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Rehabilitación/Creek por javithabadeer

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Ingresó en la habitación, llevaba entre las manos una bolsa plástica con agua, la había cerrado con un nudo arriba. La dejó sobre su pie cerca de su tobillo para ayudar a su hinchazón la cual cada vez estaba peor. El líquido estaba bastante helado, debía ser agua de vertiente. Agradeció el gesto, este tomó asiento en la silla que seguía en el mismo lugar. Sacó del bolsillo de su chaqueta unas cuantas galletas, le entregó algunas llevándose una a la boca. Durante largos minutos permanecieron en silencio, el sonido de las galletas siendo trituradas era lo único que había. 

—¿Por qué mi hermana? —Quiso saber de nuevo.

Alzó la mirada de sus manos, Craig lo cuidaba con diligencia y era amable, cuanto podía serlo. Se había cambiado de ropa, le quedaba más ancha por ser de su abuelo, pero algo era algo. Sus cabellos negros caían espesos por su cabeza, contrastando su piel trigueña. Tomó aire para responder. 

—Tricia fue muy amable conmigo, ella se confesó y no pude decirle que no... le debo demasiado a tu familia. 

—Entonces... ¿No la amas? ¿Alguna vez ustedes...?

—No hemos pasado de los besos, aún es menor de edad y dudo que pudiera tocarla de esa manera. La quiero, pero no de manera romántica. Lo lamento, quise creer que podría dejar el pasado atrás, pero ella era una versión femenina de ti. 

—Jugaste con mi hermana. ¿Cómo pudiste hacer eso? 

—Me sentía solo, ¿Si? mis padres no podían verme, estaba saliendo de un horrible lugar... ella me entregó amabilidad, ¿Qué querías que hiciera? 

—Ser sincero. Desde un inicio. —Respondió con molestia. —No debiste dejar que me fuera.

—Tricia pensó que era lo mejor para ti, le di la razón, quedarte no te traería nada bueno... te habrías hundido por mi culpa. 

—¡Te habría salvado!  —Alzó la voz mirando su rostro. 

Se quedó en silencio luego de eso, Craig se marchó de la habitación con un deje de molestia. Se sentía responsable de lo que le había pasado, él podía imaginar las cosas le habían hecho en aquel lugar por como había actuado en la clínica. Su cuerpo estaba lleno de marcas, cicatrices que demostraban lo muy mal que lo habían tratado para "sanar" su histeria. Cerró los ojos con un suspiro, estaba cansado de no hacer nada, quería ponerse de pie, pero era imposible, realizar el más mínimo movimiento provocaba mucho dolor. El sol había vuelto a salir, la luz ingresaba por la ventana, Craig había abierto la ventana dejando al aire entrar. Era fresco y un poco helado, pero lo sentía aliviador. Miró los dedos de su pie, intentó moverlos, pero el dolor lo llenaba, subía por su columna en un enorme mensaje de "NO MUEVAS EL PUTO PIE".

Estaban sólo en silencio, la noche había caído y las velas alumbraban el lugar junto con la luna que dejaba entrar su luz por la ventana de cortinas corridas. Craig estaba sentado en su silla mirando hacia afuera, dos días en los que había estado cuidando a Tweek, llevándole comida, ayudándole a ir al baño, se sentía mal por él, sufría en silencio los fierros, lo sabía, pero no se quejaba, sabía que hacerlo significaba volver. Su miedo a lugares como hospitales y derivados era enorme, había visto unas cicatrices en su espalda cuando le ayudaba a desvestirse, ¿Eran recuerdos de aquel lugar? 

—¿Craig? 

Lo miró de reojo, no le había permitido hablar mucho en esos días y  se había molestado con él en la tarde cuando había dicho que sólo había estado con su hermana porque se parecían. 

—¿Qué pasa?

—Háblame de tu vida en Canadá, ¿Si cazaste focas? 

 Sonrió por su pregunta de manera involuntaria, negó con la cabeza levemente mientras volvía a fijar su vista hacia afuera. Su vida en Canadá no había sido mejor que en South Park, había tenido opciones, sí, pero ¿A qué costo? Después de todo, debía trabajar y estudiar, era todo lo que hacía cada día hasta la actualidad, ¿A eso se le podría llamar vida? ¿Para eso se había esforzado tanto? Para un trabajo aburrido, salarios normales y una vida plana sin emociones. Ahora que lo analizaba... Tweek había tenido algo mucho mejor que él y se había quedado en South Park. 

—No, no llegué a eso. Estudie y trabaje todo el tiempo, así que no hay nada que pueda contar. Realmente sólo hice lo que debía hacer.  

—Pero cumpliste tu sueño. Un título y un trabajo estable fuera de este agujero. —Comentó Tweek con una leve sonrisa en los labios. 

¿Era su sueñe ese? No, su sueño había sido conseguir un buen empleo para tener dinero para ambos, su futuro había sido planeado para los dos, no sólo para él... Tweek, él faltaba en su sueño. Ahora entendía porque todo era plano, le había falta una pieza, pero ahora la pieza parecía no encajar en su rompecabeza. 

—Tu cumpliste el tuyo, ¿No? te va bien en la pastelería. 

—Si, disfruto mucho haciéndolo. Muchas veces quise enviarte pasteles... pero cada vez que estaba por enviarlos me devolvía y me los comía yo. ¿No es gracioso?  —Lo miró de reojo, el rubio hablaba sin emociones, pero de sus ojos caían lágrimas. —Además llegarían ya malos a Canadá, ¿No? que estúpida idea tenía... 

Sintió su corazón estrujarse, se sentó en la cama y lo rodeó con sus brazos. Acarició sus cabellos con suavidad,  sintió como lo abrazaba con sus delgados brazos y lloraba sin contención sobre su pecho. ¿Por qué todo debía ser tan difícil? ¿Por qué no pudieron ser felices desde un principio? Quería que estuviera en su vida de nuevo, quería ser responsable por él, verlo mejorarse, él debía estar ahí, no Tricia, no sus padres. Debía ser suyo y de nadie más. Bajó buscando su rostro, besó sus labios de manera suave, esperando su reacción, este se quedó mirándolo con los ojos brillantes, sin esperar mucho ambos fueron al encuentro del otro. Acoplaron sus bocas jugando con sus lenguas por dentro, el calor aumentó en su cuerpo. Lo hizo volver a acostarse en la cama, subió su mano por debajo de su camiseta tocando su piel tibia, podía sentir los jadeos del menor, su piel erizarse a tu tacto. Acarició su pezón izquierdo, lo pellizcó y frotó con la yema de su índice. Los sonidos que emitía Tweek era tan agudos que le hacía arder más la sangre. Se acomodó sobre él,  le quitó la ropa la camisa y así bajó besando su cuello, pasó su lengua por el centro de su torso hasta llegar a su ombligo. Sus manos agarraron su pantalón, fue cuando recordó su pie. 

—Espera... Tu pie está...

—Craig... —Llamó tomando su rostro. —Esperé nueve años, no esperaré más. 

Sonrió mirando su rostro, le quitó el pantalón y bóxer con sumo cuidado para evitar pasar a llevar su pie. Dejó las prendas en el suelo junto a al cama. Sus ojos miraron su cuerpo, era alargado, delgado y muy suave. Se quitó sus propia ropa quedando desnudo. Sus manos acariciaron sus muslos, pasó por su cadera y así ubicó sus manos en sus nalgas, subió por ellas para así guiar a Tweek para que alzara la rodilla, de la pierna izquierda, hacia su pecho. Hizo que alejara un poco más su otra pierna, para darse mayor espacio. Acercó sus miembros y de aquella manera lo masturbó a ambos, sus manos los rodeaban, subía y bajaba. Podía sentir ese cosquilleo en la base, el calor abrasar su piel y el sudor bañar su cuerpo. Tomó su falo, ubicó la punta en su entrada y empujando comenzó a ingresar en él, Tweek se quejó, apretó los párpados y aferró sus manos a las mantas. Lo miró desde donde estaba, era una vista envidiable... Su mano libre lo acariciaba, ascendía y descendía por su largo, su pulgar aplastaba su glande y frotaba buscando darle placer. Una vez este se distrajo volvió a intentarlo, esta vez con más fuerza, obligando a sus entrañas a darle permiso. Una sensación envolvente lo hizo jadear, el gemido que emitió el rubio fue lastimero, podía verlo llorar, las lágrimas corrían por su rostro, pero eso sólo lo hacía verse más hermoso. 

—C-Craig —Llamó entre jadeos. —Craig, me duele...

—¿Tu pie? 

—No, tu verga. —Respondió con una leve sonrisa manteniendo el ceño algo fruncido. —Continua, si me duele el pie ten por seguro que te avisaré. 

Asintió a aquello, se acomodó en aquella zona tomando sus caderas, era incomodo, Tweek debía tener el pie bien posicionado para que no le doliera por los fierros y ahora que no tenían sedantes o calmantes, pues le dolería más. Sin esperar mucho más, inició su vaivén, salía con suavidad y entraba con un poco más de fuerza. Los sonidos nacidos de la garganta del menor lo hacía erizarse. Jadeaba y gruñía de vez en cuando, era un deleite, algo maravilloso. Las embestidas se hicieron más rápidas, sus cuerpos sonaban a cada golpe y el viejo catre no se reservaba ningún rechinido, cada leve movimiento hacía gritar a los resortes. Pasó su rodilla bajo el muslo que debía ir quieto de Tweek, y acomodó la otra con el espacio libre que tenía, alojó su mano en la corva de su pierna buena y así comenzó a dar estocadas más fuertes. Su largo ingresaba por completo tocando hasta lo confines más lejanos de su cavidad, era recibido con calor, humedad y suavidad. Su otra mano libre la apoyó en la cama, al costado del cuerpo del rubio, este lo buscó entrelazando así sus manos húmedas. 

—¡Ah! ¡Ahh! ¡Oh Dios, Craig! —Gimió con una voz que jamás había escuchado. —¡Mi pie!

Bajó la intensidad, miró a su pie el cual se había ladeado. Le ayudó a ponerlo bien y así volvió a su labor. Golpeó con su cuerpo con fuerza, el sudor perlaba por su rostro y espalda. De la nada el rubio subió hasta su nivel, sus labios se juntaron y de aquella manera devoró su boca. jadeaban mientras lo hacían, la saliva espesa caía por sus comisuras, podía oírlo gemir desde muy cerca, lo cual sólo lo ponía más ansioso. Fue cuando no pudo más, embistió hasta que su cuerpo se vio zaceado. Lo sacó corriendose afuera con la ayuda de su mano, el semen cayó en su palma. Jadeaba mirando su propia semilla, sentía tanta calor que se derretía. Su mano fue entrelazada con la de Tweek, este lo miraba entre jadeos con una leve sonrisilla en los labios. Lo hizo seguirlo terminando sobre él, besó sus labios para luego ver su rostro.

—Eres un cerdo. —Comentó por el hecho de que ahora ambos tenían semen en la mano.

—Te amo, Craig. 

—Al parecer yo también lo hago.   

Despertó de manera lenta, sentía los párpados pesados y el cuerpo muy tibio, su trasero pulsaba con un dulce dolor. Encontró que su mejilla estaba apoyada sobre el pecho de Craig, su brazo derecho lo rodeaba, podía sentir su respiración lenta y sus dedos acariciar su espalda lo cual le hacía erizarse. Cerró los ojos sonriendo, su primera vez había sido con el amor de toda su vida, estaba feliz por eso. 

—¿En qué estas pensando? —Preguntó Craig.

Sonriendo un poco más se acercó, apoyó su codo izquierdo sobre la cama, su mentón sobre su palma y así lo miró desde al altura. Su rostro más varonil, de cejas gruesas y labios delgados. Acercó su mano, su pulgar pasó por sus labios y luego tomó su mejilla. 

—En que tuve mi primer vez con la persona que he amado, amo y seguiré amando.  

Este le sonrió, besó sus labios de manera suave, cerró los ojos dejándose llevar por aquel tacto que llenaba su corazón. Se separaron con lentitud, abrió los párpados de manera perezosa viendo así su rostro. La mano del azabache pasó por su mejilla, se acomodó en sus cabellos rubios haciéndolos a un lado. 

—¿Cómo está tu pie? 

—Bien, me duele aún, pero lo puedo soportar. 

 La puerta sonó cuando se abrió, se volteó para ver que sucedía, en el marco estaba el señor Tucker, estaba sin dudas muy sorprendido por como los había encontrado. La vergüenza baño su cuerpo, Craig en un acto rápido tapó las partes de su cuerpo que estaban desnudas. 

—Esperaré afuera. —Comentó cerrando la puerta.

La respiración se le agitó, no sabía como lo tomarían, había engañado a Tricia después de todo. Craig besó su frente y salió de cama con cuidado de aplastarlo. Se puso algo de ropa y se retiró de la habitación dejándolo ahí. Mordió su labio cerrando los ojos, se había acostado con Craig y había disfrutado hacerlo, le había dicho que lo amaba y él había respondido que también lo hacía. ¿Y ahora qué? ¿Retomarían todo o sería la despedida? Se sentó en la cama, tomó las prendas de ropa y así se vistió. No podía oírlos hablar, debían estar más cerca de la cocina.  

—¿Qué le dirás a Tricia? —Preguntó su padre.

—No lo sé. La verdad es que no sé bien que hago, pero lo que sí sé, es que Tweek es la única persona que le da sentido a mi vida. Lo siento, pero me acabo de dar cuenta de aquello y no dejaré otra vez que alguien más se haga cargo de él, lo haré yo.  Si tan sólo me hubiera dado cuenta hace nueve años. 

—Eras demasiado joven para saberlo, me alegra que puedas verlo ahora, pero eso no quita que Tweek no sea el novio de tu hermana. 

—Ya no lo será, yo hablaré con ella, veré que entienda. Pero ¿A qué viniste?  

—No contestabas tu celular, así que vine a ver si estaban bien.

—Lo siento por eso... no nos dimos cuenta.  

—Está bien, ya pueden volver a South Park, he dejado constancia en el hospital que se atenderá a Tweek en una clínica para que no lo busquen o avisen a la policía. 

—Gracias papá, volveremos. Aquí no hay electricidad y Tweek necesita atención en su tobillo. Yo lo llevaré, te sigo. 

—Bien, esperaré en casa. 

Lo despidió y así fue por Tweek, este estaba sentado en la cama esperando. Se sentó a su lado, tomó su mano mirando hacia al frente. 

—Ven a vivir conmigo, Canadá es un lugar bonito después de todo. Tendremos una casa, podrías abrir una pastelería allá. 

—No quiero dejar South Park. —Respondió este con suavidad. —Mis padres están aquí, los tuyos también.

—La droga está aquí, Tweek.

—En todos lados hay, Craig. —Respondió mirándolo con el ceño fruncido. —¿Por qué huyes de South Park?  Si me llevas contigo, seguirás viendo a South Park en mi. 

Se quedó mirando su rostro, quería alejarse para darle otro ambiente a Tweek, pero tal vez no necesitaba cambiar de ciudad para hacerlo. Besó sus nudillos y así se levantó, lo cargó hasta el tesla. 

—¿Podrías volver a amarme? —Quiso saber mirándolo desde la puerta del auto.

—Jamás dejé de hacerlo, ¿Y tú?  

 


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