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Otra vez no... por marlov

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- ¿ya te vas? – alza la vista asustado – pero… podemos ir a comer, aún es temprano

- vamos conejito, no pongas esa carita – sonríe enternecido – extiende la mano

- no quiero – esconde las manos – si lo hago te vas a despedir de mi – niega fuertemente

- mano… - insiste hasta que el otro le da la mano, con cuidado le entrega una pequeña cajita – un poco de chocolate, ya sabes, para el mal tiempo

- creí que ya no te quedaba más – mira el paquete y sonríe – gracias lobito

Se inclina y lo abraza para susurrar a su oído – hasta luego Sungmin – antes de separarse besa su frente y deja en su mano una pequeña bolita de pelos – es igual a mi… así me recordaras

Sungmin tardó uno segundos en reconocer el bicho peludo con el que bromearon en la feria del pueblo, alzó la vista para agradecer por el gesto cuando se percató de que estaba solo, no había rastros de su amigo. De un salto se puso de pie buscando con la mirada por todo el lugar, incluso se subió a la banqueta para poder ver mejor, pero era como si el otro hubiera desaparecido. – Lobo… ni siquiera me dijiste tu nombre real… - con cuidado guarda los obsequios de su amigo, carga sus cosas y sale del aeropuerto en silencio, con la mano en el bolsillo aferrado al llavero esponjoso.

Kyuhyun prácticamente salió huyendo del lugar y tomo el primer taxi que encontró, una vez adentro dejó salir un suspiro mientras recostado en el asiento miraba el pequeño y esponjoso llavero de color rosa, le dolía la idea de no ver a su pequeño amigo, pero sabía que era lo correcto, sabía que si seguía estando cerca de Sungmin sus sentimientos solo crecerían, no sería capaz de controlarse y lo último que quería era ser una carga para el otro, necesitaba un tiempo a solas mientras solucionaba sus sentimientos, quizás luego podría buscar al pequeño y ser aquel amigo que pretendía.

En cuanto llega a su departamento deja caer sus cosas y se tira en su cama, estar en casa nuevamente era mejor de lo que había creído, perezosamente toma su teléfono y responde a los cientos de mensajes de su mejor amigo, con cariño saca el llaverito peludo y sonríe al ver la carita gruñona, de verdad le recordaba mucho a su amigo, aquel a quien llamaba lobo, pero del cual no sabía su nombre, se había sentido tan cómodo con el otro que no había prestado atención a su nombre, ni siquiera recordaba si alguna vez se lo había dicho, y ahora tampoco sabía si lo volvería a ver. Se hizo un ovillo en su cama aprisionando contra su pecho el pequeño juguete y se dejó llevar por el cansancio cayendo profundamente dormido.

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Estaba cayendo profundamente dormido cuando escucha la llegada de un mensaje, molesto por la interrupción y listo para maldecir toma su teléfono, pero en cuanto nota que quien mandaba el mensaje era cierto conejo que había decidido aparecer se levanta de un salto, se alista lo mas rápido que puede y toma el primer taxi que encuentra.

En cuanto llega al lugar toma las llaves de repuesto y se mete al departamento - ¡Sungmin! ¡Lee Sungmin! ¿! donde diablos estas?! – al no encontrarlo se mete a la habitación y lo encuentra durmiendo de los mas cómodo, deja salir una sonrisa enternecido - ¡LEE SUNGMIN! ¡¿COMO SE TE OCURRE DESAPARECER Y APARECER COMO SI NADA SUCEDIERA?!

- ¡pero que! – se levantó asustado buscando el origen de los gritos hasta que logró enfocar a su amigo - ¿Heemin? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste a m departamento?

- no, la pregunta aquí es ¿Por qué diablos desapareciste desde la mitad de la semana y apareces hasta ahora? ¿tienes idea de lo preocupado que estaba? Estuve días y días mandándote mensajes, no podía dormir tranquilo, pensaba mil cosas, y lo peor es que ni siquiera sabía a qué hueco te fuiste a meter – hablaba rápido tratando de sacar toda la molestia que sentía – yo entiendo que hayas querido olvidarte del pendejo ése, ¿pero porque me haces sufrir a mí también? Es más, siento que hasta arrugas me han salido de tanta preocupación

Del susto había pasado a la ternura, la cháchara de su amigo le parecía muy dulce – Heemin… Heemin – se levanta e intenta calmar a su amigo

- nada de Heemin – lo toma de los hombros y lo sienta – ahora me vas a escuchar, ni creas que te dejaré ir tan fácilmente – bufa y lo observa de pies a cabeza – ropa ajustada y cabello teñido – parpadea varias veces – ahora sí que me vas a escuchar

Sungmin escuchó atento todo el regaño, sabía que se lo merecía por el susto que le había dado, después de más o menos una hora por fin pudo calmar a su amigo y explicarle la situación y todas las aventuras que había vivido en ese pueblito desconocido.


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