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Hasta la oscuridad puede ser tentada por ninnae

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Notas del capitulo:

Hola hace mucho, mucho tiempo que no publico nada de nada, así que no se como se irna a tomar este capítulo o si lo leerán, pero si lo hacen, disfrutenlo por favor :3

 

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.

Capítulo 2: Llámame, pero llámame por mi nombre


No es como si Saga no pudiera imaginar la naturaleza de las ideas que pasaban por su cabeza, pero… simplemente parecían inadmisibles. La curiosidad por Radamanthys había mutado en una peligrosa necesidad por saber más del juez, por tener mucho más contacto, que el simple y escueto saludo.


Y ahí estaba, como un idiota preguntándose qué demonios iba a hacer.

Todavía recordaba con claridad lo sucedido en el bar con Kanon y Radamanthys. Su hermano menor algo se proponía, él mismo le había dicho que acercarse a Radamanthys era como lanzarse de lleno al abismo, pero ahora era él quien se estaba acercando al juez.

Sus palabras distaban mucho de sus acciones. Y él mismo estaba atormentándose por eso, su mente pululaba entre pensamientos pocos sanos, hallándose abarrotada de demasiadas dudas con respecto al juez como para sumarles las de su hermano Kanon.

Kanon solo era Kanon, no había mayor ciencia tras eso, y Saga lo sabía, dejarse arrastrar por las acciones de su gemelo, sería convertirse en partidario de los descabellados juegos que su gemelo solía crear, y no sería parte de esa intriga.

Sin esperar a que su mente se dignara a calmar la tormenta que estaba formando, se levantó de su lecho, todavía con algo de resaca y con la garganta seca por el alcohol de la noche anterior. No recordaba del todo como había llegado hasta Géminis, pero se encontraba en su cama, solo en ropa interior, con el cabello desgreñado y un dolor de cabeza formándose a cada palpitación.

Un golpe consecutivo en la puerta de su habitación hizo que Saga levantara la cabeza en dirección del sonido. Saga dio un chasquido y profirió un seco “adelante”.

Kanon con una sonrisa burlona lo miraba por detrás de la puerta al abrirse, mientras se llevaba una taza de café a los labios.

—Parece que alguien no lleva bien la resaca, ¿verdad, hermanito?

—Deja de joderme, Kanon. ¿No tienes nada más que hacer?

—Quizás sí hermanito, pero no se me da la gana —dijo Kanon en tono burlón.

Saga gruñó molesto a Kanon. De forma automática Saga se cubrió con su almohada la cabeza, ignorando al menor de los gemelos.

Kanon rodó los ojos ante el gesto infantil de su hermano. La noche anterior bebiendo había llegado a observar el semblante perdido y compungido de Saga, quizás el reflejo de emociones dispuestas a flor de piel, por acción del alcohol. Y como hermano la preocupación había nacido casi como algo automático, sin embargo, la relación no era lo suficientemente buena, como para demostrar su preocupación abiertamente. Las palabras burlonas y las miradas de reojo era lo mejor que podía darle a Saga. Kanon sabía que los ojos de su gemelo desde hacía meses se posaba en la figura de Radamanthys cada vez que pasaba por géminis, y no podía evitar lo que sea que estuviera pasando por la cabeza de su hermano, pero si podía velar por el que Radamanthys no fuera un completo cretino. 

Kanon estaba seguro que podría pensar muchas cosas acerca de lo que parecía pulular entre Saga y Radamanthys, pero no podría frenar a Saga, si este en verdad decidiera hacer algo.

—No dejas de comportarte como un niño Saga —se mofó el menor de los gemelos—, ya es más de mediodía, deberías levantarte, Shion quiere verte a ti y Aioros.

Sin decir nada más Kanon se alejó de la habitación, bebiendo su taza de café, mientras dejaba a Saga interiorizar sus palabras. Saga se resignó a salir de la cama, con mal carácter y un maldito dolor de cabeza.

§§§§§§§§§§§


Radamanthys se levantó aquel día sin saber dónde había acabado, el beber con los dorados la noche anterior fue lo más extraño que había hecho, hasta hacía meses ese grupo de guerreros de Atena no habían sido más que unos débiles enemigos, que todavía consideraba como simples humanos. Pero el compartir un poco más de lo que Atena, llamaba tiempo de calidad para los humanos, había podido entender un poco más la camaradería que estos compartían

Eso y la pregunta que un Kanon borracho le había tirado entre su competencia.

«¿De verdad piensas que estás sobre los sentimientos humanos? Te aseguro Radamanthys, que como todos tienes un corazón.

El resto simplemente habían sido frases sueltas, casi sin sentido por parte del marina. Radamanthys debía darle cierto crédito al general marino, sabía resistir lo suficiente como para seguirle el paso, pero no había podido llegar a ganarle, su resistencia al alcohol era producto de años de tomar de los mejores licores del mundo, haciendo que su resistencia fuera superior a la de muchos humanos. Kanon nunca tuvo posibilidades de ganarle.

Radamanthys observó con curiosidad la habitación, era pequeña y sencilla, solo con una cama, una mesita de noche, una lámpara y un closet donde poder dejar la ropa. El inglés dejó la cama, colocando ambos pies en el suelo, mientras levantaba las cobijas, una corriente helada levantó los bellos de su pecho. Radamanthys frunció el ceño, preguntándose cómo demonios había terminado solo en ropa interior. Los golpes en la puerta y el rechinido de las bisagras colocaron alerta al espectro. Una cabellera azulada y una sonrisa burlona se hicieron presentes.

—Otro feo durmiente que no es capaz de levantarse.   

La voz de Kanon retumbó en los oídos de Radamanthys sin mucho sentido, gruñó como respuesta.

—¿Cómo mierda llegué hasta aquí, griego?

—¿El gran Radamanthys, yo puedo beber todo lo que quiera no recuerda como acabó en géminis?

—No me jodas, Kanon.

La sonrisa lobuna del gemelo solo hizo enfurecer más al inglés.

—Terminaste vomitando todo lo que bebiste, te dije que debías comer, pero no… el señor muy macho, nunca acepta que puede equivocarse. Ganaste la competencia, pero ni siquiera podías sostenerte bien en pie, los demás ayudaron a traerte, y bueno, tuvimos que desvestirte —dijo Kanon, alzándose de brazos.

La vergüenza invadió al espectro, tener que verse de esa forma tan vulnerable, frente a quien fuera su rival, hizo que su orgullo y ego se vieran seriamente lastimados. Desvió la mirada de Kanon, mientras a tientas trataba de buscar su ropa, sin tomar en cuenta las palabras de Kanon acerca de su estado la noche anterior.

—¿Dónde está mi ropa Kanon?

—Eres un idiota, ni siquiera escuchas, vomitaste, ¿recuerdas?

Una camisa y un par de pantalones dieron de lleno contra su rostro, muñón de ropa que fue lanzado por Kanon hacia Radamanthys

—Vístete, ya es hora del desayuno, y después harás lo que tengas que hacer.

Sin más Kanon dejó al espectro y salió de la habitación. Suspiró cansado y con una mueca en el rostro, sino supiera que el inglés y Saga eran adultos, se sentiría la niñera de los dos niños que hasta hace poco habían estado dormidos en géminis.

§§§§§§§§§§§


Saga se quedó petrificado en el portal de la cocina cuando observó a Radamanthys sentado en la mesa de la cocina, hablando con Kanon como si nada hubiera sucedido ¿Desde cuándo el espectro tenía tan buenas relaciones con su gemelo? Con reticencia Saga ingresó a la cocina, sentándose en silencio a un lado de Kanon. Los dos ocupantes de la cocina levantaron la mirada hacia Saga.

—Tan silencioso hermanito, acaso los ratones te arrancaron la lengua, aunque quizás no fuera tan malo, así dejarías de quejarte por todo.

—Y tú, el cerebro parece que todavía no hace acto de presencia, Kanon, para decir tales estupideces.

Y fue inevitable, Saga no pudo callar su lengua ante el insulto de Kanon, ni siquiera frente a Radamanthys, quien lograba hacer que la prudencia se instalara en sus facciones.

Kanon rio y se dirigió a Radamanthys.

—Te lo dije, Saga no es el santo tortuoso y benevolente que todos creen, es más bien un mal humorado, hermano mañoso.

Radamanthys rio quedamente por la descripción del gemelo menor, mientras Saga se ruborizó con ligereza, aunque archivando con sutileza la risa de Radamanthys.

El resto del desayuno fue un intercambio de palabras burlonas y unas pocas intervenciones de Saga, una situación curiosa para el mayor de los gemelos, pero que le había servido para relacionarse un poco más con Radamanthys sin siquiera planearlo.

§§§§§§§§§§§


Las negociaciones con el santuario no habían terminado, la última fatídica reunión con el patriarca y Atena no fue más que un punto de inflexión, que Radamanthys sabía debería discutir en la próxima sesión. Su salida del día anterior le había servido para bajar un poco los humos de enojo que todavía rondaban por su cabeza, aquel día le tocaba volver al inframundo e informar de los progresos obtenidos a su señor Hades. Sin embargo, la primera parada había sido su lugar de descanso, en cierta manera extrañaba la familiaridad oscura de Caína, pero sus planes fueron frustrados al ver instalados a Minos y Aiacos sobre uno de sus sofá en la sala de la oscura. Su ceño normalmente serio se vio fruncido con molestia, al ver como estos comían y bebían como si estuvieran en su propio hogar, pero eso ya era una hábito en ellos, como “hermanos” mitológicos se tomaban tales atribuciones, que cualquier reclamo, ya solo quedaba en un quedó gruñido, que los idiotas tomaban como un saludo y ya estoy en casa. Para Radamanthys era más un bien, “ya estoy aquí cabrones, lárguense de mi casa y dejen de joder”, pero así se entendían ellos.

Para ese momento lo que más deseaba era la comodidad de su cama y la familiaridad de su habitación, pero era obvio que su Dios tenía otras ideas en mente, porque no pasaron ni veinte minutos, cuando fue llamado para tener audiencia con su Dios, quiso maldecir, pero trabajo, era trabajo.

§§§§§§§§§§§


Radamanthys no estaba seguro si podía divorciarse de los servicios de un Dios. Bueno… no era algo que realmente fuera a hacer, pero… no soportaba pasar mucho más tiempo en el Santuario de Atena, y ahora debería pasar toda el tiempo de su próxima estadía con un mediador designado por la misma Atena de su orden. Seis jodidos meses son los que debería pasar en el Santuario. Radamanthys le había informado de las malas negociones con el Santuario, a su dios y Pandora. Y la mujer… simplemente no pudo evitar, sádicamente recluirlo a una obligación que odiaba con todo su ser.

Esa noche, después, se dedicó a bebe y a quejarse con los otros dos jueces de su jodida suerte.

§§§§§§§§§§§


Saga podía decir que los nervios eran un mal que solían atacarlo de vez en cuando, pero en esos momentos todo lo que deseaba era meterse a su cuarto y no salir. Y es que la decisión de Shion fue absoluta. Debía quedarse junto a Radamanthys los seis meses que se quedaría como huésped en el Santuario. La razón… un acuerdo entre Atena y Hades, como condición de la negociación de paz. Hades no quería ceder, y su diosa propuso que al menos uno de sus hombres de confianza, corroborara que la humanidad si valía la pena, por ende, Radamanthys se quedaría en el santuario, conociendo el día a día de gente común y corriente junto con los caballeros de Atena.

«Se quedará en la casa de géminis»

Había sido la otra sentencia, que hizo que el color de la piel de Saga escapara, mientras su corazón palpitaba con fuerza. Radamanthys un enigma, una sombra oscura, un ser de sonrisa retadora y violenta, que llegaba a ocupar cada espacio de su curiosidad, y sus mal sanos sentimientos. 

Y no estaba seguro de que podría controlarse de querer tocar al inglés, pues de todas las posibilidades, nunca se imaginó, ser él, la persona asignada para asistirlo.

En esos momentos, su mejor gesto de seriedad si instalaba en su rostro, mientras lo esperaba con nerviosismo en la entrada de la casa de Géminis, y justo como otras veces, el inglés apareció con su porte fuerte y su caminar dominante. Y Saga, supo que Radamanthys sería su peor mal y obsesión por los próximos seis meses. 

—Géminis —saludó Radamanthys cuando vio al heleno.

Saga dio un fuerte resoplido, y lo miró con los ojos entrecerrados.

—Tengo un nombre ¿sabes? Es Saga, recuérdalo.

El gruñido que secundó a la afirmación hizo que Radamanthys posara de forma incisiva sobre los ojos verdes del gemelo. Saga sintió el estremecimiento de ser escrutado por ese par de ojos ámbar, pero se mantuvo estoico desafiando al espectro.

Radamanthys soltó una ligera risa.

—Ahora, entiendo porque Kanon se queja tanto. Bien “Saga” —dijo remarcando el nombre con su acento inglés—, deja de quejarte y acabemos con esto, estaremos los próximos seis meses juntos, así que tratemos de no matarnos.

Saga asintió y escondió una leve sonrisa entre sus cabellos, al fin y al cabo, Radamanthys lo había llamado por primera vez por su nombre, y se encargaría de nunca más lo llamara solo Géminis.

No es como si Saga no pudiera imaginar la naturaleza de las ideas que pasaban por su cabeza, pero… simplemente parecían inadmisibles. La curiosidad por Radamanthys había mutado en una peligrosa necesidad por saber más del juez, por tener mucho más contacto, que el simple y escueto saludo.

Y ahí estaba, como un idiota preguntándose qué demonios iba a hacer.

Todavía recordaba con claridad lo sucedido en el bar con Kanon y Radamanthys. Su hermano menor algo se proponía, él mismo le había dicho que acercarse a Radamanthys era como lanzarse de lleno al abismo, pero ahora era él quien se estaba acercando al juez.

Sus palabras distaban mucho de sus acciones. Y él mismo estaba atormentándose por eso, su mente pululaba entre pensamientos pocos sanos, hallándose abarrotada de demasiadas dudas con respecto al juez como para sumarles las de su hermano Kanon.

Kanon solo era Kanon, no había mayor ciencia tras eso, y Saga lo sabía, dejarse arrastrar por las acciones de su gemelo, sería convertirse en partidario de los descabellados juegos que su gemelo solía crear, y no sería parte de esa intriga.

Sin esperar a que su mente se dignara a calmar la tormenta que estaba formando, se levantó de su lecho, todavía con algo de resaca y con la garganta seca por el alcohol de la noche anterior. No recordaba del todo como había llegado hasta Géminis, pero se encontraba en su cama, solo en ropa interior, con el cabello desgreñado y un dolor de cabeza formándose a cada palpitación.

Un golpe consecutivo en la puerta de su habitación hizo que Saga levantara la cabeza en dirección del sonido. Saga dio un chasquido y profirió un seco “adelante”.

Kanon con una sonrisa burlona lo miraba por detrás de la puerta al abrirse, mientras se llevaba una taza de café a los labios.

—Parece que alguien no lleva bien la resaca, ¿verdad, hermanito?

—Deja de joderme, Kanon. ¿No tienes nada más que hacer?

—Quizás sí hermanito, pero no se me da la gana —dijo Kanon en tono burlón.

Saga gruñó molesto a Kanon. De forma automática Saga se cubrió con su almohada la cabeza, ignorando al menor de los gemelos.

Kanon rodó los ojos ante el gesto infantil de su hermano. La noche anterior bebiendo había llegado a observar el semblante perdido y compungido de Saga, quizás el reflejo de emociones dispuestas a flor de piel, por acción del alcohol. Y como hermano la preocupación había nacido casi como algo automático, sin embargo, la relación no era lo suficientemente buena, como para demostrar su preocupación abiertamente. Las palabras burlonas y las miradas de reojo era lo mejor que podía darle a Saga. Kanon sabía que los ojos de su gemelo desde hacía meses se posaba en la figura de Radamanthys cada vez que pasaba por géminis, y no podía evitar lo que sea que estuviera pasando por la cabeza de su hermano, pero si podía velar por el que Radamanthys no fuera un completo cretino. 

Kanon estaba seguro que podría pensar muchas cosas acerca de lo que parecía pulular entre Saga y Radamanthys, pero no podría frenar a Saga, si este en verdad decidiera hacer algo.

—No dejas de comportarte como un niño Saga —se mofó el menor de los gemelos—, ya es más de mediodía, deberías levantarte, Shion quiere verte a ti y Aioros.

Sin decir nada más Kanon se alejó de la habitación, bebiendo su taza de café, mientras dejaba a Saga interiorizar sus palabras. Saga se resignó a salir de la cama, con mal carácter y un maldito dolor de cabeza.

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Radamanthys se levantó aquel día sin saber dónde había acabado, el beber con los dorados la noche anterior fue lo más extraño que había hecho, hasta hacía meses ese grupo de guerreros de Atena no habían sido más que unos débiles enemigos, que todavía consideraba como simples humanos. Pero el compartir un poco más de lo que Atena, llamaba tiempo de calidad para los humanos, había podido entender un poco más la camaradería que estos compartían

Eso y la pregunta que un Kanon borracho le había tirado entre su competencia.

«¿De verdad piensas que estás sobre los sentimientos humanos? Te aseguro Radamanthys, que como todos tienes un corazón.

El resto simplemente habían sido frases sueltas, casi sin sentido por parte del marina. Radamanthys debía darle cierto crédito al general marino, sabía resistir lo suficiente como para seguirle el paso, pero no había podido llegar a ganarle, su resistencia al alcohol era producto de años de tomar de los mejores licores del mundo, haciendo que su resistencia fuera superior a la de muchos humanos. Kanon nunca tuvo posibilidades de ganarle.

Radamanthys observó con curiosidad la habitación, era pequeña y sencilla, solo con una cama, una mesita de noche, una lámpara y un closet donde poder dejar la ropa. El inglés dejó la cama, colocando ambos pies en el suelo, mientras levantaba las cobijas, una corriente helada levantó los bellos de su pecho. Radamanthys frunció el ceño, preguntándose cómo demonios había terminado solo en ropa interior. Los golpes en la puerta y el rechinido de las bisagras colocaron alerta al espectro. Una cabellera azulada y una sonrisa burlona se hicieron presentes.

—Otro feo durmiente que no es capaz de levantarse.   

La voz de Kanon retumbó en los oídos de Radamanthys sin mucho sentido, gruñó como respuesta.

—¿Cómo mierda llegué hasta aquí, griego?

—¿El gran Radamanthys, yo puedo beber todo lo que quiera no recuerda como acabó en géminis?

—No me jodas, Kanon.

La sonrisa lobuna del gemelo solo hizo enfurecer más al inglés.

—Terminaste vomitando todo lo que bebiste, te dije que debías comer, pero no… el señor muy macho, nunca acepta que puede equivocarse. Ganaste la competencia, pero ni siquiera podías sostenerte bien en pie, los demás ayudaron a traerte, y bueno, tuvimos que desvestirte —dijo Kanon, alzándose de brazos.

La vergüenza invadió al espectro, tener que verse de esa forma tan vulnerable, frente a quien fuera su rival, hizo que su orgullo y ego se vieran seriamente lastimados. Desvió la mirada de Kanon, mientras a tientas trataba de buscar su ropa, sin tomar en cuenta las palabras de Kanon acerca de su estado la noche anterior.

—¿Dónde está mi ropa Kanon?

—Eres un idiota, ni siquiera escuchas, vomitaste, ¿recuerdas?

Una camisa y un par de pantalones dieron de lleno contra su rostro, muñón de ropa que fue lanzado por Kanon hacia Radamanthys

—Vístete, ya es hora del desayuno, y después harás lo que tengas que hacer.

Sin más Kanon dejó al espectro y salió de la habitación. Suspiró cansado y con una mueca en el rostro, sino supiera que el inglés y Saga eran adultos, se sentiría la niñera de los dos niños que hasta hace poco habían estado dormidos en géminis.

§§§§§§§§§§§


Saga se quedó petrificado en el portal de la cocina cuando observó a Radamanthys sentado en la mesa de la cocina, hablando con Kanon como si nada hubiera sucedido ¿Desde cuándo el espectro tenía tan buenas relaciones con su gemelo? Con reticencia Saga ingresó a la cocina, sentándose en silencio a un lado de Kanon. Los dos ocupantes de la cocina levantaron la mirada hacia Saga.

—Tan silencioso hermanito, acaso los ratones te arrancaron la lengua, aunque quizás no fuera tan malo, así dejarías de quejarte por todo.

—Y tú, el cerebro parece que todavía no hace acto de presencia, Kanon, para decir tales estupideces.

Y fue inevitable, Saga no pudo callar su lengua ante el insulto de Kanon, ni siquiera frente a Radamanthys, quien lograba hacer que la prudencia se instalara en sus facciones.

Kanon rio y se dirigió a Radamanthys.

—Te lo dije, Saga no es el santo tortuoso y benevolente que todos creen, es más bien un mal humorado, hermano mañoso.

Radamanthys rio quedamente por la descripción del gemelo menor, mientras Saga se ruborizó con ligereza, aunque archivando con sutileza la risa de Radamanthys.

El resto del desayuno fue un intercambio de palabras burlonas y unas pocas intervenciones de Saga, una situación curiosa para el mayor de los gemelos, pero que le había servido para relacionarse un poco más con Radamanthys sin siquiera planearlo.

§§§§§§§§§§§


Las negociaciones con el santuario no habían terminado, la última fatídica reunión con el patriarca y Atena no fue más que un punto de inflexión, que Radamanthys sabía debería discutir en la próxima sesión. Su salida del día anterior le había servido para bajar un poco los humos de enojo que todavía rondaban por su cabeza, aquel día le tocaba volver al inframundo e informar de los progresos obtenidos a su señor Hades. Sin embargo, la primera parada había sido su lugar de descanso, en cierta manera extrañaba la familiaridad oscura de Caína, pero sus planes fueron frustrados al ver instalados a Minos y Aiacos sobre uno de sus sofá en la sala de la oscura. Su ceño normalmente serio se vio fruncido con molestia, al ver como estos comían y bebían como si estuvieran en su propio hogar, pero eso ya era una hábito en ellos, como “hermanos” mitológicos se tomaban tales atribuciones, que cualquier reclamo, ya solo quedaba en un quedó gruñido, que los idiotas tomaban como un saludo y ya estoy en casa. Para Radamanthys era más un bien, “ya estoy aquí cabrones, lárguense de mi casa y dejen de joder”, pero así se entendían ellos.

Para ese momento lo que más deseaba era la comodidad de su cama y la familiaridad de su habitación, pero era obvio que su Dios tenía otras ideas en mente, porque no pasaron ni veinte minutos, cuando fue llamado para tener audiencia con su Dios, quiso maldecir, pero trabajo, era trabajo.

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Radamanthys no estaba seguro si podía divorciarse de los servicios de un Dios. Bueno… no era algo que realmente fuera a hacer, pero… no soportaba pasar mucho más tiempo en el Santuario de Atena, y ahora debería pasar toda el tiempo de su próxima estadía con un mediador designado por la misma Atena de su orden. Seis jodidos meses son los que debería pasar en el Santuario. Radamanthys le había informado de las malas negociones con el Santuario, a su dios y Pandora. Y la mujer… simplemente no pudo evitar, sádicamente recluirlo a una obligación que odiaba con todo su ser.

Esa noche, después, se dedicó a bebe y a quejarse con los otros dos jueces de su jodida suerte.

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Saga podía decir que los nervios eran un mal que solían atacarlo de vez en cuando, pero en esos momentos todo lo que deseaba era meterse a su cuarto y no salir. Y es que la decisión de Shion fue absoluta. Debía quedarse junto a Radamanthys los seis meses que se quedaría como huésped en el Santuario. La razón… un acuerdo entre Atena y Hades, como condición de la negociación de paz. Hades no quería ceder, y su diosa propuso que al menos uno de sus hombres de confianza, corroborara que la humanidad si valía la pena, por ende, Radamanthys se quedaría en el santuario, conociendo el día a día de gente común y corriente junto con los caballeros de Atena.

«Se quedará en la casa de géminis»

Había sido la otra sentencia, que hizo que el color de la piel de Saga escapara, mientras su corazón palpitaba con fuerza. Radamanthys un enigma, una sombra oscura, un ser de sonrisa retadora y violenta, que llegaba a ocupar cada espacio de su curiosidad, y sus mal sanos sentimientos. 

Y no estaba seguro de que podría controlarse de querer tocar al inglés, pues de todas las posibilidades, nunca se imaginó, ser él, la persona asignada para asistirlo.

En esos momentos, su mejor gesto de seriedad si instalaba en su rostro, mientras lo esperaba con nerviosismo en la entrada de la casa de Géminis, y justo como otras veces, el inglés apareció con su porte fuerte y su caminar dominante. Y Saga, supo que Radamanthys sería su peor mal y obsesión por los próximos seis meses. 

—Géminis —saludó Radamanthys cuando vio al heleno.

Saga dio un fuerte resoplido, y lo miró con los ojos entrecerrados.

—Tengo un nombre ¿sabes? Es Saga, recuérdalo.

El gruñido que secundó a la afirmación hizo que Radamanthys posara de forma incisiva sobre los ojos verdes del gemelo. Saga sintió el estremecimiento de ser escrutado por ese par de ojos ámbar, pero se mantuvo estoico desafiando al espectro.

Radamanthys soltó una ligera risa.

—Ahora, entiendo porque Kanon se queja tanto. Bien “Saga” —dijo remarcando el nombre con su acento inglés—, deja de quejarte y acabemos con esto, estaremos los próximos seis meses juntos, así que tratemos de no matarnos.

Saga asintió y escondió una leve sonrisa entre sus cabellos, al fin y al cabo, Radamanthys lo había llamado por primera vez por su nombre, y se encargaría de nunca más lo llamara solo Géminis.

Notas finales:

Gracias por leer :)


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