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De fuego y sueños por Yusei156

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Si le hubieran dicho a Severus Snape que ese día todo podría derrumbarse probablemente se habría dado cuenta de la primera señal de advertencia, seguramente habría intentado evitarlo con toda la determinación del mundo, es más. Quizá eso le hubiera dado suficientes motivos para darle el “no” a esa persona que tanto estaba en su mente.

 

Sin embargo nada de eso había pasado. Nadie le había advertido que enamorarse de alguien más podía ser así de peligroso. Nadie había sugerido siquiera que esos ojos plateados tenían una condena marcada en su interior. Por eso, no pudo negarse de manera rotunda a ser acompañado por Sirius cuando se lo encontró en la librería. Tampoco pudo decirle que no cuando le invitó por un café.

 

Y ahora está allí, sentado. Mirando fijamente a esa persona que muchos años le había robado más que solo los sueños. Miraba a quien tenía su corazón lleno de esperanza, con él que había deseado una vida mejor. Ni siquiera él estaba seguro de cómo siendo un niño se había podido enamorar de tal manera de alguien que apenas conocía. Solo sabía que esa espera además de eterna fue muy dolorosa.

 

—¿Qué piensas?— preguntó Sirius levantando la mirada del menú.

 

—Quiero un té de jazmín— contestó. En ese momento no se sentía con el suficiente valor para reclamarle por su larga ausencia. Eso sería admitir que aun sentía algo que no estaba dispuesto a reconocer.

 

—Deja llamo a la señorita— seguido de esto hizo un ademán para traer a la mesera, no tardaron mucho en dictar la orden. Lo malo de eso fue que la mesa se quedó en silencio. Un incómodo silencio que Sirius trató de romper.

 

—¿En qué parte de Alemania viviste?— preguntó intentando recordar por cada sitio en el que había estado. Aunque pronto noto la cara de confusión que tenía su compañía.

 

—Nunca he salido del país. ¿Por qué estás tan seguro que fui allí?— preguntó un tanto enojado. No le gustaba nada la seguridad con la que lo afirmaba, le daba la sensación de haber sido vigilado.

 

—Tú madre me dijo que te llevarían a Alemania porque estabas comprometido. Ahora creo que sólo quería alejarme de ti y sin embargo yo fui dos veces allá a buscarte— contestó Sirius sonriendo como siempre.

 

Pero no recibió respuesta. La camarera les dejo su pedido, un té, un café y una crepa de quesos. Había sido el momento oportuno para interrumpir pues Snape estaba asimilando la información. No entendía porque su madre le habría dicho eso al Sirius de niño, quizá había querido protegerlo de la mierda de lugar en que vivían y nunca pensó que realmente iría a buscarlo. Pero una parte de su corazón se sintió cálido. El sólo imaginar que había hecho todo eso para encontrarlo le aceleraba el pulso.

 

—He estado enamorado de ti tantos años que es difícil imaginar que al fin te encontré y que estarás con alguien más— le dijo Sirius. No había necesidad de ver su rostro para saber la tristeza que emanaba de él.

 

—Gracias— contestó Snape. No sabía qué decirle, no podía decirle que también lo amaba porque no era cierto. Lo que amaba fue ese recuerdo, fue la esperanza de una vida mejor. A la persona que tenía enfrente jamás la había amado realmente, solo a aquel niño que le dio una razón para seguir. Una oportunidad para salir de donde estaba.

 

Ambos se quedaron callados cada uno sumido en sus pensamientos. Había mucho que decir pero pocas ganas de exteriorizar todo lo que sentían, todo lo que habían esperado. Quizá pasaron una hora así, quizá un poco más antes de decidir irse a otro lugar.

 

Sirius decidió acompañar a Snape a su habitación, quien aunque no estaba muy convencido podía admitir que no le desagradaba del todo su presencia. Platicaron de cosas simples, del clima, de las instalaciones. De cómo repartirse la cuenta a lo que Sirius se negó a compartirla. Al llegar a la habitación se miraron de forma incómoda.

 

—Creo que esto fue todo por hoy— dijo Sirius intentando convencerse de dar un paso y regresar a su departamento.

 

—Gracias por el té— contestó acercándose más y más a la puerta. Odiaba admitirlo pero se ponía nervioso al verlo a los ojos.

 

—Como me arrepiento de no haberte besado— dijo Sirius antes de acercarse más al rostro contrario, aun en ese momento la tentación era tanta que le resultaba difícil resistirse.

 

—Y lo harás toda tu vida— respondió alejándose de él.

 

—Lo sé— seguido de esto se acercó otro poco más, le beso en la mejilla intentando con todas sus fuerzas alejarse de esos labios que le seducían sin problema alguno. —Buenas noches, alma gemela— le dijo antes de irse. No espero respuesta, no la quería. Si tenía alguna corría la posibilidad de que todo fuera para mal, que su capacidad para resistirse menguara y terminará haciendo algo de lo que se arrepentiría.

 

Severus cerró la puerta sin abrir los ojos, quería disfrutar en silencio de ese momento, de esos bellos ojos que solo tenían su atención puesta en una cosa, de ese aroma a alfa que de alguna manera siempre lograba quedarse impregnado en su memoria.

 

—¿Fue una buena cita? — preguntó el rubio sentado frente suyo. De inmediato los ojos de Snape se abrieron, no pudo disimular la sorpresa. En realidad nunca lo habría pensado pues era la primera vez que Lucius se encontraba dentro de su habitación.

 

—No fue una cita— respondió volviendo a guardar la compostura.

 

—Es una lástima— respondió levantándose de su lugar. Quería ver los ojos negros de Snape cuando le diera la noticia, quería ver su reacción exacta —Necesito que te acuestes con Sirius Black— le ordenó casi escupiendo cada sílaba de su nombre.

 

Las palabras resonaron en la cabeza del omega, sabía perfectamente que había escuchado pero una parte suya se negaba a creerlo. Quería creer que era una broma pero esa mirada seria y ese porte inquebrantable no le dejaban ni un atisbo de duda. Realmente la persona que amaba le estaba pidiendo que se acostara con alguien más.

 

—Eso, o que consigas su total y plena confianza. Aunque creo que es más sencillo si le haces creer que estas enamorado de él para manipularlo— agregó el rubio sin desviar su mirada fría.

 

—No lo haré— contestó claramente molesto, quizá las facciones de su rostro no lo delataban pero sus ojos brillaban de ira —No soy una de tus perras para que me estés ordenando esto—

 

Lucius sonrió. Era extraño verlo sonreír, o al menos lo era para el resto en la habitación. Y quizá eso formaba parte fundamental del enojo de Severus, nunca le había tratado de tal manera y mucho menos con público presente.

 

—Solo seducelo, haz que confíe en ti— dijo Lucius sin poder dejar de sonreír —Solo necesitas darle algo para tenerlo completamente a tus pies y después seguro el no podrá mentirte—

 

—¿Por qué querría hacer eso?— preguntó intentando pensar en alguna razón para que los otros dos estuvieran sentados y tan callados.

 

—Necesito que le preguntes una cosa y se grabe su confesión, una vez que la tengas puedes ser indiferente con él— contestó Lucius quien parecía disfrutar de lo que estaba sucediendo.

 

—¿Qué cosa? — preguntó un tanto espantado.

 

—Hace unos años mi hermano fue expulsado de nuestro hogar. Mi tío Alphart se internó en un psiquiátrico poco después de la muerte de su hija, a todos les pareció tormentosa la muerte de mi prima a tan corta edad. A todos menos a Sirius. Poco después él decidió irse de la casa pues disponía de mucho dinero, dinero que al parecer en algún momento fue de mi tío, cuando le pregunté a mi mamá sobre la expulsión de mi hermano ella me dijo que no tendría a un asesino en casa— le contó Regulus intentando contener las lágrimas —Todo lo que tiene mi hermano, todo el dinero que malgasta es del padre de la niña que asesino, de una niña que no tiene justicia aún. Mi tío se niega a creerlo, pero si grabas su confesión estoy seguro de que volverá a ser una persona racional ¡Necesito tu ayuda Sev!— exclamó.

 

—¿En serio crees que Sirius sería capaz?— preguntó Snape intentando asimilar todo lo que le habían dicho, le costaba trabajo pensar en que fuera cierto.

 

—Sirius tiene una gran lista de personas hospitalizadas por sus “bromas”, de gente agredida física y mentalmente por él a lo largo de los años, sin mencionar todo lo que sus padres han ocultado de él por muchos años, pero esto fue la gota que derramó el vaso— agregó Barty quien también estaba presente.

 

—Hazlo por mi— le suplico Regulus sin dejar su lugar, necesitaba ayuda y aunque mandar a la persona que te gusta a los brazos de tu hermano nunca era un buen plan sabía muy bien que Sirius era débil contra las pasiones carnales.

 

—Hazlo como un favor especial para mi Sev, te juro que será lo último que te pediré antes de hacer oficial lo nuestro— agregó Lucius.

 

Severus observó al trío de hombres dentro de la habitación, confiaba en ellos pero estaba realmente preocupado por todo eso, de alguna manera no le daba buena espina. Pero si había algo que pudiera hacer eso sería averiguar la verdad.

 

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