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Destino omega por Pikacha-sama

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Notas del capitulo:

No pensaba actualizar, pero luego recordé que la vida es muy corta. No viviré al límite, pero que pasaría si un día ya no hay continuación.

Destino omega.

SasuNaru.

Porque el destino en ocasiones es cruel, y la supervivencia del más fuerte es su jerarquía.

Omegaverse.

Tres capítulos cortos.

Autor: Pikacha-sama. 

 

Celo.

 

Obscuridad, era todo lo que podía mirar.

 

Abrió los parpados con pesadez, sentía su cuerpo cansado y agotado. Poco a poco se fue acostumbrando a la oscuridad de la habitación sin mucho preámbulo. Intentó ponerse de pie, pero unas sogas lo detuvieron. No sabía ni donde jodidos estaba y su cabeza parecía haber olvidado los últimos instantes de su conciencia.

 

Sus manos estaban amarradas a los costados de una cama al igual que sus piernas. Trató de hacerlas desistir, pero sólo logró que sus muñecas y tobillos se irritaban. Estaba entrando en pánico, se movió otro rato como gusano entre las sabanas de sus aposentos cuando la puerta se abrió lentamente.

 

Ese jodido olor de nuevo.

 

Tan exquisito, pero tan toxico.

 

El peor de sus venenos, condenando a su omega a servir a aquel individuo.

 

—Estarás como prisionero hasta que aprendas a conocer tu lugar.

 

—Jamás agacharé mi rostro por ti.

 

—Entre más te resistas, más doloroso será, Naruto.

 

—¡Ni siquiera digas mi nombre, teme! ¡TE ODIO!

 

Uno a uno, vinieron los recuerdos. Sasuke lo capturó con el único fin de perdonarle la vida a Gaara, pero podía sentir como su lazo se había roto. Sólo existían dos maneras de hacerlo, y las dos eran iguales de dolorosas. Lloró con rabia mirando la neutralidad en el rostro pálido, aquel hombre no debería ser su destino, no podía ser verdad.  

 

—No puedes ir en contra de tu omega, dobe, tarde o temprano lo entenderás.

 

—¿Lo disfrutaste, infeliz?, ¿disfrutaste matarlo?

 

—¿Eso es lo que deseas escuchar? — respondió sin quitar su máscara de indiferencia. También maldecía haber encontrado a un omega ya marcado, pero su cuerpo se volvía loco por el rubio y no sabía que tanto podía seguir demostrando que no le dolía su rechazo. Su alfa se estaba desesperando por consumirlo, por marcar aquel cuello acanelado que le llamaba tanto, podía contar sus palpitaciones sin ningún problema.

 

—Jamás te corresponderé, ¡¿estás escuchándome, bastardo?! — preguntó sin querer una respuesta, Sasuke al ver que no conseguiría nada de él, caminó directo a la salida sin prestarle más atención. La actitud del rubio comenzaba a hastiarle, pero no quería imponerse contra su voluntad. No quería formar una familia con el pesar de forzarlo a tener intimidad.

 

—Puedes seguir chillando todo lo que quieras, pero ambos sabemos que tu celo se acerca.

 

—¿Vas a obligarme? — preguntó furioso, tenía miedo, pero su instinto había saltado de júbilo al escucharlo.

 

—No, sólo dejaré que la naturaleza haga lo suyo — Ambos lo sabían, Naruto destilaba aquel aroma tan característico del estado. Estaba seguro de que en unos días estaría segado por su celo, y ese sería el momento para marcarlo. El rubio era tan imbécil para no darse cuenta de que el lazo se rompía con aquel alfa porque no era fuerte, no cuando su omega destilaba ese tipo de feromonas para incitarlo a tomarlo.

 

—¿Cuál será la diferencia entre tomarme ahora a después, infeliz? — la pregunta se había escapado de sus labios de manera dolorosa, resentida, pero también llena de odio.

 

—Qué en unos días lo disfrutarás — Sasuke no había girado a ver su expresión, había salido sin más preámbulos. No iba dejar que siguiera atacando su orgullo como alfa, porque no estaba seguro de poder seguir controlando.

 

 

 

 

Pasaron días desde la última vez que se habían mirado. Sasuke lo había evitado con el fin de no cometer una locura. Ese maldito omega estaba loco, le rechazaba con maestría, pero lo incitaba como profesional. Era una odisea y un dolor de cabeza tener que lidiar con ello, en esas ocasiones se preguntó porque su suerte era tan mala. Kakashi había engatusado a Iruka en un parpadeo de ojos, haciendo que dejara al otro alfa por el que se desvivía, ¿Por qué se rubio tenía que ser tan quisquilloso?

 

Bufó caminando directo al recito donde lo mantenía cautivo. Su padre había sido un grano en el trasero al saber que Naruto formaba parte de la rebelión, lo comprendía, pero no por eso aceptaba que se comportara así. Uzumaki era su pareja destinada, ni siquiera las Deidades podían separarlos.

 

Continuó caminando por el estrecho pasillo cuando el rugir de un cañón retumbo por el recinto, se tambaleó un poco sosteniéndose de las paredes ¡los rebeldes estaban ahí!, ¡maldito destino caprichoso! Corrió lo más rápido que sus piernas podían hacía el piso central, encontraría a sus guerreros dispuestos a acabar con toda la mierda de guerra que se venía encima.

 

Su omega estaba protegido bajo las mazmorras, jamás dejaría llegar al enemigo ahí.

 

 

Naruto podía escuchar la batalla, los soldados, los cañones, incluso, el choque de las espadas. Estaba seguro de que ninguno estaba cerca, pero sus oídos estaban desarrollados para escuchar todo aquello que le brindara la oportunidad de salir de ahí. Escuchó unos pequeños pasos, el abrir de una cerradura y como las luces se prendían en su habitación.

 

Era un chico sumamente hermoso, jamás había conocido a un omega tan resplandeciente. Tendría aproximadamente su edad, unos centímetros más alto que él y una cabellera que tenía vida propia. Se cegó tanto con su belleza que no fue hasta que le ayudó a incorporarse que se dio cuenta de que lo había liberado de sus cadenas.

 

—¿Tú me estás ayudando?

 

—Tienes que irte, ya vienen…

 

—¿Por qué lo estás…?

 

—Los omegas deben de ayudarse entre sí — respondió, empujándolo. Tenía que salir de ese lugar antes de que los alfas y betas llegaran. Estaba consciente de cual sería su castigo por alta traición al príncipe, pero no podía con ello. No cuando la historia parecía repetirse, no sólo con él, si no con otros omegas —. Sé que harías lo mismo por mí…

 

Estaba por preguntarle su nombre cuando los pasos se hicieron más próximos, el olor de Sasuke estada llegando a sus fosas nasales y con ello un gran malestar en su vientre. Su celo estaba próximo y si no escapaba en ese momento, jamás podría hacerlo. Susurró un pequeño gracias y corrió.

 

Corrió de su destino.

 

Avanzó por los largos pasillos del castillo, buscando una escalera, una oportunidad de escapar ¡tenía que irse de ahí!, sentía su interior comenzar a comprimirse, las pulsaciones que le indicaban que sus piernas estaban por desfallecer ¡no podía rendirse! Aceleró la velocidad esquivando a un par de soldados combatiendo.

 

 

 

—Sabes cuál es el precio…¿no? — preguntó Zabuza al pequeño Haku. La mazmorra estaba vacía, y la ira de Sasuke parecía incrementar, quería matar al omega por atreverse a dejarlo ir. Pero se contuvo, no era momento de ello. Tenía que encontrarlo. Logró escuchar un golpe antes de salir del lugar y no pudo más que maldecir.

 

Un extraño remordimiento lo estremeció.

 

El olor al celo estaba ahí, mezclado con la sangre de sus soldados y de los liberales. Tenía que encontrar a Naruto antes de que alguien más lo hiciera. Sabía que había sido un error dejar vivir a Gaara, el muy maldito había confabulado esa rebelión. Estaba seguro de que su venganza estaría muy próxima.

 

Aumentó su velocidad saliendo por una pequeña ventada del castillo, el bosque le había dado la bienvenida con sus grandes cipreses. Se estaba alejando del conflicto, dejaba a sus camaradas atrás y por un segundo su mente le traicionó ¿de verdad valía tanto la pena ese rubio? Sabía que su alfa le deseaba, no, su alfa lo amaba, pero no comprendía como su pareja destinada lo rechazaba, ¿no sentía el mismo suvenir cuando sus miradas se encontraban?

 

Negó con la cabeza mientras corría, tenía que encontrarlo, debía hacerlo. El maldito aroma a celo lo estaba cegando, si las cosas seguían así, su alfa tomaría el control de la situación y no estaba seguro de que tan grande sería el daño que podría hacerle al rubio. No cuando estaba tan excitado, ¡joder, lo necesitaba ya!

 

Afortunada o desgraciadamente tardó solo unos minutos más en encontrarlo. Se había querido mezclar entre las aguas profundas del río, pero el olor le pertenecía, le cegaba y sobre todas las cosas lo atrapaba. Bastaba algo más que eso para poder confundirlo, saltó al agua hundiéndose hasta encontrar ese cuerpo exquisito.

 

No tardó en jalonearlo para salir del agua. Naruto lo había intentado golpear, herirlo con sus largas uñas, pero el contrario lo había sometido con sus ojos. Sabía que estaba luchando contra el celo, que peleaba por no caer, pero su humedad, sus palpitaciones y el gemido que salió de sus labios al salir del agua lo traicionó.

 

¡Estaba perdido!

 

Llegaron a la orilla del rio para comenzar a girar sobre las hojas de otoño de los árboles. Pelearon una pequeña batalla de mordidas mientras Naruto fingía que de verdad clavaba sus colmillos en aquel pálido cuerpo. Las lagrimas lo acompañaron cuando sintió otros labios en su boca, sollozó cuando lentamente era despojado de su ropa con delicadeza.

 

Su consciencia estaba ahí mientras su vientre era besado con calidez, sus gemidos salieron cuando sus hombros fueron víctima de unas abrasadoras caricias, su miembro se activo escuchando los leves jadeos que soltaba Sasuke cuando él mismo lo tocaba. No podía resistirse a eso, simplemente no podía.

 

Su omega ronroneaba, estaba correspondiendo esos besos con tanta intensidad que ni siquiera creía que fuera él. «Sasuke, Sasuke, Sasuke» rugió su mente al sentir pequeños espasmos sobre su espalda baja, necesitaba todo de ese hombre, todo lo que le pudiera entregar, todo lo que pudiera tomar, necesitaba saber que era completamente suyo.

 

De nuevo las lágrimas lo embargaron, sentía las manos sobre su trasero. Como era tocado con cariño lo tentaba a la traición, de nuevo sus bocas se unieron en deseo, locura y lujuria. Lo quería dentro, quería que la humedad parara, que el dolor de estar separados menguara, pero el otro se estaba tomando su tiempo en complacerlo, en llenar ese espacio en blanco que los separaba.

 

—Podrás tener mi cuerpo, hacer que lo disfrute, pero jamás tendrás aquello que de verdad deseas… «Mi corazón…» soltó en el último momento de lucidez que le quedaba.Ya no podía seguir luchando por algo que era inevitable.

 

—Me basta con ello… — susurró una víctima más del amor.

 

 

 

Fin de “celo”.

 

 

Notas finales:

Hoy no se permiten comentarios negativos.


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