Soledad
El joven Al’ Ghul camina tranquilo por los pasillos del palacio que se encuentra en Bagdad, un hermoso palacio blanco construido para Superman, construido en menos de dos semanas por manos humanas, lo hermoso del lugar eran sus jardines y decoraciones, pero sobre todo esos hermosos tigres que al ver al muchacho se aproximan olfateándolo. Damián se embelesa por los grandes felinos, no teme y se deja que lo olfateen, alza su mano para acariciar la oreja, los dos felinos no se alteran ante el toque, dócilmente se dejan acariciar. Siente el suave pelaje y observa los hermosos colores de los felinos, murmura maravillado:
_ Majestuosos…
Kal lo estaba observando con atención, el más joven de los Wayne parecía mayor, su mirada no era esa triste mirada que Bruce cargaba, esa mirada era la de un niño que creció en el caos, era una mirada que incitaba al peligro y la destrucción, y a pesar de que en sus manos lleva la vida de los enemigos, a pesar de todo, el ex Robín aun tiene eso que llaman inocencia, esos hermosos ojos verde jade que pueden intimidar hasta al más fiero contrincante pueden aun verse tan puros, porque su verdad ante los horres de cumplir una promesa, era que tomarían justicia por su propia mano, una justicia que iba más allá de la tradicional. No puede quitarle la vista de encima, el muchacho delgado que lo convenció en cumplir una promesa, se mostraba ahora más alto e intimidante, más fornido, pero sin perder esos rasgos mesclados, más atractivo y fiero ante los ojos de todos. Lo ve y no puede dejar de pensar en poder tocar esa piel tostada por el sol, esos labios tiernos que desea devorar de una sola probada, el muchacho es igual de atractivo que Bruce, esa belleza y voluptuosidad de los Wayne mesclada con la belleza exótica de estas tierras. Escucha cuando murmura maravillado la palabra majestuoso para los tigres, Superman había llegado hasta él en un parpadeo, sin alterar a los felinos, toma el mentón del más joven, para alzar el rostro, cautivado responde.
_ No más majestuoso que tu Damián…
El muchacho estaba de rodillas con los felinos, siente su espacio invadido, no puede quitar la mirada de Kal, lo observa con atención, no ha envejecido.
_ Cuanto tiempo sin verte Superman…
Los dos caminan por los jardines del palacio, el mayor lo observa de reojo.
_ ¿Has vigilado a tu gente de Gotham?
Los tigres los acompañaban, el menor desliza la punta de sus dedos en el lomo de uno de ellos.
_ No es necesario… Jasón esta fuera de combate, su prioridad es cuidar a Pennyworth y guiar al nuevo Batman. Gordon tomo el puesto de su padre…
El joven va descalzo, lleva unos pantalones holgados de color verde obscuro, la parte de arriba va cubierta con una playera negra sin manga mostrando sus cicatrices de batalla y tatuajes de la liga de asesinos, lleva el cabello corto, tal y como siempre lo ha llevado, superman observa la parte donde el cuello se une con la espalda, a pesar de que Damián se mira más fuerte, está físicamente vulnerable a su lado.
Damián siente y sabe que lo mira distinto, está consciente que Talía ha pasado los dos años a lado de Kal mientras que él, se encargaba de viajar e investigar, buscando a los culpables, rastreando a los enemigos de ambos.
Talía le ofreció distracción al hombre de acero, un harén de hombres y mujeres solo para él, rotundamente dijo: No.
Clark quería tener noticias del ex robín, conversaba con el menor por el intercomunicador, le parecía incomprensible que Talía siendo la madre fuera tan indiferente con el muchacho. Damián se reía, Kal lo escuchaba claramente cuando se comunicaban, una risita burlona cuando el mismo hombre se despedía diciéndole que tuviera cuidado, que extraño su conversación, cuando al hombre mayor le entraba el golpe de consciencia, le recordaba que es muy joven para cargar con el peso de la venganza, con el peso de semejante promesa.
Y Damián solo respondía burlón con un deje de tristeza en su voz.
_ John tenía eso de ti... Como fastidiaba cuando iba a una misión sin él...
El mayor entendía los sentimientos.
_ Solo... Cuídate...
No estaba Bruce, su hijo John en sus últimos minutos de vida lo odio a morir, sin explicación, sin una razón que comprendiera, quien quiera que allá sido, logro que su hijo lo odiara. Se sentía sólo, el hombre de acero se sentía solo, abandonado y burlado por su destino.
Damián se detiene ya no siente la mirada del hombre en su persona, voltea para descubrir que Kal está observando por el ventanal del palacio a la nada.
_ ¿Qué sucede?
Kal lo escucha, voltea para mirarlo con atención.
_ Necesito irme de la Tierra…
Damián sin desearlo, abre más sus ojos, si Superman se marcha todo lo que han hecho será nada, una parte del mundo le teme al súper hombre, otra parte del mundo lo adora por traer orden, por aplicar las leyes con severidad. Debe de admitir que todo lo que han hecho va en contra de la moral de Kal, pero ya no es Clark Kent, dejo de serlo cuando asesino a su primera víctima, pero es normal que se sienta de lo peor, todos sus ideales, toda la educación que sus padres le dieron se fueron a la basura. Damián lo comprende, en su época de inocencia quiso seguir a Batman con sus ideales, quiso seguir a Grayson en ese amor sin interés que le mostraba, pero ni uno ni otro están, ambos yacen como polvo de estrellas en lo que alguna fue Metrópolis, pero sobre todo no quiere que se aleje.
_ Haz lo que quieras Superman… eres libre de dejarnos atrás…
Es lo único que sale de sus labios, no quiere mostrar que teme, teme que se aleje lo único que queda de lo que alguna vez pudo haber sido Jonathan.
_ Tt…
Superman sonríe, comprende lo orgulloso que puede ser Damián, tanto que le recuerda a Bruce. El menor había dado la vuelta alejándose a paso rápido por los pasillos del palacio, maldiciendo, lo que no esperaba es que Kal le diera alcance, tomándolo del brazo, dándose cuenta de lo frágil que es el futuro heredero Al Ghul, tan frágil que de un solo jalón puede arrancar ese brazo como el ala de un ave.
_ ¿No me extrañaras?
El joven voltea lo mira desafiante.
_ No te he extrañado… ni tus tontas llamadas… ni nada… así que no lo hare… estamos en esto para descubrir a los causantes de aquel horror…
Kal sonríe, escucha con detenimiento el latir de ese corazón joven, miente, miente pesimamente, alza la mano para acariciar con sus dedos el suave rostro moreno.
_ ¿Por qué eres tan arrogante? Crees que soy tonto, estos dos años solo nos hemos visto en mi cumpleaños… justamente ahora vienes por eso.
Damián se suelta bruscamente, sonríe burlón.
_ Es normal, tenemos que reunirnos para tener noticias de ambos…
El mayor se aproxima a él.
_ Gracias por el detalle…
No le importa que este renuente al contacto, toca a Damián de la mejilla hasta llegar al mentón y alzarlo para fijar sus ojos en esa mirada indomable del más joven de los Wayne.
_ ¿Estás seguro que no me extrañaras?
El menor esta por reclamar, pero antes de que diga algo, Kal se inclina para besar esos labios que están expuestos, el menor se niega, lo golpea, lo único con lo que se topa es con un muro de acero, de musculo, un beso leve que lentamente profundiza, ya no se resiste, Jon tenía ese sabor, el sentimiento, el abandono, esa añoranza de esos besos tiernos que Jon le daba, que al igual que esos labios, se tornaban en besos y caricias subidas de tono. No es un pequeño cuerpo que lo rodea, que lo somete, es algo más caliente, algo que lo puede quebrar sin miramientos. Con solo una mano lo puede tirar y montársele. Ese poder sobre él lo comienza a calentar, nadie se ha atrevido a tocarlo, nadie ha osado en hacerlo, cualquier intento el mismo lo despedazaría, ahora ese poder se está volviendo en su contra, cualquier sospecha era cierta. Kal ya no lo miraba como el hijo menor de Batman.
Su respiración se acelera, su corazón late tan fuerte que puede darle un infarto, el mayor lo escucha tan claro como los tambores sonarían en el oído de una persona, sonríe con victoria al causarle eso al más joven, poco a poco suelta esos labios que domina, con levedad los muerde tornándolos rojos.
_ Lo siento… quería reclamar mi regalo… le avisare a tu madre para dejarles todo preparado para mi partida al espacio.
Kal se aleja dejando a Damián en un lío, no corrió, si se negó pero al final no se resistió, no le causo repugnancia, le hizo recordar esos días con Jonathan… se cubre el rostro al recordar a su compañero, lentamente cae al suelo de rodillas tomando aire, esos sentimientos que creyó que los había enterrado junto con esa espada que atravesó el corazón de su Jon, regresan para recordarle lo solo que esta en ese mundo lleno de caos, llora al recordar esos días con sus hermanos y su padre.
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