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Coma profundo por Fullbuster

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Miro la luna creciente reflejada en el agua y cómo las nubes viajan por la inmensidad del cielo, ocultándola algunas veces y dejando que la oscuridad me engulla por completo. Por algún motivo, me alegra cuando la nube pasa y puedo volver a ver esa intensa luz reflejando sobre la cristalina agua del estanque. Tumbado sobre el pequeño puente, a veces miro los peces nadando con calma. Ni siquiera sé si ellos son capaces de percibirme. ¿Qué soy? ¿Qué es lo que queda de mí? ¿Soy como energía residual? No estoy muy seguro, pero sí sé que todo ha cambiado y que estoy más solo que nunca.

 

Uno de los peces Koi nada hacia la superficie, mordisqueando bajo la hoja de una flor de loto. Muevo mi mano hacia el agua, pero la atravieso como me ocurre con todo, sin embargo… el pez se mueve con rapidez, sumergiéndose y alejándose como si me hubiera percibido. Eso me sorprende.

 

- ¿No puedes dormir? – escucho a mi espalda la voz de Naruto.

 

- Parece que no – sonrío – al parecer en esta forma… ¡ni siquiera sé lo que soy!, no me entra sueño. Desde que desperté así, no he pegado ojo y no parece que tenga intención de caer pronto.

 

- Debe ser horrible pasar las noches solo.

 

- Bueno… antes perseguía a las enfermeras por el hospital y aprendía algunas cosas interesantes sobre medicina. No tenía nada mejor que hacer.

 

- Oye, Sasuke… - me dice antes de sentarse a mi lado, pasando las piernas al otro lado de la barandilla y dejándolas colgando sobre el agua del estanque mientras apoya los brazos en la madera de la barandilla intermedia – tu hermano…

 

- No se lo ha tragado.

 

- Eso me parecía – sonríe Naruto – durante la cena estuvo muy callado, pero me miraba muy raro.

 

- Mis padres no solían estar por casa así que esa excusa tuya del novio puede más o menos colar… pero mi hermano y yo teníamos otra clase de relación, éramos más cercanos y no creo que cuele eso de que tenía novio y no se lo dije.

 

- Ya veo – susurra mirando los peces nadando bajo él – tu casa es preciosa y tu madre cocina muy bien. Nunca había comido un Yakitori tan bueno. ¿Crees que les importaría si hiciera unos panes para compensarles por todo esto?

 

- Normalmente sólo mi madre utiliza la cocina, no creo que te diga nada. Además, todos están durmiendo. Haz lo que quieras.

 

Miro de nuevo los peces bajo el puente. Todo parece estar como siempre cuando en realidad… todo se ha vuelto un asco. Estoy atrapado, viendo a todos a mi alrededor vivir sus vidas mientras mi cuerpo se deteriora lentamente en una camilla de hospital. Intento evitar la habitación de mis padres, pues oigo a mi madre llorar en su interior. A veces… hasta duerme en mi habitación como si eso la aproximase a mí. Mi padre ni siquiera sabe cómo comportarse con ella. ¡Si sólo hubiera algo que le quitase un poco ese sufrimiento que soporta!

 

Naruto se levanta de mi lado y empieza a caminar por el patio para ir al ala este donde se encuentra el salón y la cocina. Le observo y pienso que es posible… es posible que ese chico pueda animar ligeramente a mi madre y esa idea me hace resoplar.

 

- Si no vas a dormir… y vas a preparar algo de pan… ¿Puedo… acompañarte? – le pregunto un poco cohibido por mi actitud.

 

- Claro – me sonríe.

 

Me levanto de las maderas del puente para seguirle en silencio. Es cierto que siento que es un incordio, pero también es el único que me aleja de la soledad, porque sólo con él puedo hablar y relacionarme, es mi única conexión a este mundo que me ignora.

 

- ¿Sabes si tiene tu familia alguna alergia?

 

- No tienen nada – le digo al sentarme sobre la encimera de la isla en la cocina.

 

Naruto va abriendo cajón a cajón, el frigorífico y lentamente, va colocando ingredientes a mi lado a medida que los va encontrando. Le veo sacar unos plátanos del frutero y unas nueves de uno de los armarios, lo cual me extraña.

 

- ¿Qué vas a preparar?

 

- Pan de plátano y nueces – me dice con una sonrisa.

 

- Nunca he escuchado nada así.

 

- Por eso nuestra panadería es famosa, nuestros panes son diferentes. Te dejaré probarlo, tranquilo. Vas a chuparte los dedos.

 

- Naruto…

 

- ¿Es que no me crees? Cocino muy bien y todas mis especialidades se acaban siempre.

 

- Naruto… - le repito para que me mire. Intento coger una manzana y nada sucede, por lo que parece darse cuenta en ese instante de que jamás podré probar nada de lo que él haga.

 

- Lo… lo siento. Lo dije sin pensar.

 

- Da igual. Seguro que a mi familia le gusta.

 

Se ha quedado inmóvil y no sé muy bien cómo asimilar aquello. Quizá le ha afectado un poco o siente pena por mí. Soy consciente de todas las cosas que voy a perder en mi vida, todas las experiencias, pero creo que él aún no se hace una idea exacta de todo lo que jamás podré hacer.

 

- El rodillo está en este cajón – le comento para sacarle de ese trance.

 

Abro un poco las piernas para enseñarle el cajón debajo de mí. Parece reaccionar ante mis palabras y se acerca para abrir el cajón y sacar el rodillo. Coge el saco de harina de fuerza a mi lado y empieza a expandir un poco sobre la gran tabla antes de ponerse a hacer la masa.

 

Al menos, verle batir los ingredientes y machacar los plátanos me mantiene entretenido. De vez en cuando me pregunta dónde está algún utensilio, pero es lo normal cuando no se conoce la cocina. Tampoco es que yo haya estado mucho por aquí… mi madre suele cocinar sola.

 

- Creo que tiene que haber algunos moldes en los armarios de abajo – le digo al ver cómo está terminando la mezcla.

 

- Voy a tener que hacerme con unos moldes de silicona – me sonríe al ver las bandejas rígidas – intentaré que no se pegue mucho.

 

Busca mantequilla en el interior de la nevera para untar los moldes, pero yo sigo en mi posición, observando cómo trabaja en silencio. Parece que será una larga noche, pero él está decidido a preparar varios tipos de pan. Lo sé cuando veo cómo mete la masa en el molde y empieza a preparar otro pan, esta vez un “trenzado de albahaca” o así lo llama él. Creo que duda sobre si el primero gustará o no, por eso está haciendo varios diferentes.

 

- Sasuke…

 

- ¿Qué? – pregunto confuso al ver cómo se ha callado.

 

- ¿Cómo era el último año de instituto? – me pregunta algo sonrojado.

 

- Como todos los demás – sonrío - ¿Por qué?

 

- Es que… he conocido a muchos que se agobiaban por las notas, todos preocupados de los exámenes de ingreso a la universidad y…

 

- Mis notas eran muy buenas, no me preocupaba mucho por ello. Se me daba bien estudiar. ¿No vas al instituto?

 

- No. Lo dejé el año pasado. Iba a cumplir los dieciocho años y el orfanato ya no podría hacerse cargo de mí, necesitaba un trabajo y sacar dinero para vivir, así que no podía ir a clases.

 

- ¿Querías ir a la universidad?

 

- Supongo que me habría gustado – dice amasando – pero… no se me daban bien los estudios. Odio los exámenes – sonríe – sin embargo, se me dan muy bien las tareas manuales, como cocinar o arreglar cosas. Dicen que el último año aunque se estudia mucho para los exámenes, también es especial.

 

- No lo sé, yo sólo estudio – le aclaro.

 

- ¿No quedabas con los amigos para ir al karaoke o cosas así?

 

- ¡Dios! ¡No! – le digo casi abochornado – odio cantar, de hecho, canto como si hubieran atropellado a un gato.

 

Eso le hace sonreír por algún motivo y su sonrisa es contagiosa, tanto, que acabo sonriendo yo también. Naruto tiene algo especial que no se ve a simple vista, algo que tampoco estoy dispuesto a decirle a él, pero me siento cómodo a su lado.

 

- No se me da bien hacer amigos – le confieso – nunca he sido muy sociable precisamente y… supongo que soy un poco tímido, así que me da miedo hacer el ridículo, lo que me impide ser gracioso con el resto de la gente. Me ven demasiado serio y nadie quiere estar con una persona así, eso es lo que creo. Así que decidí que no me hacían falta, sólo tenía que estudiar y ser alguien en la vida. Me exigieron ser perfecto y eso es lo que siempre he intentado ser. Los últimos meses, me di cuenta de que jamás sería suficiente para mi padre, él nunca me diría que estaba orgulloso de mí, así que decidí hacer algunas locuras para ver si realmente… no sé… al menos me reñía – sonrío – una bronca me habría indicado que se preocupaba por mí, no sé, parece estúpido ahora.

 

- No lo es. Yo me metía en muchos problemas en el instituto, no tenía padres, ni nadie que se preocupase por mí, así que pensaba que quizá… haciendo trastadas a alguien le importaría y me diría que dejase de hacerlo. Al principio cuando las familias me acogían, me sentía feliz, intentaba ser el hijo perfecto pero… al final siempre había algo por lo que echarme la culpa, algo por lo que no les gustaba, generalmente lo malo que era para los estudios – sonríe con cierta tristeza – creo que todos sabían que jamás llegaría a la universidad y me devolvían.

 

- Lamento escuchar eso. Algunas personas son muy superficiales. Puede que hasta yo haya llegado a ser algo superficial con el tiempo.

 

- Vaya, si estás despierto – escuchamos la voz de Mikoto por el pasillo, lo que nos hace darnos cuenta de que ya estaba amaneciendo – iba a preparar los desayunos, Fugaku tiene hoy una importante reunión e Itachi clases en la universidad.

 

- No podía dormir, creí que no le importaría si preparaba algo de pan.

 

- Tiene muy buena pinta – comenta Mikoto al verlo a través del cristal iluminado del horno – seguro que debe estar muy bueno, muchas gracias – sonríe con dulzura.

 

Naruto se dispone a sacar los panes del horno cuando le llamo con preocupación al ver a mi madre traer mis pantalones y empezar a darle la vuelta a los bolsillos. Sé que en el de atrás tengo la marihuana que Suigetsu me dio y que no pensaba utilizar, pero sigue allí porque no me dio tiempo a deshacerme de ella antes del atraco. Naruto se da cuenta entonces, pero cuando camina hacia Mikoto, mi madre ya tiene la hierba entre sus dedos.

 

- ¿Y esto? – pregunta alarmada.

 

- Eso… - susurra Naruto.

 

- No lo hagas – veo lo que intenta por cómo traga hondo – deja que crea que es mío, deja el tema.

 

¡Idiota! Eso es lo que soy, soy un idiota porque sé que él va a mentir y ahora no quiero que lo haga pese a que al principio quería que me ayudase. Sé la verdad sobre él, sé lo que más miedo le da, que le echen de las familias porque es lo que siempre hacen, lo echarán si me cubre y lo sé.

 

- A mí no pueden echarme, Naruto, soy su hijo, déjalo – casi le suplico.

 

- Es mío – dice él – lo siento mucho, el barrio donde vivo no es nada bueno y unos chicos me obligaron a comprarlo, tenía miedo que me hicieran algo así que sólo… iba a deshacerme de ello, pero había quedado con Sasuke. Cuando lo vio, se enfadó mucho conmigo y dijo que lo guardaría él hasta que pudiera deshacerse de ello, lo siento de verdad, es mi culpa. Recogeré mis cosas ahora mismo y me iré…

 

- Idiota – le grito, sin embargo, mi madre sonríe al ver cómo Naruto hace una reverencia frente a ella y se disculpa, parece que se ha creído su versión.

 

- Haremos una cosa ¿Vale? Voy a tirar esto y nos olvidaremos del tema, ¿de acuerdo? No diremos nada, pero no vuelvas a comprar nada así. Si tienes problemas, dímelo la próxima vez.

 

- Sí, lo siento mucho – se sonroja Naruto y me sorprendo al ver la dulzura con la que mi madre siempre trata todos los temas.

 

- Ahora, probemos esos panes, deben estar deliciosos.


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