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Coma profundo por Fullbuster

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Tres años después:


Sentado en la butaca frente a la mesa, sigo tomando apuntes. Tres años de largos estudios... ¡Y lo que aún me queda por delante! Sin embargo, a mis veintisiete años y con siete años perdidos en un hospital, soy optimista. Estoy sacando la carrera a curso por año gracias a recordar gran parte de la materia cuando la estudié con Naruto.


Mis compañeros me miran de vez en cuando, algunos se fijan en mis apuntes buscando alguna frase o palabra que no han entendido del todo y que yo ya he apuntado. Todos son más jóvenes que yo o al menos la gran mayoría. ¡Es lo que tiene perder siete años en la vida! Pero no me importa demasiado.


Miro el reloj. Son cerca de las dos y, por tanto, la hora de salir. Recojo mis cuadernos en silencio y espero a que todos salgan del aula. Normalmente no tengo demasiada prisa en salir, Naruto sale de trabajar sobre la una y media. A veces viene a recogerme a la universidad y otras veces, me espera directamente en casa. Aun así, los días que suele venir, suele llegar unos minutos pasadas las dos. ¡Hoy no tengo prisa! Sé que él vendrá a recogerme.


- Sasuke, ¿te apetecería venir hoy a comer con nosotros? Quizá por la tarde vayamos juntos al karaoke – me pregunta uno de mis compañeros.


Para ser sincero, no me gusta demasiado relacionarme con la gente pero Naruto insiste en que es bueno para mí. ¡Lo intento! Pero algo me dice que este chico en concreto que siempre me habla y me invita a eventos, quiere algo más que una simple amistad. He visto cómo me mira a veces y también... cómo mira a Naruto. ¡No terminan de gustarme mis compañeros! Todos ellos quieren ser médicos famosos y prestigiosos, la mayoría cirujanos o altos cargos, sinceramente... creo que tienen un ego demasiado grande para mi gusto. Todos ellos se creen superiores a Naruto y si están interesados en mí, es simplemente porque soy el que mejores notas saca y piensan que llegaré lejos en mi profesión.


- Lo siento, quizá otro día. Hoy tengo planes con mi novio.


- ¿En serio? Vamos, Sasuke, alguna noche podrías venirte de copas con nosotros.


- Ya sabes que Naruto se duerme temprano.


- Sí, sí... madruga para su súper importante trabajo de panadero.


¡Una risilla se le escapa! A mí no me pasa desapercibida y odio cuando hacen eso. Yo quiero ser médico y ellos respetan esa profesión, pero no siento que sea diferente a panadero. Ellos prestan un servicio igual de importante que el mío y si es lo que le gusta a mi novio, a mi no me importa en absoluto. Ellos, en cambio, no entienden por qué alguien como yo, con notas excelentes y que podría llegar a lo más alto como cirujano, sale con un "simple" panadero. Yo sonrío ante su estupidez.


- Me voy a casa – digo sin más.


- Sasuke – su voz me detiene unos segundos aunque ya estoy cargando con los libros - ¿por qué Naruto? Es decir, cuando os veo juntos es como que no encajáis. Tú puedes llegar tan alto y él... es mediocre en los estudios al parecer, se conforma con ser panadero y... no lo entiendo.


- Me gustan sus bollos – sonrío sin darle mayor información.


¿Por qué Naruto? La respuesta es muy simple. ¡Le amo! Él vio algo en mí, algo que ni yo veía. Confió y estuvo a mi lado durante siete años donde la gente se alejó. ¡Era un chico en coma! Si tenía pocos amigos, cuando salí del coma no quedaba nadie. Ni siquiera los compañeros de clase pasaron por el hospital a verme, todos fueron olvidándose, pero él... él se quedó. Él confió en que saldría del coma, él se enamoró de mí y me enamoró.


Salgo del aula y camino hacia la salida del edificio. Mi compañero me sigue de cerca creyendo que bromeo. Todos aquí piensan que un día me aburriré y romperé con Naruto. ¡Están muy equivocados! Porque yo no puedo dejar de amarle. Me gusta que Naruto sea panadero porque él es quien baja mis pies a tierra cuando el ego se me pone por las nubes.


¡Allí está! Apoyado contra la barandilla de las escaleras, con su chaqueta de cuero y sus vaqueros, mirando el móvil y sosteniendo el casco de la moto en su brazo. ¡Siempre tan atractivo! Me hace sonreír cada vez que le veo.


- ¿Aún sigues dudando por qué me tiene enamorado? – pregunto hacia mi compañero con una gran sonrisa, porque nadie es mejor que él. Da igual el dinero que puedan ganar, la profesión que tengan o lo importantes que se crean, Naruto siempre será mejor que cualquiera de ellos.


Sé que mi compañero le mira con desprecio. Evidentemente se sienten superiores y yo no entiendo el motivo. Ser médico está bien, pero para mí, sólo es cuestión de lo que te guste hacer en la vida. Una profesión no demuestra qué clase de persona vas a ser y sinceramente, Naruto es la mejor persona que he conocido.


Bajo las escaleras y camino hasta él. Al verme llegar, guarda el móvil y me pasa uno de los cascos con una gran sonrisa. ¡Adoro sus sonrisas! Él siempre tiene bonitas palabras para mí, incluso cuando está cansado por el trabajo, él sigue pensando en mí.


- ¿Qué tal ha ido la universidad? – me pregunta.


- Como siempre, ya sabes...


- Oh, sí... lo sé muy bien.


¡! Él estuvo en la universidad y yo le obligaba a estudiar día y noche. La llegó a odiar, estoy seguro de ello. A mí me gusta hasta cierto punto.


- ¿Siguen intentando ligar contigo? – me pregunta en susurro al ver al chico que se ha parado encima de las escaleras del patio.


- No lo sé, supongo. Son muy raros – le digo sin darle demasiada importancia – creo que sólo me quieren por el dinero que puedo llegar a ganar si me hago neurocirujano, lo cual es gracioso... porque yo quiero ser pediatra y no ganan tanto – sonrío.


- También es por tu físico – me susurra Naruto en el oído antes de darme un pequeño y juguetón mordisco en el lóbulo.


- No hagas eso, sabes que me enciende – río y eso llama la atención de mi compañero.


Pocas veces me río, pero cuando lo hago, generalmente es porque Naruto está cerca para hacerme reír. Con él todo es fácil y sencillo.


- Te he traído algo para que comas. Estoy seguro que estarás muerto de hambre.


- Oh, por Dios... ¡Sí! Me muero por probar alguno de tus bollos – le digo con total sinceridad.


Caminamos hacia la moto y él levanta el asiento para sacar una bolsa de papel marrón con unos panes dentro.


- Dime que es pan de romero o con nueces – casi suplico.


- Bueno... he preparado uno de romero porque sé que te gusta, pero... me gustaría que probases éste – mete la mano dentro de la bolsa y saca un pequeño pan de molde. No tiene nada de especial a simple vista, pero él insiste.


Mi compañero sigue allí observándonos. Quizá algún día entienda lo que veo en Naruto o puede que no... no me importa demasiado. Yo miro a mi novio y abro la boca dejando que él meta un trozo en ella. Espera impaciente, con un brillo especial en los ojos y eso me indica que es alguna receta nueva que está investigando o simplemente, un pan que no había hecho antes.


- Es... dulce. No es que me guste demasiado las cosas dulces pero... sabe a miel – le digo con una sonrisa.


- Pan de miel, va a ser la nueva receta para Navidades.


- Está increíble. Ey... ¿Quieres probar? – le pregunto a mi compañero, aunque éste niega haciéndose una idea de lo que le decía antes sobre los bollos.


- Nos vemos mañana en clase.


- Claro – le respondo – ya me contaréis qué tal el karaoke.


Naruto mira extrañado, pero yo paso del tema. Tomo el casco y me lo pongo para ir a casa. ¡Todo ha vuelto a la normalidad! Vivo con mi novio, he entrado tarde a la universidad pero ya estoy aquí haciendo algo que me gusta, mi chico trabaja en lo que quiere y le apasiona y no podría pedir nada mejor.


Él sube primero a la moto y luego, subo yo tras él. Cuando arranca y veo que entra en la circunvalación, sé que no vamos a casa. Seguramente tiene otros planes, pero yo aguardo pacientemente. Para cuando para la moto, me doy cuenta de que estamos en el barrio Minato, en el puerto, justo a la gran escollera donde una vez, nos juramos amor eterno y decidimos irnos a vivir juntos. Claro que en aquel entonces yo era un fantasma. Las cosas han cambiado un poco.


- Vaya. Hacía unos años que no venía por aquí.


- Lo suponía. Llevas tres años estudiando como un condenado para ser pediatra – me sonríe – no había caído tampoco antes en que hacía tanto tiempo que no veníamos pero... me apetecía.


- Sí, a mí también.


Coloca el candado a la rueda trasera y deja los cascos allí atados antes de caminar juntos hacia la escollera. Las olas rompen en ella pero no nos importa demasiado. Nos sentamos al final, observando el horizonte. Todavía hay algunos pescadores locales en la zona pero el silencio sólo es roto por los graznidos de algunas gaviotas y otros pájaros de las cercanías.


- Realmente me gusta este sitio – le digo, con mi espalda apoyada sobre su pecho y sentado en esa fría roca.


- A mí también. Creo que aquí es donde realmente empezamos a salir tú y yo.


- ¿Eso crees? – le pregunto, aunque más bien le bromeo. Él sólo sonríe – oye, Naruto... Gracias.


- ¿A qué viene eso ahora? – se confunde.


- Por haberme esperado siete años de mi vida. No debiste hacerlo y sé que fue duro tener que aguantar tanto tiempo pero...


- Estaba convencido de que eras el amor de mi vida. No necesitaba a nadie más, sólo a ti – me dice con una seriedad abrumadora, tal... que hace que me sonroje al instante.


- Te empecinaste demasiado en salvarme. Eras malísimo estudiando.


- Pero aprendí muchas cosas gracias a ti. Sé que conseguir ser neurocirujano fue difícil y sé que no habría llegado allí sin tu ayuda, pero también me gustó la carrera, al menos a la larga. Llegué a apasionarme porque a ti te apasionaba pero...


- Eres un buen panadero.


- Tus compañeros creen que soy... mediocre.


- Me gustarías aunque fueras barrendero.


- Tú eres raro.


- No lo soy. Me enamoro de la persona, no de una profesión. Ellos podrán creer que ser panadero no es tan "digno" como cirujano y yo les digo "que les den". Sería igual de digno el que mantiene limpias las calles que el que está en un impoluto quirófano. Es un trabajo, Naruto, y el trabajo no define la persona que eres. No podría estar más enamorado de ti.


- La verdad es... que mi jefe se jubilará en uno o dos años – me expresa – y... bueno... - sonríe de forma extraña – no sé si esto es bueno o malo pero... no tiene ningún heredero del oficio, así que me ha planteado cederme el negocio a mí.


- Pero eso es genial, ¿no? – me alegro por él.


- Yo... le he dicho que quería consultarlo contigo primero. No se me dan muy bien los números y la contabilidad como para llevar una empresa.


- Yo puedo enseñarte, incluso... mi hermano, Itachi o Deidara podrían echarte una mano. Deidara está de secretario de mi hermano, él seguro que entiende de esas cosas.


- Sí. Supongo que... si te parece bien, aceptaré la oferta. Y además... me gustaría que tu aceptases mi oferta.


- ¿Tu oferta?


- Me gustaría pasar el resto de mi vida a tu lado, Sasuke. Sé que puede ser algo tonto pero, quiero casarme contigo, tener todo legal y puede que no sea un buen momento por tu carrera pero...


- Me casaré contigo, Naruto – le respondo casi de inmediato.


- Ni siquiera te he enseñado aún el anillo – busca en el bolsillo de su chaqueta.


- Me da igual el anillo, como si quieres ponerme un donete. Sigue siendo un sí.


Naruto ríe al escuchar mi respuesta antes de acercarse a mis labios y besarme con pasión. ¡Siete años de mi vida perdí! Pero en esos siete años... encontré lo más importante en la vida. El amor con la persona con la que he conseguido mi felicidad.


Fin


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