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El último Milagro de Sherlock Holmes por sherlocked221B

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Notas del capitulo:

Hola! mil disculpas por no actualizar estos días pero he tenido poco tiempo para dedicarme a escribir, a continuación traigo esta pequeña actualización y espero continuar  muy pronto. 

Por favor no olviden dejar sus comentarios respecto  a que les pareció el capítulo, que disfruten la lectura 

Un gran abrazo! 

-Boni-

 

Sherlock caminaba a paso lento por los largos pasillos rodeados de turistas, observando atentamente cada detalle, cada rincón de las oficinas de Airplane, en ese lugar confluía gente de todas partes del mundo, al parecer era una especie de “agencia de viaje” con paquetes turísticos incluidos y bastante económicos.

Era fácil para un asesino en serie elegir a sus víctimas entre la multitud de viajeros, los extranjeros confiaban a la compañía el motivo de sus viajes, sus datos personales, junto a su tiempo de estadía en Londres, por lo que el dueño de la empresa solo tenía que elegir…como un niño en una dulcería, el candidato más idóneo para llevarlo a recorrer los principales circuitos turísticos que terminaban con la imponente vista de la ciudad desde el Támesis, para luego subirlos a su auto con la excusa se llevarlos personalmente a la supuesta residencia en la que permanecerían durante su estadía en Londres, “ingenioso” pensó para sí mismo, sin embargo por más que los criminales se esforzaran por ser ingeniosos…todos tenían una debilidad “eran humanos” por lo que tarde o temprano…cometían errores, se dejaban llevar por sus impulsos, por su desesperado deseo de reconocimiento, su inconsciente los traicionaba exponiendo un patrón que Holmes sabía deducir a la perfección.

El patrón del asesino podía estar en el aspecto de las víctimas, en la localidad en que vivían, el sitio en el que las asesinaba, el método usado para matarlas…en este caso era “la forma en que las seleccionaba” ambas víctimas habían ocupado la misma agencia de viajes…una compañía que pertenecía al enigmático Sebastian Brown.

De pronto lo vio aparecer bajando resueltamente por una de las amplias escaleras hablando con una chica rubia con pecas, que tenía todo el aspecto de ser oficinista “su asistente personal”, Sherlock centró su atención en la tarjeta que Brown utilizaba para entrar a los salones cerrados al público… “necesitaba una de esas”.

Observó a uno de los guardias parado junto a la esquina del gran salón mientras la gente pasaba de un lado a otro, era un hombre calvo, fornido, algo pasado de kilos, era padre y esposo,  tenía aspecto de policía retirado, era diestro… su mano derecha aún conservaba restos de pólvora quemada entre sus dedos pulgar e índice había manipulado con maestría armas de fuego, el bronceado de sus manos no era reciente, era evidente que pasaba todo el día en la compañía por lo que no estaba expuesto a la luz solar, tampoco tenía el aspecto de quien vuelve de vacaciones, apoyaba todo su peso en una pierna, probablemente retirado por heridas en algún tiroteo, eligió una rutina más tranquila asumiendo el salario menor que el oficio de guardia ofrecía, pero con la seguridad de una mayor esperanza de vida, Sherlock se dirigió hacia el área de entrega de maletas, esperó algunos minutos a que nadie reclamara un maletín, lo tomó prestado y  caminó apresuradamente en dirección al guardia observando su teléfono como si estuviese tecleando a toda prisa, al pasar cerca del vigilante, Holmes fingió trastrabillar con el maletín y se desplomó en el suelo cayendo hacia un lado, el guardia enseguida se mostró dispuesto a ayudarlo a levantarse del embarazoso tropiezo, fue solo un instante, un par de segundos  de cercanía. Tiempo necesario que le permitió a Sherlock, leer la placa del guardia y extraer la tarjeta de acceso del bolsillo derecho del funcionario al tiempo en que desempeñaba su papel de hombre avergonzado y torpe de forma magistral, emitiendo una acalorada disculpa al guardia, tartamudeando con aparente nerviosismo.

Esperó unos minutos más a que nadie se fijara en él, hasta encontrar el momento indicado para acercarse rápidamente hacia una de las puertas, deslizar la tarjeta e introducirse en el corazón de la compañía Airplane, una vez adentro esperó unos cuantos minutos agazapado en una de las esquinas de los pasillos poco iluminadas, el punto exacto en donde no lograban enfocarlo las cámaras, aguardó  pacientemente hasta ver a los guardias ocupados en sus propias labores, distraídos de lo que ocurría a su alrededor, siguió avanzando lentamente. Visualizó a Brown en el interior de una de las oficinas, seguía hablando animadamente con la rubia quien tecleaba con rapidez en un ordenador.

Comenzó a caminar por uno de los pasillos contrarios hasta que llegó a una de los vestidores de los guardias, en menos de 5 minutos Sherlock Holmes caminaba con total seguridad por las dependencias de la compañía en busca de la oficina personal de Sebastian Brown. En los niveles más altos, introdujo la tarjeta de acceso, sabía que no tenía mucho tiempo antes de que lo descubrieran, pronto el sistema detectaría que la tarjeta de uno de los guardias había abierto la oficina del jefe y no tardaría en declarar código de violación de seguridad. Estimaba que eso sucedería en…7 minutos.

Pasó rápidamente la mirada por la oficina de Brown “totalmente corriente” era el puesto de trabajo de un empresario, nada particular…revisó algunos de los archivos, hojeando rápidamente, revisó las repisas sin que nada llamara su atención hasta que en uno de los cajones alcanzó a visualizar un fondo falso, ejerció presión con uno de sus dedos en un botón a simple vista imperceptible y el “fondo” se removió dando paso a algunos archivos que Brown guardaba con mayor cautela “debiste esconderlos mejor” pensó para sí mismo sonriendo con suficiencia. Observó los documentos…eran las fichas de dos turistas, reconoció al instante las fotografías de la joven asiática y de la mujer enferma, las dos víctimas del asesino invisible.

—¡Bingo! —dijo sonriendo con actitud triunfal, por fin indicios concretos, eran las pruebas que necesitaba para acusar a Brown de ser el posible asesino, tener ocultos archivos de dos víctimas de asesinato reciente era bastante sospechoso…

—¿algo interesante señor Holmes? —se escuchó atrás de él, Sherlock volteó con una expresión de sorpresa que no duró más de una milésima de segundo en su rostro para volver a la actitud neutral y controlada de siempre, ahí estaba Sebastian Brown con actitud casual, con las piernas ligeramente cruzadas,  apoyando su peso contra una de las paredes, protegido por la parcial oscuridad de la oficina inundando su rostro de lúgubres sombras que le daban un aire amenazante

—hasta ahora bastante—contraatacó Sherlock mostrando las fichas de las víctimas— ¿sueles coleccionar documentos de turistas asesinadas? Eso es bastante macabro…—dijo sonriendo con arrogancia

—yo suelo coleccionar ese tipo de cosas…tu sueles derretir ojos humanos en tu cocina y diseccionar cadáveres…no le veo gran diferencia—respondió Brown sin moverse de su lugar—te queda bien el disfraz por cierto…

—¿cómo entraste? —interrogó Sherlock paseando su mirada por el lugar, solo había una puerta y cuando el llegó la oficina estaba vacía

—por qué no lo deduces tú mismo—Entonces lo supo…tal como el fondo falso del cajón, la pared en la que ahora Brown estaba apoyado no era más que una pantalla, una pared falsa, seguramente tenía algún mecanismo que la hacía moverse accionando un botón.

—Así que ahora literalmente atraviesas muros—dijo con falsa sorpresa

Brown sonrió con ironía—¿de verdad crees que no me iba a enterar de una violación de seguridad en mi empresa…frente a mis propias narices? Me consideras tan básico, tan lineal—dijo aparentando decepción—…sabía que vendrías, te estaba esperando

—¿por qué?

—porque tu también sientes curiosidad…por mí, porque también te aburres—respondió Brown por lo bajo, parecía estar disfrutando de cada una de sus palabras…Sherlock sintió una punzada de ira y asco. ¿Cómo ese hombre era capaz de creer que podía llegar a meterse en su mente?, ¿cómo él podía creerse digno de entenderlo, de saber lo que él, Sherlock Holmes vivía a diario? Y para colmo tenía la insolencia, el descaro de presentarse como un igual, como si pudiese igualar la agilidad de su mente…tal como una vez se le presentó Moriarty hace mucho tiempo atrás.

—creo que tenemos mecanismos distintos de enfrentar el aburrimiento—respondió Sherlock enarcando las cejas con incredulidad

—yo creo que no…tu intentas llamar la atención de John Watson, yo intento llamar la tuya ¿que nos diferencia? —cuestionó Brown cubriéndose los labios con uno de sus dedos con actitud pensativa

—repito…tenemos mecanismos muy distintos para conseguir nuestros propósitos—aclaró Holmes con seriedad

—es que tu eres aburrido—dijo Brown sonriendo con sarcasmo

Sherlock puso los ojos en blanco, ya no lo soportaba más—cómo sea…esto ha sido interesante…un buen caso, pero nada será más gratificante que verte en la corte dentro de unos días—dijo sonriendo con despreocupación, volteándose en dirección a la puerta de la oficina.

—no te atrevas a abandonar esta oficina—replicó Brown cambiando su tono de voz por uno demandante—…si lo haces sabes lo que te pasará, llamaré a mis guardias personales, ellos te llevarán a un recinto alejado y…entonces no seré tan amable como ahora—dijo acercándose a Sherlock rodeándolo lentamente, como un depredador a su presa, mientras Holmes no le quitaba ojo de encima—habían otras maneras …de llegar hasta mí Señor Holmes, pero elegiste la más predecible…te estás volviendo como ellos…

—jamás te atrevas a compararme con ellos—respondió Sherlock con desprecio

—pudiste aceptar mi invitación al café…habríamos conversado más resueltamente, este ambiente es demasiado aburrido para hacer todo lo que deseo hacer contigo…—replicó Brown con una media sonrisa.

—no me interesa

—¿seguro? …aun no te he dicho que quiero hacer…

—corrijo. ¡No me interesas! —respondió Sherlock elevando la voz

—Lástima…porque te interesará lo que quiero hacerle a John Watson—

Holmes abrió los ojos alarmado al escuchar ese nombre, se acercó a Brown y lo tomó de la camisa, elevándolo, mantuvo su mirada fija en las pupilas vacías de ese hombre—deja de amenazarme—dijo Holmes lentamente, esbozando cada silaba con claridad —porque si te  metes con John, si te atreves a acercarte a él…si te atreves a interferir en mi vida con él…te aseguro…lo lamentarás, te haré pagar.

—no…no es una amenaza Sherlock…si yo quisiera tu estarías muerto, si quisiera John estaría muerto, y todos quienes te rodean…todo tu mundo se destruiría con solo un chasquido de dedos…pero no quiero eso señor Holmes…sería demasiado fácil, el único motivo por el que sigues vivo es porque estoy aburrido…y tú a veces eres inteligente…y bueno ya sabes lo que dicen “hoy en día lo inteligente es sexy” … y ¡dios! …tu eres muy sexy, mira esos rizos ingobernables, esas mejillas…—dijo aproximando una de sus

—ya basta—exclamó Sherlock harto de la situación, tomó todo el aire que le permitieron sus pulmones para comenzar su deducción—deja de aparentar ser Moriarty, no eres más que un hombre frustrado por su padre, un jovencito ricachón a quien nunca le dejaron decidir por sí mismo, ¿no verdad? porque tu vida estaba planeada desde el momento en que asomaste tu rostro por primera vez fuera de la matriz…las reglas, las apariencias, la fortuna, el poder…tu vida gira en torno a eso…

¡ah pero te aburrías! …claro, y por las frustraciones de infancia, por la severidad de tu padre, sus golpes…sus comentarios hirientes, su continua decepción… comenzaste a desarrollar trastornos psicopáticos…dime ¿cuándo fue que comenzaste  a manipular, a sonreír con esa falsa mueca de político, a ganarte la confianza de seres que despreciabas?…hasta que ya no aguantaste más a esos parásitos siúticos y falsos que te rodean “tus amigos” esperando su cuota de dinero…y comenzaste a concretar tus deseos más oscuros,  eres un asesino inexperto, pero no un primerizo no…has matado antes…el pobre Tom Parker—dijo Sherlock con crueldad, recordando los archivos secretos de Brown que había revisado en los expedientes de Mycroft días atrás. Sebastian apretó los labios con fuerza al escuchar ese nombre— ese muchacho fue tu primera víctima cuando tenías tan solo 20 años…él ilusamente creyó que te entendía, que era el amor de tu vida, pero no…para ti él solo fue un experimento…la primera prueba de lo que eras capáz de hacer, te probaste a ti mismo…te diste cuenta que tenías potencial para volverte un asesino.

Sin embargo, hay algo diferente con estas víctimas, las has matado con tus propias manos, ¿Cómo se siente eso? Apuesto que te ha empezado a gustar, esperas el momento de elegir a otra presa, pero aun así estás nervioso cuando vas a hacerlo, no puedes evitar sentirte inseguro…solo intentas quitar vidas para legitimar tu propia existencia en el mundo, para evitar suicidarte por tu inconformidad…lo tienes todo, pero necesitas aparentar ser alguien más para encontrar propósito a tu miserable vida…es simplemente patético… en la empresa eres el fiel reflejo de tu padre y en tu vida privada…intentas convertirte en Moriarty…ya no tienes identidad Sebastian, pero te diré algo… tú no eres más que una burda parodia de quien fue el criminal más brillante al que me haya enfrentado, así que por favor deja de amenazarme con tus estupideces y tus insinuaciones indecorosas y por último… ¡deja de hacerme perder el tiempo!. — gritó Sherlock deteniendo su monólogo de golpe, mirando a Brown con fiereza.

Sebastian se quedó en silencio unos instantes intentando recuperar el control de sí mismo, para finalmente decir—crees que lo ves todo…y que ves a través de todos, pero a veces no eres más que un ciego iluso petulante y presumido con aires de grandeza…yo no aspiro a ser Moriarty Señor Holmes

—¿ah no? — dijo Sherlock observando fijamente a Sebastian con desdén

—claro que no, yo soy el legado de James Moriarty, él en persona me encomendó esta tarea y la cumpliré…yo concluiré su historia…—dijo tomando a Sherlock desprevenido del brazo y abalanzándose sobre él, robándole un corto beso, uno que Sherlock Holmes no correspondió, empujando a Brown instantáneamente volviendo a su espacio de confort con una expresión iracunda. Sebastian sonrió con sorna para finalmente susurrar—yo voy a destruirte—Holmes le dedicó una última mirada cautelosa y salió con los archivos en sus manos, caminando rápidamente rumbo a la salida, decidido a solucionar ese nuevo caso incluso antes de que comenzara…en su interior tenía la certeza de que, si no controlaba esa situación, si no lograba detener a ese hombre a tiempo, los efectos que sus acciones tendrían sobre la vida de él y John serían catastróficos.

Notas finales:

gracias por leer y por favor no olviden dejar sus comentarios respecto a que les parece el curso que va tomando la historia, un gran abrazo! 


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