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7 Formas de decir "Te Quiero" por tashigi94

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Notas del capitulo:

One Piece y sus personajes son propiedad de Eiichiro Oda.

 

Un mes sin actualizar, sorry T.T entre estudios y trabajo apenas tengo tiempo. Espero que les guste el capi!

Ace estaba preocupado. Marco llevaba varios días comportándose de forma extraña con él: le evitaba todo lo posible, apenas le miraba, no le dirigía la palabra y le contestaba con monosílabos si él le hablaba.


— ¿Qué crees que le sucede? – le preguntó a Thatch en voz baja durante la cena al ver como Marco pasaba a su lado sin siquiera mirarlo.


— Ni idea, pero supongo que ya se le pasará – respondió el castaño tranquilamente dando un trago a su cerveza.


Ace no podía evitar sentirse mal. Dolía mucho que el rubio lo ignorase, y no saber ni siquiera el motivo lo inquietaba. Había preguntado a algunos de sus compañeros pero todos se encogían de hombros o le restaban importancia. Para colmo, después se iban a chismear con los demás y se reían por lo bajo mientras señalaban al primer y al segundo comandante. Ace no entendía nada. Incluso le había preguntado a Shirohige, pero este tampoco le había tomado en serio.


— Dramas de adolescentes... ¡Ah, qué hermoso es el amor en la juventud! ¡Gurararara! - se rió el capitán.


 


Esa noche no pudo dormir. Daba vueltas en la cama sin dejar de pensar en Marco hasta que decidió acabar con esa situación. Sabía que el rubio tenía guardia nocturna así que aprovecharía para hablar con él y averiguar por qué lo ignoraba así.


Se levantó de un salto de la cama, ansioso por cumplir su objetivo, pero antes de salir de su camarote se acordó de su revista. Llevaba días sin leerla debido a sus preocupaciones y ahora que por fin iba a hablar con Marco quizás tendría una nueva oportunidad para declararse. Así que tomó la revista, la abrió por la siguiente página, leyó con atención... Y se puso rojo como una amapola, porque decía lo siguiente:


5. Si lo tuyo no son las palabras, tendrás que pasar a la acción. ¡Róbale un beso!”


— Bien, hablaré con él y averiguaré por qué me ha estado evitando estos días... ¡Y luego le besaré! - murmuró para sí mismo alzando el puño con determinación.


 


Ace salió a cubierta. Era una noche tranquila con el cielo despejado y una gran luna llena que lo iluminaba todo. Respiró hondo llenando sus pulmones con la suave brisa marina y se dispuso a buscar a Marco.


El rubio se encontraba ensimismado mirando al mar, con los brazos apoyados en la barandilla del barco y la mirada perdida en algún punto del horizonte. Estaba muy preocupado; desde que, según sus suposiciones, había descubierto que a Ace le gustaba Thatch decidió que lo mejor sería olvidarse de él. Por eso había tratado de evitarlo todo lo posible, pensando que así se lo sacaría de la mente... Pero no funcionaba. Sus sentimientos no desaparecían, incluso se habían fortalecido. Y además sabía que no podría ignorarlo eternamente, al fin y al cabo eran nakamas, viajaban y vivían en el mismo barco.


Se tensó al sentir una presencia a su espalda y al darse la vuelta se topó con el protagonista de sus pensamientos.


— Hola – le saludó Ace con una de sus radiantes sonrisas, y Marco supo que estaba perdido.


— ¿Qué haces aquí? - preguntó secamente, ocultando el torbellino de emociones que el chico le provocaba.


— Quería hablar contigo...


— ¿Sobre qué? - preguntó de nuevo cruzándose de brazos, arrepintiéndose un poco de su actitud al ver la sombra de dolor en los ojos del pelinegro.


Ace se llevó las manos a la espalda, retorciéndolas con nerviosismo pensando en qué decir.


— Quiero saber por qué has estado actuando tan raro estos días... No sé qué problema tienes conmigo, pero no es normal que estés tan distante.


— Ace, yo no...


— No te atrevas a negármelo – le interrumpió — Me has estado esquivando y quiero saber por qué.


Marco desvió la vista hacia el mar y dejó escapar un leve suspiro. No dijo nada, y su silencio estaba poniendo aún más nervioso a Ace.


— ¿Estás enfadado conmigo? - preguntó el menor con un hilo de voz.


El mayor lo miró durante unos segundos sin decir nada. Le partía el corazón verlo tan triste y más sabiendo que él era el culpable.


— No, Ace, no estoy enfadado.


— ¿Entonces qué pasa?


— Es difícil de explicar... - suspiró masajeándose el puente de la nariz.


— Inténtalo – insistió Ace.


Marco tomó aire. Había llegado el momento de disculparse.


— Solo pensé que sería lo mejor para los dos, pero... Me equivoqué – admitió — Lamento haberte hecho sentir mal, y que quede claro que no es culpa tuya y que en ningún momento me he enfadado contigo – insistió — Y además... Quiero que sepas que pase lo que pase, siempre seré amigo tuyo. Y también de Thatch.


Ace se quedó de piedra. No entendía por qué mencionaba a Thatch, pero no le dio importancia. Se sentía tan aliviado e inmensamente feliz por haber arreglado las cosas...


— ¿Tienes algo más que decirme? - preguntó el rubio.


— Sí, aunque... Es complicado – murmuró sintiendo como su corazón empezaba a acelerarse.


— Inténtalo – contestó con una sonrisa.


Ace sabía que esa era una gran oportunidad para declararse, era el momento perfecto así que no quería dejar escapar la ocasión. Recordó el consejo de la revista y decidió ponerlo en práctica.


Respiró hondo armándose de valor y dio un paso hacia el rubio, mirando fijamente sus ojos azules. Con una mano agarró el borde de su camisa púrpura para atraerlo suavemente hacia sí; la otra mano la apoyó en su mentón, sintiendo una corriente eléctrica recorrerle todo el cuerpo en cuanto rozó su cálida piel. Marco parecía muy sorprendido pero no hizo nada por apartarse. Ace sintió su corazón palpitar furiosamente mientras se acercaba más a él, acortando los centímetros que separaban sus labios. Sus narices se tocaron, ya casi había llegado a su boca. Cerró los ojos, y entonces...


Escucharon un ruido, unos pasos sobre la cubierta de madera y Ace se separó rápidamente del mayor.


—¡¿Qué ha sido eso?! - preguntó sobresaltado.


Marco señaló hacia el otro extremo del barco. Thatch había salido a cubierta y caminaba en círculos a varios metros de ellos. Tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta dejando escapar fuertes ronquidos que resonaban por todo el barco.


— Es sonámbulo, siempre se levanta a esta hora – explicó Marco.


— ¿No deberíamos despertarlo? Puede ser peligroso – dijo Ace observando al castaño, que se iba chocando con todo lo que había a su paso.


— No, no es bueno despertarlo en su estado. No te preocupes, no suele meterse en problemas, se da unas vueltas por el barco y luego vuelve a la cama él solo.


El menor asintió no muy convencido y miró al rubio de reojo. De no haber sido por la interrupción, lo habría besado... Y Marco lo iba a permitir. Se sonrojó hasta las orejas solo de pensarlo.


— ¡¡No, Thatch, no hagas eso!! - exclamó Marco.


El castaño había caminado hasta chocar con la barandilla y en vez de retroceder se había subido a ella y... ¡Se había tirado al mar!


— ¡Está dormido, se ahogará! - gritó Ace corriendo hacia él — ¡Tenemos que salvarlo! - exclamó lanzándose tras él.


— ¡Idiota, que tú tampoco puedes nadar! - exclamó Marco intentando detenerlo, pero el pecoso ya había alcanzado el agua.


Marco transformó sus brazos en alas rápidamente y voló hasta sus compañeros. Thatch flotaba boca arriba, aún durmiendo, y Ace intentaba desesperadamente mantenerse a flote agarrado a él. Marco los sujetó a ambos con sus piernas y tiró con fuerza tratando de sacarlos del agua, pero el peso de ambos era demasiado y terminó en el mar él también.


Ace y Marco perdieron pronto sus fuerzas y se hundieron como martillos en el agua.


Por suerte para todos, Thatch despertó en ese instante.


— Mmm, buenos días... - murmuró con voz somnolienta — ¡¿Pero qué hago aquí?! - se preguntó en voz alta sorprendido al encontrarse en el mar.


El brillo de la luna iluminaba las oscuras aguas que lo rodeaban y distinguió dos siluetas humanas que se hundían rápidamente hacia el fondo, dejando una columna de pequeñas burbujas a su paso. Cogió una gran bocanada de aire y se sumergió para sacarlos. Siempre había sido un excelente nadador así que no tuvo problemas con eso, sin embargo no había forma de subir al barco sin ningún punto de apoyo.


— ¡Socorro! ¡Nos ahogamos! - exclamó con todas sus fuerzas mientras buscaba desesperadamente alguna manera de trepar al barco.


Con cada brazo sostenía los cuerpos inconscientes de Marco y Ace, mientras que con las piernas pataleaba con fuerza para mantenerse a flote los tres. Era complicado aguantar él solo con el peso de todos y sabía que no podría aguantar mucho tiempo así. Siguió gritando pidiendo auxilio durante unos minutos que se le hicieron eternos, hasta que alguien se asomó desde la cubierta del barco. Era Izo. Llevaba un fino camisón de dormir, el pelo recogido y la cara libre de maquillaje.


— ¿Qué pasa aquí? ¿Quién demonios hace tanto ruido? - preguntó molesto por su sueño interrumpido.


— ¡Izo! ¡Gracias a dios! ¡Ayúdanos, rápido! - exclamó Thatch.


El pelinegro esbozó una leve sonrisa y los observó detenidamente apoyando la mejilla en su mano y los codos en la baranda de madera.


— Oigan, me parece bien que se den un baño nocturno, pero que sea en silencio. Algunos tenemos el sueño ligero – añadió cubriéndose la boca con la mano para tapar un bostezo.


— ¡Izo, no es momento para tus jueguecitos! ¡Ayúdanos o nos ahogaremos! - protestó Thatch.


— Vale... Pero a cambio tendrás que darme un beso~


— ¡¡¿QUÉEE?!!


— Es broma, es broma – se rió entre dientes. No, no era una broma. Ya buscaría la forma de cobrarse ese beso...


Dejó caer la escalerilla del barco y Thatch nadó hasta ella rápidamente. Sujetó a Ace con un brazo y se echó a Marco sobre un hombro para tener una mano libre con la que escalar.


Al llegar arriba dejó a sus compañeros en el piso y ambos empezaron a escupir agua.


— ¿Qué... Qué ha pasado? - preguntó primero el rubio mientras se incorporaba.


— Os estabais ahogando, no sé cómo habréis llegado hasta ahí... – explicó Thatch — Por suerte estaba yo para salvaros ¡No sé qué haríais sin mí! - dijo sonriendo orgullosamente.


Marco y Ace le dedicaron una mirada asesina al recordar lo que había pasado.


— ¿Qué pasa? - preguntó Thatch sin entender su enfado — ¿Acaso no vais a darme las gracias?


— ¡¡¡Todo ha sido por tu jodida culpa!!! - gritaron ambos al unísono mientras le daban un golpe en la cabeza.


Los tres comenzaron a discutir. Izo no pudo evitar reírse al verlos. “Todo vuelve por fin a la normalidad” pensó regresando a su camarote.


 

Notas finales:

Gracias por leer, saludos <3


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