Luego de acabarse a la Sisi por tercera vez, Kardia juzgo prudente poner tierra de por medio. El Cid tenia ideas muy españolas sobre el honor, y si lo habia espadiado por todo el santuario por palmearle el culo a la Sisi, se figuro que lo haría picadillo por acabárselo.
-Deberia ser menos impulsivo… - se dijo a si mismo, imaginando a Degel muy serio asintiendo delante de el.
Tenia que avisarle a Degel que tenían que irse, por una buena temporada. Penso que se sentiría muy orgulloso de el si se lo avisaba por carta, asi que entro en la taberna donde Manigoldo solia invitarlo. Le quito una manzana a un parroquiano y se llego a la barra.
-Oye, ¿tienes tinta y papel?
-¿Tengo cara de tenerlos? – replico el tabernero, empujando en su dirección un trago.
Mejor no enemistarse con esos caballeros dorados. En especial con los revoltosos. Vio pasar por la ventana a la niña que luego le llevaba flores al patriarca y a Albafica.
-¡Oye! – salto por la ventana - ¿Vas al santuario?
-S-si. – el caballero de Escorpio daba un poco de miedo.
-¿Le llevarías una carta a Degel?
-¿A quien?
-Al caballero de Acuario.
-Si. ¿Dónde esta?
-Tengo que escribirla. ¿Tienes tinta y papel?
-Mi maestro tiene.
-Vamos con el. – hecho a andar sensualmente Kardia, sin saber a donde.
-Oye, Escorpio-sama, es por aca…
Narsus, el maestro de la escuela (de paga, por supuesto) era un pintor y poeta frustrado (en la epoca abundaban) que pasaba los días despechugado y con un tufillo alcohólico.
Las clases habían terminado, por lo que se dedicaba a la composición recostado sobre su pupitre.
-¿Esa turra es el maestro? – pregunto Kardia.
-Narsus sensei.
-Joder – la escandalizo – nos hubieran apuntado a esta escuela. Oye, sensei sama – saludo dando un portazo – Quiero escribir una carta.
-Claro. ¿Dirigida a quien?
No era raro que le solicitaran escribir y leer sus cartas.
-No, debo escribirla yo mismo, para que Degel se sienta orgulloso.
Narsus se encogio de hombros, escondiendo su botellita. No fuera a querer.
El caballero dorado se embutio en un pequeño pupitre de niño, concentro la mirada y hasta saco un poco la lengua por un extremo de la boca.
“Kerido Degel”, recordó que empezaban las cartas “Me tire a la Sisi”
Narsus elevo las cejas por detrás de su hombro. ¿La Sisi? ¿La Sisifo de Sagitario?
“Tenemos que yrnos para que El Chido no me mate o mientras sele kitan las ganas de acerlo.”
Si, definitivamente la Sisifo de Sagitario, asintió Narsus
“Yremos ah Mexico – como griego, abusaba de la y griega – trayte a Sasha para que benga conos otros.”
-¿Qué opinas, sensei sama?
Narsus meneo la mano e hizo un gesto vago.
-Falta la despedida. “Se despide tu afectísimo” o algo asi.
“Sedes pide tu..
-¿Cómo se escribe afectísimo?
-A efe e ce te i con tilde, no la otra, ese i, que la otra, eme o. Y ahora tu nombre. No, tu nombre.
“Kardia”
-Ahora doblala y métela en un sobre, para que sea una carta de verdad. – se lo facilito – Serian dos monedas de oro – le tapo la boca a la niña – por el papel y los servicios.
-No tengo monedas. – dijo Kardia.
-Tienes una armadura de oro.
-Si, pero no le puedo ir quitando pedazos. Degel es princesa, debe tener un tesoro o algo asi.
-Estupendo. Dile a la niña que le diga que te mande para pagar la carta.
-¿Ya oiste? Por favor.
-Le puedes decir que te mande un poco mas para que bebas… - se abrió mas la bata, dejándole ver su botellita.
-No lo creo, no me gusta tanto la bebida. Ve, pronto.
-Si. – la niña salio corriendo. Kardia dio un paso a la salida.
-¿A dónde vas, caballero? – lo detuvo Narsus con su fina mano sobre el pecho.
El fleco largo, rubio, le cubria seductoramente un ojo, y la túnica bajo la bata era bastante escotada.
-Afuera, no soporto las escuelas.
-Podria enseñarte algo interesante…
-Seguro que si… - lo barrio Kardia – Pero mira en que embrollo me he metido por reunirme con mi vieja maestra. – le quito la mano y avanzo – Paso.
***
-Dohko, - lo llamo. ¡Por fin alguien a quien preguntarle!- ¿has visto a Asmita?
-No – respondio el caballero de Libra, extrañado - ¿No esta en su casa?
-Es obvio que no. – replico con desagrado Aspros – Estan todas las casas vacias. Que si el enemigo atacara, tu serias el primero en enfrentarlo.
El chino suspiro, triste y patético.
-Te deseo suerte en tu búsqueda, Aspros de Geminis.
Aspros le hizo un corte de manga mental y siguió. Escorpio, Sagitario y Capricornio estaban vacias, como era de esperarse. Las atravesó a toda prisa. Tal vez hubiera ido a platicar con la princesa.
-Degel de Acuario, pido permiso para pasar por tu templo.
Si la zorra esa no estaba con el patriarca, robándole su cargo, estaba en su biblioteca.
-Concedido. – contesto desde la biblioteca.
Entro a su templo y paso a su casa, a sus habitaciones privadas. Levanto la vista de su libro, con sus anteojos puestos.
-Aspros. – se extraño.
El melenudo peliazul miraba en torno.
-¿No esta contigo Asmita?
-Tiene días que no lo veo. – arrugo el ceño. Como si no lo supiera, si el la tenia ocupada.
-¿Estara con el patriarca?
-Lo ignoro.
La miro de abajo arriba, desde las balerinas puntiagudas que usaba hasta la bufandita que usaba en un intento de ocultar las marcas que Kardia le dejaba.
Ultimamente, a Degel no le gustaba como Aspros lo miraba. Y no tanto por el deseo mal contenido con que la mayoría de los varones lo miraban, si no por algo inquietante. Una especie de odio o de maldad.
La armadura también lo sintió y se interpuso entre ellos. Aspros volvió en si, parpadeando y volviendo a ser el caballero correcto y agradable que antes era.
-Lamento molestarte. – hizo una inclinación cortesana con los modales que tan bien le iban.
Vio su melena alejarse acariciando a la altura de sus pompas y lamento que llevara puesta la armadura. Se reprendio a si mismo por ese pensamiento. Apenas iba un dia de separación y el celo era terrible.
*
Apenas habia retomado su lectura cuando la niña apareció. Una niña que habia visto pasar por ahí, llevando flores al patriarca, y a Albafica, desde que lo conocio.
-¿Qué quieres? – le pregunto con gentileza, a pesar de que nunca le habia regalado flores.
-Etto… le traigo una carta de Kardia sama.
Era la primera vez que oia a Kardia ser tratado con tanto respeto.
Curioso, bajo las piernas del sillón donde las habia arrellanado. Se levanto con gracia, ondulando su cuerpo elegante desde su cuello largo hasta sus tobillos finos.
Ese era el caballero que decían era princesa de un reino helado. Le sonrio muy calido y tomo la carta de sus dedos. Le llevaría flores también.
“Para Degel” decía el sobre blanco, con las horribles, enormes e irregulares letras que habia enseñado a Kardia a hacer.
El se las habia enseñado bonitas, pero a Kardia no le salían. Era un misterio para el como un hombre con tanta habilidad motriz fina podía no dar una cuando de empuñar una pluma se trataba.
Se llevo la carta al pecho, emocionado. Era la primer carta que Kardia le escribia, y eso que ese era el argumento con el que lo habia convencido de aprender a leer y escribir: por si algún dia necesitaban mandarse una carta.
La disfruto un poco mas, antes de abrirla. Su primera carta de amor, pensó, donde Kardia le diría cuanto lo amaba y que no soportaba estar lejos de el. Pobrecito. En la noche lo llamaría, esos remedios que le facilitaba el patriarca eran excelentes.
-Puedes retirarte. – despidió a la niña con un donoso gesto de la mano.
La niña, sonrojada y con los ojos brillantes, elevo el ramo de flores en su dirección.
-¿Para mi? ¡Ay! – se emociono, levantando un piecito atras - ¡Hasta me manda flores!
La niña salio caminando hacia atras, no porque fuera de la realeza, sino por no dejar de verla, tan hermosa y con una especie de aura de un color mas verdeagua que su pelo.
El cosmos, habia oído decir.
Saco la carta de su sobre lleno de emoción.
Continuara...