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Ragnarök por jashinista

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Notas del capitulo:

No me rendiré sé que al menos a alguno de ustedes le gustara, no tengo reviws pero tengo gente que lo está leyendo, además que quiero terminarlo.

No entendió y tampoco quiso hacerlo cuando Paarthurnax le mencionó que los Barbas Grises le explicarían a su debido tiempo  ¿Qué tendrían explicarle? Algo que al parecer sólo los dragones sabían acerca de su encuentro con Alduim, no entendía  por qué pero desconocían las razones por lo cual lo hizo. ¿Acaso no podrían simplemente decirle lo que pasaba? Al parecer era difícil de explicar incluso para ellos o simplemente no lo creían capaz

Dando el último paso, de las últimas escaleras de alto  Hrothgar. Por fin había cumplido la profecía o eso es lo que decían, nunca había sido creyente del destino y pese a su aventura aun así nunca creyó en ser un hombre a quien los dioses habían elegido para acabar con el devorador de mundos.

Sus pasos lentamente se fueron acelerando, la noche caería pronto y era mejor continuar con su viaje por Skyrim, no fue hasta que una sombra llamó su atención, un guerrero con túnicas negras y rojas lo había atacado sin motivo aparente, después de una sencilla batalla, comparada con la travesía que hizo cuando estaba en busca de Aldum, su oponente cayó derrotado.

Continuó su caminar con antorcha en mano siguiendo el sendero que marcaba el piso evitando cualquier enfrentamiento previo ya sea con animales salvajes tales como osos, arañas, mamuts o lobos, al igual que criaturas: gigantes, trolls, vampiros, bandidos. Todo era peligroso en Skyrim, un mal lugar para un pequeño niño, al menos si este se aventura más allá del pueblo o la villa, un buen motivo también para no gastar su tiempo en tener una familia.

Los sonidos de las botas pisando la tierra y piedras se escuchaban en un pequeño susurro que se llevaba el viento de la noche fría, meneando el fuego de la antorcha amenazándolo con extinguirse a cada paso que daba. Tenía que apresurar su caminata  si pretendía llegar a Ventalia pronto, se quedaría a la posada El calor de la vela, tomaría un poco de agua miel y descansaría para seguir su viaje de nueva cuenta hacia Carrera Blanca.

Mucha fue su mala suerte cuando en el camino se topó con un par de lobos obligándose a eliminarlos si es que no quería salir herido, desperdiciando buena piel ya que la oscuridad no lo dejaba ver del todo y la luz de la antorcha era limitada. Cuando recién llego a Ventalia la noche estaba desapareciendo dando paso a la luz del sol que lentamente se asomaba por el horizonte, teniendo unos tenues colores verdes, azul claro hasta llegar al naranja y amarillo.

Sus pasos en la nieve dejaban un rastro que fácilmente podrían seguir y lo hicieron, un mensajero corría a toda velocidad con tal de alcanzarlo, al hacerlo tomo un pequeño respiro indicándole que tenía correspondencia,  guárdala  en su bolsillo de cuero una vez la tuvo en sus manos, aunque quisiera leerla aún estaba muy oscuro para hacerlo.
Llegando a la villa se encontró con el ambiente típico de esta, la nieve caía tapizando el lugar de ese manto blanco y frío, sus piernas lo guiaron a la puerta de El calor de la vela tirando la antorcha a un lado y así poder entrar, encontrándose con la dama que atendía el lugar, la cual traía puesta un vestido largo en color amarillo opaco, típico de cualquier campesina o casera que no tenía lo suficiente como para comprar algo mejor que aquello. Después de un par de palabras y uno que otro coqueteo por parte de la mujer por fin rentó una habitación por diez septin claro, deseando que disfrutara su estadía pero sin romper nada, eso ultimo lo había mencionado con una fuerte orden tal como se esperaba de una mujer nórdica.

Suspirando mientras dejaba todo su armamento, pociones y demás cosas que le estorbarían a la hora de dormir, dejando a un lado las botas y acostándose en la cama mientras miraba al techo: quizás había sido simplemente un pequeño susto, algo que Paarthurnax agrandaron más a causa de sus palabras y lo que creían que pasaba, se sentía normal, actuaba normal y pese al dolor de sus caderas  todo era normal simplemente era cuestión de olvidarse del mal rato vivido con el Devorador de Mundos.

Concilió el sueño a los pocos minutos de dejar de pensar en su agitada y extraña travesía. En su subconsciente miraba una pequeña aldea, los niños jugaban, el viento soplaba dando una ligera brisa helada pero agradable.

Frente a él había  una pequeña casa hecha de madera gruesa, el techo de paja con un par de ventanas cerradas, desde la chimenea se notaba que  estaba encendida por el constante humo saliendo de la misma. No se explicaba por qué entraba a esa cabaña y mucho menos el por qué tenía llave de la misma pero de igual manera ingresó mirando a su alrededor: había  una enorme cama compuesta de pieles de animales, osos, lobos e incluso mamut, posicionada hasta el fondo en la parte derecha de la casa. A un par de metros se encontraba una mesa con dos sillas y enfrente de la misma la chimenea junto con la cocina. Era un cálido ambiente pero sofocante y aburrido, una vida a la cual no podía ni pensaba acostumbrarse, pero ahí estaba, conocía cada rincón de la cabaña, no se explicaba del porque al estar en constante peregrinación en unos instantes se había transformado en un hombre de hogar.

Antes de poder reaccionar, la puerta de la cabaña se abrió y por la sombra que reflejaba el piso era uno de un pequeño niño, tal vez. Entraba mientras quitaba su brazo de la perilla, caminando  para salir de la puerta y revelarse, algo que para él estaba pasando en cámara lenta como si se negara a ver su realidad. La manita del pequeño se asomó por el borde de la puerta, una dulce y chillona voz preguntaba por su padre.

En ese momento despertó exaltado, no sabía que había pasado y tampoco quería saberlo de todos modos, sólo había sido un sueño, un sueño que quizás cumpliría o quizás no, todo ese dependía de una cosa y era si en realidad encontraba su alma gemela, no es que tampoco descartara la idea de tener una familia por eso entre sus cosas estaba el collar de Mara la diosa del amor.

Incorporándose de la cama para ir directo hacia sus pertenencias, gracias a varios septing podría cambiar sus vestiduras y no tener que aguantar unos ropajes viejos y que anteriormente su dueño era un cadáver. Después de prepararse salió de la habitación y por ende de la posada dirigiéndose hacia la herrera de Ventalia, tendría que cambiarse las ropas. Comprando una armadura ligera hecha con cuero, pelaje y una que otra cosa de hierro. Preparado nuevamente, extrañaba un poco su antigua armadura, sobre todo lo difícil que había sido conseguirla.

Después de comprar algunas provisiones para el viaje  salió de Ventalia para dirigir su camino hacia Carrera Blanca, un largo camino que sabría le tomaría incluso días pero la suerte era que en este había pequeñas villas o incluso posadas en las que podría descansar.

Si bien el viaje era normal como cualquier otro en su odisea de antaño algo estaba realmente mal, de repente los antojos de comer carne no se hicieron esperar y al rebuscar en sus cosas notó un pedazo de carne sangriento que le había quitado al cadáver de una Bruja Cuervo,  tragó saliva ya que se trataba de un corazón y no cualquiera sino un corazón humano pero ahora, verlo de esa manera tan rojo y  goteando sangre; podía jurar incluso que palpitaba.

La saliva salió de su boca y sus amígdalas vibraban por el fuerte antojo, de un momento a otro había abierto la boca  dándole una gran mordida como si fuera una manzana madura. Cuando se terminó ese pedazo de carne humano  no sintió remordimiento, después de todo no había sido la primera vez que probaba carne de su misma especie; el problema en cuestión era el hecho que sentía un hueco insoportable en la boca del estómago y un antojo que lo hizo tragarse la carne cruda. No debía ser nada o eso quería creer después de todo.

Con sus manos limpias de sangre que la comida había dejado, por más que quería ignorar el asunto simplemente al pensar en los acontecimientos que pasaron al llegar a Songart: el apareamiento con Alduim, lo sorprendido que estaba Patrunax y ahora los ¿antojos?  Pero  pese a que sonara una locura era una teoría que ni siquiera podría pasar por su mente, no tenía que pensarlo.

Aun preguntándose y repitiendo lo que había pasado una y otra vez ignoró por completo su alrededor dándose cuenta cuando de repente el piso se movía a causa de un enorme cuerpo aterrizando a la tierra, al darse la vuelta se encontró con un dragón. Fueron fracciones de segundos para reaccionar y ocultarse cuando el dragón dio el primer ataque, lanzando su aliento de hielo.

Alterado se preparó para salir y atacar a su enemigo, sacando su espada pero en esta ocasión no tenía el escudo, estaba desprotegido, aun así se enfrentó con él impidiéndole que escapara o volara gracias al grito desgarre de dragón.  Con espada en mano y alguno que otro hechizo de destrucción y curación el nórdico logró derrotar al imponente enemigo.

El alma fue absorbida pero después, envainando su espada y quitando el hechizo de su mano izquierda siguió su camino sintiendo al poco tiempo un fuerte mareo, se detuvo a descansar pero aun así su vista lentamente se opacó, desmayándose.

No sabía cuántas horas había perdido la conciencia y si había sobrevivido, después de todo Skyrim  era un lugar demasiado peligroso. Al abrir los ojos se encontró  enfrente de una olla en el fuego, en sus manos una cuchara de madera; no tardó mucho en resolver que estaba haciendo de comer, pero de estar a un par de kilómetros de alguna villa ¿Cómo era que...?

—¿Papá? — un escalofrío invadió su cuerpo esa mismo voz  la había escuchado la última vez — Papá... ¿Cómo era mamá? — preguntó, éste quería despertar, no era un sueño que disfrutará del todo y mucho menos el hecho que al parecer la "mujer" de su vida no estaría con él para criar a su hijo, juntos.  

Parpadeó varias veces y a la tercera lentamente abrió los ojos notando primero el techo, al levantarse se percató a un hombre  de piel oscura, negra, que estaba en frente de la chimenea picando las brasas con un palo de madera o de metal no estaba del todo seguro.

Al escuchar ruido el hombre detuvo sus acciones para después  voltear a verlo al mismo tiempo que se incorporaba y se acercaba al nórdico.

— No te muevas — habló acariciando el abdomen del contrario algo que él no impidió, estaba un tanto aturdido como para apartarlo — aún estás débil.  

El sujeto  era un elfo oscuro, y por sus ojos blanquecinos parecía que había perdido la vista y la cordura.

—Bebe esto —habló incorporándose nuevamente tomando un vaso de barro con un líquido caliente en su interior, dándoselo después al nórdico para que lo bebiera. Antes de siquiera tocar el vaso las náuseas se hicieron presente; el elfo oscuro cerró los ojos mientras suspiraba.

—No pensé que fuera algo real, pero los dioses debieron tener algún motivo para hacerlo—   el nórdico por más que se esforzara no podía entender las palabras del Elfo oscuro aunque parecía ser que el sujeto ciego sabia de lo que hablaba— este té se utiliza para saber si una mujer está embarazada —declaró cuando acerco el vaso a sus labios — también es bueno para algunas cosas más. Este té tiene muchas hierbas que al olfato sensible de una mujer encinta pueden detectar ya que algunos ingredientes son asquerosos y huelen mal, como por ejemplo   polvo de huesos, polvo de vampiro, cola de skeever, dedo de gigante, entre otras cosas, aunque otras hierbas ocultan muy bien el aroma que no pasa desapercibido para una mujer embarazada. Confundido, molesto y extrañado apartó la mano del elfo oscuro y se levantó sin más: ese hombre era por supuesto un lunático. Al salir de la cabaña no tardó en darse cuenta en donde estaba exactamente; a un par de kilómetros de Markat, era de noche así que sin más tomó una antorcha   y caminó, alejándose de la ciudad.

Después  de ese incidente muchos más dieron lugar en esos cinco meses, desmayándose después de una batalla o incluso en medio de la misma  por lo que comenzó a contratar mercenarios; que se quejaban  cuando despertaba, contándole lo difícil que era protegerlo en medio de la batalla.

Algo que también tomó en cuenta fue  la cuestión del peso, había engordado. Su estómago crecía cada vez más pero claro que todo eso apuntaba al hecho de que comía demasiado. Los vónitos no cesaron; además que sentía como su energía vital se iba en cada batalla.

Se encontraba en camino a Alto Robgar, la nieve caía del cielo en una danza suave que se mezclaba con el viento, pese al frío daban un ambiente hermoso como peligroso. Abrió la puerta y entró, encontrándose con el líder de los barbas grises.

-Dovahkiin... - Fue lo único que  dijo el hombre anciano antes de ver cómo  el nórdico caía al suelo y como si fuera un instinto por parte del sangre de dragón evitó golpear su estómago, o vientre, en el suelo así como hacia cada vez que se desmayaba.

Cuando despertó se encontró en una de las camas con todos los barbas grises a su alrededor. Con sus codos logro incorporarse, la mirada del nórdico exigía sin palabra alguna  explicación.

Uno de ellos arrimó un vaso con un líquido dentro, el mismo que le habían dado a probar, pero esta vez ni siquiera lo había tomado cuando su estómago había vomitado no solo lo que había comido  si no también un poco de sangre.

— Los malos cuidados de un embarazo provocan sangrado, pero... No sólo lo estás matando si no también te está matando a ti, él o ella no sólo se alimenta de comida sino también de la energía vital de los guerreros caídos y claro también de ti - guerreros caídos,  definitivamente era Alduim. Pese a que la voz del barba gris era tranquila su rostro decía otra cosa.

Desgraciadamente fue lo único que le pudieron explicar, el único con las respuestas que el buscaba era  Paarthurnax. Se levantó de la cama aún con el mareo.

— Ponte esto — le indicó dándole una túnica de su orden, la toga negra con mangas anchas y una capucha del mismo color. Tomando su espada y el escudo para poder subir hasta la garganta del mundo, si tenía suerte podría no encontrar a ningún enemigo en su subida. Después de un par de horas en subir por fin llegó, acercándose  a Paarthurnax

— Dovahkiin— habló el imponente dragón — lo siento Dovahkiin, sé del orgullo de tu especie, pero en estos momentos no es momento de preocuparse por ello, ya sabes que estás encinto y lo más probable es que sea de Alduim, a menos que... — la expresión del  nórdico lo decía todo — ya veo... Aún no sé los motivos del por qué lo hizo, pero ahora estás llevando el hijo del devorador de mundos...

Pese a que ya lo sabía o sospechaba desde que ese loco elfo oscuro le había dicho exactamente las mismas palabras con excepción claro de la mención del padre;  de igual manera no pudo evitar la sorpresa, afirmándole  estaba preñado y que el padre era el mismo enemigo a quién enfrentó  y asesinó o eso pensaba.

Paarthurnax miró la intriga del nórdico, se acercó y suspiró en el abdomen del sangre de dragón.

— Has protegido a tu cría sin quererlo — comenzó a hablar — pero podemos acabar con esto, aún no sabemos su propósito pero Alduim de seguro sí lo sabía. Dovahkiin ¿Quieres deshacerte de la cría? — fue su pregunta mientras lo miraba, claro no había la necesidad de subir la mirada gracias al tamaño del dragón,  Paarthurnax estaba dispuesto hacerlo si la respuesta del nórdico era un sí.   

Continuara....

Notas finales:

Para los que leen mi otro fic de Outlast muy pronto lo actualizare y subir otro de la serie Voltron la que está en Nedflix, espero que a alguno les guste


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