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Otra vez no... por marlov

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Después de haberlo seguido por casi todo un día se dio cuenta de que debajo de esa mascara de dureza había una persona dulce, lo había visto acariciar gatitos callejeros, incluso les compraba alimento o los llevaba a los refugios, ya caída la noche y cansado de tanto caminar llegaron a su casa, ¿Cómo una persona podía caminar tanto? Ese chico en definitiva era raro, pero ahora le agradaba mucho más. Una vez que se aseguró de que estaba a salvo tomó un taxi de vuelta a su casa.

Estaba seguro de que esos encuentros no eran una casualidad, pero no se quedaría quieto, no esta vez, mira fijamente al chico y se acerca con la peor cara que tenía - - ¿se puede saber porque te veo a cada rato? – intenta demostrarle la ira que sentía

Alza la vista sorprendido - ¿disculpa?

- nada de disculpa, creí que había sido claro cuando dije que no quería volverte a ver y ahora te veo hasta en la sopa, ni creas que no me doy cuenta – se cruza de brazos molesto – primero la cafetería, después la librería, eso sin contar la vez del aeropuerto y de la pelea en el centro comercial

Alza una ceja sorprendido por el reclamo – bueno, lamento decirte que no te estoy acosando, si eso es lo que insinúas

- no lo insinúo, estoy seguro de ello – mira una silla vacía y se sienta junto a él – ahora, dímelo, ¿acaso te guste tanto que hasta me acosas?

- ¿Acaso te gusté tanto yo que ahora me ves en todo lado? –

- ¡ja! – ríe con sorna – ya quisieras – mira el libro que el otro leía, se lo quita y lo hojea con pereza – entonces, ¿me dirás porque me andas siguiendo? ¿o tengo que ponerme a adivinar?

- adivinar no suena tan malo, pero me temo que solo fueron roces casuales

- ajá, igual que es casual que las personas que me molestaban ahora me piden disculpas o aparecen golpeadas – inclina un poco el rostro y lo mira fijamente – lamento decepcionarte, pero no soy tan idiota

- no creo que seas idiota, nunca lo creí, pero debo admitir una cosa – se inclina un poco para mirarlo a los ojos - ¿Por qué? – se arrepiente a último minuto y niega con la cabeza – no es nada

- nada –rueda los ojos – eres un pésimo mentiroso, ¿lo sabías?

Suelta una carcajada y le entrega el libro – te lo regalo, si no me equivoco, te gustan mucho los libros de ese autor – se levanta y sonríe – ya nos veremos pronto, Kim Heechul

Se queda congelado unos segundos - ¿Cómo sabes mi nombre? – se levanta de un salto para perseguirlo, pero cuando sale ya no había nadie afuera. Molesto mira el libro y lo hojea, en efectivo, ese era uno de sus autores favoritos, mira la primera página con una dedicatoria – “para el chico más fuerte y con el corazón más noble que conocí en mi vida, atentamente Siwon” – revisa el libro buscando algo más sin resultados - ¿eso es todo? – suelta una carcajada – aparte de acosador, descarado

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Después de aquel evento su amistad creció como si se hubieran conocido de toda la vida, Sungmin poco a poco se abrió a su compañero contándole a grandes rasgos sobre su relación, al inicio lo hizo con temor, pero el otro no lo juzgaba, solo escuchaba en silencio dejándolo descargar todo aquello que guardaba.  Así llegaron al cuarto día, desde el incidente en el lago Kangin no lo había llamado ni mandado un solo mensaje, agotado por el silencio de su pareja mandó un mensaje de buenos días, a los pocos segundos recibió respuesta, ilusionado y agitado abrió el mensaje – “por favor para, te dije que yo te llamaría cuando sea oportuno, con mis padres aquí no me puedo dar el lujo de andar con el teléfono en la mano.” – mira atónito el mensaje, ¿acaso ahora era un estorbo? Intenta no prestar atención al mensaje, se levanta y busca con pereza su ropa, no malograría su paseo por un idiota.

- ¡conejo! – entra a la habitación sin tocar – ¿aún no te has vestido? Dijimos que hoy haríamos un paseo campestre y en la tarde iríamos a la feria – mira la expresión de su rostro y encima de la cama el celular, sin necesidad de más palabras entiende lo que había pasado – ay conejo – frunce el ceño molesto y toma el teléfono – desde hoy y hasta el final del viaje tienes prohibido tocar esta cosa

- ¿Qué? – intenta alcanzar su teléfono, pero su reacción fue demasiado tardía – yo estoy bien, lo prometo

- Y yo me chupo el dedo – alza por encima de su cabeza el aparato – bueno, quizás si lo alcanzas podría pensar en devolvértelo

- no se vale, me llevas más de 10 centímetros de altura,

- no es mi culpa que seas enano – menea el teléfono por lo alto divertido – vamos, si saltas hasta podrías llegar –

- eres un lobo malvado – frunce el ceño y sonríe, le da un pisotón con todas sus fuerzas –

- ¡tú! Conejo tramposo – se encoge por el dolor, pero oculta el celular contra su vientre – ahora lo vas a tener menos – se endereza y sonríe – dijimos que este viaje sería un descanso, pero cada vez que tocas este aparato terminas con una carita tristona

- soy demasiado obvio, ¿verdad? – suspira resignado y se sienta – solo quería hablar un poco con él, pero sus padres lo tienen demasiado controlado y ahora me siento una carga

- sé que nunca digo nada, pero, tú no te mereces esto, digo, no necesita llamarte y conversar horas, pero tampoco debe lastimarte – suspira y guarda el celular – es por tu bien, prometo que no veré nada, solo lo voy a guardar en lo que dura el viaje – mira su ropa desabrida y frunce el ceño – ah no, eso sí que no, tanto que compramos y ¿quieres volver a usar campanarios? – rebusca entre la ropa nueva y le da un conjunto – toma, ponte esto – se sienta en la cama y lo observa –

- pero… - mira la expresión del otro y asiente – tienes razón, no debo dejar que anda opaque nuestras vacaciones – toma la ropa y se mete al baño para vestirse – sabes, estaba pensando, ¿si me hiciera teñir el cabello? Siempre quise hacerlo, pero no me atrevía, ya sabes, por el que dirán – sale vestido y lo mira – pero de verdad quiero hacerlo

- a mi me parece una gran idea, estoy seguro que te da cualquier color - toma sus cosas y salen – pero primero el paseo, incluso hablé con los dueños del hotel para que nos presten la cocina

- prepárate para chuparte los dedos – sonríe ladino – no hay mejor cocinero que yo

- con esa sonrisa solo logras que me asuste


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