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De fuego y sueños por Yusei156

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¿Qué se siente estar en el cuerpo de alguien más? Es meterse en los más profundos secretos, es enterarse de mucho más de lo que cualquiera podría pedir.


 


Esa mañana cuando el sol salió Sirius Black no podría haber previsto cómo es que su vida cambiaría en tan solo 24 horas. Se levantó dispuesto a besar a su bello amante pero para su sorpresa se encontró con un escritorio lleno de libros, trato de leer lo que estuviera escrito frente a él pero no tenía ningún sentido <<¿Qué diablos significa OGM?>> con algo de pesar se levantó, no reconoció el dormitorio pero estaba casi seguro de que el de Remus en el campus era idéntico. Claro que su pareja no tenía esa clase de libros en su habitación.


 


Con cuidado se dirigió al baño. Todo parecía un sueño. Un lugar desconocido, cosas cuya pertenencia era dudosa, casi parecía planeado. Sirius comenzó a pensar que quizá había subestimado a sus amigos, sorprenderlo de tal manera era algo que no podía haber previsto. Sin embargo al llegar al llegar al espejo se llevó la mayor sorpresa de todas. Frente a él estaba la más maravillosa de todas sus fantasías. Era un chico delgado con finos rasgos. Tenía el cabello largo, liso, su piel era blanca y resaltaba esos ojos negros tan brillantes que tuvo que contener la respiración al verlos.


 


Intentó articular palabra alguna pero le fue imposible, le faltaba el aliento. Parpadeo repetidas veces queriendo asegurarse de que no se trataba de un sueño, pero cuando le vio sonreír fue suficiente motivación para atreverse a acercarse.  Dio unos pasos al frente y su corazón solo podía acelerarse más y más. Trató de chocarlo pero cuando estuvo lo bastante cerca sus dedos chocaron con el vidrio, allí fue cuando se dio cuenta de que no tenía a la persona más importante de su vida frente suyo, sino que estaba en su cuerpo. Exactamente igual que en la leyenda.


 


—Por fin nos volvemos a ver— dijo en voz alta sin poder procesarlo del todo. Cómo acto reflejo se abrazo, abrazo el cuerpo de aquella persona con la que había soñado en un sin fin de ocasiones volver a encontrar. Incluso había llegado a creer que su encuentro había sido una de esas ocasiones que es uno en un millón.


 


Su ensoñación fue interrumpida cuando comenzaron a golpear la puerta del baño, se le había olvidado por completo que esas habitaciones eran compartidas —¡Severus sal de allí! Necesito entrar, paso y ya luego te bañas— escuchó la súplica de su compañero de cuarto, lamentablemente esa voz se le hacía conocida. Con poco animo decidió salir, ni siquiera había pensado en meterse a bañar pero probablemente sería algo de lo más disfrutable.


 


—Todo tuyo— le dijo al salir aunque para su desgracia conocía perfectamente a la persona detrás de esa puerta. Bartemius Crouch Jr., la mejor forma de describirlo era una cara bonita, un cuerpo sexy, la cabeza vacía y una personalidad idéntica a una patada en los huevos. No entendía que había hecho para merecer esto.


 


—Vaya Sevi parece que tuviste una noche larga ¿Te desvelaste estudiando? Te dije que mejor me acompañaras, si hubieras ido tal vez habrías regresado con un Beta a su dormitorio— le insinuó sonriente, sabía muy bien que a su compañero no le gustaba nada la idea de las fiestas ni de las aventuras de una noche —Además si siempre eres tan complaciente con Lucius ten por seguro que un día te dejara— le dijo antes de cerrar la puerta del baño. No es que disfrutará herir a las personas pero sabía muy bien que lo mejor era que comenzará a olvidarse del rubio.


 


Sirius se quedó fuera sin poder procesar lo que había dicho, solo conocía un Lucius en todo lo que llevaba de vida <<¡Ese maldito!>> pensó. No podía creer que la persona que había estado buscando estuviera en la misma Universidad que él, sino que también ahora fuera pareja de una de las personas que más despreciaba en el mundo. Sin pensarlo dos veces se tiró sobre la primera cama que vio, era obvio que necesitaba pensar que iba a hacer ese día.


 


Necesitaba salir de allí eso seguro, tenía que encontrar su propio cuerpo, no iba a perder la oportunidad de encontrarse con la persona que tanto añoraba solo por unos cuantos inconvenientes. Se levantó tan rápido como pudo y comenzó a inspeccionar el armario, para su desgracia una caja de condones y varias tangas le revelaron que probablemente ese no era el armario de “Severus” sino de Barty, conocía perfectamente lo promiscuo que podía llegar a ser, digo, hasta hace poco era igual a él. Antes de que alguien más pudiera percatarse de su error dio unos pasos al otro lado de la habitación, tenía mucha curiosidad sobre la clase de cosas que tendría allí.


 


Sin embargo encontró pocas prendas, todas de colores oscuros y algo percudidos. Se notaba que era ropa que había usado durante años. Eso sin duda le había sorprendido, sabía muy bien lo quisquilloso (por no decirlo de otra manera) que podía llegar a ser Lucius así que no lograba entender del todo como es que estaba con alguien de un estrato inferior al suyo <<debe de estar enamorado y no lo culpo>> pensó disgustado. Ya sin saber que hacer tomó un pantalón y una playera, además de la ropa interior, sería toda una sesión de autodescubrimiento ese baño.


 


—Ya salí, perdón por la demora pero si te decía la verdad estoy seguro de que no me habrías dejado entrar— trató de excusarse pues había salido completamente desnudo pero recién bañado.


 


—¿Acaso no sabes lo que es una toalla?— le atacó Sirius, realmente no estaba de humor para esas bromas.


 


—Hablando de eso, Regulus vendrá dentro de poco. Hoy está deprimido, ya sabes, por el aniversario de la muerte de su hermano. Sería maravilloso si lo acompañas por un café o algo, iría yo pero tengo una cita— seguido de esto no tardó mucho en ponerse un calzón, una pañoleta y caminar a la habitación de enfrente dejando a Sirius con un nudo en el estómago.


 


<<Reg…>>


 


Si alguien le hubiera dicho que el día que encontrará por fin a la persona que estuvo buscando durante años además sería el día que podría pasar la tarde su cumpleaños con su querido hermano sin que este lo supiera jamás se los habría creído, pero ahora se estaba presentando la oportunidad. Tan rápido como le fue posible entro al baño y se despojó de toda la ropa, abrió la regadera y, aunque vio muchas más cosas de las que podía haber imaginado ese no era el momento ni el lugar para revisar lo que no le concernia, no ahora.


 


Tan rápido como se había bañado comenzó a vestirse, no sin antes dar una mirada el espejo. Había podido pasar sus manos por todo el cuerpo, había sentido cada una de las cicatrices y aun así no le quitaba lo hermoso a su ser. Pronto terminó de ponerse hasta la última prenda, no tenía idea de que clase de estilo tenía al vestir pero estaba seguro que en unas cuantas horas se podría ver mucho mejor. Teniendo un poco más de curiosidad comenzó a hurgar entre sus cosas, necesitaba una dirección y un teléfono para poder contactarlo así que cuando encontró un celular que aunque era viejo funcionaba no dudo ni un segundo en poner su información de contacto y guardarlo como favorito. Incluso se envió un mensaje en caso de que por alguna extraña razón no lo buscara.


 


—¿Sev?— escuchó en la entrada de la habitación, bastó con darse la vuelta para ver a uno de los miembros de su familia que más amaba y que tenía pocas oportunidades para interactuar con él, justo como en ese momento.


 


—Reg...— le sonrió radiante, hacía años que no podía verlo más que de lejos. No podía creer que estaba frente a su hermano menor. En otras circunstancias le hubiera abrazado, quería contarle porqué ya no estaba con él, pero era imposible. Realmente imposible.


 


—Me dijo Barty que querías ir por un café ¿Vamos?— preguntó con ternura o quizá es que para Sirius Black todo lo que hacía su hermano menor era realmente tierno. A su parecer era como ver a un niño pequeño tratando de conocer el mundo. Un niño verdaderamente inocente. Alguien que debía ser protegido a toda costa. Decidió pasar toda la mañana con él, a final de cuentas ¿Qué daño haría?


 


Habían estado recorriendo la ciudad, en la zona este. Muy lejos de donde Sirius estaba acostumbrado a transitar, no es que fuera un lugar inseguro sino todo lo contrario. Era un lugar por demás elegante donde se reunían personas distinguidas. Entraron a un café que conocía desde hace años, el café de Miss Ineth. Un lugar al que solían ir con sus padres cuando aún eran niños.


 


Todo parecía regresarlo al pasado, los manteles viejos y elegantes, los cuadros colgados en la pared cada uno más frío que el anterior, los empleados sin rastro de esperanza en la mirada y ese olor a incienso que antes le solía gustar ahora solo causaba náuseas.


 


Pronto su hermano pidió lo de siempre, una bebida caliente de chocolate blanco. Perfecto para finales del otoño. Además fue lo suficientemente amable como para pedirle su bebida, un té de Jazmín. A decir verdad Sirius jamás lo había probado pero si eso era lo que tomada Severus… se lo bebería sin chistar.


 


La plática fue amena, le dio gustó enterarse que su hermano se había vuelto un buen hombre. Era atento con los demás, le gustaba escuchar, sabía entender a las personas incluso podía pensar que un día se volvería un gran hombre. Pero había una cosa que no dejaba de rondar por su cabeza


 


—¿Tú hermano está muerto?— preguntó de repente Sirius, aunque claro como el rostro que enseñaba era el de no solo un gran amigo de Regulus, sino su amor platónico, este no pudo hacer otra cosa además de sonreírle con tristeza.


 


—No— suspiró cansado, había días en que quería olvidarse de todo —Hoy es su cumpleaños, cumple 21— contestó intentando mostrar una sonrisa, pero lo único que podía transmitir era el dolor que estaba sintiendo.


 


—¿Qué pasó?— preguntó intentando disimular la furia que había dentro suyo, no tenía idea de que le hubieran dicho sus padres.


 


—Cuando tenía 16 se escapó de casa, le robó a mis padres tres millones de euros y se fue a vivir con uno de mis tíos. Mis padres lo desheredaron y eliminaron del árbol familiar. Lo último que supe de él es que había regresado al país para humillar a mi padre estudiando en la misma facultad que es director— por más que lo miraba no podía distinguir si era odio o tristeza lo que estaba sintiendo.


 


—No sabía que tu hermano fuera tan malo— contestó intentando ser amable, le tomó de la mano y le sonrió gentilmente. Cuando en realidad se sentía verdaderamente impotente, mucho de lo que había dicho era una completa mentira.


 


—Eso no importa, con los años aprendí que hay más cosas importantes y personas tan preciadas que es imposible ignorar por más tiempo estos sentimientos— el agarre de la mano fue más tierno, le miraba a los ojos y fue entonces cuando Sirius Black supo que tenía que huir.


 


No podía creer que había sido lo suficientemente idiota como para no darse cuenta de ello. No sólo se enteraba que su hermano creía que era un asco de persona sino que además estaba enamorado de su persona destinada.


 


—Me tengo que ir, tengo un trabajo de la OMG o algo así para la semana, ya sabes, importante y me falta mucho— sin poder dejarlo despedirse se salió del café. No podía recibir una confesión, no de su hermano.


 


Salió tan rápido como pudo y sin mirar atrás, era demasiada información para una sola tarde. Comenzó a caminar intentando decidir si debía regresar a su departamento o mejor dirigirse a la habitación de Severus. Cuando escuchó unos paso detrás suyo, era Regulus quien venía unos cuantos metros atrás de él intentando alcanzarlo.


 


Al no saber como reaccionaria Severus y estando completamente seguro de que no podía recibir una confesión de su hermano es ae no dudo más de dos segundos para echarse a correr. No tenía idea de a donde pero sabía perfectamente que la mejor forma de deshacerse de alguien era entrando a una tienda para pasar inadvertido.


 


Afortunadamente esa tienda la conocía bien, la visitaba desde hace años, casi era como estar en casa. Porque si, podía ser hombre pero disfrutaba de comprar. Era una manera de escapar de su vida, aunque fuera por un rato.  Se colocó disimuladamente detrás de uno de los escaparates, quería asegurarse de ver a Regulus pasar para poder salir de allí.


 


—¿Disculpa? Si no estás aquí para comprar puedes retirarte de una vez, no somos un evento de caridad para que vengas vestido así y creas que vamos a atenderte— le dijo una de las empleadas que no había podido ignorar su vestimenta.


 


Sirius le miró incrédulo, y sin pensarlo dos veces salió de la tienda y cruzó la calle. Ya tendría oportunidad de cerrarle la boca a esa perra, ahora era su oportunidad de comprarle algo bonito a ese cuerpo.


 


Las empleadas de la segunda tienda a la que entró le miraron disimuladamente pero no dijeron nada, aunque para Sirius ese era uno de los momentos más incómodos de su vida. Nunca lo habían juzgado en una tienda al entrar, es más, las empleadas hacían filas para darle descuentos e incluso le regalaban cosas.


 


Comenzó a probarse una prenda tras otra, todo lo que se veía espectacular en ese cuerpo iría con él hoy a casa. Por más que odiara admitirlo le gustaba mucho como es que las prendas se ajustaban a su delgada figura, aunque también la ropa ancha le hacía ver todavía más deseable. No tardó mucho antes de elegir sus conjuntos, todos de colores oscuros según las preferencias del futuro dueño y claro, una que otra cosa de su talla para cuando regresara a su cuerpo.


 


Las señoritas se dispusieron a cobrarle y gracias a su expediente de compras en este lugar decir “A la cuenta de Sirius” y después proporcionar un código de seguridad fue suficiente para salir con sus bolsas llenas.


 


Ya anochecido y sin poder decidir si iría al departamento o la habitación se dispuso ir a pensar a parque. Era un lugar neutro y de hecho uno de sus favoritos para pensar que hacer de su vida. Comenzó a recorrer uno de sus senderos y contrario a lo que había imaginado había alguien más en el parque.


 


Trato de ignorarlo pero la curiosidad le hizo prestarle atención al individuo. Era joven, era alto y sin duda alguna era demasiado apuesto para ese mundo. Fue en ese momento que se dio cuenta, había encontrado su cuerpo, había encontrado a Severus.


 

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