Mi primer amor fue una serie de eventos conectados que lo desencadenaron todo, pero el punto de inicio fue días después de mi cumpleaños. Papá se acercó como planeando algo y me dio el segundo regalo pues el primero fueron ropa y un balón. Me entregó un sobre que abrí rápidamente pero con cuidado, al principio creí que era dinero así que cuando saque una hoja doblada me desanime un poco, parecía una especie de hoja de inscripción lo que me pareció raro porque yo ya estaba inscrito a una Secundaria.
Con letras doradas y en el principio de la hoja decía “Academia de baile ”, miré a papá con asombro y la emoción me llegó de golpe.
— ¿De veras?
— Bueno ya estas grande.
— ¡Gracias!
Lo abracé tan fuerte que casi lo tiró.
— Queda cerca de tu Secundaria y ya puedes volver sólo. Las clases empiezan en las vacaciones…
Yo solo asentía sin poner atención. Estaba demasiado distraído viendo la hoja.
— Pero cuando entres no quiero que saques malas notas por estar distraído ¿Oíste? — me dijo sacándome de la burbuja de la ilusión.
— Claro que no — contesté— ¿Olvidas con quien hablas? Saque el primer lugar de aprovechamiento estos últimos 5 años.
Después de fanfarronear de mis logros académicos, subí a mi cuarto en el que a cada rato veía la hoja con mucha ilusión. Tal vez no fuese lo más normal que un niño de mi edad deseara bailar con tanto anhelo pero yo realmente lo quería. Mamá estaría orgullosa de mí.
Probablemente fue la emoción lo que no me dejo pensar con lógica al día siguiente pues a pesar de que la mañana pronosticaba un mal clima, no se me ocurrió llevar una sombrilla conmigo. Puse en marcha mi bicicleta, la escuela elemental no estaba lejos y podía ir caminando pero prefería la bicicleta. Para la hora de salida las consecuencias de mi distracción dieron frutos, un imponente aguacero estaba frente a mí.
— Debería comprarte un paraguas— la madre de Seokmin, mi mejor amigo ofreció. Había venido a traerlo pero ellos regresaban en autobús en dirección opuesta a mi casa.
— No se preocupe, estoy seguro de que parara pronto y tengo la bicicleta.
— Bueno, pues vete con cuidado.
Obviamente yo era un niño, no un pronosticador del tiempo pues la lluvia no paró. Poco a poco todos los niños que quedaban se iban yendo y todo apuntaba a que sería el último. Ganando un poco de valor me dije a mi mismo que sería mejor irme primero aunque terminase empapado, estaba a punto de hacerlo cuando una camioneta freno ruidosamente frente a mí. Una señora abrió la puerta haciendo señas, mire a quien llamaba y vi a Vernon, un niño que conocía.
Que suerte tener un auto, pensé. Vernon corrió hacia su mamá y luego de nuevo a la escuela ¿Sería tonto? Se acaba de mojar de nuevo. Pero no corrió a la escuela sino hacia mí.
— Dice mi mamá que si quieres que te llevemos.
Ah claro, Vernon vivía a unas 4 calles de mí.
— Claro, pero la bicicleta — le dije.
— La podemos meter en la cajuela.
Aceptando su idea corrimos a la camioneta, nos mojamos en el trayecto y subiendo la bicicleta.
— Suban, antes de que se mojen más. — Nos apresuró la Sra. Chwe.
— Mi casa está un poco más lejos— dije.
— Que son unas calles más— me contestó.
La Sra. Chwe tenía un acento extraño, trate de no darle importancia. Mi padre alguna vez me dijo que nunca me burlara de alguien con acento porque él hablaba su idioma y la mitad del tuyo, eso era algo que admirar.
— Muchas gracias. — hice una pequeña reverencia y por ahí sacudí mi cabello.
— Perdón por tardar tanto Hansol, Sofí tardó mucho en salir y había demasiado tráfico.
Por un momento no sabía a quién le hablaba luego recordé que Vernon tenía dos nombres, Hansol Vernon. Divise a la pequeña hermana de Vernon en el asiento de copiloto jugando con un cubo con figuras geométricas.
— Está bien mamá.
— Hola. — le dije a Vernon.
— Hola.
Vernon había ido conmigo en la misma escuela elemental solo que en clases diferentes, nos habíamos encontrado una que otra vez y de hecho nuestros padres nos habían presentado pero no éramos cercanos. Solo sabía que se había mudado al mismo tiempo que yo, su madre era Americana, tenía los ojos grandes y la cara diferente, Vernon había heredado eso.
— Fue genial tu fiesta de cumpleaños— me dijo.
Cierto, él había estado ahí. Acaba de cumplir 12 años e invite a algunos amigos a comer y jugar basquetbol. Seungcheol otro de mis amigos, me pregunto si podía llevar a un amigo y yo accedí.
— Si, fue genial que vinieras. — no me atreví a decirle que no me acordaba de su presencia.
— Hansol cumplió años el 18, pero no le hicimos nada, te hubiésemos invitado.
— Oh no se preocupe. — dije antes que nada. —Vaya cumples el mismo día que Seokmin.
— Si ¿Te mojaste?
Preguntó. Bueno era evidente que Vernon no era el niño más brillante puesto que ambos estábamos empapados.
— Mi uniforme. — Le contesté. —Pero son los últimos días.
— Muy cierto ¿A qué secundaria iras?
— Pues a la Secundaria del Sur.
— Yo igual. Mi mamá la eligió.
— Es que está muy bien ubicada y solo tiene que tomar un autobús. — Explico la Sra. Chwe.
— Yo también la escogí por eso. — dije.
— Si aparte es muy fácil llegar pasas el parque, el súper-mercado y ese edificio beige de tres pisos que creo es una escuela…
— Una escuela de baile. —interrumpí. — voy a tomar clases ahí.
— ¿En serio? Es muy bueno que aprendas a bailar.
Yo sabía eso, pero hice un ademan que no con falsa modestia. La Sra. Chwe se quedó callada, como pensando en algo y luego volvió a hablar.
— ¿Es baile en parejas?
— Si, al menos mi clase aunque creo también hay ballet ¡cierto! También estoy en canto.
Volvió a quedarse callada.
— ¿Sabes Seungkwan? Me voy a volver a casar.
Eso me tomo por sorpresa, no sabía que se había divorciado
— En realidad en renovar votos — rio.
— Felicidades ¿Cuántos años llevan casados usted y su esposo?
— 25, este julio.
Platique un poco con la señora Chwe sobre muchas cosas. A ella realmente le hacía ilusión renovar sus votos. Entonces llegamos a casa donde el aguacero era una llovizna, la Sra. Me ayudo a bajar mi bicicleta y agradecí mucho su ayuda. Me despedí de Sofía y de Vernon desde afuera.
En ese momento nadie lo sospechaba y si me lo hubiesen dicho no lo hubiera creído. Pero el niño mojado y que me parecía poco inteligente, sentado en el asiento de atrás iba a ser mi primer amor.