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Te quiero, te odio, ego te absolvo por Samu

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Notas del capitulo:

Bueno, he aquiel nuevo capitulo. DEJADME REVIEWS K SINO NO SIGO ESCRIBIENDO XD

K NO SE SI LEE EL FIC xD

Espero que os guste

En un minuto la tele estaba recogida, la cama en su sitio y todos los chicos metidos en el armario. Naruto se acostó en la cama haciéndose el dormido mientras que Kiba abría la puerta.

-¿Qué es lo que está pasado aquí? –dijo el padre Eustaquio, el cual penetró en la estancia sin pedir permiso tan siquiera.

-¿A qué se refiere padre ? –preguntó Kiba.

-No te hagas el tonto conmigo muchacho, he estado llamando a todas las puertas y la única de la que provenía algún sonido era esta así que venga, ¿Qué esta pasando?-.

-No se de que me habla en serio. Aquí solo estamos Naruto y yo-.

Tras echar un último vistazo y ver que el otro compañero estaba dormido se marchó –Más vale que sea verdad… a saber que cosas pecaminosas haríais-.

Todos los chicos aguardaron unos minutos a que los sonidos del cura desaparecieran. Y cuando así ocurrió todos en silencio se fueron a sus respectivas habitaciones.

-Vaya, ¿Te lo pasaste bien? –le preguntó Kiba mientras se reía aunque no obtuvo respuesta de Naruto pues te había caído KO en la cama.

 

Los días pasaron rápidamente como las hojas de un libro aunque siempre seguían la misma rutina: Levantarse, lavarse, vestirse e ir a las clases, aunque la rutina por fín se rompería en un día que Naruto recordaría siempre.

El día estaba yendo bastante bien, no hubo movidas con Sasuke, al que ni siquiera vio, lo cual mejoro aún más el día.

Naruto, Kiba y Hinata estaban saliendo de la clase de Geografía cuando llamaron al rubio por megafonía para que fuera al despecho del director. Algo asustado Naruto se dirigió hacía allí sin saber porque le habían llamado.

Llamó un par de veces a la puerta del despacho. Unos segundos después el director le indicó que podía entrar.

-Señor Uzumaki siéntese por favor- le indicó mientras que él terminaba de ordenar unas carpetas.

En el despacho captó el débil olor a puro mezclado con un olor a whisky, el cual se encontraba sobre una mesa junto a la ventana.

-¿Para qué quería verme? –preguntó tímidamente el rubio.

-Verá… - comenzó a hablar mientras que Naruto le escuchaba atónito. Cuando terminó unas lágrimas asomaron en los ojos del rubio, quien pidió permiso para marchase y tras concedérselo salió del despacho con la cara bañada en lágrimas.

El sonido de sus leves llantos inundó los pasillos que ahora se encontraban vacíos. Sin intención alguna de entrar en clase se dirigió al pequeño parque que había entre las dos alas del edificio. Se sentó bajo un árbol y observó en silenció como poco a poco las sombras cubrían las verde hierba.

A su mente acudió una vez más el momento en que el director se lo contó.

 

-Verá, no sabría como decírselo, para mí… su padre fue un gran amigo y… bueno, no me andaré con rodeos- Cuando aquél hombre pronunció las temidas palabras fue como si lentamente los pilares que sostenían la vida del muchacho se destruyeran en mil pedazos –Su padre ha… muerto hoy, a primera hora de la mañana en un accidente de coche-.

-¿Cómo?- había dicho Naruto con el rostro destrozado.

-Lo siento mucho, le acompaño en el sentimiento. Tómese el resto del día libre. Todas nuestras plegarias irán dirigidas a su padre-.

-¿Puedo… marcharme? –preguntó Naruto con las lágrimas cayendo por sus mejillas.

-Por supuesto –respondió el director abriéndole la puerta.

 

Naruto estuvo así, metido en su mundo, ajeno a todo lo demás hasta que unos brazos lo rodearon –Tío, ¿Qué es lo que pasa? Te hemos visto a través del cristal aquí sentado así –le dijo Kiba, junto a él estaba Hinata.

-¿Qué… te ha pasado Naruto? –le preguntó ella.

-Mi padre… ha muerto –contestó Naruto entre sollozos.

-Oh… yo… lo siento Naruto –contestó Hinata abrazándolo también.

-Tío, perdona, no lo sabía –dijo Kiba abrazándolo también.

-Da igual –contestó el rubio para tranquilizarlos.

-¿Y qué vas a hacer? –le preguntó de nuevo Kiba.

-¿A qué te refieres?-.

-Pues… si vas a ir a… -Kiba calló durante unos instantes intentando que lo que siguiera no fuera demasiado fuerte – verle hoy o... -.

-¿Verle? – contestó Naruto con los ojos llenos de lágrimas.

 

De repente unas risas interrumpieron la conversación. Parecía que había tocado la sirena y ya todos estaban en el patio aunque habían estado tan inmersos en el problema del rubio que ninguno se dio cuenta.

-Vaya vaya, así que el maricón de Naruto esta llorando ¿eh? ¿Qué pasa que ya no te echan más polvos o que? –se rió Sasuke de él mientras que Naruto no podía parar de llorar.

<Plaf>

Una torta en la cara del moreno hizo que se callara –Cállate gilipollas sino quieres quedarte sin huevos –dijo Hinata aún con la mano en alto.

Se acercó de nuevo a Naruto y se lo llevo junto con Kiba para que nadie les molestara.

Sasuke observó como se marchaban en silencio mientras aún se acariciaba la mejilla enrojecida.

Kiba, Naruto y Hinata estuvieron juntos durante el resto del día aunque Naruto no

pronunció una sola palabra.  

Al caer el sol Hinata se fue dejando solos a Kiba y Naruto, quienes siguieron en silencio observando como el sol se ocultaba lentamente tras el fondo montañoso.

Se encontraban sentados en un banco debajo de un árbol el cual les proporcionaba sombra, haciendo que poco a poco el frío calara sus huesos.

Sasuke se encontraba paseando por el parque cuando los observó, se acercó sin saber él mismo cuales eran sus intenciones, se detuvo tras el árbol silenciosamente escuchando la conversación que mantenían Kiba y Naruto.

-¿Sabes? Ya que… has… sufrido una pérdida tan importante sea hora de que te cuente algo sobre mí –le dijo Kiba –Aunque no es agradable, te lo aseguro –Le previno.

-¿De qué se trata? –dijo Naruto lentamente, como si cada palabra le pesara una tonelada.

-Verás, yo al principio tenía un padre y una madre como todas las familias. Iba a un instituto público y siempre que volvía a mi casa el olor de la cena preparada por mi madre me llegaba incluso antes de que entrara en mi casa. Fue un día de Noviembre, no sabría bien decirte que día fue pero el hecho es que al volver no me llegó ningún olor. Aquél día había amanecido lloviendo, y siguió haciéndolo durante todo el día como si fuera un preludio de la tragedia que estaba apunto de suceder –Hizo una pequeña pausa y cerró los ojos, de los cuales escapó una pequeña lágrima que acarició su mejilla hasta caer finalmente al verde césped –Cuando entré en mi casa las luces estaban apagadas. Observé que todo estaba tirado por los suelos y me asusté aún más. Distinguí una silueta junto a la entrada del dormitorio de mis padres. Como es lógico me asusté pero pensé que si le había hecho daño a mis padres lo pagaría. Me acerqué  a la cocina y cogí un cuchillo como arma de defensa, allí también estaba todo tirado por los suelos.

Salí lentamente de la cocina y me dirigí hacía el dormitorio de mis padres, la persona que estuviera antes ahí ahora no estaba. Por un momento note una extraña tranquilidad en mi interior pero no duró mucho pues de pronto escuché un leve gimoteo. Alguien lloraba. Rápidamente me dirigí  hacía la habitación y vi que el hombre estaba sobre la cama llorando tendido junto a algo, aunque debido a la oscuridad no llegué a distinguirlo demasiado bien, la cosa es que me lancé contra él intentando atacarle con el cuchillo pero no conseguí absolutamente nada, me tiró contra la pared y en el golpe choqué contra el interruptor, haciendo que las luces se encendieran. En aquel preciso instante noté como el si mi corazón dejara de latir sin ninguna excusa aparente. ¿Sabes quien era? Mi padre… -De nuevo hizo una pausa aunque esta más corta –Al verle me temí lo peor. Miré hacía la cama y observé como el cuerpo inerte de mi madre reposaba sobre ella. Cegado por la ira simplemente cogí el cuchillo y me lancé sobre él. A partir de ahí no recuerdo nada más, solo que no me hicieron daño alguno pues consideraron aquello como un acto de defensa así que acabaron mandándome aquí. Según me dijeron los psicólogos no recuerdo esa parte porque mi mente la bloqueó o no se qué –Dijo Kiba concluyendo su relato.

Naruto le observó en silenció sin saber bien que decir, Kiba a su vez le observo también, las lágrimas habían desaparecido cambiadas por una cara… no se podría expresar con palabras… podríamos decir que su cara era como el reflejo de un día nublado en el que se notaba que no iba a dejar pasar la luz del sol.

-Vaya… no sabía nada de eso. Yo… lo siento –dijo Naruto tan bajito que el otro a penas le oyó.

-No importa, te lo he contado para que veas que… aunque parezca que el mundo se ha derrumbado aún hay una esperanza. Esperanza de que  si bien creas que el mundo se ha detenido no es así, de que, ya sea antes o después, lo superaras-.

Sasuke aún oculto tras el árbol se levantó en silenció y se alejo de allí.

-Bueno, aquí todo el mundo tiene una historia secreta que contar, porque casi todos, por no decir todos, los que estamos aquí ha sufrido alguna situación fuera de lo normal. El casi son “los populares”, ¿Qué sabes por qué son llamados así?–. Naruto negó a modo de contestación –Bien, son llamados así porque son los únicos o que tienen padres o que nunca han sufrido algún… trato extraño. Simplemente están aquí pues porque sus padres no tienen muchas ganas de verles el pelo y para gastarse el menor dinero posible pues los tienen aquí metidos todo el año-.

-Vaya… y yo que creía que había tenido una vida difícil –susurró el rubio -¿Y entonces? ¿Qué le paso a Gaara para qué todo el mundo le tenga tanto miedo? –preguntó una vez más Naruto con gesto intrigado, parecía que por fin había conseguido alejarlo de pensamientos tan tristes, ya tendría bastante sufrimiento en los siguientes días.

-Pues… oye ya casi a  anochecido, volvamos al interior o sino cerraran las puertas y luego no podremos entrar –dijo rápidamente Kiba mientras cogía del brazo a Naruto tirando de él hacía la entrada.

 

Una vez en el interior se dirigieron hacía el comedor, donde todos esperaban a Naruto para cenar todos juntos. Este cogió su bandeja y fue pasando por la pasarela mientras le echaban la comida.

Al sentarse todos le fueron saludando uno por uno y diciéndole que lo sentían mucho y cosas por el estilo, Naruto se lo agradeció bastante. Comieron y le hicieron reír para que se olvidara de sus pesares.

Al terminar la cena se despidieron unos de otros y cada uno se fue a su respectiva habitación. Cuando entraron Naruto se percató de que no se había duchado aún, una vez más por la mañana se había quedado dormido y no había tenido tiempo de ducharse a la vez que Kiba.

-Voy a ducharme ¿vale? –anunció Naruto mientras cogía sus prendas y una toalla.

-Esta bien. Hasta luego –le contestó Kiba, quien se sentía algo más feliz. Parecía que por fin a Naruto ya se le había pasado la melancolía.

Al entrar en las duchas Naruto observó que, como siempre estaban vacías, algo que no le gustaba. Siempre tenía que ser el último en ducharse.

Se desnudó, y dejó sus ropas junto a la ducha mientras que colocaba la toalla en el muro.

Abrió el grifo y se dejó llevar. Dentro de poco tendría que decidir que haría con su padre. No, mejor no pensar en aquello hasta que llegara el momento, su padre no habría querido que estuviera triste.

De nuevo la puerta de la entrada  alas duchas se abrió. Naruto se giró y observó como entraba el único chico que no hubiera querido ver en aquellos momentos.

Sasuke se puso un par de duchas separado a la del rubio, quien continuó mirando hacía el frente sin saber que hacer y sonrojándose sin razón aparente. Naruto atribuyó el sonrojo a la temperatura que había allí, que poco a poco aumentaba.

El moreno terminó antes que Naruto, quien hacía tiempo para no tener que salir a la par que él.

Sasuke se vistió y cogió sus cosas. Cuando pasó junto a la ducha de Naruto le miró fijamente. El rubio correspondió su mirada.

-Siento lo de tu padre –dijo Sasuke. Lentamente salió de los vestuarios seguido por los ojos de Naruto, quien no se podía creer que lo que acababa de pasar. ¿Sasuke diciéndole que sentía lo de su padre?

Al salir de las duchas se dirigió a su habitación con intención de contárselo a su compañero pero finalmente no se lo contó y verdaderamente no supo el porque de aquello pero algo le dijo en su interior que sería mejor callárselo por el momento.

 

A la mañana siguiente consiguió levantarse temprano, tan temprano que le dio tiempo a hacer la colada, ha ducharse e incluso a vestirse tranquilamente. Naruto parecía estar totalmente recuperado lo cual, a su vez, alegraba también a su gran amigo.

Kiba y él se dirigieron a la primera clase de aquella mañana, Biología. Kiba ese día se sentó junto a Hinata, quien se sonrojo al verle tan cerca suya.

Cuando comenzó la clase comenzó y Naruto ya pensaba que nadie se sentaría junto a él, alguien lo hizo.

Gaara colocó sus libros sobre la mesa. Observó al rubio como pidiéndole permiso para sentarse. Naruto se lo concedió y el otro se sentó rápidamente como impaciente por gozar de su compañía.

Al comienzo de la clase no hablaron absolutamente nada pero cuando Itachi les dijo que se pusieran a hacer las actividades comenzaron a hablar bajito.

-Oye… ¿Te puedo preguntar una cosa? –dijo Naruto.

-¿Qué?-.

-¿Por qué estás aquí? –le preguntó algo temeroso de la respuesta que estaba por recibir. Aquello era meterse donde no le llamaban. No tenía tanta confianza con el otro como para preguntarle algo así, pero por probar no pasa nada ¿no?

-¿Por qué lo preguntas? –le respondió Gaara sin levantar la vista del papel.

-Pues… es que me dijeron que casi todos los que están aquí o no tienen padres o les ha pasado algo realmente grave-. En aquél preciso instante sonó la sirena. Gaara, en silenció, recogió sus cosas y se marchó sin decir palabra alguna. Naruto le observó preguntándose que hecho tan terrible tuvo que sucederle para que de repente se hubiera marchado así.

Las siguientes clases pasaron lentamente haciendo sufrir a Naruto pues él quería enterarse de que era eso tan terrible que le había pasado a Gaara.

Cuando por fin sonó la sirena indicándoles a todos que podían salir, Naruto fue el primero en hacerlo. Le busco por el parque, por la pista… pero nada. No daba con él, así que finalmente se decidió a abandonar la búsqueda, ya le encontraría en el comedor.

Entró en el servició y justo cuando se disponía a orinar escucho un sonido, un jadeo.

Las puertas de los servicios individuales estaban cerradas. Así que se fue apoyando de una en una intentando escuchar lo que había al otro lado.

Cuando por fin llegó a la puerta acertada lentamente la abrió y descubrió en su interior al pelirrojo, el cual estaba apoyado contra la pared intentando contener las lágrimas.

  
Notas finales:

Es posible que tarde un poco "mas" en actualizar proque toy de examenes y eso asi k... de todas maneras hare loq ue peuda

Dew


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