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Sin corazón por zandaleesol

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Título: Sin corazón

Personajes: Harry/Draco

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de JK Rowling, sólo los tomo prestados para divertirme con ellos, no percibo ningún beneficio económico.

Advertencia: Universo Alterno. Mpreg. Otras.


Capítulo 15.


El ajetreo esa mañana era acorde con el importante juicio que, como todos ya sabían, podía cambiar para siempre la relación entre magos y muggles. El Atrio estaba repleto de gente, pero no con la que llegaba a cumplir sus labores habituales, sino con periodistas venidos de toda Europa. Mucha gente coincidía en que el juicio al chico muggle era trascendental, pues las familias de magos más poderosas de la comunidad estaban interesadas en que se le condenara de forma ejemplar.


Los miembros del tribunal estaban divididos. No faltaba quien pensara que todo aquello era una exageración, después de todo, la víctima del ataque en realidad no había sido lastimada. Entre quienes pensaban de este modo estaba el mismísimo jefe de Magos del Wizengamot, y que también ostentaba el cargo de director de la escuela de magia inglesa, Albus Dumbledore.


Albus Dumbledore, nunca había estado a favor de la segregación de las comunidades. Pero los sucesos políticos poco halagüeños que estaban ocurriendo en el continente Europeo y que involucraba a las comunidades muggles, le hacían pensar que tal vez la segregación definitiva era necesaria. Las comunidades mágicas del viejo continente se encontraban en una encrucijada, aprobar el Estatuto del Secreto y terminar de una vez con la abierta convivencia, o verse involucrados en una guerra sin precedentes. No era un secreto que se avecinaba una gran guerra entre los muggles. Los magos debían protegerse, después de todo, por muy magos que fuesen nadie podía garantizar con total certeza la seguridad de las comunidades mágicas si todo el continente entraba en guerra.


Pero Albus Dumbledore conocía de cuestiones políticas y tenía sentido común. Sabía que el juicio contra este chico muggle solo buscaba precipitar un hecho que para él era inevitable, la instauración del Secreto. Sin embargo, no iba a permitir que utilizaran a un pobre muchacho indefenso como excusa, así como iban las cosas, era innecesario. El Secreto se instauraría de un modo u otro.


Harry había sido trasladado del cuartel de la calle Bow hasta las dependencias del Ministerio de la magia, por el mismísimo Kingsley Shacklebolt. Este último lo creyó necesario, pues había más de un mago resentido por ahí que creía que Harry merecía las penas del infierno por intentar asesinar a un mago.


Sirius le había asegurado a Harry que no permitiría que le condenaran, así tuviera que enfrentarse a todo el Wizengamot. El chico se sintió más agradecido que confiado, no creía que un solo mago pudiese contra tantos. Tenía miedo, pero no por ser condenado debido a la agresión a Blaise Zabini, sino que le asustaba más lo que dirían todos aquellos magos arrogantes cuando su verdadero origen se hiciera público. Porque no tenía la menor duda de que la intención de Zabini, no era otra que hacerle saber a todos su origen mestizo.


Su padre había cometido un grave delito, y era probable que le hicieran pagar a él. No era justo en ningún caso, pero todo parecía indicar que en ciertos aspectos los magos podían ser muy arbitrarios cuando tenían oportunidad. Recordaba las palabras de uno de los agentes de la calle Bow, que había escuchado a magos comentar que la prisión de los magos era siniestra, pues era resguardada por unas criaturas horribles llamadas Dementores, que los muggles no podían ver, pero sí percibir. Harry tembló al recordar la descripción que le hizo aquel agente.


Según el hombre aquellas criaturas provocaban con su presencia una sensación de infelicidad y desesperanza. Pero además de ello, podían succionar el alma. Esa era la condena que se le daba a los delitos más graves, le llamaban Desmentorización. El muchacho sintió escalofríos con solo imaginar aquello. Su delito sería tan grave como para merecer algo semejante. Cómo sería vivir sin alma se preguntaba el chico con horror. No valía la pena vivir así, era mejor morir.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Sirius estaba angustiado pese a toda la confianza que intentaba infundirle Remus Lupin. Sabía que estaba en medio de una batalla en la que posiblemente no sería el vencedor. Pero no le importaba lo que dijesen esos magos con ideas obsoletas, no permitía que lastimaran a Harry, era su deber protegerlo, pues le había fallado por largos dieciocho años. Se sabía un mago muy capacitado, más que la media de los que estaban presentes en el Tribunal, bueno quizá a excepción de Albus Dumbledore, al que le reconocía méritos sobresalientes. Pero si debía enfrentarlos a todos él solo, lo haría.


Había apoyado a James en su amor por Lily, pese a que estaba prohibida esa unión, por nada del mundo dejaría solo al hijo de ambos. Si debía convertirse en un criminal con tal de proteger a Harry lo haría sin pensarlo siquiera.


La sala del tribunal estaba repleta, pero no solo estaban presentes los integrantes con derecho a voto, sino también los patriarcas de las familias de magos más influyentes de la comunidad. Nott, Avery, Parkinson, Crabbe, Goyle, eran magos especialmente poderosos y con mala disposición hacia los muggles en general. Eran ellos y unas cuantas familias más que apoyan la segregación y la aprobación del Secreto.


Blaise Zabini ocupaba un asiento en la primera fila, pues era quien acusaba a Harry Potter de intento de asesinato. Los dos hombres muggles que habían sido testigos de la agresión de la cual fue víctima, no estaban presentes. La declaración la habían entregado en el cuartel muggle de la calle Bow, delante del Jefe de los agentes y de Kingsley Shacklebolt, por lo tanto, la presencia física no era necesaria.


También estaba presente en la sala Arthur Weasley, pues era testigo a favor del acusado. Naturalmente era observado con desagrado por muchos de los asistentes.


La sala del tribunal era oscura, pese a estar iluminada con antorchas. Cuando todo el mundo estuvo sentado, Albus Dumbledore ordenó que trajesen al acusado. Harry fue ingresado por una puerta lateral.


Arthur vio con alegría que no traían al pobre chico encadenado como solían hacer en otras ocasiones. Al hombre de pelo rojo le pareció más que nunca que Harry solo era un pobre chico indefenso que era incapaz de causarle mal a persona alguna.


Harry fue sentado en una silla que tenía cadenas y miró con aprensión los grilletes que tintinearon, pero luego con alivio comprendió que al parecer no le encadenarían a la silla. Todo aquello era ya demasiado humillante y no creía que fuese capaz de soportar mucho más. No se atrevía a levantar la vista para observar a esos magos que estaban dispuestos quizá a condenarle a vivir sin alma, si es que a eso le podía llamar vida.


Un mago de barba larga y blanca y con rostro amable se levantó y fue directo hacia él.


-Aquí dice que su nombre es Harry Potter -dijo Albus Dumbledore, mirando el pergamino que tenía en las manos, pero al levantar la mirada hacia el chico se quedó en silencio.


Harry le devolvió una mirada temerosa, ahora que sabía quién había sido su padre se preguntó si ese mago de aspecto amable había reconocido en su rostro las facciones de James Potter, después de todo, su padre había estudiado en Hogwarts, la escuela de magos de Inglaterra que dirigía el hombre que tenía delante.


Harry vio que el hombre asentía después de mirarlo con más atención.


-Diga su nombre completo para el registro, por favor -pidió Dumbledore con voz tranquila.


El chico tragó saliva.


-Me llamo Harry James Potter Evans -respondió el muchacho con la voz más calmada que pudo.

-¿Dónde vive actualmente?


Harry parpadeó medio confuso, pues nunca había tenido una dirección definida.


-No tengo ninguna dirección, vivía en una pensión de la calle Bow en el Londres muggle.

-Bien, esto es parte de la formalidad no se preocupe -dijo Dumbledore -¿A qué se dedica señor Potter?

-Trabajo para el señor Arthur Weasley.

-¿Tiene usted familia señor Potter? -preguntó el mago.

-No realmente, mis padres murieron cuando yo era pequeño, me crie en un orfanato.

-Ya veo -dijo Dumbledore cruzando los dedos pensativo -. Es evidente que ha recibido una buena educación señor Potter, cómo sucedió aquello si creció en un orfanato.


Harry tragó saliva, sabía que era inevitable que esa verdad que le avergonzaba saliera a la luz, en todo caso las personas que le importaban, en este caso el señor Weasley y su familia y ahora su padrino, no le juzgaban por su trato con Lucius Malfoy.


-Hace años conocí a un mago que se ofreció a pagar mi educación -dijo Harry mirando al frente, pero sin ver a nadie.


Lamentó que su padrino no pudiese estar presente desde el inicio del juicio, sería un gran apoyo moral en ese caso.


La respuesta de Harry despertó algunos murmullos en los presentes.


Severus Snape desde un rincón discreto se removió algo incómodo en su asiento. A su lado Draco se mordió el labio con frustración.


-Sabía que esto sería desagradable -se quejó el mago de ojos oscuros.

-Yo no estoy más feliz que tú Severus, pero tenía que venir.


Albus Dumbledore se asombró un poco al escuchar la respuesta de Harry.


-¿Qué edad tenía usted cuando conoció a ese mago?

-Acababa de cumplir trece años señor.

-Naturalmente recuerda el nombre de ese mago.

-Sí, su nombre era Lucius Malfoy.


Otra vez se formó un gran murmullo en la sala. Muchos magos concluyeron que aquel chico había sido uno de los tantos amantes del difunto Conde Malfoy.


-Bien, no creo que al tribunal le importe su relación con el señor Malfoy, por lo tanto, pasaremos a otro punto.


Harry estaba a punto de sentirse aliviado, cuando un enojado y arrogante Blaise Zabini se levantó de su asiento en la primera fila.


-Disculpe, director, pero creo que no debería pasarse por alto el hecho de que este muggle fue amante de Lucius Malfoy.


El mago de barba larga y blanca miró con atención al muchacho moreno.


-Señor Zabini, cuando sea el momento de que presente su testimonio podrá decir lo que desee.

-Creo que el tribunal debería saber que Harry Potter no es más que un ambicioso que solo busca sacar provecho de los magos decentes.


Harry se enfureció tanto al oír a Blaise que le importó muy poco estar delante de un montón de magos que deseaban condenarlo.


-Eso no es cierto, nunca quise sacar provecho de ningún mago, conocí al señor Malfoy por casualidad, es cierto que hice un trato con él, pero solo tenía trece años y no tenía a nadie… tú lo sabes Zabini, él pago mi educación, pero no llegué a ser su amante porque él murió unos meses antes de que yo terminara mis estudios.

-Señor Zabini, no veo que tiene que ver el difunto Lucius en todo este asunto, en todo caso le ruego que no vuelva a interrumpirme, cuando sea su turno de hablar le avisaré.


Blaise miró con desprecio al anciano mago y se sentó con arrogancia.


-Bueno creo que ha quedado muy claro para el tribunal el hecho de que el señor Zabini y usted se conocen -dijo Dumbledore mirando seriamente a Harry -. ¿Es cierto que intentó asesinarlo?

-No, eso no es cierto.

-Es decir que usted no lo atacó.

-Yo solo quise defenderme.

-¿Defenderse?

-Él llegó a la pensión donde yo vivía y me amenazó con su varita.


Draco desde el discreto lugar que ocupaba escuchó las palabras de Harry con interés. Le llamó la atención que el muchacho dijese que vivía en una pensión. Estaba seguro que el día que Harry se había marchado de la mansión había ido directo a vivir con Blaise, al parecer no era así.


-¿El señor Zabini lo amenazó? Pero qué motivos tendría para algo semejante.

-Me odia, me odió desde el mismo momento en que yo le confesé que había hecho un trato con el señor Malfoy, y a pesar de su odio fingió ser mi amigo, supo ganarse mi confianza.

-Eso es algo difícil de comprender.

-Blaise Zabini estuvo siempre enamorado del señor Malfoy, cuando al poco tiempo de conocernos en un parque le confesé el trato que había hecho con el señor Malfoy, hizo todo lo posible por perjudicarme, yo no me daba cuenta. Pero llegó el momento en que mostró abiertamente su odio hacia mí. Esa noche en la pensión no fue la primera vez que intentó hacerme daño, ya lo había intentado antes, por eso me defendí, yo sabía que era capaz de cualquier cosa.

-¿Quiere decir que el señor Zabini le había atacado antes?

-Sí, señor.

-¿Dónde sucedió eso?

-En los establos de la mansión Malfoy.


Draco en su asiento se quedó tieso al escuchar la voz de Harry.


-Explique lo que sucedió.

-Cuando llegué a Londres después de terminar mis estudios me alojé en la mansión Malfoy por orden del señor Thompson, administrador del Conde Malfoy. Viví ahí unas semanas aún sin saber que el Conde había muerto. Después de presentó su hijo y recién supe que había sucedido. No volví a ver Blaise Zabini, hasta la noche en que se presentó sorpresivamente en el establo de la mansión. Me acusó de cosas que yo no comprendía y al final quiso atacarme, pero un mozo de la mansión que se llama Colin impidió que me lastimara, se comportó como un loco aquella vez. Por eso la noche en que se presentó en la pensión yo solo pensé en defenderme.


Dumbledore asintió y miró a los magos del tribunal.


-Imagino que los aurores ya habrán interrogado a ese muchacho que trabaja en la mansión Malfoy.


Kingsley Shacklebolt se levantó.


-Sí señor, el chico llamado Colin Creeavey fue interrogado con Veritaserum, su testimonio coincide totalmente con el del señor Potter.


En su asiento el rostro de Draco pasó por diversos tonos al oír el testimonio de Harry. La noche en que vio salir a Zabini de su establo sacudiéndose la túnica, no era precisamente el epílogo de un encuentro amoroso, todo lo contrario. Se había equivocado terriblemente, juzgó a Harry de la peor forma, ni siquiera le dio la oportunidad de explicarse, quiso creer que el chico de ojos esmeraldas lo había traicionado con su enemigo.


De pronto se sentía terrible, sufrió tanto al creerse burlado y lo cierto era que el único que tenía derecho a sentirse traicionado en aquella historia era Harry. Traicionado por él. Lo había echado a la calle sin una explicación. Creyendo que el chico correría a los brazos de Zabini, cuando en realidad lo estaba dejando a su suerte.


Zabini odiaba a Harry, esa era la verdad. Nunca tuvo un interés amoroso, solo deseaba hacerle daño y él había contribuido a los planes de su enemigo.


A su lado, Severus Snape experimentó cierto remordimiento al comprender que el chico muggle no se había burlado de Draco. Pero aunque fuese inocente en aquel aspecto no podía olvidar que su ahijado había perdido la cabeza por Harry al punto de querer renunciar a toda su vida. Ahora le preocupaba la reacción de Draco ante esta nueva situación, era muy capaz de correr a los brazos del muggle a suplicar perdón; no le quedaba otra cosa que confiar en que Harry Potter no le perdonara, solo de ese modo el chico rubio estaría a salvo de sí mismo.


-Bueno señor Zabini todo parece indicar que el ataque que aseguró haber sufrido no ha sido tal.


En ese instante se levantó de su asiento el señor Parkinson.


-No pueden darle más importancia y credibilidad al testimonio de un muggle que trabaja como mozo de establo que a las palabras de un mago -reclamó el mago.

-Solo se le ha dado la importancia que tiene, sabemos que no ha mentido puesto que fue interrogado con Veritaserum. Aquí estamos para establecer la verdad de los hechos, eso es lo más importante -dijo Albus Dumbledore.

-Los hechos a mi parecer y estoy seguro de representar el pensamiento de muchos de los magos de este tribunal, es que de una vez por todas se debe terminar con esta convivencia de magos y muggles, será el único modo de evitar que sucesos desagradables como estos vuelvan a ocurrir.


Varios magos levantaron la voz para hacer saber que estaban de acuerdo con lo que acababa de expresar el señor Parkinson.


Albus Dumbledore sonrió, era justamente eso lo que había esperado que sucediera.


-Señor Parkinson, este tribunal se ha reunido para aclarar un incidente puntual, no para cuestionar la conveniencia de la abierta relación de las comunidades mágica y muggle.

-Dumbledore, usted sabe que estamos en un momento crucial, la aprobación del Estatuto del Secreto es inevitable.

-La aprobación del Estatuto del Secreto no se relaciona con este caso, aquello es una cuestión de política, aquí es otra cosa la que estamos discutiendo.

-Se equivoca -dijo Blaise Zabini levantándose otra vez -. Esto tiene mucho que ver con la aprobación del Estatuto. Los miembros del tribunal deben saber que este muggle, llamado Harry Potter, en realidad es un mestizo… una aberración.


Albus Dumbledore no se mostró para nada impresionado con las palabras de Blaise Zabini, pero en cambio el resto de la gente que estaba en la sala comenzó a levantar la voz, muchos se alteraron bastante.


-Señor Zabini, comprende la seriedad de la afirmación que acaba de hacer, ¿tiene cómo probarlo?

-No necesito probar nada, me bastó investigar los orígenes de Potter. Él es hijo de James Potter, último descendiente de esa familia que desapareció misteriosamente hace como veinte años. Muchos dijeron que había marchado al extranjero o que estaba muerto, pero lo cierto es que desapareció porque se casó en secreto con una muggle llamada Lily Evans, fue ayudado por su mejor amigo, un mago de nombre Sirius Black, que también desapareció misteriosamente.


Harry se puso muy nervioso al ver que los magos presentes le miraban con una mezcla de desprecio y enojo. Uno de los poco que le observó con asombro fue Arthur Weasley.


-¿Puedo preguntarle señor Zabini donde consiguió esa información?

-Con la hermana de la madre de Potter. Si duda de lo que digo puede interrogarla con Veritaserum -respondió Blaise -. Pero sabe que digo la verdad, usted enseñaba en Hogwarts hace veinte años y conoció a James Potter, sabe que el que está sentado en esa silla es su hijo.


Albus Dumbledore no necesitaba interrogar a nadie para saber que Blaise Zabini decía la verdad, Harry Potter era el vivo retrato de su padre James. Le asombraba eso sí que nadie más se percatara antes de la semejanza, tal parecía que veinte años eran suficientes como para olvidar por completo a un miembro de la comunidad mágica.


-Es posible que sea cierto lo que dice señor Zabini con respecto al padre de este chico, sin embargo, en relación a la identidad de la madre no podemos asegurar nada, creo que harían falta pruebas más concluyentes y, por el momento no las tenemos.

-La hermana de la madre de Potter vive en Surrey. Que se presente en este tribunal y dará testimonio de que su hermana muggle llamada Lily Evans se casó en secreto con un mago llamado James Potter.

-Señor Zabini, este tribunal no se reunió para establecer la filiación del señor Potter, sino para juzgar un caso de supuesta agresión.


Draco estaba completamente aturdido con lo que estaba escuchando. Hubiese esperado cualquier cosa menos el descubrir que Harry era mestizo. En el primer instante se sintió horrorizado, se suponía que uniones entre magos y mujeres muggles estaban prohibidas justamente para evitar el nacimiento de magos mestizos. Desde hacía siglos se pensaba que un mestizo era una aberración, pues en el fondo no se le podía considerar un mago por completo, pero tampoco un muggle totalmente.


No se tenía certeza de lo que podía implicar un ser de sangre mezclada, por ese motivo la sola idea resultaba horrorosa tanto para los magos como los muggles. Pero Draco a pesar de lo impresionado que estaba, no podía olvidar que era Harry, el ser más maravilloso que había tenido la suerte de encontrar, conocía su corazón, su bondad, su sencillez, su dulzura. Harry era la única persona a la que había logrado amar y sin embargo, cegado por los celos y su tonto orgullo le hizo daño.


Blaise se enfureció al oír la respuesta de Dumbledore. Deseaba que Harry fuese castigado por ser mestizo, pero sobretodo porque Lucius lo había elegido.


-¿A caso este tribunal pretende que Potter se marche como si nada? Si eso sucede muy pronto estaremos plagados de mestizos y los verdaderos magos termináremos siendo minoría. No podemos aceptarlo como si fuese un igual, es un mezclado.

-Señor Zabini, pretende que lo condenemos por ser mestizo. El señor Potter no tiene la culpa de eso. El no conocía su verdadero origen, usted mismo lo ha dicho.

-No lo sabía, pero ahora lo sabe y lo mínimo decente que puede hacer es no acercarse jamás a un mago, su cercanía es un insulto, su sola presencia nos infecta.


Draco al escuchar las palabras de Blaise sintió deseos de sacar su varita y enviarle una maldición. Sin poder contenerse se levantó de su asiento antes de que Snape pudiese evitarlo.


-El único que nos infecta su presencia eres tú Zabini, siempre fuiste una víbora ponzoñosa. Odias a Harry Potter porque mi padre se fijó en él, pese a ser un campesino pobre y sin educación. En cambio a ti jamás te miró, tú para mi padre jamás exististe a pesar de todo lo que intentaste para seducirlo.


La voz de Draco resonó dentro de los muros de piedra como un estruendo. El silencio que se formó a continuación fue abrumador. Los magos presentes volvieron la cabeza para mirar al muchacho rubio que estaba parado en la parte más alta de la sala.


Harry sentía que iba a desmayarse, había tenido fuerzas para soportar todo, pero ver Draco ahí y escucharle decir aquello era demasiado. No entendía porque el muchacho rubio estaba presente en el juicio, y menos podía comprender porque acababa de decir aquello. No tenía sentido, no podía ser que hiciera eso para ayudarle.


-¿Qué hace él aquí? -fue lo único que pudo preguntar Blaise Zabini fuera de sí.


Dumbledore experimentó satisfacción a pesar de no comprender el motivo de la presencia del hijo de Lucius Malfoy en la sala.


-Señor Malfoy, no estaba enterado de que sería usted parte de este juicio -dijo Albus Dumbledore mirando hacia donde estaba Draco.

-No lo soy director, pero no podía guardar silencio. Los miembros del tribunal tienen que saber que lo único que Zabini ha pretendido con este juicio es vengarse de Harry Potter. Su arrogancia no le dejó comprender ni aceptar que el hombre del que ha estado enamorado por años, mi padre, no lo quiso, pero en cambio se interesó por un chico muggle… porque eso de que Harry sea un mestizo aún no se ha probado.


Harry desde su asiento no quería mirar a Draco. Sentía un dolor agudo en el pecho, no entendía porque estaba diciendo aquellas cosas, como si quisiera ayudarlo, eso no tenía sentido porque a Draco no le importaba su suerte. Eso lo tenía claro desde el momento en que el rubio le había corrido de la mansión. Luego de meditarlo por un segundo, concluyó que el rubio quería desacreditar a Zabini, sí era eso, él había sido testigo del odio visceral que Draco le profesaba al que una vez había llamado amigo.


Tras las palabras de Draco el tribunal se llenó de murmullos y conversación de bajo tono.


Dumbledore llamó a la calma. Creía que lo dicho por Draco Malfoy, en caso de ser verdadero, debía ser tomado en cuenta, porque el tribunal no podía ser utilizado para venganzas personales. Por otra parte tampoco debía utilizarse como medio para aprobar leyes como el Estatuto del Secreto. Según su parecer los magos no debían utilizar a un chico muggle como subterfugio sin importar si el fin que perseguían era más o menos injusto.



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