Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

7 Formas de decir "Te Quiero" por tashigi94

[Reviews - 33]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

One Piece y todos sus personajes pertenecen a Eiichiro Oda.

 

Hi! Aquí vengo con un nuevo cap. Mis disculpas por la tardanza, la cursilería, el posible OoC y la pseudo-Sue xD Espero les guste~

Ace empezaba a sentirse un poco frustrado porque su primer y su segundo intento de declararse habían sido un desastre. Pero era demasiado terco para rendirse tan pronto así que, pensando que a la tercera iba la vencida, decidió poner en práctica el siguiente consejo de su revista:


3. Es hora de hacer sufrir un poco a tu crush: intenta darle celos con alguien. Cuando vea que puede perderte, mostrará más interés por ti.”


Ace quería intentar ese plan pero no tenía ni idea de cómo hacerlo... Y sobre todo de con quién hacerlo. Ninguno de sus nakamas le parecía apropiado para algo así, y tardarían mucho tiempo en llegar a la siguiente isla así que utilizar a un desconocido estaba descartado. Estuvo pensando en ello durante horas sin mucho resultado, hasta que llegó el atardecer y salió a cubierta para despejarse un rato.


Hacía muy buen tiempo así que casi toda la tripulación estaba fuera, disfrutando de unas bebidas y refrigerios mientras jugaban a los dados o escuchaban cantar a los bardos. Ace echó un rápido vistazo alrededor buscando a Marco, pero el rubio comandante no estaba aún por allí.


El pecoso tomó unas cuantas piezas de carne asada y se fue a un lugar un poco apartado del resto, apoyando los codos sobre la barandilla del barco mientras devoraba su comida y miraba al mar distraídamente, admirando la preciosa puesta de sol.


— ¡Hola! - saludó una voz femenina a sus espaldas — ¿Quieres un trago?


Ace se giró para toparse con una de las enfermeras, de sonrisa dulce, cabello castaño y ojos dorados como el ron que le ofrecía. Negó con la cabeza ante el vaso, su última resaca le había quitado las ganas de alcohol para una buena temporada.


— Te llamabas Nina, ¿verdad? - preguntó mientras engullía su último trozo de carne.


— Mi nombre completo es Ninabella Mariah Sue Alexandra Paola... Pero sí, todo el mundo me llama Nina para abreviar – dijo con una perfecta sonrisa — Te he visto aquí solo, y me gustaría hablar contigo sobre un asunto... - dijo acomodándose en la barandilla, muy cerca de él.


— Eh... Claro... ¿De qué quieres hablar? - dijo el azabache un poco incómodo por la excesiva proximidad de la chica.


— ¿Marco y tú sois muy amigos, cierto?


Ace se sobresaltó ligeramente por la pregunta y tuvo que poner todo su esfuerzo en no sonrojarse.


— Sí, claro que lo somos. Es uno de mis mejores amigos... Es decir ¡Solo amigos! ¡Solo somos amigos! - se apresuró en aclarar.


La enfermera lo miró divertida, de forma que se puso más nervioso aún temiendo que pudiera averiguar algo sobre sus sentimientos.


— Entonces, supongo que sabrás muchas cosas sobre él... - dijo Nina mientras jugueteaba con un mechón de su largo cabello — ¿Sabes qué tipo de mujeres le gustan?


La mandíbula de Ace casi rozó el suelo.


— ¿Marco y t-tú... Tú y Marco...? - tartamudeó sin saber qué contestar.


— Me gusta mucho, me parece un hombre muy interesante – respondió la enfermera con naturalidad — ¿Crees que podré enamorarlo?


Al pecoso se le cayó el alma a los pies pensando en tener a esa chica tan odiosamente perfecta como “competencia”.


— Él hace mucho tiempo que no sale con nadie – contestó tratando de evadir la pregunta.


— Entonces ya va siendo hora de que alguien robe su corazón ¿no crees? - replicó Nina guiñándole un ojo — Y esa seré yo. Seguro que puedo conseguirlo, al fin y al caboen el orfanato donde crecí todos los chicos y hasta algunas niñas se enamoraban de mí – añadió sonrojándose y cubriéndose el rostro con las manos fingiendo humildad.


Ace se tuvo que morder la lengua para no gritarle “¡Ni se te ocurra acercar tus sucias zarpas a él!”


— ¡Oh, ahí viene! - dijo Nina sin darse cuenta de que Ace estaba echando chispas — Ayúdame a conquistarlo – le pidió en voz baja al oído.


Marco llegó con su habitual expresión calmada de siempre, aunque tenía el ceño ligeramente fruncido, señal de que no le gustaba algo de lo que había visto por ahí...


— Buenas tardes comandante, aunque ya podrían considerarse noches – dijo Nina usando su voz más seductora — Justo estábamos hablando de ti...


El rubio alzó una ceja interrogante mientras el azabache tragaba saliva con dificultad, temiendo las ocurrencias de la pícara enfermera.


— Ace me estaba comentando que llevas mucho tiempo soltero y que harías buena pareja conmigo, ¿verdad, Ace?


Un pequeño tic apareció en el ojo derecho de Ace. Abrió la boca para replicar algo como “Marco es para mí, ¡Zorra!” pero afortunadamente se le atragantaron las palabras de tanta ira que lo había inundado de repente.


— Laura te busca para que la ayudes con no sé qué medicinas... - dijo Marcoseñalando hacia la enfermería sin hacer el menor caso al comentario de la chica.


— De acuerdo, ya voy... - respondió Nina frunciendo levemente el ceño, molesta por ser ignorada — Por cierto... - se giró hacia el rubio antes de irse a la enfermería — Esta noche tienes el primer turno de guardia ¿sí?


— Así es – contestó el mayor secamente.


— Supongo que estarás muy solo y aburrido... Puedo ir a hacerte compañía, ¿qué te parece? - sugirió con la voz más sensual que pudo.


Ace tuvo que apretar los puños para aguantarse las ganas de lanzarle una bola de fuego.


— Está bien, supongo... - dijo Marco sin mostrar mucho interés.


— Genial, pues luego te veo – se despidió la enfermera guiñándole un ojo.


El rubio se giró hacia Ace para preguntarle qué había hablado exactamente con ella, pero antes de poder abrir la boca el moreno lo apartó de su camino de un manotazo y se fue rápidamente hacia su camarote, dando largas y furiosas zancadas que hacían retumbar la madera del piso.


Cuando llegó a su habitación, cerró la puerta de un golpe y se dejó caer en la cama. Tenía la respiración agitada y un fuerte dolor le punzaba el pecho. Dio unos cuantos puñetazos sobre el colchón para desahogarse.


Se sentía tan impotente... Porque en unos minutos, aquella maldita enfermera había sido más atrevida con Marco de lo que él había sido en meses. Porque probablemente surgiría algo entre Marco y ella, y él no podría hacer nada por evitarlo. Porque sabía que realmente no tenía derecho a enfadarse con Nina, ni siquiera tenía derecho a estar celoso ya que el rubio no era su pareja ni nada parecido. Porque quizás todo sería más fácil si hubiera nacido con vagina y un par de pechos. Porque no podía controlar sus estúpidos sentimientos...


Se abrazó a la almohada, estrujándola con fuerza mientras lloraba de rabia y frustración. Cuando ya no le quedaron más lágrimas, se tumbo en la cama en posición fetal, con la vista perdida en la oscuridad que había inundado la habitación.


Estuvo así un buen rato hasta que unos pasos y voces en el pasillo lo sacaron de su ensoñación. Agudizó el oído al reconocer la voz de Nina.


— ¡No puedo creer que me haya rechazado! ¡Nunca me había pasado esto! - se quejaba la enfermera.


— Ya te lo advertí, Marco está... - le contestó otra enfermera, aunque Ace no consiguió escuchar el final de la frase.


— ¿En serio? En ese caso no tengo ninguna oportunidad... - se lamentó Nina.


— No te preocupes, te presentaré a otros chicos lindos. Harías buena pareja con Gary, o con Stu... - Sus pasos se perdieron por el pasillo junto con su conversación.


Ace sintió un inmenso alivio al saber que Marco había rechazado a la enfermera. Pero ahora muchas dudas cruzaban su mente, y necesitaba respuestas. Así que sin pensarlo dos veces salió de su camarote en busca del primer comandante.


…........................................................................................................


El fénix dio unas cuantas vueltas volando sobre el barco, inspirando la fresca brisa de la noche. Volar siempre le había ayudado a olvidar sus preocupaciones, pero últimamente ni siquiera eso le aliviaba. Había algo que no podía sacar de su mente... O mejor dicho, alguien.


Descendió lentamente hacia la cubierta del barco y volvió a su forma humana. Apoyó los codos sobre la barandilla dejando que sus ojos se perdieran en las oscuras aguas del océano.


No puedo sentir esto por Ace... No está bien, no puedo” se repetía mentalmente. Pero por más que lo negase a sí mismo era incapaz de borrar aquellos sentimientos. Nunca le había pasado algo así... Había estado enamorado otras veces en su vida, claro que sí, pero nunca de esa manera tan intensa e irracional. Intentó recordar la última vez que había tenido celos por alguien y cayó en la cuenta de que nunca había sentido nada semejante... “Hasta hoy.”


Cuando vio a aquella enfermera junto a Ace una sensación desconocida le recorrió el cuerpo, como si algo le quemase por dentro. No es que le importase que el pecoso hablase con alguien... Al contrario, le gustaba ese carácter suyo tan alegre y sociable. Pero la nueva enfermera tenía fama de ser muy coqueta con todo hombre que se cruzaba así que no pudo evitar sentir una punzada de celos al verla tan cerca de Ace; por eso fue rápidamente a separarlos. Desde luego no se esperaba ser él quien le gustaba a Nina, y se sintió un poco mal por tener que rechazar a la chica, aunque también estaba aliviado de que no estuviera interesada en Ace.


El sonido de unas pisadas sobre el suelo de madera le sacó de sus pensamientos y se giró para toparse con el protagonista de todas sus preocupaciones.


Ace caminó hasta el rubio con paso decidido.


— ¿Por qué la has rechazado? - preguntó yendo directo al grano y dejando a Marco sorprendido.


— ¿Qué haces despierto a estas horas? - dijo el mayor evadiendo su pregunta y escondiendo sus sentimientos tras su habitual seriedad.


— Tengo el segundo turno de guardia.


— Mmm, creía que le tocaba a Jozu... De todas formas podrías haberte quedado durmiendo un rato más, aún falta un poco para...


— Contesta mi pregunta – le interrumpió Ace — ¿Por qué has rechazado a Nina?


Marco suspiró y cruzó los brazos sobre el pecho. La pregunta le había pillado desprevenido, pero aún así se mantuvo tranquilo.


— ¿Por qué quieres saberlo? - replicó a la defensiva.


— Porque... - Ace se mordió el labio inferior intentando pensar un motivo que no fuese muy comprometedor — Solo por curiosidad – dijo al fin encogiéndose de hombros.


— La rechacé porque no estoy interesado en ella – respondió el mayor escuetamente.


— Pero ¿por qué no? - insistió Ace — Es simpática, inteligente... Y muy guapa – tuvo que admitir para su pesar — ¿Por qué no te gusta?


Marco se quedó callado unos segundos. “Porque solo puedo pensar en ti. En tus pequitas, en tu increíble sonrisa, en tu forma de ser... Solo tú. Nada ni nadie más” pensó mientras le miraba fijamente.


— Porque... No es correcto – dijo despacio, intentando explicarse sin dar demasiados detalles — Porque es una nakama y además es mucho más joven que yo. Tiene casi tu edad – añadió con cuidado, tanteando el terreno.


— ¡A mí la edad no me importa! - contestó enseguida Ace. Se sonrojó al instante al darse cuenta de lo revelador que había sonado eso — Quiero decir... Mientras haya amor, las demás cosas no importan. Ni la edad, ni la raza, ni el sexo, ni la posición social... No podemos elegir de quién enamorarnos.


El rubio admiró sus palabras. Ace podía ser muy maduro a veces... Solo a veces, claro. Era parte de su encanto.


— Supongo que tienes razón... - murmuró Marco dando un paso hacia él — El amor no se puede controlar...


Ace sintió su corazón dar un brinco cuando el mayor se aproximó a él y se quedó mirándole intensamente sin decir nada. Se perdió en aquellos ojos azules y se quedó sin aliento, hechizado por su cercanía.


Lentamente, Marco extendió una mano posándola sobre los cabellos azabache y revolviéndolos con cariño.


— Buenas noches Ace, que tengas una buena guardia – se despidió.


Ace lo observó marcharse hacia el interior del barco, dejándolo a solas en cubierta. Se llevó una mano al pecho, notando como su corazón latía aún acelerado, y no pudo evitar sonreír.


Su amor era un arma de doble filo: podía hacerle hacerle la persona más feliz del mundo, un simple roce de sus dedos bastaba para tenerlo sonriendo todo el día... Pero también podía hacerle la persona más desdichada, porque el no tenerle le dolía, la incertidumbre le mataba, y no sabía cuánto tiempo más podría aguantar así.

Notas finales:

Gracias por leer <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).