Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sin corazón por zandaleesol

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Título: Sin corazón

Personajes: Harry/Draco

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de JK Rowling, solo los tomo prestados para divertirme con ellos, no percibo ningún beneficio económico.

Advertencia: Universo Alterno. Mpreg. Otras.



Capítulo 23.


No sería fácil buscar una excusa para ausentarse de la Madriguera sin despertar sospechas. Le dio vueltas al asunto hasta encontrar una idea que fuese creíble. Y la encontró. Aseguró a su madre que deseaba comprar en el callejón mágico de Londres un regalo para Harry. Afortunadamente la protectora mujer no se ofreció a ir con él, pues estaba organizando una cena para esa noche como despedida para Harry y su padrino. Prometió que no tardaría en volver.


Se apareció en Londres. Justo en la entrada del Caldero Chorreante, la taberna donde se reunían magos en exclusiva, pero que también visitaban los muggles que conocían su existencia, pues el lugar no era visible a simple vista.


Escudriñó el sitio con lentitud y finalmente avistó a la persona que buscaba. Remus sentado delante de una humeante taza de té miraba con aire distraído. El corazón se le disparó con solo observar al hombre. Era tan atractivo. Algo que notaban también quienes ocupaban las mesas cercanas, pues no dejaban de echarle ojeadas muy interesadas al solitario mago. Una sensación muy agradable se posó en su corazón, ese hombre que llamaba tanto la atención por su atractivo, era suyo, solo suyo. Sonrió y caminó hacia el mago.


Remus le vio venir y se levantó con una sonrisa, mientras extendía su mano para que el muchacho tomase la suya, dejando muy claro a quienes les observaban que eran algo más que amigos.


-¿Tú madre no puso objeción en que vinieses solo?

-No. Está muy ocupada organizando la cena de esta noche.

-Tenemos poco tiempo -dijo Remus.

-Así es. Espero que el tal Snape no se niegue a recibirnos.

-Lo sabremos dentro de poco.

-Entonces no perdamos un minuto más.


Los dos se levantaron al mismo tiempo. Remus hizo amago de sacar dinero para pagar su cuenta, pero Ron lo detuvo.


-No, no es necesario, Tom me conoce, le diré que lo anote en la cuenta de mi padre.


Remus iba a rechazar la idea pero Ron insistió.


-En esta situación hasta los segundos cuentan -dijo el pelirrojo.


Remus asintió.


Ron se acercó al mesón y habló brevemente con el hombre, este asintió con una sonrisa y levantó la mano a modo de despedida.


Salieron al exterior y se encaminaron con prisa hacia la calle Bond, lugar donde estaba ubicada la casa del Conde Malfoy.


Cuando se encontraron frente a la propiedad Ron no pudo más que asombrarse, el lugar era imponente. Intercambió una mirada con Remus y luego avanzaron hasta llegar a la puerta. Después de llamar se quedaron con los ojos fijos en la aldaba de bronce a la espera de que la puerta por fin se abriera. Esperaron lo que les pareció un siglo. Finalmente el hombre de impecable traje negro y aspecto altivo abrió la puerta. Su atuendo de magos naturalmente les brindó cierta relevancia a los ojos del mayordomo, le hombre inclinó la cabeza con aire respetuoso.


-Buenas tardes, necesitamos hablar con el señor Severus Snape, es urgente —dijo Remus con tono suave, pero remarcando de modo especial las últimas palabras.

-¿A quién debo anunciar? -preguntó el mayordomo mientras abría la puerta para dejarles entrar.

-Ronald Weasley y Remus Lupin, por favor.


El mayordomo asintió y les condujo hasta la sala de invitados, antes de ir en busca de Snape les ofreció té, pero ambos lo rechazaron.


Ron aprovechó la salida del mayordomo para observar a sus anchas el sitio. No le cupo ninguna duda de que Malfoy tenía motivos para ser tan arrogante, se notaba que era obscenamente rico.


-Es una casa muy elegante -observó Remus.

-Sí, y Harry me contó que poseía una mansión en Surrey.

-Si Harry lo aceptara viviría como un Rey.

-Está claro que eso no le importa -respondió Ron.


Remus iba a decir algo más pero en ese momento entró a la sala Severus Snape.


No le sorprendió cuando el mayordomo le informó que en la sala había dos magos que preguntaban por él. Pero aquello cambió cuando vio de quienes se trataba. El más joven era indudablemente un Weasley. El otro era ese hombre que acompañaba al padrino de Harry Potter.


Ron y Remus se levantaron enseguida.


-Buenas tardes -saludó Remus el primero -. Soy Remus Lupin y el joven es Ronald Weasley.


Snape inclinó la cabeza de modo cortés pero frio.


-Me queda muy claro quiénes son, pero no así el motivo de esta visita -dijo Snape con aire desconfiado.

-Naturalmente que no le molestaríamos si el motivo no fuese importante.


Snape asintió.


-Y supongo que ese motivo importante tiene nombre y apellido, ¿o me equivoco?

-Efectivamente. Estamos aquí por Harry.

-¿Él los envió? -preguntó Snape.

-No -intervino Ron -. Ni siquiera imagina que estemos aquí.


Snape alzó una ceja.


-Ah, hacen esto a sus espaldas -dijo Snape con cierto retintín.

-Hacemos esto por una razón muy poderosa -respondió Remus con tono duro.

-¿Y cuál sería esa razón?

-Harry ama a su ahijado.

-No fue eso lo que dijo cuándo Draco, en un acto totalmente indigno a mi parecer, fue a humillarse ante él.

-Harry está enojado con Malfoy, y con todo derecho -intervino Ron sin poder contenerse.


Snape no respondió.


-Mire señor Snape, jamás pasaríamos por encima de la decisión que tomó Harry con respecto a su ahijado si no estuviésemos convencidos de que es un gran error y que más tarde lo lamentará.

-Harry se marcha mañana con su padrino a Alemania -aportó Ron.

-¿Y qué esperan que haga yo? ¿Qué se lo impida? -preguntó Snape.

-Pues debería -dijo Remus.


Snape esta vez sonrió mordaz.


-El señor Potter le ha causado bastantes sinsabores a Draco. Me alegro de que se marche por fin. Mi ahijado podrá continuar su vida en paz.

-Sí, podría seguir su vida en paz, no hay duda -dijo Remus -, e ignorar por siempre que tiene un hijo al que nunca conocerá.


Snape dio un respingo.


-¡Qué!

-Harry espera un hijo de Malfoy -dijo Ron sin más.

-Eso es imposible -susurró Snape.

-Soy sanador -explicó Remus -. Yo mismo realicé las pruebas. Harry espera un hijo, y el padre es su ahijado.


Snape le miró con desconfianza.


-Por su mirada puedo deducir que no me cree -dijo Remus.

-¿Por qué Potter no se lo dijo a Draco cuando lo vio hace unos días?

-Creí que entendía la razón -respondió Remus.

-¿Será porque ahora que sabe de su origen mágico es demasiado arrogante? -preguntó el mago de ojos negros.

-Harry no es arrogante -intervino Ron -. Está seguro de que Malfoy no lo ama. No quiere que se sienta obligado solo por el bebé.

-Sí Draco no lo amara nunca hubiese pensado en renunciar a todo por él -dijo Snape con tono rencoroso -. Fue hasta Surrey a decirme que se casaría con Potter, aun conociendo las consecuencias de algo tan estúpido.

-Es justamente lo que Harry necesita saber.

-¿Necesita una prueba? -preguntó Snape con tono irónico.

-No olvide que su ahijado lo expulsó de esta casa. Es natural que ahora Harry necesite una prueba irrefutable.


Snape miró a Remus nada convencido. Los engranajes de su cerebro comenzaron a trabajar con rapidez. Potter esperaba un hijo de Draco. Eso cambiaba las cosas de un modo brutal. Había tenido la esperanza de que su ahijado pudiera olvidarse del moreno, pero le conocía mejor que nadie, era terco y caprichoso; aunque Potter se fuese al fin del mundo Draco seguiría amándolo. Un hijo, pensó una vez más el hombre. Era increíble la fortuna de Potter. Siendo un crio de trece años, harapiento y sucio logró encandilar a Lucius al punto de que éste cambió su vida, después siguió con Draco.


En sus manos estaba la felicidad de su ahijado. Era tan simple como entregarle a Potter el recuerdo de esa conversación en Surrey, con eso no continuaría poniendo en duda el amor que Draco sentía por él.


-Aunque Potter tenga sangre mágica, no se merece a Draco -dijo Snape, y no dejó de advertir la mirada decepcionada que intercambiaron el mago mayor y el joven -. Sin embargo, ese bebé será un Malfoy también, tiene derecho a tener un hogar de verdad.


Snape caminó con paso lento por la sala sopesando lo que diría enseguida. Draco no había conocido lo que era un hogar de verdad debido a la temprana muerte de su madre y la despreocupación de su padre. A su hijo no podía ocurrirle lo mismo. Estaba seguro de que nunca llegaría a simpatizarle Potter, pero era la persona que Draco amaba, y amaría por el resto de su vida. Con un hijo de por medio ya no quedaba nada más que resignarse a lo inevitable.


-Pondré a disposición de Potter mis recuerdos sobre esa conversación, que espero disipe sus dudas. Pero una cosa les advierto -agregó el mago con tono un tanto amenazador -, si pese a todo Potter se empeña en marcharse, que no piense ni por un momento que Draco no reclamara sus derechos de padre, ¿queda claro?


Remus y Ron se miraron otra vez. Sabían que las cosas no llegarían a ese extremo, Harry estaba loco por Draco y además poseía un corazón demasiado noble como para actuar de modo mezquino. Sin embargo, Remus pensó que tampoco debía permitir que Snape creyese que la posición de privilegio que tenía Draco en la comunidad mágica le otorgaba derechos que estaban por encima de los de Harry, por si acaso.


-La idea señor Snape es que ese bebé nazca al abrigo de sus dos padres, que tenga un hogar. Si por desgracia aquello no fuese ya posible, le aseguro que Harry cuenta con el apoyo de mucha gente que hará lo necesario para que sus derechos sean respetados y, aunque su ahijado sea dueño de la fortuna más grande de la comunidad mágica y con influencias poderosas, el bebé de Harry es SUYO y nadie cambiara eso.


Snape sopesó por unos segundos las palabras de Remus. Lo mejor era resolver ese asunto de forma amigable, pues Draco tenía algunos antecedentes en contra. Lo primero era el haber expulsado a Potter de su casa. En una eventual pelea por ese bebé que aún no nacía aquello jugaría en contra del chico rubio. Lo otro era que muchos dirían que se había aprovechado de su posición de poder y privilegio para seducir a Potter, aunque él seguía pensando que era Potter quien se le metió por los ojos a Draco. Pero Snape era un hombre duro y no pensaba mostrarse débil al respecto.


-Concuerdo en que lo ideal para el bebé sería un hogar donde existiera el amor y el respeto. No deseo lo contrario, solo quiero que Potter tenga claro que Draco es el otro padre y nada cambiara eso jamás. Su intención de marcharse sin decirle a Draco de su estado me hace tener dudas al respecto.

-Harry no quiere imponerle el bebé, no quiere sentir que lo obliga a algo, ninguno esperaba que sucediera. Después de todo los magos buscan a muggles como amantes porque es imposible que se embaracen -intervino Ron.


Snape comprendía el argumento de ese chico pelirrojo. Era cierto, su ahijado se metió en la cama con Potter sin imaginar que éste acabaría embarazado. De pronto recordó las palabras de Draco sobre cómo estaban destinados el uno al otro. Snape por primera vez comenzó a pensar que tal vez algo había de verdad en eso.


-Tengo un Pensadero -dijo el hombre de ojos negros sin más -. Lo pondré a disposición de Potter junto con mis recuerdos. No le quedaran dudas de que Draco lo ama.

-El Traslador internacional de Harry y su padrino se activara mañana al mediodía -explicó Remus.

-Esta misma noche me presentaré para darle el Pensadero -dijo Snape.


Remus y Ron intercambiaron una mirada de amorosa complicidad.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Harry caminó hasta la colina y desde ahí admiraba ese paisaje que tanto le gustaba. Eran los primeros días de noviembre. Al día siguiente partiría con Sirius hacia Colonia. Su padrino le había explicado que utilizarían un Traslador, pues como él no tenía entrenamiento mágico no podían aparecerse. Sirius estaba feliz con ese viaje, le hacía gran ilusión compartir su hogar con él. Ojala pudiese sentirse así de emocionado y feliz, pero no podía. Nunca más vería a Draco. Unos cuantos días atrás el muchacho se había presentado ahí para decir que lo amaba y él le rechazó. Hubiese sido tan sencillo lanzarse en los brazos del chico rubio, y olvidar todo. Draco quería estar con él ahora porque conocía su condición de mago, sin entrenamiento, pero mago de todos modos. Jamás aceptaría algo así, ni siquiera por su bebé.


Lo mejor era marcharse. Draco jamás sabría que esa noche de pasión irreflexiva había dejado una consecuencia. No se sentiría obligado a responder por un hijo que no buscó jamás. El sentido del deber que tenía el chico rubio le hubiese atado para siempre a él. No quería eso.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


La cena preparada por la señora Weasley era abundante y exquisita. Hasta el pastel lucía primoroso sobre el aparador de la sala de estar. La mayoría de los miembros de la familia de pelirrojos estaba presente esa noche.


Sirius les contaba a los integrantes de la familia los planes inmediatos que tenía para la nueva vida que le procuraría a su ahijado. Remus y Ron intercambiaban miradas de vez en cuando. El reloj de la sala anunció las siete de la tarde y todos se pusieron en movimiento pues era la hora en que se servía la cena. Cuando se aprestaban a tomar asiento en el lugar asignado una visita sorpresiva hizo que la barrera mágica, que se mantenía levantada por precaución, vibrara. Arthur Weasley miró a todos un poco sorprendido.


Sirius se tensó y adquirió una postura vigilante, su mano instintivamente buscó la varita en el interior de la túnica mientras caminaba detrás del señor Weasley cuando éste se dirigía hacia la puerta. Remus miró fugazmente a Ron.


-Es un poco extraño que alguien venga a esta hora -comentó Arthur mientras abría la puerta que daba al patio de enfrente.

-Quizá se trate de alguno de esos magos fanáticos que detestan la idea de que magos y muggles se mezclen -aportó Sirius.


Remus se levantó y fue detrás de Arthur y Sirius. Los tres salieron de la casa. Harry sintió algo de preocupación, cosa de la que se percató Ron.


-No te preocupes Harry. No es nada. Debe ser alguien que desea hacer negocios con mi padre.


Arthur Weasley caminaba hacia la barrera mágica, era noche cerrada y se iluminaba con la varita que llevaba un poco en alto. Sin levantar la barrera dirigió la varita hacia el sitio en que esta vibraba y vio a un hombre que le resultó familiar pero que no identificó de inmediato.


-Buenas noches -saludó el visitante.

-Buenas noches -respondió Arthur un poco desconcertado.

-Sé que es tarde para visitas, pero es muy importante que hable con Harry Potter -dijo el hombre.

-¿Quién desea hablar con Harry? -preguntó la voz de Sirius tras el señor Weasley, mientras se adelantaba.


Sirius recordó perfectamente a Snape, después de todo, durante el juicio del Wizengamot estuvieron frente a frente.


-Yo -respondió Snape con tono frío.


Sirius le miró con desconfianza.


-Si trae algún mensaje de su ahijado…

-No soy el mensajero de nadie -dijo Snape con tono seco -.Quiero hablar con Potter.

-¿Para qué?

-No es asunto suyo.


Sirius se adelantó un paso hasta quedar a un centímetro de Snape.


-Lo es, se lo aseguro.


Remus decidió intervenir.


-Iré por Harry.

-No Remus -dijo Sirius con tono frío. -. Harry no tiene nada que hablar con este… señor.
-Sirius, eso solo puede decidirlo el mismo Harry.

Sirius apretó la mandíbula. A veces odiaba la ecuanimidad de su amigo.


Se hizo un breve silencio. El señor Weasley reaccionó.


-Me imagino que deseara hablar con Harry en privado -dijo Arthur a Snape mientras le dirigía una mirada dudosa a Sirius.

-Sí, necesito hablar con él a solas.

-Bueno como hace un poco de frío quizá no debamos hacer salir a Harry.

-Por supuesto -respondió Snape.


Arthur guio en silencio a Snape hacia la casa.


Cuando el señor Weasley entró seguido de Snape todo quedó en silencio. Harry experimentó miedo, pues lo primero que le vino a la mente fue Draco. Debía ocurrir algo malo como para que Snape se presentara ahí. Sin pensarlo siquiera se acercó al hombre que con solo su mirada le hacía temblar.


-¿Le ocurre algo malo a Draco? -fue lo primero que preguntó Harry.


Snape miró al muchacho estudiándolo. No acababa de convencerse de que fuese un mago, y uno embarazado por si fuera poco. Apenas creía que se tratara del mismo que había conocido cinco años atrás. Si alguien le hubiese dicho en ese tiempo que ese muggle sucio y pobre desencadenaría tantos sucesos increíbles y extraños en la vida de Draco, de ningún modo le habría creído.


-Draco está bien… dentro de lo que cabe.


Harry sintió alivió. Y la pregunta obvia era ¿Qué hace usted aquí entonces?


-Necesito hablar con usted Potter -dijo Snape respondiendo a la silenciosa pregunta del chico -. En privado -agregó.


Harry se puso más nervioso de lo que reconocería jamás. La perspectiva de estar a solas con ese hombre le hacía temblar, sin embargo, tenía orgullo suficiente como para no mostrarlo. Dirigió su mirada hacia Sirius, pero éste no le miraba a él sino a Snape y de un modo que hacía pensar que en cualquier momento le enviaría una maldición. Se volteó a mirar a la madre de Ron.


-Señora Weasley…

-Claro querido -respondió la señora -, puedes utilizar el estudió de Arthur.


Harry odiaba ser en ese momento el centro de atención de todas las miradas. Por eso se concentró únicamente en Snape y con una señal silenciosa le indicó que le siguiera. Una vez dentro de la pequeña habitación, el chico de ojos esmeraldas se dio valor para enfrentar la mirada del hombre pese a lo mucho que le intimidaba con ese aire sombrío que poseía.


-Usted dirá que necesita hablar conmigo, señor -dijo Harry de modo educado pero con tono duro.


Snape en vez de responder introdujo la mano en el bolsillo interior de su túnica y sacó la varita, cosa que hizo que Harry palideciera abruptamente y solo atinó a retroceder asustado.


-Descuide, señor Potter -dijo Snape en un tono en el que apenas se apreciaba un dejo de burla -, no pienso maldecirlo, solo pondré un hechizo para que nadie escuche nuestra conversación.


Harry miró con desconfianza al mago y su varita, pero asintió levemente.


Snape sacó algo de otro bolsillo de su túnica y lo depositó en la mesa. Tras una elegante floritura el pequeño objeto tomó una forma más definida ante los ojos asombrados de Harry. Una vasija de piedra ocupó una buena parte del escritorio del señor Weasley. El muchacho comprendió que debía tratarse de algún artilugio mágico, pero no comprendía que pretendía aquel mago con tal objeto.


-Presumo que nunca ha visto algo como esto -dijo Snape mirando fijamente a Harry.


Harry miró con curiosidad el objeto y luego negó con la cabeza.


-Es un objeto mágico no muy común la verdad. Solo unos cuantos magos tienen uno como este. Se llama Pensadero.

-¿Para qué sirve? -preguntó Harry sin comprender lo que pretendía el mago.

-Tiene como objetivo contener recuerdos.

-¿Habla en serio? -preguntó Harry un tanto escéptico.

-Si hubiese crecido entre magos y asistido a Hogwarts o cualquier otra escuela de magia no preguntaría eso.

-Sí, pero como se habrá enterado soy huérfano, y no soy culpable de crecer con muggles -le recordó Harry con tono frío.


Snape ignoró la respuesta y se acercó al artefacto, luego, ante el asombro de Harry, dirigió la varita hacia su cien y con esto una hebra de color azul salió de la punta y con sumo cuidado la depositó dentro de la vasija de piedra.


-Acérquese -dijo Snape con tono imperioso.


Harry dudó un instante.


-Ya le dije que no corre ningún peligro.


El chico avanzó con cierta cautela.


-Entrará conmigo al Pensadero, necesito mostrarle algo -dijo Snape.


Harry sintió pánico. Era absurdo, cómo pensaba ese hombre entrar en esa vasija de piedra.


Snape movió la cabeza en señal de impaciencia.


-Deje de pensar como un muggle Potter, aunque sea por un minuto. Es un mago, y aunque no tenga entrenamiento le aseguro que está preparado para esto.


El chico parpadeó confuso. Se preguntó si sería posible que ese hombre le hubiese leído el pensamiento. Ignoraba tanto acerca de los magos que quizá fuese posible tal cosa.


Snape rodó los ojos.


-Leer el pensamiento es algo vulgar Potter -dijo Snape respondiendo a lo que el chico acababa de pensar -. La mente no es una cosa que se lee como si fuese un libro. Tendría que darle una clase muy larga para que su cerebro muggle pudiera entenderlo y no tenemos tanto tiempo.

-Está seguro de que no me sucederá nada malo si entró con usted a ese… Pensadero.

-Nada. Jamás haría algo que pusiera en peligro su integridad física Potter, no soy ningún irresponsable.


A Harry le pareció un poco extraña esa repuesta, especialmente porque venía de un mago al que él no le simpatizaba ni un poco.


-Venga -ordenó Snape.


Harry comprendió que no podría negarse sin ser considerado por ese hombre un cobarde, así que con más resignación que ganas se acercó al escritorio donde estaba el recipiente de piedra. Experimentó un brusco sobresalto cuando el mago le tomó del brazo y una sensación de estar volando le invadió.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


En lo que a Harry le pareció apenas un instante se vio en otro sitio. Era una habitación muy bien decorada, lujosa a decir verdad. Miró a Snape de modo interrogativo.


-Estamos en la mansión de Surrey.


Un ruido llamó la atención de Harry. Observó y entonces vio a un hombre sentado tras un escritorio que leía unos documentos. Era el mismo hombre que tenía a su lado.


-Es mi recuerdo el que está viendo Potter -explicó Snape.


De pronto el Snape sentado tras el escritorio apartó la silla y se levantó. Harry quiso retroceder.


-No se preocupe, es solo mi recuerdo no puede vernos ni oírnos.

-No entiendo porque me muestra esto -susurró el chico.

-Ya lo comprenderá -dijo Snape, mientras el otro Snape se levantaba para prepararse un trago y luego regresaba a su asiento tras el escritorio.


De pronto la puerta se abrió y Draco entró a la habitación. Harry debió contener el aliento.


-¡Al fin! Creía que vendrías a primera hora de la mañana.

-Hola Severus -respondió el rubio -. Era mi intención, pero algo me retrasó.

-Debió ser algo importante.

-Lo es.


Solo entonces el hombre de ojos negros levantó la vista y miró a su ahijado.


-¿Sucedió algo? -preguntó con interés -. Te ves diferente.


Draco pensó que era tonto retrasar lo inevitable.


-La verdad sí, sucedió algo importante.

-Y supongo que deseas compartirlo conmigo.

-Por supuesto, eres mi familia Severus, jamás te ocultaría nada.

-Hmm… eso suena preocupante ¿Qué ha pasado?

-Se trata de Harry Potter.


Severus Snape de inmediato se puso tenso. Miró a Draco intentado buscar un indicio de lo que sucedía y, lo encontró.


-Draco, por favor que no sea lo que estoy pensando.

-No sé lo que estás pensando Severus.

-Me pareció extraño que desearás quedarte en Londres, siendo que ese muggle estaba en la mansión. Ahora veo que no lo despachaste como se suponía que harías.

-Él no tenía a nadie.

-Pero ahora te tiene a ti, ¿no es así?

-Severus…

-¿Es así?

-Sí.


El hombre no necesitaba preguntar más para comprender la envergadura de aquello. Se levantó enfurecido del sillón.


-¡Demonios Draco! ¿Cómo puedes ser tan estúpido?

-No tienes derecho a hablarme de ese modo -respondió el muchacho con tono enojado.

-Claro que lo tengo. Si no soy yo, ¿quién? Soy tu padrino y mi deber es protegerte de sujetos como Harry Potter.

-No hables así de él, Harry es bueno.

-¿Bueno en la cama? Porque es evidente que se te ofreció, de otro modo ni siquiera estaríamos hablando de esto.

-No tienes idea de nada Severus.

-Que no tengo idea de nada. No eres más que un mocoso idiota, yo he vivido más que tú, tengo más experiencia y sé cómo los muggles no pierden oportunidad de seducir a un mago.

-Yo no siquiera he mencionado la palabra seducción y tú…

-¿Y piensas que es necesario decirlo? Se te ve en la cara que ese muggle te ha vuelto loco.

-Harry no me ha vuelto loco, no se trata de eso.

-Ya no te refieres a él como «el muggle ese», ahora es Harry. Después de todo eres igual a Lucius.

-¡Yo no soy como mi padre!

-Lo eres después de todo. Este muggle es solo el primero, después vendrán otros.

-Yo no soy como mi padre Severus. No habrá otros… Harry es el primero y será el único.

-Nunca pensé que me decepcionarías de este modo.

-No quiero hacerlo Severus, por favor, esto no es un capricho.

-No Draco, no es un capricho, es peor… es una traición a todo lo que eres. Dónde está tu orgullo.

-Mi orgullo está intacto, te lo aseguro.

-Te has rebajado por completo. Pero supongo que no hay remedio, solo espero que esta estupidez pase pronto.

-Amo Harry, y pretendo casarme con él.


Estas palabras sí que descolocaron al hombre de ojos negros. Miró al muchacho rubio espantado. Draco no era como su padre, era mil veces peor.


-¡Por Merlín! ¿Es que acaso estás demente? ¿Cómo vas a casarte con un muggle si eres un mago? ¿O es qué has olvidado que nuestras leyes prohíben uniones con muggles?

-No lo he olvidado.


Severus Snape miró por un segundo al muchacho con ojos furiosos, pero después comenzó a calmarse.


-No puedo creerlo, has enloquecido por completo. Ninguna ley mágica reconocería tu matrimonio, es más que seguro que serías enviado a Azkaban de por vida…

-Existen casos de magos que se han casado con muggles.

-No son más que rumores, no hay pruebas. Esos magos, si es que se les puede llamar de ese modo, han desaparecido de la comunidad… nunca se ha vuelto a saber de ellos y… -en este punto Severus Snape se detuvo -¡Por Merlín! No estarás pensando en hacer eso, huir con Potter y vivir como un muggle cualquiera.

-Si no tengo alternativa, lo haré.

-¿Y crees qué voy a permitirlo? ¿Crees realmente qué me quedaré de brazos cruzados viendo como destruyes tu vida?

-Tú lo has dicho Severus. Es mi vida.

-No te atrevas Draco, porque no sabes de lo que soy capaz.

-No me harías daño, eso lo sé.

-No, pero ese muggle podría terminar muy mal Draco si insistes en tu locura.

-Severus, no serías capaz.

-No me conoces tanto como crees Draco, no me desafíes.

-No puedo creer que me estés amenazando.

-No es una amenaza, es una advertencia. Desiste de ese muggle, si te importa tanto como dices.

-Hubiese esperado algo así de mi padre, pero no de ti, no puedo creerlo.

-No sé qué diría Lucius si estuviera vivo. Bueno pensándolo bien, si viviera ese muggle se hubiese metido a la cama de tu padre para saldar su deuda… no en la tuya.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Harry estaba tan abrumado que apenas se percató de que era jalado por una fuerza invisible. Otra vez estaba en medio del despacho del señor Weasley. Snape le soltó rápidamente y se apartó.


El muchacho tardó unos segundos en levantar la vista hacia el hombre que le miraba con seriedad.


-Draco estaba dispuesto a todo por usted Potter. Por eso reaccionó de aquel modo cuando creyó que usted le engañaba con Zabini.


Snape creía que el saber aquello supondría un alivio para Harry pero no era así.


-Potter, dele otra oportunidad a Draco.


Harry miró con tristeza al hombre.


-Es realmente absurdo que sea precisamente usted quien me pida eso. Después de todo yo me metí en la cama de Draco solo para saldar una deuda, usted mismo lo dijo.

-Sí Potter, lo dije porque era lo que creía en ese momento.

-Entonces ha cambiado de opinión ahora que sabe que soy un mago.

-No se trata de eso Potter. Usted y Draco aún tienen una oportunidad de ser felices.

-Solo ahora piensa en la felicidad de su ahijado.

-Siempre he pensado en él -dijo Snape categórico -. Potter no se haga la victima de esta historia. Usted aceptó ser el amante de un mago a cambio de una educación así que…

-No fue a cambio de una educación. Fue a cambio de una vida en la que no tuviera que escapar continuamente del miserable que solo quería violarme. Pero usted no puede entender eso porque su vida ha sido perfecta, nunca tuvo que vivir en la miseria, siendo azotado todos los días, sintiendo hambre, frío. Que fácil fue para usted juzgar a un chico de trece años desde su pedestal de mago rico y poderoso.


Snape era un hombre frío, pero las últimas palabras de Harry lograron perturbar su ánimo, porque eran ciertas. Había juzgado el proceder de Harry desde el momento en que aceptó ese trato con Lucius, pero lo hizo desde su vida privilegiada. Pero también lo hizo desde el odio que sentía hacia su padre muggle que se casó con su madre solo por ambición. Para él todos los muggles eran iguales, crueles y ambiciosos.


-Yo no sabía nada de su vida Potter.

-Es cierto no sabía nada de mí, pero a pesar de ello me tachó de embaucador. Se equivocó en todo. Por favor márchese.

-Potter lo que yo haya pensado es una cosa, pero Draco es diferente. Lo amaba y estaba dispuesto a todo por usted. Cometió un error, se merece otra oportunidad.


Snape redujo de tamaño el Pensadero y luego lo guardó en su túnica, quitó el hechizo de la habitación y salió sin decir nada más.



_____o0o_____

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).