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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

¡Hola!


Aquí tenemos otro capítulo de esta historia :3


Tenemos varios detalles para comentar. Este capítulo fue un poco difícil de escribir para mí, no sé por qué, pero no me convencían algunos fragmentos, me vi obligada a reescribir varias veces algunos párrafos, espero que sea de su agrado.


También le doy la bienvenida a otro personaje inspirado en un lector… o, mejor dicho, a su niña interior. Es un personaje curioso, trataré de mantener en ella lo que veo en ti, solo que, de una manera más aniñada, espero que te guste. ¡Bienvenida EmmaStar-Cheng!


Tengo una pequeña inquietud, resulta que alguien me envió un correo electrónico haciéndome una petición relacionada al fic, no sé quién fue, pero quiero que sepa que ya lo contesté, lo que pasa es que lo vi tarde, una disculpa por eso, soy un poco distraída con las redes, pero me ocuparé de revisar el correo más seguido por si alguien gusta o necesita enviarme uno.


¡Ahora los datitos del capítulo!


Jasper Maskelyne: Se le conoció como “el mago de la guerra” porque participó en la II Guerra Mundial. Este ilusionista británico fue el inventor de un truco que no sería para el clásico público sentado en sus asientos, sino para los nazis.


Les preparó un gran engaño en El Alamein, creando la ilusión de un ejército falso utilizando tanques de cartón, falsas vías de tren, barracones, depósitos de agua. La estratagema funcionó y los nazis se movieron para evitar el ataque de estas “grandes tropas” y se ganó aquella batalla importante.


No estoy 100% segura de la veracidad de esta historia, pero me pareció un personaje curioso.


También quiero comentar que su aparición está basada en un sueño recurrente de mi mejor amiga, algo que le robó el sueño por muchas noches.


Lolita: Esta es una moda urbana inspirada, principalmente, por la vestimenta y los estilos de los periodos Rococó y Victoriano. Se inició en Japón en los años 80’s. Ha evolucionado bastante a través del tiempo y esparcido alrededor del mundo, es una moda que sigue reglas estrictas de vestimenta para ser tomada como tal. Actualmente hay otras variaciones, como podría ser el Gothic Lolita.


Doll Hat: Es un diseño de sombrero de talla pequeña para dama, para sugerir un sombrero que podría ser usado por una muñeca. Puede ser de cualquier diseño y generalmente se usa en la parte frontal de la cabeza, asegurado con un broche o banda elástica. Tuvo períodos de popularidad tanto en el siglo XVIII como en el XIX. Esta era una época de peinados elaborados y el sombrero era un accesorio decorativo en lugar de cumplir una función práctica. Volvió a tener popularidad por aquello de los años 30.


En este capítulo continuamos en el otoño, pero un pequeño fragmento ha sido inspirado en la canción “Jamás pensé” de Madame Récamier. Les voy a ser franca, me gusta mucho la letra de esta canción, pero, respecto a la música, prefiero la versión cantada junto a Flor Amargo, se las recomiendo.


 


Jamás pensé.


(Madame Récamier)


 


Jamás pensé ni imaginé


Has sido tú toda mi vida


Casualidad divina el dia que te encontré


Quise volver


Me ilusioné


No descuide


Pedir tu nombre


Y es que este amor no esconde lo que tiene que decir


Es que este amor no esconde lo que tiene que decir


 


Yo te voy a amar


Como jamás pensé


Y yo te seguiré


Por toda la vida


Porque no hay nadie más que mejor lo pueda hacer


Pues eres el amor que yo jamás


Jamás pensé


 


Primera vez


Un ajedrez y cuido cada movimiento


Esperando el momento y entonces conquistar


Puede estar bien


Puede estar mal


No lo sabré


Si no lo intento


Pero hay algo aquí dentro que me dice que si


Y es que hay algo aquí dentro que me dice que si


 


Yo te voy a amar


Como jamás pensé


Y yo te seguiré


Por toda la vida


Porque no hay nadie más que mejor me pueda hacer


Pues eres el amor que yo jamás


Jamás pensé


 


Pues eres mi amor el que jamás


Jamás pensé


 


Sin más que decir, disfruten <3


Concierto N°. 3 en fa mayor "L'autunno" (El Otoño)


   I. Allegro.


   II. Adagio molto.

-Bonnivet... -Dejó escapar entre suspiros.


Dos bocas se entremezclaban en un juego de movimientos tímidos, la más alta sostenía con cuidado aquel pequeño rostro de piel aguamarina, la mujer se hallaba sentada en sus piernas y ambas sobre una gigantesca cama mullida y elegante. La madrugada consiguió hábilmente despertar la pasión en ambos corazones, tan solo hizo falta un rose ligero de pieles y el calor de un abrazo, para que ambas comenzaran a degustar de la otra.


La más joven se desmoronaba por dentro, el sabor dulce de los labios de una reina provocaba a sus latidos a volverse más intensos, agresivos. Le encantaba tocar esa piel suave de color exótico, su pequeño cuerpo que, aunque era increíblemente poderoso, sentía que debía tratarlo con suma delicadeza, su pequeño tesoro, su adorada muñeca, aquella que le devolvió las ganas de sentir amor y pudo gustar de ella aún con toda su locura. Peinó su cabello suelto, desprolijo a causa de la noche, sin esa diadema con un par de orejas, mordió sus diminutos labios, subió sin pena ese camisón de seda color negro destapando su fina figura.


La conquistadora le sonrió con picardía, de forma atrevida acarició el pecho ajeno, deslizó sus manos por aquellas bien formadas curvas de ese cuerpo apenas adolescente, se permitió apretar sus glúteos en la medida en la que la postura se lo permitía. Se mordió con antojo el labio inferior, le encantaban esas proporciones carnosas, definidas, tan diferente a ella.


Cansada de la espera, la chica demente recostó bruscamente a la dama sobre la cama, sonrió amplio mostrando desinhibida el hambre que su reina le causaba. Se deshizo de su propia ropa, apresurada, de manera torpe, volvió a besar los labios de la mujer, podía sentir la intensidad en aquel beso, sus entrañas se removían con cada toque, ahora sentía su cuerpo sin barreras, piel con piel y una ligera brisa de sudor. Pasaron los minutos así, en medio de un beso, frotándose, sintiendo la humedad de la otra. Cuando la más joven decidió que ya era suficiente, con un semblante serio, bajó depositando pequeños besos en el camino y se sumergió en su entrepierna arrancando de inmediato un tenue y tierno gemido de placer. Qué sabor tan excitante probaba su lengua, qué humedad tan fina, adoraba cada instante que pasaba a lado de esa mujer que la hacía sentir tan especial como nadie en el mundo.


...


Por los pasillos del gran castillo, una diminuta figura negra, refinada y ligera, se deslizaba en cercanía a los muros, escabulléndose de todo pooka que custodiaba los alrededores. Caminó entre las sombras, pasó al lado de un enorme portón elegante dónde tenues murmullos se despedían de la habitación, suaves jadeos y palabras indescifrables de un par de amantes féminas. Ignorando la situación, siguió de largo, olfateó los alrededores con una nariz húmeda, de vez en cuando levantaba alerta su par de orejas peludas y puntiagudas, miraba atento expandiendo sus ojos rojizos. Llegó finalmente a su objetivo, una habitación rodeada de pasillos laberínticos.


Como uno de los tantos entes vaporosos y sombríos de ese hogar, atravesó la puerta, como un ser fantasmal. La recámara parecía un mundo en comparación a su pequeño tamaño, oscura, elegante, tenía un olor polvoso y húmedo, era como olfatear las hojas de un viejo libro. En un extremo se encontraba una cama, allí se hallaban recostados dos individuos, un oso azul y un joven humano, imperturbables, profundamente dormidos.


El ser con la forma de un minino dio un salto a la mullida cama, caminó en círculos y terminó por recostarse a los pies de ambos, cerró los ojos y de igual modo se dispuso a dormir.


...


La mañana acarició los muros color esmeralda de ese castillo extraterrestre, una luz casi imperceptible a causa de las espesas nubes, el planeta era raro, pero tenía cierto encanto, sus colores intensos en la vegetación lo hacía lucir como una fotografía mal revelada. Las sombras indefinidas, que representaban a cada guardia en esa fortaleza, daban continuamente rondines en cada parte, sin cansarse, nunca paraban, estaban hechos para ser sirvientes.


El joven castaño se removió en la cama, ya había despertado, pero no quería abrir los ojos, demasiado cómodo para hacerlo. Después de una larga lucha al fin se decidió a abrirlos. Su cabello estaba enmarañado, estaba semidesnudo tal como siempre acostumbraba a dormir, un hilillo de saliva corría por su mentón y sus ojos estaban enrojecidos. Se estiró en medio de un bostezo, pudo sentir un pequeño bulto sobre sus pies, hizo una breve inspección de su oso, acurrucado junto a él, no lo tocaba, se incorporó confundido.


Una pequeña bola de pelos negra se reacomodó en su lugar, levantó su cabeza felina, abrió sus ojos rojos y observó con atención al joven que lo miraba con desconcierto.


Flug pegó un salto en su sitio, estaba sorprendido por la repentina aparición de un extraño gato negro a los pies de su cama, no recordaba haberlo visto antes. Con algo de miedo, estiró el brazo en un afán por acariciarlo, no tenía idea de qué hacía allí, pero no había motivo para ser hostil, el animal lucía muy tranquilo, casi al instante se puso de pie y se acercó con timidez hasta dejarse tocar.


- ¿Y tú de dónde saliste? –Saludó sonriente mientras mimaba al felino.


El animal restregó la cabeza en su mano, dejó salir un sonido vibrante, un ronroneo.


Flug lo acarició con más energía, enternecido, era raro, sus ojos no eran comunes, no le asustaba, después de todo estaban en un planeta lejano, seguro existirían muchos otros animales extraños en todos los alrededores.


5.0.5. se estiró en la cama, despertó y se sentó poco a poco, soltó un gran bostezo, miró al minino con sorpresa.


-Tenemos un nuevo inquilino. -Comentó el doctor- Saluda.


El experimento sonrió, el animal le pareció adorable de inmediato, como era de esperarse, intentó acercarse y acariciarlo también, pero para su lamento, el felino se alejó receloso y le gruñó con molestia.


-Uh... Supongo que es algo asustadizo... -Rio nervioso- No te preocupes, solo debe tomar confianza. -Calmó- Me pregunto cómo fue que llegó hasta aquí.


El gato dio un salto de la cama, se posó junto a la puerta, los miró a ambos, parecía esperar algo.


- ¿Tienes hambre? -Cuestionó, solo vio al felino rascar la puerta en respuesta- Supongo que eso es un sí...


El chico se paró de la cama, se vistió rápidamente con lo primero que encontró, algo de ropa proporcionada por la reina de ese hogar, curiosamente era un estilo apegado al suyo, la mujer se había encargado desde el principio de darle todas las comodidades, gracias a eso su salud había mejorado notoriamente, aunque la fatiga no se iba, estaba seguro de que no volvería a recaer en sus antiguos malestares.


Salió de la habitación dejando que su experimento continuara con su descanso. Curiosamente fue seguido de inmediato por el pequeño animal, caminaba a su lado siguiendo sus pasos.


La cocina estaba sola, era un inmenso lugar, muy antiguo, las alacenas eran de una madera vieja y desgastada, podía notarse cómo el pretil de mármol tenía ya algunas marcas de uso, no se contaba con un sitio convencional para cocer o asar, era un gran horno de piedra y a su lado estaba una estufa de leña, hecha de hierro que ya se encontraba oxidado y ligeramente corroído. Era un poco extraño pensando en el hecho de que la mujer pooka contaba con una gran tecnología, parecía ser que era alguien nostálgico, apreciaba los estilos antiguos, aunque eso conllevara atrasar el trabajo de sus empleados, solo Dryadalis usaba ese lugar, pero lo hacía cada día de su vida.


Flug se acercó al viejo refrigerador, era una gran caja metálica. En su interior había un sin fin de alimentos extraños, intuía que se trataba de lo que podía cultivarse en las tierras de ese planeta, no se atrevería a tocar nada que no conociera, tan solo tomó un frasco de cristal lleno de leche y lo sirvió en un tazón. El felino se acercó de inmediato a inspeccionar el alimento.


-Buenos días, cielo. -La dama pooka saludó cordial, lo miraba desde la puerta de la cocina, Dryadalis la acompañaba.


-Buen día, Lady Belle, -Respondió sonriente- espero no sea molestia, tomé un poco de leche para... -Devolvió la vista al suelo, tan solo estaba el tazón de leche, el minino que lo acompañaba se había ido- el gato...


- ¿Gato?


-Uh... Sí, había un gato negro de ojos rojos aquí hace un momento, -Dijo mirando para todos lados- amaneció en mi cama esta mañana.


La mujer y el pooka se miraron desconcertados. - ¿Estás seguro?


-Lo estoy, es solo que no sé a dónde ha ido.


Belle permaneció en silencio por varios segundos, el chico se notaba confundido, solo había una salida en esa habitación, el animal debería ser visible, a menos de que... -Son animales muy raros por estos lugares, -Explicó- tal vez entró por alguna ventana. -Se encogió de hombros- Lo buscarás después del desayuno... Y cuídalo, no creo que encuentres otro como él.


El doctor se rascó la cabeza, estaba desconcertado por la desaparición. -De acuerdo, le agradezco, prometo que lo cuidaré. -Salió de la cocina para permitirle al pooka hacer sus deberes matutinos.


Ambos permanecieron en su sitio, en silencio mientras el científico se iba.


-No tengo duda alguna de que todas las ventanas están aseguradas, mi Lady. -Habló Dryadalis.


-Lo sé. -Contestó tajante, seria.


-Y tampoco existen gatos en este planeta.


-También es verdad...


...


- ¿No vas a comer nada?


-Ugh... No, soy vegana...


La mañana iniciaba con normalidad en la mansión blanca, el trío que ahora habitaba en ese nada humilde hogar se sentaba a desayunar con calma. El demonio blanco preparó con entusiasmo un vigoroso desayuno, si bien no le agradaba del todo no tener la privacidad de la que antes gozaba, le era grata la compañía del hada rubia. El ensombrerado comía campante sus alimentos mientras observaba al par discutir, al parecer iba a ser un nuevo hábito, los héroes se llevaban bien, pero el carácter fuerte que ambos poseían los hacía chocar constantemente.


-No decías eso en la oficina de White… -Murmuró con una sonrisa burlona.


Harmonie reaccionó ofendida. - ¡Tú! ¡Pedazo de…!


-Puedes comer algo de fruta. –Interrumpió el demonio- Debiste mencionarlo antes y habría cocinado algo de tu agrado.


-Lo lamento, he estado algo distraída.


-Eso es porque te falta proteína. –Dijo Slug.


La rubia lo miró molesta, se levantó de su lugar y tomó algunas frutas del centro de mesa. –Y… ¿Qué haremos hoy?


El doctor sonrió mientras picaba su comida. –Iniciaremos el plan ¿Tienes lo que te pedí?


- ¿Uh? –Soltó White, confundido.


-Sí, aunque no sé de qué forma va a ser útil. –Respondió la chica.


El héroe parpadeó desconcertado. - ¿De qué hablan?


-Será parte del cambio, no puedes salir al mundo viéndote igual. Hay mucho que hacer hoy.


-Creo que será algo incómodo y caluroso…


-Te acostumbrarás.


White Hat se puso de pie golpeando dramáticamente la mesa. - ¿De qué hablan? –Cuestionó- ¿Por qué nadie me ha dicho nada? ¿Recuerdan acaso quien es el jefe aquí? –Dijo, indignado.


Ambos jóvenes lo miraron atónitos por varios segundos, Slug arqueó una ceja y le devolvió la mirada a la flapper. –En marcha.


Los héroes se levantaron de la mesa, sin tomar en cuenta al demonio siguieron con lo suyo y se marcharon del lugar. White mostró una mueca de indignación, se reacomodó el saco y decidió olvidar la pequeña ofensa, aunque realmente deseaba tener de vuelta la vieja privacidad que tenían y sobre todo la atención de su doctor.



Movía la pierna con ligera ansiedad, no es que fuese algo alarmante, pero ya se había cansado de esperar. Se encontraba en su cama descansando, una vez más no tenía nada más qué hacer, su compañera demente estaba en quien sabe que parte del planeta aterrorizando alienígenas, mientras su reina se ocupaba de revisar las necesidades de su hogar, él solo tenía la labor de descansar y comer, pero eso le ponía sumamente ansioso en ocasiones, no le gustaba no tener un trabajo, se sentía inútil. Por otra parte, había algo más que lo agobiaba, su pequeño nuevo amigo peludo no había aparecido, se sentía un poco angustiado de haberlo imaginado, últimamente le parecía ver y escuchar cosas que aparentemente no estaban ahí en realidad… o eso pensaba.


Se levantó de golpe, el oso azul, que dibujaba campante, lo miró con atención mientras caminaba a la puerta de la habitación. Ya no quería más quietud por el momento, tampoco angustia, se decidió a buscar por su cuenta al pequeño gato, eso lo mantendría ocupado y le ayudaría a averiguar si su mente estaba haciéndole una mala jugada.


Salió de su recámara, la dama pooka solo le había mostrado un par de caminos en el enorme castillo, no conocía más, había recorrido cada lugar conocido esa mañana a fin de toparse con el felino, pero no hubo rastro. Por los pasillos los espíritus oscuros de la conquistadora, vagaban cuidando los alrededores, lo miraban extraño con sus ojos vacíos al pasar a su lado. Llegó finalmente a un sitio bastante desolado, parecía no ser custodiado por ningún guardia por el momento, era un largo pasillo oscuro repleto de cuadros extraños en sus muros, podía ver las desembocaduras de otros pasillos anexos, la mayoría de los candiles, que colgaban del techo, se encontraban apagados, era una luz tenue. No le sorprendería que hasta los pookas le temieran a ese lugar, el suelo se encontraba tan polvoso que era notorio que no era visitado, se preguntaba por qué.


En otra circunstancia la imagen tétrica que apreciaba le gritaría que era una mala idea adentrarse, pero una voz en su cabeza le decía que quizá el gato negro podía estar perdido y solo en las profundidades de ese sitio, no podía cargar con ello. Se armó de valor, respiró hondo y caminó hacia la oscuridad. A medida que avanzaba el tapiz de las paredes se volvía más desgastado, el olor frío de la humedad era más intenso, podía escuchar el eco de sus pasos recorrer cada pasillo aledaño, algunos no parecían tener fin, otros pocos se cerraban con una ventana y un par de habitaciones que, estaba seguro, no se habían usado en décadas. Durante algunos minutos de caminata se decidió por solo mirar al frente, se admitía como un cobarde a pesar de los años que pasó al lado del miedo encarnado, jamás se acostumbraría al terror irracional, se dispuso a llamar levemente al minino haciendo sonidos suaves.


Su voluntad lo traicionó un segundo, un pequeño instante que tensó su ambiente por completo, no pudo evitar mirar a un costado por un momento muy breve. Al final de un corto corredor apreció una silueta, aparentemente humana hasta donde su mente le permitió identificar. Devolvió la vista al frente lo más rápido que pudo y siguió caminando, pero era tarde, ahora su imaginación volaba. Intentó olvidarlo, pero nuevamente su miedo lo obligó a comprobar sus alrededores, miró esta vez a su izquierda; a un par de metros a la distancia, un hombre muy alto, de extremidades largas, delgado, de traje elegante color rosado, lo miraba con una leve sonrisa, sus ojos oscuros estaban bien abiertos, su nariz grande y puntiaguda y su barbilla afilada alargaban sus facciones, era muy pálido, con una melena negra peinada hacia atrás bajo su alto sombrero de copa. Flug vaciló, su humanidad lo obligaba a racionalizarlo, a tratar de volver aquella imagen algo terrenal y comprensible, incluso pensó en hablarle, pero descartó la idea cuando pudo ver con más claridad esa mirada sin nada de brillo, completamente muerta y pasmada. Caminó a paso rápido, solo dio algunos pasos cuando decidió finalmente volver por donde vino y no seguir avanzando. Frenó de golpe cuando su mirada se encontró con la misma silueta a la entrada del pasillo, justo por donde vino, muy lejos a la distancia. Nuevamente se giró y se dispuso a llegar a alguna parte, ni siquiera sabía si lo que veía era peligroso, pero seguramente no quería nada bueno, tampoco tenía nada que ofrecerle. Otro pasadizo se atravesó en su camino, intentaba no mirar, pero sus nervios lo traicionaban y se encendían al apreciar la misma silueta, esta vez sonreía más amplio, lo miraba estático, cada vez más cerca. Siguió caminando, el ente hizo otra aparición, lo perseguía, se anticipaba a sus movimientos, cuando creía escapar, el individuo ya estaba esperándolo en el siguiente pasillo, su aspecto ahora era diferente, su ropa estaba ligeramente descuidada, su sonrisa era demasiado grande para su rostro y su nariz era más larga.


-Necesito ayuda… -Murmuró angustiado, sus pasos eran ya muy rápidos, se reprochaba no cargar con una sola arma, no había motivo alguno para estar armado en ese castillo, o al menos eso había pensado hasta ese momento.


Nuevamente, aquel extraño hombre, volvió a aparecer en el siguiente cruce, parecía un laberinto interminable, pasillos en todos lados, seguían apareciendo, pero extrañamente la entrada no se veía demasiado lejos, alguien jugaba con él. Ahora le miraba con un par de ojos que no parecían tener párpados, sus ropas estaban andrajosas, sonreía más y más, su nariz ahora era tan grande y puntiaguda que sobrepasaba su barbilla.


El doctor dejó escapar un grito aterrorizado, emprendió carrera, corría en una sola dirección, tenía miedo de girar en algún pasillo y toparse de frente a esa criatura.


- ¿Te gustan las estrellas? –Resonó una voz femenina, aguda, pequeñas risas la siguieron.


- ¿Qué? –Soltó desconcertado entre jadeos.


- ¿Te gustan las estrellas?


El científico no respondió, volvió a mirar en la siguiente intersección, el sujeto ya no era para nada igual a como lucía al principio, había perdido toda facción humana, su cara era alargada, extraña, su sonrisa se extendía hasta su frente, con dientes afilados amarillentos, sus ojos penetrantes se mostraban saltones, estaba encorvado y harapiento, su sombrero torcido y roto. Continuó corriendo, se atrevió a mirar hacia atrás, fue quizá la peor decisión que tomó en ese momento. Ahí estaba de nuevo, ese ser al principio del pasillo, se mantuvo estático por última vez durante algunos segundos, pero un instante después comenzó a correr hasta el doctor, a una velocidad anormal y con movimientos retorcidos y escalofriantes.


-Ay virgencita… -Lloriqueó asustado.


- ¿Te gustan las estrellas? –Preguntó una vez más.


- ¡Sí! –Gritó en respuesta, no tenía idea de quien preguntaba, o qué objetivo tenía, pero si alguien estaba dispuesto a escucharlo, haría todo por llamar su atención- ¡Adoro las estrellas!


Nuevas risas retumbaron, eran como las de una niña. Las paredes y el suelo comenzaron a vibrar, todo el entorno se movió de repente, cada forma en el tapiz se distorsionó. Repentinamente algo atravesó el muro, pero la pared no se rompió como si fuese piedra o madera, se fragmentó y quebró como si se tratara de un cristal, acto seguido cada muro procedió a estrellarse del mismo modo. Flug miró al frente, el pasillo interminable también se quebró, fue como ver un vitral romperse, una pintura de cristal, al destruirse dejó ver una pared sólida, ya no había más profundidad. No pudo parar a tiempo, se estrelló de lleno sobre la pared y cayó de sentón al suelo, una luz verdosa alumbró todo el sitio.


- ¡Fantástico! –Gritó el individuo femenino- ¡Tenemos mucho en común!


Flug devolvió la vista a su espalda, en el aire flotaba una chica, era casi una niña de piel aguamarina, su cabello era púrpura, aparentemente corto y de él colgaban un par de cadenas que hacían parecer que llevaba trenzas, vestía como una colegiala, un uniforme negro recubierto de una gabardina roja, en sus manos cargaba una rara guadaña, la filosa arma tenía rostro, ojos saltones, una boca torcida que mostraba la lengua y brillaba con un fuego verdoso, tanto como la mirada de la chica y su par de trenzas.


- ¿Q…qué? –Soltó el científico, todo era demasiado extraño, estaba sumamente confundido.


- ¡Tú y yo seremos grandes amigos! –Gritó con entusiasmo- Permíteme sacarte de este embrollo.


El ente femenino se giró encarando a la criatura amorfa que se dirigía a gran velocidad, giró hábilmente su guadaña y atacó sin reparo. El ensombrerado fantasmal esquivó el ataque, mostró sus largos brazos desproporcionados que ahora tenían filosas garras, arremetió en su contra. Ambos chocaban sus armas, ella lucía divertida, la hoz hacía sonidos graciosos cada vez que la abanicaba, en cambio, el sujeto se veía rabioso, su molestia crecía en cada golpe. La niña aumentó la velocidad de sus ataques, reía frenética, se mofaba de la situación, rápidamente domó la batalla, su enemigo retrocedía.


Uno de los cuadros de la pared se movió por sí solo, tembló sobre el muro, su movimiento aumentaba a medida que el par de contendientes se aproximaba. El sujeto tenebroso dejó de atacar, se movió rápidamente hasta el cuadro, parecía huir, la chica intentó atraparlo, pero él fue más rápido, atravesó el cuadro y este se rompió en fragmentos, era el último trozo de cristal adimensional que quedaba intacto.


La joven fantasmal resopló con fastidio al verle escapar. –Ugh… lo perdí…


El científico se puso de pie con las piernas temblorosas, estaba inseguro de hablar con su aparente salvadora, no estaba seguro de qué había ocurrido con exactitud.


-Qué... ¿Qué fue eso? –Preguntó con temor.


- ¡Hola! –Gritó la chica con entusiasmo, girándose y acercándose- ¡Él era Jasper Maskelyne! Fantasma ilusionista, tuviste suerte, no es bondadoso, de no haber querido jugar contigo, te habría hecho ver tus entrañas. –Rio burlona.


-Mis entrañas… -Tragó pesado.


-Debiste ver tu rostro, él hacía ñacañaca y tu hacías ¡Wah! Y ¡Ah! Gritabas como una niñita. –Dijo, expresiva, imitaba con burla los gestos del científico.


 Flug rio, nervioso. –Sí… uh… Gracias por salvarme.


-Descuida, tenía que ayudar a otro amante de las estrellas. –Comentó maravillada- Dime ¿Cómo entraste? ¿Cómo evitaste a la reina tenebrosa?


- ¿La reina tenebrosa? –No ignoraba del todo de quien hablaba, pero indagar en ello le daría una pista de con quien estaba tratando.


- ¡Sí! La señora de este castillo, la madre del miedo. –Contestó, mostró ligera angustia entre todo su comportamiento infantil.


Ladeó la cabeza, sabía que esos nombres podían deberse a la fama de la mujer, pero la chica vivía en su castillo, no entendía su rechazo. –Uh…Lady Belle Mort me ha hospedado aquí a voluntad.


La niña pegó un grito, se alejó temerosa abrazándose a su hoz. - ¡¿Eres amigo de la dama del miedo?! ¡No me hagas daño, por favor! Me iré y no tendrás que verme más.


-Oye, tranquila, -Habló compasivo, la chica era como una niña pequeña, actuaba entusiasta, dulce y ahora bastante aterrada, se preguntaba qué clase de relación tenía con la dama pooka para acabar así de asustada con solo nombrarla- no planeo hacerte daño, confía en mí.


-No puedo confiar, a ella no le gustamos, si nos ve nos hace daño…


- ¿De qué hablas? ¿Por qué?


-Es porque no puede deshacerse de nosotros… ella no es capaz de sentir nuestra presencia, eso la enfurece…


- ¿Cómo es que llegaste aquí?


-Yo siempre estuve aquí, la reina tenebrosa no gobernó siempre este planeta, hubo otros antes.


Tenía sentido para él, después de todo la dama era una conquistadora, en algún momento en la antigüedad debió apoderarse de ese mundo, especialmente por haber nacido en la tierra. Ahora sentía un poco de pena por la niña, si ella habitaba ese castillo significaba que antes era parte de la realeza, debió ver a su familia morir a manos de la mujer, y también debió perecer de forma lastimosa ¿Por cuánto tiempo había vagado por ese castillo escondiéndose de su peor pesadilla? No podía sencillamente marcharse y dejarla ahí, ella lo salvó, lo menos que podía hacer era ser amable, quizá ser su amigo.


Suspiró, se sacudió la ropa empolvada, le extendió una mano. –Puedes confiar en mí, no voy a decirle que estás aquí, tampoco te haré daño, es una promesa. –No obtuvo respuesta- Te gustan las estrellas ¿No es así? Puedo llevarte a verlas.


-Yo no puedo salir de aquí.


-Bueno, hay una enorme ventana en mi habitación, puedo llevarte a verlas desde ahí ¿Qué dices?


La chica fantasmal lo meditó algunos segundos, estaba temerosa, pero al final accedió sonriente, tomó la mano del doctor. –De acuerdo ¿Cómo te llamas?


-Flug. –Respondió sin más- ¿Y tú?


-Mi nombre es Emma, Emma Huntress.



-Ahora muéstrame. –Ordenó.


En el hogar de los héroes, en el oscuro laboratorio del científico, los dos habitantes más jóvenes se encontraban en una dinámica peculiar. La chica rubia salía de detrás de un par de anaqueles, llevaba puesto un vestido ampón color celeste lleno de encajes, tenía algunos detalles en rosa pálido, medias blancas y zapatos de tacón bajo, brillantes, de color azul, parecía un pequeño pastelillo cubierto de merengue.


-Esto es... extraño... -Dijo, incómoda- No es mi estilo.


-Ese es el punto. -Contestó, había una sonrisa de satisfacción en su rostro- Faltan detalles, muestra tu forma real.


La flapper se relajó, su cabello rubio se alargó y volvió azul, sus ojos azules se volvieron rosados, pero había un detalle, lucía ahora un tupé corto color rosa pálido. -Tú querías un cambio radical. -Se justificó ante la mirada de duda del científico- Lo teñí anoche.


-Bien, sorprendente. -Respondió admirado, abrió una gaveta y sacó un objeto- Falta un detalle más. -Se acercó y colocó sobre su cabeza un pequeño doll hat de copa, era blanco con encajes azules, tenía un colorido detalle que dibujaba la cabeza de un unicornio en un costado, incluso el pequeño cuerno de colores sobresalía- ¿Qué te parece?


-Sabía que tendrías el descaro de hacerlo, -Refunfuñó- pero pensé que serías más despiadado, en realidad es bastante lindo, me gusta, no sabía que eras costurera. -Se burló.


-Lo saqué de la oficina de White Hat.


La chica hizo una mueca de asco. - ¡Ugh! Dime que lo lavaste.


-Es broma, torpe, no soy el único empleado en esta organización, lo ordené.


El hada suspiró tranquila, se reacomodó el sombrero, miró su reflejo en un anaquel metálico, se veía muy diferente, más dulce e infantil. Debía acostumbrarse a ese reflejo, pese a que era su imagen auténtica, pasó tantos años luciendo como una rubia flapper, coqueta y libertina, que verse a sí misma como una muñeca aniñada era extraño. -De flapper a lolita... -Murmuró.


-No será lo único raro para ti el día de hoy.


La puerta del laboratorio se abrió, dos individuos entraron en el lugar, bajaron los peldaños metálicos, atravesaron la oscuridad hasta posarse frente a ellos.


- ¿Tú? -Preguntó el hada con sorpresa.


-Hola... -Respondió con extrañeza.


Dominos Umbra miraba con detenimiento a la mujer, sabía que se trataba de ella solo porque se le había comentado con anterioridad lo que ocurriría, pero de haberla visto en cualquier otro momento sin tener conocimiento alguno de las circunstancias, no la habría reconocido, lucía tan bella como antes, solo que esta vez inspiraba ternura. Anclada a su brazo, se encontraba la arquera Farfala, tenía una expresión de clara preocupación.


- ¿Qué es esto? -Cuestionó la heroína.


-Tus entrenadores. -Respondió el doctor.


- ¿Uh? -Balbuceó confundida.


-Los contraté, necesitas aprender a pelear y yo no puedo entrenarte.


- ¡¿No pudiste pensar en alguien más?! Son subsidiarios de Black Hat.


- ¿En quién? ¿En los héroes? -Respondió molesto, la chica enmudeció- Ninguno puede saber lo que está ocurriendo, además ellos no tendrán piedad de ti, aprenderás mejor.


-No me lo tomes a mal, pero no podemos confiar en ellos, son villanos. -Murmuró.


Ambos chicos apreciaban la discusión. El doctor los había interceptado la noche anterior, con mucha habilidad consiguió ubicarlos en un sitio seguro, comunicarse con ellos a distancia y convencerlos de entrenar a la joven a cambio de un pago, ninguno estuvo seguro al principio, pero después de la insistencia de sus colegas acerca de intentarlo solo por obtener la oportunidad de acercarse al hada, aceptaron finalmente.


-Araña ¿Qué rayos estamos haciendo? -Murmuró la arquera, angustiada.


-Nuestro trabajo. -Contestó con seguridad.


-Es el hogar del sombrero blanco, si el desgraciado se entera de esto estamos muertos... Si Black Hat se entera de esto, estamos peor que muertos.


-No se lo diremos a nadie, puedes confiar en nosotros. -Interrumpió la villana- Solo son negocios, ni siquiera Black Hat va a enterarse.


-Y White Hat no debe saber nada al respecto, -Dijo Slug con seriedad dirigiéndose a Harmonie- lo único que debe saber es que ya no eres Harmonie.


- ¿Entonces cómo debo llamarla? –Preguntó alguien al fondo.


El grupo dirigió su atención al origen de la voz. De entre las sombras, el demonio ensombrerado caminó calmado y sonriente, su rostro se encontraba tieso, una sonrisa estática que lo enmarcaba, sus ojos bien abiertos los observaban a todos a la vez que no lo hacían, era como si mirase a la nada.


La expresión del grupo era indescifrable, se forzaban a no mostrar temor, pero lograban una mueca extraña y una mirada angustiosa. La rubia de tres ojos hiperventiló por varios segundos, terminando por caer al suelo de espaldas, un repentino desmayo por el susto. Su compañera arácnida hizo el ademán de moverse, pero la mirada del ensombrerado, que en ese momento se dirigía solo a ella, la hizo permanecer en su sitio.


Slug se atrevió a moverse, se cruzó de brazos y se mostró molesto. –Te he dicho que no me gusta que entres a mi laboratorio sin…


White Hat chasqueó los dedos, una silla cercana se deslizó hasta el científico, lo obligó a sentarse y a callar, el doctor no podía moverse. El demonio juntó las manos, se acercó sonriente hasta quedar frente a él, lo miraba desde arriba.


-Después de traer al enemigo a mi propio hogar sin mi consentimiento… -Se inclinó, su voz tenía eco- Te atreves a mostrarte caprichoso e interrumpirme cuando no estoy hablando contigo… -Abrió la boca, comenzó a salivar- No tiente a su suerte, doctor…


Slug permaneció estático, debía admitir que, de vez en cuando, su insolencia lo hacía temblar, el héroe ensombrerado tenía una paciencia descomunal, sin embargo, para su lamento, quebrarla significaban malas noticias la mayoría de las ocasiones. Obedeció, acalló, se mantuvo expectante.


-Repetiré la pregunta, -Miró a Harmonie- ¿Cómo debo llamarla?


-Yo… uh… -Balbuceó, nerviosa, era un White Hat que jamás había visto.


- ¿Clemencia? –Trató la araña intentando ayudarla.


- ¿Qué? ¡No! Suena horrible. –Refunfuñó el hada.


-Demencia, Clemencia, vamos ¡Tiene sentido! –Discutió entre murmullos.


-No pienso llamarme así.


- ¿Prudencia? –Intentó de nuevo.


- ¡Armonía! –Exclamó la heroína.


- ¡Ya te llamas así! –Reprendió Umbra.


- ¡Es otro maldito idioma! –Dijo molesta.


- ¿Y bien? –Insistió el demonio, impacientándose.


El par se miraron entre sí, la araña hizo gestos que incitaban al hada a contestar.


- ¿Prudence? –Contestó dudosa.


-Prudence… -Repitió White- Prue, Prue, Prue… No suena mal… ¡Me gusta! –Exclamó, entusiasta, retomando su actitud infantil, chasqueó los dedos liberando al científico- Bien ¿Cuál es el plan?


Slug dejó escapar un suspiro de alivio, la heroína lo miraba suplicante, como si le pidiera que respondiera en su nombre y la sacara de aquel apuro, pero no estaba seguro de si el carácter del héroe aún pendía de un hilo. Por su parte, la villana arácnida trataba de ayudar a su compañera, la chica rubia retomaba la conciencia, comenzaba a levantarse.


-Pelear… -Respondió el doctor, temeroso- Enseñarle a pelear.


- ¡Bien! Muéstrenme… -Sonrió malicioso.


- ¿A… Ahora? –Balbuceó el hada.


-Muéstrenme. –Ordenó de nuevo.


La chica vaciló, el comportamiento del demonio era inusual, no estaba segura de qué ocurría.


Umbra se acercó, la tomó del hombro. –Vamos, -La animó sonriente- atácame.


-Yo…


-Ya lo hiciste una vez, puedes hacerlo de nuevo. –Insistió.


Harmonie aceptó resignada, se preparó dudosa, intentó asestar un golpe, pero fue un movimiento torpe. La araña tomó rápidamente su mano y torció su muñeca arrancando un quejido de dolor.


- ¡Ouch! ¡Maldición, niño! –Se quejó molesta.


-No creo que esto vaya a resultar. –Comentó White con notoria decepción.


-Ugh, vamos, lo estás haciendo mal. –Soltó Farfala, estaba nerviosa por la presencia del ensombrerado, pero a ese ritmo jamás terminaría la tortura- A un lado. –Ordenó abriéndose paso- Golpéame.


La lolita lo intentó de nuevo. Farfala tomó su brazo sin piedad y la lanzó al suelo, su frondosa falda con crinolina cubrió su rostro al caer.


- ¡Vamos, princesa! ¿Es todo lo que tienes? –Incitó.


Harmonie se levantó furiosa, intentó golpearla de nuevo, pero la arquera lo esquivó sin esfuerzo, sonreía con burla, se vio tentada a utilizar sus poderes habituales. La villana esquivaba sus ataques con facilidad, aprovechó el momento y soltó un fuerte puñetazo en su contra, el golpe dio directo en su rostro. El hada dio pasos en reversa, se sostenía el rostro, adolorida, su mirada enfurecida lo paralizó todo.


-Eso fue un error… -Murmuró.


- ¿Y qué harás? Muñequita.


La heroína se alejó, tomó el anaquel más cercano, un gigantesco mueble metálico lleno de objetos, lo levantó con su fuerza descomunal sin ningún esfuerzo.


-Mierda… -Soltó Slug, cubriéndose el rostro, algo malo iba a pasar.


-Uh… ¿Qué rayos haces? –Cuestionó la tríclope.


-Mostrándote lo que tengo… -Contestó.


La chica lanzó con fuerza el anaquel, pero no estuvo ni cerca de golpear a la arquera, en cambio, fue directo al desconcertado ensombrerado blanco, quien, en medio de la sorpresa, no se cubrió del ataque, recibió de lleno el gigantesco mueble, terminando aplastado en el suelo. El grupo permaneció en un silencio sepulcral hasta que el héroe consiguió quitárselo de encima.


-Har… Prudence ¿Qué has hecho? –Interrogó Slug, todo se salió de su control por completo, no tenía idea de qué hacer ahora.


-Me estaba fastidiando… -Se justificó- De acuerdo, quizá fui un poco… imprudente… irónicamente.


White Hat se puso de pie de nuevo, hizo al grupo temblar de nueva cuenta cuando mostró aquella sonrisa extraña e indescifrable.


-Bien… Señorita Prudence, pase a firmar a mi oficina… -Ordenó.



La luz de la tarde atravesaba perfectamente el ventanal, alumbraba con fuerza la gran oficina alfombrada, una oficina seria con algunos muebles y un escritorio de madera de tamaño promedio, en el fondo se apreciaba un escudo, la silueta de un par de alas de águila rodeando a la imagen de un globo terráqueo, tras el escritorio, un hombre asiático de vestimenta formal observaba con una sonrisa tenue a un pequeño ángel pelirrojo, una chica.


- ¿Estás segura de lo que viste? –Preguntó el hombre.


El ángel se removió en su sitio, estaba allí por un motivo de fuerza mayor, una circunstancia que se había aferrado a negar desde que la mera idea llegó a sus oídos, pero un suceso extraño la llevó poderlo corroborar, estaba preocupada e insegura de lo que hacía, pero su sentido de la ética la obligaba, no importaba si apreciaba enormemente a la persona involucrada, debía hacerlo por el bien de muchos, o al menos eso creía.


-Sí, completamente. –Respondió con firmeza- Los rumores parecen ser ciertos.


- “Parecen” –Repitió- pero, por sus años de servicio, aún merece el beneficio de la duda… lamentablemente. Si queremos llevarla tras las rejas debemos quitarle toda oportunidad de defenderse ¿Lo comprendes?


La chica alada lo meditó, tenía miedo de lo que iba a hacer. –Lo comprendo, estoy dispuesta a todo.


- ¡Maravilloso! En ese caso esta es su misión, señorita Angelorum.



-Firme aquí. –Ordenó sonriente.


El hada sostenía un bolígrafo, temblorosa, repasaba en silencio todo lo que acababa de ocurrir, la manera en la que había llegado a esa situación y, principalmente, el porqué de lo que estaba por hacer. El grupo la observaba a sus espaldas, todos se encontraban en la brillante oficina de White Hat, mostraban una particular preocupación, para cada uno era una imagen conocida, todos estuvieron en su lugar alguna vez.


-No puedes obligarla a hacer esto. –Se atrevió Slug.


- ¿Obligarla? Ella está aquí a voluntad. –Respondió sin prestarle mucha atención.


-Estás presionándola a firmar un contrato, White, sabes lo que esto significa.


- ¡Claro! Le estoy ofreciendo seguridad, un hogar, un deber… una buena vida a cambio de sus servicios y su preciosa alma… Gracias a ti no tiene más que perder. –Respondió animado.


El doctor se atragantó con sus palabras, era verdad, era el responsable de que la chica estuviese en esa situación justo ahora. –Ella tiene una vida allá afuera, puede recuperarla, pero ya no habrá vuelta atrás si firma eso.


El ensombrerado dejó escapar una risotada, soltó el contrato, este se mantuvo en el aire frente a la heroína. Caminó hasta el científico, esbozó una sonrisa retorcida. –Oh, mi querido doctor… Después de todo lo que ha ocurrido, de las relaciones que ella tiene ahora, -Señaló a las villanas- esto dejó de tener vuelta atrás antes de esta propuesta. Nuestra querida “Prudence” se vio obligada a buscar otra identidad ¿Qué puede esperarle allá afuera? Todo lo que hay en el exterior es para Harmonie de Paix… ella ya no existe. –Caminó a su alrededor- Lo mejor que puedo hacer por ella es ofrecerle un contrato. -Borró su sonrisa- También es bueno para ti, ya no tendrás que ocuparte de ella… déjalo en mis manos y no lo arruines más.


Slug lo miró fijo, podía descifrar sus intenciones, ver su egoísmo y sus celos, lo observaba con desprecio, estaba viendo enteramente al demonio que había en él.


-Tiene razón, –Habló el hada- ya no hay nada para mi allá afuera, -Dijo con una mueca de tristeza- pero no es tu culpa… mi vida era un desastre desde antes, esta es… mi oportunidad de empezar de nuevo.


-No empezarás nada de nuevo, es el inicio de tu fin. –Interrumpió Umbra- Esa firma marcará tu vida para siempre ¿Esto es lo que quieres? Pasar el resto de tu vida al servicio de un demonio egocentrista.


-Tú lo haces.


- ¡Yo no tenía ninguna oportunidad! Soy un monstruo, las personas como yo no tienen una oportunidad allá afuera, esa firma me dio una vida a medias, a ti va a quitarte la que ya tienes. –Estaba molesta, sentía impotencia- Le estás vendiendo tu alma a cambio de nada.


- ¿De nada? –Interrogó White- Le estoy ofreciendo libertad, poder caminar por las calles sin ser arrestada, la oportunidad de reiniciarlo todo. –Volvió a sonreír- ¿Qué creían? ¿Que, con tan solo usar un nuevo vestido, la niña podría volver a ser un ciudadano más en esta porquería de ciudad? ¡Con una nueva imagen no tiene nada! ¡Cero! ¡Vuelve a iniciarlo todo siendo nadie! Dudo que su ideal de vida sea vivir en las calles sin ninguna identidad, necesita alguien con poder que le otorgue una. –Rio malicioso- Son solo unos niños, no pueden entenderlo.


El grupo enmudeció, era una realidad, ellos no tenían el poder de devolverla al mundo, no tuvieron más que una idea fantasiosa, dejarle ir así, era incluso una manera de arriesgarla a ir presa si era descubierta sin una coartada, el demonio podía darle más que una nueva identidad, le ofrecía un plan.


Slug se acercó a White Hat, lo miró fijo, con seriedad. –No eres diferente a tu hermano. –Sentenció, se alejó y caminó a la salida, se detuvo solo por un breve instante- Harmonie… -Llamó- cuando sugerí que te quedaras no esperaba esto, de verdad esperaba poderte dar una oportunidad. –Continuó su camino y salió del lugar.


El par de villanas lo siguieron, le mostraron un último gesto de compasión antes de salir, ya no había más que hacer.


White Hat se mantuvo impasible pese a las palabras del doctor, optó por ignorarlas, o al menos simular que lo hacía.


El hada echó un último vistazo a la hoja frente a ella, hizo un repaso mental de todo lo que el demonio había dicho, esa era su mejor opción. Casi sin mirar firmó el contrato, la pluma y la hoja desaparecieron al instante, también una parte de ella, sintió cómo algo dentro de sí se había ido, ya no había vuelta atrás.


-Bien hecho, señorita Prudence, Harmonie de Paix ha dejado de existir. –Sonrió ampliamente, se inclinó hasta mirarla de frente- Bienvenida a la Organización White Hat y a su nueva vida.



- ¿Por qué no puedo ver nada?


-Es la neblina, es demasiado espesa… o creo que son nubes, realmente no estoy seguro.


En el hogar de la dama pooka, el joven doctor se encontraba sentado en su cama, vigilaba el ventanal abierto en donde Emma Huntress trataba de observar las estrellas sin éxito. Habían vuelto a la habitación solo a esperar el anochecer, Flug sabía que en ese planeta existía también, ya era el momento, pero las nubes no se disipaban jamás, ver el cielo estrellado parecía imposible, saber si era de día o de noche sin un reloj en mano, también lo era.


-Que decepción… -Dijo entristecida.


El científico hizo una mueca de disgusto, la chica le inspiraba ternura, lucía como una niña y actuaba como una, era inocente dentro de lo que cabía, ella solo quería ver las estrellas, parecía un extraño sueño.


- ¿Por qué deseas tanto observarlas? –Preguntó, curioso.


Emma lo miró con sorpresa, se acercó rápidamente hasta donde estaba. - ¡Porque son lo más hermoso que hay! –Respondió entusiasmada- Mi padre me llevaba a verlas en las colinas por las noches, nos escapábamos de vez en cuando solo para verlas. –Contó, nostálgica- En este estúpido castillo no podíamos verlas casi nunca, teníamos que salir… es el mejor recuerdo que tengo, no sabes cuánto deseo volver a verlas… y a él.


Los ojos del doctor se humedecieron, logró conmoverlo. - ¿Por qué no te has ido?


-Lo que muere dentro de este castillo jamás se va. –Explicó con seriedad- Mi familia murió afuera, defendiendo los alrededores, creyeron que podían protegerme… ella los acabó como si fueran insectos.


-Tú… ¿Ibas a gobernar?


-Sí. –Contestó tajante.


Flug enmudeció, ahora comprendía el odio mutuo, quizá al no poder deshacerse de la antigua princesa, la conquistadora se vio obligada a acorralarla en un extremo del castillo, donde no fuera vista jamás. Belle Mort no acostumbraba a ser hiriente con quien no fuese su enemigo o su objetivo, en otras circunstancias no se metería con ella, pero había motivos que ponían en riesgo su gobierno, algo que Emma no sabía y, por su bien, no debía saber. Solo le quedaba aguardar allí eternamente, buscar que su eterna no vida fuese menos dolorosa.


Tratando de aligerar el ambiente, buscó cambiar el tema. – ¿Qué hay con esa hoz?


El arma descansaba recargada en el muro, continuaba resplandeciendo y haciendo muecas.


-Oh, es Philip.


- ¿Philip?


La hoz comenzó a vibrar, su brillo se hizo más intenso, el fuego verde que lo rodeaba se concentró en un solo punto y se desprendió del objeto para flotar en el aire, la filosa arma borró su rostro. La mota de luz se acercó hasta el desconcertado científico, repentinamente una pequeña cara se dibujó en ese fuego, un pequeño moño apareció rodeando lo que parecía ser un cuello, mostró un par de brazos y sobre él apareció un sombrero de copa.


- ¡Hey! –Saludó quitándose el sombrero.


-Pensé que jamás saldrías. –Comentó Emma- Él es Flug.


- ¡Lo conozco, nena! Lo escuché todo. –Dijo animado.


-Y yo te conozco a ti. –Respondió Flug- Eres producto de la organización.


El diminuto fantasma verde y brillante como el fuego, mostró confusión. –Sí… debo suponer que eres subsidiario.


El científico hizo una mueca de incomodidad, tal vez debió evitar el comentario. Conocía al fantasma como un producto de posesión de objetos, algo extraído por el mismísimo Black Hat para diversos objetivos. –Fui trabajador. –Contestó con sencillez.


- ¿Fuiste? No conozco a nadie que lo haya sido y continúe con vida. –Interrogó receloso, pese a su imagen, era más maduro y serio que Emma.


-Soy… -Corrigió con disgusto- digamos que estoy en incapacidad laboral.


- ¿De qué tipo?


Resopló con fastidio. –Seré… ¿Papá?


- ¡Oh! ¡Fabuloso! Muchas felicidades, mi estimado. –Exclamó sonriente retomando su actitud alegre.


- ¿Vas a tener un bebé? –Preguntó curiosa.


-Una niña, de hecho.


- ¿Me dejarás jugar con ella? –Dijo suplicante.


Flug sonrió enternecido, no podía resistirse a esa mirada encaprichada, ahora notaba que tenía cierta debilidad ante los niños. –Claro que sí, es una promesa.


- ¿Y quién es la madre? –Cuestionó el fantasma.


El joven enmudeció, miró a todos lados buscando la manera de responder, no estaba seguro de cómo explicaría eso a alguien tan fuera de contexto, ninguno conocía la historia que había vivido, no había manera lógica de decirlo.


-Uh… bueno… -Balbuceó- ¿Yo?


El par de fantasmas se miraron entre sí.


Harto, decidió soltarlo, aunque fuese ridículo, después de todo las reacciones aturdidas no se harían esperar. –Yo soy la madre, estoy embarazado.


Philip mostró una expresión de apuro, observó la reacción de la niña, parecía nervioso y preocupado.


-Oh… -Respondió la chica- ¿Y quién es el papi entonces? –Preguntó para sorpresa de ambos. Dentro de toda su inocencia, no parecía preguntarse más, no se veía extrañada.


- ¡Bien! Emma, es hora de ir a la cama. –Comentó de repente el fantasma, parecía querer desviar la conversación.


- ¿Ah? ¡Pero yo no quiero ir a dormir! –Replicó, se cruzó de brazos e hizo un puchero.


-No es una pregunta, señorita, ve a la cama, te alcanzaré en un segundo.


- ¡No quiero! –Respondió emberrinchada.


Philip se cruzó de brazos, la observó en silencio. Emma intentaba no mirarle, pero poco a poco se vio obligada a ceder, bufó resignada y caminó a la salida.


- ¿Cómo se dice, Emma? –Habló el fantasma.


La niña paró en seco, se giró de nuevo. –Buenas noches, Flug. –Dijo de mala gana.


-Buenas noches, Emma. –Contestó divertido y la vio salir molesta.


Philip carraspeó llamando la atención del chico, el diminuto fantasma se veía molesto. –Explícate. –Ordenó.


-Black Hat es el padre. –Respondió sin más, esa respuesta decía demasiado, así evitaría tener que hablar del proceso.


El pequeño fantasma retrocedió, su semblante era una mezcla de confusión y miedo. Él era solo un producto, pero era un producto consciente, conocía a su jefe, sabía lo que el demonio negro representaba para el mundo, no dudaba de sus capacidades para engendrar un hijo incluso inseminando a un hombre, sin embargo, no entendía el motivo, imaginar que el todo poderoso demonio señor de la maldad haya buscado una relación con un joven humano lo descolocaba por completo. Llevaba cientos de años fuera de la organización, su imagen solo perduraba en el catálogo de productos, un simple dibujo de lo que alguna vez fue, ahora podía notar que se había perdido mucho más de lo que creía. Aquella noticia solo representaba una terrible amenaza para él y para quien sentía que debía proteger.


-Escúchame, niño, -Inició, firme- he pasado cientos de años cuidando a cada espíritu en este castillo, protegiéndolo de las garras de la reina pooka, incluso yendo contra su voluntad, haciéndola creer que lo hago por ayudarla a no ser molestada. He ignorado mi misión en este hogar por siglos únicamente con el propósito de proteger lo único bueno que hay en este planeta ¡Emma! –Subía la voz con el pasar de su discurso- No permitiré que todo se vaya por la borda solo por lo que sea que lleves en el vientre. –Suspiró- Lamentablemente ahora ella está entusiasmada contigo y con tu… hija, así que solo voy a sugerirte que no la pongas en peligro, por tu bien.


Flug enarcó una ceja. –Emma está muerta, es un fantasma. –Dijo con obviedad.


- ¡Solo aleja al padre! ¿Estamos claros? –Habló exasperado- O serás un fantasma más de este castillo.


El doctor se rascó la cabeza, esbozó una media sonrisa. No veía la necesidad de explicar su separación, el pequeño espíritu veía un peligro latente y lo seguiría viendo, sería inútil hablarlo, insinuaba con demasiada seguridad poder pasar por sobre Black Hat solo para defender a la niña fantasma, cosa imposible, era obvio que solo buscaba atemorizarlo para cuidar de ella y él mismo, solo estaba preocupado, contradecirlo no merecía la pena.


-Estamos claros. –Respondió con amabilidad.


- ¡Bien! –Exclamó manteniéndose firme en su molestia- Buenas noches. –Se despidió, educado, levantando su sombrero y atravesó el portón, marchándose.


-Buenas noches, Philip. –Contestó a la nada.


La noche apenas comenzaba, aun así, se sentía cansado, se dejó caer sobre la cama, pensaba en dormir, su preciado experimento llegaría en cualquier momento a buscar lo mismo. No consiguió encontrar al gato de nuevo, quizá aparecería de la nada como la última vez, o tal vez no lo volvería a ver.


Pasados los minutos alguien llamó a la puerta, el joven estuvo por caer dormido finalmente, pero los pequeños golpes lo trajeron de vuelta a la realidad, se levantó de mala gana y la abrió. 5.0.5. atravesó el umbral y fue directo a recostarse, tras de sí, Belle Mort le sonreía dulcemente aún en el marco de la puerta.


-Buenas noches, cariño. –Saludó.


Flug hizo una pequeña reverencia. – ¿Qué tal? Lady Belle.


-Solo he venido a verte ¿Encontraste a tu gato?


-Uh… No… -Respondió desanimado- No hay rastro de él.


La dama se sostuvo el mentón, pensativa. –Aparecerá pronto, es mejor que duermas ya, te noto cansado ¿Ha ocurrido algo especial?


La piel de doctor se erizó, evidentemente había ocurrido algo, pero no podía mencionarlo por más de un motivo. –No. –Mintió- Nada en especial, últimamente me siento más cansado de lo habitual.


-Bueno, la bebé está creciendo, -Acarició suavemente el vientre de Flug- probablemente… tu cansancio sea progresivo… -Comentó con preocupación.


Belle deseaba con todas sus fuerzas que la salud de ese joven, que decidió adoptar casi como un hijo, mejorara con su ayuda, pero no salía de su cabeza la posibilidad de que no hubiese nada en el mundo que evitara su deterioro físico, su cansancio, temía por él, temía por la bebé. No hablaría de sus temores, se mantendría con la imagen firme de que todo estaba en orden, el chico debía pensar que todo estaba bien y lo estaría siempre.


-Es lo normal… -Respondió con sencillez.


La dama admiró su confianza y tranquilidad, sintió alivio por ello. –Ya ve a dormir. –Contestó sin más.


Con una ligera reverencia la mujer se despidió, salió del lugar dejándolos tranquilos. Flug suspiró aliviado, se giró hacia su cama, paró en seco. El experimento azul lo miraba asustado, sobre la cama el pequeño gato negro posaba estático, meneaba la cola de vez en cuando.


-Hola… -Saludó desconcertado, jamás lo vio entrar- ¿Estuviste aquí todo este tiempo?


Se acercó a él sentándose sobre la cama, el minino se dejó acariciar.


- ¿Baw? –Habló entristecido, el gato no le permitía acercarse.


Flug rio, tomó al pequeño animal y lo recostó al otro extremo de la cama, colocándose en medio, de esa manera no se molestarían mutuamente. Miró a sus costados, sus dos acompañantes cerraron los ojos, lucían cansados, también se dedicó a dormir, no tardó demasiado, realmente estaba más cansado de lo habitual.


No pasó mucho tiempo para que el doctor cayera en un sueño muy profundo, los alrededores eran cómodamente silenciosos, el sitio era perfecto para dejarle descansar.


El felino negro se despertó de repente, bajó de la cama, echó un vistazo rápido al chico antes de salir por la puerta, atravesándola. Los pasillos estaban deshabitados por el momento, caminó libremente por ellos, miraba de vez en cuando a los extremos, giraba con precaución en cada esquina.


-De haber sabido que vendría, le habría preparado un mejor recibimiento, señor Black Hat. –Comentó una voz aguda.


El gato se sobresaltó, miró a la mujer de piel aguamarina que lo observaba sonriente a su espalda, ladeo la cabeza.


-No se haga el desentendido conmigo, ya no tiene que fingir.


Resignado, el minino se desvaneció en una neblina negra, la nube tomó forma poco a poco hasta convertirse de nuevo en el demonio ensombrerado que era, lucía avergonzado, tenía una mueca de molestia.


-Ni siquiera voy a preguntar cómo lo supo. –Refunfuñó.


-Pero yo sí preguntaré ¿Qué hace aquí? ¿Viene por la revancha? –Se burló.


Black viró los ojos, era inevitable ser descubierto, casi un sueño el poder pasar desapercibido con el objetivo que tenía en mente, pero jamás pensó en una excusa, estaba invadiendo territorio ajeno, no podía darse el lujo de ignorar a la conquistadora o no darle explicaciones válidas. Suspiró resignado. –Yo… vine a recuperar lo que me pertenece por derecho. –Dijo, arrogante.


Belle parpadeó sorprendida, no importaba que imagen intentase mostrar el villano, la mujer había sido su única amistad sólida durante milenios, lo conocía a la perfección, podía ver en su rostro un gesto de desasosiego, ya no era la misma mirada que tuvo semanas atrás cuando negó su ayuda y su opinión, algo había cambiado definitivamente. Sonrió enternecida, rio divertida. –Me pregunto cómo planea hacerlo disfrazado de gato.


-Ugh… Solo estoy buscando el momento adecuado. –Se excusó.


-Pudo pensar en otro animal, en este planeta no existen los gatos.


- ¡Agh! ¿Y cómo iba a saber eso? Hace cientos de años que no piso este estúpido planeta para algo más que una maldita foto de catálogo. –Gruñó molesto.


-Trecientos cincuenta y seis años para ser exactos. –Comentó la dama- ¿Y ya tiene un plan?


-Siempre tengo uno… -Respondió rápidamente- pero necesito tiempo…


-Ambos lo necesitan, creo que Flug requiere tiempo antes de volver a verlo, por suerte está muy entusiasmado con su… -Sonrió con complicidad- hija. -El ensombrerado se atragantó con sus palabras, le dedicó una mirada interrogante- Lo que escuchó, mi lord, el trono será heredado a una reina. –Soltó una risilla burlona.


El demonio se talló la cara, arañándose la piel, bufó con fastidio. –Lo que me faltaba… -Murmuró.


La dama rio. –Puede quedarse lo que usted guste, pero no moleste a Flug, -Advirtió-  su salud es delicada aún, piense bien en cada paso que dará dentro de este castillo, no permitiré que vuelva a hacerle daño, si quiere recuperarle tendrá que ser inteligente y dejar de lado sus impulsos. –Reprendió- Le guardaré el secreto, puede confiar en mí.


La miró con seriedad, en silencio, sencillamente asintió, resignado al hecho de que en ese hogar tendría que seguir otras reglas, de cualquier modo, no era nada que no supiera ya.


-Ahora vuelva a esa habitación, -Ordenó la reina- el niño querrá ver a su gato al despertar.


El villano esbozó una media sonrisa, ella era siempre tan maternal, jamás tomó partido, no importaba si ahora cuidaba del doctor, jamás lo descuidó a él, incluso parecía que ya esperaba ese momento. No chistó, volvió a tomar la forma del felino, la miró por última vez antes de andar por el corredor hacia la recámara. Ella permaneció allí, con una mueca de satisfacción, esperaba lo mejor.


Black Hat entró de vuelta, subió a la cama y tomó su lugar. No durmió de inmediato, en cambio, apreció al chico con detenimiento. Con algo de temor retomó su forma natural, el joven solía tener un sueño pesado, no lo sentiría, incluso se permitió tocarlo, poco a poco lo envolvió en un abrazo, era una extraña necesidad, su interior se lo pedía a gritos. Su corazón dio un vuelco cuando el científico se giró de repente, se acurrucó en sus brazos, una reacción automática, continuaba dormido.


Extrañaba ese calor, esa respiración ruidosa y cálida, escuchar claramente el palpitar de su corazón, pronto escucharía otro latido, lo sabía, ahora abrazaba dos energías, no era tan malo, podría acostumbrarse, le hubiese encantado pensar de ese modo antes. Jamás pensó que esa criatura tan efímera se volvería, de un momento a otro, toda su vida, una casualidad divina encontrarse, no solo físicamente, poder encontrar en el otro aquella pieza faltante en su alma. Aquel amor terminó por desbordarse, por salirse de su control enteramente, dejó de esconder lo que tenía que decir. Terminó por amarle de un modo inimaginable, aun pensando que jamás amaría a nadie, ese sentimiento llegó con tal fuerza que ahora deseaba inmensamente perseguirlo hasta el final, no dejar ir aquello que lo hizo cambiar. Abrazaba ese algo, ese alguien a su vez, sintiéndose culpable y desmerecedor, pero si había una realidad en todo ese mal, era que no existía nadie más quien como él pudiese hacerlo.


Ahora todo se volvió un ajedrez, un juego que, en esta ocasión, jugaría contra él mismo, contra todos sus miedos, inseguridades, inquietudes y arrogancias, no había más, debía cuidar sus movimientos para lograrlo, no quedaba más que hacer la prueba, él jamás volvería por sí mismo si no le probaba que al mirarle no encontraría de nuevo el dolor, solo él, en su más desnuda presentación, dispuesto a hablar esta vez, a hacerse entender a toda costa. Era todo lo que soñó y esperó durante días sin aceptarlo, temía aceptar que estaba sumamente herido, solo, perdido, quizá era insano, pero aún no aprendía a vivir consigo mismo después de haber cambiado tanto, no sabía por dónde comenzar, tal vez pasando tiempo a su lado, estando y no estando junto a él, aprendería a lidiar con lo que era ahora y amarlo tanto como a él.


Pasaría el tiempo, tenía el permiso de la dama, podía esperar con calma, elegir el momento adecuado, debía ser preciso, solo tenía una oportunidad.


Respiró profundo, olfateó el dulce aroma de su cabello castaño, acarició con el pulgar la piel de sus brazos, tan tersa, tenía el inmenso deseo de volver a ver sus ojos de frente, pero eso tendría que esperar. Se permitió sentir la calidez en su pecho, ferviente, lo necesitaba.


-Eres el amor que yo jamás pensé… Flug.


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