracias -dijo sin aliento, pasando su pase por el lector.
Iba a ser su primer día de universidad y le daba por llegar tarde. Tenía media hora para estar en el salón. Recuperando el aire, se sentó en una silla libre. Miro hacía afuera a todo el mundo que salía de sus casa, que abrían sus negocios y sacaban a sus hijos al colegio.
El bus se detuvo en un semáforo en rojo. La gente cruzó por la cebra. Había una mujer en unos altos tacones, un hombre vestía un largo abrigo. Venía un joven tomando un café. Pensándolo, no había desayunado por culpa del afan.
Unas estaciones después, se bajó dispuesto a correr otra vez.
Ingresó por el gran portón en una carrera y cruzó el campus en cuestión de nada. Vio el reloj, dos minutos. Frente a él, las escalera aparecieron y palideció.
-Piernas para que las quiero -subió corriendo los dos pisos hasta llegar al tercero.
-¡¡No!! -en la última puerta del salón, el profesor cerraba la puerta. A pesar de que utilizó lo último de sus fuerzas, no llegó antes de que estuviera cerrado completamente.
Golpeo la puerta varias veces, esperando una respuesta para que le abrieran, pero no la recibió. Se dejó caer por la puerta, dándose un golpe en la frente. "Bien hecho, Young Jae" se dijo a sí mismo de forma irónica. Ahí sentado, recuperó el aire en sus pulmones y su estómago protestó. Se abrazó a si mismo, haciendo un puchero.
Un envase de café apareció frente a sus ojos. Al levantar la mirada, vio al chico que había cruzado el semáforo.
-Toma. Parece que tienes hambre.
-Yo...
-Tranquilo, ya tomé. Puedes cogerlo.
-Gracias -Young Jae, algo nervioso, tomó el envase y le dio un sorbo. Estaba algo amargo, pero en esta situación, ni le importaba.
-Jae Bum -se agachó frente a él y extendió su mano. Su sonrisa era perfecta.
-Young Jae -recibió el saludo, apretando su mano.
-Es un placer. ¿Eres primiparo?
-E-eh... sí.
-Entonces no te preocupes. Es una broma del profesor el hacer esto a los recién ingresados -se levantó y tocó la puerta-. Ya lo asustó, profe.
El profesor abrió riendo y dejo pasar primero a Jae Bum.
Young Jae sonrio y se levantó rápido. Viendo como el otro se adentraba en el salón, supo que había hecho su primero amigo.
(Repetición)
Young Jae tomó su maleta, apresurado. El bus ya iba a pasar y él todavía estaba en casa. Cerró la puerta de la casa y corrió a tomar las escaleras. Seis pisos después, salió del edificio para dirigirse hacía la calle continua donde solía tomar el bus. A lo lejos vio como el colectivo pasaba. Le hizo la seña para que se detuviera. El conductor se orilló y dejó subir al chico.
-Gracias -dijo sin aliento, pasando su pase por el lector.
Iba a ser su primer día de universidad y le daba por llegar tarde. Tenía media hora para estar en el salón. Recuperando el aire, se sentó en una silla libre. Miro hacía afuera a todo el mundo que salía de sus casa, que abrían sus negocios y sacaban a sus hijos al colegio.
El bus se detuvo en un semáforo en rojo. La gente cruzó por la cebra. Había una mujer en unos altos tacones, un hombre vestía un largo abrigo. Venía un joven tomando un café. Pensándolo, no había desayunado por culpa del afan.
Unas estaciones después, se bajó dispuesto a correr otra vez.
Ingresó por el gran portón en una carrera y cruzó el campus en cuestión de nada. Vio el reloj, dos minutos. Frente a él, las escalera aparecieron y palideció.
-Piernas para que las quiero -subió corriendo los dos pisos hasta llegar al tercero.
-¡¡No!! -en la última puerta del salón, el profesor cerraba la puerta. A pesar de que utilizó lo último de sus fuerzas, no llegó antes de que estuviera cerrado completamente.
Golpeo la puerta varias veces, esperando una respuesta para que le abrieran, pero no la recibió. Se dejó caer por la puerta, dándose un golpe en la frente. "Bien hecho, Young Jae" se dijo a sí mismo de forma irónica. Ahí sentado, recuperó el aire en sus pulmones y su estómago protestó. Se abrazó a si mismo, haciendo un puchero.
Un envase de café apareció frente a sus ojos. Al levantar la mirada, vio al chico que había cruzado el semáforo.
-Toma. Parece que tienes hambre.
-Yo...
-Tranquilo, ya tomé. Puedes cogerlo.
-Gracias -Young Jae, algo nervioso, tomó el envase y le dio un sorbo. Estaba algo amargo, pero en esta situación, ni le importaba.
-Jae Bum -se agachó frente a él y extendió su mano. Su sonrisa era perfecta.
-Young Jae -recibió el saludo, apretando su mano.
-Es un placer. ¿Eres primiparo?
-E-eh... sí.
-Entonces no te preocupes. Es una broma del profesor el hacer esto a los recién ingresados -se levantó y tocó la puerta-. Ya lo asustó, profe.
El profesor abrió riendo y dejo pasar primero a Jae Bum.
Young Jae sonrio y se levantó rápido. Viendo como el otro se adentraba en el salón, supo que había hecho su primero amigo.