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Purification por Ogawasan

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Notas del capitulo:

Mis responsabilidades de adulto no me habían permitido terminar el nuevo capítulo u.u y modo de disculpa les traigo un capítulo largo.

Espero les guste ^^

¡Por fin llega esa parte esperada! (creo) asi que dejo la advertencia de lemon XD por si alguien prefiere saltarla(?) XD

¿Y ustedes porque creen que Yuki ( mas bien Acid Android) haya elegido hacer el cover de la cancion de Buck Tick que da titulo a estos capitulos? Es divertido pensar en las posibles razones xD

Porfavor no dejen de leer, lo bueno apenas empieza >=3

 

 

Parte 2

 

"Sexual XXXXX!"  cover por Acid Android (2012)

 

  – Su música es buena, pero ese tal Tsuki no ayuda mucho ¿Vieron cómo se equivocó varias veces en la guitarra? ¡Qué vergüenza!

  – De no ser por Aoi-san, su música sería fatal…

  – ¡Mentira! Pero es quien le pone actitud a sus canciones.

  – Tal vez sea cierto, pero estoy de seguro de que todos estamos de acuerdo en una cosa…

  – ¿En qué?

  – ¡En que Hide-kun lucía extremadamente lindo! ¡Con esa voz y esa carita angelical!

  – ¡Y cuando imitó el baile Acchan fue muy cómico!

  – ¡Hide-kun es genial!

  Aquel grupo de amigos estaba tan absorto en su plática que ni siquiera repararon en mi cuando se acercaron a la barra del bar del club para ordenar sus bebidas, y  sin querer había escuchado sus diferentes opiniones de la presentación de Jelsarem’s Rod.

  No recordaba cuando había sido la última vez que fui espectador en la presentación de una banda amateur.

 ¡Pero vaya que recordé lo incomodo que era!

A pesar de encontrarme hasta adelante, fui aplastado y manoseado por el mar de gente que se movía violentamente de un lado a otro al ritmo de la música, escuchando los gritos de chicas y chicos pidiendo una imposible atención a su integrante favorito, siendo Hideto el más popular entre todos.

Jelsarem’s Rod procuraba tomar muy enserio su papel arriba del escenario, unificando no solo sus ropas oscuras o sus peinados, sino también el sonido de sus instrumentos y la voz cantada del pequeño vocal.

  Mientras Pero mostraba un rostro enérgico al tocar la batería, Junichi sonreía ampliamente, manifestando lo mucho que disfrutaba tocar su enorme bajo; Tsuki quien varias veces se equivocó al tocar los acordes de guitarra, intentaba con gran esfuerzo mantener un porte serio y relajado.

Y Hideto… de nuevo Hideto… era quien destacaba entre sus compañeros como una estrella brillante. Moviéndose a lo largo del escenario, danzando al ritmo de la música que habían creado como banda, expresando con su poderosa voz la letra de las canciones en turno.

Era él quien hablaba con el público, haciendo bromas o contando minúsculas anécdotas, siempre mostrando una faceta tierna que provocaba sonrojos y risas afectuosas entre los espectadores.

Entre ellos estaba yo, y estaba fascinado de escucharlo cantar.

  Antes de terminar su actuación, la banda interpretó “Sexual xxxxx!”, el cover de Buck Tick que habían preparado en los ensayos. Para eso, Hideto vistió una chaqueta negra con unas figuras de color rojo estampadas en el lado derecho, mientras que en el izquierdo sobresalía un pañuelo también rojo, claramente haciendo una referencia al vestuario que Sakurai usó en su video promocional.

¡Incluso trató de imitar ese extraño baile que hace al principio del video! (1)

¡Dios, es demasiada ternura para una noche!

Y la canción…

 

¡Compláceme! ¡Aha! ¡Relaciones sexuales!

 

  Este mensaje pícaro que se ocultaba entre los armoniosos y alegres acordes era completamente directo, no solo incitaba al sexo, sino también incitaba a disfrutarlo a sobre manera con esa persona especial.

 

Solo preocúpate de cerrar tus ojos,

Susurrando ¡Te quiero!

Solo me preocuparé en cerrar mis ojos,

¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Oh!

¡Oh querida!

 

  Y el hecho de escuchar a Hideto cantar aquella atrevida letra, hacía que mi imaginación volara hasta el espacio, creando elaborados y eróticos escenarios en donde Hideto y yo éramos los protagonistas, culminando por fin esa incomoda tensión sexual que atormentaba todos mis sentidos.

¡Qué imaginación la mía!

Ni siquiera estaba seguro de algo así podría suceder alguna vez.

  Cuando terminó la canción, los integrantes de Jelsarem’s Rod se despidieron del público con leves reverencias, mientras eran aclamados por las sonoras palmas de los espectadores del club; el pequeño vocal lanzaba pequeños besos de manera juguetona, dándose a querer por todo el público.

 Y fue ese pequeño momento que me hizo pensar en una muy posible realidad: Hideto jamás podía fijarse en mí.

Ni en un millón de años…

 

*

 

  Al terminar la presentación, me senté en la barra del bar del club a esperar a que los chicos salieran de su camerino y beber con ellos una cerveza para celebrar.

Rayos... nunca terminaba por acostumbrarme a lugares como ese.

  La tenue iluminación del club brillaba al ritmo de la música que retumbaba en mis oídos. Pequeños grupos de jóvenes reunidos en mesas que rodeaban una enorme pista de baile disfrutaban de una noche de diversión conversando escandalosamente, bromeando y bebiendo. Dicha pista de baile estaba a reventar, las personas que ahí se encontraban formaban una densa masa viviente que se movía al ritmo de la música. Estaba seguro de que ni con el mejor de los intentos sería posible pasar a través de toda esa multitud.

A mi lado izquierdo, un hombre intentaba hacer que su acompañante femenina bebiera más de lo debido, ocultando sus malas intenciones detrás de sonrisas amables. Más adelante, un hombre bebía su cerveza en completa soledad, mientras que al final de la barra una pareja conversaba amenamente con el barman.

  ¡Cuántos escenarios bohemios podía uno encontrar en un lugar como ese!

Y para contribuir con mi granito de arena a dicha atmosfera, decidí encender mi séptimo (no, octavo) cigarrillo del día.

Quien sea que haya inventado los cigarrillos, merece un maldito premio Nobel…

  – ¡Hey Yuki! – a pesar del ruido, pude escuchar que alguien me llamaba. Después de buscar un rostro familiar durante varios segundo, logré ver a Junichi acompañado de Tsuki y Pero, abriéndose camino entre la gente.

¿…Y Hideto?

  Cuando llegaron a donde yo estaba, me percaté de lo diferente que se veían los tres sin maquillaje y esos peinados extravagantes. Junichi entonces se dejó caer pesadamente en asiento que estaba a mi derecha, y a continuación pidió al barman cuatro cervezas.

  – ¡Ah! No sé si me estoy haciendo viejo o solo me estoy amargando – comenzó a decir con desgano –. Pero creo que ya no soporto estar rodeado de gente y de ruido tanto tiempo…

  – La amargura es una cualidad de la vejez, Jun-chan, acéptate tal como eres –replicó Pero, una sonrisa socarrona se dibujó en su rostro.

Tsuki se sentó a mi lado derecho, fumando un cigarrillo de una manera algo femenina. La expresión seria de su rostro denotaba la profunda vergüenza que seguramente sentía de su actuación en el escenario, tal vez esperaba que nadie mencionara nada al respecto.

  – ¿Y dónde está Hideto? – le pregunté intentando sonar casual y despreocupado.

  – Decidió quedarse a tomar una ducha en los camerinos – respondió moviendo los hombros –. Me da la impresión de que saldrá con alguien…

Algo muy parecido a los celos comenzó a formarse en mi cabeza.

¿Una cita? ¡¿Con quién?!

  – No pongas esa cara, Yuki – dijo Junichi –. Haré que Hi-chan tome una cerveza con nosotros antes de que se lance a los brazos de su cita.

Miré a mi amigo con cierto disgusto, quien solo atinó a sonreír burlonamente. Ese miserable no dejaba bromear jamás.

  – Pues solo serán ustedes tres esta noche… – interrumpió Pero –. Tsuki y yo tenemos que irnos.

  – ¡¿Cómo que se van?! – Junichi los miro con recelo – ¡¿Qué hay de nuestra celebración?!  

  – Mañana temprano debo presentar un proyecto en clase – se excusó Tsuki –. Si bebo demasiado, lo único que querré hacer mañana será tener mi cabeza dentro de un asqueroso inodoro.

Me reí de solo imaginar tan desagradable escena.

  – ¿Y qué pretexto me darás tú? – esta vez Junichi se dirigió al baterista.

  – Los padres de mi novia están de viaje y tendrá la casa para ella sola, figúratelo…

Discutir no tenía cabida ante un argumento como ese.

  – Saldremos a embriagarnos con provecho el viernes, es una promesa, Jun-chan – dijo Tsuki –.  Además, mañana debemos regresar por nuestros instrumentos.

Junichi suspiró resignado, al parecer mi amigo estaba ansioso por disfrutar una gloriosa noche de copas.  

  – Al menos compartan un trago con nosotros antes de que se vayan.

Los cuatro tomamos nuestras respectivas cervezas y las hicimos chocar entre sí animosamente.

  – ¡Kanpai! – exclamamos al unísono; segundos después quedé atónito al ver como los tres bebían todo el contenido de la botella de un solo trago.

¡El trago sí que fue literal!… pensé divertido… estas personas de Osaka…   

  Después de felicitarlos por su buen trabajo y agradecerles la invitación a su presentación, Junichi y yo los vimos perderse entre la multitud.

   Ambos nos quedamos un momento mirando en silencio el panorama que ofrecía la pista de baile. Al parecer el dj gozaba de un buen humor, ya que ofrecía a las personas una amplia variedad de música, tanto nacional como extranjera, en la pista de baile; canciones que iban desde éxitos del momento hasta clásicos de años atrás. 

En ese momento, las personas se movían al ritmo de una canción de Tatsoru Yamashita, realizando pasos y movimientos que probablemente jamás podría hacer gracias a mi nula capacidad de baile. Era cierto que podía seguir el ritmo en la batería, pero como bailarín era nefasto.

No exagero.

  Di un trago a la cerveza que tenía en mis manos, riéndome silenciosamente de mis pensamientos.

  – Y bueno, Yuki ¿cuándo será el día en le digas a Hi-chan lo que sientes por él?

La pregunta de Junichi me hizo escupir el trago de cerveza que acababa de tomar. Las personas a nuestro alrededor me miraron con cierto asco.

  – ¡¿Pero qué cosas estas diciendo?! – contesté alarmado, limpiándome los labios con la manga de mi chaqueta.

  – ¡Ay no te hagas el loco Yukihiro! Le lanzas unas miradas tan intensas al pequeño Hi-chan que prácticamente te lo comes con la mirada.

Torcí la boca en señal de preocupación. Junichi me había descubierto ¿Acaso era demasiado obvio?

  – ¿Y qué te hace pensar que siento algo por él? – probé, intentando sonar lo menos sospechoso posible, pero Junichi siempre tuvo esa extraordinaria capacidad para ver en el interior de las personas.

  – Pues eres demasiado obvio, Yuki – respondió, como si hubiera leído mi mente –. Le hablas de una manera sumamente tierna, sin mencionar que sonríes como idiota cada vez que lo ves pasar…

Carraspeé un poco, visiblemente apenado.

  – Siempre están juntos y si él te necesita acudes a su llamado de inmediato – continuó diciendo – ¡Incluso consientes sus caprichos comprándole cualquier cosa que se le antoje!

Carraspeé de nuevo, esta vez más ruidosamente. Mi amigo parecía divertirse en grande con todas las verdades que estaba soltando.

  – ¡Además se ve a leguas que estas impaciente por ponerle las manos encima!

  – ¡¿Qué…?!

  – Tu sabes, no puedes esperar a tocar su...

  – ¡Cierra la boca, Junichi!

Me fue imposible no comenzar a reír sobre lo que acababa de escuchar. Todo era cierto y no había manera alguna de negarlo, y menos ante mi querido amigo.

  – Supongo que no puedo engañarte ¿nee? – comenté tímidamente, rascándome la cabeza.

  – Supones bien Yuki, a mí no se me escapa nada – me guiñó un ojo –. Por ejemplo, solo mira como vienes vestido...

  Miré abajo instintivamente. Había decidido vestir unos pantalones y zapatos de vestir, ambos de color negro, que hacían juego con una camisa color guinda que llegué a usar en un concierto de Zi:Kill (2); sobre está llevaba puesta una chaqueta de cuero negro, además de atar una pañoleta sobre mi frente (quizás muy a la “Tusk”, pero al mirarme al espejo había quedado muy complacido con mi aspecto).

Le lancé una mirada de completa confusión a mi amigo, quien rodó lo ojos.

  – ¡Vienes muy elegante! – exclamó como si fuera lo más obvio del mundo – ¿Qué persona en su sano juicio viste de manera elegante para ver a una banda amateur en un club musical común y corriente?

Fruncí el entrecejo.

  – ¿Y qué tiene que ver mi ropa con todo esto? – pregunté extrañado. Junichi pidió una segunda cerveza y al tenerla en sus manos le dio otro enorme trago.

  – Es como si te hubieras preparado para una cita, dime ¿acaso planeabas llevar al pequeño Hi-chan a cenar o algo parecido?

  – ¡Claro que no!

  – Tal vez inconscientemente si querías y por eso te vestiste tan formal, Yuki…

  – ¡Deja ya de molestarme!

  – ¡Pero que delicado! – se burló mi amigo, a continuación me barrió con la mirada –. Dios… solo te falta un ramo de flores….

  Me sonrojé violentamente, avergonzado. Lo peor de todo era, que en serio había considerado en comprar un ramo de flores para el pequeño vocalista y entregárselo a modo de felicitación; idea que deseché rápidamente al darme cuenta que sería una acción ridículamente afeminada y cursi.

¡Los hombres no se regalan flores entre sí, Yukihiro! ¡De ningún modo! ¡Nunca! ¡Jamás!  

  Me pasé la mano por el cabello, dando gracias a todos los cielos de que Junichi no viera mis sonrojos tontos a causa de la poca iluminación en el club.  

  – De cualquier manera, Yuki – dijo mi amigo sacando su cajetilla de cigarrillos de la bolsa de su pantalón –. Pienso… que tú también le gustas.

Aun en medio del sofocante escándalo, pude escuchar con claramente las palabras de mi amigo.

Y siendo sinceros, no me lo esperaba. Ni tampoco podía creerlo.

En absoluto.

  – Vamos, no digas tonterías, Junichi – dije, de pronto sintiéndome molesto. No quería que se burlaran de mis sentimientos.

Mi amigo chasqueó la lengua, incrédulo.

  – De ser así, no se le vería tan feliz contigo ¡Piensa! Hi-chan no se ha ido de mi casa porque tú estás ahí.

  – Eso no tiene nada que ver, Hideto no se fijaría en alguien como yo…

  Era imposible de que una persona como Hideto, que había sido diseñado para sobresalir en donde sea que se encontrara, se fijara en un ser monótono y poco atractivo como yo. Vamos, ni siquiera maquillado me veía bien.

Este hecho me desanimaba un poco, pero era la verdad ¿Qué podía hacer yo al respecto?

Junichi negó con la cabeza, dándome palmaditas en los hombros en señal de desaprobación

  – Bueno, cree lo que quieras, pero yo insisto en que debes decírselo…

  – ¿Decirle “qué” a “quién”?

  El pequeño vocal apareció de repente frente a nosotros, abrazando su chaqueta, y mirándonos de manera seria. ¿Por qué todas sus apariciones eran siempre tan repentinas?

Mi corazón se detuvo un par de segundos ¿Habría escuchado nuestra conversación?

  – Demonios Hi-chan, ¿Por qué tardaste tanto? – Junichi desvió la conversación con gran habilidad – ¡Ninguna mujer se tarda tanto como tú en arreglarse!

  Como única respuesta, Hideto le sacó la lengua, arrugando la nariz con falsa molestia. A continuación volteó a mirarme, y de sus labios salió un inaudible “hola”, el cual respondí con una sonrisa.

  – Tsuki y Pero ya se largaron, pero el viernes nos prometieron una noche de borrachera total – le informó Junichi –. Tsuki también dijo que tendrías una cita ¿es eso cierto?

Ambos lo miramos con gran interés, en especial yo.

  – Es probable – dijo sin más, sacudiendo los hombros –. Aun debo comprobar si la otra persona está interesada en salir conmigo.

Junichi me miró con picardía, como si quisiera darme a entender el mensaje subliminal que se ocultaba en la respuesta del vocal.

Mensaje que no logré ver en ningún momento.

  – En fin, yo también debo irme – anunció Junichi, levantándose de su asiento con gran pesadez.

  – ¿Por qué te vas? – preguntamos Hideto y yo casi al mismo tiempo. ¡Ahora ese infeliz me dejaba solo!

Junichi se empinó el resto de su cerveza y respondió:

  – Estoy cansado y mañana debo trabajar; si planean quedarse hasta muy tarde en este lugar, una llamada no estaría de más ¿de acuerdo? ¡Hona!

 Una despedida fugaz, y después de dejar un par de billetes sobre la barra del bar, se alejó de donde estábamos a paso veloz.

  – ¡Espera! – corrí para alcanzarlo – Eres un miserable ¿Por qué me haces esto?

  – Estoy dándote un rato a solas con él ¡Que mal agradecido! – respondió golpeándome el hombro – ¡Es tu oportunidad de decirle lo que sientes!

  – ¿Acaso no escuchaste? ¡Tendrá una cita! No puedo hacerlo…

Mi amigo rodó los ojos.

  – ¡Pero que cabeza de caracol la tuya! ¿No te das cuenta de que eres su cita?

Enmudecí ante su respuesta.

¿Sería posible? ¿Hontou?

  – ¡Así que ármate de valor y díselo!

 

**

 

  Yo ya no sabía que pensar. Toda esa conversación sobre la supuesta relación que tenía con el pequeño vocal me tenía agobiado, me sentía como un niño nervioso que no había estudiado para su examen de matemáticas.

Incapaz de creer en mis propias ideas o en las palabras de Junchi, decidí que lo mejor era que las cosas tomaran su curso. Y tal y como había dicho Junichi, no iba a desaprovechar mi momento a solas con él.

¡Qué pase lo que tenga que pasar!

  Cuando regresé a la barra, observé que Hideto se había sentado en el lugar que Junichi había dejado vacío junto a mí. Y después de bromear sobre lo crueles que habían sido todos al abandonarnos, comenzamos a hablar sobre su pequeña presentación y sobre como sobreviví a una masa viviente de personas.

  – ¿Qué fue lo que más te gusto, Yuki? – preguntó un sonriente Hideto después de pedir al barman una cerveza fría.

Es obvio que tú fuiste lo que más me gusto…

  – El cover que hicieron al final – respondí tímidamente –. Es una de mis canciones favoritas ¿sabes?

  – ¡Me alegró que te haya gustado! – exclamó dando un pequeño trago a su bebida –. Y sobre la canción, a mí también me gusta pero, aun no me queda claro algo…

  – ¿Qué cosa?

  – ¿Qué significarán las cinco “x”?

Muy buena pregunta…

  – Supongo que se refieren al grado de deseo que se tiene por una persona, algo así como un deseo sexual a la quinta potencia…

Algo así como lo que yo siento por ti…

  – ¡Entonces debe ser un deseo tremendo! ¿No lo crees?

  Asentí sintiendo un ligero rubor en mis mejillas. No podía creer que estuviéramos hablando de esto, solo evidenciaba más lo que se supone ya era más que obvio. Sobre todo porque mi deseo por Hideto rayaba ya en la quinta potencia.

  – No frecuentas mucho este tipo de lugares ¿verdad? – me pregunto, curioso.

  – No mucho en realidad – respondí, tomando un minúsculo trago de cerveza.  

  La verdad era que no me gustaba gastar mi tiempo en lugares como ese. Es más, ni siquiera me gustaba beber alcohol; podía disfrutar de una o dos cervezas en compañía de amigos, pero la de idea de embriagarme hasta perder la conciencia me daba asco.

Recuerdo que al salir con mis ex-compañeros de Zi:Kill y parte de nuestro staff a celebrar alguna presentación, siempre optaba por escaparme con Seichii a algún hotel y tener sexo hasta el amanecer, sin importar lo mucho que estuviéramos cansados.

  Claro que esto no iba a decírselo a Hideto.

  – Sin embargo, debo decir me alegra pasar un tiempo aquí contigo – concluí, levantando mi cerveza (la cual seguía prácticamente llena) en plan amistoso.

Hideto levanto la suya, respondiendo a mi gesto.

  Mientras bebíamos, me dediqué a observarlo detenidamente. Hideto vestía una camisa holgada, de color.... púrpura o negra… si no mal recuerdo (la iluminación no ayudaba mucho), portaba además varios collares artesanales. Su larga cabellera (la cual había ondulado para la presentación) caía sobre sus hombros, aun lucía un poco húmeda de la ducha que había tomado.

  De pronto, Hideto se percató de que estaba siendo observado y también se dedicó a observarme. Nuestras miradas permanecieron fijas en los ojos del otro, como tratando de encontrar esos universos ocultos en nuestras pupilas.

El fino rostro de Hideto no podía verse más hermoso esa noche, y yo no podía sentirme más atraído.

Deseaba con locura besarlo.

Deseaba quitar esos mechones de pelo que cubrían parte de su rostro y acariciar sus mejillas.

Quería tomar sus pequeñas manos entre las mías, y besarlas también.

Quería decirle tanto…

  – No me mires así, Yuki…– declaró tímidamente, rompiendo el contacto de nuestras miradas.

Lo miré extrañado.

¿Por qué?

  – ¿Yuki, puedo… preguntarte algo?

  – Lo que quieras.

  – Me gustaría… saber qué es lo que pasa por tu mente cuando me miras de esa manera…

Una pregunta que tenía pinta de ser capciosa, una que no sería fácil de responder.

  – Te observo y pienso en lo que podrías estar pensando de mí – respondí con sinceridad. Una de las cosas que me intrigaba era la opinión que el pequeño vocal tuviera de mí –. Por ejemplo, tal vez piensas que estas con una de las personas más aburridas del mundo...

  – ¡Oye no pienso eso!

  – O tal vez piensas que a diferencia de ti soy un tipo feo – mis pequeñas inseguridades físicas salían a flote. ¿Por qué rayos estaba diciéndole eso?

  – Me insultas Yukihiro, en serio... no pienso nada de eso.

  – ¿En qué piensas entonces?

  – ¿De verdad no se te ocurre que podría ser?

Negué con el cabeza, y Hideto frunció los labios.

  – Citaré una frase de una vieja película...  – dijo, y acariciando sus manos con cierto nerviosismo, me miró fijamente – ¿No se te ha ocurrido que tal vez me está resultando difícil no ponerte las manos encima, Yuki?

  No solo había sido una respuesta sorpresiva, había sido una declaración directa, muy directa, y lo peor es que no supe cómo contestar a eso.

¡¿Cómo hacerlo?!

  Pasaron varios minutos en silencio, y al no recibir respuesta de mi parte, el pequeño vocal suspiro y dio otro trago a la cerveza que tenía frente a él.

  – Lo siento Yuki, olvida que te dije eso ¿sí? – pidió en un tono impregnado de decepción, dirigiéndome una mirada dolida.

Su respuesta me cayó como un balde de agua fría, obligándome a entenderlo todo.

  Hideto, de alguna manera, me había expresado sus sentimientos y yo era lo suficientemente estúpido como para dejar que esa oportunidad se me escapara de las manos.

¡¿Pero qué demonios estás haciendo?! ¿Vas a permitir que esto termine así? ¡Deja de ser un idiota y haz algo!

  – Hideto yo, quiero dec -… espera… ¿A dónde vas?

El pequeño vocal se había levantado de su asiento para colocarse la chaqueta.

  – Es tarde, deberíamos regresar a casa… – respondió, visiblemente molesto (¡Demonios, lo había hecho enojar!) – ¿O te quedarás otro rato aquí?

  Sus intenciones de irse eran claras, y eso me asustó mucho. Si Hideto se marchaba sin que yo le dijera algo, lo más probable era que esos sentimientos que compartía conmigo se fueran al demonio.

No podía permitir eso.

  Me di cuenta de que algunas personas a nuestro alrededor nos miraban con curiosidad, fisgoneando en un asunto que no era de su incumbencia. Hideto aún me miraba, impaciente.

  – Ven conmigo – dije, y tomándolo de la mano, nos alejamos de ahí.

Él se dejó llevar sin protesta alguna.

 

***

 

  Al no hallar un lugar más apropiado para seguir nuestra discusión, nos detuvimos en una de las gruesas columnas que se encontraban a un costado de la pista de baile y las cuales sostenía el segundo piso del club.

Nos colocamos del lado contrario a la pista. Hideto se recargo en la columna y, después de mirar a ambos lado para asegurar un poco de privacidad, me paré frente a él.

  – ¿Por qué dijiste eso? – cuestioné inquietó, llevando las manos a los bolsillos del pantalón – ¿Qué es lo que quieres decirme?

El pequeño vocal bufó con indudable molestia, dejándome ver lo estúpidas que eran mis preguntas.

  – ¿Acaso no es obvio, Yukihiro? – respondió ofendido, sin mirarme a los ojos –. Creí que con todo lo que había pasado entre nosotros estos últimos días te darías cuenta, pero ya veo que no es así.

Un segundo balde de agua fría volvió a caer sobre mi cabeza.

Todos los pensamientos y sospechas que había tenido, todas las bromas e indirectas, todo lo que había dicho Junichi al respecto, todo era verdad.

  – Jun-chan tenía razón, eres demasiado distraído como para darte cuenta – afirmó desanimado –. Así que creo que es mejor que me vaya…

  Antes de que Hideto pudiera dar un solo paso, mis brazos lo envolvieron en un sólido abrazo, impidiéndole moverse de su lugar.

  – No te vayas – mi petición había sonado más a una súplica –. No me dejes así, por favor…

  – ¿Qué haces? ¡Suéltame!

¿Por qué cada vez que discutimos con alguien, sentimos la necesidad de alejarnos?

  – No voy a soltarte…

  Mis brazos se aferraron a su cadera, atrayendo su delgado cuerpo al mío. Me estremecí al momento de sentirlo tan cerca, tan pegado a mí. Recargué mi cabeza sobre uno de sus hombros.

Cerré mis ojos, disfrutando de aquel cálido contacto.

Dios… anhelaba tanto hacer esto…

  – Hideto, enserio no era mi intención lastimarte  – murmuré en su oído –. Yo me di cuenta de que algo estaba pasando, pero no estaba seguro de que pensar, no podía saber si solo era un juego.

  – No era un juego – me reprocho el pequeño vocal –. No podría jugar con algo así y menos contigo…

Su respuesta la sentí cálida en mi corazón. Ya no había nada que ocultar. Lo abracé con más fuerza, dispuesto a abrirme con él.

  – Nada me importa mientras tú estés cerca de mí, Hideto

No obtuve respuesta por parte del pequeño vocal, sin embargo sus brazos rodearon mi cuerpo, reforzando nuestro repentino abrazo.

Las palabras no eran necesarias en ese momento.

  En aquel rincón, oscuro y con la música sonando a todo volumen en aquel lugar, permanecimos abrazados largo tiempo. Mi nariz estaba pegada a su cuello, percibiendo el aroma delicioso que emanaba de él.

Entonces me incorporé y nos miramos fijamente. Los ojos de Hideto brillaban como dos grandes gemas, que pedían silenciosamente algo más que solo un simple abrazo. Algo que yo también deseaba.

Ya no había más barreras entre nosotros. 

  Poco a poco nos fuimos acercando, y entonces nuestros labios se unieron en un beso. Sus labios eran suaves y húmedos, los cuales me recibieron gustosos.

Superaba por mucho todas las fantasías que había tenido sobre este momento.

  Sentí como Hideto se abrazaba a mi cuello, dejando escapar pequeños gemidos de placer que eran opacados por el ruido de nuestro alrededor.

  El beso comenzó a escaparse de nuestras manos, el deseo comenzaba a avivarse dentro de nuestros cuerpos.

Al romper el beso, Hideto se acercó y susurro en mi oído:

  – ¿Quieres salir de aquí? –  una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro.

Yo también sonreí, la respuesta era obvia.

 

***

 

  Quince minutos después nos encontrábamos dentro de una habitación de hotel, besándonos con suma desesperación. Ese deseo que fue creciendo con el pasar de los días se había convertido en algo imposible de contener.

Después de varios segundos inmersos en aquel beso, nos separamos para buscar algo de oxígeno. Hideto me sonrió y me llevo hasta la cama tomado de la mano. Entonces lo vi desabrocharse los botones de su camisa con erótica lentitud, mientras que su mirada lasciva estaba fija en mí, siempre tan cautivadora. Cuando por fin termino, Hide lanzo su camisa al suelo, permitiéndome admirar su pecho desnudo.

Tragué saliva.

Sus pequeños y rosados pezones erectos pedían ser tocados por mis dedos. Un gemido silencioso salió de mi boca al solo imaginar su dureza sobre mi lengua.

Asegurándose de que aún seguía observándolo, Hideto comenzó a desabrocharse el pantalón para luego tirar de él y bajarlo con todo y ropa interior.

Suspiré.

Mis ojos intentaron grabar cada centímetro de su cuerpo desnudo. Imaginando el tacto de su piel, el sabor de su cuello y su espalda. La erección que hacia un par de minutos recién despertaba, se endureció de inmediato debajo de mi pantalón. Estaba tan excitado con tan sensual escena que dolía a morir.

  – ¿Que no piensas quitarte la ropa, Yuki? – cuestionó Hideto con una risa coqueta en su rostro. Después de quitarse los zapatos, lo miré sentarse en la orilla de la cama y abrir sus piernas obscenamente. 

Invitándome.

Reaccioné ante dicha imagen y comencé a quitarme la ropa con gran dificultad. Puedo jurar que mis dedos se enredaron en un enorme nudo, impidiéndome hacer uso de ellos. 

Dios... jamás había tenido tantos deseos de acostarme con alguien.

Después de unos tortuosos segundos, logré desprenderme de mi ropa, desde la pañoleta que cubría mi frente hasta mis zapatos, exponiendo mi desnudez ante Hideto.

  – Ven acá... – me llamó, haciendo un ademan con la mano. Obedecí inmediatamente, como embrujado por el deseo.

En el momento en que me detuve frente a él, Hideto acarició mis brazos, besando con delicadeza las venas que sobresalían de ellos. Sus pequeñas manos se pasearon después por mi torso, subiendo hasta mi pecho. Sus caricias eran suaves y delicadas como el toque de una pluma.

  – Me gustas mucho ¿Sabías eso? - susurró de una manera indescriptible.

Fui incapaz de responder. Mi lengua había quedado en una especie de coma y en lo único que podía pensar era en que me estaba cocinando, por dentro y por fuera.

  La razón comenzó a escaparse de mis manos en cuanto el pequeño vocal comenzó a besar mi estómago, y al bajar por mi vientre traté (en vano) de contener un ruidoso gemido.

Dios, voy a enloquecer...

Sin embargo, al ver sus intenciones de ir más abajo, lo detuve gentilmente, tomando su fino rostro en mis manos.

  – Espera no… no lo hagas... – la voz me salió en un alterado suspiro.

  – ¿No...?

  – No...

Al menos no esta vez...

La mirada que me dirigió Hideto desde abajo, no era para nada tierna, era profunda y seductora, tan sexual a la quinta potencia.

  – Recuéstate, Hideto... – pedí sonrojado.

El pequeño vocal obedeció sin chistar, acomodándose en la cama, a continuación trepé a ella y me posicione sobre él. Un poderoso rayo de absoluto placer a travesó mi espina dorsal con solo sentir su piel desnuda contra la mía. Quité unos rebeldes mechones de cabello que me impedían ver su rostro.

Y sin perder más el tiempo, comencé a besar su cuello y sus hombros con moderada desesperación, mientras que mis manos tocaron toda piel que estuvo a mi alcance.

  Hideto gemía extasiado, pidiendo más y más de mí. Cuando mi boca bajo a su pecho, mis manos y mi lengua acariciaron sus pequeños pezones, aquellos esos gemidos celestiales aumentaron en volumen, logrando alimentar más el deseo que tenía por poseer al pequeño vocal. Mis manos se pasearon después por sus piernas que estaban a mis costados, tan suaves como la seda. Comencé a frotarme contra su cuerpo sintiendo, no solo nuestras impacientes erecciones, también nuestra piel desnuda, cálida y cubierta en sudor.

Nuestros labios se unieron nuevamente en un profundo beso, donde nuestras lenguas luchaban por imponerse a la una a la otra.

  – Date vuelta... – pedí una vez rompimos el beso, incorporándome. Algo muy dentro de mí adoraba sentirse dominante.

  Hideto volvió a obedecer sin objeción alguna, y sosteniendo su peso con ambos brazos, exponiéndose completamente ante mí. Lo primero que hice al tener su espalda frente a mis ojos, fue recorrer cada rincón con mis dedos, trazando pequeños caminos invisibles.

Me acerqué lo suficiente para que mi entrepierna rozara su cuerpo, mis manos aferrándose y acariciando su pequeño trasero, como un preludio de lo que sucedería muy pronto.

Cerré mis ojos, dejándome llevar el placer, no habíamos empezado siquiera y yo ya estaba listo para perder la razón. Un suave suspiro escapo de los labios de Hideto en el momento en que me incline un poco para masturbarlo con suma lentitud. Un contacto húmedo y caliente.

Sonreí. Tocar a un hombre nunca me había parecido tan excitante en esos momentos.

  Sin embargo, al acercarme para besar la parte trasera de su cuello, el pequeño vocal dejo escapar unas risitas que me desconcertaron por completo.

  – Yuki, Yuki ¡detente por favor! – pidió entre risas. Su espalda se arqueó de manera brusca, mostrándose sensible cada vez que mi boca se acercaba a su cuello –. Hablo en serio ¡detente! 

  – ¿Estas bien? – un dejo de preocupación se asomó en mi pregunta. ¿Acaso estaba haciendo algo mal?

  – ¡Me haces cosquillas!

¡Ehh! Así que eso era...

  – Ah... lo siento – respondí aliviado –. No tenía idea de que fueras tan cosquilludo.

Desde la posición en la que estaba, Hideto volteó a mirarme por encima de su hombro.

  – Pues lo soy, y si me sigues haciendo cosquillas, terminare riendo como una foca epiléptica hasta morirme...

Su comentario me saco una pequeña carcajada.

  Sin previo aviso, Hideto logró deshacerse de mi agarre y se acomodó boca arriba, quedando frente a mí una vez más. Sus brazos se abrazaron a mi cuello, jalándome de manera gentil a su cuerpo.

  – Insisto Yuki, eres tan serio, aun en un momento como este… – dijo, haciendo un puchero – ¿En qué rayos estás pensando?

  – Pienso... en lo mucho que deseaba acostarme contigo – confesé, dando un pequeño beso a su nariz –. Tal vez desde la primera vez que te vi.

  – Entonces no perdamos más tiempo...

En ese preciso momento, el mundo entero había desaparecido por completo, y solo existíamos él y yo.

  A continuación, el pequeño vocal murmuro algo a mi oído, en un tono exquisitamente grave  y sensual. No obstante, el juicio regreso a mi cabeza súbitamente.

Condones.... ¡no había pensado en eso!

  – ¿Tu... tienes? – pregunté alarmado, Hideto parpadeó un par de veces y negó con la cabeza.

¡¿Y ahora qué?!

No era correcto. Sin ellos, simplemente no podía ser.

Me incorporé de nuevo, suspirando con pesadez. El sexo oral y el usar nuestras manos, eran soluciones que no me convencían del todo.

  – Descuida Yuki, esto es un Love hotel, seguro debe de haber condones en la habitación – el intento de Hideto para calmar mis nervios me pareció tierno, pero no logró calmarme en lo absoluto.

Me senté sobre el colchón, bufando de mala gana. Tenía una dolorosa erección entre mis piernas y era incapaz de pensar con claridad.

¡El destino era tan cruel!

No supe cuántas veces me pasé la mano por el cabello, desesperado de que una respuesta cayera milagrosamente del cielo.

  – Nee, Yuki…

Y dicha respuesta llegó más rápido que un relámpago.

Volteé a ver a Hideto, quien sostenía el paquetito de un condón entre sus dedos.

  – Pero ¿de dónde…?

  – En la mesita de noche a lado de la cama, te dije que no te preocuparas…

  – Oh…

¡Gracias a todos los cielos por los Love Hotels!

  El pequeño vocal abrió el paquetito, teniendo especial cuidado para no romper el preservativo. Se acercó a mí.

  – Permíteme…

A continuación, deslizó el condón a lo largo de mi erección con sus manos. Cerré los ojos, gimiendo ruidosamente, de puro y delicioso placer. En cuanto sus manos me soltaron, lo tumbé agresivamente sobre el colchón y me coloqué entre sus piernas. No podía aguantar más.

  – No te preocupes, seré cuidadoso... – aseguré mientras acariciaba sus muslos, decidido a prepararlo –. No es la primera vez que hago esto.

  – Tampoco yo... – respondió él en un susurro, y para demostrarlo tomó una de mis manos, y llevó dos de mis dedos su boca.

  Ahh… romance en la punta de mis dedos…

 

****

 

   La cama crujía al ritmo de nuestros movimientos, el ambiente en la habitación era caliente y estaba impregnado de ese conocido aroma a sexo. Ruidosos y profundos gemidos eran los únicos sonidos que salían de nuestras bocas. Las piernas de Hideto me abrazaban con fuerza por la cintura, invitándome a adentrarme aún más en él, mientras yo me abrazaba a su cuerpo, besando sus labios y su cuello cada vez que me era posible. Sus manos recorrían mi espalda con gran afán, como si quisiera comprobar que la unión entre nuestros cuerpos no era solo un simple sueño.

La canción de "Sexual xxxxx!” se repetía una y otra vez en mi cabeza, una banda sonora muy apropiada para esos momentos.

...ay, por dios....

  – Ahhh... – escuchar esos susurros extasiados me dejaron claro que estaba haciéndolo bien –. N-no te detengas, Yuki…

  – No lo haré… mmh…

  De un momento a otro, aumenté la velocidad y la fuerza de aquel vaivén, todo el placer que se había acumulado en mi vientre comenzaba a ser insoportable. Por pequeños y nublados instantes puede ver como diminutas gotas de sudor caían de mis cabellos, mientras que la cabecera de la cama golpeaba la pared sin piedad alguna. El calor dentro de mi vientre aumentaba más y más, como los acordes de la canción, estaba tan cerca… tan cerca…

tan cerca...

  – ¡Ahhh…!  

  Fue entonces que ambos llegamos a ese anhelado final, convertido en un agudo y delicioso orgasmo; Hideto dejó escapar un sonoro gemido mientras sentía su cálido semen en mi estómago y solo segundos después, eyaculé como jamás creí haberlo hecho jamás. Por unos instantes me arrepentí de aquella barrera de látex que nos separaba por completo.

Ahh… increíble…

No podría olvidar esta sensación

… Nunca…

  Después de que nuestra agitada respiración volviera a la normalidad, nos quedamos quietos durante unos minutos, observándonos, compartiendo esa acogedora intimidad que solo existe entre dos personas después de un encuentro sexual.

  – Estoy feliz – comenté sincero,  no solo por sentirme físicamente satisfecho sino porque Hideto estaba conmigo, porque aun nuestros cuerpos permanecía unidos, y porque dormiría junto a él esa noche.

No podía pedir más.

  – Con esa cara seria, no lo parece – replicó él, soltando una sonora carcajada –. Yuki, eres muy lindo...

Solo atiné a sonreír como estúpido.  

  El sexo era sin duda uno de los placeres más gratificantes que la vida podía ofrecer.

 

*****

 

  A la mañana siguiente (y solo después de escapar de las miradas pervertidas del encargado del Love Hotel) nuestro regreso a casa de Junichi fue más silencioso de lo que esperaba. Ninguno se atrevió a decir ni una sola palabra de lo que había ocurrido la noche anterior.

¿Que podíamos decir?

  Como era de esperarse, la razón no se olvidó de regresar a nuestros cerebros después de haber saciado esa lujuria que cegaba nuestro entendimiento como humo de tabaco.

Cuando esto pasaba, la mayoría de las personas entendía a la perfección que aquello solo se había tratado de sexo casual de una noche; en resumen, no había lugar para sentimientos cursis.

Pero para mí mala suerte, yo no formaba parte de esa mayoría, ya que para mí no había sido solo sexo casual de una noche, y el hecho de desear abrazar o tomar de la mano a Hideto durante nuestro regreso a Namba, delataban aún más mis sentimientos absurdos.

Hideto me gustaba mucho, pero algo me decía que lo sucedido la noche anterior había sido resultado de la emoción, que solo había sido sexo y nada más. Siempre podía ser honesto con él y preguntarle directamente, claro... pero quería evitar a toda costa ponerme en ridículo haciendo una confesión cursi.

Demonios Yukihiro ¡¿Por qué tienes que pensar tanto?!

  – Después de que Junichi nos arranque la cabeza… –  la voz de Hideto me hizo salir de mis tribulaciones mentales. Levanté la vista y me percaté de que habíamos llegado al edificio donde vivía nuestro amigo –. Hay algo que me gustaría preguntarte…

¿Preguntarme?

  – ¿De qué se trata? –  intenté sonar lo más varonil posible, aunque por dentro una muy femenina emoción comenzaba a tomar control de mi cerebro.

Ambos nos detuvimos una vez frente a la puerta del departamento de Junichi. El pequeño vocal se colocó frente a mí y me sonrió.

  –  Me dará algo de pena preguntarte, Yuki...

¿Vergüenza? ¿Acaso sería posible que...?

Es tu oportunidad Yukihiro ¡A la mierda con la timidez!

Estaba decidido.

  –  Pues que coincidencia, yo también tengo algo que decirte...

Me acerqué a él sin dejar de mirarlo, era solo unos centímetros más alto que Hideto, pero eso no evitó que me sintiera alto e imponente ante él. Y justo antes de que nuestros rostros se unieran en un beso, la puerta se abrió bruscamente.

  – ¡¿En dónde demonios estaban!? –  un molesto Junichi salió a recibirnos –. Ni una maldita llamada ¡estaba preocupado!

Me sentí avergonzado, para variar.

Aun si aquello sonaba exagerado, nuestro amigo tenía razón en enojarse, éramos sus invitados pero eso no nos daba el derecho de llegar a su casa a la hora que se nos antojara, como si de un hotel se tratara, y sobre todo porque pidió que le llamáramos.

Pero valió la pena... ¿o no, Yukihiro?

Por supuesto que sí...

  – Por cierto Yuki, alguien vino a verte – me indicó Junichi, una vez termino su regaño y después de ofrecerle disculpas.

  – ¿Quién?

  – Está esperándote en la cocina, y tú pequeño... –  se dirigió a Hideto –. Acompáñame a comprar el desayuno.

  Preguntándome quién demonios podría ser, entré al departamento a toda velocidad.

Seichii, Yoko, mi hermana, aquel chico de nombre Tetsuya... fueron algunas personas que mi mente me ofreció como posibles opciones; las cuales, si lo pensaba bien, eran imposibles.

Al llegar a la cocina me encontré con un muchacho sentado en la mesita de la cocina, observando el poster promocional de Jelsarem's Rod (el mismo que Junichi me mostro el día que llegué) con una taza de té y un plato con meronpan frente a él.

  – ¡¿Shin?!

El aludido levanto la vista, y al verme, se levantó de su asiento y se acercó a mí.

  – ¡Que endemoniado gusto volver a verte Yukihiro!

  Su verdadero nombre era Minoru Kojima, pero gracias a su extraño fanatismo por una banda llamada Boøwy, se bautizó a sí mismo como Shin Murohime (3)

¿Por qué diablos tenía amigos tan extraños?

  Mi amigo era un chico alto, de un perfil duro y masculino, mientras que un semblante ceñudo era su rasgo principal. Todos estos atributos siempre lo hicieron lucir imponente.

Al que igual que con Junichi, conocía a Shin desde la secundaria; los tres éramos inseparables (incluso mi madre llego a bautizarnos cariñosamente como “Los tres mosqueteros”), hasta que Shin regreso a su natal Yokohama para cursar preparatoria.

  Y a diferencia del efusivo abrazo que Junichi me ofreció al recibirme en su casa, Shin solo me dio un fuerte apretón de manos.

  – ¿Qué haces aquí? ¿Y tus capsulas locas? (4) – pregunté, contento de ver a mi amigo. Shin pertenecía a una banda llamada The Mad Capsules Market, que hacía música punk (algo controversial para mi gusto), y la cual había lanzado su primer album en octubre del año pasado.

  – Pues renuncié – respondió haciendo una mueca de desagrado. Me sorprendí enormemente al escucharlo.

  – ¡¿Renunciaste?! ¡¿Pero por qué?!

  – Ya sabes, diferencias creativas y mariconadas de mis ex-compañeros.

  – ¡Que mal!

  – Lo sé, pero tú me conoces Yuki, sabes que yo no tolero mierdas de nadie...

Y vaya que era cierto. Al contrario de Junichi, Shin era alguien serio y poco amigable, y si algo no le parecía no se tentaba el corazón para decirlo; podía llegar incluso a ser hiriente con las más simples palabras.

¡Es una suerte que sea su amigo! ... pensé aliviado.

  – ¿Y eso cuando paso? - pregunté. 

  – Los primeros días de enero – contesto él, haciendo cuentas con sus dedos –. Y  en cuanto cobré mi cheque, regresé a Yokohama a comenzar de nuevo...

No había duda alguna de que éramos amigos, incluso teníamos eso en común.

Aunque seguro que Shin no fue tan dramático como tú...

  – Bueno, al parecer los dos estamos desempleados – declaré mientras me sentaba en el sofá de la estancia de Junichi, el mismo donde dormía todos los días. El futón de Hideto se encontraba perfectamente doblado a mi lado.

  – No por mucho tiempo, Yukihiro – una sonrisa se dibujo en el rostro de Shin.

  – ¿A qué te refieres?

  – Conseguí un empleo para ambos...

Espera... ¡¿Que?!

  – ¿Un empleo? Pero... ¿Cómo? ¿De qué?

  – Al estar en Yokohama, conocí a alguien en un bar y...

  – ¡Eso me suena a una novela erótica! – una tercera voz se hizo presente en la estancia; Junichi entraba con el pequeño vocal detrás de él, ambos con varias bolsas en las manos –. Pero siguenos contando, ¿acaso conociste a tu sugar daddy, Shin-chan?

Como respuesta, un sonriente Shin le levantó el dedo cordial. Junichi era de las pocas personas que lograba hacer reír a Shin a base de bromas estúpidas sin salir herido en el intento. Era como ver a una ardilla enfrentarse con una serpiente venenosa.

Mientras Junichi reía junto con Shin, Hideto se acercó al sofá en donde me encontraba sentado y me mostro las bolsas que cargaba en sus manos.

  – Jun-chan y yo compramos algunas cosas para el desayuno – dijo sonriendo –. ¡Te cocinaré un delicioso Tomagoyaki!

Mentiría si dijera que mi corazón no salto de alegría con lo que acababa de escuchar. Hideto cocinando para mí... era otra fantasía hecha realidad.

Eres de lo peor Yukihiro...

 – Gracias – respondí, sintiendo un ligero rubor en las mejillas. A continuación, después de asegurase que nadie nos veía, se acercó a mí.

 – Y te guste o no Yuki, hoy dormirás conmigo en el futón – me susurro antes de dirigirse a la cocina. Sentí un acelerado saltó bajo el pantalón.

¡¿Cómo rayos no iba a gustarme?!

 – En fin, te decía Yuki... – prosiguió Shin una vez que Junichi lo dejo en paz –. La persona que conocí en el bar planea hacer un cortometraje y estaba en busca de músicos para hacer su banda sonora.

 – ¿Música para un cortometraje?

 – Pero no cualquier música, Yuki… – comentó Shin emocionado – ¡Buscaba personas que hicieran música industrial!

Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, la cual me contagió de inmediato, ambos sonriendo de manera cómplice.

Si... además de ser baterista, también me gustaba (y mucho) hacer música industrial. Y por ases del destino, mi amigo Shin también era un gran amante de éste género.

Mucha gente piensa, que la música industrial es un género extraño, y es precisamente eso lo que más me gustaba. Existían tantas maneras de hacer música experimentando con sonidos eléctricos y metálicos, mezclado con el duro sonido del rock. Me gustaba imaginar que era el tipo música perfecta para una ciudad futurista llena de robots, naves espaciales, androides y…

 …Demonios…

Tusk tenía razón, soy un maldito androide, y este gusto musical solo me delataba descaradamente.

  – ¡Yuki que buenas noticias! – exclamó Junichi contento, junto a él Hideto tenía una expresión de lo que parecía ser sorpresa –. Al fin podrás darle uso a esa música rara.

  – Agradezco que hayas pensado en mí Shin, en serio... – dije sincero, Shin se había tomado la molestia de tomarme en cuenta para trabajar como equipo. El destino había tomado en cuenta mis silenciosos deseos y ahora me estaba ofreciendo una nueva oportunidad para comenzar de nuevo.

    – Ni lo menciones Yuki, que para eso son los amigos – dijo Shin guiñándome un ojo, lo mismo que Junichi me había dicho al llegar a su casa.

Un sentimiento cálido creció en mi pecho, el cual me hacía decir de nuevo: gracias a todos los cielos por amigos como Junichi y Shin.

  – ¿Y cuándo veremos a esa persona?

  – Mañana a las 9 de la mañana...

  Tardé largos segundos en procesar esa respuesta, y cuando lo hice, aquel cálido sentimiento fue reemplazado por nervios que cayeron pesados en mi estómago.

  – ¡¿Ma-mañana?!

  – Si, mañana, así que empaca tus cosas Yukihiro ¡partiremos a Yokohama hoy mismo! – anunció Shin emocionado –. Y solo te digo esto: nunca imaginaras para quien trabajaremos...

   No supe cómo reaccionar. Junichi, quien también se había sorprendido por tan repentina noticia, me miro con una sonrisa en su rostro, sabía que mi búsqueda de un nuevo comienzo había terminado; Hideto también me dirigió una sonrisa, sin embargo logré ver, solo por milésimas de segundos, una expresión de lo que parecía ser.... ¿desilusión?

  Era cierto que esperaba con anhelo escuchar esas palabras, sin embargo, en ese preciso momento... no estaba seguro de querer escucharlas.

 

 

Notas finales:

1. https://www.bilibili.com/video/av5636064/

(0:38 - 0:44) Siempre he pensado que es un paso muy a la Forrest Gump XD

 

2. https://78.media.tumblr.com/652caf11cd1d3e39d8b08120657ff71d/tumblr_p5ldv2gZjj1x7bkjho1_400.jpg

He aqui el atuendo de nuestro querido Yukihiro.

 

3.  https://hideko-ogawasan.tumblr.com/image/173467161811

Shin Murohime es el primero a la izquierda; su trayecto musical es muy interesante, y no solo trabajo con Yukihiro por varios años, también fue guitarrista de "Creature Creature" junto con Tetsu, e incluso llego a trabajar con él en su época solista dentro de su grupo de musicos "The Juicy Bananas". ¡Este mundo del Jrock es muy pequeño!

 

4. https://hideko-ogawasan.tumblr.com/image/173467099316

El album que mencionan, llamado "Humanity", es muy bueno. ¡Se los recomiendo!

 

* Las referencias que hago en el fic no solo tienen como finalidad darle sentido a la historia, sino también para recomendar musica y mostrar el maravilloso mundo del Jrock, el cual es como un arbol genealgico, donde todos se conocen. Es algo simplemente fantástico *

 

No olviden dejar un review

¡Hasta el próximo capítulo! XD


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