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Coma profundo por Fullbuster

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Hace años que no estudio y me da un poco de miedo entrar nuevo a mitad de curso. Los grupos de amigos están formados y yo voy a ser el que sobra. Aun así, agarro con fuerzas las asas de la mochila y camino hacia el interior. Por un momento… pienso que no debo preocuparme, porque incluso si estoy solo, no lo estaré realmente. Sasuke me sigue por los pasillos en silencio, dejándome escuchar su voz sólo para darme alguna indicación y que no me pierda por los pasillos.


- Gira a la derecha y entra en el vestíbulo. Las taquillas para cambiarse de zapatos están allí. Utilizo el número cuarenta y dos.


Le hago caso y miro el gran armario donde todos los estudiantes se cambian los zapatos. En el estante cuarenta y dos, hay unos zapatos y sé que son los de Sasuke. Nadie los ha recogido tras el accidente. Por un instante, le miro. Tiene esa mirada nostálgica. Son sus zapatillas y no volverá a ponérselas.


Para el resto de estudiantes que pasan a mi espalda hablando entre ellos, este dilema no significa nada, son sólo unas zapatillas que apartarían del casillero y desecharían para poner las suyas. Pero yo no podía hacerlo. Era la taquilla de Sasuke, sus zapatillas y estaba en coma en el hospital. Quitar esas zapatillas… siento como si quitase una parte importante de la vida de Sasuke y no quiero eso.


Me agacho frente al casillero y empiezo a desabrochar los cordones. Todos a mí alrededor me imitan, dejando sus propias zapatillas en el lugar. Yo las guardo en mi mochila y saco las que llevaba en ella para ponérmelas, sin tocar así las del moreno.


- ¿Qué haces? – pregunta Sasuke.


- Cambiarme las zapatillas.


- Eso no… me refiero a mis zapatillas. Quítalas de ahí.


- Son tuyas, Sasuke, no voy a moverlas de ahí – susurro para que nadie me escuche.


- ¿Crees que me dolerá? – pregunta – vale… si no quieres moverlas de ahí, utilízalas – confiesa, lo que hace que me sorprenda.


- Yo no puedo… utilizar tus zapatillas.


- ¿Por qué no? Calzas un treinta y ocho, yo también, bueno… un treinta y ocho y medio pero ni lo notarás – exclama y me hace sonreír.


- Yo no quiero reemplazar tu sitio, Sasuke – me tenso al decirlo, pero él sonríe… sólo sonríe y siento que pese a su tristeza, también me entiende.


- Ponte las zapatillas – dice finalmente – por favor.


Guardo mis zapatillas en la mochila de nuevo con algo de incertidumbre para tomar las de Sasuke. Las suelas están impolutas, seguramente ni siquiera salió al patio con ellas, tan sólo las utilizaría para andar por los pasillos de madera o por las aulas. Una vez me abrocho, salgo por el pasillo de nuevo, sintiéndome un poco extraño por llevar sus zapatillas, pero no me detengo hasta llegar al aula.


La gente está de pie, hablando entre ellos y no tengo muy claro dónde debo sentarme. Si todos estuvieran sentados, imagino que habría alguna mesa libre que pudiera reconocer, pero estando las cosas así…


- Es la cuarta al lado de la ventana – escucho a Sasuke.


¡Todos me están mirando! Me siento como un auténtico idiota, el nuevo al que todos observan y cuchichean, sin embargo, mis ojos se posan sobre un chico de cabello blanco que sonríe en cuanto alcanzo la mesa.


- Esa mesa no es tuya – me dice.


- Es de Sasuke – digo sin más, sentándome en ella pese a que me mira sorprendido.


Escucho el ruido de cómo arrastra la mesa y la silla hasta colocarla a mi lado. Sasuke tensa la mirada. Está a mi lado, apoyado contra la ventana y mira la situación con cautela. Yo me giro un segundo con cara de dudas, enarcando una ceja para hacerle ver que no entiendo qué está ocurriendo.


- Quería un rollo conmigo – me dice Sasuke – es un idiota. Antes del atraco estaba con ellos, se iban a la playa a beber, fumar y esas cosas. No estoy muy orgulloso por juntarme con ellos pero… eran los únicos que me invitaban a ir con ellos.


Entendí algo. Este tío quería aprovecharse de Sasuke. Lo vería solitario y pensaría que sería fácil de arrastrarle a su mundo, de poder tirárselo cuando quisiera. Odiaba a la gente así, que creían poder manipular a otros, que se aprovechaban para obtener lo que querían y no pensaba dejar que siguieran burlándose de Sasuke. Quizá él no sabía defenderse ni sabía hacer amigos pero no les daba derecho a reírse y meterse con él por eso.


- Así que conocías al mojigato – escucho de ese chico tan raro y al oír esa palabra, me enfado. No tiene derecho a llamar así a Sasuke y menos, cuando veo cómo él tensa su rostro y cambia la mirada. Me doy cuenta entonces del motivo por el que lo hace… está avergonzado de ese apodo y es por que es virgen.


- ¿Sabes lo que significa ser mojigato? – pregunto hacia ese chico con una ligera sonrisa – es una persona que se escandaliza con facilidad. Lo estás utilizando con Sasuke como si él se escandalizase por algo… y no lo entiendo.


Sasuke a mi lado me mira extrañado, no sabe por dónde voy a salir así que no se atreve a decir nada, sólo me observa esperando una respuesta del otro chico.


- Ni siquiera aceptaba una palmada en el trasero – sonríe Suigetsu.


- ¿Por qué debería aceptarla de ti? – pregunto con seriedad – voy a decirte una cosa, yo soy su novio y si en algún momento vuelves a tocarle el trasero, te cortaré las manos – dije – ve a tocarle el culo a otro.


Sin más que decir, me giro a mi mesa. Sasuke sonríe con sutileza, casi agradecido por mi improvisada defensa y yo… yo sólo puedo observar esa sonrisa tan bonita que tiene y que apenas muestra.


- Gracias – me susurra – odio que me llamen así. No tenías por qué hacerlo pero… supongo que… debo agradecerte.


- Odio a la gente como ellos – susurro – de esa clase de chicos que creen que pueden hacer cualquier cosa con los chicos listos como tú, que se meten con los débiles. No los aguanto. Si despiertas del coma… espero que no vuelvas a juntarte con ellos.


- No lo haré – sonríe Sasuke, apartando la mirada – aunque me sorprende mucho que un negado para los estudios como tú… supiera la definición de mojigato.


- Ouch… eso duele – sonrío, porque sé que no lleva malicia en sus palabras al llamarme “idiota”, pero aun así… “la verdad duele”. Nunca se me han dado bien los estudios. Entonces recuerdo parte de mi pasado y me entristezco un poco – en mi antiguo instituto… también me llamaban cosas así, al final acabé buscando la definición.


- Lo siento – susurra dándose cuenta de que ha metido el dedo en la herida.


- No te preocupes. Al menos creo que tú no cometiste el mismo error que yo.


- ¿Qué error? – pregunta, pero yo no contesto, no quiero contarle esa parte de mi vida y, por suerte, el profesor entra en el aula, por lo que la clase da comienzo.


***


Todos susurran a mí alrededor, preguntándose cómo es posible que Sasuke tuviera novio y nadie se enterase. Pero sin lugar a dudas, he conseguido mejorar ligeramente su reputación de chico solitario, el problema es que ahora todos me miran a mí, preguntándose hasta dónde llegué con ese chico malhumorado o qué vi en él.


Pienso en comer solo esperando hacer amigos más adelante. Tampoco es algo que me corra prisa aunque es cierto que la soledad es algo que detesto, aunque por suerte y pese a que nadie lo sepa, Sasuke está a mi lado. Eso es reconfortante. Sin embargo, una sombra cae sobre el bento que Mikoto me ha preparado y, al elevar la cabeza, veo a una chica de extraño cabello rosa, junto a dos más, una morena y una rubia.


Saludan con cortesía y les devuelvo el saludo con una gran sonrisa y los palillos en la mano. Sasuke aparta la mirada nuevamente hacia la ventana. ¡No está interesado en chicas! Eso puedo verlo y quizá… hasta puede que esté agotado de toda la gente en el instituto, de que se burlasen de él.


- No te hagas ilusiones, todos aquí son muy cotillas, sólo quieren saber si realmente tenía novio – susurra Sasuke con una sonrisa incrédula.


¡Voilá! Sus bocas se abren preguntándome por Sasuke y si realmente todo lo que he dicho es cierto y soy su novio. Me gustaría decir que me pilla por sorpresa, pero sería mentir. Sasuke me lo acababa de avisar y él conoce mejor que yo a todos los de este edificio.


- Es mi novio – les digo sin más antes de que empiecen a especular, pero tan sólo parece que se les ilumina el rostro – por desgracia yo no he tenido la suerte de poder terminar mis estudios y sus padres me han ofrecido su plaza hasta que se recupere. Nada más – vuelvo a mi Bento, a ver si así dejan de hacer preguntas, pero contrario a ello, se sientan frente a mí con una mirada brillante cargada de alegría y curiosidad.


- No sabía que ése era el motivo por el que Sasuke rehuía a las chicas – susurra la del pelo rosa – sólo le gustaban los chicos y… parece que tenía sus cosas muy bien guardadas.


- Supongo – contesté sin entrar en mucho detalle.


- Ahora las tengo fantaseando con mi vida sexual. ¡Genial! – escucho a Sasuke y me tenso un poco, porque sería “nuestra vida sexual”.


- ¿Te han contado sobre la fiesta del próximo sábado? – evidentemente, ellas sabían la respuesta. Yo soy nuevo y es la primera noticia que tengo. Nadie se ha acercado a invitarme a nada – es el cumpleaños de Sakura – sonríe la rubia hacia mí – pásate un rato si quieres, será una gran fiesta. Te presentaremos a los demás.


- Gracias por la invitación.


Mientras las chicas se retiran con sonrisas y susurrando cosas como “qué majo”, yo miro a Sasuke, incrédulo todavía cerca de la ventana sin poder creerse lo que había ocurrido.


- Nunca me han invitado a una fiesta – me susurra.


- Yo he ido a varias, aunque ha sido una sorpresa que ocurra el primer día.


- Tienes don de gentes. Supongo…


- Vayamos a otro lado a almorzar – le digo justo antes de levantarme de la silla – odio comer en clase. Seguro que tú conoces algún sitio más tranquilo.


Él sonríe. ¡! Es un solitario, ¡claro que conoce sitios donde estar a solas! Y sin decir palabra alguna, empieza a guiarme hacia las escaleras nuevamente. La gente baja a la cafetería, al patio o incluso… se quedan en clase, soy el único que empieza a subir a la azotea.


Una vez allí, respirando de nuevo un aire más frío que el que podía encontrar bajo las calefacciones del edificio, me digno a subir la cremallera de mi chaqueta y me siento junto a la verja de metal. La azotea extrañamente… es muy verde, un pequeño jardín botánico, lleno de plantas bien cuidadas que ahora entiendo… Sasuke debía cuidar de vez en cuando.


- Me gusta este sitio – sonrío.


- Y a mí.


Él se agacha frente a una maceta y mira una pequeña rama que está saliendo. Yo no sé mucho de plantas, pero sí me alegra ver sus sonrisas. Son tan escasas pero tan hermosas… que me confunden y a la vez… me hacen querer verlas más. Me esfuerzo por hacerle sonreír porque me embelesan.


- ¿Qué es? – le pregunto.


- Un melocotonero – me dice – planté yo mismo la semilla. Cuando todo ocurrió… aún no había salido nada, pero ya hay una ramita. Me alegra saber que ha podido abrirse camino. Oye, Naruto… hay algo que quería preguntar pero no sé si… bueno en realidad no es una buena idea pero…


- Quieres saber si soy virgen – susurro y sé que he acertado por cómo se sonroja.


Era una pregunta que me esperaba desde que ese chico de cabello blanco se ha sorprendido cuando dije que era el novio de Sasuke. Esa parte de mi vida fue algo que siempre traté de ocultar, al menos cuando dejé el instituto, pero supongo que Sasuke no lo puede contar a nadie.


- Yo… yo no soy virgen, Sasuke – confieso y él se sorprende.


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