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Destino omega por Pikacha-sama

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Notas del capitulo:

¡Por complacencia! Aquí está el final de esta mini historia. Recordando que fue una pequeña dedicación a Alejandra por su cumpleaños adelanteado de este año y el atrasado del año pasado. Espero poder en marcha el otro fic que tenemos planeado :)

¡Muchas gracias por el apoyo!

Epílogo.

 

Cada inicio de invierno llegaba a posar flores blancas bajo esas dos cruces improvisadas de madera. Tal vez habían sido solo segundos en que conoció a Haku, pero había impactado a gran escala en su vida. Le había hecho más fuerte con sus acciones, en algún punto había sucumbido por los cambios, por la opresión, pero el cambio y rendición la había ofrecido él… y nadie más.

 

Los primeros copos de nieve cayeron mientras una aguda tos salió de sus labios. Estaba demasiado débil para continuar el camino de regreso a casa, le hubiera gustado llevar a Iruka con él, o tal vez Deidara, pero nadie conocía ese lugar. Zabuza había huido con su omega al saber que sería crucificado, sin embargo, los liberales los habían matado al creer que lucharían contra ellos. Su muerte había sido un reflejo de lo podrida que estaba su jerarquía.

 

Haku era inocente.

 

Suspiró desganado por su continuo odio que ya no tenía protagonista más que él mismo. Hubiera podido dar un poco más por ellos dos, por los liberales, por los demócratas y tal vez por Gaara. Dejó que su capucha cayera revelando su rostro demacrado y cansado, se había corrido el rumor de que la Reyna de Konoha estaba muriendo.

 

Y era verdad.

 

El bosque estaba escaso de hojas, pero el pasto todavía se mantenía vivo. Sería la primera nevada del año, sonrió porque eso sólo podía significar que su esperanza para vivir estaba próxima. Avanzó unos cuantos pasos para hacer una pequeña reverencia y despedirse de las humildes tumbas.

 

—Deberías de estar en cama — susurró una aguda voz a su espalda con preocupación. Hace unas horas atrás había llegado al castillo buscando aquel brillo dorado, al no dar con su paradero recordó ese lugar que tanta paz le traía y siguió su sendero.

 

—No pensé que llegarían tan rápido, Menma…

 

Sí de algo podía estar orgulloso era de se hijo, aquel joven de veinte años que bajaba de su corcel blanco. Ese pequeño que había criado con sus ideales, modales y fuerza, ese niño que cada seis meses se iba a los viajes de Sasuke por mar para pagar sus “pecados”. Amaba en lo que se había convertido y la vitalidad que siempre le regresaba.

 

—¿Sasuke?

 

—Debe estar buscándote por el pueblo, las noticias por tu salud no eran muy favorables ´ttebane.

 

—Sólo son tonte… «rías» — quiso terminar, pero sus piernas le fallaron, el chico de cabellos azabaches corrió a socorrerlo y proporcionarle un sostén para caminar, sin embargo, en cuanto lo tocó supo cual era el verdadero problema de su enfermedad.

 

—¡Debiste decirnos antes de partir, papá! — bramó furioso por las acciones del contrario. Estaba seguro de que no era la primera vez que actuaba tan egoísta, siempre era así cuando se trataba de sus padres.

 

—No lo sabía.

 

—¡A otro perro con tus mentiras!, ¡¿Cuándo dejaran de ser tan testarudos ustedes dos?! — rugió mientras subía al caballo al omega. Estaba en cólera, no podía creer que tuvieran que llegar hasta ese grado con tal de no afrontar sus sentimientos. Habían pasado años para que no aprendieran a perdonarse.

 

 

Sasuke había regresado lo más rápido que había podido al castillo cuando supo que su hijo había encontrado a su omega. No sabía si sentirse furioso o aliviado de verlo reposar sobre las camas reales. Iruka le había dicho que estaba demasiado débil para salir más allá de sus aposentos y ese idiota parecía retar de nuevo al destino con su salud.

 

—Eres un dobe.

 

—Y tú un teme.

 

A pesar de que los años habían pasado, los dos seguían siendo los mismos. El azabache llevaba el cabello un poco más largo y sostenido por una media cola, revelando el hermoso perfil de adonis que cargaba, había crecido todavía más y para fortuna de Naruto (o desgracia), Uchiha había cambiado muchísimo como alfa, claro, sin dejar su esencia.

 

—¿De qué estás enfermo? — preguntó aproximándose lentamente a él. Podía mirar sus ojeras y ese color tan pálido que lo gobernaba. Nadie había hablado de su enfermedad, ni siquiera Iruka o su hijo, todos parecían consternados por la situación, pero aquel chico rubio se miraba tranquilo, como si la muerte fuera un buen final.

 

Sí el Uzumaki moría, él también lo haría.

 

Esos años habían sido una odisea viajando de país en país, de puerto en puerto alejado del rubio, pero lo creía mejor así. Cuando fueron coronados Reyes, al omega sólo le había importado la jerarquía. Después de tener a Menma lo había tratado con indiferencia, odio, pero en cierta luz de sus ojos podía mirar arrepentimiento por todo.

 

Naruto sólo lo había aceptado en su celo, fuera de ello lo trataba como un desconocido más del castillo. Tres años después partió lejos de su suplicio, a pesar de que era su destino no podía amargarlo a su lado. Regresaba cada 6 meses a cumplir su deber como alfa en cada celo, sin embargo, las cosas volvieron a cambiar cuando su hijo cumplió los seis años. Lo acompañó a sus viajes con la condición de regresar a tierra por seis meses.

 

El rubio le permitió ser su amigo, sabía que cierta parte lo odiaba por separarlo de Gaara. Sin ser consciente que Itachi era quien había cavado con la vida del pelirrojo al casi matar a Deidara, pero lo permitió.

 

No habían vuelto a tener hijos al ser la única condición del omega para calmar su celo. Menma era el único heredero al trono y así se quedaría, aunque su primogénito siempre había dicho que ello no formaba parte de su destino, si no que el verdadero Rey se quedara en casa. A decir verdad, el rubio lo había hecho excelente.

 

La jerarquía había desaparecido casi por completo en Konoha, aunque fuera de los limites todavía era posible tomar a un omega como su esposo sin su consentimiento. Habían sido veinte largos años para poder cambiar las costumbres de su pueblo. Al principio, Naruto había sido rechazado por los alfas, sin embargo, la mayoría del consejo había muerto por la lucha contra los liberales, y el rubio se encargó de que ese consejo estuviera de su lado, involucrando betas y omegas en él.

 

—No estoy enfermo ´ttebayo.

 

—¿Has fingido todo esto? ¡Dobe he dejado el viaje a las nuevas colonias sólo por…!

 

—¡Quieres callarte, bastardo!, a pesar de los años sigues sin darme mi lugar…

 

—Oe, sabes que no me refiero a eso — era su disculpa, no podía hacer más que doblegarse un poco por ello, su maldito alfa estaba aullando por verlo así. Sentía la maldita necesidad de morderlo, de hacerle saber a su omega que estaba ahí, vivo sólo por él. Se acercó con cautela hasta sentarse a su lado. Naruto le estaba mirando fijamente con esos ojos llenos de un brillo que creía extinto.

 

—Lo lamento…

 

—No lo hagas, mira en lo que has convertido Konoha, esto sólo fue gracias a ti —. Quería dejar de consumirse en esa mirada, pero no podía apartarla, no podía dejar de desearla solo sobre sí. A pesar de todo, jamás se saciaría de ese omega, en algún punto de la historia había aprendido a amarlo, no sólo como alfa, si no como Sasuke.

 

—Era mi destino, teme… mi destino omega.

 

Los errores de ambos los había orillado a odios que Naruto ya ni siquiera comprendía. Jamás le había dado la oportunidad al azabache, pero sus sentimientos, su voluntad inquebrantable se lo habían impedido. Actualmente, ni siquiera sus miedos dejarían que la llama de su vida se consumiera, estaba listo para enfrentar al alfa que tenía delante. Cerró los ojos y dejó que el aroma se desprendiera por toda la habitación, sería cuestión de segundos para que el otro se diera cuenta.

 

—¡Maldita sea, Naruto! ¿Lo sabías antes de partir? — preguntó cabreado mientras apresaba los puños tomando todo el autocontrol que tenía para no morder al rubio. Su alfa tenía la necesidad de marcarlo como suyo y castigarlo, castigarlo por casi matarlos.

 

—No.

 

—¡¿Cómo esperas que te crea?!, ¡joder! — recriminó tomándolo por lo hombros. La desesperación estaba ahí, tan latente e inhumana como la primera vez. Lo sabía, estaba mintiendo, sentía como un omega lloraba, como sollozaba por la imprudencia de su residente. En un arrebato despojó las mantas que cubrían al rubio para descubrir su crecido vientre ¡estaba en cinta! El muy… se lo había ocultado, había sido un milagro que ese bebé no hubiera muerto sin su aura.

 

Sasuke comenzó a respirar agitadamente cegado por la ira. Había pasado tanto tiempo en que el omega lo hubiera hecho enojar así. No esperó una contestación, ni siquiera se replantó la situación cuando sus dientes fueren a dar de manera violenta contra el cuello de su esposo. Naruto gimió sintiendo la conexión tan única que les unía, podía apreciar sus sentimientos, su furia mezclada con felicidad, pero sobre todas las cosas el amor que había nacido después de tanto tiempo entre ambos.

 

Suspiró dejando que el azabache mirara su miedo, sus ideales y la pequeña esperanza que había para ambos de volver a comenzar. Dejó que lentamente los dos cayeran sobre la cama, mientras la sangre delineaba su pecho. Podía sentir como las manos de su alfa se perdían bajo las garras del amor, explorando aquello que tanto había añorado.

 

Su corazón.

 

 

 

 

Si había algo que Menma amara más que nada era a su padre, Naruto. A lo largo de los años le había enseñado su fuerza inquebrantable, pero sobre todo el destino omega que había recibido. No recordaba la relación de sus padres antes de que viajara con Sasuke, pero estaba seguro de que no había sido buena. En ocasiones leía odio en el brillo de los ojos del rubio, sabía que el perdón tal vez se estuviera consumando en la recamara real y eso le daba tranquilidad.

 

Habían sido veinte años largos para el alfa y el omega… y por un segundo se preguntó cuanto tiempo le llevaría a él poder conquistar al polizón de su barco. Kurama era un bello omega de las nuevas colonias que había secuestrado al ser su pareja destinada. Pero el chico se había negado a aceptarlo como alfa, lo había mordido en un arrebato de ira, sin ser capaz de repetir la misma historia.

 

Porque al final la jerarquía del más fuerte prevalecía.

 

Fin.

Notas finales:

Mi beta regresó de sus vacaciones, espero que pronto terminemos el fic de Heridas y ¡Maldita Casualidad! Espero que me puedan seguir en nuevos proyectos y que el fandom de Naruto no muera. 

Saludos.


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