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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

¡Hola! Disculpen el retraso.

 

Aquí el nuevo capítulo.

 

Quiero mencionar que a recomendación de un amigo escritor hice un ligero cambio en el formato de los diálogos, la verdad me gusta más así, lo comento porque quizá ya se habían acostumbrado al anterior, pero me parece que este es más correcto, aún estoy aprendiendo jeje.

 

Aquí está la letra de la canción mencionada en el capítulo, como siempre una canción antigua, un clásico, no sé qué amor tengo por esa música xD ya les traeré algo más moderno después. Es una composición de Antonio Vivaldi, a mí me parece preciosa y con una letra con mucha fuerza, aunque según sé el autor de la letra no es Vivaldi, me parece que es anónimo. Pueden encontrarla en Youtube, aunque la verdad es que encontrarla completa es un rollo, normalmente aparece desde una estrofa adelantada, dura aproximadamente 15 minutos completa.

 

Cessate, omai cessate

 

Antonio Vivaldi (1678 - 1743)

 

 

 

Cessate, omai cessate,

 

rimembranze crudeli

 

d'un affetto tiranno;

 

Già barbare e spietate

 

mi cangiaste i contenti

 

in un immenso affanno.

 

 

 

Cessate, omai cessate,

 

di lacerarmi il petto,

 

di trafiggermi l'alma,

 

di toglier al mio cor riposo, e calma.

 

Povero core afflitto e abbandonato,

 

se si toglie la pace

 

un affetto tiranno,

 

perche un volto spietato,

 

un alma infida

 

la sola crudeltà pasce ed annida.

 

 

 

Aria

 

 

 

Ah, ah ch'infelice sempre

 

me vuol Dorilla ingrata,

 

Ah sempre piu spietata;

 

M'astringe à lagrimar.

 

Per me non v'è nò,

 

non v'è ristoro

 

Per me non v'è nò

 

non v'è più speme.

 

E il fier martoro

 

e le mie pene,

 

solo la morte

 

può consolar.

 

 

 

Récitativo accompagnato

 

 

 

À voi dunque, ricorro

 

orridi specchi, taciturni orrori,

 

solitaris ritiri, ed ombre amichi

 

trà voi porto il mio duolo,

 

perche spero da voi quella pietade,

 

che Dorilla inhumana non annida.

 

Vengo, spelonche amate,

 

vengo specchi graditi,

 

affine meco involto

 

il mio tormento in voi resti sepolto.

 

 

 

Aria

 

 

 

Nell' orrido albergo

 

ricetto di pene

 

potrò il mio tormento

 

sfogare contento,

 

potrò ad alta voce

 

chiamare spietata

 

Dorilla l'ingrata,

 

morire potrò.

 

Andrò d'Acheronte

 

sù le nera sponda,

 

tingendo quell'onda

 

di sangue innocente,

 

gridando vendetta,

 

ed ombra baccante

 

vendetta farò.

 

(Traducción al final)

Una nave de aspecto sombrío permanecía estática en la inmensidad del espacio, lo único que acompañaba a aquella nave color del vino era la luz de las estrellas y en la lejanía, un planeta de aguas azules y extensiones de tierra verde que se mantenía en efímera paz. La petulante mujer de piel color de la malva caminaba por los pasillos, mirando por los ventanales, pensativa, con su habitual semblante de molestia, los pasos que daban sus afiladas patas rojizas provocaban un constante tintineo en el suelo de metal. Pequeños soldados en armadura negra caminaban junto a ella, una de las tantas especies que eran parte de su servidumbre, encargados de mantener la quietud en el sitio, la dama de mirada penetrante los miraba con desprecio, pensando siempre que no merecían su mera presencia.

 

Chienne paró su andar, en una enorme sala con un gran ventanal, miraba el planeta que había perturbado su tranquilidad recientemente. Se acercó a un pequeño mueble de madera oscura que, junto a otros muchos muebles antiguos, desentonaba por completo con la gran tecnología que aparentaba tener la nave, abrió una caja rectangular, era una vieja tornamesa, colocó un disco de vinilo dentro y devolvió su atención a la ventana mientras la música sonaba. Aquella canción instrumental, cantada en soprano, le traía viejos recuerdos, esa era la primera canción terrícola que había escuchado, habían pasado siglos y aun así lo recordaba como si recién hubiese sucedido. Tan fresco tenía el recuerdo en su mente que podía saborear aquel vino tino, sentir la alfombra aterciopelada roja bajo de sí, escuchar la risa sarcástica de decenas de villanos en esa fiesta, la primera fiesta de Lord Black Hat a la que había sido invitada, Lady Belle Mort se había ocupado de llevarla a ser presentada por primera vez ante la más grande de las eminencias en la villanía. Justamente un grupo de músicos tocaban para ellos esa dulce melodía cuando lo vio por primera vez, era sin duda la maldad encarnada y eso la había cautivado, fue presentada ante él como una soberana por quien antes fue su más grande amiga y aliada, recordaba la sensación de estrechar su mano y ser tratada con respeto por un caballero de oscuro sombrero de copa, sin duda la mejor noche de su vida. Era cierto que en el romance no tenía mucho de qué hablar, en el pasado hubo amores pasajeros, insignificantes, pero desde aquel día supo que por fin encontró al hombre que estaba a su altura, fue una noche alrededor del año 1700 en la tierra.

 

La dama ciempiés nació en una familia de alta estirpe, fue criada para ser  gobernante de su propio planeta, pero permanecer estática, rigiendo en un solo reino tan simple como la mente de sus antecesores, le parecía aburrido, fue entonces que decidió utilizar todo su potencial para expandir su reinado. No recordaba las múltiples veces que logró rechazar matrimonios arreglados, así como zafarse de amoríos vanos que hubiesen podido estancarla, casarse nunca fue su ambición… hasta que lo conoció a él. En el momento en que se topó con el gran demonio creyó que rápidamente llegaría el momento de preparar su boda, sin embargo no fue así, no importaba a cuantas fiestas asistiera, las charlas que se esforzara por mantener con él, los múltiples obsequios que mandara, las grandes conquistas que presumiera, haberse hecho subsidiaria, ni siquiera el haberlo insinuado tantas veces, a él no parecía interesarle, aun así nunca pensó en rendirse, ni siquiera cuando su propia ex mejor amiga le negó el apoyo, ella siguió intentando, ahora parecía que todo fue en vano. Un insignificante mortal terrícola, de baja autoestima y escasa probabilidad de convertirse en un verdadero villano, le robó toda posibilidad de llegar a él finalmente, logró en poco tiempo aquello que ella no pudo lograr en siglos ¿Qué se supone que debía hacer ahora? ¿Desearles la mejor de las suertes y no volverse a aparecer jamás? No era una adolescente, no era cualquier persona, era una temible soberana respetada en muchas galaxias por largas generaciones. Las palabras desinteresadas que inconscientemente soltó el villano en defensa de su amante le hicieron trizas el corazón y el orgullo, no quedaría impune.

 

-“Iré por las negras orillas del Aqueronte tiñendo las olas con sangre inocente, gritando venganza, y como sombra báquica tomar venganza.” –Citó, era la letra de la canción que ya llegaba a su fin.

 

 

 

Era apenas el medio día, Black Hat observaba hastiado como su querido doncel dormía sobre la mesa de su laboratorio, sobre herramientas y piezas sueltas de aparatos que intentaba construir, era al menos la tercera vez en la semana que eso sucedía. La empresa estaba recibiendo pedidos a diestra y siniestra, todos estaban cansados, Demencia llevaba días fuera de la mansión atendiendo encargo tras encargo, Flug no había podido dormir adecuadamente en semanas y Black no lograba despegarse del teléfono, ni siquiera cuando recibían visitas. No era algo negativo que la empresa fuese tan solicitada, en realidad hinchaba el bolsillo del demonio, pero era una oleada de trabajo repentina que hacía mucho tiempo que no recibían, estaba harto, su pareja agotada, ni siquiera habían tenido tiempo para ellos, era agobiante.

 

El villano levanto al chico de su silla cargándolo en brazos, él era el jefe, tenía la facultad de decidir que ya era suficiente trabajo por el momento, aunque la lista aun fuera larga, el doctor estaba demasiado cansado para continuar, debía dejarlo descansar especialmente porque más tarde recibirían visitas para una sesión fotográfica que realizarían para rellenar varias escenas en el video de orientación que milagrosamente lograron terminar en la madrugada.

 

Después de darle al oso azul la orden de preparar el set y perfumar el lugar que, después de un mes, aun apestaba al cadáver del narrador de saltadilla, se dirigió a su habitación con el joven en brazos, su cama era grande y mullida, podría descansar bien ahí. Dejó al científico y se dirigió a la salida para continuar trabajando, un tirón en su largo saco lo detuvo.

 

-Jefe. –Llamó Flug, lo alcanzaba desde la cama.

 

Black se acercó a él obligándolo a recostarse de nuevo. –Duerme, idiota. –Ordenó– Tenemos mucho que hacer más tarde y no quiero que cometas alguna estupidez.

 

El demonio le quitó la bolsa de papel de la cabeza, el doctor tenía unas profundas ojeras y apenas podía abrir los ojos.

 

–Esas palabras me traen recuerdos. –Respondió Flug, sonriente- Duerma conmigo. –Rogó.

 

Black viró los ojos, se acercó y depositó un beso corto en sus labios. –No. –Contestó cortante.

 

Flug hizo un puchero y se colgó de su cuello antes de que pudiera alejarse. –Por favor… Tenemos un rato sin dormir juntos.

 

El demonio lo miró molesto, a veces era como un niño, pero no podía negar que deseaba pasar un rato con su doctor, detestaba la abstinencia, aun así optó por ser responsable, seguirle el juego solo podría aplazar su descanso.

 

–Basta Flug, pareces un niño. –Comento enfadado, se soltó del agarre incorporándose.

 

-En comparativa con usted, soy un niño. –Soltó burlón, su sentido común no estaba al cien por ciento gracias al cansancio.

 

El villano arqueó una ceja un tanto ofendido, de inmediato Flug sonrió nervioso notándolo.

 

-Tienes veintiséis, un humano a esa edad ya es un adulto. –Respondió, agitó la mano restándole importancia- Tienes una hora para descansar, duerme, es una orden.

 

-Bien. –Contestó resignado, sacó el móvil de su bolsillo- Solo debo organizar unos detalles… -Intentó decir, una serie de tintineos lo interrumpieron, el doctor miraba pasmado el teléfono.

 

En la pantalla aparecían un sinfín de solicitudes, pedidos de los inventos que se promocionaban en el catálogo, muchos de ellos se fabricaban en serie, pero otros eran personalizados, lo que agregaba más horas de trabajo al itinerario del doctor. La expresión de pesadumbre en el semblante del chico alertó de inmediato al demonio.

 

-¿Ocurre algo? Doctor. –Preguntó, serio.

 

-Yo… -Inició- Creo que no tendré mucho tiempo libre en los próximos días. –Respondió con serenidad fingida- Acabamos de recibir más encargos.

 

-¿De quién?

 

-Son varios subsidiarios. –Contestó sin mirarlo.

 

-Flug… –Llamó, obligándolo a hacer contacto visual- ¿De dónde han provenido los pedidos de todos estos días? –Preguntó con severidad.

 

-De Chienne Malum. –Respondió confundido, no entendía el interés de su jefe.

 

-¿Todos?

 

-La gran mayoría, supongo que se debe a su alojamiento en el nuevo planeta que conquistó.

 

Black permaneció serio, sin responder, no había expresión, sin embargo el científico pudo ver algo intrigante en su mirada. Sin más, el demonio se dio la vuelta saliendo de la habitación.

 

-Una hora. –Dijo antes de atravesar el umbral y perderse en el pasillo.

 

Flug lo vio alejarse, ofuscado, hubo algo inquietante, no entendía el aparente disgusto de su jefe, conociéndolo, lo normal sería que estuviera satisfecho de que la organización fuera tan solicitada, pero parecía ser lo opuesto en esa ocasión.

 

Cansado volvió a recostarse en la cama y acató la orden de Black sin chistar, cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño. Casi como si hubiera sido un parpadeo, una alarma lo hizo despertar de nuevo, sintió que había sido tan solo un segundo, pero en realidad fue un poco más de una hora, su sueño fue tan pesado que ni siquiera pudo notar el sonido de la alarma los primeros diez minutos. Asustado por el retraso se paró de la cama en un salto, reacomodándose el cabello y la ropa salió de la recámara dispuesto a trabajar de nuevo.

 

Frente a la puerta del laboratorio, el doctor se colocó de nuevo su bolsa y goggles, entró dando un portazo y bajó a velocidad los peldaños metálicos. En el fondo se encontraba Black Hat, hablaba con dos caras conocidas.

 

-Dije una hora, llegas tarde. –Regañó el demonio al verlo llegar.

 

-Perdóneme por favor. –Rogó temeroso.

 

-Atiende a las señoritas. –Ordenó sin más y caminó a un escritorio cercano para revisar los documentos en él.

 

Flug miró a las aludidas, las chicas susurraron algo en voz baja y rieron antes de prestarle atención. Las conocía, eran del tipo de subsidiarios que apenas iniciaban su carrera en la villanía, jóvenes e inexpertas, aun no poseían grandes riquezas ni tenían alto prestigio, pagaban los servicios de la organización con servicio gratuito como en esa ocasión.

 

Farfala Tría Mátia, era el nombre de la chica menos inexperta, tenía un poco más de tiempo al servicio de la organización en los videos de orientación, era una villana joven, de cabello rubio atado en una coleta corta, a simple vista podría pasar por una humana común, pero contaba con tres ojos en su rostro, dos de ellos inútilmente cubiertos por un antifaz magenta, y lucía una dentadura afilada. La chica podía no ser muy famosa, pero era una arquera destacada, tenía una hábil puntería, podía ser mortal aun usando flechas comunes, aunque prefería que el carcaj, que siempre llevaba en su espalda, estuviera lleno de flechas variadas y mortíferas creadas por la organización Black Hat. Una joven y mortal villana de sudadera magenta que llegaría muy lejos algún día.

 

Por otro lado estaba Spectre Mistress, novata, pero reconocida por el mismísimo Lord de la mansión, había sido encontrada por Black Hat en otra dimensión, se le ofreció el camino de la villanía por sus características demoniacas. Su rareza era evidente a simple vista, un bonito rostro y cabello color sangría opacados por cuernos, esqueléticas alas y una enorme boca de dientes afilados en su pecho, la acompañaban preciosos poderes semejantes a los del villano del sombrero aunque a una escala mucho menor, incluso con aquel vestido negro y largos guantes reflejaba una elegancia juvenil, algo característico en los demonios. Con el apoyo adecuado podía llegar a ser una gran soberana, por supuesto debía dejar su timidez de lado.

 

Flug guardaba una buena relación con ellas, a ambas les gustaba charlar con él en sus visitas a la mansión, eran divertidas y amables desinteresadamente, algo que solo villanos novatos conservaban.

 

-Bien señoritas, necesito que me acompañen, solo haremos un par de fotografías y…

 

-¿Y qué tal besa? –Preguntó repentinamente Farfala con una sonrisa pícara.

 

-¿Eh?

 

-¿Piensan casarse? –Continuó Spectre.

 

-¿Casarnos? –Preguntó avergonzado y confundido.

 

-Sí ¡Yo quiero ser dama de honor! –Siguió la chica demonio.

 

-Ahora que lo mencionas, Umbra me dijo algo sobre ser Padrino. –Comentó la tríclope emocionada.

 

-¿De verdad? ¿Dónde piensa encontrar un saco de seis brazos?

 

-Ay no lo sé, suele ser muy ocurrente.

 

-Em… ¿Señoritas? –Intentó el científico.

 

-Oye, ¿Y ya lo hicieron?

 

-¡Mistry! Eso no se pregunta, además aún no están casados. –Dijo alarmada.

 

-¿Y eso que tiene que ver?

 

-Disculpen… -Volvió a intentar, la conversación se salía de control.

 

-No se tiene sexo antes del matrimonio. –Respondió con obviedad.

 

-Vaya, eso es anticuado, seguro ya no es virgen. –Dijo con certeza- Por cierto ¿Te dieron o le diste?

 

-Seguramente le dieron.

 

-¡Chicas! –Gritó el doctor obteniendo finalmente su atención- No creo que sea una conversación adecuada… tampoco creo que al jefe le interesen cosas como el matrimonio.

 

-No hablaras en serio. –Dijeron al unisón, ambas estaban pasmadas.

 

Flug suspiró, parecían estar muy empeñadas en involucrarse en el tema, estaba claro que la noticia había causado furor en las redes, aunque no creía que alguien llegaría a bombardearlo de esa manera con preguntas. Resignado y con la intención de darles rápido lo que querían decidió contestar.

 

-Sí, hablo en serio, nuestra relación es joven y no es un tema que hayamos tocado aun. –Respondió avergonzado.

 

-¿Y tú quieres? –Preguntó Spectre.

 

El científico enmudeció, realmente no lo había pensado antes, tampoco sabía exactamente que significaría para ambos, pero dudaba que cosas tan triviales como esas llegaran a pasar por la mente de un demonio como Black Hat. Estaba por responder, pero un sonido chirriante llamó la atención de los tres, el villano del sombrero arañaba la mesa metálica con ansiedad mientras leía documentos en carpetas, de algún modo los tres comprendieron que no podían retrasarse más si no querían que el demonio descargara su ansiedad en ellos.

 

La sesión no duró mucho, las jóvenes villanas cooperaron lo suficiente, las fotografías fueron tomadas frente a una pantalla verde con todas las indicaciones que el doctor daba. En poco tiempo ya se despedían para marcharse.

 

-Todo listo señor. –Avisó el científico.

 

-Ya era hora. –Respondió levantando la vista de las hojas- Dígame, doctor ¿Cuánto tiempo tenemos?

 

-¿Disculpe? –Preguntó, de inmediato la mano del demonio levantó su bolsa de papel, acariciando con gentileza su mejilla.

 

Black le miraba con picardía y sonreía ampliamente acercándose lento. -¿Cuánto tiempo tengo para hacerlo mío? Doctor.

 

Flug sabía lo que buscaba, él también lo quería, su aliento se cortó rápido y su cuerpo empezó a reaccionar, pero había una decepcionante realidad.

 

-Señor, el siguiente invitado debería estar llegando ya. –Comentó casi en un susurro.

 

Y la puerta se abrió, con pasos pequeños la menuda mujer de piel turquesa bajo los peldaños seguida de un par de sombras altas e imponentes, se acercó a ambos e hizo una leve reverencia.

 

-Mi Lord Black Hat, es un placer verlo de nuevo. –Saludó Lady Belle con su característica elegancia- ¿Interrumpo algo?

 

Black gruñó discretamente. –Descuide. –Contestó volviendo a su sonrisa maliciosa.

 

-Flug, cariño ¿Cómo has estado? –Preguntó dulcemente.

 

-De maravilla. –Contestó sonriente.

 

Belle lo miró extrañada, hizo una seña con los dedos para que se inclinara, una vez teniéndolo de frente le sacó la bolsa de la cabeza. –Oh cielo ¡Te ves terriblemente agotado! –Dijo preocupada- ¿Pero que le ha hecho a este muchacho? –Preguntó molesta dirigiéndose a Black Hat, el demonio quedó estupefacto, no supo responder- Flug, si necesitas un respiro no dudes en comunicarte conmigo, no dejaré que seas sobreexplotado.

 

La dama se veía verdaderamente preocupada por él, hablaba con ese tono maternal que usaba ocasionalmente cuando creía que era necesario involucrarse en los asuntos del demonio, parecía ser la única persona en el mundo con el valor de hacerle frente a Black Hat de esa manera, incluso de reprenderlo, a veces se preguntaba qué tan poderosa era realmente Belle Mort.

 

-No se preocupe, de verdad, estoy bien. –Dijo nervioso, empezaba a temer por la paciencia de su jefe.

 

La puerta del laboratorio volvió a abrirse captando la atención de los tres, 5.0.5. bajaba rápidamente las escaleras, corrió hasta donde estaba el doctor y empezó a hacer señas con las patas, las agitaba rápidamente y balbuceaba algo. Flug lo miraba extrañado intentando comprender algo de lo que señalaba el gran oso, hasta que un sonido inconfundible le puso la piel de gallina, ese golpeteo constante, ese rose como el de un animal rastrero, y esa voz.

 

-Señor Black Hat, que gusto volver a visitarlo. –Dijo Chienne Malum acercándose, la mujer sonreía, hablaba animada, pero paró en seco y su semblante se llenó de aversión.

 

-Doctor Flug ¿Qué es esto? –Preguntó Black Hat en un tono que se tambaleaba entre el alarme y la furia.

 

Flug estaba pasmado, miró fugazmente a Belle, la mujer le devolvía a la villana ciempiés una expresión de completo rechazo, nunca había visto esa mirada en ella, era bien sabido que no solo eran rivales, no se soportaban, tenerlas en una misma habitación era un completo error, algo que lograron evitar por años, incluso en las celebraciones de la organización trataban de que se toparan lo menos posible. Algo salió mal, el doctor buscaba desesperadamente una explicación en su tableta, revisó las citas programadas de ese día y ahí estaba el origen del problema.

 

-Jefecito… -Inició con miedo- Accidentalmente las cité en el mismo horario.

 

-¿Hiciste qué? –Preguntó con voz distorsionada.

 

-Cometí un error, estaba demasiado cansado y…

 

-Maldito incompetente. –Dijo acallándolo- ¡Mas te vale encontrar una solución a esto o voy a arrancarte la cabeza!

 

-Chienne. –Dijo de repente Belle, con voz calmada.

 

-Belle. –Respondió la aludida con desdén.

 

-Es toda una desdicha verte.

 

-Yo no sé cómo nombrarlo.

 

-Me disculpo. –Interrumpió Flug- Esto es culpa mía, cometí un error, lamento mucho el inconveniente.

 

-No me sorprende de un patético subordinado incompetente. –Espetó Chienne.

 

-¡Silencio! –Ordenó Belle, chasqueó los dedos, una de las sombras que la acompañaban apareció de repente junto a ella y le extendió una taza de porcelana, la mujer bebió un sorbo- Terminemos con esto pronto.

 

El científico quedó admirado de la madurez que la villana demostraba, le alegraba inmensamente tenerla de su lado.

 

-Como sea. –Soltó Malum.

 

Flug comenzó a dar indicaciones nuevamente, Belle optó por ser la última en participar, parecía solo desear que la ciempiés se largara pronto, se acomodó en una sillita a beber té y charlar tranquilamente con Black. Por otra parte, Chienne los miraba con desprecio desde el set, el científico la fotografiaba cuando ella se dignaba a cooperar, sabía que con ella debía moderarse y evitar problemas.

 

-Doctor. –Llamó Malum con sorprendente amabilidad- ¿Puede traerme algo de beber?

 

Flug parpadeó atónito. –Por supuesto. –Contestó inseguro.

 

Aprovechando la ausencia del científico, Chienne se acercó al par de villanos, tenía un semblante cordial, aun así Belle la miró recelosa.

 

 -Tranquila querida, seamos maduras. –Propuso la alta mujer.

 

-No creo que seas capaz. –Respondió tajante.

 

-¿Ha tenido mucho trabajo? Mi Lord. –Preguntó ignorándola.

 

-Nada fuera de lo común, la felicito por sus grandes adquisiciones y solicitudes a la organización. –Contestó sonriente.

 

-Oh vaya, le agradezco. –Rio presuntuosa- Mi dominio ha sido un éxito como siempre, aunque… hay detalles.

 

-¿Detalles?

 

-Sí, verá, esperaba que los inventos que solicité fuesen un poco más sofisticados, esperaba que tuviesen la misma calidad de siempre, sin embargo hubo… defectos.

 

-¿Qué tipo de defectos? –Preguntó estupefacto, los inventos de Flug eran impecables, él mismo había inspeccionado los planos.

 

-Oh cosa insignificante. –Respondió restándole importancia- Entiendo que teniendo un subordinado humano su cansancio no le permita más.

 

El villano desvió la mirada, serio y pensativo. –Quizá debería alejarlo de… distracciones. –Comentó para sí.

 

El doctor volvió a entrar en el lugar, tenía una bandeja con algunas bebidas, que si bien no le pidieron, consideraba descortés no ofrecerlas, sin mencionar que había una gran posibilidad de obtener un regaño si no lo hacía. Caminó hasta donde estaban con un aire animado, repentinamente algo se interpuso en su camino, dio varios traspiés intentando no caer o soltar la bandeja, pero no pudo sostenerse y fue a dar de cara al suelo, las bebidas salieron despedidas y el líquido amarillento en su interior mojó por completo a Black Hat.

 

El demonio se levantó de la silla gruñendo, enfadado, miraba su ropa empapada.

 

-Pero que tonto. –Rio Malum.

 

-Oh Flug cariño ¿Te encuentras bien? –Preguntó Belle angustiada.

 

-Estoy bien… creo. –Contestó Flug incorporándose y sobándose la cara, cuando se percató del estado de su jefe, se llenó de zozobra- ¡Jefecito! –Exclamó alarmado.

 

Black lo tomó del cuello de la camisa con brusquedad acercándolo a él, su mirada era oscura y llena de rabia. -¡Eres un estulto! –Gritó enfadado lanzándolo con fuerza al suelo- Tú, cenutrio pedazo de…

 

-¡Black Hat! –Gritó Belle de repente interponiéndose, lo miraba molesta con las manos en la cintura.

 

El demonio reaccionó retrocediendo, cayendo en cuenta de lo que estaba haciendo, por un instante se había sumido por completo en su enojo, perdió autocontrol. Sin decir nada más, caminó a la salida empujando a ambas villanas en el proceso y cerró la puerta azotándola.

 

Belle resopló, sabía perfectamente que lo que acababa de hacer era una completa falta de respeto ante una autoridad como él, pero no podía permitir que le hiciera eso al chico y a él mismo. Era una villana, sin duda, pero conocía la cortesía, la decencia y sabía cuándo era momento de ser escrupulosa. Había algo en aquella escena que acababa de ocurrir que verdaderamente le molestaba e iba a frenarlo.

 

-Le agradezco. –Dijo Flug con timidez, poniéndose de nuevo de pie.

 

Una sensación húmeda en su rostro lo hizo tocarse, la bolsa estaba mojada, al quitársela solo vio una enorme mancha roja, su nariz sangraba descontroladamente.

 

-Dulzura, ve a atenderte. –Dijo Belle preocupada.

 

Tan solo el joven salió de la habitación, la pequeña villana miró seria a su acompañante, Chienne le devolvía una mirada indiferente.

 

-Te recomiendo mantener tus repugnantes patas de insecto lejos de esta relación. –Dijo con autoridad.

 

La villana ciempiés rio divertida. -¿A qué viene todo eso?

 

-Chienne, primor, si le tocas un cabello a ese muchacho voy a romper la tregua que por tantos años hemos mantenido.

 

-¿Es una amenaza? Pequeña sabandija.

 

-Evidentemente. –Comentó con obviedad- Esa caída no fue un simple accidente, se lo que intentas.

 

-No puedes probar nada. –Contestó con burla.

 

El lugar se hundió en silencio momentáneamente, ninguna desviaba la mirada o parpadeaba, no cambiaban su expresión.

 

-A Black Hat no le interesas, te lo dije hace mucho tiempo. –Inició- Esto no te conviene y lo sabes, no me retes, sabes que no ganarás. –Finalizó con severidad.

 

-Estoy cansada de esto. –Declaro Chienne. La villana se acercó amenazante, los quelíceros en su rostro comenzaron a moverse, se abrían y cerraban.

 

Un aura púrpura rodeó a Belle, un halo se formaba a su alrededor, corroía el azulejo del suelo y el metal con el que se topaba.

 

-Vaya, que intenso. –Comentó de repente una voz femenina. Era Demencia, las observaba sentada en una mesa a lo lejos mientas masticaba frituras.

 

De inmediato ambas recobraron la compostura, Belle retomó su expresión dulce y le dedicó una tierna sonrisa.

 

-Hola querida, pensé que te habías ausentado por trabajo. –Dijo como si nada, rompiendo el ambiente tenso que se había formado.

 

-Ya terminé. –Respondió sin dejar de masticar- Hola perra. –Saludó a Malum.

 

La mujer la miró ofendida. –Pero que osadía.

 

Flug entró de nuevo, no llevaba su bolsa en la cabeza, tenía un parche blanco sobre la nariz y se paraba el sangrado con un pañuelo.

 

-Disculpen la tardanza. –Comentó sonriente pero su expresión cambió rápido al ver a la chica lagartija- Excelente, volviste. –Dijo fastidiado.

 

-Uh nerd, te partieron tu madre.

 

-Fuera. –Contestó sacando su radio, llamaría a los Hat Bots.

 

La chica viró los ojos y se dispuso a irse. –Adiós zorra, adiós perra. –Se despidió.

 

-Hasta luego linda. –Contestó Belle, impidiendo una respuesta por parte de la otra villana.

 

-Lamento eso ¿Continuamos? –Sugirió el científico.

 

Tratando de ignorar todo lo desagradable en ese día, el doctor continuó con su trabajo, no era gran cosa lo que hacía falta de esa sesión. Pasado un rato ya habían terminado, despidió tranquilo a la pequeña villana e hizo pasar al resto de los invitados, aún quedaba trabajo por hacer.

 

Cayó la noche, tenía tanto por hacer aún, pero no rendiría más, debía descansar. Flug fue a su habitación por primera vez en muchos días, ya casi no dormía ahí, pasaba las noches durmiendo con Black Hat o en la mesa de su laboratorio. Estaba sentado en su cama, serio, pensativo sobre todo lo ocurrido, hacía mucho tiempo que el demonio no lo trataba de esa manera, con desprecio, como si fuera una basura, su pecho dolía al recordarlo, entendía que todo se debía a las faltas que cometió por su cansancio, pero se suponía que ahora eran una pareja, no debía de pasar nada similar aunque Black fuese quien era. Podía tolerar los insultos, pero no esas miradas, ese tono o ese maltrato, una pequeña lágrima corrió por su mejilla, se sentía un idiota por llorar por algo así, algo que no tenía idea de cómo solucionar.

 

Un golpeteo en su puerta lo sacó de sus pensamientos, se acercó a abrirla con el deseo absurdo de encontrarse con una disculpa… era toda una sorpresa que si fuera así. Al abrir la puerta no había nadie en el pasillo, pero una melodía empezó a resonar, el dulce sonido de un violín proveniente de una habitación lejana, pétalos esparcidos de alguna rosa marchita marcaban un camino sobre la alfombra, el doctor lo siguió sin dudar. Conocía la canción, era una composición de Antonio Vivaldi, originalmente acompañada de una cantante soprano, en esa ocasión solo la interpretaba un violín, sabía muy bien quien lo estaba tocando, ese toque afinado y perfecto no pertenecía a cualquiera. Llegó al lugar, una habitación de tantas de las que había en la mansión, ni siquiera estaba seguro de haber estado ahí antes, abrió la puerta encontrándose con una recámara parcialmente vacía, no había nada más que un gran ventanal en el fondo, una pequeña mesa redonda y dos sillas, una de ellas ocupada por Black Hat. El demonio tocaba el violín con gracia, su ojo brillaba como el de un lobo en la oscuridad, solo la luz de la luna resaltaba su silueta.

 

-Lindo detalle. –Comentó Flug acercándose.

 

Black se puso de pie dejando el violín, se acercó a él, lo tomó del mentón y quiso besarlo, pero para su sorpresa Flug lo rechazó.

 

-No puede solucionarlo todo de esta manera. –Dijo con un ligero tono de molestia.

 

El villano lo miró atónito, no esperaba esa reacción. Desde lo que había pasado horas atrás no dejó de sentir algo retorcerse en su interior, era culpa, no sabía lidiar con eso, no estaba acostumbrado a sentirse así y tampoco sabía disculparse, en ese suceso reaccionó sin pensar, desde las vísceras, como lo hacía antes.

 

-No… se hacer esto. –Admitió.

 

El doctor lo miraba inexpresivo. –Lo sé, tendrá que aprender.

 

Black reaccionó ofendido, pero nada cambiaba la actitud del científico. –Estas lastimado. –Dijo resignado a su desprecio.

 

-Eso es porque me caí de cara al suelo, no pareció importarle mucho.

 

El demonio permaneció en silencio, correspondiendo la mirada, de la mesa levantó un objeto y se lo entregó al doctor. Flug lo recibió extrañado, era un sobre negro cerrado con un sello en lacre.

 

-Esto es… -Inició- Lo vi darles uno igual a los visitantes de hoy. –Finalizó rompiendo el sello y abriendo la carta.

 

-Es una invitación a la celebración del aniversario de la organización. –Explicó.

 

-Siempre asisto, es mi trabajo.

 

-No quiero que vayas a trabajar, quiero que asistas como invitado. –Dijo tomándolo de las manos, apretando el sobre.

 

Flug levantó la invitación, con la poca luz que había la inspeccionó, estaba escrita a puño y letra por Black Hat, la leyó:

 

La Organización Black Hat

 

Solicita su presencia para unirse a nosotros en la celebración de un momento especial para la organización.

 

Mayo 15.

 

Continuó mirando la hoja, reflexivo, era toda una sorpresa sin duda, pero asistir sería enfrentarse al rechazo de muchos de los villanos narcisistas que siempre iban, con honestidad dudaba que el demonio estuviera dispuesto a dar la cara por él si era necesario, ese mismo día no fue capaz de hacerlo en ningún momento.

 

-Lo pensaré. –Respondió tajante y se marchó sin más.

Notas finales:

Cesad, cesad para siempre.

 

Antonio Vivaldi (1678 - 1743)

 

 

 

Cesad, cesad para siempre,

 

recuerdos crueles

 

de una tiránica pasión,

 

que ya una vez, bárbaros y despiadados,

 

transformasteis mis alegrías

 

en un inmenso tormento.

 

 

 

Cesad, cesad para siempre,

 

de lacerar mi pecho,

 

de atravesarme el alma,

 

de robarle a mi corazón reposo y calma.

 

Pobre corazón afligido y abandonado,

 

si te robó la paz

 

una tiránica pasión,

 

fue porque en un rostro despiadado,

 

en un alma cruel,

 

sólo la crueldad se nutre y anida.

 

 

 

Aria

 

 

 

¡Ah, qué infeliz siempre

 

me quiere la ingrata Dorilla!

 

¡Ah, cada vez más despiadada,

 

me obliga a derramar lágrimas!

 

Para mí, no,

 

no hay reposo.

 

Para mí, no,

 

no hay esperanza.

 

Y el cruel martirio

 

y mis penas,

 

sólo la muerte

 

podrá aliviar.

 

 

 

Recitativo acompañado

 

 

 

A vosotros, pues, recurro,

 

horribles antros de callado horror,

 

asilos silenciosos, amistosas sombras,

 

hacia vosotros llevo mi dolor,

 

pues espero de vosotros aquella piedad

 

que no anida en la inhumana Dorilla.

 

Vengo, amadas grutas,

 

vengo gratos antros,

 

a fin de que en vosotros

 

mi tormento quede sepultado.

 

 

 

Aria

 

 

 

En el horrible refugio,

 

abrigo de penas,

 

podrá mi tormento

 

satisfacerse contento,

 

podré en alta voz

 

llamar despiadada

 

a Dorilla, la ingrata,

 

y podré morir.

 

Iré por las negras orillas

 

del Aqueronte

 

tiñendo las olas

 

con sangre inocente,

 

gritando venganza,

 

y como sombra báquica

 

tomar venganza.


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