Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De fuego y sueños por Yusei156

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

¿Qué significa nacer como Omega?

 

Significa ser sometido, usado y estereotipado como un ser inferior sin otra vida útil además de fines para la procreación. Es más, había culturas donde se acostumbraba usarlos solo para eso, pero si de un matrimonio se trataba tenía que ser únicamente entre Betas y Alfas, casarse con un Omega era una verdadera pena en la familia. Una mancha en el árbol familiar que difícilmente se podía ocultar. Nacer Omega significa tener que tomar supresores, temer todos los días que tu celo despierte de repente. Escuchar que si te violan es por salir de casa, que te culpen por volver locos a los alfas, que seas acusado a pesar de ser víctima. Significa que te miren de arriba para abajo y crean que tu intelecto es inferior por el simple hecho de haber nacido distinto.

 

Ser aceptado en una Universidad tan exclusiva como lo era Hogwarts era todo un logro para un omega, la mayor parte de la población dentro de la escuela eran betas de buenas familia, había muchos otros alfas pero omegas, al menos en la generación a la que pertenecía Severus, habían sido aceptados en total 30. Un número realmente miserable si consideraban que habían más de 25 carreras y la mayoría de ella aceptaba a 400 alumnos por generación. Para Snape eso era uno de sus más grandes logros.

 

Esa mañana se había levantado con un inusual buen humor, sus sueños habían sido extrañamente pacíficos esa noche, contrario a las pesadillas habituales. Se levantó sin hacer mucho ruido pues no quería despertar a Barty, había tenido suficiente de él al escucharlo en la noche sobre sus consejos de seducción. Básicamente le estaba diciendo la manera para acostarse con Sirius y que éste lo considerara “inolvidable” sin que Lucius pusiera objeción alguna sin importar lo degradante y depravado que sonara cada idea peor que la anterior. Es más parecía disfrutar de la escena. Sabía que objetar en ese momento no era una buena idea, siempre que Luc quería algo era como ver a un niño malcriado forzando la situación para obtenerlo. Se metio a bañar, se lavo los dientes y una vez cambiado salió de la habitación con sus cosas. Necesitaba dar un paseo, necesitaba hablar con su madre sobre lo que se acababa de enterar pero sobre todo necesitaba pensar en lo que le habían dicho. No era solo esa búsqueda de una confesión de asesinato, de repente todo sonaba demasiado conveniente. Además aún quedaba el interrogatorio sobre su supuesto compromiso en Alemania.

 

—¿Por qué le dijiste eso?— preguntó al viento, no había esperado que su madre le hubiese mentido a Sirius cuando eran niños, no tenía nada de sentido.

 

Su camino lo llevó por un sin fin de calles que muchas veces había recorrido antes, el viento era frío, característico de finales de otoño. Sus labios se encontraban resecos pero poco le importaba esa sensación, aunque no podía evitar abrazarse de vez en cuando.

 

Hasta que llegó por fin a una posada en donde su madre trabajaba ahora. Sabía que ese era su día libre y no tardó mucho en encontrarla sentada en el jardín bajo un árbol de camelias. Su madre se dio cuenta inmediatamente de su presencia y sin decir una palabra se volteo a mirar al otro lado. Snape estaba consciente de que ella deseaba ignorarlo, era así desde hace varios años más o menos del mismo tiempo que llevaba separada de Tobías.

 

—Mamá— saludó con tono neutral y sin esperar respuesta prosiguió —¿Cómo estás? ¿Tienes frío? ¿Te gustaría entrar conmigo a conversar?— preguntó amablemente. Sabía que ella le tenía resentimiento por haber denunciado a su padre tiempo atrás pero era algo de lo que jamás se iba a arrepentir.

 

—Me gustaría más que tu visita fuera corta— le contestó aun sabiendo que una respuesta así solo serviría para hacerle daño a su hijo.

 

—¿Conoces a la familia Black?— preguntó con un sutil tono de molestia en su voz, si ella no quería hablar con él entonces sería lo más directo posible. Al decir esas palabras de inmediato pudo notar como su semblante había cambiado, señal de que sabía de quienes les hablaba.

 

—Son mentirosos y manipuladores, no hay nada más que debas saber— contestó tajante.

 

—¿Por eso le mentiste a ese niño? ¿A qué Black conoces para decir eso?— sabía que había más, necesitaba saber toda la verdad. Su madre era demasiado obvia cuando mentía, justamente por eso evitaba hablarle.

 

—Todos los sangre pura son iguales. Todo es compra y venta, oferta y demanda. Si te quieren en su cama les es fácil negociar entre ellos, solo te usarán hasta que no tengas más valor. Debí de haberme dado cuenta de ello hace muchos años, debí de haber aceptado que así las cosas serían mucho más fáciles para mi… Y para ti también Severus—

 

Su mirada reflejaba una profunda tristeza. La tristeza de un pasado del cual había logrado escapar, o al menos eso había pensado cuando se escapó de su lujoso hogar para casarse con el beta que la había enamorado, el que le había prometido una vida de felicidad que poco a poco se fue marchitando.

 

—Tú sólo sigue con él mejor postor, la vida será mucho más sencilla— dijo Eileen sin poder ocultar su sonrisa llena de dolor. A veces pensaba que si se hubiera quedado callada y con la cabeza baja su hijo habría tenido un mejor estilo de vida. Quizá lo mejor hubiera sido no tener a ese hijo.

 

—¿De qué hablas mamá? ¿Quién es el mejor postor?— preguntó temiendo por la respuesta.  Sin embargo ya no recibió nada. La mujer había optado por ignorar cualquier petición que tuviera su hijo. Durante años había vivido sufriendo por dar a luz a un Omega y ahora no iba a darle herramientas suficientes para que él arruinara todo lo que ella había ganado. Todo lo que ganó gracias a su gran ignorancia de cómo se movía el mundo bajo la mesa. Snape salió de allí tan rápido como pudo. Necesitaba alejarse y pensar en todo a la vez.

 

Pasaron dos días en que trato de mantenerse alejado de Lucius como de los otros dos que le estaban ayudando a conspirar contra de Sirius. En realidad no tenía aún una postura fija sobre ello. Se había dado a la tarea de investigar a la familia Black, más específicamente a la niña que le habían mencionado. Sin embargo no había nada de ella en los periódicos, ni fotos en los anuarios que Regulus le había prestado. Incluso optó por buscar un obituario que hablará sobre la muerte de la pequeña pero tampoco lo encontró.

 

En cambio del tío Alphart si encontró datos bastante interesantes. Resulta que se había graduado como psicólogo hace unos 20 años, según aparecía que se había casado con una mujer beta y supuestamente se separaron ese mismo año, pero aún nada de la niña. Lo demás que sabía de él es que se había internado por voluntad en un hospital psiquiátrico desde hace un par de años.

 

—Bonito—

 

Escuchó pronunciar no muy lejos de dónde se encontraba. Severus lo habría ignorado de no ser porque esa voz se le hacía horriblemente familiar. Tan familiar que intentó cerrar los ojos y fingir que nada había pasado durante un segundo hasta que escuchó el sonido de unos zapatos acercándose cada vez más. Había logrado evitarlo con éxito tanto tiempo que jamás pensó encontrarlo justo en la cafetería dentro de su facultad.

 

—Hola Snape— saludo casualmente Sirius intentando guardar la compostura. En realidad había visto primero esos jeans ajustados moverse un rato antes de poder articular una sola palabra y temía verse descubierto.

 

—Sirius— contestó mientras seguía su camino. No estaba listo para hablar, había tanto que analizar primero.

 

—¿Estás libre? ¿Quieres comer conmigo?— preguntó aún siguiéndolo. No iba a darse por vencido, menos cuando había tenido la suerte de encontrarlo.

 

—Odio la comida de la cafetería— dijo sin detenerse, quería huir.

 

—Vamos a comer a otro lado, puede ser un restaurante o pido comida a mi departamento. Tu elige— respondió alcanzando al azabache y metiéndose en su camino impidiéndole avanzar.

 

Analizó la situación un instante, le iba a ser complicado deshacerse del Black, además si llamaban mucho la atención este encuentro podía llegar a oídos de Lucius quien seguro querría saber sobre sus avances y si todo era como estaba imaginando necesitaba primero tener una manera de asegurar su victoria.

 

—Vamos a tu departamento— le dijo en un tono inusualmente bajo. Sirius no entendía el porqué pero de alguna manera le daba una mala impresión —Te veo allí en 20 minutos, necesito pasar a mi laboratorio un rato y checar unos experimentos pero en cuanto termine allí te veo— dijo con total seguridad.

 

—¿Y si te espero? Veinte minutos no es mucho tiempo— contestó pues se le hacía un poco sospechosa esa actitud.

 

—Mejor adelantate, pide algo que se te antoje y sirve que tienes tiempo para arreglar el desastre que seguro debes tener— su voz sonaba sincera y su porte mostraba total confianza así que difícilmente uno se daría cuenta de que era lo extraño con su comportamiento, sobre todo alguien que hace poco lo había conocido.

 

Ya sin tener que objetar Sirius siguió su camino, sentía que algo no estaba bien aunque no podía afirmar de que se trataba. Decidió seguir su camino y limpiar lo que pudiera antes de que llegara su invitado, aunque su concepto de limpieza era ocultar la ropa sucia del piso tras el sillón, sacar más platos limpios, vaciar el cenicero, tratar de tirar tanta lata como botella que pudo y en menos de lo que se dio cuenta ya había alguien tocando la puerta.

 

Fue a abrir tan pronto como escuchó el segundo timbre, salió del departamento y tomó un ascensor hasta el primer piso, eran solo 5 pisos pero al vivir en el más alto nivel era evidente que bajar le tomaría más tiempo del que quería ya fuera para recibir a su visita o la comida. Por suerte fue la visita.

 

Con una reverencia galante le dio la bienvenida a la entrada de los departamentos, era obviamente  innecesario pero le gustó hacerlo al ver esa mejillas pálidas adquirir un leve tono de rojo. Ambos subieron por el elevador sin decir nada, no sabían de qué hablar y estar encerrados en un espacio tan pequeño le resultaba un poco incómodo a ambos. Uno por las terribles ganas de reducir aún más ese espacio, el otro aún nervioso y sin un plan concreto de cómo conseguir información.

 

Al entrar al departamento el dueño como buen anfitrión ofreció varios tipos de cerveza, refresco, jugo y agua, y aunque el fuerte de Snape nunca había sido el alcohol sabía muy bien que siempre era bueno si buscaba sacarle información a otra persona.  Pronto tuvieron ambas cervezas destapadas sobre la mesa mientras platicaban alegremente de temas superficiales, la comida no tardó en llegar, Sirius tomó su último trago y bajo por ello sin saber que su ausencia sería aprovechada para tirar el restante líquido en la botella de Severus.

 

—¿Te gusta el sushi?— preguntó Sirius mientras entraba con las bolsas de comida en la mano.

 

—Está bien— contestó intentando descifrar que venía en las cajas que cargaba. Sin duda el sushi no era su comida favorita pero no se iba a quejar.

 

La mesa pronto se llenó de distintos rollos, unos de plátano frito, mango, camarón, salmón y piel de anguila, también había yakimeshi y claro, las típicas galletas de la fortuna que te daban con el pedido. Acompañado de otro par de cervezas. En menos tiempo del que esperaban la comida fue disminuyendo y la plática surgía de la manera más normal posible.

 

—¿Por qué estabas en mi facultad?— preguntó Severus tranquilo disimulando una sonrisa de ebriedad, necesitaba que el otro bajará más la guardia.

 

—Tenía ganas de verte— le contestó de inmediato. Había decidido comenzar a pasear por allí con la esperanza de tener una oportunidad de verlo, eso y que la pelirroja le había dicho que ese día seguro andaría Snape por allí

 

—¿Debo recordarte que tienes pareja?— preguntó con un claro tono de molestia en la voz.

 

—Peleamos— le contestó con los ojos fijos en el piso —Peleamos y no quiere verme, por eso estaba en la cafetería, quería alejarme lo suficiente para no hacer sufrir a Remus, al menos no en lo que decide si hablarme otra vez— contestó claramente triste por eso.

 

—¿Y crees que invitarme a tu departamento te ayudará a mejorar las cosas?— su tono sarcástico era tan inconfundible que al llegar a los odios de Sirius fue como si le hubieran cacheteado.

 

—Necesito pensar, necesito saber si lo mejor sería dejarlo— su tono seguía triste y sin pensarlo mucho se acabó de cerveza que tenía para abrir la siguiente.

 

—No me necesitas para eso, lo mejor que puedes hacer es hablar con él y resolver su problema. Además te he dicho que si el problema soy yo es tan simple como alejarnos nuevamente, mi vida también sería más sencilla si dejaríamos de vernos—

 

—¿Nunca piensas en que nuestro destino es estar juntos?— esa pregunta sorprendió a Snape —Algo nos está diciendo que debemos estar juntos. ¡Tuvimos un cambio de cuerpo! ¡¿Acaso no causa nada en ti?!—  sus ojos estaban fijos en los contrarios, necesitaba verlo, necesitaba guardar cada reacción en su memoria.

 

Si era rechazado en ese momento renunciaría para siempre, se repetía una y otra vez en su mente que debía de renunciar a toda esperanza.  Y aun así en el fondo sabía que eso era una mentira, que probablemente jamás abandonaría la esperanza. Había vivido tantos años pensando en eso que era difícil renunciar.

 

El silencio duró pocos segundos, pero cada uno le pareció una eternidad. Luego todo se desvaneció por fin. Sintió unos suaves labios sobre los suyos. Una corriente eléctrica le recorrió todo el cuerpo, no tardó en reaccionar y tratar corresponder el beso, miró con decepción como Severus se alejaba de él pero eso no lo detuvo.

 

Sin mucha objeción volvió a hacer contacto, comenzó recorriendo poco a poco sus labios, cada beso era una suave caricia, cada una más dulce e irresistible que la anterior. Se trataba de una sensación abrumadora y adictiva. Lentamente su lengua comenzó a jugar, acariciando, recorriendo, sintiendo, pero siempre de forma suave y lenta.

 

Uno tras otro, los besos venían acompañados de caricias tiernas. Las manos curiosas se desenvuelven e investigan lo puntos suaves. Las manos del Alfa recorren la espalda de su compañía en un movimiento lento y tortuoso que acompaña esas pequeñas corrientes eléctricas cada que vuelven a unir sus labios.

 

Las manos de Snape rodeaban el cuello de su compañero, prácticamente se había posicionado sobre sus piernas para ampliar el contacto. Cada beso, cada caricia los acercaba más. Sus labios comenzaron a ser impacientes y los suaves roces, las tiernas caricias, toda esa lentitud les estaba matando.

 

—Debemos parar— dijo Sirius al percibir el inconfundible aroma hormonal que producía un omega excitado. Apenas había entrado a sus fosas nasales descubrió que amaba como olía y eso era demasiado peligroso. No podía permitirse perder el control, no cuando ignoraba si lo que sentía era correspondido.

 

—Tienes razón— contestó Snape, sabía que debían de parar desde el momento en que sintió la erección latente bajo su trasero, aunque no había encontrado aún la fuerza para hacerlo. Con algo de pena se volvió a sentar en el sillón y comenzó a acomodar su ropa, quería salir de allí lo antes posible.

 

No tenía ganas de hablar, apenas busco su suéter para salir de allí. Había llegado a la conclusión de que si no lo encontraba en dos minutos lo abandonaría sin dudar, para su buena suerte el Black lo tenía en sus manos. Snape ni siquiera recordaba habérselo quitado al llegar aunque era fácil deducir que había pasado.

 

Se levantó con sus cosas en mano dispuesto a salir lo más rápido posible y no regresar, al menos no durante un muy buen tiempo. Era seguido de cerca por el dueño aunque este no lo detuvo solo se limitaba a observar.

 

—¿Esto significa que tengo esperanza?— preguntó. Necesitaba oírlo.

 

—Si quieres estar conmigo que sea más que solo esa estupida idea del destino, no voy a aceptar un enamorado que no me conoce y tampoco estaré con alguien que no quiero. Tatuatelo si quieres, no cambiaré de opinión—

 

—Lo tomaré como un sí— respondió Sirius sonriendo como solo él sabía hacerlo. —¿Quieres que te acompañe a la salida?— su voz era sensual y confiada.

 

—Conozco la salida— contesto impidiéndole a Sirius dar un paso para salir, había terminado con su drama pseudo romántico por ese día y aún tenía mucho que pensar.

 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).