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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

¡Hola corazones!


Aquí estamos de vuelta con otro capítulo :3


Ahora sí no tenía pensado tardarme mucho, pero tuve problemas con una de las plataformas o_ó Ao3 me estuvo causando problemitas, incluso estuvo en mantenimiento el viernes. Si subo en una subo en todas.


Primero que nada, quiero comentar que les vengo a traer paz jaja… Creo que todo ha estado muy tenso en esta historia, la verdad es que tendremos un largo rato de quietud, obviamente habrá situaciones tensas todavía, pero serán mucho más tenues o tendrán pronta resolución (excepto una, pero no tiene que ver con nuestra pareja principal).


Ahora los datitos culturales <3


Mi mejor amiga me EXIGIÓ (Literalmente jaja) que le pusiera un significado a los ***** de la lengua que suele utilizar Black Hat, esto porque la curiosidad le podía jajaja… Creo que traducir literalmente esto arruinaría un poco el efecto “misterioso”, si así podemos llamarle, pero se me ocurrió algo para darle una “traducción”, al menos a los nombres de Black Hat y White Hat, más que nada porque realmente sí me gustaría darle un poquito de profundidad a la hermandad de este par, así que les traigo un poquito de mis raíces <3


Bueno, primero que nada, aclararé que la lengua náhuatl no tiene una traducción literal al español, tiene palabras que podrían significar tal o cual cosa en ese idioma, pero una sola palabra pequeña puede “traducirse” al español como una frase muy larga.


Quetzalcóatl: Su nombre está compuesto de dos palabras en lengua náhuatl; “Quetzal” que es el nombre de una bella ave de centro y Sudamérica, y Coatl que puede traducirse al español como “Serpiente”. Esto da origen al nombre “Serpiente emplumada” o también “Serpiente de hermoso plumaje”.


Dios de la vida, la luz, la sabiduría, la fertilidad y del conocimiento, patrón del día y de los vientos, es el regidor del oeste. Podría ser considerado el dios principal de nuestros antepasados.


Se dice que su apariencia mortal era la de la serpiente, pero tenía una apariencia humana también; nació blanco, con cabello rubio y ojos azules.


Tezcatlipoca: Este nombre se compone de tres palabras; Tezcatl que significa “espejo”; Tliltic que significa “negro” u “oscuro”; Poctli que puede traducirse como “humo” (Humo de aquel que sale de un fuego que se apaga, no debe confundirse con “vapor”, la traducción de esto sería “Atlachinolli”). El conjunto de estas palabras da origen a “Espejo negro que humea” o “Espejo negro humeante”.


Este era un dios bastante complejo, muy importante para representar nuestra dualidad. Era el dios del cielo y la tierra, el señor de la tutela y el amparo del hombre, además de fuente de vida. “Es el origen del poder y la felicidad, dueño de las batallas, con una omnipresencia fuerte e invisible”.


Con su espejo de obsidiana observaba las acciones de la humanidad y su humo le permitía defenderse y matar a su enemigo.


Algo de historia:


Ok, para entender la relación que tienen estos dioses tengo que contarles una leyenda, la voy a resumir, pero… para contar esa leyenda tengo que hablarles de otra que la precede jaja es “La leyenda del quinto sol”.


En resumen, se creía que antes de nuestra humanidad existieron otras cuatro que fueron destruidas por los dioses por ser imperfectas y mal agradecidas. A cada era se le conoció como “Sol”; “Tlalticpac Tonatiuh” (Sol de tierra) que fueron devorados por jaguares, “Ehecatonatiuh” (Sol de viento) destruida por fuertes vientos, “Xiuh Tonatiuh” (Sol de fuego) quemada en lluvia de fuego, “Atonatiuh” (Sol de agua) acabada por una inundación. Los sobrevivientes de cada era se convirtieron en algunos de los animales que nos acompañan. “Nahui Olin” (cuatro movimientos) es la era en la que vivimos, el último intento de los dioses por una humanidad “perfecta” (Gracias a Quetzalcóatl) y en donde nació nuestro sol y luna.


Ahora sí jaja la relación de estos dioses está en “la leyenda de la creación del mundo”.


Quetzalcoatl y Tezcatlipoca fueron las deidades responsables de la creación del mundo como lo conocemos. Estos dos hermanos gemelos son hijos de las Ometeotl y Omecíhuatl los creadores del universo, les heredaron a sus hijos ser poseedores de la dualidad sagrada; La vida y la luz vs la muerte y la oscuridad.


“La misión de los guerreros era continuar el legado de sus padres y poner orden sobre el caos que reinaba en la tierra para que surgiera la vida y fuera el lugar donde surgiría el nuevo hombre, después de varios intentos fallidos de los demás dioses para crearlo.”


La creación de la vida se dio principalmente al trabajo hecho por Quetzalcóatl, pero para que esto fuera posible, él y su hermano tuvieron que lidiar con una gran batalla contra Cipactli (una deidad que era prácticamente una bestia) y Tlaltecuhtli (Señora de la tierra) para recuperar la tierra que quedó en ruinas tras el cuarto sol y que ahora era el hogar de ambos.


Tezcatlipoca realizó un sacrificio para atraer a la bestia, ambos pelearon contra ella hasta que consiguieron vencerla. Cipactli fue desmembrado junto a Tlaltecuhtli, con la mitad de su torso crearon el cielo, con la otra mitad se creó la tierra y sus extremidades crearon los cuatro puntos cardinales. Esto separó el mundo de los dioses con el mundo de los mortales.


Esta batalla se lleva a cabo en el último cuarto de la leyenda del quinto sol, antes de que se creara la nueva humanidad. Después de la batalla, Quetzalcóatl emprende un viaje al Mictlan para recuperar los huesos de las antiguas humanidades y crear la nueva.


He aquí algo de nuestra historia jaja.


Ahora, el último datito es sobre el Ajenjo. Esta es una bebida alcohólica de origen suizo que contiene múltiples hierbas, especialmente la Artemisia absinthium, Hinojo y Anís (La santa trinidad jaja). Tiene como nombre “Ajenjo”, “Absenta”, “El hada verde”, “El diablo verde” y “La bebida de las hadas”. Esta bebida en algunos países está prohibida por sus efectos alucinógenos. Ha sido inspiración del arte y la literatura, incluso aparece en un capítulo de la biblia.


Bueno, sin más que decir a leer, mis amores <3


Vivaldi, Las cuatro estaciones.


Concierto N°. 2 en sol menor "L'estate" (El Verano)


   I. Allegro non molto.


   II. Adagio e piano - Presto e forte.

-Sí... Adoro cuando me muerdes así... -Gimió- hazlo de nuevo...


-Puedo lastimarte.


-Es la idea. -Respondió con obviedad- Solo hazlo y muévete más...


-Como ordenes...


Un exterior lluvioso y gris podía apreciarse desde la ventana de una oficina de colores claros, una habitación ahogada en el calor de dos alientos, dos cuerpos sudorosos sobre un escritorio desalojado impulsivamente, cada objeto fue derribado al suelo, no había espacio para nada más que ellos. El demonio blanco clavaba sus filosos dientes sobre el cuello de un joven que pedía por más, por más dolor, por más placer, por más caricias, amorosas caricias que el ensombrerado proporcionaba casi como una disculpa culposa por cada herida. Aferrado a sus muslos morenos, proporcionaba estocadas vigorosas hacia su interior. Sentía el placer recorrer su miembro, atravesar su cuerpo, no había nada mejor para él que ese momento de unión con el individuo que le hacía sentir tanto.


-A veces...Ahh... -Intentó decir entre jadeos- A veces se me antoja hacer... algunas cosas diferentes... -Comentó el chico mientras acariciaba el trasero del individuo entre sus piernas, separó un poco sus glúteos intentando alcanzar cierto punto, sonreía divertido- Me pregunto cómo sería...


-Cuando gustes... -Respondió en un jadeo, de inmediato.


Slug parpadeó sorprendido. - ¿Hablas en serio?


White paró, recostó de repente al joven, de manera brusca, lo acórralo con sus brazos sobre el escritorio, jadeaba cansado, lo miraba con determinación. -Cuando gustes, lo que quieras, lo que sea que tus caprichos deseen y pueda hacer por ti. -Soltó impulsivo.


El doctor permaneció pasmado, eran palabras muy intensas. Sintió un poco de angustia al pensar en el gran apego que muy probablemente el demonio estaba sintiendo, incluso siendo capaz de ofrecer todo de sí, de darle la llave de hacer lo que quisiese con él... ¿Sin importar sus sentimientos? No era sano y no lo quería así. Dejó el orgullo, apaciguó su carácter inflamable, sonrió amablemente y le acarició el rostro.


-No quiero nada de ti, -Contestó con suavidad, White reaccionó confundido- te quiero a ti, a lo que eres, no a lo que tienes o puedas darme... No quiero nada si tú no lo quieres...


El silencio precedió a esas palabras. Un par de lágrimas color de la perla escurrieron desde los ojos glaciares del demonio. No hacía gesto alguno de tristeza, no articulaba ninguna palabra, su rostro sorprendido sencillamente se humedeció.


- ¿Qué ocurre? -Preguntó Slug, alarmado, no obtuvo respuesta- Hey, White ¿Qué pasa? ¡Háblame! -Insistió.


El demonio salió de su ensimismamiento, se tocó las mejillas húmedas, miró con extrañeza las gotas en sus manos. -Hace mucho que no me ocurría esto... desde que era niño, quizá... -Bajó la mirada hasta el confundido doctor, sonrió nuevamente- Nada, no ocurre nada, solo fue una respuesta inesperada. -Se inclinó, besó tiernamente sus labios- Eres más especial de lo que creía.


No le permitió hablar más, volvió a besarlo, comenzó a moverse nuevamente. La flexibilidad del doctor le permitió colocar sus piernas en sus hombros. Apreciaba lascivo esa expresión de dolor y placer en el joven, adoraba esos gruñidos, sus gemidos roncos. El doctor le daba tanta libertad sobre de él, al principio le sorprendió lo liberal que podía llegar a ser, lo mucho que le encantaban los jugueteos, lo imaginaba un poco más serio, ahora disfrutaba al máximo poder descargar sus más oscuras perversiones sin ser juzgado. Recargó su frente en su hombro, cerró los ojos, se dedicó a sentir.


Slug sabía que no había sido una simpleza lo de un momento atrás, pocas veces había visto un gesto diferente a una sonrisa en el demonio, verle enojado era escalofriante, que estuviese serio tampoco significaba algo bueno, sus gestos lascivos apenas eran habituales, pero verle entristecido sí que era una sorpresa. Lagrimeaba perlas, hasta su tristeza era singularmente bella. Podía solo hacer suposiciones, imaginar que la rareza del momento se debía a que él estaba acostumbrado a que se le usase hasta el cansancio, no importaba lo mucho que le encantó alguna vez abrir un sin fin de piernas, cada par de piernas buscaba algo de él y no era precisamente amor. Slug no quería nada.


Sintió poco a poco cómo el momento del clímax se aproximaba, siempre intentaba resistir, era difícil seguirle el ritmo a alguien que tenía cientos de años de experiencia. Se mordió el labio inferior, era acariciado rítmicamente en una zona erógena en su interior, el espasmo se intensificaba.


-Aah... White, voy a terminar... -Gimió- esta vez no te detengas.


El ensombrerado no respondió, sintió como el chico se estremecía, le encajaba las uñas, finalmente dejó escapar un jadeo, terminó. La humedad alcanzó el pecho del demonio, después se ocuparía de limpiarlo, ahora se concentraba en llegar al final también, haría justo lo que se le pidió, pero no le gustaba la idea de agobiar a su adorado doctor más de la cuenta. Acomodó sus piernas de vuelta en su cadera, lo abrazó y lo levantó sin esfuerzo. Con un movimiento más brusco de lo que le hubiera gustado, recargó la espalda de Slug sobre un muro cercano. Lo embestía con velocidad, arrancaba jadeos.


-White… White Hat… quiero más… -Repetía.


El doctor esbozó una sonrisa divertida, le encantaba provocarlo, adoraba ver como esa mirada azul se dilataba y contraía cuando era llamado de esa manera, desataba su lado más salvaje, lo hacía salivar.


-Vamos, demonio, cógeme con fuerza… -Pidió entre jadeos.


-Mhg… Slug, si no te callas esto va a ponerse… difícil… -Contestó, serio.


Mirándolo con malicia, Slug se relamió los labios. –Mi lord… -Dijo de forma seductora- muéstreme de lo que está hecho…


-Hablo en serio…


- ¡White Hat! ¡Dame más fuerte! –Gritó.


El ensombrerado gruñó, le miró molesto. - ¡Maldita sea, niño! ¡¿No puedes atender una estúpida orden por una vez?!


Tomándolo de la cabeza, lo devolvió agresivamente hasta el escritorio, lo obligó a apoyar el pecho sobre la madera, tomó sus muñecas sobre su espalda y con su mano libre presionaba su cabeza.


Slug analizaba alarmado la situación, no estaba seguro de cómo sentirse en ese momento. Sintió como algo largo y resbaloso se enredaba alrededor de sus piernas, las abría. Eran un par de extensiones blancas que provenían del demonio, salían de su piel, similares a tentáculos. – ¿White…? –Preguntó, nervioso.


-Cállate, -Contestó tajante- en este momento solo quiero escuchar una cosa de ti…


Sin ningún cuidado, volvió a introducirse en él, rápido, arrancando un grito, más de miedo que de placer. Comenzó a penetrarle con dureza, poco a poco esos quejidos se volvieron gemidos, el ambiente retomaba su calor.


-********* -Pronunció White, sus afilados dientes eran más grandes, su mirada había perdido brillo.


- ¿Uh? ¿Qué… qué has dicho? –Respondió el doctor, confundido.


-*** * ***** *** **** -Volvió a decir.


El científico no podía entender una palabra, aquello sonaba como una extraña interferencia en una señal de radio, un idioma extraño que no estaba seguro de conocer, pero sabía que no era una lengua humana. Tampoco era como si pudiese pensarlo, su cuerpo estaba cansado, sus piernas temblaban, pero era indudablemente placentero, justo la rudeza que había estado buscando.


-Ah Aah… Diablos, White…


- ¿****** ***?


-No tengo idea de lo que dijiste, pero sí, sí a lo que sea, solo continua así.


-********* -Dijo nuevamente, después soltó una risa escalofriante.


Lo tomó del cabello obligándolo a levantarse, tomó su cuello, encajó las garras en él, con su mano libre acariciaba su miembro que comenzaba a erguirse de nuevo, continuó moviéndose. Lo siguiente fueron minutos de estocadas continuas, cada vez más arrítmicas, llegaba el momento culminante para el ensombrerado.


Las piernas del doctor comenzaban a ceder, se aferraba a las manos de su jefe, ya no podía más. Tras un espasmo, sintió con repelús como eyaculaba dentro de él, era una sensación extraña, caliente y viscosa.


-Mgh… *******…


Cuando se sintió en libertad, Slug se apoyó sobre el escritorio, respiraba pesado, sentía el semen deslizarse entre sus piernas. –Ugh… estúpido demonio… -Dijo con asco- Se siente muy raro.


-Es tu culpa. –Respondió White, acarició su espalda- ¿Te encuentras bien?


-Excepto por lo que me escurre entre las piernas, sí, me siento de maravilla, fue lo mejor que hemos hecho. –Rio divertido- Aunque sí estoy un poco adolorido.


-Te dejé algunas marcas, no me hace sentir muy cómodo que hagas eso. –Comento molesto.


El doctor se irguió, lo miró de frente, tenía un semblante lleno de angustia. –Lo lamento, creo que fue demasiado. –Se acercó hasta poder darle un pequeño beso en los labios- ¿Qué fue todo eso? No tengo la menor idea de qué fue lo que sea que salió de tu boca.


White esbozó una mueca de incomodidad. Tomándolo por sorpresa, levantó al doctor, cargándolo con ambos brazos y llevándolo hasta la silla, se sentó junto con él dejando que descansara sobre sus piernas.


- ¿****?


- ¿Uh? ¡Eso! ¿Qué diablos es eso?


-Es una lengua muerta, lengua de nuestra especie y de algunas otras muy antiguas, oscuras y hasta mágicas. -Explicó- La mayoría de los inmortales la conocen, es el primer idioma que aprendí a hablar, supongo que estaba un tanto… fuera de control.


- ¿Cómo es que no la conocía?


-No es como si fuera algo muy común para los humanos ¿Qué sentido tendría si no me ibas a entender? Es difícil de pronunciar para ti.


-Eso me suena a reto. –Contestó ofendido.


-No quiero que lo hagas. –Dijo, severo- Es fácil invocar muchas cosas con el uso de esa lengua, solo pronunciando el nombre de mi hermano podrías traerlo hasta aquí y no con buenas intenciones.


- ¿Su nombre en ese idioma?


-Su nombre real, no creerás que nos llamamos “Sombrero Negro” y “Sombrero blanco” ¿Cierto? –Dijo con burla- Tenemos un nombre, esos solo son apodos que fueron fáciles de usar para los mortales, cada antepasado nuestro tiene un nombre y el apellido “Hat” impuesto por ustedes y adoptado por nosotros para ser fáciles de identificar.


Slug reaccionó anonadado. - ¿Cuál es tu nombre real? –Preguntó con emoción.


White se retrajo, era un tema complejo, pero parecía entusiasmarle. –Eres muy curioso, doctor. –Sonrió enternecido- Me llamo **********.


-Ugh… Uh... Am… -Balbuceó- No tengo idea ni de cómo hacer un sonido como ese.


El demonio rio. –No estás acostumbrado, pero podrías conseguirlo.


- ¿Tiene alguna traducción?


White lo meditó. –No podría tener una traducción literal, pero sí una equivalencia, podría ser algo así como “Serpiente de plumas preciosas” y el de Black podría ser “Espejo negro humeante”.


- ¿De plumas preciosas? –Preguntó burlón- Vaya, que nombre tan… poético. –Rio- Sus padres debieron ser muy intensos.


-Búrlate lo que quieras “Babosa”, pero antes se acostumbraba a nombrar a los hijos con nombres que tuviesen algún significado interesante.


Slug le miró con molestia. –Gracias por recordarme que detesto a mis padres por nombrarme así.


-Debiste ser un mal hijo. –Se burló.


-Lo fui, -Admitió, se encogió de hombros- me fui de casa hace mucho porque no los soportaba, mi madre era una mujer controladora y mi padre un patán mentiroso patológico.


-Oh… -Respondió sorprendido, le inquietaba la terrible percepción que tenía de sus padres, aunque ahora entendía el motivo de su mal genio y el odio hacia el mundo entero, no tuvo la mejor de las infancias, ni el mejor ejemplo de ser humano.


- ¿Y tú? ¿Qué me dices de tus padres?


Su mirada brilló, mostró un gesto entusiasmado. –Mi padre era un gran tipo, adoraba tocar el piano de cola y siempre usaba un sombrero con una gran pluma, y mi madre… -Hizo una pausa- Mi madre era una preciosa mujer, de mirada azul, tocaba preciosamente el pícolo… y era una gran perra desalmada.


Slug le miró extrañado. –Vaya… jamás te había escuchado hablar así de nadie… ni siquiera de tu hermano.


-Solo digo la verdad, si yo hubiese tenido un hijo jamás hubiera hecho las barbaridades que ella hizo con nosotros.


El doctor desvió la mirada, pensativo, esas palabras le recordaban algo que estuvo rondando por su cabeza durante todo el día. –White… -Llamó de repente- ¿Tú hubieras querido tener un hijo?


White reaccionó extrañado. - ¿A qué viene esa pregunta?


-Bueno… desde el principio tú quisiste el nacimiento de la hija de Flug y… has estado entusiasmado con la idea de tener a 6.0.6. –Se removió incómodo- Me preguntaba por qué no fuiste padre antes.


El demonio lo meditó, hizo una mueca. –No, realmente no lo quería, -Contestó con seguridad- tiempo atrás también era receloso con mi inmortalidad, quizá hace un par de centenares de años, tampoco tenía intención alguna de meterme en problemas con Black, es lo que pasa cuando tu vida no es solo tuya. –Suspiró con agobio- Sin embargo, ser inmortal se volvió monótono y aburrido, saber que estaba por finalizar realmente me emocionó, aprovecharme de la ignorancia de mi hermano era mucho más sencillo que haber procreado yo mismo. –Se encogió de hombros- Aunque… ahora creo que hubiese sido bastante lindo tener uno, solo porque te conocí a ti.


Slug enrojeció, bajó la mirada instintivamente. –Y… y tú… -Tartamudeó nervioso, ni siquiera sabía por qué lo estaba- Si pudieras tenerlo ahora ¿Lo querrías?


Enarcó las cejas, lo miró receloso. –No sé por qué tengo la sensación de que tienes algo que decirme.


-Aargg… -Balbuceó, se talló el rostro con ansiedad- Digamos que aún guardo ciertas muestras de cierto demonio en cierto laboratorio y… -Escogía detenidamente sus palabras- podría decirse, hipotéticamente, que aún hay posibilidad de crear algo… in vitro.


El ensombrerado parpadeó sorprendido. –Oh… -Solo atinó a decir.


- ¡Aah! ¡No sé ni siquiera por qué estamos hablando de esto! –Se rascaba la cabeza, nervioso.


-Tú tocaste el tema. –Rio divertido.


-Es solo que… -Su expresión se volvió afligida, suspiró- Verte entusiasmado con 6.0.6. me hizo pensar que quizá… debí dejar que las cosas se dieran antes, tal vez ahora podríamos estar esperando uno. –Jugueteó con sus dedos.


White Hat estaba atónito, sus palabras eran completamente inesperadas. Si lo pensaba bien, en realidad la idea era atractiva, linda, le encantaría compartir algo tan importante con el joven que reposaba en su regazo, sin embargo, no estaba seguro de las consecuencias ¿Qué ocurriría en el mundo con dos seres como ellos que no fuesen hermanos gemelos? ¿Compartirían la vida también? ¿El universo lo permitiría? Y lo que era más importante ¿Su hermano y él podrían soportarlo? Si un nacimiento les robaba la inmortalidad, dos podrían robarles la vida. No estaba seguro de nada, ni siquiera de querer arriesgarse. Abrazó al doctor, con fuerza y pertenencia, respiró profundo.


-No es necesario. -Respondió finalmente- Todo sucedió como debía de ser, no nos equivocamos en nada y no quisiera que fuese diferente. –Dijo con seguridad- Te quiero, Slug, te quiero con lo que sea que me haga vivir, si es un corazón o algo así. Me encantaría tener algo así de especial a tu lado, pero no necesito nada más que a ti. –Calló algunos segundos- La realidad es que no sé qué ocurriría y para ser franco no quiero perder lo que tengo ahora.


-White… -Llamó con sorpresa, correspondió el abrazo. Tal vez era mejor así, quizá algo malo podría ocurrir, no quería eso, tampoco quería perder lo que tenía ahora.


Llegó el momento de seguir, el fin de su descanso, ya habría tiempo más tarde para darse todo el cariño que quisieran. Volvieron a vestirse, tendrían visitas en cuestión de minutos, clientes, subsidiarios y alguna que otra alma perdida.


El joven doctor salía de la oficina, se dirigía a su habitación. La lluvia no había cesado, estaba ahora peor que antes y no parecía que fuese a terminar pronto. Paró en seco cuando la joven de cabellera azul salió de su habitación, estaba empapada, escurría el piso con agua de lluvia.


- ¡Oye! ¿Qué te dije de salir por la ventana de mi recámara? –Dijo, molesto- Estás empapada, ya hiciste un desastre. –Se sostuvo el entrecejo- Vas a resfriarte.


La chica pasó junto a él sin prestarle atención, mostraba una sonrisa tenue y tenía las mejillas enrojecidas.


- ¡Oye! –Llamó ofendido- ¿Estás escuchándome?


Pru se giró a mirarlo. –Oh, Slugy, ahí estás. –Dijo con una sonrisa.


-Claro que aquí estoy, me ignoraste por completo. –Respondió fastidiado- Estás mojando todo.


-Oh, cierto. –Rio, descuidadamente se quitó el vestido y la crinolina, quedando solo en el fondo interior.


- ¿Qué? ¡¿Qué estás haciendo?! –Gritó alarmado, la chica estaba casi por completo desnuda, la prenda que llevaba era muy transparente- No hagas esas cosas aquí.


-No creo que importe, eres gay de cualquier modo. –Dijo con indiferencia.


- ¿Uh? –Enrojeció- ¿Qué demonios tiene eso que ver?


Prudencia volvió a sonreír distraída, se sostenía la mejilla. –Slug ¿Crees que soy bonita? –Preguntó de repente.


- ¿Ah? –Soltó confundido.


- ¿Crees que soy linda? –Se acercó, le miraba expectante.


-Uh… sí, supongo. –Contestó inseguro.


El hada dio un pequeño brinquito, jugueteó con su cabello. –Soy linda ¿Verdad? –Murmuró- Y ¿De qué edad me veo? –Volvió a preguntar.


El científico estaba confundido, más que distraída, parecía estar por completo en las nubes, tenía una sonrisa extraña, no estaba seguro si sus mejillas estaban enrojecidas por el frío o se trataba de algo diferente. –No soy bueno con esas cosas… te ves joven, supongo que unos… ¿Veintitrés? Quizá veinticinco.


Prudencia aplaudió emocionada. –Veintitrés y veintiuno, no es mucha diferencia ¿Verdad? –Murmuraba, siguió su camino dejando la ropa mojada en el suelo- Supongo que no habrá problema, él tampoco se ve muy joven, creo que sería lindo, tal vez debería usar un maquillaje más suave…


Slug la vio alejarse, desconcertado. - ¿Pero qué…?



Abrió los ojos, la oscuridad en el lugar le indicaba que no estaba en su habitación de nuevo, miró a su alrededor, tocó las sábanas de seda y supo de inmediato en dónde se encontraba, se incorporó, ya no sudaba ni tenía escalofríos, aún permanecía en ropa interior. A su costado, sentado en un mullido repose, se encontraba el demonio ensombrerado, dormía nuevamente, cruzado de brazos, roncando otra vez. A penas habiendo comido y casi por obligación tuvo que disponerse a dormir, fue indicación del demonio. La realidad era que fue necesario, estaba agotado física, mental y emocionalmente, la prioridad era que reuniera fuerzas de nuevo, quizá su jornada laboral había finalizado en ese día.


El cielo se caía, podía escuchar las gruesas gotas de agua rebotar en el cristal de la ventana. Estaba un poco preocupado, comenzaba a hacerse tarde, la chica demente no había vuelto, esperaba que se encontrara en buenas manos y teniendo la mejor de las reconciliaciones.


Se dedicó a observar a su acompañante, estaba seguro que podría gritarle en un oído y jamás despertaría, parecía dormir con mucha profundidad. Acarició su vientre, el fantasma de sus caricias aún continuaba allí, podía sentirlo. Fue el momento más extraño que había tenido en mucho tiempo, sintió como si algo se hubiese reparado, como si algo que, tan solo algunas horas atrás, parecía imposible, finalmente ocurriera… sintió el perdón, perdonó el dolor, perdonó el abandono, se perdonó a sí mismo. Se preguntaba qué ocurriría a partir de ahora, sabía que al menos podrían convivir tranquilamente en el mismo hogar, pero ¿Sería Black Hat el padre de su hija finalmente? ¿Le permitiría serlo? No estaba seguro, aún estaba receloso.


Se dejó caer una vez más sobre la cama, se talló el rostro, acarició su cabello, sucio por el sudor, era incómodo, ya estaba muy largo. Meditaba la posibilidad de darse un baño, después de todo el demonio estaba profundamente dormido, quizá no lo notaría.


-Ni siquiera lo pienses. –Escuchó de repente.


Volvió a incorporarse, Black Hat había despertado. –Uh… yo, solo estaba pensando…


-Lo sé, vi tu rostro al tocar tu cabello. –Lo interrumpió- Estás muy débil para darte un baño, no quiero que te desmayes en la bañera.


-Me siento incómodo. –Contestó fastidiado.


-Esto me recuerda a un viejo dicho, pero no lo diré, ya me has hecho sentir muy anciano por hoy. –Refunfuñó- Sopórtalo.


Flug hizo una mueca de molestia. –No quiero.


-Eres terco como una mula. –Gruñó, suspiró resignado- Bien, espera ahí. –Se puso de pie y entró en la habitación de baño.


El científico permaneció expectante, ligeramente temeroso. Lo vio volver con una amplia jícara de porcelana llena de agua y un par de paños blancos, la dejó sobre la cómoda y comenzó a humedecer uno de los paños.


-No será igual a un baño, pero al menos dejarás de sentirte tan incómodo. –Comentó- Quédate quieto, es una orden.


Black comenzó a limpiar su rostro, pasó la suave toalla por sus mejillas, la deslizó por su cuello, contorneaba de forma delicada y minuciosa cada centímetro de su piel, pasaba el paño un par de veces por el mismo sitio apreciando como la piel del joven se erizaba al tacto.


Flug atendió la orden, con un poco de vergüenza y algo de inseguridad se dejó hacer. El agua apenas estaba tibia, aun así, sintió el calor subir a su rostro, se había desacostumbrado por completo a ese tipo de tratos tan íntimos. Aún recordaba aquellas veces en que su cuerpo adolorido era cuidado amorosamente en la bañera por las manos de ese ser ensombrerado, volvió a sentir la calidez en su pecho que creyó perdida para siempre. Era extraño, no estaba seguro de cómo tomarlo, no estaba seguro tampoco de sentirse libre de recibirlo o permitirlo. Su estómago revoloteaba, Black llegaba a ese punto en su vientre, parecía prestar especial atención en esa zona, remojó la toalla un par de veces y volvió a limpiar con delicadeza la cuna que resguardaba a su retoño. Su corazón dio un vuelco cuando sintió cómo bajaba poco a poco, sin embargo, el demonio fue directo a sus piernas, evitando cierta área y limpiando con increíble respeto las partes más cercanas. No le miraba a los ojos, le conocía lo suficiente como para saber que incluso él estaba avergonzado.


El villano llegó a los pies del joven, sostenía su pequeño talón con una mano, pasaba el paño desde la rodilla hasta la punta de sus dedos. Creyendo haber finalizado, permaneció así, quieto. Su mente estaba en blanco, pero su pecho no, sentía demasiadas cosas revueltas, algunas irreconocibles para él. Suspiró agobiado, era como si con cada toque tratara de limpiar sus acciones del pasado, el dolor que alguna vez le causo a ese cuerpo sagrado, podría, al fin, llamarle culpa. De manera inesperada, levantó su pierna, besó el dorso de su pie, un beso tenue.


Qué extraña broma del universo, un rey de las tinieblas besaba con devoción los pies de un humano, se sentía de su propiedad cuando en el mundo real sus vidas estaban a la inversa. Sin embargo, lo besaba, le declaraba su respeto, le pedía perdón de forma silenciosa. Finalmente se dignó a mirar los ojos de ese joven, sus ojos sorprendidos se enmarcaban de rubor, sus labios se entreabrían para decir algo que jamás saldría de esa garganta.


Lo soltó, le dejó en libertad para ordenar sus ideas. Se puso de pie, peinó con sus dedos los cabellos castaños del doctor, llevó sus mechones largos detrás de sus orejas. Tomó la jícara y se encaminó al baño.


Flug dejó escapar su aliento, presionó su pecho con ambas manos, la piel le cosquilleaba, repasaba en su mente una y otra vez la reciente acción; ese tacto delicado, esa mirada suplicante, ese beso… Obviamente Black Hat no había quitado el pie del cañón, notoriamente estaba muy lejos de rendirse.


Llegó a ignorar olímpicamente cada intento de acercamiento que había tenido, tachándole de irreal, incluso creyendo que se trataba de una treta, algún plan para cumplir su primer cometido, la desconfianza lo inundó durante meses, pero ese día estaba cambiándolo todo de una manera inquietante. Estuvo aterrorizado, increíblemente temeroso de aceptarlo, de creerle, de volver a confiar en él y volver a descubrirse traicionado, sin embargo…. Ya era tarde, lo había perdonado y el único miedo real ahora era no saber qué seguía, la pregunta era ¿Y ahora qué?


Con una determinación nacida de quien sabe dónde, Flug se sentó sobre la cama, observó al ensombrerado que volvía a la habitación y habló. –Señor Black Hat… -Llamó. El villano le miró con atención, desconcertado- ¿Me ayudaría con algo?


-Por supuesto. –Respondió de inmediato, sin vacilar ni un segundo. No tenía la menor idea de lo que ocurría, pero cada segundo era una oportunidad que no podía permitirse desperdiciar.



Despertó finalmente, fijó su borrosa vista en el techo metálico hasta que consiguió ver con total nitidez. Una fuerte punzada en la cabeza la atacó de inmediato, tocó su frente encontrando un chichón tan grande como una pelota de ping pong, acarició su piel sintiéndola rasposa, parecía tener algunos raspones en su mejilla. Se sentó en la cama, llevaba un camisón, su cabello bicolor había sido misteriosamente cepillado. Al mirar a su alrededor se encontró con un sitio familiar, pero inesperado, estaba en el interior de una gran nave, específicamente en uno de los pequeños dormitorios.


El lugar era muy pequeño, tan solo tenía una cama individual, un pequeño baño enfrente y a su costado una ventanilla. El cristal grueso se encontraba goteado, evidenciando que aún se encontraban en la tierra, y no había parado de llover.


Intentó ponerse de pie, una venda en su tobillo le advirtió que era peligroso, pero no hizo caso. Tan solo apoyó el pie en el suelo, el dolor la devolvió a la cama. Imaginó que el improvisado cabestrillo en su brazo significaba que no era la única herida, no quería ni pensar cuál era la gravedad de sus heridas. Lo único que recordaba era estar corriendo tras el automóvil negro de la dama conejo en esa tormenta, no había más.


Repentinamente, la puerta de la habitación se abrió, una alta figura negra entró en el lugar, la reverenció y esperó pacientemente una respuesta.


- ¡Dryadalis! –Llamó la chica, entusiasmada- ¿Qué rayos pasó?


-Pasó que fuiste muy imprudente, -Respondió una mujer- el vehículo te embistió, pensé que realmente algo grave te había ocurrido.


Belle se asomó al interior, el lugar ya se sentía muy lleno, de cualquier modo, entró también en la recámara. Se veía insegura, tenía un marcado gesto de preocupación, jugueteaba con su falda.


-Usted tiene un esguince en el tobillo, el hombro luxado, la muñeca rota y una contusión en la cabeza. –Comentó el pooka.


-Me alegra de verdad que seas tan resistente, el automóvil te golpeó con tanta fuerza que a cualquier persona común la habría matado al instante. –Completó la mujer.


Demencia no respondía, las palabras se atoraron en su boca, sus ojos se humedecieron. Allí estaba, el motivo de su desesperación, una vez más esa alma peculiar, esa villana bondadosa, nuevamente se apiadaba de ella, la acogía y cuidaba como lo hizo otras tantas veces más, se veía fuerte, parecía no importarle el dolor que le causó, otra vez estaba ahí con los brazos abiertos, dispuesta a ser amable. Abrió la boca solo para conseguir emitir algunos sonidos apenas audibles, dejó pasar los segundos en donde estuvieron sumergidas en un ambiente incómodo.


La dama le miraba desconcertada, un poco temerosa, la chica tenía una expresión agobiada, no estaba segura de que su presencia fuera grata. Tenía inmensas ganas de preguntar el motivo por el cual ocurrió todo, en primer lugar, el porqué de que ella corriera bajo la lluvia hasta meterse en el camino y terminar golpeada por su automóvil, pero admitía tener miedo de molestarla, de estar metiéndose una vez más en asuntos que no le incumbían, ya lo había hecho suficientes ocasiones.


Después de no obtener respuesta, la villana decidió dar el primer paso. –Me alegra que estés bien, querida. –Comentó con timidez- Te dejaré descansar, puedes marcharte cuando te sientas lista, no voy a detenerte.


La joven apreció cada segundo pasar lentamente, observó a la mujer darse media vuelta y salir por la puerta al lado del pooka. Incluso la cara inexpresiva de Dryadalis fue capaz de denotar preocupación ante la atípica actitud de la chica. Permaneció allí, estática, procesando su ineptitud. Fue solo hasta que un relámpago iluminó el pequeño cuarto, que consiguió salir de su trance con un sobresalto. Se talló el rostro con su mano sana, miró a todos lados.


- ¿Qué? ¡¿Quién rayos soy?! ¡¿Black Hat?! –Se cuestionó molesta- ¡¿Qué mierda estás haciendo?! ¡Estúpida! –Se recriminó.


Acto seguido, se puso de pie, no fue capaz de ignorar el dolor de su tobillo, renqueó hasta salir de la habitación. Dando saltos en un solo pie, sosteniéndose a duras penas de los muros, anduvo por los pasillos a toda la velocidad que podía conseguir.


- ¡Bonnivet! –Llamó- Bonnivet… -Pronunció adolorida.


No perdería un segundo más, a veces podía gozar de ser tan impulsiva, no podía soportarlo, no tenía sentido alguno seguir retrasando la resolución de un problema de esa forma. Le temía al rechazo, le tenía pavor, pero debía tratar de remendarlo todo a toda costa.


A medio pasillo, la dama pooka frenó, se giró desconcertada por el ligero llamado que le pareció escuchar. Rápidamente descubrió que no se trataba de su imaginación, la joven se aproximaba torpemente desde el otro extremo.


- ¿Demencia? –Llamó, preocupada.


La aludida continuó su camino, no paró, ni siquiera disminuía su paso, continuó constante hasta que estuvo muy cerca, y, todavía de ese modo, no frenó. Llegó hasta la dama solo para abalanzarse sobre ella, ambas perdieron el equilibrio terminando por caer al suelo.


- ¡Bonnivet! –Volvió a decir entre sollozos, se encontraba sobre ella, tratando de mantenerse en un solo brazo.


- ¡Demencia! Tu brazo… -Dijo angustiada.


- ¡No me importa! –Contestó ferozmente- Me importa un carajo, necesito hablar contigo. –Trataba de respirar, estaba agitada- ¡Lo lamento! Lo lamento tanto… fui una completa idiota… -Gimoteó- No sé ni por dónde comenzar… ¡Se me salió de las manos! ¿De acuerdo? Lo exageré todo y te culpé sin pensar, te herí y lo lamento tanto. –Agachó la cabeza sobre su pecho- Lo hice mal, lo eché todo a perder, sé que solo quisiste ayudar, sé que no tuviste opción… No sabía cómo remediarlo, pensé que no volvería a verte y sentí mi corazón hacerse polvo… Te amo, Bonnivet…


Belle enmudeció, la declaración la dejó pasmada. Una vez más su plan se vio truncado por la increíble valentía de esa persona que apenas era una niña. No podía creer lo que ocurría, tan repentina disculpa, abrupta declaración. Por supuesto que tenía que ser de ese modo, ellas jamás tuvieron problemas para expresarse, la timidez en su relación fue bastante breve, no eran Black Hat y Flug, una reconciliación también debía ser más sencilla para ellas.


Rio levemente, incluso temió confundir a la chica, pero era cómica la situación. Durante tanto tiempo estuvo carcomiéndola la culpa, creía perdido todo aquello, incluso pensó en no volver jamás. Ahora resultaba que no era la única que deseaba volver atrás, que anhelaba recuperar el pasado.


Tomó sus mejillas con ambas manos, le dedicó una sonrisa enternecida. –No hay nada qué perdonar, acepto mi responsabilidad. –Respondió- Te amo, mi niña demente.


Demencia hizo un puchero, aguantó un par de gimoteos, sin esperar más, se atrevió a besarla, un beso tímido como la mayoría del tiempo. Percibió un suspiro de alivio en su acompañante, un suspiro contagioso, consiguió sentir la misma calma, al fin veía venir la paz después de la tormenta.


El brazo en el que se apoyaba comenzó a temblar, le costaba sostenerse, terminó por dejarse caer sobre Belle sintiendo de inmediato el dolor en su brazo lastimado, finalizó el beso con un quejido de dolor, se vio obligada a impulsarse hacia un lado y recostarse boca arriba junto a la dama.


-Ouch… de acuerdo, tal vez sí importa un poco el brazo… -Se quejó adolorida- Flug va a matarme cuando sepa que volví a romperme otro hueso.


La mujer rio, divertida, permaneció recostada, observando el techo junto a la joven. –Tal vez deberías quedarte aquí un poco más, algo me dice que nuestro querido doctor necesita un momento a solas con su jefe.


De inmediato el semblante de Demencia se llenó de angustia. –Eso me hace sentir que debo volver…


-Descuida, -Contestó con seriedad- definitivamente no somos las únicas que necesitan sanar algunas cosas. –Hizo una pausa- Sé que cuesta confiar en él… admito que incluso yo estaré recelosa por un tiempo, pero lo conozco desde hace muchos siglos, hay más que solo un villano despiadado en él, simplemente le cuesta admitir cuando se equivoca y definitivamente no sabe remediarlo… -Suspiró- Algo me dice que está aprendiendo a hacerlo, solo dale una oportunidad.


La chica lo meditó un instante. –Yo no soy quien debe dársela… Más le vale aprovechar el tiempo.



En la mansión Black Hat, el joven doctor se abrazaba a sí mismo, con su ropa de maternidad, calcetines peludos y una frazada calientita. El ambiente había refrescado de un momento a otro, su cuarto solía ser frío por el aire que se colaba por las hendiduras de la ventana. Se encontraba sentado en su cama, observaba atento las acciones del demonio.


Black estaba de cuclillas en el suelo, sin saco, con la camisa arremangada, le quitaba la cinta a una gran caja de cartón que había traído directo del laboratorio hasta la recámara del doctor, obviamente a petición suya. Agitaba las manos de vez en cuando a fin de deshacerse del polvo que desprendía el cartón, lucía bastante vieja y un poco enmohecida.


- ¿Es necesario hacer esto ahora? –Gruñó fastidiado.


-Entre más pronto mejor, antes de que tengamos más trabajo y menos tiempo, se lo iba a pedir a Demencia esta mañana, pero lo olvidé por completo.


-Ugh… ¿Dónde está la lagartija?


El científico lo meditó, a decir verdad, no estaba seguro de su ubicación. –Supongo que donde sea que esté Lady Belle.


El demonio enarcó las cejas, era una pequeña sorpresa, no respondió, admitía que era una buena noticia, al menos lo era para la dama. Sacó del interior de la caja algunas piezas de madera; una base blanca, paredes con barrotes y el cochón azul de una cuna vieja. Se detuvo a observar con detenimiento una de las piezas, estaba húmeda, ligeramente corroída.


Flug se sentía nervioso, tenía que ser honesto; no era indispensable que esa cuna se armara ese día. Tenía un objetivo, era simplemente una excusa torpe e improvisada, tenía la curiosidad y la necesidad de comprobar algunas cosas, sentía que, si involucraba un poco al villano en temas que englobaran la pronta llegada de su hija, podría ser una manera de darle un vistazo a la nueva realidad, quería ver su reacción, su disposición, comprobaría su interés.


- ¿De dónde carajos sacaste esto? –Cuestionó con notoria incomodidad.


-Uhm… yo… -Balbuceó, confundido- Era la cuna de 5.0.5. cuando era pequeño, la compré en un bazar hace años.


-No sirve. –Dijo tajante, le mostró la pieza- La madera está pudriéndose.


El científico la sostuvo, la observó con melancolía. –Quizá pueda repararla.


- ¿De verdad quieres que duerma allí? –Dijo con incredulidad.


-No veo por qué no, de cualquier modo, la bebé la usará por poco tiempo… o podría dormir en mi cama junto a mí.


Black bufó, le arrebató la pieza y comenzó a guardar todo en la caja de nuevo.


- ¿Qué hace? ¿No va a ayudarme? –Preguntó preocupado.


-No, –Respondió enfadado- mi… mi hija… -Hizo una pausa- nuestra hija no va a dormir en esa cosa, compraré una nueva. -Era inconcebible para él que, teniendo todo lo que tenía a su alcance, de verdad considerara usar esa cosa vieja y gastada.


El corazón de Flug dio un vuelco, sintió un pequeño nudo en la garganta, maldecía a las hormonas. –Usted… ¿Comprará una nueva?


-Algo mucho más digno, no quiero ni imaginarme lo sucia que debe estar esta porquería, -Contestó cerrando la caja- además tienes que entender que no va a ser una niña normal, necesita algo más resistente… y requerirá una cama de acero cuando le salgan los dientes…


No pudo contenerse más, los ojos del doctor desbordaron en lágrimas, sus mejillas se empaparon dramáticamente, apretó los labios, pero inevitablemente escapó un gimoteo ruidoso.


El demonio se acercó alarmado. - ¡¿Y ahora por qué lloras?!


Cubriéndose el rostro, dejó salir un llanto más escandaloso. - ¡No sé! –Respondió agresivo.


-Pero qué… yo no… -Dijo, confuso.


-Es que usted nunca… Ugh yo pensé que haría esto solo… -Gimoteó.


Dejó caer los brazos, lo observó llorar, sintió de repente la tristeza abrumadora del joven frente a él. Notó finalmente otra parte más de su egoísmo inconsciente, algo más que agregar a la lista de las cosas que había hecho mal. Definitivamente aquella ruptura no fue un alivio para el joven, podría parecer algo tranquilizador, halagador, quizá si fuese el mismo de antes aquello le habría traído un momento de felicidad, en todo aquello podría haber arrepentimiento por haberle abandonado, sin embargo, se trataba de un agobio por soledad, se alejó de él por circunstancias complejas que englobaban sus terribles acciones, no porque quisiera pasar una vida criando a una niña él solo, la mera idea debió de ser un martirio por mucho tiempo, aunado también al miedo de tenerle cerca. Le lastimaba verlo así, le dolía saber que, incluso sin estar presente, le causaba daño. Ahora deseaba hacerle ver que realmente estaba dispuesto a hacerle la vida llevadera, a apoyarle en la medida que él se lo permitiera, no podía obligarlo a aceptar su ayuda, pero quería hacerle ver que él iba a estar ahí cuando lo necesitase y que, si era posible, podría ser un padre para esa niña, ya no estaba solo… nunca lo estuvo. Algo dentro se quebró, quizá, más que eso, se abrió, fue como sentir un candado grande y grueso partirse en dos y caer en el olvido, algo nuevo volvía a ocurrir.


Se quitó el sombrero, se puso de rodillas, tratando de no flaquear lo abrazó, le hizo apoyar el rostro en su hombro. –Soy un demonio, Flug, aterrorizo a niños como tú escondiéndome bajo sus camas todas las noches, -Bromeó nervioso- no sé… no sé cómo cuidar de nadie, no sé cómo ser bueno, no sé disculparme… -Decía con lentitud, hacía pausas constantes- mucho menos sé si podría ser un buen padre… Fui un idiota, traté de hacerlo todo como lo haría un villano, el villano que soy, te hice daño y no supe remediarlo. -Lo estrechó con fuerza- No puedo pedirte que vuelvas a mí, no me siento con el derecho de pedirte nada… pero puedo jurarte que no permitiré nunca más que vuelvas a sentirte solo, -Respiró profundo- y si me lo permites, puedo darte todo lo que esa niña y tú necesiten… hasta una estúpida cuna de madera nueva…


Los ojos de Flug se encontraban abiertos, incrédulos, las gotas no dejaban de fluir. Era la primera vez en su vida que ese demonio ensombrerado de alma oscura y fría, se veía tan transparente, se derretía e iluminaba tenuemente ante él, le daba el honor y el placer de escucharle siendo, por una vez, tan… real. La armadura cayó, no precisamente la del demonio, esa ya estaba corroída por el tiempo, cayó el grueso escudo que estuvo formando en sí mismo a lo largo de todos esos meses de sufrimiento, sintió cómo esas palabras le acariciaban con suavidad el corazón. –Black Hat… -Atinó a decir a duras penas.


-Nunca en mi vida odié tanto el sufrimiento… el tuyo… el mío… -Continuó con una voz que se quebraba más cada segundo.


-Yo jamás quise que usted sufriera… -Consiguió pronunciar- yo solo no quería sufrir más…


Y entonces, el demonio recordó las palabras de la dama pooka: “Si realmente él le ama, le ahorrará el sufrimiento”. No solo se trataba de hacer feliz a alguien, brindar tranquilidad, ahorrar el dolor también era amor, no había manera de exigirle calma, pero tal vez si lo ofrecía, aunque fuera una última vez, recibiría el mismo trato y entonces sabría si aún le amaba, sin embargo, de no ser así, se sentía capaz de estar conforme con verle bien. –No puedo prometerte hacerte feliz, pero puedo jurar que jamás volveré a hacerte sufrir…


El doctor no respondió, hundió su cara en su hombro, se aferró a su camisa. No estaba seguro de todo lo que estaba sintiendo, se suponía que aquel momento lo dedicaría a comprobar sus intenciones, a esclarecer la situación y ayudarle a tomar una decisión, mas no existió tal resolución, al menos no la que esperaba. No sabía qué quería hacer, justo en ese momento era más complejo pensar en lo que debía o no suceder. No había certezas en su corazón como para recibirle de forma tan repentina de vuelta en su vida, pero de lo que sí estaba seguro era que ahora había alguien más en quien confiar, alguien de suma importancia, y, principalmente, su hija ahora podría tener una familia completa. –Quiero… -Intentó- quiero que usted esté presente…


Black se separó, le miró con atención, era el inicio de un discurso muy importante.


-Ugh… justo ahora es muy complicado para mí decidirlo todo, -Se talló el rostro, abrumado- pero sé que quiero que usted esté aquí. -Le tomó de las manos, apreció con dolor los dos anillos en su dedo anular- Yo no he muerto, señor. –Retiró su propio anillo del dedo del demonio, suspiró- No puedo usarlo ahora… no tan pronto, ni siquiera sé si alguna vez volveré a hacerlo y quiero que lo entienda bien, -Dijo con seriedad- sin embargo, -Encaminó la mano de Black hasta su vientre- quiero que usted esté aquí para ella y quiero que sea de la manera menos dolorosa para ambos. –Volvió a apreciar su anillo, cerró la mano con fuerza y la apegó a su pecho por un último instante antes de colocarla de vuelta, junto con el otro anillo- No sé qué va a suceder… necesito tiempo.


Black Hat estaba sorprendido, a la vez un poco decepcionado, definitivamente no era algo que quisiese escuchar del todo, pero le daba esperanza y energía. Asintió, no había más que decir, solo le quedaba ser paciente, para su fortuna había aprendido a serlo. Apreció con temor un gesto repentino de dolor en el joven, suspiró agobiado, se puso de pie y cargó al doctor en sus brazos acomodándolo debidamente en su cama.


-Suficiente, necesitas descansar. –Comentó con autoridad- Dejemos que el tiempo haga lo suyo… -Murmuró.


Flug sintió su corazón apretujarse al escuchar eso último, probablemente ser escuchado no fue la intención del ensombrerado, aquellas palabras sonaron llenas de necesidad, de anhelo, eran reales; el tiempo lo diría todo. Se dejó hacer, ya comenzaba a sentir los estragos de tantas emociones, nuevamente tendría que volver a la cama, sintió un poco de tristeza al pensar en el hecho de que esta vez debería dormir en soledad. Para su sorpresa, el demonio se sentó en la alfombra, recargándose en la cama, dándole la espalda.


-Señor Black Hat, -Llamó- ¿Qué hace?


-Dije que no volvería a permitir que te sintieras solo... –Respondió, recargó la cabeza y cerró los ojos.


El científico sonrió enternecido, un gesto distinto por primera vez en un largo rato. Se acurrucó en la cama, observó por algunos segundos lo poco que alcanzaba a apreciar del rostro de su jefe, lucía cansado. Tímidamente, deslizó una mano hasta su hombro, acariciándolo con suavidad, cerró los ojos buscando no ser cuestionado.


Obviamente el gesto no pasó desapercibido, el ensombrerado cerró los ojos con más fuerza dedicándose a disfrutar la caricia y tratando de no estropear el momento, no quería que parara.


El ambiente se llenó de paz, era el descanso que necesitaban, el estrés y el agobio se disipaba cada vez más en esa mansión, todo volvía a tener un orden armonioso.



Mitad de madrugada, la escalofriante oscuridad aún gobernaba la mansión, el silencio era casi absoluto. Black Hat abría los ojos, la pésima postura lo estaba molestando, durmió profundamente recargado en un costado de la cama, el joven doctor aún continuaba dormido. Lo observó, su mano aún continuaba cerca de él, se sostenía el vientre con la otra mano. Le pareció extraño notar un gesto de incomodidad en su rostro, parecía tener tremores repentinos, esporádicos, era como si algo le doliera. No estaba seguro de despertarlo, quizá se trataba de una pesadilla. Tocó suavemente su mano, también acarició la de su vientre, en ese momento consiguió sentir mucho movimiento en esa zona, la bebé parecía moverse bastante, pero no lo entendía, según le explicó el científico esos movimientos no debían de ser tan escandalosos hasta dentro de, al menos, un mes.


-Flug… -Susurró, pero no hubo respuesta.


Black se sentó en la cama, acarició directamente su vientre, el movimiento cesó. El suceso lo sorprendió, fue una reacción inmediata, el joven relajó su semblante, suspiró entre sueños. Temeroso, pero decidido a darle un merecido descanso, se acomodó en la cama, boca arriba, en el pequeño espacio que el científico dejaba. Dejó una mano descansar sobre el vientre del chico, rápidamente Flug la tomó inconsciente. La reacción lo tensó, no quería que se despertara, no quería incomodarle, sin embargo, no se movió, se decidió a seguir durmiendo allí, esperando no recibir el rechazo por la mañana.



 La molesta luz finalmente entraba por la ventana de la habitación por la mañana, rápidamente importunó al demonio negro que descansaba plácidamente en el colchón cercano, era un fastidioso rayo de sol bastante certero que golpeaba justamente en sus párpados. Abrió los ojos, irritado, maldiciendo el día, pero considerando abrir las cortinas de su propia recámara próximamente, quizá así podría despertar con más facilidad por las mañanas.


Una sorpresa breve atacó su corazón cuando observó al joven junto a él; se encontraba acurrucado en su pecho, con la frente sobre su camisa, dormía tranquilamente probablemente sintiéndose protegido por los brazos que lo rodeaban. La escena parecía tan familiar, podría tener incluso el mismo resultado de tiempo atrás si no se movía cuanto antes, sin embargo, consideraba tomar el riesgo. Quién sabe en qué momento terminaron abrazándose en la cama, era de esperarse considerando el tiempo que pasaron durmiendo juntos meses atrás. Era tan reconfortante, olvidaba ese rostro matutino, esa respiración ruidosa, su cabello castaño desatado y enmarañado sobre la cama, y, sobre todo, esas terribles ganas de despertarle probando sus labios. El dolor y la melancolía terminaron por obligarle a soltarlo, continuar prolongando esa sensación solo haría que finalizarla fuese cada vez más duro. Se tomó la libertad de acariciar su frente retirando los mechones de cabello que caían sobre su rostro, después se alejó con lentitud hasta que pudo incorporarse. Se ajustó su sombrero de copa y salió de la recámara de manera silenciosa a fin de no despertarle.


Caminó por el pasillo con una sola idea en la cabeza, fija, insistente. Llegó a la cocina, se quitó sus guantes negros, lavó sus manos minuciosamente, sacó algunos platos, tomó un par de huevos y, como si se tratara de una rutina común en su día a día, comenzó a cocinar. Quebró cuidadosamente la cáscara de uno de los blanquillos, dejó caer la clara en un tazón y paseó la yema de una mitad a otra de la misma cáscara, con la intención de no mezclarla con el resto, después la depositó en otro recipiente. Repitió la misma acción con otro par de huevos, los mezcló vigorosamente con una batidora.


Repentinamente, la sensación de ser observado lo obligó a girarse rápidamente hacia la entrada. Estaba tan absorto en lo que hacía, que jamás notó el momento en el que el experimento azul llegó ahí. Lo miraba perplejo, estático y con un ligero brillo de confusión.


El demonio no pudo evitar sentir ligera vergüenza por ser descubierto con las manos en la masa, como si estuviese haciendo algo malo, no se trataba de eso, pero sí hacía algo poco usual para él. Meditó un instante la excusa que daría al respecto, resopló resignado y volvió a girarse a continuar su labor.


-Sé hacer más cosas de las que crees, tonto experimento. -Comentó sin mirarlo- Largo de aquí, -Ordenó tajante- hoy me haré cargo yo.


...


En la recámara, el científico tenía los ojos puestos en el techo, inmerso en sus pensamientos, aún podía sentir el cosquilleo de las manos ajenas, el recuerdo de un abrazo que obviamente notó por la mañana.


Despertó bastante temprano, la habitación apenas empezaba a iluminarse, cuando intentó reacomodarse medio despierto y el peso de algo lo detuvo. La impresión fue inmediata, no hubiese esperado despertar durmiendo en la misma cama que el ensombrerado, jamás notó cuando él se recostó a su lado, sin embargo, y pese a sentir cómo los nervios se crispaban en su interior, no se movió, no intentó siquiera detener ese contacto. Permaneció en el mismo sitio, cerrando los ojos con el miedo latente de que el demonio notase que había despertado y tener que hablar al respecto, sencillamente se quedó despierto dejando que sucediera hasta que el propio Black Hat se levantase de allí y fuese seguro despertar oficialmente. No estaba muy seguro de qué lo detuvo de reaccionar, ciertamente no quería montar una escena incómoda en la que reclamase el "atrevimiento" del villano, pero no se trataba únicamente de eso, en realidad tampoco pensaba que se tratara de alguna osadía egoísta, quizá una fuerte razón lo motivó a dormir junto a él. Sintió una increíble necesidad de permanecer allí, la calidez que el demonio terminó provocando en esa acción inesperada, le hizo sentir que no debía evitarlo, era un calor que no sentía desde hacía mucho tiempo atrás, incluso lo había olvidado.


Se abrazó a sí mismo, como intentando revivir la sensación de ese tacto, respiró profundo, aún sentía el eco de su calidez. Estaba asustándose, al parecer el miedo no dejaría de crecer, el miedo a esos días de cambio, de sanación y perdón. Todo estaba tomando un rumbo inesperado de una manera escalofriantemente acelerada. Ahora estaba asustado por admitir que ese ser más oscuro que la oscuridad y más frío que el hielo, repentinamente estaba siendo una luz cálida en sus días, había cambiado mucho desde aquel día en el que decidió escapar de esa mansión, ambos cambiaron.


La puerta de la habitación se abrió. Flug esperaba que se tratara de su oso azul llegando a saludar como cada día con una bandeja de comida incómodamente saludable, no fue así, el villano ensombrerado atravesó el umbral de la puerta, sorprendentemente con la bandeja de comida que esperaría de su experimento. Parpadeó confundido, recibió en silencio la bandeja, tenía un plato con lo que parecía ser una tortilla de huevo blanca, algunas frutas en un tazón y un vaso de jugo. La comida no lucía normal, no era el aspecto estético que 5.0.5. acostumbraba a darle, aquello le dio una idea que podría parecer casi absurda, la única señal que podría confirmarlo sería ese gesto avergonzado en el demonio que se negaba a mirarle a los ojos.


-Usted... ¿Usted preparó esto? -Se atrevió a preguntar, sorprendido.


- ¿Eso importa? -Respondió de inmediato, con un tono tembloroso y fastidiado.


Eso era un sí, era imposible no reconocerlo, lo conocía lo suficiente como para saber que esa labor era algo que él jamás admitiría haber hecho, era una respuesta clásica. Cortó un trozo de la tortilla, un poco de queso desbordó de su interior, fue una grata sorpresa notar lo elaborado que estaba ese platillo. Un sabor delicado y una textura suave atacaron su paladar, no pudo evitar mostrar su sorpresa, lo que estaba comiendo tenía un gusto bastante fino, delicioso, diferente, podría atreverse a decir que era mucho mejor que lo que 5.0.5. acostumbraba a preparar, obviamente jamás lo diría, podría herirle, pero era muy real.


-Diablos, esto está delicioso... -Murmuró inconsciente.


Black se ruborizó por el comentario, fue satisfactorio escucharlo, realmente se había esforzado. Tenía décadas sin la necesidad de preparar absolutamente nada en una cocina, siempre había quien lo hiciese por él, incluso fue un pequeño reto localizar todos los ingredientes en su propia cocina, pero la habilidad no la perdió jamás, podía jactarse de ser bastante bueno en ello e incluso en otras actividades hogareñas, sencillamente nunca tenía el tiempo o las energías para dedicarse a ello.


Se sentó junto al doctor, a la orilla de la cama, no respondió ante el comentario, solo se dedicó a observarlo mientras comía. Se sentía bien de verle comer con ánimos, indicaba salud. Le temía a las recaídas, el clima ya estaba decente como para que el doctor Slug acudiera en caso de una emergencia o él mismo pudiese llevarlo hasta allá, pero no quería que ocurriera, cada vez le daba la impresión de que el joven perdía algo de vitalidad cuando su salud decaía, incluso después de recuperarse.


- ¿Usted no planea desayunar? -Preguntó de repente.


Black escapó de sus pensamientos, se masajeó el entrecejo. -Tu experimento está en ello. -Contestó distraído.


- ¿Se siente bien? -Cuestionó con ligera angustia, le parecía que tenía un gesto de malestar.


-Descuida, solo termina de comer. -Respondió tajante.


La verdad era que tenía una molesta punzada en la cabeza, el estrés y el cansancio estaban acabando con él más rápido que cualquier otro enemigo que hubiese tenido, aparentemente eran los posibles héroes de la humanidad que adoraba atormentar.


-Creo que te daré un baño. -Volvió a decir.


Flug levantó la mirada rápidamente, su rostro enrojeció. - ¿Qué dice?


...


-White... -Llamó por enésima vez- White, despierta ¡White Hat! -Gritó exasperado.


El demonio ensombrerado sintió un frío sobresalto, se incorporó agitado mirando a todos lados. El joven doctor estaba junto a él, aún en ropa interior, lo miraba con una mezcla de preocupación y enojo.


-Carajo, White, parecías muerto, -Gruñó enfadado- si vas a estar sacándome esta clase de sustos, regresaré a dormir a mi habitación.


- ¿Qué ocurrió? -Preguntó confundido.


- ¡Tengo más de veinte minutos llamándote! No despertabas. -Hizo una mueca, estaba angustiado- De verdad estás preocupándome, cada vez es más difícil hacer que despiertes.


-Ugh... Lo lamento, me he sentido extraño desde hace algunas semanas... -Murmuró pensativo, se talló el rostro y retomó rápidamente su sonrisa habitual- Perdóname, Slugy Baby. -Dijo cariñoso.


Slug viró los ojos, se levantó de la cama y se encaminó al baño. -Tomaré una ducha, -Le miró con seriedad por varios segundos- no vuelvas a dormir... por favor...


White lo observó en silencio hasta que entró al baño. Permaneció sentado sobre la gran cama, miraba a la nada.


No era la primera vez que ocurría, había sido así durante varias semanas, solía demorar bastante en despertar, comía más de lo normal y había estado dormitando una que otra vez en su oficina, incluso durante alguna reunión. Cavilando sobre el asunto, intentó recordar si había ocurrido alguna vez antes, tal vez se trataba de alguna condición ocasional de su especie, pero no recordaba nada parecido en su vida, jamás había estado tan cansado, no era normal.


Se puso de pie, caminó a un tocador cercano, se observó detenidamente en el espejo. Tenía la mirada cansada, estaba algo desgastado. Se inclinó sobre el mueble de madera para observar más de cerca sus ojos, algo llamó su atención. Repentinamente, el ojo que usualmente cubría con el monóculo se tornó grisáceo, sintió un cansancio abrumador, se sobresaltó por la situación, incluso se inclinó para mirarse más de cerca, rápidamente su ojo volvía a tener ese azul pálido habitual.


El desconcierto y el impacto lo obligaron a volver a la cama, se sentó, volvió a tallar sus ojos. Ahora estaba preocupado también.


...


- ¡Hablo en serio, señor Black Hat! -Gritó desesperado- ¡Suélteme por favor! -Rogó.


-No. -Respondió tajante- Tú mismo estuviste insistiendo por esto.


-Pu... Puedo hacerlo yo mismo... -Tartamudeó nervioso.


-No quiero que te desplomes por esto.


Black Hat llevaba en brazos a un Flug semidesnudo. El joven batallaba por librarse del agarre, pero la fuerza avasallante del demonio se lo impedía.


Tan rápido como lo sugirió, el joven se negó a la idea. Se trataba solamente de un baño, algo que el doctor pidió insistentemente el día anterior, pero ahora el demonio era quien insistía en ayudarle a hacerlo, una idea que le causaba un vergonzoso conflicto al chico. Era verdad que corría el riesgo de agotarse a medio baño y terminar como el día anterior, pero era mínimo, la ayuda no le parecía necesaria.


Por su parte, Black Hat se encontraba bastante divertido por la actitud infantil del científico, no era como si fuese a hacer o ver nada nuevo, parecía ser una idea compleja para el chico. Quizá estaba mal qué él lo dijera, pero le parecía adorable verlo tan enojado y avergonzado al mismo tiempo, tratando de librarse de él. No planeaba soltarlo, ahora era un capricho continuar con ello.


Llegó a su recámara, pateó las puertas a su paso para abrirse camino hasta el cuarto de baño. La bañera era mucho más grande y cómoda en ese lugar. Sentó al enfadado muchacho a la orilla de la tina y se dispuso a preparar el agua.


-Si intentas escapar te traeré de vuelta. -Advirtió con una sonrisa que intentaba esconder.


Flug infló los cachetes, emberrinchado. -Puedo hacer esto por mi cuenta.


-Y lo harás. -Contestó el demonio, dejó el agua correr para llenar la gran tina, tomó una pequeña regadera de mano y se la entregó al joven- Yo solo voy a vigilar que no ocurra nada. Hago esto porque quiero que estés bien, no me lo pongas más difícil.


El doctor no pudo responder a eso, desvió la mirada, ruborizado, resopló resignado. Observó con detenimiento la regadera en sus manos, después pasó su mirada a su ropa interior. Realmente sentía una gran vergüenza siquiera de pensar que se bañaría desnudo frente a su jefe, no podía darse un buen baño aún con aquello puesto, pero ya había sido bastante humillación cuando el ensombrerado lo desvistió contra su voluntad en su recámara apenas terminó el desayuno. Presionó el botón que abría la llave de la regadera y comenzó a mojarse.


El villano le miró con incredulidad. - ¿De verdad te ducharás así?


-Ugh ¡Me abochorna demasiado quitarme todo! ¿De acuerdo? -Respondió enojado.


Virando los ojos, dejó escapar una risa bañada en ironía. -Ya perdí la cuenta de todas las veces que te he visto desnudo, Flug, -Respondió irritado- incluso llevas en tu vientre una cría mía, no puedes estar hablando en serio.


-No... No lo diga de esa manera... -Murmuró avergonzado. Tenía razón, era estúpido sentir vergüenza por algo que había ocurrido en extremos mayores muchas veces antes.


Bufó fastidiado, dejó la regadera a un lado, retiró lentamente su ropa interior. Se permitió mirar a su acompañante, se cruzaba de brazos y piernas sentado sobre la barra de mármol junto al lava manos, desviaba la mirada, tenía un pequeño rubor en sus mejillas, evidentemente no era el único avergonzado. Sin dejar de mirarlo fijamente, comenzó su baño, mojaba su piel desde su cabeza, dejaba al agua fluir hasta sus pies. Sus miradas finalmente se cruzaron, el doctor estaba determinado a no quitarle los ojos de encima, de algún modo sentía que debía vigilar sus acciones todavía.


Por su lado, Black sintió su corazón acelerarse cuando se topó con esos fieros ojos verdes. El joven le miraba con seriedad mientras limpiaba con sus manos su piel, de algún modo era una escena bastante sugestiva, debía admitir que era complicado dejar de mirarle, especialmente porque repentinamente el chico se mostró bastante desinhibido, abría las piernas sin aparente vergüenza, tocaba su entrepierna abiertamente. Pensó que quizá no había sido una buena idea todo aquello, aún le era complejo no caer rendido ante las acciones de ese joven chico humano. Incluso su vientre abultado no era un impedimento para verle con un poco de lascivia.


-Señor Black Hat. -Llamó por tercera vez.


- ¿Uh? -Respondió saliendo de sus pensamientos, él había detenido sus acciones.


-El agua. -Comentó indicando con la mirada las llaves que aún estaban abiertas y el hecho de que la bañera estaba casi al tope de su capacidad.


El demonio sacudió la cabeza para volver por completo a la realidad. -Eh... Sí... -Contestó en voz baja. Caminó hasta la bañera a ocuparse de ello.


Flug no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa divertida. La distracción del ensombrerado fue muy evidente, no consiguió disimular en absoluto esa mirada hambrienta. No era como si hubiese buscado provocarle, pero le pareció interesante que, pese a todo, la atracción no se hubiera perdido. Quizá podría jugar un poco más con eso. Dejó escapar un ruidoso suspiro, un tanto sugestivo, peinó su cabellera hacia atrás, cruzó las piernas, chorreó el jabón líquido sobre su pecho y lo esparció lentamente. Sabía que era observado, sabía cómo lucía esa mirada embobada en el villano que aún permanecía inclinado sosteniendo las llaves que ya había cerrado segundos atrás. La interrogante que amenazó con arruinar su momento era ¿Por qué le agradaba tanto esa particular atención? Había una obvia respuesta en la que no quería pensar en ese momento. Una vez habiendo terminado de acariciar su cuerpo entero con el jabonoso líquido, finalmente puso sus ojos en él, era justo el escenario que había predicho.


El ensombrerado maldijo a sus adentros, ya no regulaba su respiración, esas acciones, esa mirada fiera con un toque de indiferencia, esa ceja alzada, ese aire de realeza, lo tenían pendiendo de un hilo. Se irguió torpemente, estaba demasiado nervioso como para controlar adecuadamente sus acciones.


-Uh... Ya... Ya está lista el agua. -Balbuceó, se acarició el cuello- Entra y termina de una vez. -Ordenó tan bruscamente como sus emociones se lo permitieron.


El doctor se mordió el labio, estaba terriblemente tentado a abusar un poco más de sus atenciones, sintió diversión al pensar en una loca idea.


-Ayúdeme a entrar. -Pidió con tono inocente.


Se giró rápidamente, impresionado como si no quisiera creer lo que acababa de escuchar. -De ninguna manera. -Respondió rápidamente, ya tenía suficientes problemas para controlarse estando a una distancia considerable de él, no sabía qué ocurriría si lo tocaba- Solo gírate y entra ya.


-No puedo girarme fácilmente con esto, -Mintió apuntando a su vientre- además el piso está mojado, si intento levantarme podría resbalar.


Le miró receloso, extrañado por la inusual petición, minutos antes no quería ni siquiera ser acompañado al baño y ahora le pedía ayuda. Bufó resignado, murmuró algo inentendible con notoria molestia. Se inclinó, sintiendo sus brazos temblar por los nervios, cargó torpemente al joven en brazos. La calidez de su piel le agitó el corazón aún más, la humedad hizo su piel erizarse, tenía miedo de mirarlo a la cara. El chico se abrazó a él, se colgaba de su cuello mientras era trasladado.


A solo unos cuantos centímetros de la bañera, Black se tambaleó, sintió como sus elegantes zapatos de tacón bajo se resbalaban en el mojado azulejo del suelo. Intentó a toda costa mantener el equilibrio, estaba demasiado distraído como para pensar en sencillamente volverse una sombra y ponerlos a ambos a salvo, dio un pequeño paso hacia adelante terminando por completo con el equilibrio que le quedaba. Tan pronto tocó el suelo con la punta del pie, se resbaló hacia adelante junto con Flug. Todo fue rápido, terminaron por darse un brusco chapuzón en la gran tina de porcelana. Black consiguió apoyarse lo suficientemente rápido como para evitar que el joven se golpeara.


Ambos acabaron sumergidos bajo el agua, Flug se colgó fuertemente de su cuello, sintió el poderoso agarre desde su espalda, Black le había abrazado fuertemente con uno de sus brazos mientras detenía el impacto con el otro, el agua no era lo suficientemente profunda como para amortiguarles por completo el golpe de la caída.


Después de algunos segundos de batallar bajo el agua por estabilizarse, el villano consiguió sacar la cabeza de ambos a la superficie. Aún recostados, tomaba torpemente al joven de la espalda hasta la cabeza, este se abrazaba a él aferrándose a su camisa.


- ¡¿Estás bien?! -Preguntó preocupado, jadeando agitado por la conmoción.


Flug le miró sin responder, estaba perfectamente bien, pero trataba de acomodar la serie de sucesos en su cabeza y el extraño desenlace. Repentinamente dejó escapar una risa llena de diversión y nervios. Incluso provocó que el demonio le viera con más angustia y confusión.


-Le dije... -Jadeó agitado- Le dije que el piso estaba resbaloso.


Black parpadeó confundió, resopló con alivio. -Carajo... Que susto... -Murmuró- ¿Te estás burlando de mí, torpe?


-No, para nada. -Respondió entre risas.


-Ugh... Voy a descontar de tu sueldo este par de pantalones, deben lavarse con agua fría. -Comentó enfadado.


-No se preocupe, la próxima que vaya a una tienda de maternidad por ropa para mí, lo acompañaré a comprar unos nuevos. -Se burló.


El villano apreció con asombro la risa del chico, se veía feliz y extrañamente divertido por la situación. Ambos estaban mojados, en una postura bastante sugerente, abrazados, tan cerca, pero a él no parecía molestarle.


Un poco enfadado, pero correspondiendo el juego burlesco del doctor, Black hundió ligeramente la cara en el agua y resopló bajo ella chapoteándola y salpicando la cara del risueño muchacho. Flug le miró con fingida molestia, repitió la acción con una de sus manos. El villano lo sostuvo con firmeza, comenzaron a forcejear juguetonamente.


Las risas de Flug hacían eco en todo el cuarto, era tan extraño, repentinamente ambos se olvidaban de todo y se divertían juntos, compartían un momento en grata compañía.


Flug se detuvo, dejó que el demonio continuara sosteniendo su mano, le miró detenidamente con una tenue sonrisa, lo vio relajar su expresión, dedicarle una vez más una mirada llena de duda.


No estaba seguro de lo que sucedía en ese momento, sentía que era tan fácil dejarlo fluir, que sucediera tal cual lo hacía y que no habría consecuencias. Quizá la realidad era que no las habría, pero una pequeña voz en el fondo seguía insistiendo en que no cediera tan fácilmente. Sintió una vez más esa calidez en su pecho, fue inevitable mostrar un pequeño rubor ante las ideas locas que atravesaban su mente, quizá estaba dispuesto a desobedecer esa voz en esa ocasión, aunque después todo pudiera complicarse. De un momento a otro el pasado volvía, un pasado renovado, después de todo el dolor, la incertidumbre, el miedo... Después del sufrimiento que se había vuelto tan habitual, ahora parecía que esos sucesos fueron solo parte de su imaginación, podía sentir un calor familiar en su interior, uno que ya había olvidado.


Cerró los ojos, entreabrió sus labios, permaneció así, quieto, esperando algo con suma paciencia y un poco de vergüenza.


El villano abrió los ojos con entera sorpresa. Sabía muy bien que aquello era una invitación a llevar acabo lo que tanto anhelaba hacer, la situación se prestaba a ello, incluso a más, un peligroso "más". Tuvo miedo, debía admitirlo, era muy pronto para que las cosas se dieran de ese modo una vez más.


Había vivido lo suficiente como para saber que las acciones apresuradas llevaban al arrepentimiento, no era como si lo hubiese vivido en carne propia más de una vez, solo aquella que los tenía a ambos en la situación compleja en la que estaban, sin duda era más que suficiente. Temía que solo se tratara del calor de momento y que, cuando todo se enfriara, las cosas se tensaran una vez más.


Se arrepentiría de lo que iba a hacer, lo sabía, pero estaba dispuesto a ser más cuidadoso con sus acciones, a no repetir errores.


Suspiró, soltó cuidadosamente la mano del científico, acarició su rostro provocando que él volviese abrir sus ojos dedicándole una expresión confundida y anonadada. Lo ayudó a sentarse, todo en silencio, finalmente los ponía a ambos en una postura menos íntima y más cómoda. Esbozó una mueca, temía que sus acciones fueran mal interpretadas, ahora sabía la importancia de comunicarse para tener estabilidad con ese chico.


Antes de salir de la bañera, goteando y con sus zapatos haciendo un rechinido, depósito un suave y tímido beso en la mejilla del chico, no fue fugaz, se tomó todo el tiempo que necesitaba para expresar el arrepentimiento que sentía por no continuar con lo que se le había ofrecido.


-Traeré una toalla limpia. -Anunció antes de salir por la puerta del baño.


Flug permaneció en silencio, sentado en el piso de la bañera, con el agua que llegaba a sus hombros. Detuvo su mirada fijamente en una fisura en la tina de porcelana, muy probablemente el demonio se había golpeado allí.


Su mente estaba en blanco, procesaba lo sucedido a una velocidad increíblemente lenta. No entendía del todo aquella acción, pensaba que eso era algo que su jefe buscaba, sin embargo, se detuvo ¿Se trataría de desinterés? No, en definitiva, no era nada como eso, conocía demasiado bien a ese individuo ensombrerado como para leer perfectamente su mirada llena de hambre, no había perdido el interés, pero entonces ¿De qué se trató todo aquello? ¿Repentinamente Black Hat era ahora más consciente y responsable que él? ¿Desde cuándo se reprimía?


Hundió su barbilla en el agua, comenzó a hacerla borbotear, sus mejillas estaban ruborizadas. Si lo pensaba de la mejor manera, esa fue la acción más cuidadosa que el demonio había tenido con él, incluso superó al día anterior cuando fue limpiado cariñosamente con un paño mojado, es que aquello había tratado con cariño su corazón y sus emociones, no su cuerpo.


Sabía que también se trataba de inseguridad, fue muy claro con él respecto a su posición actual y a sus emociones, era evidente que Black no se arriesgaría a arruinarlo. Tal vez a partir de ese momento debería pensar mejor qué es lo que realmente quería y, si ambos querían lo mismo, llegar a ello de la manera más sana. Era momento de hacer todo diferente, por el bien de ambos.


...


Andaba descuidadamente por los pasillos de la mansión blanca, perdiendo el tiempo debido a que terminó sus deberes mucho antes de lo pensado y a que su torpe adorado ensombrerado estaba muy ocupado con un estúpido cliente de capa larga y antifaz.


Un tarareo de animada entonación lo hizo detenerse junto a una habitación, la puerta daba a la recámara de la joven hada.


Sin ningún permiso abrió la puerta con curiosidad. Se topó con una imagen que hubiera preferido haber evitado, maldecía su imprudencia.


La chica se encontraba en ropa interior, un conjunto de encaje rosado, su cabellera larga estaba sujeta con una banda elástica en un lindo peinado de cola de caballo y mechones rizados que salían de los costados, se maquillaba animada, pintaba sus gruesos labios con un labial del mismo tono que su ropa interior. Miró a la entrada, le sonrió al doctor despreocupadamente y después volvió a su labor.


-Hola Slugy. -Saludó.


Slug se talló el rostro, avergonzado. -Deberías poner seguro a la puerta.


-Deberías tocar antes de entrar. -Respondió.


-Ugh bien. -Admitió, le quedaría de lección para la próxima vez- Me voy.


- ¡Espera! -Lo detuvo la joven, caminó rápidamente hasta su cama y tomó dos vestidos colgados en ganchos- ¿Cuál es mejor? -Preguntó mostrándoselos.


El doctor apreció las prendas con completa confusión, se veían prácticamente iguales. Eran rosadas como los interiores de la joven, uno no tenía mangas y su falda era mucho más larga, el otro tenía mangas cortas y su falda tenía abultados encajes, pero eran iguales en estilo.


- ¿Saldrás hoy? -Cuestionó ignorando la pregunta de la joven.


-White me dio permiso, tengo una cita. -Anunció con emoción.


El doctor parpadeó asombrado, no esperaba eso, ambas cosas, el que el demonio le permitiera salir por motivo de ocio era algo difícil de creer, pero que tuviera una cita con alguien era más complicado, pensando en el hecho de que no frecuentaba a las suficientes personas como para que eso ocurriera con facilidad.


- ¿Con quién? -Pregunto con un tono que denotaba sorpresa y ligero desagrado.


El timbre sonó de repente, la joven sonrió satisfecha después de echar un vistazo al reloj. -Justo a tiempo... -Murmuró- ¿Por qué no vas y lo averiguas?


Slug no lo dudó, salió a paso rápido de la habitación, la curiosidad lo carcomía. Por una parte, estaba contento de saber que la chica al fin retomaba una vida más o menos normal, que ya podía aceptar y querer su identidad actual, pero, por otro lado, tenía temor de que fuese descubierta, eso podía acabar mal.


Se detuvo un segundo frente a la puerta principal, observó con recelo la manija. Después de algunos segundos se decidió a abrirla, el gran portón dejó ver a alguien tan familiar que era completamente inesperado.


- ¿Tú? -Cuestionó con incredulidad.


El individuo se removió incómodamente en su sitio, con un gesto tenue de molestia por el tono despectivo que se usó al nombrarle. En la entrada se encontraba Dominos Umbra, llevaba una vestimenta bastante casual, muy lejana a su estilo habitual; se trataba de unos jeans azules, una camiseta roja sencilla y una sudadera azul oscuro; sus extremidades extra estaban perfectamente ocultas en lo holgado de sus prendas y cubría su cabeza con la gorra de la sudadera, evidentemente buscaba esconder un poco su identidad.


-Uh... ¿Y Prue? -Preguntó con timidez.


Slug no respondió, en cambio le cerró la puerta en la cara. Caminó a pasos agigantados de vuelta a la recámara de la joven.


Prudencia salía de su habitación con el vestido de encajes puesto, un par de tacones del mismo tono, llevaba un bolso de mano color crema y un collar de pequeñas perlas. Sonreía contenta, sus mejillas estaban notoriamente ruborizadas, quizá era acción del maquillaje, o podía tratarse de un sonrojo natural.


- ¿Qué tal? -Preguntó girando en su lugar al ver al científico.


El doctor se talló el rostro. -De ninguna manera vas a salir con él. -Aseveró.


La chica se retrajo ofendida, con un gesto de entera confusión. - ¿De qué hablas?


- ¿A caso estás loca? -Cuestionó enfadado- ¡Es un villano! Un villano, Prue, ¿Dónde quedó tu prudencia? -Dijo exasperado- ¿Por qué rayos escogiste ese nombre?


- ¿Cuál es tu problema? Es el villano con el que hemos estado trabajando todo este tiempo. -Empezó a caminar hacia la salida, pasando al doctor de largo.


El joven la siguió. - ¡Exacto! Trabajando, -Repitió- le pagamos, no es nuestro amigo. Si alguien te ve en la calle con él, todo lo que hemos hecho se va a ir al carajo ¡Te asociarán con los villanos!


Ambos bajaron las escaleras rápidamente, el enojo en el hada era palpable.


-White me lo permitió.


- ¿White sabe con quién saldrás?


-No. -Contestó recelosa, se giró a mirarlo cruzando los brazos, estaban muy cerca de la puerta principal.


-Si sales por esa puerta se lo voy a decir. -Amenazó.


Prue soltó una pequeña risa. -Adelante, no es como que eso me asuste mucho. -Se burló.


Él bufó enfadado. - ¡Bien! Pues si sales por esa puerta, acusaré a tu noviecito con Black Hat.


- ¿Ah? -Soltó sorprendida.


-Lo que escuchaste, niña, si te vas con él, Black Hat se enterará de que ha estado congeniando con héroes, más específicamente su hermano. -Dijo victorioso.


La chica cerró los puños, sus manos temblaron, sentía la rabia crecer dentro de ella. Estaba ahí encerrada buscando una vida diferente gracias a él y ahora le privaba de llevarla con quien quería, especialmente amenazando a una de las personas que más apoyo le habían brindado. Se acercó agresivamente, tomó el cuello de la bata negra del doctor con ambas manos y lo obligó a acercarse.


-Mira, estúpido nerd, -Murmuró molesta, cerca de su cara, lo miraba fijo y de forma penetrante- si te atreves a hacer algo como eso, si quiera a insinuárselo al sombrero negro, te juro que usaré toda mi fuerza y mi entrenamiento en probar la resistencia de tus partes biónicas... -Entrecerró los ojos- y más te vale ser muy resistente de tu entrepierna...


Slug permaneció quieto, en silencio, atónito. Tragó pesado ante las amenazas de la chica y la imagen de lo que ella aseguraba que iba a hacer. Asintió lentamente.


La joven sonrió satisfecha, se reacomodó algunos detalles del vestido y abrió la puerta.


Umbra modificó su gesto de confusión a uno embelesado a penas la vio aparecer, se miró a sí misma un poco avergonzada por el poco cuidado que pensó haber tenido en su vestimenta. El hada se veía realmente preciosa, era un estilo poco habitual en ella, una combinación de lo que era ahora y lo que solía ser.


-Te ves magnífico. -Comentó dulcemente la joven, le acarició el mentón y le guiñó el ojo. La sinceridad en sus palabras podía sentirse- Vamos. -Invitó y caminó hacia la salida.


La araña la siguió, echó un pequeño vistazo hacia atrás observando la consternación del científico un segundo antes de que la puerta se cerrara. Entendía su confusión, todo fue muy repentino, ni ella era capaz de asimilar que el hada sencillamente le propusiera salir sin siquiera tocar un tema similar momentos antes, tan solo se ocupaba de consolarla y después de un largo rato de silencio en donde la joven heroína parecía pensar mil cosas al mismo tiempo, las palabras salieron de su boca.


Admitía estar bastante contenta con ello, tenía que decir que, desde el primer momento en el que vio a esa chica, su pecho se llenó de emociones que no conocía. Estaba nerviosa, jamás había salido con nadie y le intimidaba el hecho de que el hada fuese una adulta experimentada en el asunto de las citas. Haría su mayor esfuerzo por mantener su siempre impasible aspecto.


-Y... ¿A dónde iremos? -Preguntó la villana.


Prue le sonrió, se puso un dedo en los labios de forma coqueta. -Es una sorpresa... -Contestó divertida.


Umbra sintió que sus mejillas se calentaban, se preguntaba qué tipo de lugares eran los que la joven frecuentaba, sabía de los bares ¿Cómo no saberlo? Pero dudaba que la llevara ahí en su primera "cita" o lo que fuese eso que tenían ese día.


No caminaron demasiado, solo algunas manzanas en dónde comenzaron a charlar de cosas triviales. Prudencia le describía su grandiosa batalla contra las villanas que eran sus amigas, la araña evitó comentar que el mismo día ellas consiguieron escapar de la cárcel por la noche, no quería arruinar su emoción palpable.


Se detuvieron en una esquina solitaria, era la espalda de un gran edificio, parecía estar cerca de una zona turística y muy frecuentada.


- ¿Es aquí? -Cuestionó confundida.


-Me dijiste que no te gustaban las zonas concurridas ¿No es así?


-Uh... Sí, no me gusta cómo me ve la gente...


Prue rio. -Descuida, esto será mejor que estar entre un montón de sujetos juiciosos e ignorantes. -Contestó antes de entrar por un pequeño callejón al costado del edificio.


La villana parpadeó sorprendida, no parecía que sus mejillas dejaran de arder en algún momento en ese día. Era lindo saber que el hada detestara el juicio al que se había enfrentado toda su vida, incluso si se trataba de la misma gente que protegía. En más de una ocasión se había mostrado indignada por sucesos de su vida pasada, incluso parecía aprobar sus actos delictivos en consecuencia a sus vivencias. Sentía calidez por el hecho de ser valorada y apreciada por todo aquello que fue juzgada alguna vez. No importaba cuanto quisiera pensar que le era indiferente la opinión ajena, el juicio y el rechazo eventualmente lastimaban. Estaba segura de que ella jamás lo había experimentado, pero aun así parecía entenderla tanto.


Observó a la heroína elevarse en el aire y llegar a una pequeña ventana en el piso más alto, la única al parecer. Trepó por el muro para llegar hasta allí, Prue trataba de abrirla, puso su mano sobre el muro, después de algunos segundos, el delgado tallo de una planta apareció al otro lado del cristal y jaló de la manija hasta abrirla. El hada sonrió victoriosa.


- ¿Esto no es ilegal? –Preguntó Umbra, confundida.


El hada soltó una risa. - ¿En serio te preocupa eso a ti? –Negó con la cabeza, suspiró- Sí, lo es. –Se encogió de hombros y entró en el lugar.


La araña parpadeó confundida, no sabía lo que la joven tenía en la cabeza en ese momento, se veía entusiasmada pese a que no era una acción habitual en ella.


Se adentraron en el edificio, era un pequeño cuarto lleno de objetos de limpieza, la puerta que conducía a otro sitio se encontraba abierta. El lugar parecía estar solo, había mucho silencio, incluso las luces estaban apagadas.


La joven hada las condujo a través de un largo pasillo hasta unas escaleras de emergencia. Al final de los escalones, se toparon con una gran sala, de igual manera se encontraba desolada, pero el sitio estaba iluminado, tenía posters promocionales en todos lados, máquinas de comida y golosinas, además de una taquilla vacía: estaban en un cine. El edificio tenía unas grandes puertas de cristal polarizado, estaban cerradas y reforzadas con una cortina metálica que a duras penas dejaba ver una parte del exterior.


Umbra observaba los alrededores con asombro, había esperado muchas cosas excepto eso.


- ¡Tadaaa! –Canturreó Prue- ¿Te gusta la idea?


- ¿Por qué todo está…?


- ¿Solo? El edificio está en mantenimiento, pero casi todo sigue operando. –Se encogió de hombros- Descuida, nadie nos atrapará.


La heroína tiró de su brazo, arrastrándola hasta la barra de golosinas, tomó algunos botes de palomitas vacíos y se los entregó bruscamente.


-Vamos, toma todo lo que quieras, -Dijo apurada- te veré en la sala uno en diez minutos. –Indicó antes de emprender un vuelo rápido en otra dirección.


La araña permaneció quieta, parpadeando confundida, observó los botes de cartón vacíos en sus manos, atendió la orden y se dedicó a rellenarlos. Sabía que ella sola no sería capaz de comer todo eso ella misma, intentó adivinar qué clase de cosas le gustarían a la lolita, probablemente cosas dulces y esponjosas, quizá algo de chocolate y palomitas con mucha mantequilla. Pensaba en todas las molestias que se estaba tomando, era agradable la atención, pero la confundía de una manera que le causaba temor, no estaba segura de si estaba confundiendo las cosas, quizá estaba imaginando intenciones anheladas. Era difícil no sobre pensarlo teniendo en cuenta lo abrupta que era la situación, lo repentino que era todo. Terminó de llenar un par de vasos de refresco, sacudió la cabeza intentando despejar su mente y tomó los múltiples recipientes para dirigirse finalmente al punto de encuentro.


Evidentemente la enorme sala estaba vacía, era una de esas salas de cine lujosas con asientos de piel acolchonados, aquellas que nadie tiene el gusto de pagar a menos que quiera impresionar a alguien o darse el lujo de mal gastar el dinero. Estaba iluminada con una tenue luz amarillenta y diminutos focos en los escalones. Buscó un asiento en la fila más alta, justo en el centro, donde consideró que la pantalla se apreciaría mejor, era obvio que verían algo allí, aunque no estaba segura de cómo el hada proyectaría la película. Apenas se acomodó en su sitio, las luces se apagaron, la pantalla se prendió, la heroína realmente lo consiguió, sí que estaba llena de sorpresas.


- ¿Listo?


Umbra pegó un pequeño brinco, la chica había aparecido de repente a su lado, jamás la vio o escuchó acercarse, simplemente ya estaba acomodada a su lado.


-Uh... –Balbuceó- Sí, ¡Wow! todo esto es bastante sorprendente, no creí que hiciéramos algo así de grande hoy ¿Cómo hiciste todo esto? –Preguntó admirada.


-Lo he hecho más de una vez, –Rio avergonzada- por las noches, este cine tiene una colección de películas antiguas, me fascinan y no hay muchos sitios donde pueda verlas cómodamente.


-Oh… -Soltó con sorpresa, a pesar de todo la joven parecía saber divertirse ilegalmente.


La pantalla comenzó a mostrar las escenas iniciales de la película, notoriamente era antigua, bastante, “Victor Victoria” mostraba la pantalla con letras curveadas y una imagen no muy nítida. El hada puso toda su atención al frente rápidamente, apretaba el borde de su falda, parecía emocionarle bastante.


La araña sonrió enternecida, le dedicó su atención a la película mientras mordisqueaba algunas golosinas. Era una película musical, el argumento era bastante curioso: Una mujer cantante que se vestía de hombre para hacerse pasar por mujer, incluso había conseguido provocarle un conflicto existencial al aparente coprotagonista que pensaba haberse enamorado de un travesti. Aquello le hacía pensar demasiadas cosas, no es como si se tratara del mismo caso, jamás había decidido aparentar nada, ni siquiera verse a sí misma como algo distinto, solo dejaba fluir la vida y que el mundo exterior decidiera pensar lo que quisiese de ella, pero ahora no podía evitar sentir que realmente estaba ocultando algo importante. Miró fugazmente a la heroína, la joven mascaba gomitas distraída, estaba absorta, movía inconscientemente sus alas de vez en cuando, pero sus ojos… maldecía internamente a cada pesada hormona que le hacía aquella mala pasada, que le obligaba a tener sentimientos vergonzosos, esos ojos rosados brillaban tanto, desprendían una energía mágica, la embrujaban. Se preguntaba qué podría ocurrir ese día, jamás se atrevería a actuar sin consentimiento, pero la curiosidad la hacía vibrar ¿Esa hada salivaría ajenjo y tendría labios de azúcar?


Repentinamente, Prue dejó caer su cabeza en el hombro de la alarmada villana. Esta se petrificó al instante, no sabía cómo debería actuar, miraba al frente sin mirar nada, tenía temor de volver a fijar la vista en su acompañante.


Prudencia notó su nerviosismo, era muy obvio. Ni siquiera intentó ocultar su diversión, soltó una suave risa. Tomó uno de los brazos de la araña y le obligó a pasarlo por encima de su hombro, abrazándola. –Para ser un villano eres un chico muy tímido, me gusta.


Tal vez pudo haberse sentido embelesada por las últimas dos palabras que la chica pronunció, quizá debió atesorar el momento, obligarse a calmar los nervios que la gobernaban y continuar con ello, pero no pudo, una sola palabra en esa frase lo apagó todo, le estrujó el pecho con preocupación. - ¿Un chico? –Susurró para sí.


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