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7 Formas de decir "Te Quiero" por tashigi94

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Notas del capitulo:

One Piece y todos sus personajes son propiedad de Eiichiro Oda.

 

Lamento la tardanza, aquí tienen el siguiente capítulo

Ace empezaba a perder la paciencia. Sus anteriores intentos para declararse no habían funcionado y solo le habían causado más problemas. Pero su amor y su testarudez le impedían rendirse así que se dispuso a probar el siguiente consejo de su revista:

 

“4. Las chicas somos las mejores dando consejos de amor, así que habla con tu mejor amiga. ¡Ella te ayudará a conquistar a tu galán!”

 

Ace se rascó la sien pensativo. Las únicas chicas abordo del barco eran las enfermeras, y después del último incidente no tenía ganas de tratar con ellas, además tampoco tenía tanta confianza con ninguna como para confesar su pequeño secreto. Y claro, quitando a las enfermeras, lo más parecido a una mujer que había en la tripulación era...

 

 

 

Llamó un par de veces a la puerta hasta que Izo le abrió, dándole paso a su camarote.

 

— Tengo que hablar contigo sobre... - dijo Ace atropelladamente — Espera, ¡¿qué demonios llevas en la cara?!

 

Izo tenía el rostro cubierto de una espesa crema color rosado, dejando al descubierto solo sus ojos y labios.

 

— Cereza, jazmín y agua de rosas. Deja la piel muy suave, ¿quieres un poco? - dijo tendiéndole un frasco de cristal con la extraña mezcla.

 

Ace negó con la cabeza mientras arrugaba la nariz, algo molesto por el olor fuerte y empalagoso.

 

— Yo venía a pedirte consejo... Pensé que serías la persona más indicada para ayudarme... - dijo el pecoso.

 

— ¿Acaso quieres seguir el camino del okama?

 

— ¡¡Claro que no!! - se apresuró a negar Ace — Es sobre... Mmm... - empezó a andar en círculos por la habitación mientras pensaba cómo decirle a Izo, puesto que no quería confesarle toda la verdad tan directamente.

 

Su cuarto era pequeño, pero estaba tan limpio y perfectamente ordenado que parecía mayor de lo que era. Los muebles eran de tonos claros y corte recto estilo minimalista, y sobre algunos tenía jarrones de cristal con flores muy bonitas y bien cuidadas. Entre el armario y el tocador había unos estantes con una colección de pistolas. Al observarlos, Ace tuvo una idea.

 

— Supongamos que ves en una tienda un revólver que te gusta muchísimo ¿Cómo harías para conseguirlo? - preguntó mientras observaba al okama sentarse en su tocador para quitarse los potingues de la cara.

 

— Soy un pirata, así que lo robaría – respondió con una media sonrisa.

 

— Pero ¿y si no pudieras robarlo? ¿qué harías?

 

Izou se quedó pensativo unos segundos mientras comenzaba a maquillarse.

 

— Supongo que tendría que comprarlo – dijo mientras delineaba con cuidado sus ojos.

 

— ¿Y si no tuvieses dinero? - insistió Ace.

 

— ¿No estarás intentando pedirme dinero? - gruñó el okama mirándole de reojo — Porque te recuerdo que te presté casi mil berries el mes pasado y aún no me has devuelto...

 

— ¡No, no quiero dinero! - negó Ace con la cabeza — Yo solo...

 

— Si quieres comprar algo, tendrás que regatear con los comerciantes – contestó volviendo la atención a su tocador.

 

— ¡Pero si yo no...! - protestaba el menor.

 

— Quizás te dejen pagarles con tu cuerpo~

 

— ¡¡¡Que no quiero comprar nada!!! - exclamó Ace rojo como un tomate por la sugerencia — Olvida lo del revólver, era un mal ejemplo. Cambiemos de tema... - suspiró pensando otra forma de tratar el asunto — ¿Qué harías si tuvieras que decirle... Algo a... Alguien? ¿O averiguar... Algo... Sobre alguien? - se mordió la lengua, se le daba fatal explicarse.

 

— Mmm... - Izo lo pensó unos segundos mientras se aplicaba los últimos toques de maquillaje — Supongo que le encargaría a otra persona hacerme el “trabajo sucio”.

 

Ace dio algunos pasos por el camarote, mirando al suelo meditando la respuesta de su compañero. Cuando volvió a alzar la cabeza, se dio cuenta de que Izo lo miraba muy fijamente.

 

— Ace, ¿me harás un favor? - dijo el okama — Ayúdame a averiguar qué siente Thatch por mí.

 

La mandíbula de Ace casi rozó el suelo.

 

— Es obvio que puedo conquistarlo, al fin y al cabo nadie puede resistirse a mis encantos – rió Izo — Pero quiero saber hasta qué punto llegan sus sentimientos antes de dar el siguiente paso. ¿Me ayudarás, verdad?

 

— P-pe-pero... ¿Cómo s-se supone que voy a hacer e-eso? - tartamudeó Ace, aún sorprendido.

 

— Oh, es fácil, solo habla con él, suelta algunas indirectas, pregunta disimuladamente... Y me cuentas todo lo que averigües ¿De acuerdo? - dijo sin esperar respuesta — Podrías empezar ahora mismo. Yo tengo cosas que hacer – dijo tomándole de los hombros para guiarlo afuera de su camarote.

 

— ¿Pero por qué yo? - protestó Ace dejándose arrastrar hasta el pasillo.

 

— Porque lo conoces bien, tienes confianza con él, porque soy un buen amigo tuyo y estás deseando hacerme este pequeño favor, y porque... Si tú me ayudas con Thatch, yo te ayudaré con Marco – le susurró con su sonrisa más pícara.

 

Ace se quedó más sorprendido de lo que ya estaba, con la cara completamente sonrojada.

 

— ¿Tú... Cómo sabes... Que...? - titubeó con esfuerzo.

 

— Instinto de okama – respondió Izo encogiéndose de hombros — ¡Buena suerte en tu misión! ¡Y hazlo con discreción! - añadió con una sonrisa mientras le cerraba la puerta en sus narices.

 

…...........................................................................................................................

 

Marco se encontraba en la biblioteca del barco actualizando algunos mapas y cartas de navegación. Tenía todo el papeleo extendido frente a él en una gran mesa. Sentado a su lado estaba Thatch, que le iba pasando montañas de documentos mientras no dejaba de suspirar con aburrimiento.

 

— ¿Puedes dejar de resoplar? Me desconcentras – le regañó el rubio.

 

— Pero es que esto es taaaan aburrido...

 

— ¡Prometiste ayudarme!

 

— ¡Porque no sabía que habría tanto trabajo! - se quejó el castaño mientras se balanceaba en la silla.

 

Marco rodó los ojos, harto de la actitud infantil de su amigo.

 

— Está bien, vete, ya lo terminaré yo.

 

Thatch suspiró con alivio e hizo ademán de levantarse, pero en lugar de eso se quedó ahí sentado un rato más, observando a su compañero que estaba totalmente concentrado en su trabajo.

 

— ¿Qué pasa? - preguntó Marco al cabo de un rato sintiéndose observado — ¿Tengo monos en la cara o qué?

 

— ¿Cuánto más vas a esperar para lanzarte con Ace? - soltó el castaño sin una pizca de vergüenza.

 

Marco suspiró mientras se masajeaba el puente de la nariz. Era increíble lo pesado que era su amigo con ese tema, tenía muchísimo interés en su relación.

 

— ¿Cuántas veces tengo que explicártelo? - dijo el rubio — No puedo hacerlo. No sería correcto.

 

— ¿Pero por qué no? No entiendo cuál es el problema – insistió Thatch.

 

— Uno: es un nakama, y dos: es un crío – contestó enumerando con los dedos — Cuando él era un bebé, yo ya era pirata ¿entiendes? Hay demasiada diferencia de edad entre nosotros.

 

— Bueno, eso es verdad – admitió Thatch mientras se acariciaba la barbilla, pensativo — Mientras él aprendía a caminar, tú aprendías a usar el haki.

 

— Así es... – dijo Marco volviendo la vista a su papeleo.

 

— Y cuando él tomaba biberón, tu ya estabas bebiendo cerveza.

 

— Exactamente.

 

— Y mientras a él le ponían pañales, a ti la marina te ponía carteles de recompensa – soltó una carcajada, riéndose con sus propias ocurrencias.

 

— Cierto... - gruñó Marco empezando a molestarse por tanta broma.

 

— Y mientras a él le salían los primeros dientes, a ti te salían pelos en...

 

— ¡¡Suficiente!! - exclamó el rubio ligeramente sonrojado — En fin, Ace es demasiado joven. Tiene que ver mundo, conocer gente... No puedo atarlo a mí – añadió con tristeza.

 

Thatch apoyó los brazos sobre la mesa y se inclinó hacia adelante para mirar fijamente a su amigo.

 

— En parte tienes razón, pero oye... Tú no eres precisamente un abuelo, y Ace ya es un adulto aunque te empeñes en verlo como un niño – dijo con una media sonrisa — Sí, hay unos pocos años de diferencia entre vosotros ¿Y? La edad solo es un número. ¿Vas a renunciar a la persona que quieres por un jodido número?

 

— De todas formas, dudo que me acepte – replicó el rubio con pesar.

 

— Eso no lo sabrás hasta que no lo intentes – le animó el castaño — Puede que salga bien, o puede que salga mal... Pero si no lo intentas nunca lo sabrás y te pasarás la vida arrepintiéndote pensando en lo que podría haber pasado.

 

Marcó se pasó una mano por el pelo y dejó escapar un suspiro pensando en sus palabras. Odiaba tener que admitirlo, pero Thatch tenía razón.

 

— A veces creo que eres más inteligente de lo que pareces – dijo Marco.

 

— Me lo tomaré como un cumplido – rió Thatch mientras se ponía en pie y agarraba al rubio de los hombros haciéndolo levantarse también — ¡Y ahora demuestra que tienes pelotas y ve a declararte a tu joven e inocente amor! - exclamó empujándolo amistosamente hacia la puerta.

 

Marco respiró hondo, le dedicó una leve sonrisa de agradecimiento y se fue.

 

— Suerte, pelo piña – murmuró Thatch para sí mismo mientras lo veía alejarse.

 

Cerró la puerta de la biblioteca y regresó al montón de papeles, ordenándolos sin mucho interés pero esforzándose por terminar pronto el trabajo. “Si es que soy el mejor dando consejos de amor. Soy una Celestina en versión pirata. Soy como Cupido, pero más macho...” pensó mientras silbaba una alegre melodía. “Quizás yo debería intentarlo con Izo también...” se sobresaltó ante sus propios pensamientos y se tapó la boca con una mano, aunque no había dicho nada en voz alta. “¡No, no, no! ¡Qué tontería! Yo no siento nada por él” negó con la cabeza, intentando centrar su atención en el papeleo que tenía por delante.

 

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Ace iba caminando sin rumbo fijo pensando cómo podría sacarle información a Thatch sobre sus sentimientos. Izo le había dicho que lo hiciera con discreción, y eso sencillamente no iba con él. Iba tan sumido en sus pensamientos que no prestaba atención a su alrededor, y al doblar una esquina chocó contra alguien. Estuvo a punto de caerse al suelo pero el otro hombre lo sujetó por los hombros, acercándolo a su cuerpo para apoyarse contra él.

 

Cuando Ace alzó la vista y se topó con los ojos de Marco clavados en él, una corriente eléctrica lo recorrió de la cabeza a los pies. Se separó rápidamente sintiendo que el corazón se le salía del pecho. Pero al volver a mirarlo, se le ocurrió una gran idea.

 

Marco lo miró fijamente y tragó saliva.

 

— ¡Tengo algo que decirte! – exclamaron los dos al unísono.

 

— Tú primero – dijo el mayor.

 

Ace respiró hondo tratando de ordenar sus ideas. No tenía ni idea de cómo hablar sobre Izo con Thatch así que le preguntaría a Marco; el rubio era muy observador y además un gran amigo de Thatch así que algo tendría que saber; además así podría ser “discreto” como le encomendó el okama.

 

— Marco, tú conoces muy bien a Thatch ¿sí? - le preguntó.

 

— Claro, somos amigos desde hace mucho tiempo – contestó el rubio.

 

— ¿Sabes si le gusta alguien?

 

Marco se sorprendió un poco por la pregunta.

 

— Ya sabes cómo es, le gustan todas las chicas bonitas con las que se cruza – contestó el mayor riendo entre dientes.

 

— Ya, pero... ¿Sabes si le gusta alguien en concreto?

 

El mayor parpadeó sorprendido por la pregunta, ya que a Ace no solía importarle la vida amorosa de los demás.

 

— Que yo sepa, no. Aunque lo noto un poco extraño últimamente... – respondió Marco frotándose el mentón — Pero ¿Por qué quieres saberlo?

 

— Ah, pues... - Ace se mordió el labio inferior tratando de pensar en alguna excusa. Decidió ignorar al rubio y seguir interrogándolo — Oye, ¿sabes si a Thatch alguna vez le ha gustado un hombre? ¿Crees que podría llegar a gustarle alguno?

 

Marco abrió los ojos como platos. ¡¿Qué clase de pregunta era esa?! ¿Por qué Ace le preguntaba esas cosas?

 

— Sinceramente, no lo sé... - contestó el rubio — Él siempre ha sido muy mujeriego, pero ya sabes lo que suele decir “en tiempos de guerra, todo agujero es trinchera”. Así que ¿quién sabe? Thatch es una caja de sorpresas...

 

Ace sonrió para sí. Eso significaba que Izo tendría posibilidades con él, seguro que se pondría muy contento al saber eso.

 

— ¿Por qué me preguntas todo esto? - dijo Marco, que cada vez estaba más confundido.

 

Ace desvió la vista mientras trataba de inventarse alguna excusa para que el mayor no sospechase. Los ojos azules del primer comandante clavados en él lo ponían más nervioso aún y sintió un ligero calor acumularse en sus mejillas haciéndole sonrojarse.

 

— Estooo... Yo... ¡Solo era curiosidad! - dijo con una gran sonrisa intentando camuflar su nerviosismo y rogando mentalmente que Marco no hiciera más preguntas.

 

El rubio se le quedó mirando unos segundos, analizando su expresión. Luego cerró los ojos y suspiró levemente. “Debe gustarle Thatch...” pensó con tristeza sintiendo un fuerte dolor atravesarle el pecho “Ace está enamorado de Thatch, por eso me pregunta todo esto. Por eso está así de nervioso...”

 

— ¿Ocurre algo? - preguntó el pecoso, preocupado por la mueca de tristeza de Marco que contrastaba con su habitual expresión calmada.

 

El rubio negó lentamente con la cabeza.

 

— ¡Vale, pues adiós! - se despidió Ace con una alegre sonrisa y echó a correr de vuelta al camarote de Izo — Oh, espera, ¿qué era lo que ibas a decirme antes? - se detuvo mirando de nuevo al primer comandante.

 

Marco abrió la boca un par de veces para contestar, pero finalmente negó con la cabeza.

 

— Nada... No era nada... - murmuró con tristeza, dándose la vuelta para irse, dejando a Ace muy confundido.

 

 

Notas finales:

Qué puedo decir... Adoro el drama y los malentendidos xD

Gracias por leer


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