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Mi dulce señor por zandaleesol

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Título: Mi dulce señor

Pareja: Harry/Lucius

Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a J.K. Rowling, yo sólo los tomo prestados para divertirme y espero que también para entretener a los lectores, no percibo ningún beneficio económico por este trabajo.

Advertencias: AU. Mpreg. Violación.



Capítulo 11. Sentimientos vagos


Su estancia en la mansión Malfoy ya cumplía un mes y le estaba procurando mucha tranquilidad. Apartado del mundo y con la ayuda del psicomago que le había recomendado Florian, parecía que poco a poco su vida comenzaba a tomar un orden más normal. No fue sencillo que Harry aceptara hacer aquella terapia, sólo la infinita paciencia y poder de persuasión de Lucius le convencieron de aceptar esa ayuda con aquella etapa tan complicada.


Justamente aquella mañana en que el sol brillaba esplendoroso, Harry se encontraba en compañía del psicomago que acudía los viernes a la mansión para la terapia. Andaban caminando por los espaciosos jardines mientras Lucius desde lo alto de la terraza que estaba junto a su despacho, lugar favorito en los días de verano para leer El Profeta. De vez en cuando sus ojos se distraían de la lectura para observar como Harry caminaba junto a su terapeuta. El primer día que vio al psicomago llegar a la mansión, le había preocupado que fuese tan joven, tenía apenas veintiocho años, tuvo serias dudas debido a la poca experiencia que debía tener, en pudiera ayudar a Harry.


Pero esa preocupación desapareció. El psicomago de Harry era no sólo joven, sino que excesivamente atractivo. Alto, rubio, hermosas facciones y ojos azul claro que podían conquistar a cualquiera, especialmente a Harry que era tan joven. Pero esta preocupación Lucius no las compartía, con Remus ni pensarlo, temía que éste pudiera creer que sentía celos del terapeuta. Aunque Lucius no lo aceptara, era eso justamente lo que ocurría.


La relación tan especial que tenía con Harry no había cambiado. Era hecha de ternura, surgida de la confianza y del afecto mutuo que se profesaban. Pero no podía evitar pensar que no sabía todo sobre el chico, que había muchas cosas que Harry sólo compartía con el terapeuta, esa certeza le hacía experimentar una pequeña angustia. No comprendía a qué era lo que aspiraba su corazón con respecto a Harry, cuando ya tenía el afecto de éste, además del agradecimiento. Sabía que deseaba protegerlo como no pudo hacer con su propio hijo. A veces se convencía de que todo se limitaba a eso, a la frustración que sentía como padre y, que era eso lo que buscaba en el chico de ojos esmeraldas, su propia redención, pero había otros momentos, como cuando veía a Harry junto al joven psicomago en sentía que sus sentimientos iban tomando senderos más complejos.


Se censuraba. Era un hombre demasiado viejo para andar sintiendo celos de quien lo veía como amigo, como protector y jamás debía permitirse traspasar aquella línea con Harry. Por otra parte, su pareja era Remus, que vivía con él. Le debía respeto, aunque no amara al hombre de ojos dorados, debía respetar la relación que mantenían. Decidió salir de la mansión, necesitaba distraerse, era una buena idea visitar el callejón Diagon y a algunos comerciantes con los que tenía tratos de negocios.


*~*~*~*~*~*


Harry no se percató enseguida de que Lucius había abandonado la terraza donde leía el periódico. Cuando lo notó, su rostro adquirió un aspecto triste, cosa que su terapeuta notó al instante.


-Harry, hay algo de lo que me gustaría que habláramos -dijo el psicomago.

-¿Qué cosa? -preguntó Harry mientras distraídamente volvía a mirar la terraza donde había estado sentado Lucius un momento antes.

-Del señor Malfoy -puntualizó el psicomago.


Harry arrugó el ceño evidenciando algo de extrañeza, pero luego de mirar hacia la terraza otra vez volvió su vista hacia el terapeuta.


-Esta bien, quieres preguntarme algo en especial -dijo Harry.

-No, en realidad me gustaría que tú me hablaras del señor Mlafoy, lo que tú desees.


Harry pareció meditar por un segundo.


-Hmm… a ver… pues Lucius es… lo admiró muchísimo.

-¿Y qué cosas te provocan esa admiración?

-Su carácter -respondió Harry de inmediato.

-Claro, pero que aspectos de su carácter hace que tú sientas esa admiración.

-Es inteligente, la mayor parte del tiempo dice cosas con las que yo coincido.

-¿Podrías darme algún ejemplo?

-Hmm… no sé…

-A ver Harry te ayudaré un poco. Puede ser que cuando el señor Malfoy dice algo tú siempre o casi siempre piensas que tiene razón.

-Sí, algo así.

-Pero… no has pensado que eso te sucede justamente porque lo admiras mucho.


Harry meditó un segundo.


-Sí, podría ser por eso.

-Harry esto es como un círculo, tú admiras al señor Malfoy, debido a eso piensas que todo lo que dice y piensa coincide con tus ideas. Si lo piensas detenidamente tal vez te des cuenta de que podría ser que muchas veces tú adecues tus ideas y pensamientos para que coincidan con los de él.

-Yo creo que eso es imposible -refutó Harry.

-¿Qué cosa es imposible, Harry?

-Que yo adecue mis ideas para que coincidan con las de él, yo tengo casi dieciocho y él más de cuarenta. Ha vivido más que yo, sabe más de la vida, hemos vivido cosas muy diferentes.

-Es cierto Harry y está bien que te des cuenta de ello y lo tengas presente al momento de analizar tus sentimientos por el señor Malfoy.


Harry volvió la mirada hacia su joven terapeuta.


-¿Analizar mis sentimientos? ¿Por qué debo hacer eso?

-Harry, jamás debes olvidar que está situación que estás viviendo es transitoria, llegará el momento en que tendrás que tomar decisiones importantes para tu vida y cuando eso suceda tus sentimientos deben estar claros para que tomes la mejor decisión.

-No me gusta pensar en eso Gilbert, no quiero que llegue ese momento.

-Es inevitable, Harry.

-No entiendo porque tiene que ser así, las decisiones que tome afectarán sólo mi vida.

-No será así, esas decisiones afectarán a todos los que te rodean, algunos de forma más directa a otros no tanto, pero afectarán tu entorno.

-No quiero que eso suceda.

-¿Será por eso que aceptaste venir a vivir aquí Harry? El señor Malfoy llegó para intervenir en tu vida y sólo te dejaste guiar porque vivir de ese modo es más sencillo para ti.


El muchacho se quedó en silencio, nunca había pensado las cosas de esa forma, estaba seguro de que las decisiones que había tomado no fueron influenciadas por nadie, pero luego de que Gilbert lo planteara ya no estaba tan seguro.


-Gilbert, yo no creo que debas decirme esas cosas, no me ayudas, haces que me confunda más.

-No es así, mi trabajo no es decirte lo que está bien o esta mal, o que camino debes tomar. Yo sólo te ayudó a descubrirlo Harry, la decisión siempre será tuya.


Harry se quedó pensativo y en ese mismo momento Gilbert dio por terminada la sesión de esa semana.


*~*~*~*~*~*


Lucius luego de regresar de su paseo en el callejón Diagon, se encerró en su despacho a revisar unos documentos relacionados con un nuevo negocio que emprendería. Su elfina Winca le dijo que Remus y Harry no se encontraban en la mansión, habían ido a visitar a la familia Weasley. Estuvo seguro de que los invitarían a cenar, por eso le pidió a la elfina que le sirviera una merienda liviana en el despacho. Decidió concentrarse en su trabajo para no recaer en esas ideas absurdas que lo habían invadido en la mañana.


Era mejor concentrarse más en sus asuntos de negocios, pasar más tiempo ocupado y de esa forma no estaría tan pendiente de Harry. Pero no era fácil con el chico andando por toda la casa y buscando su compañía a cada momento. Hasta entonces Remus no manifestaba molestia por esa cercanía, pero sí comenzaba a notar una cierta tirantez en su relación con Remus, el hombre guardaba un silencio extraño cuando el nombre de Harry salía a relucir en sus conversaciones. No era tan distraído como para no comprender que la situación a Remus comenzaba a incomodarle, por decir lo menos.


Remus le dedicaba toda su atención y cuidado, siempre estaba atento a cualquier deseo suyo, listo para cumplirlo, pero él no correspondía de la misma manera y no era justo. Esa noche le daría una sorpresa, debía corresponder de alguna forma a ese cariño incondicional de Remus. Era su compañero, era la persona que desde hacía dos años compartía su cama, el hombre de ojos dorados debía ser su prioridad.


Esa noche decidió que no trabajaría hasta tarde. Se fue a su habitación y se dio una ducha, se pondría su mejor atuendo, esa noche le daría a Remus una sorpresa.


*~*~*~*~*~*


Harry regresó bastante alegre desde la casa de la familia Weasley. Se divirtió mucho con los hermanos gemelos de Ron, siempre estaban predispuestos a las bromas. Ya de regreso en la mansión, tanto Remus como él se extrañaron de no encontrar a Lucius ni en la sala ni en su despacho. Harry estaba cansado así que le dio las buenas noches a Remus y se retiró a su habitación.


Remus preguntó a la elfina por Lucius y supo que el hombre estaba en su habitación. A los pocos minutos de que Harry se retirara a descansar, se acercó a la habitación del rubio. Abrió la puerta y percibió al instante el aroma tan conocido del perfume favorito de Lucius.


-Lucius-llamó algo sorprendido.


El rubio se asomó desde el baño envuelto en una bata de seda azul.


-¿Qué haces? Saldrás a esta hora -preguntó Remus con extrañeza.

-Sí, tengo una cita -respondió el rubio con tranquilidad.


Remus arrugó el ceño.


-¿De negocios?

-En realidad no.


Remus le miró algo perplejo. No era un asunto de negocios y además olía a ese perfume que sólo usaba en «ocasiones especiales».


-¿Una cita? -preguntó Remus asombrado.

-Sí, en realidad es una cita.

-Lucius… una cita con quién…


El hombre rubio sonrió y se acercó rodeando al de ojos dorados por la cintura.


-Contigo… o me dirás que no estás disponible y tendré que buscar otra compañía para esta noche.


La sonrisa afloró al instante en el rostro de Remus.


-Cómo podría no estar disponible para ti -dijo Remus besándolo intensamente.

-Entonces te sugiero que te pongas muy elegante, porque esta noche voy a llevarte a un sitio muy especial.


Remus sintió que el corazón se le aceleraba de tanta alegría, de sólo imaginar lo que sería esa noche con Lucius ya sentía como su entrepierna se abultaba.


-No me tardo -dijo Remus besando a Lucius rápidamente en los labios para luego salir de la habitación.


Lucius se quedó mirando la puerta por un instante con una sonrisa en los labios, luego de unos segundos regresó al baño para terminar arreglarse.


*~*~*~*~*~*


Harry ya estaba en su cama luego de tomar un baño. Ahora se entretenía con un libro relacionado con el Quiddich, regalo de su amiga Hermione. Sentía algo de añoranza de aquel deporte, tal vez día de esos se animara y le propondría a Lucius que fueran a ver jugar a su equipo favorito. Estuvo tan entretenido con el libro que no se dio casi cuenta de la hora, comenzó a sentir los parpados pesados, le dio una mirada al gran reloj que había en la pared, pasaban de las diez. Le extrañó que Lucius no hubiese venido a darle las buenas noches, como cada noche, cerró el libro y se acomodó para dormir, pero luego de un rato se incorporó otra vez volvió a preguntarse porque Lucius no venía, sería que estaba muy ocupado.


Se levantó de la cama, vistió una bata y salió de la habitación. Unos cuantos pasos a la derecha estaba la habitación del hombre rubio. Caminó lentamente hasta llegar a la puerta, se quedó parado un rato frente a esta sintiéndose inseguro, sería correcto llamar, no lo pensó más y golpeó brevemente, nadie respondió, esperó unos segundos y lo hizo otra vez, nada sucedió. De seguro que Lucius tomaba un baño y por eso no oía. Decidió no insistir, no debía importunar al rubio más de la cuenta.


Volvió a su habitación y se metió en la cama. Estaba inquieto, desde que habitaba la mansión no había pasado una sola noche sin que Lucius viniera a darle las buenas noches. Momento que siempre aprovechaban para conversar un poco. Sabía que era una tontería, pero sentía que no podría dormir tranquilo si no le daba las buenas noches al hombre rubio. Decidió llamar a Winka. La elfina de inmediato apareció.


-¿El joven Harry llamó a Winka? -preguntó la elfina mientras se inclinaba ante el muchacho.

-Sí Winka… lamento molestarte a esta hora -se disculpó el muchacho.

-Winka está para servir al joven Harry, sin importar la hora.


Harry sonrió agradecido.


-¿Winka, el señor Malfoy se quedó trabajando en su despacho?

-El amo Lucius no está en la casa joven Harry, salió en compañía del amo Remus.


Harry guardó silencio un segundo.


-Ah y dijeron si regresarían… pronto.

-No joven Harry, el amo Lucius le dijo a Winka que pasarían la noche fuera de casa, pero que Winka debía estar pendiente de usted siempre.

-Comprendo. Está bien Winka, voy a dormir, puedes marcharte, muchas gracias.

-Buenas noches, joven Harry -respondió la elfina y con Plop desapareció de la habitación.


Harry recostó la cabeza en la almohada. Se sintió profundamente triste al saber que Lucius se había marchado con Remus, olvidándose inclusive de darle las buenas noches. Comprendía que era una tontería, Lucius y Remus eran pareja y tenían habitaciones contiguas, seguramente compartían la cama todas las noches y saber aquello no le molestaba, pero era diferente saber que pasarían la noche fuera de la mansión. Sentir tristeza por primera vez desde que vivía ahí. Se sintió solo, abandonado, excluido. Sabía que no era sensato, pues Lucius le daba toda su atención y cariño, lo mismo hacía Remus. Hizo lo posible por desechar esa sensación de abandono que le invadía, cerró los ojos para intentar dormir mientras dos gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas.


*~*~*~*~*~*


Harry despertó aquella mañana más tarde lo habitual. No recordaba cómo la noche anterior se había dormido, después permanecer largo rato pensando se incorporó en la cama, eran casi las diez, se había perdido el desayuno con Lucius y Remus. Con un extraño malestar se dijo que era lo mejor, no tenía ganas de verlos esa mañana. Llamó a Winka, que apareció de inmediato con el desayuno y aunque no tenía mucho apetito se obligó a comer.


Mientras desayunaba, la elfina se ofreció a prepararle el baño y se lo agradeció, ya había decidido que iría a visitar a su padrino, no sería extraño, pues era sábado. Tal vez fuera con Sirius a dar un paseo por Hogsmeade o quizá visitaran el callejón Diagon.


A las once treinta salió de su habitación. Sin proponérselo miró hacia la puerta de la habitación de Lucius. Bajó de la segunda planta y al dirigirse a la sala pasó por el despacho del hombre rubio, se preguntó si estaría ahí en la terraza leyendo el periódico, dudó un instante en si era correcto marcharse sin darle los buenos días, pero enseguida pensó que no importaba, la pasada noche Lucius se había marchado con Remus sin despedirse. Llegó a la chimenea y rápidamente se metió en ella para ir hasta la casa de Sirius.


Al salir de la chimenea de la sala Harry se extrañó que todo estuviera tan silencioso, no podía ser que Sirius no estuviera en casa, nunca salía antes del mediodía. Se encaminó a la habitación de su padrino, abrió la puerta y lo encontró durmiendo plácidamente. Sirius se levantaba tarde el sábado, pero no tanto, se preguntó si no habría hecho como Lucius y Remus y se había ido de juerga nocturna.


-Sirius -llamó Harry a su padrino.


Sirius se removió en la cama y luego abrió los ojos y vio a Harry parado junto a la cama.


-Harry… llegaste muy temprano -murmuró el hombre aún medio adormilado.

-No es temprano Sirius… de hecho es casi mediodía.

-¿En serio?

-Aja… parece que te acostaste muy tarde, ¿te fuiste de juerga?

-Ah… no, claro que no… me quedé revisando unos trabajos de los alumnos -mintió el hombre.

-Habíamos quedado en ir al callejón Diagon, ¿te acuerdas?

-Oh sí, claro que lo recuerdo Harry, me doy un baño y estoy listo en unos minutos ¿sí?

-Bien… te espero en la sala -respondió Harry saliendo de la habitación.


Sirius dejó caer la cabeza en la almohada otra vez. Le había mentido a Harry no se quedó revisando trabajos de sus alumnos. Estuvo en el Londres muggle como venía haciendo desde hacía un mes. No podía dejar de sentirse culpable por eso, sabía que Lucius deseaba encontrar a su hijo y él callaba el paradero de Draco, pero el muchacho rubio le suplicó que no le dijese a su padre donde se encontraba.


Aquella pasada noche había acudido al club otra vez para ver a Draco bailar, no era que estuviera de acuerdo con el oficio que el muchacho estaba ejerciendo en el mundo muggle, pero comprendía que debía sobrevivir de algún modo. Él ofreció su ayuda económica para que el chico rubio dejara ese empleo, pero Draco era orgulloso y se había negado. En todo caso no perdía la esperanza de convencerlo. No le agradaba verlo bailando para borrachos. Aquella noche un sujeto se dejó llevar por el entusiasmo y subió al escenario mientras Draco bailaba y se propasó con el chico. No había soportado eso y discretamente, desde la mesa donde estaba, le envió un hechizo al sujeto que terminó desplomado en el piso.


Los presentes creyeron que al hombre le había sobrevenido un repentino ataque y lo sacaron del local entre varios para llevarlo a un hospital. Draco, por primera vez esa noche le sonrió agradeciéndole el gesto. Consideraba que eso ya era un avance, estaba seguro que encontraría el modo de hacerlo salir de ese sitio donde el muchacho rubio había olvidado su orgullo Malfoy, y se convertía cada noche en la entretención de los muggles a los que siempre despreció con toda su alma.


*~*~*~*~*~*


Harry pasó un día increíble junto a Sirius, éste se mostraba más alegre y animado de lo que era habitual, cosa que le confirmó a Harry que sí había tenido una noche de juerga. En todo caso se alegró por su padrino, aún se sentía algo culpable por haberlo dejado solo.


Cuando Harry salió de la chimenea de la sala al instante se encontró con Remus y Lucius sentados en un sofá muy cerca uno del otro, de inmediato recordó que habían pasado la noche fuera de la mansión, sintió otra vez ese extraño malestar.


Lucius al verlo se apartó un poco de Remus y lo recibió con una gran sonrisa.


-¡Harry! Te esperábamos para cenar -dijo el hombre rubio.

-Buenas noches -respondió Harry en un tono excesivamente formal.


En ese momento salió Sirius de las llamas. Remus dirigió su vista hacia su amigo y le sonrió, mientras Lucius escudriñó el rostro de Harry con atención.


-Buenas noches -saludó Sirius con una sonrisa, pero sin mirar a Lucius directamente.


Los dos hombre sentados en el sofá le respondieron al unísono.


-Bueno Harry… ya me voy, debo terminar de revisar los trabajos de los alumnos -dijo Sirius abrazando al chico.

-Gracias Sirius… lo pase muy bien, fue un día estupendo.

-Para mí también lo fue Harry, lo repetiremos ¿de acuerdo?


Harry sonrió asintiendo con la cabeza.


-Sirius estás seguro que debes marcharte ya, ¿no quieres cenar con nosotros? -preguntó Remus.

-No muchas gracias, realmente estoy retrasado con mi trabajo, pero te lo agradezco Remus.


El hombre de ojos dorados asintió.


-Cuídate mucho -dijo Sirius dándole otro abrazo a su ahijado.

-Lo haré.


Tras una última sonrisa y luego de hacer un saludo con la mano, Sirius entró a la chimenea y giró entre las llamas verdes.


Harry lo vio desaparecer y se volvió hacia Lucius y Remus que permanecían silenciosos en el sofá.


-¿Así qué fue un buen día Harry? -preguntó Remus alegre.

-Sí, me divertí mucho con Sirius… fue como era antes.

-¿Qué tal si vamos a cenar? -propuso Lucius -. Hay pastel de carne Harry… tu favorito.

-Eh no… yo no cenaré, es que comí muchas cosas en el callejón Diagon y no tengo hambre. Sólo estoy cansado, me voy a la cama -dijo Harry mirando brevemente a los dos hombres.

-Entonces que descanses Harry -respondió Remus.

-Sí gracias, buenas noches -dijo Harry con una sonrisa breve para enseguida salir de la sala.


Lucius siguió con la mirada a Harry mientras éste dejaba la estancia. Un pequeño malestar se instaló en su estómago. Los ojos verdes de Harry no le habían mirado como siempre, apenas escuchó a Remus cuando lo instaba a que se levantara y fuesen a cenar, sintió esa mano cálida tomar la suya, se dejó llevar por su pareja aunque sus pies querían ir tras de Harry.



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