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Ragnarök por jashinista

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Notas del capitulo:

No quería irme a dormir hasta que actualizara esto, ya hace mucho tiempo tenia el capitulo pero antes se lo mando a mi Beta para que lo cheque y ella me menciono que no tenia tiempo, pero de igual manera ya esta aquí.

Gracias por seguir esta complicada historia, espero que la disfrutaran tanto como a mi me gusto.

sovngarde

https://elderscrolls.fandom.com/wiki/Sovngarde_(Location)

Los Compañeros

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Los_Compañeros_(Skyrim)

La Hermandad Oscura

https://as.com/meristation/2018/05/10/reportajes/1525932000_175524.html

Ventalia

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Ventalia_(Skyrim)

Soledad

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Soledad_(Skyrim)

Lucero del Alba

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Lucero_del_Alba_(Skyrim)

Daedrica Vaermina

https://aminoapps.com/c/tes-espanol/page/blog/vaermina/bNzg_7XWtoumx2PLN70klPep4mkWVRJbDDn

Erandur

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Erandur

General Tullius

https://elderscrolls.fandom.com/wiki/General_Tullius

Ulfric Capa de la Tormenta

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Ulfric_Capa_de_la_Tormenta

Dibella

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Dibella

Siths

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Sithis

Gremio de Ladrones

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Gremio_de_Ladrones_(Skyrim)

Hibernalia

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Hibernalia_(Skyrim)

 

 

 

 

 

 

 

 

sovngarde

https://elderscrolls.fandom.com/wiki/Sovngarde_(Location)

Los Compañeros

https://elderscrolls.fandom.com/es/wiki/Los_Compañeros_(Skyrim)

La Hermandad Oscura

https://as.com/meristation/2018/05/10/reportajes/1525932000_175524.html

Ventalia

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Soledad

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Lucero del Alba

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Daedrica Vaermina

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Erandur

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General Tullius

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Ulfric Capa de la Tormenta

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Dibella

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Siths

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Gremio de Ladrones

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Hibernalia

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Su pequeño lo miró fijamente para después observar a aquella fortaleza al final del camino, su padre siempre le había dicho que nació en su casa y su madre murió en el parto y por ello no la había conocido.

Caminó sin mirar o notar como su hijo estaba casi sin habla, después de reaccionar corrió hacia su padre colocándose detrás de él, una vez dentro la oscuridad era casi total de no ser por las pocas antorchas esparcidas en algunos lados aun así se sorprendió como el lugar estaba tan oscuro a pesar que aún era de día, notando como un hombre ya anciano se acercaba a ellos y se dirigía hacia su padre como Dovahkiin, sonrió volteando a ver a su papá antes de revelarse con el sacerdote

—No pensamos verte de nuevo—simplemente asintió mientras caminaba nuevamente hacia otra puerta, tenia intención de ir con el líder de los Barbas Grises —Suerte en tu viaje— fue lo único que dijo, ninguno de los sacerdotes miraron al menor directamente a los ojos era algo que realmente no tenia que importarles en su opinión.

—¿Nos saldrán de nuevo...?—no pudo terminar la palabra cuando su padre ya estaba caminando para subir aun más la montaña y para su suerte no hubo ningún problema.

El menor se asustó cuando notó un enorme dragón descendiendo. Gritando y escondiéndose detrás de su padre, éste, comprensivo por el miedo de su hijoacarició su cabeza, con ese acto fue muy claro, diciéndole que no temiera. Por alguna extraña razón el dragón estaba hablando con su padre, parte de las cosas no entendía.

Dovahkiin le mencionó lo que había ocurrido, el ataque, en como había regresado a la vida ese dragón y finalmente en como notó la debilidad de su hijo cuando lo encontró, se quedó un momento en silencio antes de negar con la cabeza.

—A lo que cuentas, tu hijo tiene los mismos poderes de Alduin— declaró mirando al pequeño, ese asunto lo estremecía.

—Pero ¿Por qué?— intervino el niño pero su padre le tapó la boca para que no hablara más, o mejor dicho no se enterara de lo que por tantos años le habíaocultado, que su madre no fue una hermosa mujer nórdica sino él mismo le había dado a luz y su padre verdadero era el devorador de mundos.

 

—Lo está usando para levantarse nuevamente— mencionó, tenía intenciones de volver a revivir a los dragones que con trabajo había cazado; siendo Paarthurnax, Odahviing y Durnehviir los únicos sobrevivientes a la masacre que hizo, el ultimo simplemente porque en realidad ya estaba muerto, vagando por El Recordatorio de las Almas.

Las dudas eran muchas y se le notaba en el rostro ¿Cómo una nueva resurrección podría traer nuevamente al Alduin?

—El regreso de los dragones significa el fin de los tiempos, humanos esclavizados y muertos— ¿Había dejado a un mortal con su poder de resucitar los huesos de sus hermanos caídos? ¿Quería asegurar su regreso? El nórdico volteó a ver a su hijo, quizás si terminaban con la vida de su hijo o si nadie se enterara del peligro que era ese infante no sería necesario llegar a matarlo.

—El problema es que si la resurrección de un dragón se manifestó,Alduin lo hará igual — declaró mirando al nórdico—vendrán por él. El poder otorgado fue la mitad, lo necesitará para resucitar a todos — habló ya un poco preocupado— si lo consigue nosobreviviría— miró al pequeño— su vida son las almas de todos los dragones, es como un frasco al verter todo su contenido y vaciarlo ya no tendrá un propósito para Alduin— el nórdico preguntó si lo mataría ¿Seríacapaz de matar a su propio hijo?— no seránecesario, la fuerza vital o alma como tu raza la conoce es necesaria para vivir y él no tiene una propia.

Rápidamente volteó a ver a su hijo que estaba más que confuso de la situación y prefirió mejor jugar con la nieve en el suelo, se veía tan inocente y feliz al lograr una pequeña figura abstracta. Al notar la mirada del dragón y su padre se incorporó rápidamente pensando que habíahecho algo malo.

—Es momento de pedir apoyo — mencionó el nórdico antes de tomar de la mano a su hijo deteniéndolo la voz de Paarthurnax.

Dovakiin... sólo recuerda, hay una razón por la cual la mayoría de los Dova odian a los mortales —declaró— espero que no tengas que descubrirla— sabía que no lo decía por nada sino que estaba seguro del resultado, pero no aceptaba lo evidente, él habíahecho mucho por todo Skyrimasí que no les quedaría de otra más que devolverle el favor asítal cual lo hizo el antiguo Jarl de Carrera Blanca. Decidido a cobrar todos esos favores se dispuso a irse dejando atrás al sabio dragón.

 

Claro, antes de partir hacia todo Skyrim e incluso fuera de este tendría que primero calentarse y comer algo al igual que descansar, de seguro su hijo estaba exhausto.

—¿Me dirás también la historia de tu amigo dragón?—habló feliz mirando a su padre, este sólo suspiró y aclaró que no era su amigo, simplemente un dragón que le ayudó a vencer al devorador de mundos y le enseñó a comprender más el lenguaje de los dragones, algo que claro le interesó por completo al infante, preguntandosi él también podría aprender así como él lo hizo, estaba emocionado en aprender esos gritos que su padre habíahecho, estaba casi convencido de que tenía también sangre de dragón, en ese aspecto le preocupaba que fuera verdad, a como lo había planteado Paarthurnax terminaría muerto si regresaba a la vida a todos los dragones que le correspondían.

No se había dado cuenta lo molesto que estaba y encima lo fuerte que apretaba su pedazo de pan a tal punto de aplastarlo, al fin que veía a su hijo con un poco más de amor: venía el padre a reclamar lo que había dejado pendiente, ahora con más razón lo odiaba, él no se desveló por lidiar por sus lloriqueos, ni tampoco trabajó para mantenerlo, él tuvo que renunciar a todo con tal de mantener a su hijo a salvo, por un momento pensó que matarlo aquella vez había sido lo mejor para todos incluso consideró en hacerlo ahora mismo pero la descartó de inmediato, tendría el apoyo de todos en Skyrim para proteger a su hijo mientras él eliminaba a Alduin de una vez por todas.

Ya con la poca comida que consumieron, no tenían que malgastar las pocas provisiones que ellos tenían a causa de la buena voluntad de la aldea que tenían al pie de la montaña. Una vez bajaron de la misma miró a su pequeño que en todo el camino se la pasó gritando esperando que en una de esas saliera el ansiado grito de dragón, eso le había dado gracia y antes de pasar por completo el puente lo cargó y lo sentó en la orilla del mismo a la vez que se inclinaba lo suficiente para estar a la altura del pequeño sentado.

Le explicó que el "grito" aunque suene como uno y sea igual no es exactamente un grito en la manera literal, cada vez que gritaba lo hacía en lengua de dragón.

—¿Tiene significado?— asintió, diciendo que todas las palabras dichas tienen un significado, el grito consistía en tres palabras de poder en la lengua de los dragones, decidió empezar con el primer grito que se manifestó en el que fue Fuerza implacable explicándole las tres palabras de poder"Fus" Fuerza "Ro" equilibrio y "Dah" Empujar

 

—Fuerza, equilibrio y empujar— habló mirando a su padre antes de sonreír e intentar decir las palabras pero ahora en lenguaje de dragón, al notar que no pasaba nada, aparte de pronunciarlo mal, le aclaró también que no sólo debía saber las palabras del grito sino también su significado — es como estudiar magia pero más complicado — habló de manera perezosa mientras se acostaba en la orilla del puente.

Sin pensarlo le sonrió antes de indicarle que seguirían hacia la posada, tomándolo de la mano y abriendo el mismo. Ambos tenían hambre así que el pequeño fue a una de las mesas mientras esperaba a su padre que trajera la comida y rentara una habitación para que pudieran dormir hoy, nunca pensó que a su edad estaría en una posada, peregrinando, aunque claro al escuchar cómo se dirigían hacia su padre sonaba más genial y menos religioso.Una vez le dieron la comida caminó a con el menor, colocándola en frente de él.

—¿Somos forasteros?—su padre negó con la cabeza, después de todo aun así tenían a un lugar donde regresar y el ser forastero es simplemente de estar de una lado a otro, sin hogar o familia— ¿conociste a mamá en una de tus aventuras?— el contrario asintió, no quería dar detalles, al final se le olvidaría lo que le había dicho la última vez, cambiando la historia nuevamente.

Le había indicado a su hijo que no saliera de la posada, ayudándolo con eso una niña que vivía en ese lugar, no teniendo más remedio que dejarlo salir de la segura y acogedora cabaña para que pudieran jugar.

Parecía divertido, una vez oscureció y tuvieron ambos que entrar nuevamente a la posada, después de despedirse fue directo a la habitación en donde se hospedarían para acostarse al rincón ya que su padre se encontraba recostado en la orilla, después de quitarse los zapatos se tapó con las mantas y obligó a su padre a abrazarlo, con tal de sentir ese calor, el cabello largo del mismo comenzó a acariciarlo, enredándolo en sus dedos, ese gesto simplemente lo relajaba al punto de dormirse además eso sólo lo hacía cuando estaba realmente feliz y ¿Cómo no estarlo? si había salido de la villa a conocer nuevas tierras, escaló una montaña y habló con un dragón, aunque técnicamente su padre lo había hecho pero aun así era muy sorprendente.

—Quiero crecer para ser como tú, papá— con esas palabras el pequeño se durmió, dejando al sangre de dragón en un dilema, su hijo nunca le había dicho tales palabras y en cierto modo no le importaba pero en esos momentos esas palabras dichas lo enternecieron a tal grado de soltar la daga que tenía en sus manos para terminar con la vida del pequeño, sabía que terminaría en la cárcel pero podría huir sin ningún problema, estaba dispuesto a matarlo con tal de que no regresaran los dragones pero esa declaración de admiración lo hicieron buscar otra opción, no había de otra, tenía que persuadir a todos aquellos que ayudó.

Cuando el niño despertó, Se encontró con la mirada fija de su padre, una sonrisa se formó en sus pequeños labios una vez lo notó.

—¿Qué pasa?— preguntó divertido antes de levantarse un poco escuchando la voz de su padre que tenían que partir ya.

Realmente esperaba esa respuesta no tan "amable” y cruda de su padre, nunca fue bueno para mostrarle ese amor paternal que tenían los demás niños, eso y quizás era porque no convivía con su madre así tal cual como lo hacían los demás o al menos la mayoría después de todo Skyrim tiene muchos peligro o los tuvo hace muchos años atrás Dejando a su paso huérfanos o familias con un miembro muertos.

Una vez fuera de la posada se encaminó nuevamente hacia una de las comarcas, su destino seria Soledad, ahí estaban sus aliados, aquellos que ayudó a que el Imperio se impusiera frente a los Capas de la Tormenta, si bien nunca fue alguien tan religioso los motivos de los capas de la tormenta no eran tan válidos en realidad, llegar a la guerra con su mayor excusa de pelear por sus creencias ya que Talos había sido expulsado de los nueve dioses nórdicos, viendo mal a la magia cuando en realidad era una buena fuente en la batalla también así como una espada o escudo, además de las ventajas de curación que aportaba.

Los Capas de la Tormenta eran en una palabra, bárbaros, discriminando a todo aquel que no era nórdico y acusando a cualquier Elfo Oscuro como espías del Imperio aunque claro este último tampoco se salvaba de las injusticia, casar a los que aun creían en Talos, no dejarle el trono a Ulfric Capa de la Tormenta porque en la batalla contra el rey supremo uso el Thu'um, tampoco se le hacía del todo justo pero al final el que tenia menor daño y abarcaba más razas fue el Imperio, uniéndose a él, aun cuando a sus espaldas estaban tantos dioses Daedrasque ayudó a tal punto de ser nombrado por ellos como Adalid.

No todos los acusaban como malignos pero si la mayoría, quizás sería mejor guardarse ese detalle de su vida.

Habían pasado días antes de regresar a un camino en donde el pequeño conocía, emocionado brincó del caballo feliz de regresar a casa y presumirle a sus amigos que un dragón había hablado con su padre, pero la voz fuerte del nórdico lo detuvo, volteándolo a ver con cierta duda ¿no irían a casa ya? Ya vieron a ese gran dragón y aunque no estaba seguro el por qué se fueron en primer lugar creyó que sería todo, pese a que se veía un poco triste por no regresar a casa terminó por sonreír aun más al enterarse que irían a una comarca, más específicamente donde se encontraba el rey supremo o en este caso la reina.

Tardaron días en llegar y agradecía que no fuese peligroso el camino, al contrario pudo disfrutar de un buen viaje algo realmente extraño en Skyrim, aunque claro, los lobos y arañas estuvieron presentes en algún momento del camino, pero  podía manejar esos pequeños peligros sin problema.

Una vez en los establos de Soledad dejó a Sombra y caminó colina arriba hacia la entrada de la comarca, el pequeño estaba fascinado siendo lo primero que vio unos enormes edificios hechos por piedras.

—¿Qué es eso?— comenzó a apuntar a cada edificio después de todo en donde vivía era un pequeño lugar a la intemperie.

Con locales pequeños, ese lugar sin embargo era el hogar del supremo rey de Skyrim así que era de esperarse de que fuera algo sumamente grande, siendo la tienda de ropajes el primer edificio que ves al entrar a Soledad. Después la posada y más al fondo a la vuelta de esos dos edificios del lado izquierdo un pequeño mercado con puestos individuales, pese a lo sorprendido que estaba su hijo él no se detuvo, siguió su camino hasta el Castillo Azul hasta el fondo de la ciudad. Corriendo de un lado a otro emocionado por que todos parecían conocer a su padre, estaba realmente orgulloso que antes de llegar lo tomó de la mano, quería que también lo conocieran como el hijo de ese gran héroe que los salvó.

Ante esa declaración había estirado su mano para abrir la puerta deteniéndose en ese preciso momento y mirando a su hijo, no podía ser así, tenía que haber otro modo, tenía que dejarlo en un lugar seguro para poder ir y buscar a Alduin o investigar que estaba pasando en esos momentos. El regreso de los dragones significó el fin del mundo y con ello Alduin llegó, quizás en esos momentos con la resurrección de uno de ellos los dioses consideraron que ya era hora de concluir el ciclo y destruir a los mortales así como hace ocho años estaba dispuesto a pasar.

Entró al castillo siendo recibido por la reina, halagándolo por lo que había hecho en el pasado y felicitándolo por su hijo, ante eso pronunció un frío y seco gracias antes de explicarles la situación.

—Eso es una locura— el nórdico se ofendió ante aquello ¿Cómo pensarían que estaba mintiendo o en ese caso bromeando? Enojándose aun más cuando declaró y pidió de favor que le cuidaran a su hijo, estaría seguro ahí mientras se encargaba de los dragones, su pequeño al escuchar eso se sorprendió y miró a la corte.

 

La reina abrió la boca para hablar pero no dijo nada a causa de un fuerte estruendo en la lengua de los dragones "kul" se escuchó seguido de unos gritos que venían de afuera, los soldados, el protector de la reina y el sangre de dragón salieron apresurados, el pequeño fue el ultimo para tan sólo notar como un enorme dragón negro se posaba en el techo del castillo mirando fijamente a su padre que éste al igual le respondía con esa expresión de odio. Después de decir algunas palabras en su lenguasuspiró.

—Qué vergüenza... sigues llamándote Dovah cuando en realidad aun no hablas nuestra lengua—miró de reojo al pequeño —"Kul" Ven conmigo —sintió un fuerte golpe en su corazón al ver como Alduin le llamaba a su hijo, el pequeño estaba paralizado— así será entonces— dio un estruendoso grito para después hacer que del cielo cayeran enormes bolas de fuego que se esparcieron por toda la ciudad, los soldados y la personas huían para refugiarse pero aun así terminaba por romper todo a su paso.

Tomando de la mano a su hijo corrió no adentro sino fuera del alcance del dragón para tan sólo ser acorralados a los pocos metros con el enorme cuerpo del dragón.

—Tienes que dármelo Dovahkiin, no te pertenece —el pequeño se escondió detrás de su padre — lo seguiré— fue lo último que dijo antes de alzar el vuelo para evitar que los soldados lo atacaran, tenía que formar nuevamente su ejército y aunque sabía que podía resucitar a la mitad podría mandar a esos dragones para ir por el niño.

—Hijo— se acercó lentamente la hechicera de la corte— lo llamó hijo— después del primer ataque los hechiceros tuvieron un poco más de curiosidad ante la lengua de los dragones pensando que con eso quizás dominarían el grito o les daría una ventaja pero en estos momentos resulto más una desventaja para él— criaste al hijo de Alduin...

No sabían cómo reaccionar, aunque todos pensaban lo mismo, que una desafortunada chica tuvo a la criatura pero el sangre de dragón se dedicó a criarlo, sentía el peligro y no tuvo de otra o no pensó en nada más, los había atacado ganando una recompensa por su cabeza, tomando al pequeño salió de la ciudad lo más rápido que pudo, desgraciadamente mientras cabalgaba y cuidaba a capa y espada a su hijo, una flecha a travesó su hombro.

 

Se quejó por el dolor pero eso no lo detuvo, aun cuando el rostro del infante se estaba manchando de sangre, de la sangre de su padre. Al estar lo suficientemente lejos del lugar pudo darse el lujo de gimotear de dolor, recordando la casa abandonada en donde Astrid lo había mantenido cautivo para darle la iniciación a la Hermandad Oscuro.

Entró junto a su hijo, usando el hechizo de curación logró calmar el dolor y parar la sangre, todo hecho después de que se retirara la flecha. Al sentarse en la cama mugrienta notó la mirada de su hijo intentando interrogarlo ¿Era cierto lo que había escuchado?

No tenia opción, necesitaba también el apoyo del niño, pero no sin un motivo. Le explicó acerca de la relación que tenía con Alduin y el motivo por el cual el esqueleto de dragón volvió a la vida.

—¿No eres mi padre entonces? — no era extraño que un niño sea adoptado pero la sorpresa simplemente era fuerte, después de todo no recordaba que estuviera en el orfanato de Rifteneso significaba que quizás lo encontró desde que era un bebé.

La repuesta del nórdico lo paralizó, si era su hijo pero el dragón era el padre, el pequeño tragó grueso antes de retirarse un par de pasos lejos de su padre, madre. En esos momentos sabía que su pequeño necesitaría espacio, se levantó de la cama y salió de la casa dejando solo al niño, regresando con una bolsa de dormir de piel de oso y ciervo, tendiéndola lo más lejos posible de la cama donde ya se había sentado el niño. Si comprendía, comprendía lo repugnante y drástico que debió ser la noticia, un nórdico hombre dando a luz a un bastardo era algo realmente repulsivo casi como lo eran los Daedras.

Por primera vez no se dirigieron palabra y durmieron con una distancia que no pensó tener nunca, si bien sabía que terminaría por enterarse algúndía, quería hacerlo de una manera sutil y no de manera directa así como lo había hecho.

La mañana no había sido mejor, la distancia se notaba por parte de su hijo evitando cualquier contacto por parte de él.

—Bueno... al menos se querían —habló casi de manera forzada claro que el silencio contestó a lo dicho — ¿entonces no se casaron como dijiste? ¿Dibela no te bendijo como dijiste? —Nuevamente el silencio fue pesadodándose cuenta de inmediato —bueno... mi papá no podía entrar en el templo —sonrió nervioso como si se tratara de una broma.

 

El nórdico azotó fuertemente la mesa, a esas alturas realmente no le importaba. Diciéndole que nunca sintió nada por el devorador de mundos ni lo sentirá en un futuro, al contrario, sentía odio, resentimiento que calmaría una vez estuviera muerto. El niño ya no dijo nada en todo el viaje hasta Soledad, sabía que lo tratarían mal por el hecho de ser Imperial y contribuir en gran parte de la extinción de los Capas de la Tormenta.

Claro, no fue recibido tan bien, escuchando amenazas por cada hombre que pasaba a su lado, una vez llegó a con el Jarl le suplicó su ayuda, explicando la situación, que los dragones habían regresado y no podía dejar a su hijo en casa. Ulfric preguntó el por qué a lo cual no contestó.

—¿Vienes ante mí para pedirme ser su niñera?— preguntó, claro que intentó razonar sin tocar el tema del hijo del devorador de mundos. No tuvo opción más que decirles cuando se vio acorralado, declarando que terminaría por beneficiar a los dragones si tenían al niño, explicó que su sangre resucitaba a las bestias.

—Entonces te aligeraremos la carga — los guardias lo rodearon, su idea era matar al niño y encerrar al hombre. Por un momento lo consideró, matarían al engendro de Alduin, algo que él no hizo desde el principio, cerró los ojos decidido, había causado muchos problemas así que era la mejor opción, terminar con los planes del primogénito de Akatosh.

—¡Mamá!— fue lo que gritó mientras estiraba sus manos. El guardia alzó la espada con toda la intención de matarlo pero en ese momento el golpe de acero con acero se escuchó fuertemente, Dovahkiinhabía interferido y asesinado al soldado dando ahora una recompensa por su cabeza en Ventalia.

Salió corriendo con el niño en brazos para tan solo encontrarse con tres dragones atacando la ciudad, sabia a lo que venían así que no perdió el tiempo y salió corriendo de Ventalia dejando el ataque atrás, montando a Sombra intentando huir lo másrápido posible.

—Puedo quedarme en casa, no saben donde vivo—podía quedarse en casa mientras su padre arreglaba el problema, el nórdico negó con la cabeza diciendo que lo encontrarían como antes lo hacían con él. Esta vez acamparon en el hogar de un gato salvaje quehabía matado el nórdico sin ningún problema, la piel le sirvió como un pequeño colchón para su hijo debajo de la bolsa de dormir y la carne la cocinaron para poder comerla.

—Mamá... —habló, escuchó un pequeño gruñido por parte de su “madre” pero aun así vio como movía su cabeza para que el menor hablara—¿Nunca le importé a papá? —de estar picando la leña de la fogata se detuvo en seco para después mirarlo ¿Qué podía decirle? ¿Que fue creado con el objetivo de resucitar a los dragones? Para su padre no era nada y hace mucho tiempo para él tampoco lo fue.

Después de un par de segundos en silencio el pequeño pudo adivinar, que a su padre nunca le importó, no le importó cuando nació, como estaba o su crecimiento. De verdad quería olvidar la historia de su origen y concentrarse en la mentira de su nacimiento que su padre le contó, que había sido una bendición de Dibela por consumir su amor después de casarse, conociendo a su madre en una de las muchas aventuras que tuvo por Skyrim. Que su madre había dado su vida porque él naciera. El nórdico suspiró antes de hacerle una señal para que se acercara y se sentara en sus piernas, cerca del cálido fuego, el pequeño se acurrucó en su cuerpo mientras sollozaba bajito.

—Si no te amaba... si no me quiere ¿Por qué lo hizo? — preguntó mirando con esos ojos llenos de lágrimas a su padre. El nórdico, siendo sincero con él mismo tampoco lo supo y hasta ahora no tenía sentido, le limpió las lagrimas y lo abrazá al menos hasta sentir como se dormía. No quiso separarlo de su cuerpo incluso lo abrazá más fuerte

Sentía el dolor de su hijo, ocho años diciéndole que amaba mucho a su madre, que habían decidido tener un hijo y planearon su futuro, su nombre, pero desgraciadamente esa madre amorosa que le había planteado y que sus últimas palabras fueron "cuídalo" de repente se esfumaron, haciéndose polvo igual que los cadáveres resucitados. Aquella hermosa mujer nórdica nunca existió.

El camino fue silencioso, al parecer su hijo se cuestionaba demasiado su existencia incluso se había despertado encontrándose con que el menor no estaba a su lado, lo encontró cerca del rio mirando su reflejo, buscando cualquier cosa extraña en su ser, al ser una mitad dragón quizás había algo que estaba pasando por alto y él no veía, notaba como estiraba sus mejillas hacia abajo mirando sus ojos o lo intentaba, sus uñas, incluso estuvo a punto de quitarse la ropa hasta que su padre lo detuvo. Se agachó, colocándose en cuclillas mientras acariciaba la mejilla de su hijo.

—¿Me quieres?—preguntó de repente, esa palabra lo hizo detener sus caricias — Papá no estuvo conmigo... y tú no lo quieres ¿Me quieres a mí?—hasta ahora no lo había considerado, hasta ahora lo único que sentía era compasión, pensaba que el tenerlo con vida, mantenerlo, vestirlo  y alimentarlo era por simple humanidad, nunca, hasta ahora, se preguntó si realmente quería a ese niño.

 

El silencio de su padre lo interpretó de una buena manera, después de todo no era lo suficientemente expresivo como para decirle en unas palabras el amor que sabía que le tenía, sino fuera así entonces ya lo hubiera abandonado, sonriendo ampliamente se acercó a su padre para abrazarlo.

—Yo también te quiero —declaro abrazándolo mientras tallaba su rostro en el estómago del mayor. Que por su parte simplemente palmó su hombro mientras miraba a otro lado, desentendido.

A esas alturas no sabía a donde ir, que hacer o con quien ir, si la ciudad no quería ayudarlo entonces iría con aquellos que ayudó incondicionalmente. La Hermandad Oscura, Los Compañeros, Hinbernalia y El Gremio de Ladrones, algunos de ellos tenían que apoyarlo, confiaba en ello.

Decidiendo empezar primero con Los Compañeros. Sabía que aun los guardias lo estaban buscando así que no se arriesgaría por nada, entró por aquel lugar secreto nada más revelado para El Círculo, una cueva que estaba justo a un costado de donde estaban Los Compañeros. Abriendo la cueva mientras tenía a su hijo detrás de él, entrando por la puerta trasera.

 

No tuvo una bienvenida violenta, incluso llegaron a pensar que venía por trabajo, algo que no hacia hace mucho. Se dirigió primero con la cazadora, ella era una mujer así que no tendría problemas de cuidarlo por lo cual le sorprendió cuando esta se negó, aun argumentando que él era el sucesor del antiguo Heraldo aun así no le importó a la cazadora, argumentando lo que ya había escuchado, no era niñera como para cuidar de un crío mientras su padre jugaba a matar dragones. Aun cuando le dijo la verdad, que él podría resucitar a los dragones su curiosidad hicieron que preguntara un poco más sobre el tema llegando a la conclusión que tenían ambos bandos, matar al niño y así evitar la destrucción de su mundo.

Había levantado su espada pero fue interceptada por Vilkas y Farkas, los dos gemelos del círculo, poniéndose de lado de ella que por el sangre de dragón.

—Si eres Heraldo pero ¿donde estuviste todos estos años? — esas palabras por parte de Vilkas lo hicieron callarse, dándose cuenta que no tendría ayuda de aquellos hombres, dejando de lado lo que hizo por ellos liberándolos del Espíritu Bestial, ayudando a la chica con su venganza y claro ayudando a su antiguo Heraldo. Chasqueó la lengua, no dijo nada simplemente se marchó con su hijo, se lo habían permitido. Una vez dejó Carrera Blanca se dirigió a Lucero del Alba, si los compañeros no deseaban ayudarlo por su ausencia La Hermandad Oscura quizás si lo haría, había una niña ahí, quizás entenderían.

 

Ingresando por la entrada secreta a las afueras de la pequeña villa encontrándose con la voz divertida de aquel que le daba los tratos.

—¡Hey! cuanto tiempo ¿Vienes por un par de contratos? — preguntó, a ellos no les importaba que tan fiel o constante eras al parecer, mientras fluyera el dinero realmente no les importaba que hacía en su tiempo libre.

Le mencionó el problema, que su hijo era cazado por el devorador de mundos y el santuario bajo tierra era un lugar perfecto. Detuvo su charla al escuchar las palabras de la Madre Noche.

—Un niño con la sangre del devorador de mundos. Un buen sacrificio para Siths— esas palabras le helaron la sangre y aun más cuando aceptaron ¿que podría meterles en la cabeza la Madre Noche? Retrocedió con el pequeño detrás de él

—Salve Siths— fueron las únicas palabras que dijeron antes de lanzarse contra el nórdico. Gritándole a su hijo que saliera del santuario, lo hizo dejándolo solo.

Después de un par de horas, el pequeño estaba asustado pendiente de cualquier ruido. La puerta del santuario se abrió revelando un mal herido nórdico que arrastraba los pies hasta salir de ese lugar, cayendo hincado al piso helado mientras miraba como su hijo corría a abrazarlo sin importarle que el mayor lo manchara de sangre, él mismo se había encargado de darle fin a la Hermandad Oscura.

—Vamos... Vi una posada por aquí— El Sangre de Dragón negó con la cabeza antes de voltear a todos lados, tanto los Capas de la Tormenta como el Imperio lo estaban buscando así que no era seguro quedare en ninguna Villa o Paraje ya que aquellas dos fuerzas militares controlaban esos lugares, dividiéndoselo. Tragó saliva antes de mirar hasta la punta de esa montaña que rodeaba Lucero del Alba, el templo donde ayudó a un ex sacerdote Daedra a liberar ese pueblo de las pesadillas. Sabía que la decisión de no matar al monje que quería redimirse (apartándose de todos esos Dioses oscuros y sanguinarios) había sido una buena decisión, sólo esperaba que le regresara el favor y no tener como resultado lo que había vivido desde entonces.

Tomó a su hijo y el camino largo, uno que rodeara por completo esa Villa. Una vez en la puerta, suspiró aun cansado, esperando que su sangre no fuera atractiva para los  lobos o incluso vampiros.

 

Entró al templo y buscó al monje que casualmente se encontraba comiendo.

—Hace mucho que no te veía — su hablar era amable. Su mirada se fijó en la pequeña figura que se escondía detrás de aquel que años atrás lo ayudó a redimirse.

Después de que le indicara a su hijo que se fuera a explorar los dejó con la privacidad suficiente para charlar. Le explicó todo lo vivido hasta ahora, el rechazo, que intentaban matar a su hijo y lo herido que quedaba después de eso.

—¿Te están siguiendo?— preguntó de repente, el nórdico no sabía que decir exactamente, no estaba seguro si lo siguieron o no, de igual manera no le importaba aunque siendo sincero quizás sí debería importarle— Creo que no importa— habló levantándose de la silla y caminando hacia la pequeña hoguera que tenia suspendido una olla de metal teniendo en su interior un guisado.

—Deberían comer— declaro tomando uno de los platos hondos y sirviéndole a ambos, el nórdico agradeció tomando ambos platos para ir hacia donde estaba su hijo, este al verlo se sentó en una de las camas que se encontraban ahí mientras tomaba su comida.

—¿Estás bien?— preguntó al ver como se quejaba ¿No podría curarse como todas las veces que lo había hecho? No quiso preguntar, después de todo debería tener sus razones, razones que no comprendía, claro.

Comieron en silencio, tampoco es que no estuviera acostumbrado, rara vez cruzaba palabras con su padre y ahora que la situación era una totalmente diferente, quizás tendría que estar acostumbrado al silencio.

Una vez terminaron le dio el plato a su padre antes de acostarse dejándose arropar, una vez hecho el trabajo ambos se miraron a los ojos. El pequeño guió su mano al brazo de su padre y con lágrimas en sus ojos  comenzó a temblar.

—No quiero morir...—habló de repente, sabía que cualquier decisión que tomara su padre, entregarlo al dragón o aceptar los términos de cualquier ser humano sería la muerte para él, si al principio estaba dispuesto a aceptarla lentamente le daba miedo morir en manos de "enemigos" de su progenitor.

El Sangre de dragón negó con la cabeza al mismo tiempo que mostraba esa compasión que el pequeño, desde que salió de su hogar, no había visto, prometiéndole que no moriría, no permitiría que nadie le hiciera daño. Con esa promesa durmió tranquilo.

 

Regresando con su aliado le indicó que podría usar la zona de alquimia con tal de preparar un par de pociones de curación y  para restaurar la magia que había perdido en el combate de ese día, aceptando su oferta se preparó para partir mañana, no habría otra opción, abandonaría Skyrim, se iría a tierras extranjeras, no tenía vida en ese lugar ahora y si bien su destino era aún más hostil que Skyrim estaría seguro que nadie atentaría contra su vida, sobre todo si se mantenía dentro de las murallas de Roca del cuervo en Solstheim, trabajaría en la mina, sería una nueva vida, segura, sacrificaría  la libertad y el estar con otros niños de su hijo para que viva, sería un precio justo a su parecer.

A la mañana siguiente estaba nuevamente listo para el viaje a Ventalia. Erandur se ofreció a acompañarlos hacia su destino, una manera de agradecerle por ayudarlo a redimirse como discípulo de Mara remendando su error como seguidor de la diosa Daedrica Vaermina.

Después de esperar un par de minutos para que Erandur consiguiera su propio caballo, ignorando por completo si lo robó o había pagado por él, se reunió nuevamente con el nórdico y comenzar su viaje hacia Ventalia evitando cualquier ciudadela o paraje con tal de que los guardias no lo reconocieran y quisieran matarlo.

Alatardecer, justo cuando los colores del cielo estaban  en un tono anaranjado dándole paso a la noche, se encontraron con un par de soldados de ambos bandos y aunque intentaron escapar, a mitad del camino se encontraron también con dos dragones, seguidores de Alduim que buscaba a su hijo, no pudieron escapar, obligados a luchar con ambos dragones protegiendo a su niño, resguardándolo a la entrada de una de las cuevas esparcidas por todo Skyrim, indicándole claramente que no saliera ni se asomara.

Para su desgracia, y complicando más las cosas, los guardias de ambos bandos los encontraron dando paso a una batalla donde claramente su seguidor y él estaban en desventaja, por un lado los dos dragones y por el otro un pequeño ejército de  veinte y quince soldados en nombre del Imperio y los Capas de la Tormenta, que entre ellos Ulfrig Capa de la Tormenta y el General Tulio junto con algunos Altos Elfos teniendo aun más desventaja con los guerreros, ya que ellos podrían contraatacar también con magia.

Estaba ya herido junto a su seguidor, pero aun así estaba dispuesto a seguir, por su hijo, para mantener su promesa de que él no moriría, pero estaba tan sumido en la batalla con los soldados junto con el dragón que caía derrotado que no se dio cuenta que el cuarto enemigo había encontrado a su hijo.

 

Asustado, desesperado, corrió intentando alcanzarlo, cosa que era imposible tan sólo notó como se alejaba cada vez más de él, cayó hincado al suelo una vez se dio cuenta que era imposible alcanzarlo a pie. Su seguidor llegó a los pocos momentos después.

—Ve... yo los entretendré—declaró mirando a sus espaldas como intentaban alcanzarlos. Escuchando nuevamente un gruñido proveniente de otro dragón que estaba dispuesto a detenerlos y en el mejor de los caso, matarlos. El nórdico se levantó del suelo, suspirando profundamente para después realizar un grito de Someter Voluntad (GOL, HAH, DOV) El dragón cayó, indicándole que estaría a sus órdenes.

El sangre de dragón lo montó, dispuesto a seguir al enemigo que tenía a su hijo, lo alcanzó comenzando una batalla en los cielos en donde fuego contra fuego contraatacaban. En un descuido del enemigo había soltado a su hijo  si bien no estaban del todo lejos del suelo sabío que dejarían malherido a su niño. Sin pensarlo se lanzó él también, tomando al pequeño entre sus brazos acomodándolo con tal de que la caída no le hiciera mucho daño.

Apretó fuertemente su cuerpo para después sentir el doloroso golpe de la nieve y tierra en su espalda. Estaba herido por la anterior batalla y ahora el golpe lo había empeorado, tan sólo escuchaba un eco proveniente de la vozde su hijo que lo llamaba de manera desesperada mirando hacia el cielo cuidándose de los dragones que lentamente salían de la batalla.

—Papá... por favor, despierta, levántate — parpadeando de manera pesada antes de abrir los ojos mirando la carita triste de su querido hijo— Papá...— se le veía tan mal, como si realmente lo que estaba haciendo en esos momentos fuera lo último.

Se incorporó lo suficiente antes de rebuscar entre las ropas de su hijo sacando la daga que le había dado con tal de que se protegiera. El pequeño abrió la boca pensando que debería  luchar con esos dragones con esa pequeña daga.

—Papá...— sintió la mano sangrienta de su padre acariciar su mejilla junto con un paternal beso en su frente diciéndole que había prometido que él no moriría, fue en esos momentos que se daba cuenta, un resplandor que lentamente se iban a su ser provenientes del cuerpo de su padre, el mismo resplandor que los dragones hacían cuando su padre los mataban.

Tan entretenido estaba en ese acontecimiento que no se dio cuenta como su padre juntaba sus manitas en la daga para después con un fuerte empujón encajando el filo en el corazón del nórdico, aun con el dolor, que escupiera sangre, aun así sonrió diciendo con su último aliento que le dejaba su alma para que pudiera vivir. El destello fue más brillante junto con ese zumbido de aire fuerte al momento del traspaso, no se separó del cuerpo de su padre aun cuando la luz se había desvanecido.

El cuerpo muerto del nórdico cayó a la nieve, con los ojos cerrados y las heridas de la batalla junto con el golpe final aun brotando sangre. El pequeño miró sus manos antes de acercarse a su padre y comenzar a llorar al darse cuenta que él mismo había acabado con la vida de su progenitor. Sintió el suelo temblar a causa de los dos dragones que aterrizaron junto a un tercero que se acercaba hacia los mortales, al alzar la vista notó que era aquel dragón que decía ser su padre. Aun así no dejó de llorar incluso abrazó de manera protectora a su padre, era lo único que le quedaba, aferrarse a un pasado que se había ido con tal de que él viviera.

—KulDii...— habló Alduim al pequeño, este volteó a verlo, por alguna razón se escuchaba compasivo tanto que logró hacer que su hijo se apartara del cadáver de su madre y fuera hacia él—El fin de los tiempos se acerca—declaró haciendo que el menor lo mirara.

El final de los mortales, aquellas personas que conoció gracias a su padre, le habían dado la espalda, atentado contra su propia vida y la de su progenitor  y ahora esas acciones habían terminado de una manera, con el cadáver del Sangre de Dragón con tal de proteger a su hijo, lentamente la venganza comenzó a invadir su pequeño cuerpo. Sin pensarlo más subió con su padre, este alzó el vuelo dejando atrás el cadáver del último Sangre de Dragón de la cuarta era.

El viento del invierno lentamente meneaba su cabello y ropas provocando que la nieve lo sepultara, teniendo una tumba congelada sin antes tener la bendición de los dioses para que su alma guerrera entrara a Sovngarde yendo así al Salón del Valor disfrutando del banquete eterno... pero ¿Cómo? si él le había entregado su alma a su propio hijo con tal de que viviera, estaba consciente de ellos, sabía que al sacrificarse, su existencia y alma desaparecerían para darle paso a la existencia de su hijo, una existencia que tan sólo su pequeño llevaría en sus memorias.

FIN

Notas finales:

Quiero agradecer a todos los que  se molestaron en darle un tiempo pequeño al fic, y logro entretenerlos, muchas gracias NaranjaMorado que por ti quedo más pulida esta historia  y a Anónimo  por ser la única persona en comentar, de verdad me diste un poco de apoyo para continuar la historia

 


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