El hotel era inmenso, parecía más un castillo que un hotel. Mármol en todos lados, rosales en las paredes y botones en línea y uniformados. Sus caras estaban tiesas como la de los guardias de Gran Bretaña... o el estereotipo de los guardias de Gran Bretaña.
Todos los huéspedes estaban vestidos elegantemente en trajes de diseñador y vestidos de gala como si estuvieran en la alfombra roja o algo parecido. Nosotros por el otro lado traíamos pantalón, camisa a cuadros y botas. Todo un estereotipo de la vestimenta ranchera.
Nos hospedamos y llegamos al cuarto todos enojados. Enma estaba que ardía, en la recepción nos habían preguntado cómo unas trescientas beses si nos habíamos equivocado de hotel. Todo cambió al decir nuestro apellido, el tipo se puso pálido y pidió disculpas incontables veces.
- No lo puedo creer - dijo Kouta sonriendo, él solía sonreír cuando estaba enojado, era tétrica su sonrisa y parecía que un aura negra salía de su cuerpo. Era la más clara señal de que era hora de alejarse. Papá por el otro lado estaba sereno desempacando.
- Halistence la reunión empezará a las 4 - dijo sin poner mucha atención al enojo de mis hermanos. - Kouki ven un momento... - dijo entrando a una de las habitaciones.
--Adentro de la habitación--
- Cres que hago lo correcto - pregunto mirándome a los ojos.
- Sí, si las cosas no mejoras sabrás que por lo menos hiciste el intento - dije sentandome en la cama que estaba por demás organizada y muy blanda para mi gusto. Me levanté y salí del cuarto para desempacar.
Eran las 3:30 y estábamos inreconosibles, no estábamos tan formales comos los otros huéspedes pero estábamos presentables. Al entrar al salón uno de los botones no dejaba de mirar a Enma risueñamente, pero su cara palideció cuando Kouta apareció haciéndole una señal no muy amigable (cortando la cabeza).
Nos sentamos en una esquina alejados del aire acondicionado, el lugar se estaba congelado. El centro de mesa consistía de lirios blancos con alguna que otra flor de tono celeste. Las mesas estaban puestas cerca de el césped y la piscina que tenía su propia cascada. Era inmensamente estúpido todo lo que podían poner de oro, un desperdicio del material.
Ninguno de nosotros se atrevía a hablar hasta que el mesero llegó a procurar si queríamos algo de tomar. Vino tinto, vino blanco y champán y entre otros. Probamos el vino y era de buena calidad.
- Está bueno pero lo debieron añejarlo por más tiempo - dije para romper el hielo.
- Ajá lo dice el experto - dijo Enma riendo. Empezamos a reír sin ninguna razón, esperamos recibir cada mirada reprobatoria pero parecían que no nos notaban.
-y ellos quienes son- escuchamos a una mujer decirle a otra mirándonos como poca cosa.
- ellos son los campesinos de la familia - dijo la otra riéndose aunque noto la mirada que le mandamos se seguía burlando. Un hombre ya mayor se sentó con nosotros sorprendiendonos.
- pero mira, no es Hiro-chan - dijo el señor ya mayor mientras que papá se levantó y le dió un fuerte abrazo. Tenía una sonrisa de oreja a oreja.
- Familia, este es el hermano de su abuelo, Aoi Furihata - no había resentimiento alguno en la mirada de ambos. Ya lo conocía, era el único familiar de la parte de papá que conocíamos. Ya habían pasado 10 desde que no lo mirábamos, se había mudado a los Estados Unidos cuando apenas éramos niños, por asuntos de trabajo.
El se sentó y nos empezó a contar de las travesuras que papá hacia cuando era pequeño y las risas nos faltaron en la mesa.
- Bueno ya sabemos de dónde salió Kouki - dijo Kouta riéndose junto a mamá que intentaba dicimularlo. Pero para nuestra mala suerte una señora llegó y quebró el buen ambiente al llevarse a nuestro tío. La mire cuando nos dió una mirada de odio cuando él no miraba.
La atmósfera se volvió pesada de nuevo pero ahora la música hizo el silencio más pasable.
- gran reserva- dije mirando el vino que servían en una mesa.
- no, reserva - dijo Kouta mirando el vino.
- estás loco - dije con una mirada retadora - mira la etiqueta, la botella sin contar el color del vino gran reserva - dije levantando la mano llamando al mismo mesero.
- Puedo mirar el vino - dijo Kouta para después fruncir el ceño. - gran reserva - dijo derrotado.
- Te lo dije - dije mientras reía - me debes una soda - dije regresando el el vino al mesero que estaba confundido. Era el mismo chico de la entrada y al dirigir su mirada a mi hermana se puso colorado. Ella solo sonrió, mientras que Kouta hizo su típica sonrisa "espanta pretendientes" como Enma la llamaba.
Las luces se apagaron para relucir a los anfitriones, no parecían personas fuera de lo común pero una cabellera pelirroja llamo mi atención.
Continuará.....
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