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Sálvate a ti mismo por Ilusion-Gris

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Partieron cuando los primeros rayos del sol se asomaron por el horizonte, y el azul oscuro del cielo comenzó a ceder con los colores rosa y naranja.

Cargaron las furgonetas de armas y se subieron sin más que la ropa que llevaban puesta. El viaje sería corto, en la madrugada tendrían que estar llegando al lugar donde Itachi los esperaba.

Como antes se acordó, Shikamaru se sentó junto a Sasuke en la parte de atrás del vehículo todoterreno que manejaba Kakashi con Yamato de copiloto.

En total salieron trece furgonetas con sesenta y dos sobrevivientes —entre ellos siete ancianos y quince niños—, Orochimaru no estaba con ellos, después de probar la cura en la mayoría, desapareció sin dejar rastros.

Los más fuertes cargaban un arma, los más débiles se mantenían callados observando la carretera que se extendía infinita más allá de su imaginación.

Años atrás todo había sido muy distinto, a cualquier lugar que se posara la mirada, se encontraba a una persona; ahora todo estaba desierto, la ciudad parecía habitada por viejos fantasmas.

Los niños, repartidos en diferentes vehículos, se abrazaron a sí mismos, asustados, ya que por meses se habían mantenido encerrados, sin ser capaces de contemplar la ola de destrucción que devastó la sociedad que los vio nacer.

Aquellos con más de cincuenta años reflejaron una profunda tristeza en sus rostros, ellos incluso tuvieron la oportunidad de vivir en un mundo mucho mejor, más verde, y ahora, todo se reducía a escombros.

No había caso en lamentarse, ni en echarse a llorar, ya lo habían hecho mucho tiempo por todos aquellos que perdieron en el transcurso. Ahora solo existía espacio para pensar en sí mismos, para salvarse a sí mismos.

[...]

—¿Qué pasa si Itachi nos traiciona? ¿Si nos estamos dirigiendo justo a la boca del lobo por cuenta propia? —cuestionó en voz baja al pelirrojo de ojos esmeralda que descansaba a su lado.

—Kakashi dijo que era de confianza —contestó Hinata, entrometiéndose en la conversación. Naruto no fue tan discreto cuando habló como creyó.

La chica iba de copiloto, Neji manejando, los otros dos en el asiento trasero.

—Pero Sasuke dijo muchas veces que estábamos cometiendo una locura por creer en uno de ellos. —A pesar de que el chico le caía como patada en los testículos, debido a sus opuestas personalidades, admitía que parecía saber de lo que hablaba, mucho más que todos los presentes.

—No tendría caso. ¿Hacer todo esto para matarnos? No le encuentro la lógica, si no lo hacen ellos lo hará el frío… Solo es cuestión de esperar —replicó Gaara.

—¿Y si nos está utilizando solo para que le entreguemos a Sasuke? —El rubio no estaba conforme, no lo estaría hasta comprobar con sus propios ojos que no estaban en peligro, y no temía exponer sus temores al resto.

Neji que se había mantenido ajeno a la discusión apretó con fuerza el volante y murmuró:

—Kakashi no es tan tonto como para permitir que caigamos en una trampa, ten por seguro que sí lo es… Nuestro líder ya tiene un plan.

—Así es, Naruto. Además, Shikamaru estuvo junto a Kakashi desde que nos informó cuando partiríamos, seguramente ya tendrán algo entre manos  —dijo Hinata para su propia tranquilidad, comenzaba a ponerse nerviosa por la posibilidad de estar dirigiéndose a una muerte segura.

—Somos unos pobres diablos a comparación de la fortaleza que deben tener esos tipos, nos harán papilla en unos segundos, no somos rivales para sus armas y tecnología. —Uzumaki no se rendía, no se guardaría sus preocupaciones a pesar de que sus palabras estuviesen abriendo heridas y perturbando la calma de sus compañeros.

—¡Si lo que quieren es a Sasuke, no se los daremos, lo mataremos y morirá con nosotros! —exclamó la única joven en la furgoneta perdiendo el control.

Neji al instante la observó de reojo, preocupado por su estado de ánimo. Sabía que su prima sufría secuelas —que nadie más padecía— por la operación a la que fue sometida. A veces estaba muy tranquila, como la superficie de un lago, en total quietud, pero en cuanto algo la perturbaba, era como si en aquel lago cayesen rocas hasta conseguir que el agua se desbordara o salpicara a todas partes.

Vivía temiendo un día descubrir que la había perdido por completo.

[...]

—¿Estás feliz por reencontrarte con tu hermano? —pronunció Kakashi sin ningún tinte de burla en la voz, parecía tratarse de simple curiosidad.

Sin embargo, Sasuke no lo tomó con gracia, chasqueó la lengua y giró el rostro en dirección a la ventana, odiando ver su propio reflejo, pero prefiriendo aquello que mostrar disposición a sus estúpidas preguntas.

—Este chico no es muy hablador —comentó Shikamaru acomodando los brazos detrás de su cabeza—, eso me agrada.

El sol ya había descendido y el frío comenzaba a tomar posesión en el aire.

—Deberías concentrarte, Nara —lo reprendió Yamato al notar su postura descuidada—, recuerda que ese chico es un experto escabulléndose.

—Oh, cierto —mencionó con naturalidad el líder—, te estuvimos buscando por mucho tiempo, cuando pensábamos que ya te teníamos… Desaparecías sin más. ¿Tienes algún pacto con un demonio?

Sin prestar atención a la última pregunta continuaron con el tema:

—Como aquella vez que Naruto y Gaara nos avisaron que te habían encontrado, cuando llegamos descubrimos que ellos estaban en problemas y tú, tú ya no estabas —enunció el de coleta con cierto reproche por el funesto escenario que ese día tuvieron que afrontar.

—Casi mueren por tu culpa… Neji siempre tuvo la razón, debimos escucharlo desde el principio, para atraparte se necesitaba un anzuelo más sutil —soltó Yamato.

El azabache se tensó al escuchar el nombre del joven. No le gustaba el rumbo que estaba tomando la conversación.

—Creí que Hyuga ya estaba muerto, fue toda una sorpresa el día que regresó contigo. —Shikamaru bostezó y cerró los ojos.

—¿Que no piensa cuidarlo después de escuchar lo mucho que nos costó atraparlo? —Se quejó en voz baja el copiloto.

—No te preocupes, Nara aseguró muy bien todo para que no tuviera la posibilidad de escabullirse —Hatake mencionó con tranquilidad, confiando plenamente en el menor.

[...]

—Cuando nos dejen entrar nos apoderaremos del lugar y explotaremos las cabezas de esos bastardos —gruñó Deidara con desprecio.

—Eso suena genial —secundó Temari al volante—, pero tenemos que ser muy cuidadosos.

—Oigan, oigan… ¿No estaríamos actuando igual que ellos? —Kankuro intentó suavizar la pregunta con una risa que salió con nerviosismo.

—¡No! —Protestó al instante—. Ellos comenzaron la guerra y nosotros le daremos final. —El rubio cruzó los brazos sobre su pecho.

Tenten se mantuvo callada, sin participar en la conversación.

Y Deidara retrocedió un instante en el tiempo.

«—Ven conmigo —susurró Itachi contra su cuello, aspirando el olor que emanaba de su piel como si fuese a perderlo todo en cualquier momento.

—¿A dónde? —Preguntó un poco asustado por la actitud del Uchiha, parecía ausente a la realidad que los rodeaba—. ¿A dónde quieres que vaya? —Lo apartó con suavidad para mirarlo a los ojos.

—Ven conmigo —repitió con claridad, pero su labio inferior comenzó a temblar.

Deidara rozó con sus dedos la boca ajena, para evitar que continuara tiritando.

—Está bien —respondió antes de besarlo.»

[...]

El lugar pactado era una cabaña a orillas de la ciudad más cercana a la frontera, no les sorprendió la ausencia de zombies, sospechaban que aquellas personas debieron hacer limpieza en la zona.

Kakashi y Yamato fueron los primeros en bajar, Temari, Neji, Naruto y Sai lo siguieron.

—Quédense aquí, cuiden al resto y cuando regrese prepárense —ordenó Hatake.

Lo vieron dar media vuelta y adentrarse en la vieja cabaña. Prepararon sus armas esperando siempre por lo peor.

Kakashi se deslizó con sigilo, y lo primero que encontró, fue la mirada penetrante de Itachi Uchiha en medio de la oscuridad del recinto.

—Tengo a Sasuke en mi poder, antes de entregártelo quiero que me digas cuál es tu plan. —Rompió el hechizo del momento con su demandante voz.

El de cabellos negros vestía un traje, contrastando con la ropa de protección que Hatake portaba, y alcanzó a distinguir una pistola que nunca pretendió pasar desapercibida.

—No pueden introducir armas de fuego, ni nada de metal que delate su presencia.

El que había estado fuera ayudando a los sobrevivientes tomó la tela que cubría la mitad de su rostro y de un jalón tiró hasta que quedó colgando en su cuello.

Había miles de marcas pequeñas en la piel de Kakashi, augurando que el resto de su cuerpo no estaba en mejores condiciones.

—Sabes que no podemos correr el riesgo, si ellos descubren lo que estamos haciendo nos asesinarán sin contemplaciones. No quiero que nos tomen con los pantalones abajo. —Se acercó al más joven exhibiendo las cicatrices que le desfiguraban el rostro como prueba de su tenacidad.

Itachi contempló el gesto rudo de su viejo amigo.

—De otra forma será imposible, ya te lo había explicado —respondió filtrando cualquier emoción en la voz.

Retrocediendo unos pasos, Kakashi cruzó los brazos para meditar la siguiente acción que realizaría.

Los dos hombres no estaban allí por casualidad, su reunión no era cuestión de suerte.

Cuando Itachi descubrió lo que su círculo social planeaba hacer llamó a personas de confianza para que se encargaran de proteger a los más indefensos.

Sin embargo, la situación se les salió de las manos, todos perdieron el control, y el único que consiguió liderar a los sobrevivientes y ayudarlos, fue Kakashi.

Itachi sabía que había más sobrevivientes, pero también entendía que si les ofrecía ayuda solo empeoraría la situación. En cuanto se enteraran que había un grupo de personas refugiándose con todas las comodidades del mundo —y que además eran los causantes de desatar la catástrofe—, seguramente intentarían matarlos. Y no es que creyera que merecían lo contrario, por supuesto que deberían pagar por todo el daño que habían causado, pero más dolor no sanaría la corroída humanidad que quedaba. 

—¡Lo sé, lo sé! —Dijo el de cabellos blancos con fastidio y volvió a acercarse para tomarlo por el cuello de la camisa—. Pero tú no has estado allá afuera, tú no has visto todo lo que hemos tenido que enfrentar. Tú has estado aquí adentro mandando ayuda sin ensuciarte las manos, no has tenido que ver como mueren uno a uno, como enloquecen y…

Lo soltó con brusquedad, odiaba siquiera tocar su perfecto atuendo, que le recordaba que el Uchiha no tenía idea de la maldad que se había propagado fuera.

—Puedes odiarme. —Fue lo único que pronunciaron sus labios como respuesta.

No le estaba pidiendo que se situara en su lugar, ni que entendiera que la única forma de salvarlos fue quedarse para asegurarles un lugar allí dentro. No le estaba exigiendo nada, no le importaba la forma en que se reflejaba ante sus ojos.

—¿Odiarte? —Se rió con ganas—. No necesitas más enemigos Itachi, tu novio y tu hermano te odian lo suficiente.

La expresión del rostro del Uchiha se mantuvo imperturbable.

—Gracias por traerlos —dijo y se giró para mostrarle a Kakashi el camino.

Lo llevó a la habitación principal, dio dos golpecitos en el suelo con el pie y frente a él se alzó un panel de acceso.

Introdujo un código y del suelo se expuso una trampa que se partió por la mitad. Al acercarse, Hatake descubrió unas escaleras que descendían unos cuarenta metros, quizá más.

—Todo está listo para ustedes, tienen ropa, alimentos, agua y medicamentos para sobrevivir diez años. —En realidad podrían hacerlo por más tiempo, Itachi había preparado aquel sitio para doscientas personas.

—¿Cómo lo conseguiste sin que ellos lo sospecharan? —cuestionó mientras inspeccionaba desde el borde el interior.

—Cuando se inició la construcción de las fortalezas, añadí cinco sitios más sin que se dieran cuenta, luego me deshice de todo registro —respondió.

—Mencionaste que todo fue conectado a una misma red de seguridad. ¿Cómo hiciste para que este lugar no esté en su radar? —A pesar de que era su mejor opción, por no decir la única, quería asegurarse de que todos estarían a salvo.

—Lo desactivé, pero puede que algunos sensores sigan funcionando, por ello no quiero correr el riesgo si introducen armas  —repuso sin más explicaciones. Su voz era potente y apacible a la vez.

Salieron de la habitación y antes de que Kakashi fuera por los demás sobrevivientes hizo una última pregunta:

—¿Te quedarás con nosotros? —Aunque ya sabía la respuesta.

—No, me llevaré conmigo a Sasuke… —Vaciló un instante—. Cuida a Deidara.

Observándolo a los ojos asintió.

[...]

Después de escuchar las instrucciones no tuvieron más remedio que acatarlas aunque no estaban muy de acuerdo.

Dejaron las armas atrás y se desprendieron de cierres, botones y todo aquello hecho de metal.

Formaron una fila y Kakashi los guió al interior de la cabaña.

Shikamaru y Kakashi se quedaron atrás con Sasuke. Neji y Naruto esperando junto a ellos.

La última en ingresar fue Hinata, que observó, con preocupación palpable, a su primo sobre el hombro antes de descender. Itachi salió de una de las habitaciones cuando los pasos de la chica se ahogaron en la profundidad.

El entrecejo de Sasuke se frunció en disgusto y apretó los puños con fuerza.

—Es todo tuyo —pronunció el líder retrocediendo para permitir que se acercara a su hermano.

Itachi dio un paso al frente, Sasuke dos hacia atrás.

La expresión del mayor era indescifrable, nadie tenía la menor idea de lo que estaba sucediendo.

—Te llevaré con nuestros padres —le informó para que no opusiera resistencia.

—¿Planean realizar mi ejecución como un evento público especial? ¿Ya se aburrieron de estar escondidos como ratas sin nada de diversión bestial? —Escupió con rencor—: Prefiero morir aquí que ser el espectáculo que los entretenga por un rato.

Itachi no respondió, recorrió la distancia que los separaba y sujetó la cadena que unía los puños de las esposas que lo mantenían prisionero.

Hyuga contuvo las ganas de apartarlo de Sasuke.

—Cuando terminen conmigo lo harán con ellos. —La comisura de sus labios se estiró en un gesto de repugnancia y con la barbilla apuntó al resto de los presentes—. ¿No han asesinado lo suficiente? ¿Nunca se can...

Itachi cortó sus palabras con una fuerte bofetada.

El chico sintió su mejilla palpitar de dolor y se mantuvo con la cabeza abajo producto del impacto.

—Es hora de marcharnos —anunció sin más, dando por finalizado el espectáculo.

Naruto apretó los dientes con ímpetu, deseando impedir que se llevara a Sasuke. Observó a Kakashi hasta conseguir que sus miradas se enlazaran, transmitiéndole que debían hacer algo al respecto, pero a cambio recibió un claro «no» con un simple gesto de la cabeza.

Cuando Itachi tomó al chico del brazo para que se marcharan de allí, Neji dio un paso al frente y estiró la mano en su dirección.

Por un instante Sasuke levantó el rostro para observarlo, y sonrió cuando el brazo del castaño cayó a su costado.

No podía hacer nada.

—¡Alto ahí! —Escucharon la voz feroz de Deidara.

Tenía un arma de fuego en la mano y apuntaba a la espalda de Itachi.

—Baja esa arma.

Kakashi intentó calmarlo, pero Temari apareciendo por las escaleras, a espaldas del rubio, y apuntando en su pecho le impidió la tarea.

—Lo siento líder, allá abajo solo estamos nosotros. No será diferente, seguiremos siendo escoria para estos bastardos… —enunció como disculpa por su actitud.

—¿Ya se iban? —Gruñó Deidara con burla—. Pensé que te quedarías un rato con nosotros… Ya sabes, para preguntar cómo la hemos pasado… Como te interesa tanto nuestro bienestar.

—No hagas tonterías… —aconsejó Kakashi que no encontraba la forma de sacarlos de ese lío.

—¡Cállate! ¡No estoy hablando contigo! —Se desesperó el rubio ya que Itachi ni siquiera se giraba—. ¿Dónde están los demás, ahh? ¡¿Dónde están tus amigos para matarlos después de ti?! —Exigió con el pulso alterado y deslizando su dedo por el gatillo del arma.

—Deidara… —susurró Temari intranquila por la situación que se les salía de control.

El plan era tomarlo de rehén, no asesinarlo a sangre fría.

—¡Di algo! ¡Mírame, maldita sea! —Demandó con desesperación.

Quería mirar su rostro cuando le disparara.

Aprovechando el titubeo por parte de Deidara, Kakashi se abalanzó contra él, lo tiró al suelo mientras Shikamaru hacia lo mismo con Temari.

Se escucharon gritos y protestas, pero en un instante habían tomado el control de nuevo.

Naruto y Neji se acercaron para ayudar a retener a sus compañeros, que habían infringido las reglas, contra el suelo.

Todo pasó tan rápido, cuando Kakashi intentó quitarle el arma a Deidara, este la disparó por error. La bala impactó en una de las paredes. Y la trampa del suelo que llevaba a la fortaleza se cerró al instante.

El Uchiha mayor se quedó estático observando con horror las puertas firmemente selladas.

—¡¿Qué está pasando?! —Hatake exigió gritando en dirección a Itachi.

El sonido de la alarma al dispararse aturdió a los sobrevivientes que intentaron cubrir sus oídos. Por lo bajo de aquella resonancia, se escuchaban unos lamentos.

—¡¿Qué está pasando?! —Volvió a exigir, solo que esta vez se levantó del suelo y tomó a Itachi por las solapas.

Naruto se levantó del piso, olvidando a Temari, y comenzó a golpear la entrada de la fortaleza.

—¡Gaara! ¡Hinata! ¡Sai! ¡Tenten! ¡Kankuro! —recitó los nombres de sus amigos mientras todavía podía escuchar los gritos.

Neji soltó a Deidara y empujó a Naruto al suelo sin entender lo que estaba pasando del todo, pero su expresión le confirmó sus sospechas.

Había sido una trampa, estaban muriendo.

—¡¿Qué fue lo que hiciste?! —Kakashi continuó cuestionando a Itachi.

La alarma cesó y lo único que quedó fue un silencio sepulcral.

El Uchiha se mantuvo callado, los habían descubierto.

—¡Eres un maldito! —Retrocedió y tomó el arma de Temari que descansaba olvidada en la esquina de la habitación—. Pagarás lo que hiciste.

Por dentro sabía que no había sido su culpa, sin embargo, no le consolaba esa idea.

En lugar de apuntar a Itachi apuntó a su hermano.

—¡No lo hagas! —Shikamaru se levantó del suelo y sujetó al que había sido su líder por la espalda obligándolo a cambiar de dirección.

Deidara observó el arma que todavía apretaba en su mano, y con expresión fría, disparó.

Itachi cayó al piso, Deidara se incorporó y apuntó sin vacilación a Sasuke.

De un movimiento rápido Naruto se lanzó contra el chico hasta regresarlo al suelo.

—¡Sácalo de aquí! —gritó sobre su hombro.

La orden fue captada al instante, pero Neji se sentía tan débil para moverse en ese instante.

Kakashi forcejeó hasta liberarse del Nara, lo golpeó hasta dejarlo inconsciente. Ya no tenía el control de sus acciones ni pensaba con coherencia.

Se acercó hasta al hermano del que los había conducido a la ruina.

—Mereces morir como toda tu gente… —susurró y colocó el cañón en su frente.

Sasuke no lo miró, observaba a su hermano desangrándose en la madera de aquel funesto sitio. La actual expresión gélida de su rostro, y el dolor que percibió en sus gestos antes de verlo caer. No podía apartar la vista del ser que alguna vez más admiró y amó.

—¡Llévatelo! —Insistió Naruto que estaba perdiendo contra Deidara.

—Tú eres parte de ellos… —Kakashi quitó el seguro del arma.

—No lo es —intervino Neji colocándose frente a Sasuke—, él nunca fue parte de esto.

Lo tomó por la muñeca y retrocediendo, cubriendo con su cuerpo el del chico, salió de la habitación.

Ya no tenían más por hacer allí.

Ni en ningún sitio.

Notas finales:

  Me duele leer tanta muerte y destrucción, sí, escribirla no tanto x'd


Mil gracias por leer, el próximo es el capítulo final, ¿qué creen que sucederá?


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