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Los ópalos de Baker Street por EmJa_BL

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Notas del capitulo:

Lo prometido es deuda. Aquí está el capítulo extra que narra lo que ocurrió aquella noche.

 

He de reconocer que me ha costado un poco escribirlo ya que hasta ahora no me había llegado a imaginar cómo sería la escena, pero espero que os guste el resultado.

 

Aquella noche John deshizo todo el peinado de Sherlock nada más llegar a la habitación, dejando sus rizos al descubierto y lo hizo tan de repente que él no tuvo tiempo de reaccionar hasta que Watson lo arrojó a la cama y se sentaba sobre él, desabrochándole la camisa. Sherlock volvió a besarlo, mientras le quitaba la corbata, pero fue inmovilizado rápidamente.


- ¡John! - se quejó Sherlock sin poder evitar que Watson cogiese sus manos y las pusiese debajo de sus piernas, apretándolas con fuerza contra el colchón, mientras se desnudaba.

 

- No te preocupes, Sherlock, no te dolerá. Después de todo soy un omega. - dijo mientras dejaba escapar una sonrisa enfadada y Holmes puso cara de pánico, intentando revolverse sin éxito.

 

Detener a John una vez que se proponía algo era prácticamente imposible y era obvio lo que quería, la excitación ya se marcaba levemente en su pantalón y sus ojos chispeaban clamando venganza.

 

Esa sería la segunda vez que harían el amor y Sherlock estaba asustado. Una cosa era realizar el acto sexual dejándose llevar por su instinto alfa y otra muy distinta dejar a John experimentar facetas que él mismo ni se podía imaginar.

 

En esa posición de inferioridad, con las manos retenidas y mirando desde abajo a su pareja, la causa parecía totalmente perdida.

 

Watson se quitó la camisa y desde aquel ángulo Sherlock contempló su enorme vientre. Le pareció una gran y hermosa luna creciente y notó su peso extra en sus propias carnes, aunque John hacía un esfuerzo consciente por recargarse lo menos posible en el cuerpo de Sherlock.

 

De pronto pensó en su hijo, dentro del vientre de John y puso un rostro de difícil definición que dejó a Watson totalmente descolocado, sin saber en lo que el moreno estaba pensando.

 

Aprevechando ese momento de desconcierto, Sherlock, de un brusco movimiento, empujándolo del pecho, logró volcar a John y aprisionarle la espalda contra la cama, cuyo chirrido camufló el quejido que lanzó John. Toda la zona que había tocado Sherlock sin ningún tipo de cuidado estaba terriblemente sensible y casi se le escaparon las lágrimas.

 

Holmes decidió ignorar aquello y se levantó, intentando recobrar un poco la compostura mientras volvía a abotonarse la camisa. Necesitaba distraerse y no mirar el cuerpo de su pareja. Estaba avergonzado, muy sonrojado, pensando de si mismo que debía de ser una especie de deprabado por desearlo aun estando en aquel avanzado estado de embarazo.

 

- ¡Te voy a matar! - gritó John y antes de que Sherlock pudiese girarse para mirarlo él ya había agarrado el cinturón del pantalón y lo había pasado por su cuello, tirando de él, cortándole la respiración. Como mecanismo obvio de supervivencia, Sherlock se pegó al cuerpo de John todo lo que le permitió su abultado vientre mientras le faltaba el aliento.


- ¡Para, John! - se quejó Sherlock mientras se revolvía, pero John le demostró una vez más que no por nada había sido capitán y con voz autoritaria le exigió que se disculpara. - ¡Vale, lo siento! - dijo finalmente para que Watson lo soltara y así lo hizo.

 

Ambos se miraron entonces, jadeantes, sudorosos y Sherlock bajó la mirada de forma curiosa a la bragueta del pantalón de John que estaba desabrohada y dejaba asomar la parte superior de su miembro erecto.

 

- ¿Te excita el sadomasoquismo?

 

John dejó escapar una carcajada mientras sus mejillas se teñían de rojo. Apartó la mirada y se rascó la barbilla, pensando en cuánto detestaba y a la vez cuánto amaba a Sherlock. Estaba excitado solo por haber descubierto una parte ínfima de su piel y haberla rozado. Bastaba la línea de tensión que formaba su largo cuello para encenderlo, esa era la pura verdad.

 

Sopesó durante unos instantes sus opciones y finalmente habló.

 

- Ahora mismo basta tan solo con que respires y si a ti no te pasa lo mismo al menos quédate quieto. Es difícil maniobrar con esta barriga.

 

Sherlock enrojeció hasta las orejas. Tenía que pensar algo y rápido. Podía huir si se lo proponía. Estaba claro que John no se lo iba a poner fácil pero no debaja de estar de siete meses. Con una lentitud cómica, dio un paso hacia la puerta y acto seguido pudo ver cómo los músculos de John se tensaban como si fuese un tigre a punto de saltar y Sherlock abrió los ojos más que soprendido.

 

- ¡No serás capaz! - exclamó Holmes a punto de que el corazón le saliese por la boca, justo antes de caer al suelo con un fuerte estrépito, empujado por John.

 

- Voy a preguntártelo solo una vez: ¿prefieres en el suelo o sobre la cama? - dijo Watson mientras se ponía a cuatro patas sobre él. Ante el rostro perplejo de Sherlock y sus farfullidos sin sentido John sonrió y agachó la cabeza fundiendo sus labios en un beso apasionado y demandante, lamiendo su lengua, mordiendo la parte inferior de sus canorsos labios.

 

John sabía que debía aprovechar aquellos instantes de confusión de Sherlock. Con una rapidez que solo podía dar la maestria, había conseguido deshacerse de los pantalones de Sherlock y bajar los suyos propios.

 

- Sobre la cama. - suspiró finalmente Sherlock tragándose la rabia que le daba perder y maldiciéndose por estar tan excitado. Su erección era innegable y casi debía de darle las gracias a John por liberarle, aunque nunca lo haría, era demasiado orgulloso.

 

Con lentitud para no hacerle daño, Sherlock reptó hasta salir de debajo de John y lo ayudó a levantarse, sin poder evitar mirar en el proceso su enorme vientre otra vez mientras Watson soltaba un bufido de fastidio. Entendía que para una mentalidad virgen como la de Sherlock hacer el amor con un omega embarazado (peor aún, que un omega embarazado le hiciera el amor como John tenía intentación de hacer) era demasiado extraño, pero no había realmente nada de malo en ello.

 

La paciencia de John era muy limitada y cuando Sherlock finalmente se tumbó en la cama y John sobre él para besarlo, estalló cuando su vientre rozó el de Holmes y este gritó asustado:

 

- ¡John, el bebé!

 

- ¡Vete al diablo, Sherlock! - bramó enfurecido John mientras agarraba las piernas de Sherlock y, sin ningún tipo de delicadeza, las abrió haciendo que lanzase un jadeo de la impresión.

 

Incluso aunque John estuviese furioso como estaba y fuese una persona algo violenta no dejaba de tener un carácter amable por lo que no estaba dispuesto a empezar con la penetración sin antes preparar a Sherlock, demostrándole de este modo además que sabía muy bien lo que hacía.

 

Primero se lamió los dedos y los fue introduciendo poco a poco, entreteniéndose en dilatarle mientras Sherlock ni siquiera podía hablar de la vergüenza. Desde esa posición superior, a cuatro patas encima de él, John sentía que se iba a volver loco y solo quería ver más y más de un Sherlock que no había conocido hasta ahora.

 

Con un movimiento certero, pulsó aquella zona y Holmes lanzó un grave grito de placer mientras se retorcía entre sus brazos. Tal fue la sacudida que hasta se le escapó una lágrima y miró perplejo a Watson, quien sonreía divertido al ver que Sherlock no entendía nada.

 

- Parece que el gran Sherlock Holmes aun tiene mucho que aprender. Te vendría bien recordar esto para un futuro. - exclamó socarronamente.

 

- Eres un sádico. - respondió Sherlock intentando parecer lo más digno que podía.

 

La sonrisa de John se amplió mientras retiraba sus dedos y se incorporaba para agarrar con una mano una de sus piernas y con la otra su propia erección para poder situarse.

 

- Y tú un masoquista.

 

La primera penetración fue lenta y medida. Los dientes apretados de Sherlock revelaron a John que no iba a ser una tarea sencilla, además estaba muy tenso, tanto que podía sentir los músculos agarrotados contra los suyos, apretándole dolorosamente.

 

Watson sabía que decirle a Holmes que se relajase sería como encender una cerilla al lado de un pajar. Lo único que podía hacer era ser paciente y no realizar ningún movimiento brusco.

 

Sherlock cerró los ojos e intentó pensar, pero su mente estaba totalmente en blanco, solo podía sentir y eso lo aterraba. Notaba sensaciones que jamás había experimentado y partes de su cuerpo que ni siquiera sabía que tenía y cuando abrió de nuevo los ojos todo estaba borroso. Todo salvo John. Veía claramente su rostro contraido por el placer, perlado por el sudor entregado totalmente a él y supo que a pesar del dolor ninguno de los dos podría soportarlo mucho más.

 

No supo en que momento John comenzó a masturbarlo al ritmo de las estocadas pero podía sentir el agradable cosquilleo cada vez más fuerte y no era consciente de que jadeaba y de pronto notó a Watson detenerse mientras temblaba. Sherlock bajo entonces por fin la mirada y vio que se había corrido sobre su vientre.

 

Watson suspiró de satisfacción y agotamiento mientras se echaba boca arriba al lado de Sherlock. Le dolía todo el cuerpo y respiraba con dificultad, pero estaba demasiado relajado como para que eso le importase. Sin decir nada, se giró y cayó rápidamente dormido con una expresión de paz en el rostro.

 

Sherlock se levantó con el ceño muy fruncido, pero su semblante cambió enseguida a una leve aunque sincera sonrisa cuando miró a John. Con cuidado, le tapó con una manta y se levantó, poniéndose el batín para coger el violín y empezar a tocar.

 

Esa había sido su rutina desde hacía algún tiempo, tocar todas las noches, componer para ellos, las dos personas más importantes de su vida, y sobre todo para la primera persona que le había enseñado que él, realmente, era humano.

 

 


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