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Coma profundo por Fullbuster

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Todo el cuerpo me duele. Moverlo es una tortura y aunque ha transcurrido un mes desde que desperté, todavía necesito sostenerme a las barras a mis lados para poder dar pequeños pasos. No consigo recorrer una larga distancia y los médicos dicen que llevará tiempo. Debo volver aprender a caminar y mi cerebro todavía sigue un poco lento en algunas funciones.


Mis manos tiemblan, no terminan de sostener mi peso y debo ayudarme de ellas sosteniéndome de las barras. Pese a todo este mes, sigo sintiéndome débil e inútil. Sin embargo, Naruto viene a verme todos los días y eso me alegra. Él tiene energía por los dos. Siempre intenta animarme y aunque sigo soñando con él de una vida que al parecer viví pero... no viví, no me he atrevido todavía a dar ningún paso con él.


Todas las noches viene al hospital para ayudarme a dormirme. Me abraza, me acaricia la mano, me hace agradables cosquillas en el brazo y yo me duermo como si nada. Cuando despierto, estoy solo en la habitación. Él trabaja de madrugada en la panadería, así que tiene que irse sobre las dos o las tres de la mañana. Aun así, suele regresar cuando acaba su jornada. Suele hacerlo sobre la doce o la una del mediodía y yo espero a que venga con impaciencia.


Por fin, a través de los cristales del pasillo, veo que Naruto llega. Ha venido en moto, lo sé por la chaqueta que lleva y el casco que cuelga de su brazo. También trae una bolsa de papel blanco en su mano derecha y eso me hace preguntarme qué es lo que trae dentro.


Al entrar, dejo de caminar para poder observarle. La enfermera trata de animarme a que termine las paralelas pero yo me he quedado absorto en Naruto. Saluda a mi hermano sentado en una de las sillas y deja la bolsa blanca a su lado para quitarse la chaqueta.


Los dos hablan, pero están a cierta distancia por lo que no puedo oírles. Sin embargo, me entristezco un poco al verle sentarse. No es por él, sino por el recuerdo de la noche anterior. ¡Intenté besarle! Y él me rechazó. Quizá no fue un rechazo como tal, pero... sí echó la cabeza hacia atrás esquivándome y no lo entendí. Por momentos... creía que le gustaba. ¿Qué hace aquí si no es así?


- ¿Lo dejamos por hoy, Sasuke? – pregunta la enfermera con una sonrisa al ver que he agachado la cabeza y me entristezco un poco.


- Hmm – es mi respuesta, afirmando con la cabeza.


- Voy por la silla de ruedas. Mañana seguiremos con los ejercicios.


Espero a que traigan la silla. Supone ya un gran esfuerzo mantenerme de pie mientras mis piernas tiemblan, así que me concentro en no caerme y sostenerme de las barras, sin embargo, cuando elevo la mirada para poder sentarme en la silla, descubro que no es la enfermera la que está allí, sino Naruto.


- Buenos días – sonríe.


- Buenos días – digo con seriedad y algo cabizbajo, lo que le indica a Naruto que ocurre algo.


- ¿Quieres que demos una vuelta por el jardín antes de ir a comer? Te invito yo a la cafetería. ¿Qué te parece?


¡Comida normal! Eso es lo que me parece. Hasta ahora he estado comiendo comida sin sal y aunque algunos platos son sabrosos, otros no tienen sabor alguno. Los médicos hace tiempo que me dijeron que podía comer lo que quisiera, no tengo dietas especiales ni nada por el estilo, aun así, siempre como en mi habitación la comida que preparan para los pacientes. Salir a la cafetería es todo un avance y algo que me hace ilusión.


- Sí, por favor – casi suplico.


Naruto aún lleva la bolsa blanca en su mano, sin embargo, tras ayudarme a sentarme, nos dirigimos hacia las sillas donde está mi hermano. Él me comenta que debe irse al trabajo. ¡Tras siete años acabó la carrera y trabaja en un prestigioso bufete! Aunque por ahora no le dejan llevar casos importantes, todavía está aprendiendo de otros abogados. Yo soy el único que me he quedado rezagado.


No mantengo conversación alguna mientras salimos por el pasillo. Naruto empuja mi silla y yo sostengo sobre mi regazo el casco de la moto y su chaqueta. Hace un gran día. Yo llevo un pantalón de deporte corto pero Naruto ha venido en pantalón vaquero largo, seguramente por la moto, sin embargo, sí lleva una camiseta corta de un azul celeste. A él le gustan los colores vivos, yo sigo vistiendo entre grises y oscuros.


- Estás muy silencioso hoy – dice finalmente.


- Supongo.


- ¿Es por lo de anoche? – pregunta directamente.


- Hmm – es mi respuesta, afirmando con la cabeza.


No entiendo nada. Yo creía que le gustaba pero... ¿Por qué no aceptó entonces mi beso? Él esperó durante siete años a que lo hiciera y ahora... se echó hacia atrás evitándolo.


- ¿Has recuperado todos los recuerdos? – me pregunta.


- Ya sabes que no. Recuerdo fragmentos de cosas y...


- Es por eso – suspira – Sasuke... - detiene la silla de ruedas y se pone delante de mí. Nos hemos parado en un pasillo acristalado por el que puedo ver los árboles y los jardines. Es mi pasillo favorito del hospital. Naruto se acuclilla frente a mí – me gustas mucho, Sasuke, pero no quiero que sientas que me debes algo.


- Pero...


- Pero sí... he esperado siete años por ti y puedo hacerlo un poco más, pero no quiero besarte hasta que estés realmente preparado para ello. Es tu primer beso, Sasuke, quiero que sea especial y quiero que tú estés realmente preparado para darlo. Ahora mismo siento que crees deberme algo y no es así. Yo esperé voluntariamente porque te amo y sé que quiero estar contigo. Ahora eres tú el que debe pensar qué quieres hacer en la vida. Es duro perder siete años, es duro tener que redescubrir qué deseas hacer y no nos conocíamos antes del atraco así que... simplemente no quiero que te precipites con esto. ¿Me entiendes?


- Sí – suspiro con frustración – te entiendo perfectamente.


- ¿En qué piensas? – pregunta al verme tan pensativo.


- Sé cuándo quiero darte mi primer beso – sonrío por primera vez.


- ¿En serio?


- Cuando vuelva a caminar sin ayuda. Conseguiré alcanzarte, ya lo verás.


Naruto sonríe. Sé que mi rehabilitación va lenta y que no puedo mantenerme de pie sin ayuda o sin barras donde sostenerme, tampoco puedo caminar más de seis pasos sin tener que detenerme a tomar aire por el esfuerzo y el dolor de mis músculos, pero un día conseguiré recorrer la distancia hasta Naruto. Confío en ello.


- ¿Y tus recuerdos?


- Llevo un mes despierto y aunque no te conocía de antes, siento como que te conozco demasiado. A decir verdad... no sé si seré capaz de recordar todo lo que una vez supuestamente vivimos, pero sí puedo crear nuevos recuerdos a partir de lo que creo sentir por ti. Quizá sea diferente, pero sé que el sentimiento sigue ahí. Cuando vienes a verme, no puedo evitar sonreír como un idiota. ¿No es eso estar enamorado?


- No lo sé, tú deberás descubrir lo que significa.


Se levanta del suelo y vuelve a empujar mi silla para ir al jardín. ¡Sí que hace un día caluroso! Sin embargo, una suave brisa mece los mechones de mi cabello y refresca ligeramente mi rostro.


- ¿Quieres comer aquí fuera? Hace un buen día – me pregunta.


- ¿Podemos?


- Sí, claro, iré a pedir la comida dentro y la sacaré. Creo que hay unas mesas por aquella parte. ¿Me esperas aquí?


- Sí.


Está inseguro. Es en lo que pienso cuando se va a comprar la comida. Cree que puedo enamorarme de otra persona, cree que siento que le debo algo, pero no es así, en realidad... creo que estoy enamorado de él. Llevo un mes viéndole y es cierto que no puedo recordar todo lo que vivimos, pero... en este mes que he podido conocerle, con lo poco que recuerdo de él, sé que le amo. No puedo influir en su manera de pensar pero sí puedo hacer mi parte. Tomaré la rehabilitación con mayor entusiasmo y caminaré, caminaré hasta llegar a él y poder besarle, porque ése es mi objetivo. Quiero estar con él.


Naruto empuja nuevamente mi silla al llegar con la comida y nos dirigimos a la mesa de madera del fondo. Deja todo sobre la mesa y se acerca a mí para ayudarme a salir de la silla de ruedas. ¡Me encanta su aroma! Está sudado del trabajo y de la moto, pero no me importa demasiado. Me agarro a su cuello y espero a que me ayude a sentarme a la mesa.


- Estás ganando peso – sonríe.


- ¿No me digas? Será porque hace un mes que dejé el suero. Estoy comiendo normalmente y mi cuerpo está recuperándose.


- Sí, ya lo veo. Estabas escuálido – se burla de mí – toma, prueba esto, las cocineras de este hospital cocinan realmente bien.


- Supongo que habías probado antes la comida.


- Sí, cuando era neurocirujano contigo – sonríe – a veces me tocaba hacer más horas de las normales o alguna operación se alargaba, así que comía o cenaba aquí. Hacía ya tiempo que no comía nada en este lugar. ¿Qué comiste ayer? – me pregunta porque no pudo llegar a tiempo.


- Ayer estuvo bastante bien la verdad, me gustó, fue pasta con setas, ensalada de patata, ensalada de brócoli con beicon y lo típico, pan, algo de fruta y el té verde.


- Suena mejor que lo mío – dijo Naruto con cierta vergüenza.


- ¿Qué comiste? Espera... déjame adivinar... ¿Ramen instantáneo? – le pregunto y él sonríe.


- Exactamente eso. Salí tarde del trabajo por cubrir a un compañero así que... no me dio tiempo a preparar nada.


Me gustan las conversaciones con él, más que nada, porque son cotidianas. Es nuestro día a día y me hace sentir que vuelvo a tener una relación estable con él. Quizá no pueda besarle aún, pero siento que estoy cerca de conseguir restablecer lo que se suponía que teníamos cuando estaba en coma.


Mis manos tiemblan cada vez que agarro los palillos y mis dedos están un poco torpes, sin embargo, Naruto espera pacientemente a que pueda colocarlos perfectamente y empezar a comer. Cada día me siento con un poco más de fuerzas y sinceramente... por fin puedo comer algo de carne. Llevo casi toda la semana entre caballa, salmón y otros pescados, así que es una alegría poder comer carne con patatas. Naruto parece estar al tanto de eso. Él ha pedido la comida por mí.


- Echaba de menos la carne.


- Lo sé, esta semana han puesto mucho pescado – sonríe Naruto – y no lo digas por ahí, pero he visto el menú de los enfermos hoy – me susurra – había besugo y ensalada de pasta. Me imaginaba que no querrías más pescado por ahora.


- No, la verdad – sonrío – además... echaba de menos comer contigo a solas.


- Y te he traído el postre – comenta, pasándome la bolsa blanca que había arrastrado consigo por todo el hospital – no es gran cosa, tenía algo de tiempo hoy en la panadería y me han dado permiso para prepararte algo especial.


Dejo los palillos a un lado y me apresuro a abrir la bolsa. Hay una trenza de jamón y mozzarela y un par de panecillos con nueces. ¡Me encantan las nueces! No recuerdo habérselo dicho, pero es posible que fuera mi parte fantasma la que le contase aquello. Hacía ya tiempo que me moría por probar sus panes, así que saco todo con rapidez, le doy un pan a él y me quedo el otro. Ni siquiera lo pienso dos veces al dar el bocado. El sabor de las nueces en mi paladar me inunda.


- ¡Dios! Esto está delicioso.


- ¿Te gusta? – me pregunta entusiasmado.


- ¿Que si me gusta? Me encantan las nueces y cocinas muy bien. Llevo siete años esperando a probar estos panes.


- Intentaré traerte mañana uno de calabaza – sonríe con emoción.


 


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