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Dispara o dispararé por Nicole Prince

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Capítulo 5: ¿Y ahora qué? Historias.

 

Unos minutos después, Makoto agarró el brazo de Tatsuya, colocándolo a su alrededor. Según lo que se dijo a sí mismo, tenía frío. Pero la realidad era bastante diferente. No, no era amor, ni mucho menos. De hecho, la sola idea le daba ganas de reír. Simplemente… se sentía cómodo, cálido, en casa. Himuro se limitó a observar un momento al otro chico, nada más. Por una vez no habría sarcasmo o comentarios mordaces. Ambos sabían que solo quería un abrazo ¿Qué por qué lo sabían ambos? Porque sentían lo mismo. Dos almas perdidas habían encontrado su hogar en esa cama.

Curiosamente, ninguno de los dos lo aceptaría, porque no, porque ellos eran hombres, orgullosos, estúpidos… y se habían criado solos, aprendiendo que primero tienes que ir tu y luego tu. Que tu hogar esta con esas personas que te cubren las espaldas, no en un frio edificio. En esa cama se habían juntado dos personas muy parecidas y completamente diferentes. Uno, rico de nacimiento había tenido todo lo que se le antojaba. El otro en cambio, había adoptado para sí mismo el apodo de ‘rata callejera’. Según él, eran iguales: Nómadas, sucios, rastreros y sin nadie a quien acudir. Vidas tan diferentes y, sin embargo, ambos conocían la soledad, la rabia y la frustración.

 

¿Podría ser ese odio el que los había unido tanto? Pensaban los dos. Se reconocían entre si, en los gestos, en las miradas; el dolor, la frustración, la soledad. Curiosamente, fue ese mismo sentimiento el que los había unido tanto. Una conexión única se había creado la primera vez que sus ojos se encontraron y había desencadenado sexo desenfrenado y completamente pasional. Pero nada más, se prometían los dos a la vez. No hasta que todo estuviese solucionado.

 

Estaban completamente relajados. La misma sensación que se tiene cuando después de comer mucho, te echas en el sofá tranquilamente; así estaban ellos. A pesar de escuchar a Kazunari revolotear por todo el piso, les daba igual. En sus vidas no habían podido saborear muchos momentos como ese.

Sin embargo, no habían dejado de ser conscientes de la realidad que los rodeaba. Haciendo lo que para él era un esfuerzo sobrehumano, Himuro se medio incorporó, solo lo suficiente como para poder observar la cara del otro.

 

- Makoto - Habló Himuro

- ¿Ahmph?- El pelinegro estaba un tanto amodorrado.

- Quédate.- Esa no había sido la principal idea de Tatsuya, simplemente le estaba costando poner en orden sus ideas y eso fue lo primero que se le ocurrió.- Pero necesitamos conocerlo todo… Y nosotros te lo contaremos a ti.

- … - Y Makoto comenzó.

 

 

Relato de Hanamiya Makoto:

 

Mi nombre es Hanamiya Makoto, bueno coño, ya lo sabes. Fui abandonado por mis padres a los 7 años. Un día llegué a mi casa y no había nadie; ni Dios. Desaparecieron con todo, no quedó nada. Tuve que arreglármelas por mi solo en la calle… y joder que no fue fácil. Un día… presencie algo que no tenía que haber visto: A la Yakuza en plena acción.

Creía que iban a matarme, normalmente me hubiesen matado, pero no lo hicieron. No sé por qué, realmente no lo he comprendido en todos estos años, pero Kiyoshi Teppei me salvó, ya has tenido el ‘placer’ de conocerlo. Desde ese puto primer día empezaron a adiestrarme… Eran brutales, pero supongo que gracias a ellos me convertí en lo que soy. Un asesino amoral, directo, increíble…

Era un niño y supongo que eso influenció, no tenía una personalidad totalmente creada. Así que no me importó adentrarme en un mundo tan oscuro como el de la Yakuza… hasta ahora.

 

Esto último lo dijo mirando a Himuro. La historia había estado llena de palabrotas, maldiciones y rabia. Pero a Tatsuya lo conmovió, intentando alejar al menor de sus oscuros pensamientos, comenzó a explicar su propia historia.

 

Historia de Tatsuya:

 

Mis abuelos eran ricos, mis padres eran ricos y, por supuesto, yo también. Crecí rodeado de dinero y todo lo que pedía me lo daban. Un buen día, se me antojó que quería ir a la universidad. Por supuesto, me enviaron y fui allí donde conocí a Kazunari; tuve mucha suerte.

Creo que era nuestro segundo o tercer año, ni si quiera lo recuerdo por completo. Un día, me llamaron por teléfono: Mis padres estaban muertos. Cuando volví a casa, todo era muy raro y misterioso. Nadie quería darme detalles, me decían que lo dejase pasar.

Te ahorraré muchos detalles… Cuando acabé la carrera Takao y yo comenzamos a investigar, y lo que descubrimos… Por lo visto, el poder político de mi familia empezaba a entrometerse en los planes de la Yakuza y ellos opinaron que lo mejor era deshacerse de todos. No sé por qué me dejaron a mí.

Pensaras que lo deje ahí, una persona normal a lo mejor lo hubiese hecho, pero no. Yo arrastré a mi mejor amigo, a mi único hermano, hasta un plan que podría acabar con nuestra vida. Utilizando nuestros conocimientos y con alguna que otra ayuda, descubrimos el lugar donde tu jefe tenia guardados unos bienes muy importantes para la Yakuza, los robamos y ahora nos están persiguiendo.

 

Todo el relato había estado teñido de amarga melancolía, únicamente el final lo relató de una forma leve incluso con un tono divertido.

 

- Estás peor que Kazunari- Masculló Makoto mirándolo.- ¿En qué mundo de locos me he metido?

- No puedes quejarte, seguro que somos mucho más graciosos que esos estirados.- Que lo dijese con su habitual falta de expresión daba un aspecto cómico a la situación.

-  Neee… marranos ¿pensáis levantaros?- Ambos rieron al escuchar a Takao desde la otra parte de la puerta.

 

Más a regañadientes que por pura voluntad se levantaron de la cama. Sentían su cuerpo dolorido y cansado, pero tenían muchas cosas en las que pensar; y muchas más que asimilar. Al fin y al cabo, aunque no habían hecho comentario alguno, no eran poca cosa las historias que acababan de escuchar. Más adelante tendrían que hablarlo.

 

Unos minutos después, los tres chicos se sentaron en la mesa de la cocina, con sendos platos de desayuno, todo preparado por Takao. Según él, mientras los otros dos ‘hacían cochinadas’ él había cumplido como buena ama de casa.

A Makoto, en particular, ese chico ni le gustaba ni le disgustaba. Simplemente… reconocía algo en él que no le permitía terminar de fiarse. Tal vez su forma de moverse, pensaba Hanamiya, parece un gato al acecho. Su perspicacia, ese brillo afilado en su mirada… no podía decidir el qué, pero había algo oculto en él.

Un poco después, se sentaron los tres en la mesa de la cocina, redonda y de madera Nogal. Todos con cara de circunstancias, pero no todos por la misma razón: Takao por su parte, estaba excitado y completamente encantado de la nueva aventura que tenían ante ellos. Tatsuya mientras frenaba el entusiasmo de su amigo, a la vez tenía que intentar que Makoto no le arrancase la cabeza o que no se disparase la suya propia. Por su parte Makoto estaba… fascinado, preocupado, enojado…

 

- Estáis locos.- Susurró de nuevo Hanamiya.- ¡No podéis hacer eso!

- ¿Por qué?- Tatsuya y Kazunari lo miraron a la vez, confundidos.

- Dios mío- Estaba exhausto- Tenéis en vuestras manos… ¡no sabéis lo que tenéis en vuestras manos! Quiero decir, cuando me dijiste que les habíais robado algo- Mirada culpable de Himuro a Kazunari-… ¡esto no es algo!

- ¿Y qué es?- Hanamiya estaba a punto de asesinarlos a los dos.

- Tenéis en vuestro poder… Para que me entendáis, si el resto de la Yakuza descubre que Teppei ha permitido que alguien le robe esto… joder, lo despellejaran vivo. Por eso nadie más lo sabe, por eso no quiso informarme… Joder.- Hanamiya no podía dejar de repetirlo.

- ¿Qué propones?

- Extorsión. Intercambio. Libertad.

 

Pasaron la tarde entera preparando planes, teorías y tácticas. La alegría y tranquilidad de esos dos, llevaba de cabeza a Makoto quien estaba acostumbrado a trabajar con seriedad mortal, el péndulo de la muerte colgaba sobre ti cuando estas dentro de la Yakuza.


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