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Escape por Merokochan

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Notas del capitulo:

AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH

 

lo se lo se lo se lose!!!!

 

Trado mucho en actualizar UnU tengan piedad... estoy viendo si puedo apañarme con escribir en el móvil porque montar la pc cada vez que quiero escribir no solo da floera... es poco practico.

 

En fin, la cosa se está poniendo buena... ahora estoy recordando que la primera version estas cosas sucedían de otra manera pero en fin, salio como salio me gustó como quedó el capitulo auqnue me hubiera gustado escribirun poco mas pero si no cortaba ahora minimo pasaba otro mes sin subir xDDDDDD

 

Gracias a todos por darme un poco de vuestro tiempo y claro, una paciencia de oro!! realmente me hace feliz que les guste y que me den animos. Vamos que se puede carao!! Lento pero seguro! Paso a pasito despacito!! (?) okya...

Sin mas chachara lles deo leer el capitiulo :D Cyualquier duda, sugerencia o quea pueden hacerla saber no hay rencores si hay respeto! ><

-¿De quién hablas?-

Esa fue la pregunta que al mismo tiempo formularon tanto Mirio como Chiaki. La angustiosa tensión, había sido de pronto interrumpida por la curiosidad. Misaki seguía inmóvil, ni siquiera había levantado la vista por lo que el rubio posó su mano en el hombro del castaño provocándole que se sobresaltara y dejara ver su rostro quebrado en lágrimas. Entonces como si fuera poseído por otra entidad, Misaki casi se tira encima de Chiaki, su voz temblaba de ansiedad y sus palabras salían atropelladas.

-Entonces, ¿¡lo has visto, lo has visto!?- ante la sorpresa de Chiaki, el castaño siguió vociferando aun mas ansioso -Pelo plateado, ojos morados y ha de tener... casi, casi 30 años... ah... hah... ¿¡HAS VISTO A ALGUIEN ASÍ?!- soltándo lo último en evidente desesperación, parecía haberse quedado sin aliento y terriblemente tenso esperando su anhelada respuesta. Chiaki apartó las mano del castaño que aprisionaban sus hombros con fuerza y no soltando sus manos, esperó un poco a que se calmara. Mirio mientras tanto, le daba un suave masaje a Misaki en la espalda esperando que eso pudiera ayudar.
El silencio sólo duró unos dos minutos, unos minutos que se hacían trágicamente largos para los tres. Ninguno se atrevía a romper el hielo, hasta que finalmente Chiaki respondió pensativo

-Lo siento, no recuerdo haberlo visto... casi no recuerdo nada de..ese lugar, ni tampoco quiero hacerlo- dijo esto último con cierto pesar, deseaba ayudarlo así como él le había ayudado pero por mas que quisiera no podía recordar prácticamente nada de ese lugar. Pero entonces, Mirio apoyó sus manos, una en el hombro de Misaki y la otra en la de Chiaki, de forma que llamó su atención.

-Bien, entiendo que estén preocupados y ansiosos por saber muchas cosas. Pero recuerden que en 2 días es la función y debe salir perfecto. Misaki, debes concentrarte en ello, Chiaki tú debes tratar de calmarte o puedes ocasionar otro incidente aun peor, no queremos atraer atención indebida. Después veremos qué hacemos. ¿Quedó claro?

Ambos asintieron, una vez más Mirio tenía razón. Decidieron dejar el tema de lado hasta después de la función ya que tanto Misaki y Mirio como el resto había trabajado duro en ello y no debía arruinarse.
Luego de aquello, retornaron a la jornada habitual. Chiaki como no tenía mucho qué hacer quiso ir a ver cómo Misaki practicaba así que, luego de pasada la tarde, fue hasta la carpa principal sabiendo que en ese momento estaría su amigo. Tardó un poco encontrando el camino entre bastidores hasta que vio la salida al escenario principal y allí estaba Takano de pie observando. No esperaba verlo allí y mucho menos después de lo sucedido, sentía culpa por haberlo lastimado de esa manera y para colmo pudo haberlo matado. Pero anteponiendo sus ganas de ver al castaño, lentamente se fue acercando hasta poder ver el escenario. Lo que pudo ver, no tenía comparación alguna.
En medio de la pista de aserrín, está un hombre bastante fornido y alto con un saco largo de cola color vino y numerosos detalles dorados estaba con los brazos extendidos y azotando un largo y fino látigo negro. Giraba con gracia sobre su propio eje ya que al parecer estaba observando algo que se movía a su alrededor. Y era justamente un enorme león, esbelto y fuerte que daba unos pasos enormes casi como si brincara entre nubes. Su pelaje dorado resplandecía con la iluminación de la carpa, pero lo que más sorprendió es que alguien montaba el leon como si de un caballo se tratase... ¡era Misaki! Su cabello ondeaba y su mirada casualmente relajada estaba tensa y mostraba concentración. En sus manos sostenía ese gran arco que vio en la habitación, con suma destreza apuntaba hacia unos blancos puestos en varios puntos del escenario. Cada uno lograba darle en el centro. Su chaqueta color verde musgo y pantalones de montar color crema, hacía que pareciera salido de un ejército de una nación misteriosa y lejana. Chiaki le observaba extasiado, tanto que se sorprendió al escuchar a Takano que se había acercado por un costado.

-Sorprendente ¿no?, aprendió eso en un tiempo muy corto... además hay que caerles bien a los leones, no parecen pero son muy listos en cuanto a saber si eres una buena o mala persona-

Chiaki no volteó a verle, en parte porque aún no sabía qué decirle pero escuchándole tan sereno y tranquilo sólo podía suponer. Takano pareció advertir aquello, sintió que no debía dejarle hundirse en preocupaciones por lo que finalmente se lo dijo.

-Si es por ese detalle del otro día, no te mortifiques... al menos sigo vivo

-Lo haces sonar cómo si sólo te habria dado una cachetada- bufó molesto el menor, su sarcasmo parecía intacto y eso era algo que le decía que al menos, no le odiaba... o eso creía.

Después de esa corta conversación, Chiaki se dedicó a observar un poco más a su amigo. Notó entonces que decía algo, apesar de escucharlo claramente debido al eco producido en el salón no lograba comprender qué era lo que decía. Frunció un poco el ceño y la nariz mostrando una ligera incomodidad e impotencia.
Takano le observó por el rabillo del ojo y sonrió. Le parecía divertido verlo a veces. Sin dejar de observar el ensayo dijo en voz alta

-Salta, más despacio... acelera...

-¿Hah?- cuestionó Chiaki, no podía saber qué clase de cosa estaba diciendo. Pero entonces se le fue aclarado

-Son órdenes, Misaki le ordena al león qué debe hacer-

El menor estaba intrigado, ¿cómo era posible eso? estaba a punto de preguntarle pero justo notó que el ensayo terminaba asique pospuso sus dudas y salio de la carpa.
Luego de la cena, ya era bastante tarde, todos dormían en la pequeña escotilla. Todos excepto Chiaki, por mas que lo intentaba no lograba cerrar los ojos mas de dos minutos sin que una sensación extraña retumbara en su cabeza. Dio varias vueltas sobre su cama, contó oveas, cabras, todo tipo de animales y aun así no podía conciliar el sueño. Viendo que estando allí no podía siquiera pensar en una solución al insonmio decidió salir. Ya le habían dicho que no podía merodear tan tarde en la noche fuera del toque de queda pero sus nervios y su inquietud ante esa sensación lo obligaba a desobedecer al menos por esa vez.
Caminando despacio por la cubierta, miraba de a ratos el cielo nocturno, divisando una mezcla entre luces naturales y artificiales. Pero aunque las observaba con cierto asombro, no podía ignorar aquél sentir tan raro que venía sintiendo desde el incidente con Takano. Tenía la sensación de que algo o alguien le estaba observando, que podía incluso ver sus pensamientos mas profundos y eso le inquietaba. No podía decir que que la incomodidad era como el día que se coló en el barco, pero de alguna manera le daba esa misma sensación de paranoia. Quería evitar el impulso, pero con el correr de las horas se le hacía imposible no mirar alrededor para buscar algo que le resultara sospechoso.

---Mientras tanto---

En la oscuridad de la noche, la pesada puerta del recinto de los leones se abrió lentamente. Dejó escapar un chirrido de la oxidada bisagra que detuvo su movimiento mas no impidió que se abriera lo suficiente para que una mano se asomara seguido de una figura alta y escurridiza. Naturalmente a esta altura, uno de los cinco leones había notado el ruido y levanto apenas la cabeza para poder ver quién era el intruso. Gracias a su natural habilidad de vista nocturna, pudo saber de quién se trataba lo que alivió su semblante y bajó un poco las oreas en señal de alivio y calma. De forma lenta se fue levantando, dejando que los otros cuatro miembros de la manada pudieran seguir durmiendo. Con pasos largos fue acercándose a los gruesos barrotes que lo separaban de quién en los últimos dos meses se había convertido en su mas cercano amigo.

-Hola, quería venir a ver cómo están... si están listos para mañana- habló Takano, entre susurros, mientras extendía una mano llevándola hasta la melena de su compañero y acariciarle un poco.
El felino cerró un poco los oos, para disfrutar esa caricia que siempre le gustaba que le hiciera. Luego fió sus ojos amarillos en los color café de su amigo y moviendo de forma ligera sus labios habló en un idioma que sólo podía entenderle Takano

-Tranquilo, estamos listos. El león mayor está ansioso pero logró contenerse sólo porque el plan es irnos ni bien hagamos nuestra parte en la función...-

Su amigo lo entendía, sabía que estos leones sólo deseaban regresar a su hogar, quería ayudarles y por eso había trazado el plan. Pero entonces el león interrumpió sus pensamientos

-Por cierto, queríamos saber qué sucede con el chico-

Eso lo tomó por sorpresa, no entendía a qué se refería.

-¿Qué chico?- cuestionó Takano, tenía cierta sospecha pero quería confirmarlo.

- El chico... con la extraña energía- terminó confirmando el felino, Takano de inmediato adivinó de quién estaba hablando aunque le pareció raro el cómo se refirió a Chiaki. Así que para apaciguar su curiosidad le preguntó acerca de la razón de esa referencia. Su amigo dudó unos momentos, como buscando las palabras adecuadas para explicar hasta que finalmente pudo hacerlo o al menos lo intentó

-Desde hace unos días que notamos su presencia, no me preguntes cómo.. eso es algo ni nosotros sabriamos explicarlo. Pero hay otra cosa...- iba a decirle algo mas, pero entonces advirtieron que el cielo estaba aclarando. Takano se maldijo, no se había dado cuenta del tiempo que había pasado tan rápido. De forma brusca se levantó y con grandes pasos fue hasta la puerta ya que no quería encontrarse con el entrenador sino quería enfrentar su cólera. Lo más rápido que pudo, abrió la pesada puerta para escabullirse y cerrarla de forma que no se notara su intromisión. Dentro, el león observó su escapada con mirada preocupada...no pudiendo advertirle que sentía una presencia similar en las cercanías.


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