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Coma profundo por Fullbuster

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¡Calma! Eso es lo que siento a mí alrededor. El piar de unos pájaros lejanos que llegan con sutileza a mis oídos y me hacen abrir los ojos. El techo blanco laminado es lo primero que vislumbran mis ojos. Lo primero que pienso es que me encuentro en mi habitación, durmiendo cómodamente hasta que al girarme para buscar mi despertador, no puedo encontrarlo en la mesilla. Ni siquiera está la lámpara de mano en forma de rana que compré hace años en un mercadillo callejero.


Aquello hace que me incorpore con rapidez, buscando algo familiar en aquella habitación que tiene un par de camillas con dos enfermos a los que no conozco y que parecen dormir. Ambos están entubados y una enfermera revisa sus constantes anotándolas en un pequeño cuaderno.


- ¿Dónde… estoy? – me pregunto primero a mí mismo, pero aprovecho la entonación también para la enfermera que está enfrente.


No obtengo respuesta alguna. Quizá mi voz no ha salido lo suficientemente clara o audible, por lo que repito la pregunta tras carraspear levemente, tratando así de sacar un poco más de voz desde lo más profundo de mi garganta. ¡Sigo sin obtener respuesta!


A mi lado, sentado en un sillón que no parece en absoluto nada incómodo, encuentro a mi jefe. ¿Qué esta haciendo allí? ¡No entiendo nada! Lo último que recuerdo… es haber salido a comprar algo para el almuerzo. He entrado a trabajar esa misma madrugada, justo a las cinco como todos los días. Siempre salgo a las nueve y media a comprar algo en la misma tienda y finalizo el trabajo a las doce cuando todo el pan se ha vendido. ¡Es una de las mejores panaderías de la zona! Hacen cola para ir a comprar allí y prácticamente agotan todo entre las once y las doce.


Miro el reloj de la pared. Tan sólo son las once de la mañana, por lo que ni yo ni mi jefe deberíamos estar aquí, sino trabajando hasta la una cuando Yahiko cierra completamente la panadería.


- Yahiko… - pregunto hacia su lado, pero éste sigue leyendo el periódico – ey… Yahiko. ¿Qué está pasando? ¿Por qué estoy en un hospital?


- Deja de intentar hablar con ellos, es inútil. No te oyen – escucho una voz al fondo de la habitación.


No puedo ver a quién pertenece la voz, una cortina me tapa. Hay una cama al fondo, oculta tras una cortina. De ella sólo puedo ver el pie de la cama y parte de las sábanas blancas. Decido levantarme para ver quién me está hablando.


- Disculpa – susurro apartando la cortina, observando a un chico entubado dentro de la cama y a… ¡Es el mismo chico a su lado! ¿Gemelos?


- ¿Qué te pasa? – me pregunta el chico frente a mí.


- Es que… nunca había visto gemelos.


- No somos gemelos, soy yo – me dice, pero aunque al principio me quedo atónito y paralizado sin entender sus palabras, luego me entra la risa al contemplar la posibilidad de que ese chico esté loco y desvariando.


- Casi cuela – le digo, pero él frunce el ceño y me señala.


- Tú no, idiota – me dice al ver cómo me miro el pecho – detrás de ti.


Me giro con lentitud creyendo que me toma el pelo. No entiendo nada, pero al ver mi cuerpo tumbado en esa camilla, siento que mi pulso se acelera y una corriente fría recorre mi cuerpo. ¡Siento miedo! Mi mandíbula tiembla y no soy capaz de articular palabra. ¿Qué hago allí tumbado? No puedo ser yo. ¿Sueño? Quizá es eso, no me he despertado del todo.


El ruido del monitor se acelera, primero lentamente y luego… más rápido. Algunas de las enfermeras entran entonces para revisar mi cuerpo, inyectándome algo, supongo que para bajar las pulsaciones de mi corazón.


- Cálmate, chico, sólo estás en coma.


- ¿Estoy qué? – pregunto algo sorprendido por sus palabras – ni siquiera sé quién eres.


- Sasuke, me llamo Sasuke – se presenta – lo… lo siento.


Aquellas palabras me dejan helado. Mi primera impresión de él ha sido que era un idiota y demasiado serio, pero al escuchar pronunciar esas palabras y cómo se sonroja ligeramente antes de apartar su rostro para que no pueda verlo, me hace sonreír ligeramente.


- ¿Por qué?


- ¿Eh? ¿Eres idiota? – pregunta entonces volviendo a ser como segundos antes – por… lo del atraco. Lamento haber hecho que te apuñalen.


- ¿De qué hablas? Me salvaste, tú eres… - pienso y recuerdo a ese chico a mi lado, ése que apartó el cañón del arma de mi cabeza cuando iban a matarme – tú eres el que me salvó, apartaste el arma de mí.


- No lo pintes tan heroico… ni siquiera sé por qué lo hice. Mi cuerpo se movió solo.


Me sorprendo de sus palabras, sin embargo, también entiendo que es un chico complicado y sobre todo… veo lo difícil que le resulta ser sincero, por eso no se lo tomo en cuenta y sonrío. Realmente le importaba la situación y quiso ayudar aunque ahora se haga el desinteresado.


- Gracias.


Sonrío y él parece quedarse estático al verme hacerlo. Quizá no se lo esperaba. Miro su monitor y me dejo invadir por esos sonidos constantes.


- No estás… muerto… ¿No?


- No – me dice – aún no estoy muerto – comenta como si fuera a ocurrir pronto - estoy en coma y al parecer sin posibilidad de salir de él.


Eso me entristece, porque él me ayudó, me salvó. No tenía razón para hacerlo pero se metió en medio y recibió dos tiros por mí. Está ahí tirado en esa cama porque quiso ayudarme.


- No te preocupes, tú saldrás pronto. Los médicos dijeron que tenías un coágulo en la cabeza pero era muy pequeño, así que no necesitaste cirugía. Drenaron la sangre acumulada y te dieron medicación, deberías recuperarte en poco tiempo. Seguramente despertarás enseguida.


- Vas a salir – le digo sin tapujo alguno y él abre los ojos sorprendido al escucharme. Me doy cuenta de que casi estoy gritando presa del enfado – vas a salir del coma.


- No creo que lo haga – sonríe con tristeza mirando hacia su cuerpo en la camilla.


- Te lo prometo, aunque sea lo último que haga… voy a sacarte de ese coma.


- No puedes prometer algo así, nadie es capaz de entender el coma aún. Ni los médicos saben por qué no despierto – me comenta – es… cuánto más tiempo pase en coma, más probabilidades hay para que no despierte y mi cuerpo se irá deteriorando lentamente en esa camilla.


- Volverás con tu familia – entrecierro un poco los ojos, creando una agresividad que quizá nunca supe que tenía, pero quiero remarcarle a ese chico que hay esperanzas y que no puede rendirse ahora – vas a volver con ellos, te lo aseguro. Sólo… ten paciencia. Buscaré a quien sea que pueda ayudarte.


- ¿Con tu sueldo de panadero? – sonríe – además… ¿Por qué te importo tanto? Ni siquiera me conoces.


- Claro que sí, eres Sasuke – le digo al recordar su nombre – y eres el que me salvó, con eso me basta.


¡Por fin sonríe! No es una gran sonrisa ni mucho menos. Sé que en estos momentos debe de costarle asimilar algo así. Y es entonces cuando caigo… que han pasado tres malditos días.


- ¿Eso es cierto? – le pregunto justo cuando señalo el calendario detrás del moreno.


- ¿El qué?


- ¿Estamos a día veintiuno? ¿Han pasado tres días?


- Eh… sí – dice Sasuke – llevas tres días en coma. Tu jefe suele venir por aquí a traerte flores.


- ¿Cuánto tiempo llevas… así? – le señalo, porque no sé cómo llamarle. ¿“Fantasma” quizá?


- Desde el accidente. Me desperté en la ambulancia. Creí que yo sería el único pero… veo que no. Aquí estás.


- ¿Esto significa que me estoy muriendo? – pregunto alarmado y siento que mis pulsaciones vuelven a subir.


- Ey… cálmate, ¿vale? Todo está bien. Sé que asusta, pero estás bien – me repite, pero yo sigo sintiendo mi corazón acelerándose demasiado – respira – le escucho que me dice pero aunque se acerca a mí, no puede tocarme, su mano me traspasa.


Otra enfermera entra corriendo por la habitación cuando ve que el pitido del monitor se vuelve continuo. No sé cómo interpretarlo pero el chico frente a mí sí parece entenderlo por cómo cambia su rostro.


- ¿Es malo? – pregunto al ver sus ojos tan abiertos.


- Se te acaba de parar el corazón – me dice.


- ¿Qué? ¿Me muero? – casi grito al enterarme de la noticia.


- Van a reanimarte. Prepárate… eso duele.


- ¿Cómo que due…? ¡AY! – me quejo sin darme tiempo a preguntar.


Noto una descarga y tras esa, a los pocos segundos, una segunda mucho más intensa. ¡Duele! Duele mucho y me quema. Siento la corriente pasando por mi cuerpo, es una sensación horrible, sin embargo, mi visión empieza a nublarse y sólo consigo escuchar a Sasuke una última vez.


- Por favor, dile a mi familia que los quiero – le escucho aunque no puedo responderle por el dolor y los espasmos eléctricos – díselo, por favor – me repite como si yo fuera su última esperanza para decir aquellas palabras.


Abro los ojos sobresaltado pero sólo veo a las enfermeras que me atienden y cómo una retiene mi mano con la que intento quitar la máscara de oxígeno.


- No, no puedes quitártelo aún – me dice con dulzura, pero yo necesito quitármela, más al ver a la familia de ese chico que entra en la sala para ver cómo sigue su estado de salud.


No sé si todo ha sido un sueño, no sé si es real o no lo que he vivido, pero aun así… no sé el motivo que me impulsa a intentar complacer esa última petición. Puede que sea mi subconsciente que desea aplacar el dolor de su familia, puede que todo haya sido eso… sólo un sueño, pero tengo que hacerlo.


Empujo ligeramente mi brazo y consigo soltarme del agarre de la enfermera para quitar la máscara. Intento hablar, pero mi voz suena débil. Toso más que hablo. Sólo los enfermeros están atentos a mí y necesito llamar la atención de su familia. ¡No sé cómo hacerlo! No sé cómo hacer que se fijen en mí y entonces… empiezo a recuperar la voz lentamente.


- Sas… - trato de hablar una vez, consiguiendo que se giren – Sasuke.


¡Por fin la mujer se gira! Ha abierto los ojos como si reconociera el nombre. ¿He acertado? Si era un sueño… ¿Cómo puedo saber su nombre? Quizá… lo escuché en la tienda de alguno de sus amigos o de algún empleado.


La mujer se acerca hacia mí, sólo ella aunque veo al chico tras ella también sorprendido. Se parece mucho al que está en la cama, quizá es su hermano. Un hombre está entrando en ese instante por la puerta, creo que es el padre que habla con el médico.


- ¿Qué has dicho? – me pregunta la mujer tapándose con las manos la boca, con lágrimas en los ojos que empiezan a brotar.


- Sasuke… os quiere – le digo – él os quiere – le repito por si mi voz aún no es clara del todo.


Cae de rodillas. No entiendo nada de lo que está ocurriendo, pero visualizo a un par de enfermeras que corren hacia la mujer en llanto. No puede parar de llorar y es incapaz de levantarse del suelo pese a que su hijo intenta recogerla de allí para llevarla hacia un sillón.


- Mi niño – solloza la mujer frente a mí.


- Mamá, por favor, vamos al sillón – le sugiere su hijo – venga, yo te ayudo.


Los ojos del padre siguen sobre mí, intimidantes como eran los de Sasuke. Al menos eso es lo que recuerdo de ese chico. Ha sacado sus ojos. Puede que fuesen amenazadores, pero también eran hermosos, había visto tristeza en ellos, soledad, pero también bondad. Él había sido su héroe aquel día y ahora… quería ayudarle como fuera.


Me dejo caer sobre la camilla agotado. Ni siquiera puedo mantener los ojos abiertos. Todo a mí alrededor da vueltas y está demasiado confuso. ¿Ha sido todo una ilusión? Seguramente. Sólo quiero dormir un poco y cuando despierte de nuevo… poder seguir con mi vida.


 


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