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Victor Frankenstain por Mariela

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CAPITULO 2

-¡No, por favor no, señor!-supliqué, al ver como todos mis libros y mis cuadernos eran lanzados al fuego.

-¡Rata despreciable! ¡¿Con qué quieres irte?! ¡Tú me perteneces!-dijo el maestro de ceremonias, pateandome cuando intenté salvar algunas hojas del fuego-Estoy harto de estos libros. Le perteneces al circo. ¡Quemalos todos!

El hombre fuerte obedeció y lanzó el resto de mis libros al fuego, para luego romper mis notas frente a mis ojos y arrojarlas también.

-¡No por favor, es todo lo que tengo! ¡Noo!-intenté nuevamente  recogerlas, pero fui bruscamente detenido.

-Que esto te sirva de lección, fenómeno.

Ni siquiera presté atención a sus palabras, mis ojos estaban puestos en todo aquello que había representado mi vida,  quemandose al calor de las llamas, y no pude evitar derramar un par de lágrimas de desesperación. El hombre que se hacía llamar mi dueño me arrastró entonces hasta la jaula de leones, y la abrió procurando no despertarlos.

-¡Entra ahí!-dijo, colocando el candado de nuevo.

Tomó su bastón y se dio la vuelta para marcharse.

-¡Espere! ¿Sabe que paso con Lorelei?

Él se detuvo.

-¿Buscabas romance, verdad? Seguramente morirá, lo sabes. Esos médicos inútiles y sus sucios hospitales, jajaja-golpeó los barrotes y se marchó.

No pude más que encogerme en la esquina de la jaula, no dejaba de pensar en Lorelei y en sí sobreviviría. Estaba muy preocupado por ella, sólo podía pensar en las palabras del director, ¿y  sí moría? ¿Y sí los médicos no lograban salvarla o no querían hacerlo? No podría soportar la idea de perderla para siempre, pensé en que incluso si no estaba a su lado, bastaría con saberla viva y feliz. No deseaba nada más.

Ella había sido más que el centro de mi admiración, había sido como un sol en mi negra soledad, una flor que hacía de mis días más alegres, y sobretodo, una fuente de inspiración y amor para mi vida. Creía firmemente que no existía un ser tan mágnifico como ella, habría dado lo que fuera sólo para verla sonreír o para verla volar como todas las noches, lo habría dado todo por verla de nuevo.

Pero como mencioné anteriormente, en ese entonces era tan ingenuo e ignorante del mundo exterior al  circo y a causa de eso, la luz me deslumbró y me impidió ver aquello que en verdad quería. Aquello que en verdad me necesitaba.

El sonido del metal rozandose me hizo voltear hacía el candado y mis ojos se abrieron con sorpresa al ver quién intentaba abrirlo.

-¡¿Qué está haciendo?!

-Un imán muy potente, por lo general funciona-respondió sin mirarme.

Contrario a lo que se podría pensar, sus intenciones en lugar de alegrarme sólo lograron preocuparme, y no era para menos. Si el director lo descubría me golpearía o algo peor, no quería ni imaginarlo siquiera.

-¡No, señor! ¡Usted no sabe lo que me hará!-dije desesperado, pero él no se inmutó ante mi desesperación.

-¿No lo sé?

-¡No puedo irme!

-Claro que si.

-¡No! Le pertenesco.

-Escuchame-al fin me miró, sus ojos azules parecieron brillar a la luz de la luna  con una gran  determinación y una gran seguridad reflejandose en ellos. Pero habia algo más, algo que en ese momento no supe interpretar e ignore delideradamente sin saber las consecuencias.

A veces me pregunto, qué hubiera pasado de haber desifrado ese "algo" en su mirar, sí habría cambiado lo que paso o quizás, todo habría sido tal y como fue. Nunca podré saberlo, pero no es como sí lo deseara. De una u otra forma, toda pena y sacrificio valió la pena.

-Vales más que esto, puedes tener más que esto. Te sacaré de aquí, pero debes confiar en mi, ¿de acuerdo?

Sus palabras me sacaron de mis pensamientos, habian sonado tan sinceras que en serio creí en ellas. De verdad creí que valía más, que podía ser más que un simple payaso, que incluso podría tener una vida normal como las personas que visitaban el circo, y que podría estar con Lorelei sin temor a su rechazo o a no ser digno de ella. Ese hombre me había dado lo que nadie más me habia permitido sentir nunca: esperanza.

-¡Oiga!-el grito del maestro del ceremonias nos hizo voltear, habia salido de su camerino y se dirigía hacía nosotros con una mirada furiosa.

-Decide ahora o pasarás aquí el resto de tus días-dijo, apresurandose en abrir el candado.

-¡¿Qué cree que hace?! ¡Alejese de esa jaula! ¡¿Qué no me oye?! ¡Oiga!

Volví mi mirada hacia él y supe que sólo había una decisión viable.

-¡Ya, abrala!

Él embozó una suave sonrisa y abrió la jaula.

-¡Sal!

Obedecí y salté de la jaula, miré hacia ambos lados en busca de alguno de mis compañeros y al confirmar que no habia nadie cerca, comencé a correr en sentido contrario al director, mirando constantemente hacia atrás en busca de mi salvador ya que él no estaba corriendo.

-¡Detengase! ¡Es propiedad del circo!

El hombre  se quitó el sombrero y caminó hacía él con una sonrisa.

-La cuestión es que...-se impulsó con la jaula y lo golpeó.

La elegancia con la que se habia movido no me había permitido despegar los ojos de él, casi tropecé de lo fascinado que estaba y me sentí un tonto por eso. Era increíble lo fácil que podía perder la concentración a su lado y no sabía porque.

-¡Nos está robando!-comenzó a gritar el director-¡El jorobado, él me atacó y robó el circo! ¡Atrapenlo!

Mis compañeros, al menos los que escucharon los gritos, tuvieron que dejar de lado sus funciones y comenzar a perseguirme, reaccioné de inmediato y seguí corriendo a toda velocidad, abriendome paso entre la gente. Era difícil para mi correr rápido, mi postura natural no me lo permitía, pero me esforzaba por hacerlo.

-¡Vamos, que no escape!

En ese momento no pude evitar voltear hacía el hombre que me habia liberado, me sorpredí al darme cuenta que él también me miraba y a causa de eso, casi se quema con las llamas que escupió el malabarista. Pero fue rápido y se deslizó por debajo, derrapando en la tierra para esquivar el fuego.

Sonreí asombrado y esa pequeña distracción casi me cuesta la vida, pues el "hombre puñales" me lanzó un cuchillo que por poco me perfora el cráneo. Afortunadamente para mí, falló y el cuchillo se enterró en la pared a unos centímetros de mi rostro.

-Wow-exclamó mi salvador aun en el suelo.

Parecía sorprendido por la puntería del "hombre puñales", y no era para menos, por algo él era uno de las atracciones más populares del circo.

Desgraciadamente, en esa ocasión no estaba dirigiendo sus cuchillos hacía la rueda giratoria, sino hacía mi y ya se preparaba para lanzar otro que esta vez diera en el blanco.

-¡No te atrevas!

Su grito logró desvíar la atención de mi colega y me dio la oportunidad perfecta de tomar el cuchillo que me habia lanzado y regresarselo. Por supuesto que yo no era bueno en eso, y por lo tanto, lo único que conseguí fue destruir la botella a su lado.

El hombre que me había salvado aprovechó y corrió a golpearlo, para luego volver su mirada hacía mí.

-¡Corre!

No necesité que lo repitiera dos veces y comencé a correr. Él, por su parte, derribó al ayudante del "hombre puñal", le quitó la antorcha que sostenía, y me siguió, deteniendose un momento para lanzar la antorcha hacía donde había derramado el vino con el puñal y prendiendole fuego.

Esto asustó a la gente, por lo que el caos que se generó nos hizo más difícil el escape. Con tantas personas corriendo de un lado a otro nos ocultamos en la casa de los espejos, y fue ahí donde nos alcanzaron.

-Jajaja-rió el hombre que nos encontró-Los tengo.

-¡¿Qué haremos?!-pregunté aterrado-¡¿Qué haremos ahora?!

Él no me respondió, en cambio, tomó la lámpara a su lado y la apagó, logrando que nuestra imagen se reflejara en el vidrió frente a nosotros. Al principio, no entendía lo que quería hacer, pero cuando un cuchillo pasó a nuestro lado y se impactó en mi compañero de circo, lo comprendí todo. Los había engañado con el reflejo en el vidrio.

No perdimos tiempo y retomamos nuestra huída, pasando por encima del cádaver y entrando a la función de caballos.

-¿Cómo salimos de aquí?-me preguntó-Tú conoces bien este lugar, ¿cómo?

Al final, logramos escapar por una alcantarilla.

-Ya no estoy en el circo-murmuré incredulo.

Todo parecía tan irreal para mí, estaba fuera del circo, lejos y en la ciudad, aunque era de noche y no podía apreciarla correctamente.

-¿Qué?-me miró y luego al circo-Pues excelente. Vamonos-dijo comenzando a caminar.

-Jamás habia estado fuera del circo señor-lo seguí.

Caminamos por un par de horas más hasta llegar a una gran mansión que al parecer, era suya. Abrió la puerta y entró para encender las lámparas.

-Abre los ojos, cierra la puerta y abrigos fuera.

Obedecí sus indicaciones, pero cuando iba a quitarme el abrigo las luces se encendieron y pude ver con claridad el lugar. Era enorme comparado con donde habia estado viviendo toda mi vida y tenía muchos instrumentos cientifícos repartidos en varias mesas.

-Dije que abrigos fuera-recordó, pasando junto a mi-Yo me voy a poner algo un poco más...cómodo.

No entendí a que se refería, pero no quise preguntar. Me quité el abrigo y me acerqué a ver sus instrumentos químicos, mientras él desaparecía en los pasillos.

Al poco tiempo lo ví volver con herramientas extrañas en sus manos y una faja métalica en el torso.

-¿E-eso para qué?-pregunté asustado.

-Tenemos un asunto pendiente.

-No, no. ¡¿Qué es lo que me va a hacer?!

Retrocedí ante su avance y su sonrisa siniestra. Empecé a arrepentirme de haber seguido a un extraño hasta su casa.

-No te voy a hacer nada-se puso de cunclillas y deslizó un balde hacía mi-No te preocupes. Mira.

Me acerqué para observar dentro del balde y aprovechó para retenerme del brazo.

-Esto te va a doler sólo un poco.

-¡¿Qué?!

Entonces, me empujó contra el pilar más cercano y me puso de espaldas para romper mi camisa.

-¡¿Qué estás haciendome?!

-Escuchame. Tú-no-eres-un jorobado.

-¡¿Qué?!

Y enterró la aguja de su instrumento en mi joroba.

-¡Aahh! Dios-el dolor fue intenso.

-No, no lo eres, en realidad tú...tienes un acceso que...genera acumulación de líquido-decía, jalando el líquido con la jeringa-Una gran bolsa de líquido.

-¡Duele, duele!

Apreté los ojos y me aferré al pilar con toda mi fuerza, tratando de soportar el dolor.

-Imagino que sí, pero no sabes cuántas veces he oído eso.

Apenas terminó de decirlo, tomó el otro extremo de la manguera que estaba conectada a la jeringa y succionó el líquido, para luego escupirlo al balde y poner la manguera ahí.

-Ooh, mira el tamaño de esta cosa, parece que no se ha tratado en unos 18 años, pero, la buena noticia es que seguramente se  puede recuperar.

Dijo, pero con el intenso dolor que estaba sintiendo no preste mucha atención a sus palabras.

-Tres...dos...uno. La voy a sacar-me susurró al oído.

Cuando la aguja salió sentí, por unos breves momentos, un tremendo dolor que se disipó tan rápido como había llegado, lo cual fue un alivio para mi. Al volverme hacía él, lo ví tomar el balde y caminar a la ventana.

-¡Cuidado abajo!-dijo, arrojando el líquido.

Luego, respiró hondo doblandose y recargandose sobre sus rodillas, y me miró con una sonrisa.

-Bueno, lo sencillo fue eso.

-¡¿Lo sencillo?! ¡Pero...

No tuve tiempo de protestar, corrió hacía mi y me estrelló bruscamente contra la pared, enderezando mi postura en el proceso. Mis huesos crujieron y solte un grito de dolor, todo el cuerpo me dolía horrores.

-¿Estas bien?-preguntó, volteandome para que mi rostro quedara contra el pilar.

-¡No!

Me empujó una vez más, pero esta vez me sujeto de los hombros y tiró de ellos para enderezarlos, el dolor se incremento.

-Ahora escucha, tus músculos, tus huesos, todo tu sistema esqueletico lucharan para reestablecerse y regresarte a tu antigua, orgullosa y elegante postura encorbada de los últimos 18 años-decía, mientras me ponía la faja-Así que, por el momento amigo, tendrás que usar esta maravillosa faja especial, que yo mismo diseñé, para evitarlo.

Cuando terminó de ponermela, me giró hacía él y me vio orgulloso de su trabajo. Yo, por otro lado no podía creer lo que estaba sucediedo.

-Estoy de pie...

-Eso es bastante obvio. Oye, ¿no subestime tu inteligencia, verdad?

-¡No, no! Es sólo que no estoy en el circo y ahora estoy de pie.

-Ya lo dijiste. Bien, la biblioteca y el estudio estan por allá, la cocina por allá, mi habitación a la izquierda, la tuya a la derecha, hay un calentador y jabón ahí  dentro y te recomiendo que los uses para que tu cabello se vea más...ejem, decente-insconcientemente me llevé una mano a la cabeza mientras él abría una puerta en el suelo-Estaré en el sótano toda la noche porque mañana tengo que ir a la escuela, pero sientete como en casa y no toques nada.

Me disponía a ir a la que se supone era mi habitación cuando él volvió a llamarme, asomando la cabeza por la puerta.

-¡Oh, oh! Por cierto, tenía pues, un compañero, se hace llamar Igor Strausman, la morfina lo engancho, es un idiota y mentiroso. Por fortuna, casi-jamás-viene, entonces, sí alguien cuestiona tu precensia aquí sólo dirás que tú eres él, si.

-Y me llamo Igor.

-Mucho gusto-y cerró la puerta.

Ese momento, en que todo parecía tan irreal y perfecto, no sabía que nuestra historia apenas comenzaba....

Notas finales:

WAAAAA segundo cap recién salido del horno! Espero que les haya gustado, fue algo cortito y todo, pero bueno, considare escribir más la próxima vez.

Jejeje comenten para saber su opnion, ¡hasta la próxima!


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