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De fuego y sueños por Yusei156

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Por raro que sonara el despertar en tu propio cuerpo era realmente reconfortante. Nunca había imaginado que sucedería algo como aquello. Su intercambio había durado exactamente las 24 horas, para su desgracia ese idiota había nacido a las cuatro de la mañana. Una de las más largas noches de su vida si debía añadir.

 

La fiesta se había desarrollado con extraordinaria facilidad. Se dedicó a escuchar historias de varias personas y fingir beber alcohol con todos ellos pues a decir verdad su tolerancia no era la mejor del mundo. Nadie le había preguntado nada, cada que dudaba de un nombre sus “amigos” o mejor dicho, los amigos de Sirius reían pues creían que o estaba borracho o bromeaba con ellos.

 

Quizá lo más difícil había sido el quedarse a dormir allí, como “dueño” del lugar tenía su propia habitación. Había tenido que dormirse en la cama de Sirius aún en su cuerpo, porque si. Si alguien le hubiera dicho que Sirius Black había nacido a las 4:00 am se lo habría pensado dos veces antes de ir a aquel lugar.

 

Sin embargo lo más incómodo había sido el tener que compartir la cama. Sabía muy bien que tenía pareja, de hecho al despertar estaba a su lado, era lógico pensar que lo estaría también en la noche. Lo que no se esperaba era sufrir la misma incomodidad en la mañana. Había despertado en el sofá más grande de la casa, claramente estaba un poco adolorido pero todo eso se le olvidó al notar esos ojos café avellana que miraban con suma atención cada uno de sus movimientos.

 

—Veo que despertaste— le dijo amablemente con una sonrisa un tanto forzada —¿Vas a quedarte a desayunar? Ya casi termino así que si quieres puedes ir a refrescarte primero, creo que tienes ropa de sobra.

 

Severus no entendió a qué se refería hasta que volteo a un costado. Había una toalla  limpia y tres bolsas llenas de ropa. Al instante se sonrojó, ¡Lo estaba malinterpretado todo! ¡No era su culpa que el estúpido de su novio le llenará de obsequios en tan solo unas horas! Con algo de pánico se levantó pero fue interrumpido antes de poder articular una palabra.

 

—Se que no tendrás problema en ponerte algo, a final de cuentas todo es de tu talla— se notaba la molestia en su tono de voz y no podía culpalo. Sabía que era lo que estaba pensando en ese momento.

 

No pudo contestarle, simplemente se levantó y tomó lo que le estaba ofreciendo. No tenía ganas de verlo. Sabía perfectamente lo horrible que era ver a la persona amada más interesada en alguien más. Lo vivía cada día.

 

—El baño está en la habitación principal, supongo que ya sabes el camino— eso último había sonado aún peor. Vio como las manos del castaño apretaban con tal fuerza la naranja que está pronto podría ser aplastada como si de una pelota antiestrés se tratará.

 

—Te equivocas, ayer fue la primera vez que vine aquí— quería componer lo que estaba pasando por su mente. Era duro sentirse como el amante sabiendo que nada estaba pasando, que acababan de conocerse.

 

—No parecía— dijo sin mucho ánimo —¿Cuándo dices que conociste a Sirius?— eso último agarró desprevenido, decirle “ayer” y no tener una historia convincente de cómo es que se habían vuelto cercanos en unas horas seguro traería problemas, así probablemente le daría más razones para sospechar. Pero ¿qué podía decir? “Tu novio y yo estamos destinados, es mi alma gemela” ni él mismo quería que eso fuera verdad. Estaba enamorado de alguien más.

 

—Paseando por la facultad lo vi con mi hermano, pensé que estaban saliendo pero son solo amigos. Comencé a hablarle porque quería saber más sobre Reg— contestó Sirius llamando la atención de los Omega. Ninguno se había dado cuenta de que estaba en las escaleras escuchando su conversación.

 

Al escuchar eso el rostro de Remus se tornó de color rojo, no podía creer que estaba tan celoso que le levantaba falsos a alguien. Hace 8 meses había empezado a salir con él que era uno de sus mejores amigos. En todo el tiempo que llevaba de conocerlo se había percatado de lo horriblemente atractivo que era. No solo su físico, sino también su personalidad. Aunque muchos lo veían como alguien creído, obstinado y jodidamente rico era solo una capa superficial. Era una persona demasiado honesta, que creía en sus ideales, además era un excelente amigo. Durante los cuatro años que llevaba de conocerlo había visto un sin fin de amantes, pero desde que estaban juntos parecía diferente. No quería dudar de él, no ahora.

 

—Disculpa Severus— dijo Remus después de procesar aquellas palabras —Soy una persona horrible cuando estoy celoso— se disculpó, no podía hacer eso cada que alguien nuevo fuera de visita al departamento. Aunque en realidad no lo hacía, es sólo que su llegada le había alertado, era idéntico a la descripción de la persona “ideal”de su amado que era imposible ignorarlo.

 

—Eres una de las personas más maravillosas que conozco— dijo Sirius mandandole un beso desde donde se encontraba —Ahora si me disculpas iré a enseñarle a Sev donde está la ducha y bajó enseguida— comenzó a subir hacia su habitación seguido de Snape quien prefirió mantenerse al margen de la situación.

 

Le siguió en silencio observando con detenimiento los pasillos. Había varias fotos del mismo Sirius con varios de los amigos que había conocido la noche anterior, pero lo que le llamaba la atención eran aquellas que estaban cubiertas con una tela de terciopelo negro. Al entrar a la habitación se dio cuenta de aún más detalles que la noche anterior. Estaba perfectamente bien combinada, su cama era grande para ser la habitación de una sola persona.

 

Las fotos dentro también estaban cubiertas, ocultadas sin mucho éxito por unas claramente más recientes, pues la diferencia entre el Sirius actual y el aquel que aparecía en cada una de ellas era sólo la ropa. Sólo una era claramente más antigua, Sirius era un niño de unos 12 años y estaba acompañado de una niña pequeña.

 

—Era mi prima, falleció hace unos años— dijo Sirius llamando la atención de su invitado. No le gustaba hablar de ese tema así que prosiguió a abrir la puerta del baño, dejando a un confundido pero cayado Snape.

 

El azabache no tuvo más opción que tomar una ducha lo más rápido posible, la idea de quedarse más tiempo de lo necesario le parecía ridículo pues tenía suficiente con todos los problemas que se le habían presentado. En su arranque de celos había hecho enojar a Lucius cuando estaba en el cuerpo de Sirius y aún no veía el fruto de sus acciones. Necesitaba llegar lo antes posible para poder encararlo.

 

Llevaba junto a Malfoy tres años, los mismos tres años que tenía en la Universidad. Y durante ese tiempo se había dado cuenta del gran idiota que podía llegar a ser. Se había enamorado de un superior que ni siquiera era de la misma carrera que él, ni de la misma área. Había llegado a conocerlo por su compañero de cuarto y todo había resultado bastante bien.

 

Como Omega no tenía derecho a una educación de nivel superior, el que lo aceptaran en la Universidad había sido cosa de un milagro. Sabía que elegían sólo a 20 de ellos en cada generación y eso ya era mucho qué decir. Al contrario de los demás compañeros ellos debían de comprometerse a tener excelentes calificaciones además de que no habían cursos especiales para Omega, se les exigía un estándar de conocimiento para seguir en los cursos siguientes.

 

Los únicos que podían tener clases aparte eran los alfa de alta categoría y en general se trataban de cursos especiales impartidos por catedráticos de lo más especializados. Aquello era solo un sueño lejano en la mente de Severus.

 

Quizá por eso su admiración se había transformado tan rápidamente en un enamoramiento repentino al estar con Lucius, él había sido el primero en tratarlo como a un igual y aunque no estuvieran formalmente juntos su relación le hacía feliz. Aunque no siempre.

 

Con el paso del tiempo había querido más y más de su parte, podía entender que no lo presentará con sus padres pues era raro que familias como la suya bien conocidas como “sangre pura” permitieran ese tipo de uniones, no debería ser impedimento para que le contará a sus amigos, pero incluso frente de ellos lo presentaba como un amigo nada más.

 

La única vez que le había visto en una postura autoritaria propia de un novio fue cuando se encontraba en el cuerpo de Sirius. Era obvio que no le gustaba la competencia y menos de otro alfa de alta categoría. Se había dado cuenta de esto último hace tan solo unos minutos o quizá lo había descubierto el mismo día que encaró a Lucius al decir que era de su “propiedad”.  

 

Pronto se encontró comiendo con el resto de los invitados resaltados y claro, el dueño del lugar. El desayuno era sencillo y la plática amena por eso le sorprendió cuando de repente todo mundo le miraba esperando que este contestara. Cosa que no iba a suceder pues había pasado todo ese tiempo pensando en lo que haría tan pronto regresará.

 

—¿Entonces? ¿Podrías hacerlo?— preguntó Remus tan atento a su respuesta como cualquier otro.

 

—¿Hacer qué?— no podía comprender de lo que hablaban, lo último que había escuchado era algo sobre el equipo de fútbol.

 

—Ayudarnos a reunir a Sirius con su hermano, seguramente te ha preguntado mucho sobre él pero nunca te pidió verlo ni nada. Finge que no quiere pero nos damos cuenta de que miente. Sus ojos se iluminan y su sonrisa se ensancha cada que lo menciona— dijo James intentando convencerlo. Realmente creía que ese sería el mejor regalo.

 

—Estamos en la misma Universidad, estoy seguro de que puede verlo cuando quiera— contestó Snape intentando dar por terminada la conversación. No quería meterse en líos familiares.

 

—¿De qué hablan? — preguntó al reingresar a la habitación, había ido por más servilletas y todos parecían atentos al nuevo invitado.

 

—Snape dice que se siente un poco mal, deberías de llevarlo a su habitación lo antes posible— dijo James mirando con cara de suplica al omega sentado frente suyo. Si bien su fuerte nunca era el rogar necesitaba de ayuda para reencontrar a su hermano del alma con Regulus. Cabe mencionar que lo había intentado antes con un resultado desastroso.

 

—¿Te sientes mal?— preguntó mientras se acababa para poner sus manos en la frente de Severus, temía que su noche anterior fuera la culpable de su estado, no se había medido del todo con el consumo de alcohol.

 

—Estoy bien— contestó desanimado claramente al alfa que estaba frente suyo, sin embargo esas palabras no fueron lo suficiente como para convencer al otro. Sin pensarlo dos veces les dijo a sus amigos y a su pareja que llevaría a su invitado a su habitación. Al terminar el desayuno ambos partieron rumbo a la Universidad, sería un camino bastante corto pues se encontraban a no más de 10 minutos a pie.

 

El ambiente era un poco tenso pero ligeramente agradable, apenas habían cruzado palabra alguna durante el trayecto. Era difícil encontrar de qué hablar cuando todo el mundo les miraba como si se hubieran perdido de algo.

 

En general los ojos se quedaban posados en Sirius para después darse cuenta de su compañía, en algunos casos eran ignorados. Pero al llegar a la fraternidad de Slytherin cambió la situación. Todo mundo les veía y susurraba por lo bajo, había quienes sólo bajaban la mirada o les seguían disimuladamente hasta perderlos en algún pasillo. Tan pronto vieron la puerta de la habitación no dudaron en abrirla y encerrarse dentro, un grave error.

 

Dentro y sin pudor alguno se encontraba Barty Crouch Jr., totalmente desnudo y con compañía. Quizá lo más asombroso había sido verlo con más de un solo hombre en la habitación o que esté al darse cuenta de quien le estaba observando tuvo una reacción natural en el cuerpo.

 

—¡Sirius! Que agradable es verte, estoy tan feliz que no puedo ocultarlo— dijo el Omega sin pudor alguno acercándose peligrosamente, con solo un Severus de separación.

 

—Lo noté— contestó intentando poner fija su mirada en otra parte.

 

—¿Has reconsiderado mi propuesta?— pregunto pasado de largo a Severus y tratando de encimarsele al Alfa liberando hormonas para atraerlo, aunque era más efectivo cuando estaba en celo.

 

—El no dormirá contigo, solo vino a acompañarme— interrumpió Snape separandolos nuevamente. En realidad no sabía que tan resistente era su compañía pero no quería estar presente si ese par llegaba a aparearse algún día. —¿Podrías dejarnos solos un rato?— preguntó con un tono de inusual gentileza.

 

—Claro— contestó y más rápido de lo que esperaban despertó a las otra dos personas para poder sacarlos de su habitación aún estando semi desnudos —Les dejaré la habitación dos horas, disfrútenlo mucho. ¡si Sev no te complace lo suficiente no dudes en venir a buscarme!— grito antes de irse y cerrar la puerta. “Es una lástima que Snape esté rodeado de tan buenos galanes con su pésimo humor” pensó antes de partir sin nada de ropa en búsqueda de nueva compañía.

 

El otro par se mantuvo en silencio esperado hasta ya no oír sonidos en los pasillos, se había armado un gran escándalo, y no era para menos. Sirius comenzó a reír una vez todo comenzó a normalizarse, sin duda alguna era la forma más rara de empezar el día la mañana después de su cumpleaños.

 

Sin embargo Severus le miraba como si se hubiese descompuesto o algo por el estilo. No le fascinaba la idea de lo que estaba pasando, sobre todo porque sabía que pronto toda esa información llegaría a oídos de Lucius.

 

—¡Justo por eso nunca me acostare con Barty! — exclamó intentando recuperar el aire —Si los dos fuéramos así de sinvergüenzas seguro cogeriamos en pleno campus— dijo intentando dejar de reír.

 

—Con lo guapo que eres me sorprende que no lo seas— dijo de mala gana moviendo los ojos, nunca le habían gustado las personas así y aún con todo ello no podía olvidarse del rubio platinado.

 

—¿Te parezco guapo?— preguntó con una sonrisa llena de picardia, era una buena noticia aunque en realidad, nunca dudo de ello.

 

—Quiero decir que me sorprende que siendo ligeramente atractivo no seas de la clase que va y se acuesta con cada par de piernas que se mueve— contestó desviando la mirada, lo último que quería era darle una idea equivocada.

 

—No te sorprendas mucho, a decir verdad antes era así, sólo que caí enamorado— le dijo sin poder evitar sonreír de sólo recordar todo lo que había sucedido el último año.

 

Había conocido a Remus desde hace tres años, al entrar a la Universidad. Se habían hecho amigos casi de inmediato, el que fuera un Omega nunca fue impedimento para que estuvieran los cuatro juntos, de hecho Remus le parecía una persona sorprendente. A pesar de ser considerado como inferior por muchos era el mejor en casi todas las clases, siempre se esforzaba por dar todo de sí.

 

Era un chico amable y dedicado con miedo al rechazo. Por eso le fue inevitable el querer protegerlo, al igual que todos sus amigos. Es sólo que con el tiempo las cosas comenzaron a cambiar, no fue el hecho de que lo acosaran, ni siquiera pensó en salir con él para molestar a su madre, es sólo que cuando se dio cuenta de lo que sentía no pudo soportarlo más. Tenía que hacer algo y eso fue lo que hizo.

 

—Se nota— contestó volteando a verlo. Necesitaba cerciorarse de lo que iba a suceder —Por eso no quiero saber más de ti— Esas palabras sorprendieron mucho a Sirius quien aún pudiendo deducir de qué se trataba prefirió guardar silencio, esperando pacientemente a que explicara sus motivos.



Snape suspiró pesadamente aún sin creer lo que estaba a punto de decir. Había pasado tantos años pensando en aquel niño que había conocido, aquel que aseguraba se casaría con él, que regresaría y tendrian una feliz vida juntos. Había esperado tanto su regreso que perdió la esperanza.

 

Había vivido tantas cosas con el deseo de que todo mejorará algún día que se cansó de esperar el dichoso milagro. Entendió que la vida puede ser injusta, que uno puede esperar lo que quiera pero nunca saldrá del pozo en el que está hundido si no hace algo al respecto. Y eso era lo que había estado haciendo los últimos cinco años.

 

—Tú tienes a Remus y yo tengo a alguien más, sería injusto para ellos el saber que estamos “destinados” y además tenemos contacto. Se bien que no quieres herir a tu pareja así que mejor  no volvamos a vernos—

 

Sirius sabía que tenía razón, sabía lo duro que sería tener una relación con alguien y que esta persona supiera que lo suyo no tenía futuro, no solo eso. Sino que era solo una parte más de la vida y conocía perfectamente al reemplazo. No quería eso. No quería que todo terminara así.

 

Había pasado tantos años buscando que al final se había convencido de que esa persona que tanto añoraba no se encontraba cerca, que hace muchos años se había ido a Alemania y ahora estaba comprometido o casado con quién sabe quien. Había pensado tantas veces en un sin fin de escenarios donde se volvían a reencontrar y se enamoraban perdidamente que el día que perdió la esperanza lo perdió todo.

 

—Déjame besarte, necesito hacerlo aunque sea una sola vez— pidió sin respetar su espacio personal, necesitaba sentirlo, necesitaba tocarlo aun si era la última vez en su vida.

 

Severus se quedó callado, sintiendo las cálidas manos que acariciaban sus mejillas. Le vio acercarse hasta sentir su aliento. Sus narices se tocaban y sabía que cualquier movimiento podía reducir esa distancia que comenzaba a excitarle.

 

“Sólo una vez” pensó. Cerró los ojos en señal de consentimiento y decidió dejarse llevar por el momento. Sintió como jugeteaba con su nariz, como la distancia se acortaba y le sintió cuando por fin hizo contacto. Aunque no fue lo que esperaba. El beso se había desviado ligeramente rozando en la comisura de los labios. Su corazón latía con fuerza, la sensación era similar a un impulso eléctrico que recorría su cuerpo.  Abrió los ojos para encontrarse con esos orbes plateados que muchas noches atrás le habían robado el sueño. Se encontró con su cálida sonrisa.

 

—Me alegra que seas feliz. Aún así no prometo dejar de hablarte, te saludare si nos llegamos a encontrar. Pero quiero que sepas que siempre serás la persona más importante de mi vida—

 

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