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Sin corazón por zandaleesol

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Título: Sin Corazón

Personajes: Draco/Harry

Disclaimer:Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling, sólo los tomo prestados para divertirme con ellos, no percibo ningún beneficio económico.

Advertencias:Universos Alternos. Mpreg. Otras.


Capítulo 7.


Harry al escuchar la última frase de Draco se quedó no solo sin aliento, también sin palabras. La mirada que el rubio le dedicaba en ese momento era la más dulce y maravillosa que pudiese existir. Sintió que de pronto las manos le temblaban y el corazón latía alocado dentro de su pecho. Tenía deseos de lanzarse en los brazos del muchacho y quedarse para siempre en ellos. Pero no era posible. Entre Draco y él, jamás sucedería nada, eran diferentes en todos los sentidos y nada podía cambiar aquello. Por eso hizo lo único que era sensato en semejante situación, se levantó de la mesa, dio una disculpa y se marchó a trabajar a la oficina de Cornelius Fudge.


Debía huir de la tentación que era para él Draco. Porque si seguía viviendo ahí era probable que el día menos pensado terminara haciendo el ridículo más absoluto, porque el rubio no había mostrado ninguna otra cosa que simpatía y preocupación por él. Esos gestos con los que el chico le estaba mostrando la mejor parte de su corazón, estaban haciendo estragos en su voluntad. Lo mejor que podía hacer era buscar de una vez un sitio donde vivir, lo que despertaba en su corazón era peligroso, había llegado el momento de ponerle un punto final a todo eso.


Pero tampoco podía engañarse del todo, aunque se marchara de la mansión no dejaría de pensar en Draco.


Cuando llegó a la oficina de Cornelius Fudge sintió alivio de tener que enfrascarse en los libros de contabilidad, aunque fuese por rato su cerebro dejaría de pensar en el chico rubio que cada día se apoderaba un poco más de su corazón.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Cornelius Fudge miraba con verdaderas ganas a Harry. El hombre no podía dejar de lamentar que el muchacho contara con el aprecio de Draco Malfoy. De no ser por eso, ya habría intentado seducir a Harry Potter. Se preguntaba si el joven Conde Malfoy estaría siguiendo los pasos de su padre. Lucius era un gran seductor. Su hijo prometía mucho, pero Fudge no tenía aún prueba concreta de que el chico se pareciera a su padre también en aquel aspecto, porque en todo lo demás era una copia exacta.


Fudge estaba decidido a averiguar en qué pie estaba la relación de Harry Potter con el hijo de Lucius.


-Buenos días, señor Potter -saludó Fudge.


Harry no le había visto acercarse, al oír la voz del mago, de inmediato se levantó y saludó con una inclinación de la cabeza.


-Buenos días, señor Fudge.

-Quería felicitarlo por la labor que está desempeñando, me han contado que tiene usted un gran talento.

-Agradezco sus palabras señor Fudge, la verdad sólo deseo hacer bien mi trabajo, para corresponder a su gentileza al aceptarme en su oficina, pese a mi falta de experiencia.


Fudge sonrió. Para él no era sacrificio tener a un chico atractivo bajo sus órdenes, por el contrario esa era una práctica que le agradaba, pues le proporcionaba la oportunidad de conocer jóvenes deseosos de ganarse su aprobación y que estaban dispuestos a ir más allá de lo meramente laboral.


-Dentro de unos días celebraré mi cumpleaños, mi esposa me está organizando una fiesta. Estaré encantado de que el señor Malfoy asista, y que usted le acompañe.


Harry miró un poco sorprendido al mago. Pero de inmediato captó la intención real del hombre.


-La verdad no creo que yo sea una compañía adecuada para el Conde Malfoy, él es un mago y además muy orgulloso de su estirpe.


Fudge sonrió magnánimo.


-No se miré en menos señor Potter. Nosotros los magos sabemos apreciar a jóvenes muggles como usted, esforzados y talentosos.

-Agradezco sus palabras señor Fudge.

-Estoy seguro de que el joven Malfoy ha visto cualidades especiales en usted.

-Eso no lo sé. Pero supongo que teniendo una posición tan privilegiada para él no significa nada un poco de caridad.


Fudge miró con algo de sorpresa al muchacho moreno.


-En todo caso le reitero que será usted muy bienvenido en mi casa, en caso de que pueda asistir a la fiesta.

-Agradezco su gentileza, señor Fudge.


Fudge se marchó algo abochornado. Harry no pudo hacer menos que sonreír. Aquel hombre, aunque fuese mago, no dejaba de ser un petimetre* arrogante.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Draco, luego de ver marchar a Harry se quedó nervioso por la actitud de éste. Estaba seguro de no haber dicho nada malo. No quería pensar que el muchacho pudiera pensar que él tenía alguna intención deshonesta. Pero luego de pensarlo un poco más, comprendió que la actitud de Harry se debió a sus palabras sobre que, al igual que Lucius, él había visto algo especial en el muchacho.


Se reprendió por su torpeza. Jamás debió decir algo semejante. Harry tenía todo el derecho del mundo a mal interpretarlo. Tendría que buscar el modo de explicarle al chico que sus intenciones no eran ni parecidas a las de su padre. Él no se aprovecharía de la ventaja que le daba ser un mago y rico además.


Con aire distraído respondió a los suaves golpes en la puerta del despacho. Era el mayordomo que entraba con una carta.


-Ha llegado correo, para milord -anunció el hombre.

-Gracias -respondió indiferente el rubio mientras tomaba la carta.


De inmediato reconoció la caligrafía de la carta. Era de Severus Snape. Lo había olvidado por completo. Había prometido al mago escribirle luego de que estuviese instalado en la mansión. En cuanto salió el sirviente, abrió la carta y se dispuso a leer.


Draco:


No puedo imaginar que será eso que te demanda tanto tiempo y atención como para que te olvidaras de escribirme una simple nota.

Espero que ese asunto que te ha distraído no tenga que ver con cierto muggle que responde al nombre de Harry Potter.

En este momento estoy en Surrey. Cumpliendo con el favor que me pediste, fiscalizar cómo va la cosecha en tus propiedades (Si te interesa saberlo todo está bien).

Hace unos días tuve un encuentro con cierto mago, ex amigo tuyo. Creo que ya sabes a quien me refiero. Me sorprendió verlo aquí, no sé, me miró de un modo que no me gustó nada, como si estuviese enterado de algo que yo desconocía.

Imagino que la temporada en Londres te tiene absorbido, de todos modos espero que hagas un alto y me visites. Recuerda que eres un mago, y, por lo tanto, puedes utilizar la aparición para viajar distancias largas, ¿o es que te has habituado a esa costumbre muggle de trasladarte sólo en carruaje? Recuerda, naciste mago. El convivir con muggles y algunas de sus costumbres no puede apartarnos de nuestra esencia.


Severus Snape



Draco luego de leer esta carta, sintió un peso en el estómago. Severus aludía a muchas cosas en ella. Pero lo más importante era la mención de Harry. Ese hombre le conocía más que su difunto padre. En realidad Severus actuaba a menudo como un padre.


No se pondría nada contento al saber que Harry estaba viviendo allí en la mansión y que estaba compartiendo con él como si fuese un mago más. Severus siempre le había inculcado la diferencia que había entre magos y muggles. Severus jamás comprendería lo especial que era Harry.


Le tenía mucho afecto a Severus, y por eso no deseaba engañarlo. Visitaría al hombre en Surrey tal como éste pedía. Y se animaría a contarle que estaba ayudando al muchacho de ojos esmeraldas, para que pudiera mantenerse sin depender de nadie.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Blasie Zabini sabía que, tras su encuentro con Severus Snape, el hombre le escribiría a Draco, para preguntar cómo iba la vida de éste en Londres. Conocía al mago lo suficiente y no le haría gracia saber que Draco tenía hospedado en la mansión de la calle Bond a Harry Potter, un muggle elegido por Lucius para amante. Severus siempre detestó a los amantes muggles de Lucius. Blaise hasta el presente tenía dudas con respecto a Severus Snape, nunca supo sí éste último sentía sólo aprecio por el hombre rubio o en realidad había estado enamorado.


En todo caso no le simpatizaba Snape. Siempre detestó esa cercanía tan estrecha que tuvo con Lucius. Pero sobretodo odió al mago de ojos negros lo mismo que a Draco, luego de que Lucius lo rechazara definitivamente, durante las vacaciones de verano antes del comienzo de su último año en la escuela de magia. Lucius había llegado a interesarse en él de verdad, y por culpa de Draco y Snape se retractó. Aún podía recordar el final de ese verano.


Él había pasado más tiempo con Draco en la mansión de Surrey, que con su madre. A los trece años su admiración y simpatía por Lucius había comenzado a cambiar. Dejó de verlo sólo como el padre de su mejor amigo. Era difícil ignorar a Lucius, sobretodo sabiendo que le gustaban los chicos jóvenes. No supo cómo llegó a enamorarse de ese hombre. Y Lucius también llegó a sentir algo por él.


El problema se suscitó cuando se enteró Draco. Su amigo detestaba a cualquier muchacho que se interesara en Lucius. Él a pesar de ser amigo de Draco, también despertó su odio. Al rubio le importó nada que él estuviera enamorado de Lucius, se opuso como nunca antes a la posibilidad de un romance aunque él no era un muggle cualquiera, era un mago y de estirpe tan antigua como la de Draco. Fue el final de la amistad entre ellos, Draco le juró que nunca permitiría que estuviera con su padre.


Nunca pudo entender aquello. Draco no quería a Lucius, que más le daba con quien se enredaba el rubio. Con la ayuda de Severus Snape le hizo la vida insoportable, su romance con Lucius no prosperó por causa de Draco. Nunca llegó a saber con exactitud qué fue lo que Draco le dijo a su padre para obligarlo a que le abandonara. Pero lo que fuera, dio el resultado que buscaba Draco.


El último año en la escuela de magia no hubo un solo día en que no se enfrentaran. Pero para él llegó el día de la dulce venganza cuando vio a su ex amigo enamorado de un muchacho de la escuela. Persiguió al novio de Draco durante meses, hasta que finalmente le hizo caer, después se encargó de que fuese el mismo rubio quien les encontrara en la cama. Ese día hizo pagar a Draco, le hizo conocer el dolor de la traición.


Tras enterarse de la muerte de Lucius, pensó con cierto alivio que finalmente podría superar el pasado y por fin volver a ser feliz. Pero no fue así. Un día cualquiera, paseando por el parque se topó en ese chico muggle. La sombra de Lucius se abatía sobre él otra vez, de todos los muggles que caminaban en el parque justamente tenía que fijarse en ese. Harry Potter. Un muchacho que había despertado el interés del hombre que él había amado. Lucius jamás pagó la educación de ningún amante muggle, los trataba como lo que eran, sumisos sirvientes sexuales. Pero con Potter fue diferente, pagó sus estudios para convertirlo en un caballero ¿Por qué? ¿Qué tenía de especial ese muggle? ¿Por qué Lucius había guardado las cartas que por cinco años le escribiera Potter? ¿A caso se había enamorado de ese muggle?
Esta última posibilidad le corroía el alma.


Todos estos pensamientos le invadieron sin darle tregua hasta que finalmente el carruaje que había alquilado se detuvo y el cochero abrió la puerta.


-Milord, aquí es el lugar donde vive Vernon Dursley.


Asintió con la cabeza y se dispuso a descender. El lugar era una ruina, si no hubiera sido tan intensa su necesidad de saber quién era Harry Potter, jamás se incomodaría en poner un pie en tan desagradable sitio. Se acomodó la túnica de mago, y caminó hacia «eso» que debía ser la casa.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Se había retrasado un poco en la oficina de Fudge. Eran casi las seis cuando llegó a la mansión. Pensó en ir hasta el despacho de Draco, pero se arrepintió y se fue a su habitación para asearse un poco y cambiarse antes de la cena. No demoró mucho en aquellos menesteres, y en vez de quedarse en su habitación prefirió bajar al despacho y saludar a Draco, no quería que el rubio pensara que sucedía algo fuera de lo normal.


Dejó escapar un suspiro antes de golpear. La puerta se abrió enseguida, y vio a Draco con varita en mano apuntando en su dirección. Esto lo paralizó un poco.


-Adelante Harry, lo siento -dijo el rubio guardando la varita -, a veces la utilizo para abrir puesta y otras cosas…


Harry se intimidaba bastante al ver un objeto de esos. Aunque en realidad sólo en dos ocasiones había sido testigo del modo en que la utilizaban los magos.


Draco se levantó del escritorio y se acercó a la chimenea mientras con un gesto le indicaba a Harry que se sentara.


-¿Todo ha ido bien con Fudge?

-Sí, muy bien.


El rubio asintió con la cabeza. Aún daba vueltas en su cabeza la carta de Severus y esa visita que tendría que hacerle al hombre.


-El señor Fudge celebrará una fiesta en su mansión y me ha invitado.

-¿De veras?

-Sí. En realidad desea que usted asista… y que yo le acompañe. Pero le aclaré la inconveniencia de eso.

-¿Inconveniente por qué, Harry?

-Yo soy un muggle, ¿qué cree usted que dirían los magos que asistan a esa fiesta si lo vieran llegar conmigo?

-Harry, nosotros los magos convivimos sin problemas con los muggles, de hecho mi administrador el señor Thompson es muggle.

-Es su empleado, la mayoría de los muggles trabajan para los magos… no conviven con ellos como sus iguales.

-Claro que lo hacen Harry…

-Sí, pero sólo los muggles ricos y los que tienen títulos de nobleza.


Draco sabía que Harry decía la verdad.


-No entiendo cuál fue la intención del señor Fudge al invitarme, no creo que tenga necesidad de utilizarme para llegar a usted, según he sabido su padre y él eran muy amigos -dijo Harry cambiando bruscamente el tema de conversación.

-No creo que Fudge tenga interés en mí realmente. Creo que es a ti a quien desea tener cerca.


Harry abrió los ojos.


-¿No lo habías notado? -preguntó sonriente Draco -. Eres realmente ingenuo, Harry.

-Usted si se había dado cuenta.

-Conozco a Fudge lo suficiente como para saber que compartía con mi padre cierta afición por muchachos jóvenes, de preferencia muggles.

-¿Por qué me envió con él?

-Harry, por favor, no pienses mal, no he pretendido ponerte en peligro. Fudge me conoce, sabe que no puede acercarse a ti.

-¿Está diciendo que ese señor me ve como su protegido?

-Sí.

-Del mismo modo en que vería a un protegido de su padre.

-No, eso jamás. Fudge sabe que yo no soy como mi padre, yo jamás iría por ahí comprándome amantes.


Harry no sintió más alivio al escuchar eso. Siempre estaría presente el modo en que había nacido su relación con Lucius Malfoy.


Draco se dio cuenta de que había dicho demasiado cuando vio que Harry bajaba la mirada con aire triste.


-Harry, no digo esto con la intención de ofenderte.

-¿Por qué iba a ofenderme la verdad?

-No. Ya basta. Quita esas ideas de tu cabeza, tú no eres como los otros… tú eres honesto Harry, no te pusiste en el camino de mi padre a propósito.

-No, pero acepte sus favor y…


Draco perdió la paciencia. Se acercó al muchacho y lo tomó por los hombros.


-¡Ya basta! ¡No dejaré que te sigas rebajando a ti mismo! No eres culpable de nada, fue mi padre quien se aprovechó de ti, no tú de él.


Harry se sorprendió ante esa reacción apasionada del rubio. Se atrevió a mirar esos ojos grises, era tan intensa y dulce la mirada de Draco que tuvo deseos de besarlo, aunque en realidad no sabía cómo hacerlo.


Draco sintió una sacudida en el estómago. Tenía a Harry tan cerca que podía verse reflejado en esas pupilas esmeraldas. Sería tan fácil estrechar ese cuerpo contra el suyo y, hacerlo suyo por fin, como había deseado hacer desde que le viera por primera vez hacía cinco años. Pero Harry no merecía eso. No deseaba eso, Harry aspiraba a ser algo más que el amante muggle de un mago. Se apartó lentamente.


-Harry, no hablaremos otra de vez del pasado. Ahora tienes la oportunidad de vivir otra vida, no permitas que recuerdos ingratos estropeen tu futuro.


Harry asintió en silencio, aunque sabía que Draco no le veía.


Tras una breve pausa Draco cambió bruscamente de tema.


-Saldré de Londres unos días.


El moreno parpadeó algo confuso.


-Debo visitar a alguien en Surrey.

-Surrey -repitió Harry, ese lugar estaba ligado con su pasado, aunque había vivido allí sólo un par de meses, las cosas más importantes de su vida habían ocurrido en ese sitio.

-Severus me ha escrito informándome de la cosecha, va bien, pero de todos modos debo ir allá, él está haciéndome un favor al ocuparse del asunto.

-Severus -repitió el moreno, el nombre le sonaba, casi enseguida recordó al mago que acompañaba a Lucius el día en que se habían conocido.

-Veo que recuerdas el nombre, creo que lo conociste al mismo tiempo que mi padre.

-Sí, él fue testigo del juramente que le hice al señor Malfoy.

-Severus es mi padrino. Desde que era un niño pequeño se ocupó de mí, más que mi propio padre. No le gusta mucho el clima de Londres, por eso prefiere permanecer en Surrey.


Harry sintió tristeza. Presentía que ese viaje de Draco sería el punto final para la «casi amistad» que había surgido entre ellos. Pero era lo mejor que podía sucederle, si continuaba más tiempo cerca de Draco, el final que sabía era inminente, pues pertenecían a mundos diferentes, sería más doloroso.


-Imagino que no regresará muy pronto a Londres.

-Bueno… no sé cuánto tardaré en volver.


«O si volverá» Se dijo Harry.


-Harry puedes permanecer en la mansión, todo el tiempo que desees.

-Recuerde que yo ya había pensado en buscar un alojamiento.

-Lo sé, pero sí deseas quedarte puedes hacerlo… eres mi invitado.


Harry sonrió lo mejor que pudo.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Jamás imaginó que llegaría a sentirse tan dolido ante la inminente partida de Draco. Era tonto de su parte, pues sabía que entre el rubio y él no existía nada, eso de la amistad que había mencionado Draco, era algo casi forzado. Todo entre Draco y él se había dado de un modo extraño. Pero estas verdades no hacían menos dolorosa esa separación. El mago rubio partiría al siguiente día, perdía al chico tal como aquella vez en Surrey. Pero ahora era más doloroso, pues a diferencia de años atrás, conocía su nombre y muchas cosas más. Era cierto que el rubio fue duro y hasta cruel al principio, pero ahora era otro. Había conocido al muchacho dulce, honesto y bien intencionado que era. No quería perderlo. Draco no era suyo, jamás lo sería, pero lo amaba. Dejó caer abundantes lágrimas sobre la almohada, odiaba su vida y destino. Si sus tíos no lo hubiesen sacado de aquel orfanato su vida jamás se hubiese cruzado con la de Draco Malfoy.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Draco estaba preocupado. En realidad lo suyo era más que preocupación, era miedo. Presentía que, estando fuera de Londres, Harry buscaría el modo de salir de su vida para siempre. No quería eso, la posibilidad de perderlo le hacía doler el corazón. Era asombroso el modo en que el muchacho se había apoderado de su alma en tan pocos días. Sonrió con aire triste.


En realidad Harry se había hecho su dueño hacía años. Era tan extraño todo, aún le daba por pensar que el destino tenía algo que ver en lo sucedido.


Un ruido suave le distrajo de estos pensamientos dulces y dolorosos al mismo tiempo. La puerta de su habitación se abría con sigilo. Se levantó de la cama sin encender la luz. Entonces distinguió, gracias a la luz que se filtraba de las farolas de la calle, la figura de Harry. Se puso tenso.


-Harry… ¿sucede algo malo? ¿Estás bien? -preguntó con tono nervioso, acercándose con precipitación al muchacho moreno.

-Estoy bien -murmuró Harry -. Es sólo que… mañana te irás y no sé cuánto tardarás en volver o si regresarás…

-Harry, yo regresaré -respondió Draco cayendo recién en la cuenta de que Harry por primera vez le hablaba de «tú».

-Podría suceder cualquier cosa que te impidiera regresar y yo… no quiero dejarte ir sin que sepas que… te amo, te amo Draco -murmuró el moreno con voz trémula.


Tras esta declaración de amor tan inesperada como tierna Draco hizo lo único que era posible hacer en semejante situación. Abrazó a Harry con toda la intensidad de lo que sentía su corazón.


-Harry… Harry estoy loco por ti, ya no puedo negarlo. Te deseo, más de lo que imaginé posible.


Esta frase dicha entre abrazos y besos ávidos, terminó de convencer a Harry de que hacía lo correcto.


Era la primera vez en más de un aspecto para Harry. Nunca había recibido un abrazo como ese. Nunca supo lo que era ser deseado, necesitado con tal vehemencia. Sabía las consecuencias que tendría para él, pero estaba seguro de que no era una equivocación. Draco no le amaba, sólo lo deseaba, a pesar de esta certeza quería entregarse como nunca pensó en hacerlo con nadie más. El chico rubio representaba un sueño. Por qué no permitirse vivir ese momento, ¿llegaría a lamentarlo luego? No, sin importar que sucediera no lamentaría jamás permitirle a su corazón hablar de ese modo.


-¿Realmente me deseas? ¿Ya no te importa que yo sea un muggle?

-Harry aunque seas muggle eres especial. Eres diferente a todos los que he conocido.

-No me importa cómo me vea el resto del mundo. No quiero ser diferente, me basta con ser especial para ti.

-Lo eres Harry. Lo has sido desde la primera vez que te vi.

-Esta noche quiero ser tuyo.

-¿Estás seguro? Después de esta noche no podremos volver atrás.

-Lo sé. Asumo las consecuencias. Es una decisión tomada libre y espontáneamente. Cuando me liberaste de la deuda me diste la opción de elegir. Te elijo a ti Draco, sólo a ti.


Draco jamás se hubiese imaginado encontrarse en esta situación. Nunca deseó a un muggle como le sucedía con Harry, nunca fue tan importante para él, como lo era en ese momento, el saberse deseado también. Sus relaciones amorosas fueron escasas y en realidad no habían pasado de un encuentro apresurado con un chico cualquiera del que luego se olvidaba con la velocidad del rayo.


Harry era otra cosa.



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* petimetre (Del fr. petit maître, pequeño señor, señorito) m. y f. Persona que se preocupa mucho de su compostura y de seguir las modas.

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