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Sin corazón por zandaleesol

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Título: Sin corazón

Personajes: Harry/Draco

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de JK Rowling, sólo los tomo prestados para divertirme con ellos, no percibo ningún beneficio económico.

Advertencia: Universo Alterno. Mpreg. Otras.



Capítulo 12.


Estaba convencido de que el mundo entero debía enterarse de la verdad. Harry Potter era un mestizo, una aberración en toda la extensión de la palabra. Porque estaba muy claro y, así los establecían las leyes mágicas, la sangre de un mago no se mezclaba con la de una muggle y, según sus averiguaciones era muy claro que la madre de Harry Potter era una muggle. Sentía gran satisfacción al imaginar la cara que pondría Draco Malfoy cuando supiera que había acogido en su hogar a un mestizo.


Pero no era el único. También estaba Cornelius Fudge que le había dado empleo. Y por último, estaban esos Weasley, que aunque no eran muy ricos, igualmente eran magos y, cualquier mago que se preciara de tal debía repudiar a una aberración como lo era Potter. Había llegado la hora de su venganza. Jamás le perdonaría el que Lucius Malfoy lo hubiese pretendido, aunque fuese sin otra intención que convertirlo en su amante de turno.


Había llegado el momento que tanto había anhelado. Le haría una visita a Harry Potter.


Era de noche, la hora más tranquila para las pensiones que funcionaban en la calle Bow. La pensión donde vivía Harry Potter no era la excepción.


Entró a la posada que, le pareció bastante decente en comparación a otras que conocía. Tanto mejor, pues de ese modo cuando se desatara el escándalo llamaría mucho más la atención.


Naturalmente su vestimenta de mago, provocó que fuese atendido con diligencia por parte del encargado.


-Usted dirá señor en que puedo atenderle -dijo el encargado sabiendo de antemano que el joven mago no buscaba alojamiento. Los magos tenían sus propias posadas donde alojaban.

-Estoy buscando a uno de sus huéspedes.

-Usted dirá cual.

-Se llama Harry Potter.

-Ah, sí el señor Potter. Bueno la verdad es un poco tarde, no le aseguro que ya no esté dormido.

-Somos amigos -explicó Blaise con calma -¿Sería posible que subiera a hasta su habitación? No tardaré mucho.



El hombre pese a todo miró con cierta aprensión a Blaise. No le iba la idea de que un mago joven visitara a un muggle a esas horas. Su pensión se caracterizaba por alojar a huéspedes recatados. Sin embargo, cuando vio que el muchacho deslizaba con discreción un brillante y dorado galleones hacia él, sus reparos desaparecieron por completo.


-Si le parece le indicaré cual es la habitación de su amigo -dijo el hombre mientras recogía la brillante moneda de oro.

-No es necesario, sólo indíqueme donde está.

-Subiendo por la escalera, siga el pasillo, la puerta final a mano derecha.

-Se lo agradezco -dijo Blaise con tono desabrido.


En apenas dos minutos ya estaba frente a la puerta de Harry Potter. Comprobó que la puerta estaba cerrada por dentro. Potter era un muggle precavido después de todo, pero de nada le serviría él era un mago, un obstáculo tan absurdo como lo era una puerta no le impediría ejecutar su plan. Sacó su varita y murmuró un hechizo, la puerta se abrió.


Empujó suavemente, pues no sabía si Potter dormía ya a esa hora. Rápidamente comprobó que Harry no dormía, estaba sentado sobre una pequeña mesa escribiendo algo, con muchos papeles esparcidos en derredor. Tan concentrado estaba que no se percató de su presencia.


-Buenas noches, Potter -susurró Blaise con tono sutilmente peligroso.


Nada más oír esa voz el muchacho de ojos esmeraldas se levantó de la silla completamente sorprendido.


-¿Tú? ¿Qué demonios haces aquí? -preguntó Harry con tono desafiante, olvidando por completo cualquier norma de educación.

-¿Esa es forma de recibir a tus amigos Potter?

-Tú no eres mi amigo, así que lárgate por donde viniste.

-No, lo siento. Tú y yo tenemos una cuenta pendiente, ¿o es que lo olvidaste?

-Yo no tengo nada que ver contigo, fuera de aquí -ordenó Harry.

-Que idiota eres, no te das cuenta de que no puedes ordenarme nada. Soy un mago, estúpido… puedo hacer lo que quiera contigo.


Esas palabras ciertamente preocuparon a Harry.


-¿Qué pretendes?

-No pienses idioteces Potter, jamás tocaría una sola parte de tu repugnante cuerpo.

-Me parece bien, entonces lárgate de una vez Zabini.

-Aquel día en la mansión te libraste, pero ahora no tendrás tanta suerte.

-¿Qué pretendes hacer? ¿Matarme? ¿Qué fue lo que te hice Zabini? ¿Por qué me odias tanto?

-Te odio Potter, porque el hombre que yo amaba puso los ojos en ti, y no comprendo por qué.

-Estás enfermo, yo vi al Conde Malfoy apenas una vez en mi vida cuando tenía trece años.

-Lo sé. Pero eso no cambia el hecho de que se fijó en ti.

-En mí como en tantos otros muggles, o es que no sabías eso.

-Sí claro, era conocido el gusto de Lucius por los muggles, pero en tu caso fue diferente, por alguna razón que no puedo entender tú le importabas, Potter.

-Yo le importaba a ese hombre lo mismo que una mascota.

-Eres un idiota Potter. Por alguna razón Lucius te envió a la escuela, tiendo a pensar que tenía intenciones serias contigo.

-¿De qué hablas?

-Estoy seguro de que Lucius de algún modo averiguó que eres un mestizo, quizá hasta llegó a pensar que podía hacer que fueras aceptado en la comunidad de magos.

-¿Mestizo yo? ¿De dónde has sacado esa locura Zabini?

-Hablé con la hermana de tu madre Potter, tu padre era un mago. Y vivían ocultos porque la ley mágica prohíbe la unión de un mago con una muggle, que sería de nuestra estirpe si proliferan los mezclados como tú.

-Estoy seguro que te has inventado todo eso. Pero no entiendo con qué propósito.

-No es invento Potter. Voy a denunciarte al Ministerio de la magia, ellos abrirán una investigación y tu repugnante origen saldrá a la luz. Tu padre huyó con tu madre, y otro mago les ayudó, su apellido era Black.


Harry inevitablemente pensó en Draco.


-El apellido de soltera de la madre de Draco era Black. Hice averiguaciones, ¿y quieres saber que descubrí? Pues que tu padre era el último descendiente de una familia de magos de apellido Potter. Desapareció hace más de veinte años, se le dio por muerto. Pero lo cierto es que en realidad abandonó a la comunidad mágica para casarse con una muggle que se llamaba Lily Evans, tu madre, Potter. Fue ayudado por un amigo, también mago, su nombre era Sirius Black. El nombre figura en el árbol genealógico de los Malfoy. Este tal Sirius era primo de Narcisa Black, la madre de Draco, ¿qué te parece Potter?


Harry estaba atónito, y se negaba creer lo dicho por Blaise, pero era cierto que sus padres se llamaban Lily y James. Era lo único que él sabía con certeza.


-Eso que dices no tiene ningún sentido para mí. Yo no soy… mi padre no era un mago.

-¿Eres idiota Potter? ¿Piensas que he inventado todo esto?

-Claro que sí, pero no entiendo con qué objetivo.

-No es invento. Realmente eres un sucio mestizo, y tus nuevos amigos magos lo sabrán ¿Crees que los Weasley continuaran sintiendo el mismo aprecio después de saber que eres una aberración?


Harry sintió impotencia. No entendía porque Blaise hacía eso, pero no iba permitirle que inventara algo tan mal intencionado para perjudicar la amistad que había forjado con el señor Weasley y su familia.


-Ellos no creerán nada de lo que digas, perderás tu tiempo.

-Por supuesto que todo el mundo lo creerá cuando presente el caso ante el Wizengamot.


Blaise sonrió al ver que Harry no comprendía de qué hablaba.


-El Wizengamot es el tribunal de los magos, Potter. Ahí se juzga a todo el que ha cometido un delito.

-Yo no he cometido ningún delito -dijo el muchacho de ojos esmeraldas.

-Claro que sí. Cometiste el delito de nacer Potter… tu padre está muerto no puede ser juzgado, pero tú sí. Me preguntó qué pena te aplicaran. De seguro que te envían a Azkaban por el resto de tu vida asquerosa vida…


Harry no sabía si debía creer en las palabras de Blaise, pero de una cosa sí estaba seguro, no permitiría que le juzgasen en ningún tribunal por causa de las mentiras y desvaríos de ese loco.


-¡Lárgate de aquí!


Blaise soltó una carcajada.


-Claro que me voy, aprovecha tus últimas horas de libertad…


Blaise era un mago, y tenía una varita en la mano, pero igualmente no fue lo suficientemente rápido en reaccionar, y es que la furia a Harry le hizo actuar casi sin pensar. Se lanzó sobre el mago sin preocuparse de que podía inclusive acabar muerto.


Con regocijo Blaise vio que Harry se le abalanzaba sobre él, era lo que había esperado. Su plan estaba dando resultados. Aunque también comprendió que era necesario dejarse agredir sin utilizar su varita para defenderse. Resultó bastante doloroso el primer golpe que le cayó justo en el rostro. Tuvo la impresión de que se le había dislocado la mandíbula. La boca le sangraba de modo abundante.


Harry estaba tan fuera de sí que no se detuvo al ver la sangre y tomó a Blaise del cuello de la túnica y comenzó a asfixiarlo.


El mago ante la presión que no le permitía respirar vislumbró el miedo, con Harry Potter apretando su garganta de esa manera no podía verbalizar ningún hechizo que le permitiera defenderse. Su arrogancia se transformó en miedo. Comenzó a manotear con desesperación, pero Harry no se detenía.


De pronto la puerta de abrió de golpe y unos hombres se adentraron en la habitación. Fueron directo hacia Harry y empleando bastante fuerza lograron que el muchacho no continuara asfixiando al mago.


-¡Muchacho ya basta! ¡Estás loco! Es un delito grave atacar a un mago -dijo uno de los hombres.


Harry respiraba con dificultad, tenía el rostro encendido de ira. Pero al notar que el rostro de Blaise estaba casi morado comprendió que había estado a punto de asfixiarlo.


Los dos hombres al parecer eran huéspedes también.


Además parecía que alguien había avisado al encargado, o quizá el hombre estuviese rondando en el pasillo, después de que Blaise subiera a la habitación de Harry.


-Mi pensión es un local decente, lo siento mucho pero me veré obligado a denunciar esto -dijo el encargado mirando furioso a Blaise.

-¡El intentó matar al mago! -exclamó uno de los huéspedes, señalando a Harry.


Lo más extraño es que Harry no dijo ni una sola palabra.


-Entonces hay que llamar a un investigador, ellos sabrán qué hacer con este chico -respondió el dueño de la pensión.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Harry había pasado varias horas sentado sobre un sucio colchón dentro de aquellas cuatro paredes. No había dormido ni un poco. Justo cuando su vida había comenzado a mejorar otra vez se había metido en un lio. Casi había matado a Blaise Zabini. Nunca había deseado llegar a ese extremo. Pero la verdad es que nunca había sentido tanto odio en su vida. Mientras apretaba el cuello de Blaise, por su cabeza pasaban todos esos recuerdos que habían marcado su vida. El orfanato y los continuos azotes, después el miserable de su tío Vernon. Lucius Malfoy, Draco y Blaise. Todos le habían hecho daño, ninguno de ellos tuvo un sentimiento de piedad hacia su persona, solo desearon utilizarlo.


Aunque también existía la familia Weasley que le habían aceptado y le apreciaban. Claro que después de saber lo que había sucedido era muy probable que no quisieran verle otra vez. Se recostó finalmente sobre aquel sucio y frio colchón, por primera vez en su vida sentía que ya no tenía fuerzas para luchar contra su destino, que por lo que había oído decir a los guardias de ese lugar, estaba en manos de un tribunal de magos.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Arthur Weasley salió de la chimenea de la sala con rostro desanimado. Le esperaban su esposa e hijo.


-¿Cómo te fue, has podido verlo?

-No -respondió el hombre -. Ningún mago puede visitarlo.

-Pobrecillo Harry -murmuró la señora Weasley.

-¿Cómo pudo terminar metido en semejante lio? -preguntó Arthur.

-Yo aún no puedo creer que sea cierto que intentaba matar a Zabini -aportó Ron.

-Hay dos testigos que lo afirman y son muggles -respondió el hombre mayor.

-Lo que no puedo entender que hacía ese muchacho en la habitación de Harry -dijo la señora Weasley.

-No entiendo porque no nos mencionó siquiera que conocía a ese muchacho -murmuró Arthur con cierto tono decepcionado.

-Quizá solo lo olvidó, papá.

-¡Olvidarlo! Ron por favor, nos contó de su relación con Lucius y Cornelius Fudge, ¿por qué no aprovechó el momento y dijo que conocía a ese chico Zabini también?


Ron no supo que responder, también le parecía extraño.


-¿Qué sucederá ahora, Arthur?

-Se quedará en ese lugar hasta que termine la investigación. Después se realizará un juicio.

-¡Juicio! -exclamaron al mismo tiempo la señora Weasley y su hijo.

-¿Por qué un juicio? Ese muchacho mago se encuentra bien, no lo entiendo -dijo la mujer.

-Yo sí lo entiendo. Un muggle acusado de intentar asesinar a un mago no es algo sin importancia, presiento que esos idiotas del Ministerio montaran un espectáculo con esto.

-Pero qué podrían ganar ellos, papá.

-Hay muchos magos que no están de acuerdo en que las comunidades mágica y muggle se relacionen. El sector más conservador piensa que los magos deben vivir completamente apartados de los muggles e inclusive, muchos desean impulsar nuevas leyes… una de ellas es que se mantenga es secreto nuestra existencia para los muggles.

-Pero eso es completamente absurdo Arthur, las comunidades conviven hace varios siglos.

-Es cierto, pero hay muchos que piensan que los magos y los muggles no deben relacionarse en absoluto, y eso es imposible pues nuestras comunidades están estrechamente ligadas. El único modo de cambiar aquello sería instaurando el Estatuto del Secreto, como le han llamado los que apoyan la idea.

-Pero papá, no porque se instaure una ley los muggles olvidaran que los magos existen y que han convivido con ellos.

-Lo harían si se aprobarse esa ley el Ministerio ordenara modificarle la memoria a todos los muggles.

-Eso tomaría siglos -dijo Ron -, no se trata de dos o tres muggles papá, sino cientos de personas.

-Conozco en el Ministerio gente que ha explicado aquello. Hay un plan diseñado según he sabido, no es cosa de un día o dos sino un par de años.

-¿Y crees que algo así daría resultado? -preguntó la señora Weasley.

-Creo que con el tiempo, sí. Porque si lo pensamos bien, al ir modificando la memoria de los muggles, los que aún crean que existen los magos comenzaran a dudar viendo que otros lo niegan, a medida que el hecho tangible de nuestra existencia desaparezca, se transformaría en un rumor, en un mito… después de muchos años los muggles lo habrán olvidado por completo.

-Bueno, pensándolo de ese modo es bastante posible -dijo Ron.

-Y es eso lo que pretende ese grupo de magos con grandes influencias en el Ministerio -dijo Arthur.

-Pero para qué el secreto, si hasta ahora vivimos en completa armonía -agregó la señora Weasley.

-La verdad es que algunos magos se han vuelto temerosos de esta convivencia. Muchos piensan que a pesar de las leyes que nos rigen tarde o temprano nuestra sangre mágica terminará mezclándose con la de los muggles y, comenzaran a nacer mestizos -explicó Arthur.

-Mestizos -repitió la señora Weasley -¿Y es peligroso para nosotros?

-La verdad yo no sería tan radical al respecto. Pero hay muchos magos que piensan que la magia es exclusiva de nuestra raza y así debe ser siendo.

-Yo no le veo nada de malo a que nos mezclemos -dijo Ron.

-Tú eres joven Ron y quizá por eso pienses así, pero te aseguro que hay muchos a los que esa idea les repugna -respondió Arthur.

-Pienso que al final será inevitable que nuestra sangre se mezcle con la de los muggles. Si lo pensamos bien, todas las familias mágicas están emparentadas en algún grado. Llegará el momento en que ya no puedan realizarse más matrimonios y no nacerán magos -reflexionó la señora Weasley -¿Qué pasará entonces?

-Nos extinguiremos -dijo escuetamente Ron.

-Así es -afirmó la señora Weasley.

-Concuerdo con ustedes, pero creo que aún la comunidad mágica no está preparada para aceptar esa realidad. Es tremendamente difícil cambiar ideas que están arraigadas desde hace siglos -dijo Arthur.


Se hizo un silencio.


-Por lo pronto debemos pensar en el modo de ayudar a Harry, porque supongo que no le dejaremos a su suerte -dijo Ron.

-Ciertamente no -respondió Arthur -. El problema es que ni siquiera dejan que lo vea.

-¿Y no hay nadie en el Ministerio a quien puedas recurrir? -preguntó la señora Weasley.

-Creo que el único que podría autorizar que me permitieran ver a Harry sería el Jefe de Aurores. Y no imagino cómo esté tomando este asunto.

-He sabido que es un hombre bastante ecuánime -respondió la señora Weasley.

-Eso dicen, pero no lo conozco tanto por lo tanto no puedo afirmarlo. Supongo que saldré de la duda sólo yendo allá y hablando con él.

-¿Lo harás ahora mismo, papá?

-Sí, es lo mejor este asunto puede complicarse mucho para Harry. Pobre, no es justo después de todo lo que ha vivido.


Arthur regresó a la chimenea para ir de inmediato al Ministerio. Le preocupaba las condiciones en que tendrían a Harry en aquella prisión de la calle Bow, por otro lado necesitaba escuchar del muchacho que no había sido su intención asesinar a ese tal Blaise Zabini como decían. Debía existir una explicación para todo lo sucedido, Harry no era capaz de algo semejante, era honesto y de buen corazón.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


La puerta de la celda se abrió acompañada de un chirrido metálico. Harry se puso de pie al instante, tal vez fuera aquel desagradable guardia que venía a burlarse nuevamente. Los cinco días que llevaba encerrado le parecían cinco meses. No podía imaginar que pena le darían por intentar asesinar a un mago, presentía que no serían precisamente piadosos esos magos, al contrario seguro que le darían una pena que le sirviera de escarmiento a todos los demás muggles.


La puerta de la celda se abrió por primera vez desde que le habían llevado ahí. Se levantó temiendo que viniesen aquellos a los que los guardias llamaban Aurores y que decían que eran como investigadores o algo así, pero de los magos.


Harry no podía creerlo. No era posible, debía estar alucinando.


-¿Señor Weasley? -preguntó el muchacho en un murmullo apenas audible.

-Claro que sí Harry, soy yo.


El muchacho lo único que pudo hacer fue acercarse al hombre y abrazarlo. Nunca en su vida conoció a alguien que le importara, y estaba claro que el señor Weasley debía estar ahí porque le importaba, tenía que ser así.


-Harry, lamento todo esto que ha sucedido -dijo el hombre con voz cálida. Sentía deseos de proteger al chico, ya no le importaba si era culpable o no.

-Señor Weasley le juro que yo no quise hacerle daño. Perdí la cabeza, pero no era mi intención…

-Harry, yo te creo si tú dices que no quería lastimarlo. Creo que eres un chico de buen corazón. Pero no entiendo que hacía ese muchacho en tu pensión, ¿cómo es que lo conoces?

-Tuvimos un encuentro casual en un parque cuando yo estaba recién llegado a Londres, apenas nos conocimos una semana… después no volví a verlo.

-¿Pero entonces como sabía dónde vivías? ¿Por qué fue a verte?


Harry recordó de pronto el encuentro en los establos de la mansión Malfoy.


-Él supo de mi relación con Lucius Malfoy quiero decir que el me pagó los estudios y que después yo debería ser su amante. Creo que él estaba enamorado de Lucius y por eso me odia.

-Pero eso es una locura.

-Sí, lo es.


Hubo un breve silencio.


-Señor Weasley, ¿sabe usted que pasará conmigo? ¿Me dejaran para siempre en este lugar?

-No Harry. Permanecerás aquí hasta que se lleve a cabo un juicio.

-¿Juicio?

-Sí. Hablé con el jefe de los Aurores, él de modo excepcional me dejó venir a verte. La familia de ese muchacho Zabini llevará este asunto al tribunal de magos, el Wizengamot. Los Zabini y otras familias de mago ricos consideran que esto merece una reunión del tribunal.

-Yo no quería lastimarlo, es que me dejé llevar por la rabia. Eso puede pasarle a cualquiera.

-Sí Harry, tienes razón puede pasarle a cualquiera. El problema en que existe un grupo de magos que desde hace tiempo están intentando instaurar un Estatuto de Secreto y al parecer pretenden usar este caso tuyo para conseguirlo.

-Estatuto de Secreto -repitió Harry -, no le comprendo.

-Prohibiría que los magos y muggles sigan conviviendo como hasta ahora. Significaría que a partir de la aprobación del Estatuto, los magos tendríamos que mantener en secreto nuestra existencia, por ejemplo ya no podríamos ir por la ciudad vistiendo nuestras túnicas que nos identifican como magos.

-Pero, ¿por qué señor Weasley? Hasta ahora no hay existido problemas, los magos y los muggles en general se llevan bien, inclusive muchos muggles trabajan para los magos, como es mi caso.

-Todo eso pretende cambiar esta ley. Hay magos que desean mantener a los muggles totalmente apartados de nosotros.

-No lo comprendo.

-Harry lo que pasa es que dentro de la comunidad mágica tarde o temprano sucederá lo inevitable. Las familias de magos están todas emparentadas, llegará el momento en que si queremos seguir existiendo tendremos que mezclarnos con muggles.

-¿Qué quiere decir?

-Bueno Harry, tú mejor que nadie sabes que hay magos que… buscan a muggles para tenerlos como parejas.


Harry asintió.


-Esos magos solo eligen a hombres muggles, porque si eligieran mujeres están se embarazarían y nacerían niños mestizos.


Al escuchar la palabra mestizo Harry sintió un vuelco en el corazón.


-Es a eso lo que le temen las familias más conservadoras de magos. La idea de la mezcla de sangres les aterra, porque si nacieran niños mestizos ellos naturalmente tendrían poderes mágicos.

-¿Y eso sería terrible?

-Para muchos sí. Porque dicen que de ahí a que los muggles pudieran aprender magia también solo habría un paso, y la verdad los consideran inferiores e indignos de tales conocimientos.

-La verdad yo no creo que todos los muggles quieran ser magos -razonó Harry -, conozco a muchos que les temen a los magos.


Harry guardó silencio un buen rato, pensando en todo aquello. Nunca percibió que las cosas en la comunidad mágica estuviesen así de complicadas. Sin poder evitarlo recordó las palabras de Blaise Zabini, asegurando que él era un mestizo, que su padre fue un mago que abandonó a los suyos para huir con su madre que era muggle. El aún no creía que aquello fuese posible, pero si los demás magos creían en la mentira de Blaise, entonces le verían como una aberración.


Estaba seguro de que él no era un mestizo.


-Señor Weasley, ¿usted cree que exista la posibilidad de que haya nacido alguna vez un mestizo?


El hombre le miró con extrañeza.


-La verdad Harry, siendo completamente honesto, no me atrevería a descartarlo. Si bien es cierto que la comunidad mágica no es tan grande, tampoco es reducida al extremo de que nos conozcamos todos. Imagino que podría ser posible, pero en todo caso oficialmente no hay noticias de eso. Si alguna vez un mago ha engendrado un hijo con una muggle no hay modo de saberlo.


La puerta del calabozo se abrió y el guardia le indicó a Arthur que ya debía marcharse.


-Harry no me permitirán visitarte otra vez. Pero te juro que hablaré con el jefe de magos del Wizengamot, si tenemos suerte quizá este asunto no se lleve al tribunal.

-Sería genial, pero tengo mis dudas.

-Mi familia y yo estaremos contigo, sin importar que suceda.

-Gracias señor Weasley -dijo el muchacho dándole un abrazo de despedida al hombre.


Arthur salió del cuartel de la calle Bow más convencido que nunca de que Harry no merecía aquello. Tenía la impresión de que se había armado un conspiración para provocar una división dentro de las comunidades mágica y muggle.



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