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El último Milagro de Sherlock Holmes por sherlocked221B

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Los pasos regulares de Sherlock Holmes resonaban por los pasillos vacíos del hospital, cualquiera que lo hubiese visto en esos instantes habría pensado que era un día absolutamente normal para el detective, paseando con su habitual gallardía en busca de algún laboratorio en el cual llevar a cabo sus experimentos. Sherlock mantenía una expresión facial absolutamente neutral, algo fría y ausente, sus ojos concentrados en cada uno de los rápidos procesos mentales que ocurrían en su mente a cada instante.

Se detuvo un momento ante la escalera de emergencias que llevaba a la azotea del edificio, siempre cerrada con llave, ahora estaba sin seguro, había un tenue depósito de grasa en la manilla, había sido usada recientemente. La habían forzado para abrirla, pues el seguro estaba levemente dañado con diminutas rayaduras. Abrió la puerta, sosteniendo la manilla unos instantes más de lo adecuado, pensando en lo descabellada que era la idea de entregarse, aun podía retroceder, arrepentirse y volver a la seguridad de Baker Street, hacer añicos la carta que había dejado sobre la chimenea y regresar a los brazos de John. Esa posibilidad le pareció extremadamente atractiva tan solo por un segundo, sacudió la cabeza esfumando esos pensamientos de su mente, no…ya no podía arrepentirse, no ahora, Brown tenía rodeada toda el área, esa ala del hospital se encontraba completamente vacía, seguramente tenía hombres vigilando en las afueras del edificio. “Estoy justo donde debo estar…” pensó dándose ánimos para enfrentar al hombre que estaba destruyendo su vida pedazo a pedazo…

La luz de la azotea lo cegó un instante, el aire frío ingresó a sus pulmones recordándole que seguía vivo por el momento. Vio a Sebastian recibirlo con un falsa sonrisa en el rostro, llevaba el cabello peinado hacia atrás y un costoso traje, tal como él…esta era una ocasión especial para ambos.

—Aquí estamos de nuevo…señor Holmes—replicó esa conocida voz—lo estaba esperando…ansioso

—es obvio... —replicó Sherlock intentando mantener la calma, manteniendo su mirada fija en las antiguas construcciones de Londres que se erigían a lo lejos.

—no pareces muy feliz de verme…—dijo Sebastian parándose frente al rizado a pocos palmos de distancia

—¿con todas esas amenazas? —interrogó Sherlock con cierto tono de ironía en su voz

—ah vamos, yo tampoco estoy muy complacido…no me siento orgulloso de incurrir en amenazas para que decidas venir a verme—respondió fingiendo tristeza en sus palabras.

—ya conseguiste lo que querías, expusiste la fragilidad del genio, acabo de abandonar la vida que tenía, pusiste en duda mi lucidez…Lestrade piensa que o estoy delirando producto de las drogas o eres una especie de “invención consciente” para justificar mis propios crímenes…la verdad no se cual de las dos opciones es peor, ¡ah! y me hiciste discutir con John debido a la historia sexual que publicaste en los periódicos con esa foto que tomaste sin que me percatara... ¿me falto algo? Ah…los múltiples asesinatos que has cometido solo para impresionarme y el gentil disparo de Mary…

—si…ha sido divertido…es un buen resumen de nuestra historia juntos

—luego de todos esos perjuicios a mi persona, creo que estoy en el derecho a preguntar…no, a exigir una explicación de ¡por qué me trajiste hasta aquí!

—quiero darte una opción…la opción que Moriarty jamás te dio. Aunque no lo crea señor Holmes, yo no lo odio…al inicio tenía un objetivo muy claro, terminar la historia de mi predecesor, darle un final…convertirme en el villano de la vieja escuela pero…luego pensé…¿y si hago mi propia versión de la historia? Usted…tiene potencial, no es un ser ordinario…no eres común…pero hay un problema contigo, estás del lado de los ángeles

—¿quieres una alianza conmigo? Es enserio ¿deseas que me una a ti?

—de todas las formas posibles—replicó Sebastian sin ocultar en lo más mínimo el doble sentido de sus palabras, Sherlock arrugó la nariz en señal de desaprobación.

—estás demente—dijo por lo bajo

—¿y ahora te das cuenta? Juntos podríamos…ser imparables, serías un asombroso criminal si te lo propusieras, ya lo sabes Sherlock, solo que jamás te atreverías admitirlo… ser el bueno implica demasiados sacrificios y por más que te esfuerzas en demostrar tu lealtad a los tuyos, siguen  desconfiando  de ti cuando se les da la ocasión…¿recuerdas como todos se volvieron en tu contra hace unos años?…tan solo porque una niña gritó al verte en la estación del policía, y ahora…Lestrade sigue dudando de tu lucidez aunque has resuelto todos esos casos siguen dudando…incluso John dudó de tu fidelidad solo por una fotografía.  Pero de este lado no tienes que dar explicaciones, Sherlock Holmes, ambos sabemos que no te importa la bondad ni la decencia, no te importan las víctimas de esos asesinatos que cometí, solo deseas demostrar que eres más listo que los criminales a quienes persigues...a final de cuentas eres un psicópata, deja de reprimirte… ¿por qué malgastar tus dones?, tus maravillosas habilidades con esos ineptos de mente lineal, esos idiotas jamás te entenderán como yo soy capaz de comprenderte—dijo Sebastian con una confianza pedante en cada una de sus palabras. Sherlock lo observaba en completo silencio, entreabriendo los labios más y más mientras el castaño avanzaba en su propuesta.

—es…increíble…—dijo Sherlock al fin observándolo con genuina sorpresa, como si Brown le hubiese dicho la más cierta de las verdades, Sebastian sonrió complacido…el detective por fin caía rendido a sus pies, su mirada oscura se cruzó con los profundos ojos del rizado, se aproximó hacia él y extendió su brazo, esperando sellar su pacto, Sherlock lo imitó, pero antes de darle la mano al castaño se detuvo abruptamente y arrugó el entrecejo—increíblemente patético—replicó con todo el veneno que fue capaz de inyectar en sus propias palabras— Estás tan solo…que necesitas desesperadamente de una compañía, alguien digno de ti. ¿Crees que puedes entenderme? ¿crees que me importan lo que todo Scotland Yard piense de mí? ¿la imagen que todo Londres tenga de mí?...eso le importaría a las personas comunes, a los imbéciles que necesitan ser elogiados para ser conscientes de su genialidad… ¿De verdad piensas que eres digno de entrar en mi cabeza y saber lo que pienso? Tu ambición te traiciona nuevamente Brown, yo no soy tu amado Moriarty…y no soy un maldito psicópata, ¡soy un sociópata altamente funcional! —gritó con toda la energía que le permitieron sus pulmones, sacando el arma que tenía oculta entre los pliegues de su abrigo, Sebastian lució algo sorprendido, el silencio se extendió entre ellos aumentando la tensión del momento. Brown rompió a reír como un completo maniático, en lo más profundo de su ser Sherlock sintió el imperioso deseo de clavarle un tiro en la frente, aborrecía a ese hombre, su ambición, su ego…su obstinación por convertirse en una mala copia de Jim Moriarty.

—tienes lo que te queda de vida para reír…o suplicar, pero la suerte ya está echada…sin importar que suceda—advirtió Sherlock sin demasiado interés

—el juego no ha terminado señor Holmes—replicó Brown con actitud desafiante, indicándole al detective el láser rojo que apuntaba directamente a su pecho—por qué no averiguamos de una vez si Sherlock Holmes tiene corazón o solo un hueco oscuro en su lugar. Sherlock no se inmutó, quitó el seguro de su arma apuntando a la cabeza de Brown, asegurándose de no fallar en su tiro, con el rabillo del ojo vio como más puntos rojos se unían esparciéndose por todo su pecho, enfocó su vista a la distancia, entre los edificios aledaños había por lo menos diez francotiradores en diferentes pisos listos para disparar…no había manera de salir vivo, no esta vez, pero no se iría solo.

—creí que deseabas salir vivo de esto…—replicó Sherlock manteniendo el arma firmemente sujeta

—lo haré…tengo muchos planes por concretar aún, planes que involucran la frágil vida de John Watson…—La expresión de Sherlock cambió por completo—aun o he terminado con él, me encantaría ver la expresión del inocente John cuando se le acabe en tiempo, ¿sabe el problema de las personas señor Holmes?…la gente se siente a salvo en sus casas, es su espacio de confort, piensan que una cerradura los protegerá de todos los males del exterior…incluso de una explosión. John Watson explotará en mil pedazos al igual que la pobre señora Hudson y Sherlock Holmes no estará allí para advertirles…las fugas de gas son muy usuales, silenciosas…y realmente letales—Sebastian se tomó unos instantes como si pensara en su próximo movimiento

—no me iré de este mundo sin arrastrarte conmigo Brown—amenazó el rizado con la rabia irradiando de sus claras pupilas

—¿la vida importa? Que tengo que perder…hay un montón de personas anónimas, sin rostro, que trabajan entre las sombras, ya les he dado las instrucciones, no importa si me matas o te asesino, ¿No lo entiendes? No importa en absoluto quien disparé primero…esto no alterará el producto…tu tenías razón “la suerte ya está echada” señor Holmes y no hay nada que puedas hacer al respecto…nada más que lanzarte al vacío, te ofrecí ser mi compañero y te reíste de mi oferta en mi cara…fuiste grosero, esa arrogancia de la que tanto te enorgulleces será tu condena, iba a ser piadoso…tu eras diferente.

—si te mantengo vivo…los salvaré. No tengo que saltar, debe haber un código de cancelación ¿verdad? —exigió Sherlock manteniéndose firme en su posición, necesitaba salvar a John de las garras de ese demente…pensó que alejándose de él lo mantendría a salvo…un grave error, Brown deseaba arrasar con todos a su paso.

—¿y tú crees que me obligarás a decirlo? nadie me obligaría a hacer algo que no quiero y créeme Holmes en cualquier momento uno de mis hombres puede acribillarte a balazos así que por favor no seas aburrido cariño…solo salta de una vez, es más sexy…y requiere menos esfuerzo que intentar evitar una catástrofe que ya está en marcha.

Sherlock se acercó a la azotea, observando los metros que lo separaban del suelo, observó a su alrededor, analizó cada una de las variables posibles, intentó sacar lentamente  su móvil de su bolsillo y escribir a Mycroft disimuladamente con una de sus manos, necesitaba refuerzos—te advertí que sin trucos esta vez Sherlock, por más que lo intentes no podrás comunicarte con el “hombre de hielo” tengo rodeada el área…distorsionadores de señal, no podía arriesgarme a una jugada imprevista de tu parte. Ya no tienes a tu querido hermanito para que te ayude, el jamás sabrá el momento en el que saltaste, esta vez no podrás hacer uno de tus trucos de magia…

—Si llego a saltar, te aseguro…que tú vendrás conmigo—replicó Sherlock tomando a Sebastian de improviso, con una rapidez sorprendente, volteándolo mientras lo inmovilizaba aproximándose al vacío…arrastrándolo junto a él. Sebastian no opuso resistencia, los francotiradores seguían apuntando, esta vez a la cabeza de Sherlock

—ellos no se detendrán…nadie lo hará. Todo ya está en marcha, dejé un par de nuevas escenas de crimen con deliciosas pistas que conducen hacia ti, ya eres el principal sospechoso…las víctimas están cerca de tu calle, para los estúpidos de Scotland Yard será como sumar dos más dos…el brillante detective decide terminar con su vida luego de haberse convertido en asesino, después de todo…yo no existo, no hay registros de mi en ninguna parte, para ellos soy un producto de tu trastornada imaginación o una buena coartada para justificar tu prevención. Dejé listas las gestiones para una nueva noticia, una que muestre la farsa que es Sherlock Holmes, debe estar siendo impresa en estos momentos…a la prensa amarillista le encantan los héroes ¿sabes por qué querido Sherlock? porque siempre caen, siempre terminan convirtiéndose en villanos, solo hay que esperar el momento adecua…

—¡ya cállate! —gritó Sherlock tomándolo por el cuello, obligándolo a pararse en el borde del edificio, justo cuando Sherlock planeaba empujar el cuerpo de Sebastian Brown hacia el vacío, el castaño le propinó un certero puntapié al detective quien resbaló, perdiendo el equilibrio, golpeándose la cabeza al caer, Brown aprovechó la turbación de Holmes para propinarle un fuerte golpe en el rostro, desorientándolo aún más, de pronto se escucharon disparos, unos fuertes gritos a lo lejos, la mirada borrosa de Sherlock Holmes pudo distinguir el intenso color de la sangre inundando el suelo, cubriéndolo todo a su alrededor.


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