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Cantarella (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Capítulo 11:

(Pecado)

Reinicio

 

Creí en la caricia que reinicia,

que cuestiona la realidad más amarga

y la lleva a donde las cosas ya no duelen,

donde la carga se vierte en mares y no en los hombros

que no la pueden sostener.

(Loreto Sesma)

 

 

 

Abriendo los ojos lentamente, Eren, aún demasiado adormilado para que su cerebro procesara todo lo que estaba ocurriendo con precisión, se desorientó un poco al observar desde su posición, tumbada de lado sobre la cama, todo lo que lo rodeaba. El cuarto donde se encontraba le resultaba por completo desconocido, demasiado ordenado y monocromo, demasiado impersonal; pero aun así…

Al final, fue la esencia de Levi, ligeramente impregnada en las blancas sábanas, lo que lo hizo volver de golpe a la realidad, obligándolo a recordar todo lo ocurrido el día anterior y volviendo a despertar dentro de él aquellos angustiantes sentimientos de horror e injusticia. ¿Por qué simplemente no podía quedarse durmiendo para siempre?, se preguntó al tiempo que volvía a cerrar los ojos. Todo sería mucho más fácil de ese modo; todo dolería menos.

—¿Piensas quedarte metido en la cama todo el jodido día para lamentarte a gusto, mocoso? Ya son más de las nueve, así que mueve el culo y levántate de una vez.

Sorprendido, Eren se incorporó lo suficiente para quedar sentado en la cama, notando como las mejillas se le calentaban hasta lo imposible al ver a Levi y rememorar todo lo ocurrido entre ellos la noche anterior.

No había sido un sueño…

Este acababa de salir del cuarto de baño adyacente a la habitación, por lo que seguía descalzo mientras se secaba el negro cabello con vigor. Solo al verlo vestido de forma mucho más informal que en sus anteriores encuentros, con vaqueros negros y una ligera camiseta de manga larga gris arremangada hasta los codos, él cayó en la cuenta de que al ser domingo Levi no tendría que ir a trabajar a la universidad.

—Ni siquiera es tan tarde —protestó Eren con voz ligeramente enronquecida, ya fuese a causa del sueño o lo mucho que había llorado y gritado el día anterior. Pasándose una mano por el largo cabello, notó que lo tenía hecho un desastre de nudos que seguramente le darían un aspecto espantoso. Mirando a Levi con cierto aire acusador, inquirió—: ¿Y cuánto ha dormido usted esta vez?

Este simplemente se colgó la blanca toalla en torno al cuello y rebuscó en el armario un par de botines negros para ponerse.

—Tch, lo suficiente, mocoso entrometido —replicó mientras se sentaba a su lado en la cama y comenzaba a calzarse—. ¿Y tú?

La genuina preocupación que vio en aquellos ojos grises que tan bien conocía, hizo que sus emociones estuviesen a punto de desbordarse. Eren aún se sentía un poco furioso con todos, incluso él mismo; pero, al mismo tiempo, otra parte dentro suyo, la que aún estaba desesperada por recuperar a su familia y la vida que quizá podría haber tenido, solo lo hacía ansiar sentirse seguro y protegido, como cuando era un niño y Levi parecía ser lo único estable en su mundo. Tal vez por ese motivo acabó apoyando la frente en el hombro izquierdo de este, deseando que el tiempo pudiese detenerse en ese instante, con aquella tranquilidad fingida en la que podía llegar a creer que su vida no era la mierda que realmente era.

—Estoy muy cansado —murmuró, y aunque su respuesta fue tan vaga, en el fondo sabía que Levi comprendería perfectamente el verdadero significado de esta. Un agotamiento que hablaba de años y años inmerso en esa angustiosa vida.

—Esta vez haré que termine, mocoso. Lo prometo.

Desconcertado por aquella respuesta, Eren levantó la vista, enfrentando la gris mirada de Levi con el aliento contenido y la sangre tronando en sus oídos.

Esa era la primera vez que este le hablaba de aquel modo, tan determinado, como si estuviese decidido a devastar el mismísimo Infierno si fuese necesario para acabar con todo ese desastre que parecía rodear su vida y mantenerlo a salvo. Sí, aquella era la primera vez que Levi no deseaba que él estuviese engañado ni ignorante del peligro que lo rodeaba, sino que, por el contrario, lo estaba sumergiendo de lleno en este; pero, al mismo tiempo, tendía su mano en su dirección, asegurándole que lo protegería.

Eren no tuvo tiempo de pensar en quien de los dos fue el que se movió primero, a lo mejor fueron ambos en sincronía, no estaba seguro; simplemente, su cerebro desconectó por completo en cuanto sintió el calor de la boca de Levi sobre la suya y, sin meditarlo demasiado, le echó los brazos al cuello para retenerlo, para alargar el momento y que la tormentosa realidad se difuminara ante él; no obstante, el ligero golpeteo en la puerta los hizo regresar a ambos a la realidad, separándose solo unos segundos antes de que la despeinada cabeza de Hange hiciese su aparición por ella.

—Hey, chicos, lamento interrumpir, pero comenzaré a preparar el desayuno. Dense prisa antes de que se enfríe, ¿está bien? —les dijo esta tan sonriente como siempre; aun así, tras lanzarles una rápida y escrutadora mirada, evaluándolos a ambos, añadió algo más reticente, como si no desease hacerlo—: Además, tenemos que hablar. Erwin acaba de llamar y me ha dicho algo bastante interesante.

Los ojos de Levi se entreabrieron ligeramente al oír las palabras de Hange, pero su expresión volvió a tornarse de inmediato fría e imperturbable, ocultando todo rastro de lo que estuviese pasando en ese momento por su cabeza. Una vez ella volvió a dejarlos a solas, su antiguo tutor hizo intento de ponerse de pie para marcharse, pero Eren, tercamente, sujetó su mano para no permitirle huir.

—Levi, ¿qué somos realmente ahora? ¿Qué es lo que espera que seamos el uno del otro? —inquirió sin más, desesperado porque este diera un nombre a lo que tenían y determinara el rumbo que debían seguir a partir de ese momento, porque él se sentía incapaz de pensar con claridad o tomar las decisiones correctas. ¿Cómo hacerlo cuando su propia existencia parecía ser un puzle al que le faltaba un sinnúmero de piezas?

A pesar de todo el tiempo que habían convivido juntos en el pasado, de todo lo bien que él llegó a interpretar las emociones y las acciones de Levi, Eren una vez más volvía a sentirse en desventaja frente a este, como si aquellos años de separación hubieran creado un muro entre ellos de circunstancias y secretos que le estaba siendo difícil pasar por alto y superar. A los dieciséis años, tan desesperado como estaba por llamar la atención de aquel hombre, se conformó con lo que Levi podía darle, aunque fuesen pequeños momentos robados al tiempo y sentimientos de los que nadie más podía enterarse; pero ahora… ahora Eren no se creía capaz de soportar las mismas condiciones. Para él era todo o nada, aunque resultase indebido a ojos del resto; aunque el mundo acabara sumido en una catástrofe porque ellos no deberían estar juntos.

—Tch, ¿qué más vamos a ser, mocoso? —le dijo Levi inclinándose para dejar un beso en su frente antes de posar una mano en su cabeza para revolver aún más su cabello—. La misma terrible mierda que hemos sido desde que nos vimos por primera vez. El jodido desastre que siempre estuvimos destinados a ser. Eres mío y yo soy tuyo. El resto sobra.

Aquellas palabras estaban lejos de ser algo lindo y romántico, de hecho, si Eren las hubiese oído de labios de alguien más, las habría considerado espantosas; no obstante, era Levi quien las estaba diciendo; Levi, que siempre había luchado por conservar una distancia prudente de él a pesar de su insistencia por ser la prioridad en su vida; entonces, aunque aquello sonase como un horrible presagio de desgracias, Eren lo aceptaba porque era más de lo que nunca creyó tener de este. Porque sabía que en el fondo ese hombre le estaba diciendo que por fin lo aceptaba abiertamente y a pesar de todo.

—¿De verdad cree —comenzó a preguntar nuevamente, con cierta inseguridad— que somos un error? ¿Qué está mal el que estemos juntos y nos queramos? ¿Qué quizá jamás debimos conocernos?

Aunque una parte de Eren no deseaba oír aquellas respuestas, porque en el fondo las temía, luego de oír al otro hablar de ello la noche anterior, su lado más determinado ansiaba por descubrir la verdad, ya que él mismo se había cuestionado muchas veces aquello. Desde el primer instante en que conoció a Levi, su mundo había girado en torno a él, lleno de aquella desesperada necesidad de atención y su enorme admiración; y luego, al comprender que sus sentimientos eran mucho más profundos, que el amor que sentía hacia este se alejaba cada vez más de lo filial para tornarse en algo puramente romántico, el miedo y la ansiedad adolescente hicieron presa de él, adormeciendo su sentido común. Sin embargo, durante el largo tiempo que duró su separación, en algunas ocasiones Eren se había preguntado, ya fuese un poco molesto o profundamente dolido, por qué el caprichoso destino los había unido si todo iba a acabar de esa forma tan desastrosa entre ellos. Si acaso hubieran sido ambos mucho más felices sin haberse conocido jamás.

Levi, como tantas otras veces, no respondió de inmediato. Durante unos momentos se quedó allí, con su mano todavía sujeta por la suya y su insondable y pálida mirada clavada en él, sopesando sus respuestas.

A los dieciséis años Eren había odiado aquellos meditativos silencios cuando estaban a solas, porque estos casi siempre habían venido acompañados de negativas a sus peticiones y palabras sensatas que él no deseaba oír de labios del otro porque estaba enamorado y su corazón desenfrenado no quería atenerse a razones. Ahora a sus diecinueve, de cierta forma se sentía igual de inseguro, pero, al mismo tiempo, todo lo acontecido durante las últimas horas le había hecho abrir los ojos y comprender que sus inseguridades y su desesperado anhelo por Levi era un problema ínfimo dentro del inconmensurable océano de dificultades que se presentaba ante ellos.

—Creo que el destino es un puto cabrón —le dijo este repentinamente, todo fría seriedad—, y creo también que el que nos conociéramos fue una de sus sucias tretas para jugárnosla. Aun así, me niego a aceptar que haya sido un error aunque lo sea, Eren. Si quererte es mi castigo, lo acepto. Si tengo que mancharme las manos por ti, lo acepto. Si el que estemos juntos es un maldito pecado a ojos del resto, lo acepto. Lo único que me importa en realidad es lo que desees tú, y si tú estas bien conmigo de este modo, sabiendo que soy en realidad, entonces se oponga quien se oponga a esto, no voy a apartarme de tu lado.

Era tanto lo que Eren había perdido durante los últimos años, tantos sus sueños rotos y despedazados, su miedo constante a la soledad, que las palabras de Levi fueron como darle agua a un hombre sediento en medio del desierto.

Sin pensar en si lo que haría era correcto o no, levantó la mano que aun sujetaba con la suya y la acercó hasta sus labios, mordiendo la muñeca de este con la fuerza suficiente para que sus dientes se incrustasen débilmente en la pálida carne hasta dejar una marca.

Mientras hacía aquella locura, en ningún momento Eren apartó su mirada del otro, y del mismo modo, en ningún momento Levi se mostró consternado ni molesto por su actuar, dejándolo hacer a su antojo como tantas otras veces, simplemente entrecerrando aquellos afilados ojos grises y apretando los labios casi de manera imperceptible a causa del dolor provocado por su mordida.

—Lo está prometiendo —dijo él finalmente, notando el débil regusto metálico de la sangre expandiéndose por su boca y contemplando el desastre de rojizas marcas que había dejado sobre la delgada muñeca derecha del otro hombre—. Ya no tiene derecho a retractarse.

Para su sorpresa, Levi, con aquella sigilosa habilidad que lo caracterizaba, posó una mano sobre su pecho y lo estampó sin mucho cuidado contra el respaldo de la cama, provocando que se golpease la parte posterior de la cabeza a causa del impacto y los ojos se le llenaran de lágrimas. No obstante, antes de que Eren pudiese siquiera decir o hacer nada, el otro sujetó su rostro y lo besó, no con la delicadeza de minutos antes, sino con una agresiva brutalidad que lo dejó sin aliento durante unos instantes e hizo explotar el dolor y el sabor de la sangre en su boca cuando mordió su labio inferior.

—Y si no lo hiciera, mocoso, ¿entonces qué? —le preguntó Levi una vez puso fin al beso, con el rostro tan cerca del suyo que Eren pudo notar con fascinación las ligeras trazas de azules que apenas teñían el gris de sus iris—. ¿Qué harías?

—Entonces tal vez… —masculló él casi sin aliento, ya fuese a causa del nerviosismo o la excitación, no estaba seguro— tal vez… podría matarle.

La sonrisa que este le dedicó al oír su respuesta, hizo que algo dentro suyo temblase y se revelara en señal de advertencia. Era el mismo tipo de sonrisa que él había visto en su rostro, años atrás, cuando con un revólver en la mano y el hedor salobre y ferroso de la sangre flotando a su alrededor, le aseguró que ya todo estaba bien. Era el tipo de expresión que debería haberlo hecho correr en dirección contraria para protegerse, pero, extrañamente, Eren supo que aquello de un modo retorcido los unía. Él era el único a quien Levi le había permitido ver aquel lado suyo, el más dañino, el más sanguinario, y Levi sabía que Eren lo aceptaría así, con todos sus demonios.

Tal vez, simplemente, ambos eran el infierno perfecto que el otro necesitaba. Tan dañados que solo estando juntos podían sentirse completos y aceptados, aunque el resto no pudiese comprenderlo.

—¿No te lo he dicho ya? —Levi volvió a rozar sus labios, con los suyos aunque en esta oportunidad con mucha mayor suavidad—. Nunca me ha importado morir por ti, mocoso. De todos modos, mi vida es tuya. Puedes hacer con ella lo que gustes.

La respuesta de Eren fue besarle, de la misma forma brutal y dolorosa que este había hecho antes. Besarlo hasta que el regusto de su propia sangre se mezcló con la de Levi, sellando de ese modo aquel retorcido pacto entre ellos.

Aquel era su reinicio.

 

——o——

 

Después de asearse y vestirse con su propia ropa, la cual Levi se había encargado de lavar y dejar pulcramente doblada sobre la cama para él, Eren abandonó la habitación y recorrió el corredor para dirigirse a la cocina.

La débil cacofonía airada de voces discutiendo le advirtió que seguramente las cosas entre su antiguo tutor y Hange no estaban yendo del todo bien. Prestando atención, intentó oír lo que estos decían, pero aparte de unas cuantas palabras al azar, Eren no pudo hacerse una idea clara del verdadero contenido de aquella plática. Además, nada más lo vieron aparecer, ambos se quedaron callados, adoptando expresiones ceñudas e indiferentes que lo desconcertaron todavía más.

Levi, que estaba sentado a la isleta bebiendo una taza de té, lo observó durante un instante y apretó aún más los labios, apartando la mirada casi al instante para posarla en algún punto indefinido de la impecable cocina. Hange, por el contrario, se paseaba de un lado a otro aun vestida con su llamativo pijama naranja, como si fuese incapaz de contener la energía bullente que parecía brotar de ella; sin embargo, al verlo llegar a la cocina, se quedó muy quieta y le dedicó una abierta sonrisa; una que no alcanzó a iluminar por completo sus castaños ojos ocultos tras las gafas.

—Lamento la demora —se disculpó él, pero ella mantuvo el gesto y negó con la cabeza, restándole importancia al asunto.

—Tranquilo, no hemos esperado tanto, ¿verdad, Levi? —preguntó al otro, a lo que este asintió sin darles siquiera una mirada. Hange rodó los ojos y suspiró, viéndolo con resignación.

—Entonces, ¿qué fue lo que te dijo, Erwin? —inquirió Eren de primeras, tomando asiento frente a Levi—. ¿Cuál es el problema esta vez?

Tras dejar frente a él un plato con un par de tostadas y algo de fruta picada, esta le acercó una taza vacía.

—¿Café? —ofreció. Eren asintió y Hange vertió el oscuro líquido de la cafetera francesa tanto en su taza como en la suya. Cuando ella terminó con aquello, él comenzó a comer a pesar de no tener mucho apetito.

—¿Y bien? —insistió luego de tragar un trozo de su tostada—. ¿Cuáles son las noticias que te ha dado Erwin, Hange?

Levi chasqueó la lengua con reprobación.

—Que el condenado asunto de la droga que creó tu viejo se ha salido de control y ahora nos tiene con la mierda hasta el cuello. Esos malnacidos nos quieren poner contra la espada y la pared, joder.

Sorprendido por el evidente cambio de humor de Levi, por completo distinto al de minutos atrás, Eren miró a Hange para que esta lo iluminase y le explicara que había producido aquello; no obstante, esta tan solo rodeó su propia taza de café con sus manos y bebió despacio, como si tampoco desease darle una respuesta.

Justo en el momento en que su propio malhumor comenzaba a encenderse peligrosamente, su móvil sonó, anunciando un mensaje. Al ver que se trataba una vez más de Mikasa, no lo abrió, torciendo los labios en una mueca de disgusto antes de volver a guardarse el aparato en el bolsillo de sus vaqueros negros.

—Oi, mocoso, ya me prometiste que hoy arreglarías las cosas con tus amigos, así que cambia esa cara. Ya tenemos demasiadas preocupaciones encima como para estar perdiendo el tiempo con ridículas peleas infantiles.

Eren, sintiéndose profundamente ofendido por aquel regaño que lo hizo sentir como de quince años, lo miró sulfurado.

—Mikasa me manipuló mentalmente con la droga y me mintió durante todos estos años, ¿de verdad puede considerar eso como una ridícula y simple pelea infantil, Levi?

Hange, percibiendo que los ánimos entre ellos se estaban caldeando un poco, intervino de inmediato:

—Bueno, bueno, no es necesario que ninguno de los dos se enfade. Lo cierto es que Eren tiene razón en que lo ocurrido con Mikasa y Armin es un asunto serio, Levi; no puedes simplemente exigirle que perdone sin más y lo deje pasar como si nada. —Este le lanzó una mirada asesina que ella ignoró como una experta—. Sin embargo, Levi también está en lo correcto, Eren. En estos momentos lo peor que podemos hacer es dividirnos, a pesar de los problemas. Necesitamos más que nunca hacer un frente común.

—¿Tan malas noticias son las que te dio Erwin? —insistió él, dejando de lado su molestia debido a la angustia que estaba comenzando a crecer dentro de su pecho.

Hange asintió con pesar.

—Algo así.

—Oi, Eren —lo llamó su antiguo tutor de pronto, a lo que él de inmediato volvió el rostro para verle—. ¿Qué sabes sobre la familia de tu padre? Tus abuelos, tíos, primos, lo que sea.

Entre todas las preguntas que Eren había esperado, incluso algún que otro regaño, jamás imaginó que Levi le preguntaría por algo así. Desde el momento en el que él comenzó a suponer que el verdadero motivo por el que este había ido a Shiganshina distaba mucho del propósito de tan solo echarle una mano a su madre con la crianza de ellos por su relación con Mikasa, Eren llegó a la conclusión de que Levi sabía prácticamente todo lo referente a la vida de su padre y la de ellos, a pesar de que no le encontraba sentido alguno ya que, a sus ojos, su progenitor siempre había sido un hombre muy simple; no obstante, después de todo lo que Hange le contó la noche anterior, estaba comenzando a darse cuenta de que Grisha Jaeger realmente era alguien que estaba lleno de misterios; demasiados.

—Solo éramos nosotros, que yo supiera —les dijo tras pensar en ello unos minutos, intentando recordar. Tragando con lentitud el trozo de manzana que le quedaba en el plato, volvió a hablar—: Conocí a mis abuelos por parte de mi madre, pero ellos murieron cuando yo tenía, no sé, ¿unos cuatro o cinco años? —Se encogió de hombros y pinchó un gajo de naranja con el tenedor, pero no se lo llevó a la boca—. Una vez le pregunté a papá por ello, pero me dijo que su familia había muerto cuando él era joven y que no eran de esta zona del país. —Al notar la mirada cómplice que tanto Hange como Levi intercambiaron, de inmediato se sintió preocupado, tensándose—. ¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Qué pasa con la familia de mi padre?

Volviéndose para revisar en una carpeta que tenía sobre una de las encimeras, Hange cogió un par de hojas y las tendió en su dirección. Al leerlas, Eren no encontró nada demasiado raro en ellas, ya que solo era un artículo periodístico de una revista científica que hablaba de algunos experimentos médicos que se habían estado llevando a cabo desde hacía un par de años atrás por algunas empresas farmacéuticas en Marley. Eran más que nada opiniones extraídas de alguna fuente que planteaba los posibles usos de estos en el campo de los trastornos mentales, a los que estos fármacos apuntaban, y los beneficios o complicaciones que estos mismos podrían generar en los posibles pacientes.

Durante su lectura, Eren no encontró nada relevante ni extraño, aparte del hecho de que los fármacos tratados podían tener una enorme similitud con la droga creada por su padre. Una vez llegó al final del artículo, volvió a releer todo con mayor calma, intentando hallar aquello que Hange deseaba demostrarle, pero simplemente no le encontraba sentido. No solo eran trabajos realizados en otro país, bastante lejos de Paradis que era donde radicaba el problema en esos momentos, sino que además estaban fechados recientemente, apenas un par de semanas atrás. Demasiado poco tiempo…

Estaba a punto de abrir la boca para hacer notar aquello, cuando uno de los nombres dentro de uno de los equipos de trabajo llamó su atención, haciendo que su corazón se acelerase hasta lo imposible, buscando de inmediato la mirada de Levi.

—Este es…—comenzó Eren, pero se calló de inmediato al ver que Hange asentía con desgana y añadía por él:

—… el problema con el que se ha encontrado Erwin, sí. —Esta dejó su taza sobre la superficie de la isleta y, apoyando una cadera en el borde de la misma, cruzó los brazos sobre el pecho, como una especie de invisible escudo—. Un fármaco demasiado similar a la droga que creó tu padre años atrás y, justamente, es este tal doctor «Jaeger» quien está a cargo de la investigación en estos momentos. ¿Cuántas posibilidades existen de que el mismo médico trabaje en la misma droga en dos países diferentes?

Eren dejó caer el tenedor que sostenía sobre el plato, oyendo casi como un estruendo el ligero tintinear del metal sobre la delicada superficie de loza. Negó con un gesto y fue a ponerse de pie, pero, sorpresivamente, la mano de Levi se posó con firmeza sobre la suya y lo miró muy serio. Un gesto que bastó para volver a calmar parte de su animosidad desbocada y mantenerlo en su lugar.

—Mi padre no puede estar vivo —murmuró apenas, notando que las palabras escapaban con dificultad de sus labios porque le estaba resultando difícil respirar—. Yo lo vi morir ese día. Estuve en su funeral.

Soltando un pesado suspiro, Hange apartó uno de los taburetes y se sentó a su lado. Eren notó que por un momento ella tuvo la tentación de sujetar su mano, de seguro para intentar calmarle y darle consuelo; sin embargo, al ver que Levi no lo había soltado aun, desistió.

—Eso es algo que todos tenemos claro, Eren; no solo tú viste a tu padre ser asesinado, sino que tu madre debió reconocer su cuerpo y posteriormente hubo que efectuarle una autopsia. Grisha está muerto y lleva muchos años estándolo, eso es incuestionable; aun así, sigue existiendo algo demasiado extraño en todo este asunto. Tantas coincidencias repentinas nunca pronostican nada bueno.

Al oír aquello, él apretó los labios para evitar que le temblasen, o tal vez simplemente para no dejar escapar el grito de desesperación que pujaba por salir de su garganta, como si fuese un animal herido. Estaba tan harto de todo, tan cansado de sentir que nadaba contra la corriente tan solo para mantenerse a flote… y aun así, a cada paso que daba parecía que todo se volvía más y más difícil; que jamás lograba nada bueno.

—Entonces, ¿eso quiere decir que es una mentira? —cuestionó él una vez logró recuperar parte de su aplomo—. ¿Qué alguien ha adoptado el apellido Jaeger y se está haciendo pasar por mi padre?

Robando un trozo de manzana de su plato ya descartado, Hange dio un pequeño mordisco a la fruta y asintió, aunque sin mucho convencimiento.

—Es una suposición, la primera a la que Erwin y yo llegamos tras enterarnos de esto; también la más factible. No obstante —continuó ella, mirándolo muy seria—, si fuese este el caso, también es una estrategia muy riesgosa. Si saben que por nuestro lado nunca hemos dejado de intentar averiguar lo que ocurrió con la droga y la muerte de Grisha, poner en evidencia una investigación de este tipo, bajo su apellido, aunque sea en otro país, es un riesgo enorme.

—Tch, riesgo y una mierda. Es una jodida provocación directa —señaló Levi, soltando finalmente su mano y tamborileando sus pálidos y delgados dedos sobre la superficie de la isleta—. Esos cabrones sabían que acabaríamos enterándonos más temprano que tarde. Solo desean ver cómo nos volvemos locos intentando resolver este maldito misterio.

Hange asintió.

—Esa es otra de las posibilidades.

—¿Y de qué les sirve hacerlo ahora si han mantenido un perfil tan bajo durante tanto tiempo? —inquirió él—. Eso podría delatarlos y arruinar sus planes para conseguir el resto de la formulación y así poder quedarse con ella, ¿no?

Esta volvió a suspirar y se pasó una mano por el cabello, mesándoselo un poco y dejándolo hecho un desastre.

—Mmm, no necesariamente, lo que es aun lo peor. El trabajo de tu padre jamás se patentó, por lo que nosotros sabemos, así que simplemente fue un secreto muy bien guardado por los militares durante todo este tiempo. Si alguien más sale y reclama su autoría, ¿cómo podemos negar el hecho? Grisha está muerto y no hay nada legal que afirme que el trabajo es suyo, cualquiera podría apropiárselo; pero, aquí está lo extraño. —Hange dio unos golpecitos a las hojas que estaban sobre la mesa, pensativa—: no están quitándole el mérito a tu padre, si no dándoselo. La pregunta es, ¿por qué?

Aquella interrogante dejó a Eren tan confundido como los otros dos. Todo el asunto de su padre y la droga era demasiado reciente para él, por lo que tanta información en tan poco tiempo era un barullo zumbante dentro de su cabeza al cual era incapaz de ponerle orden todavía. Aun así, tal y como Hange acababa de decirle, él tampoco le encontraba real sentido a darle el crédito a un muerto. Si podías apropiarte del trabajo de otro y hacerlo pasar como tuyo, ¿para qué el esfuerzo?

Todavía pensando en aquello, dio un par de sorbos a su café casi frío, sintiendo como el áspero regusto del brebaje se mezclaba con su propia amargura. Sin embargo, cuando Levi habló, toda su atención se volcó una vez más en él.

—Podría haber otra opción. —Este se acabó su taza de té de un trago y la dejó suavemente sobre la isleta; aun así, el silencio entre ellos tres era tan pesado, que el leve tintineo pareció reverberar entre las blancas paredes como si estuviese amplificado—. Creo que tal vez no solo estamos enfrentándonos a un grupo que lucha por obtener la fórmula de la droga, si no que al parecer nos encontramos frente a dos; y uno de ellos está utilizando el apellido de tu padre como carnada para atraer al otro.

Eren inspiró con fuerza.

—¿Y eso donde nos deja a nosotros?

—En medio del fuego cruzado, claro —respondió Hange y se quitó las gafas para limpiarlas con parsimonia—. Si la suposición de Levi es acertada y son dos grupos diferentes en vez de uno solo, no creemos ser los principales receptores de este ataque, no en esta oportunidad al menos; pero igualmente estamos bien inmersos en el problema ya que buscamos el mismo objetivo, por lo que acabaremos cayendo tarde o temprano.

—Esto es una completa locura. —Eren se cubrió el rostro con las manos e inspiró profundo para intentar controlar su respiración y el estruendoso rugido de la sangre atronando en sus oídos; se sentía tan enfermo que temía ponerse a vomitar en cualquier momento. Cuando volvió a mirar a los otros dos, les dijo intentando mantener a raya su temor—: ¿Por qué utilizar de ese modo a mi padre? ¿Por qué simplemente no patentan la droga y ya?

—Porque esta sigue siendo un peligro hasta que no esté completa, así que no pueden arriesgarse a dar un paso tan importante todavía —le explicó Hange—; sin embargo, el que un doctor «Jaeger» aparezca trabajando en ella, es un punto importante a tener en cuenta. Solo aquellos que tengan algo que ver en el asunto de hace nueve años atrás lo entenderán, y, por lo mismo, existirán altas posibilidades de conseguir la información faltante de la fórmula de la droga.

A pesar de que Eren comprendía el punto de lo que Hange acababa de explicarle, todavía así se sentía furioso. Su padre llevaba años muerto, y su familia había sufrido horriblemente debido a ello; que utilizaran su nombre de ese modo no solo era una falta de respeto a su memoria, sino también a la de su madre y a la terrible vida que tanto Mikasa como él debieron llevar después de su asesinato.

—De todos modos, podría existir una opción más —soltó Levi repentinamente, haciendo que él levantase el rostro nuevamente para verle, intrigado. Hange frunció el ceño al instante.

—Levi… —murmuro esta en tono de advertencia, pero el otro hombre apretó los labios con desprecio y chasqueó la lengua en señal de desaprobación.

—Tiene diecinueve años, Hange. Tú misma insistes todo el jodido tiempo en que Eren ya no es un maldito crío —replicó Levi, dirigiendo hacía él sus tormentosos ojos grises, convertidos en apenas unas afiladas rendijas a causa del disgusto—. Oi, mocoso…

—¡Levi! —intervino una vez más Hange para detenerlo; no obstante, luego de recibir una dura mirada por parte de este y tras un par de segundo de mudo duelo entre ambos, levantó las manos frente a su pecho a modo de rendición y soltó, cansada—: Has lo que gustes, Levi. Es responsabilidad tuya.

Poniéndose más y más nervioso cada vez, así como también molesto al sentirse nuevamente excluido, Eren sujetó sus manos una contra la otra, notándolas sumamente frías a pesar de ser verano y tener frente a ellos un día que ya anunciaba ser caluroso.

Visiblemente ansiosa y angustiada, Hange volvió a mirarlo; pero bajó los ojos con rapidez hasta centrarlos en su regazo, mostrando un malhumor que resultaba extraño en ella. Levi por su parte parecía imperturbable, sin embargo, algo en su mirada, en lo rígido que se hallaba sentado, le dijo a Eren que aquello tampoco estaba siendo fácil para él.

Curioso como estaba, desesperado por obtener respuestas, quiso hablar y preguntar, exigir una contestación a sus preguntas; pero su cobardía le hizo mantener la boca cerrada, sintiendo como el mundo temblaba y se resquebrajaba bajo sus pies cuando el otro por fin habló.

—Erwin no ha logrado averiguar mucho sobre este doctor «Jaeger» al que nos referimos, pero sí obtuvo como información de que ha cursado todos sus estudios en Marley y es demasiado joven para hacerse pasar tan descaradamente por tu padre; tan solo tiene unos diez años más que tú —le dijo este con voz moderada y calma que pareció infundir hielo en sus venas—. Eren, ¿qué pasaría si tu padre les mintió respecto a no tener más familia? ¿Qué pasaría si resulta que tienes un primo o un hermano del que jamás has sabido nada?

 

——o——

 

Nada más entrar en la casa y ver la preocupación pintada en el rostro de Hannes, Eren sintió el enorme peso de la culpa caer sobre él. Este, vestido con sus habituales vaqueros azules y una camiseta verde oscuro, se hallaba sentado en el sofá de la sala leyendo el periódico y con la televisión encendida, pero nada más oírlo llegar levantó la vista y sus ojos ambarinos se iluminaron con alivio, lo que lo hizo sentir aun peor.

Le dolía la cabeza y se notaba un poco enfermo, pero sobre todo estaba demasiado confuso todavía debido a todo lo ocurrido. Hasta antes de que se bajase del coche, Levi le había insistido para que hablara con Mikasa y Armin e intentara arreglar las cosas con ambos, pero, ¿cómo hacerlo cuando todo dentro suyo era como un mar turbulento en el que no hallaba nada a lo que aferrarse para no naufragar?

Se sentía tan perdido…

—Yo… realmente lo lamento, Hannes —se apresuró a disculparse en cuanto vio al otro hombre levantarse del sofá a toda prisa y acercarse a recibirlo—. Sé que no debería haberme desaparecido ayer de ese modo, pero me enfadé con los chicos, y entonces…

—Ya —le dijo este rodeándolo con sus brazos para darle un torpe abrazo, palmeando su espalda. Eren, a pesar de que habitualmente se sentía muy incómodo con aquel tipo de muestras de afecto, por una vez no se quejó y permitió que el otro hombre siguiera con su extraño consuelo un par de segundos más—. Mikasa y Armin me explicaron lo ocurrido en cuanto llegaron a casa —prosiguió Hannes una vez puso algo de distancia entre los dos—. Levi también me llamó anoche para decirme que estabas con él y explicarme sobre algunas cosas que al parecer están ocurriendo por aquí.

Nada más oír hablar de aquello, Eren no pudo evitar sonrojarse un poco, recordando todo lo que venía ocurriendo entre Levi y el desde el día anterior. Durante todos esos años, él siempre había supuesto que Hannes jamás tuvo una idea acertada del verdadero tipo de relación que Levi y él habían llegado a tener en el pasado; sin embargo, la mirada que el hombre le dirigió en ese momento, un poco escrutadora, infinitamente resignada, le hizo pensar que quizá nunca había sido así y Hannes sí lo supo todo el tiempo. Además, aun podía notar la laceración demasiado reciente que tenía en el labio inferior donde el otro lo había mordido, por lo que era difícil creer siquiera que esto podía pasarse por alto tan fácilmente a ojos de los demás.

Maldición, ¿acaso lo que sentía por Levi siempre había sido tan obvio para todos quienes los conocían?

Intentando mantener la compostura para que no se notasen sus nervios, Eren le sostuvo la mirada y preguntó dubitativo:

—¿Todo? ¿Levi te puso al tanto de todo?

Pasándose una mano por el corto cabello rubio, Hannes negó apesadumbrado.

—Lo dudo mucho. Levi es un experto en mantener resguardadas las cosas que considera importantes y no desea compartir con nadie más —le dijo este con un tono levemente sugestivo que dejaba claro que sus sospechas eran ciertas: Hannes sabía su secreto—; sin embargo, me dijo lo suficiente para comprender que las cosas han vuelto a ponerse en marcha y tendrán que tener cuidado de ahora en adelante. —Cambiando su expresión preocupada y benevolente a una que intentaba pasar por determinada y autoritaria, añadió muy serio—: Aun así, muchacho, mientras vivas en mi casa, son mis reglas; y ningún tipo de desaparición nocturna sin aviso previo está permitida, bajo ninguna circunstancia, ¿me has entendido, Eren? Si no es así, me veré en la obligación de castigarte, aunque tengas diecinueve y te sientas un adulto.

De forma un tanto sorpresiva, aquel regaño tan absurdamente normal en aquella realidad de locura, hizo que él tuviese deseos de llorar, por lo que se vio en la obligación de hacer un enorme esfuerzo para contener las lágrimas. Hannes siempre se había esforzado hasta lo imposible porque ellos viviesen una vida lo más normal posible, sin importar todo lo que él mismo tuvo que sacrificar por ello. Eren ni siquiera se podía imaginar lo mucho que a este le debía estar afectando el saber que finalmente todo aquello de lo que tanto intentó protegerlo durante años estaba alcanzándolos una vez más. Después de tantas vueltas, nuevamente habían regresado a aquel horrible punto de partida.

—Lo he comprendido —respondió, sintiendo de corazón cada una de esas palabras—. No volverá a ocurrir, Hannes, te lo prometo.

—Entonces, no hay más que decir —le dijo este palmeando suavemente su mejilla—. ¿Has desayunado, muchacho?

Eren apenas había contestado que sí cuando un par de cabezas, una rubia y la otra morena, se asomaron por la puerta que separaba la sala del corredor central. Los celestes ojos de Armin estaban muy abiertos mientras lo observaba escrutadoramente, de seguro intentando evaluar el nivel de su enfado; Mikasa, por otro lado, tenía medio rostro enterrado bajo su bufanda roja. Tras un primer contacto visual entre ellos, clavó sus oscuros ojos grises en el suelo, pareciendo bastante avergonzada.

Recordando lo que le había prometido a Levi, inspiró profundo y se dirigió a sus amigos:

—Necesitamos hablar.

Armin asintió solemne, mientras que Mikasa, como si no lo hubiese oído, permaneció tan quieta como una estatua.

Hannes, percibiendo la situación, intervino:

—Entonces, los dejo, muchachos. Ya va siendo hora de que abra la tienda. —Dio una nueva palmadita en el hombro de Eren y lo observó muy serio al decirle—. Muchas veces lo que hacemos por quienes amamos no es lo correcto, pero eso no significa que sea por completo malo; simplemente, la lógica que sigue el corazón no siempre es la misma que dicta nuestro sentido común. No olvides eso, ¿está bien?

Ni Eren ni los otros dos chicos dijeron nada más mientras oían a Hannes darles las indicaciones para ese día y lo contemplaban recoger sus cosas para bajar a la tienda. Una vez quedaron a solas, como si estuviese predeterminado desde antes, sus amigos desaparecieron por el corredor y él los siguió, entrando un par de minutos después a su propia habitación que ya tenía la puerta abierta en una muda invitación, ya que estos lo estaban esperando allí.

Eren, deseando mantener cierta distancia aun, se sentó en el alfeizar de la ventana, abriendo esta para que se colase un poco de aire fresco. El sol de mediodía estaba comenzando a arreciar con fuerza y eso, sumado a su incipiente dolor de cabeza, no lo ayudaba a pensar con claridad.

Mikasa, a pesar de haber llegado al cuarto antes que él, se encontraba de pie junto a la puerta, como una bella estatua guardiana. Al observarla con detenimiento, Eren notó que ella todavía llevaba la misma ropa del día anterior, al igual que él, lo que le hizo preguntarse si es que siquiera habría hecho el esfuerzo de acostarse o tan solo se había pasado toda la noche en vela debido a su ausencia. Armin, por el contrario, parecía haberse vestido aquel día a toda prisa, optando simplemente por un par de vaqueros celestes y una camiseta azul oscuro; una apariencia tan informal que distaba mucho del cuidado habitual que ponía su amigo a la hora de vestirse.

Todos ellos estaban descolocados.

Tras indicarles con un gesto a sus amigos que ocupasen la cama para sentarse, los tres se observaron unos instantes en muda contemplación, con los ojos de uno pasando a los otros y viceversa. Fue finalmente Armin quien, aclarándose con suavidad la garganta, finalmente le dijo:

—En verdad lamentamos todo lo ocurrido, Eren. Desde lo que pasó ayer, Mikasa y yo hemos hablado mucho sobre lo sucedido, y ambos hemos llegado a la conclusión de que no deberíamos haberte ocultado información. Fue nuestro error. —Sus celestes ojos regresaron por un instante a su amiga, pero esta volvió a clavar la vista en sus manos unidas sobre su regazo—. Aun así, nada de esto fue con mala intención, mucho menos deseando hacerte daño; aunque lo hayamos hecho de todas maneras.

Suspirando quedamente, Eren se apoyó en el muro lateral de la ventana y los miró muy serio, intentando recordar que a pesar de toda la rabia que sentía en ese momento, de todo su dolor y resentimiento, aquellos dos eran sus mejores amigos, su familia. Aquellos que habían estado siempre a su lado, sobre todo en los momentos duros, perdonando sus tontos errores, y eso tenía que contar para algo, ¿no?

—Yo también he pensado mucho en lo ocurrido, y aunque me gustaría hacerlo, no puedo perdonarlos del todo, sobre todo a Mikasa. No ahora por lo menos. —Tomando entre sus dedos el deshilachado borde de su camiseta negra, él comenzó a tirar de un hilo hasta que este cedió, haciendo un desastre—. Pero ya no estoy enfadado, de verdad. Siento mucho mi comportamiento de ayer, chicos.

La mirada que Mikasa le dedicó al oír aquello partió el corazón de Eren. Fue tanto el dolor, tanta la angustia y el alivio que vio reflejado en ese par de ojos oscuros, que él no pudo evitar sentirse el ser más despreciable sobre la faz de la tierra por haber provocado su sufrimiento. Era cierto que aún seguía resentido con Mikasa por lo que esta le había hecho, pero tanto Levi como Hannes tenían razón en algo, ella simplemente lo quería, tal vez demasiado, tal vez no de la forma correcta, y eso la había llevado a tomar decisiones inadecuadas y a cometer errores; pero acaso, ¿no había hecho él lo mismo en innumerables ocasiones? Su misma historia con Levi era el mejor recordatorio de ello.

—Eren, yo… lo lamento. ¡En verdad lo lamento! Nunca pretendí que las cosas llegasen a este punto. Creí… creí que si nunca lo sabías… podrías ser más feliz… —Las lágrimas presentes en la voz de la chica finalmente parecieron incapaces de ser contenidas y acabaron derramándose en quedos sollozos y lágrimas deslizándose por sus pálidas mejillas. Armin, que estaba sentado a su lado en la cama, pasó un brazo por sus hombros para confortarla, pero Mikasa parecía tan frágil y hundida que él no pudo creer que esa fuese la misma chica que era capaz de darles una paliza a ambos sin esfuerzo alguno y mostrarse luego tan airosa y altiva como una reina.

—Ven aquí —le dijo a su hermana, abriendo los brazos en una invitación que ella aceptó, corriendo a refugiarse en ellos y rompiendo a llorar desconsolada. Armin, observándolos desde su posición, le dedicó una suave sonrisa, no una llena de felicidad como era lo habitual, ni siquiera cómplice como las que solían compartir a veces, sino una cargada de tristeza y aceptación, como si comprendiera que todo entre ellos había cambiado y avanzado, llegando una vez más al mismo punto de siempre aunque fuesen diferentes. Sujetando fuertemente a Mikasa entre sus brazos y apoyando la mejilla contras sus negros cabellos, Eren le dijo con determinación—: Sigo sin poder perdonarte completamente, porque lo que hiciste me ha dolido; pero no hay recriminación, ¿está bien? Tomemos esto como nuestro reinicio y volvamos al punto de partida, todos, no solo nosotros tres —aclaró, para dejarles claro a sus amigos que aquello ya no era algo que solo les concerniese a ellos—. Creo que a lo que nos enfrentamos es algo mucho más grande de lo que pensamos siquiera en un principio, y temo que no podremos enfrentarlo por nosotros mismos.

Aquella afirmación y su total aceptación, fue recibida como un mudo pacto entre ellos tres. Uno que ninguno estaría dispuesto a romper en aquella oportunidad porque ya sabían a lo que se enfrentaban. Lo que podrían llegar a perder.

Un poco más calmada después de llorar, Mikasa siguió disculpándose con él y le explicó con mayor detalle lo ocurrido durante el día de su secuestro, aclarando sus dudas. Armin, por otro lado, le contó sobre lo que le habían dicho a Hannes la noche anterior cuando regresaron a casa sin él y como este se había tomado la situación. Por su parte, Eren les habló de Levi y Hange, lo que estos le habían contado sobre la droga y el extraño descubrimiento que Erwin les había hecho saber esa mañana.

Lo cierto era que los tres estaban bastante confundidos e impactados por el turbio sendero que estaba tomando aquella investigación, y Eren aun no podía asimilar del todo la hipotética idea que le había planteado Levi de que su padre tuviese en otro país una familia de la que él nunca supo nada. Sus amigos parecían tan incrédulos como él mismo ante aquella posibilidad, porque conocían a su padre y sabían que era un buen hombre a pesar de todo. Hacer algo así sería casi haber creado una mentira de su propia vida… una mentira más.

Armin, que acababa de ponerse de pie para sugerirles que fuesen a preparar el almuerzo como les había pedido Hannes, soltó un quedo grito de asombro cuando el sonido de vidrios al romperse lo hizo volver el rostro hacia la ventana. El posterior impacto de este cayendo de rodillas al suelo, soltando un doloroso alarido, dejó a Eren momentáneamente congelado.

—¡Armin! —gritó Mikasa, aterrada, y él de inmediato volvió a tomar conciencia de la gravedad de la situación.

Poniéndose de pie de un salto, corrió junto a su amigo, arrodillándose a su lado para ayudarlo. Armin, que se sujetaba el lado derecho del rostro con la mano, dejó escapar un quedo gemido que ahogó en una bocanada de aire. Al ver como la sangre escurría entre sus dedos hasta manchar la madera del piso, Eren sintió pánico.

—¡Armin, déjame ver! —le ordenó, intentando apartar la mano del otro chico pero este negó con obstinación—. ¡Armin! —insistió, perdiendo la paciencia a causa de la preocupación, pero su amigo no cedió—. ¡Mikasa, tenemos que avisar a Hannes! —le dijo su hermana, pero cuando su verde mirada la buscó, la halló mirando por la ventana.

—¡Maldita sea, se está escapando! ¡Quien hizo esto se está escapando! ¡Si no hacemos algo ahora mismo…! —gritó su hermana desesperada, en un arranque muy impropio de ella, pareciendo dispuesta a salir en busca del responsable. Al ver que Eren negaba con un gesto, gruñó de frustración y se arrodilló también al lado de su amigo—. Armin, ¿estás bien? Por favor, déjame ver —imploró.

—Estoy bien. Creo... creo que solo ha sido un golpe en el rostro —les dijo este apartando finalmente la mano ensangrentada y dejando ver el feo y largo corte horizontal que tenía en la mejilla derecha y del cual la sangre corría roja y brillante como un río carmesí—. ¿Qué ha sido eso? ¿Qué has visto, Mikasa?

—Alguien ha lanzado algo a la ventana de Eren y luego ha salido corriendo a toda prisa hacia la calle principal. Era alto y delgado, llevaba una sudadera con capucha cubriéndole la cabeza y el rostro, por lo que ni siquiera pude percatarme de si era hombre o mujer.

Al recordar el objeto lanzado, los verdes ojos de Eren de inmediato buscaron por el cuarto, hasta dar con el culpable. Al sostenerlo entre sus manos, vio que era una roca, no demasiado pesada, pero sí contundente y afilada en algunos bordes, motivo por el cual Armin había resultado herido con un corte a causa del impacto. Al notar que algo estaba envuelto en ella, se apresuró a desatarlo para revisar su contenido. Al ver que era una nota y leer lo que esta decía, contuvo el aliento, sintiendo el brutal zumbido de la sangre en sus oídos a causa del miedo.

—¿Eren? —inquirió Mikasa al percatarse de su estupefacción.

Armin, siendo más rápido a pesar de estar herido, tomó una de sus camisetas descartadas que se hallaban sobre la cama y se cubrió la herida del rostro con ella para frenar la hemorragia. Tendiendo una mano en su dirección, le exigió:

—Déjame ver eso. —Una vez la tuvo en sus manos, sus ojos azules, tan vivaces como siempre, recorrieron la misiva un par de veces y contuvo la respiración. Mikasa, consternada al ver lo asustados que ambos parecían, se la quitó de las manos a Armin para arrugarla, pero este la miró alarmado y la detuvo, sujetando su muñeca—. ¡No, Mikasa, es una evidencia! Hay que llamar a Levi y Hange. Esto es una prueba.

Eren, a pesar de sentirse rígido como una tabla, asintió en silencio y rebuscó en el bolsillo de sus vaqueros su móvil, marcando el número de Levi con dedos temblorosos. Mientras esperaba que la llamada fuese contestada, cerró los ojos y sintió como el miedo le hacía difícil respirar, porque en lo único que podía pensar era en aquella nota y lo que significaba; los recuerdos que despertaba.

«Eren, ¿quieres jugar conmigo?»

Las mismas palabras, la misma letra. Y la primera vez que aquella carta llegó a sus manos estuvo a punto de perder la vida.

La vida de todos ellos había dado un ciclo completo, cambiando para bien y para mal; y, sin embargo, volvían a llegar al mismo punto de partida.

El juego había dado inicio, una vez más.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que la lectura fuese de su agrado y que valiera la pena el tiempo invertido en ella.

Lo demás, también como siempre, es pedir disculpas por la enorme demora en la actualización. Entre una cosa y otra he estado bastante lenta a la hora de poder escribir y actualizar, por lo que en algunos casos, como Cantarella, la historia ha tenido periodos muy largos de espera. Aun así, y aprovechando que estoy de vacaciones, espero poder retomar el ritmo de una historia por semana o diez días como muy tarde, así que confío no tardar tanto con el siguiente capítulo.

También aprovecho de avisar que Cantarella ya tiene su propia portada, la cual fue comisionada a la amabilísima y encantadora Akira Kousei que, aparte de fungir como mi beta corrigiendo mis horrores, es una talentosa artista, así que todos los créditos correspondientes para ella.

Otro asunto que he ido avisando en todas las historias a medida que actualizo, es principalmente para los lectores de Wattpad. Me han avisado que hace unas semanas atrás ha comenzado un borrado un poco masivo y alarmante de historias y cuentas, principalmente de fanfictions, así que me sugirieron estar alerta. De todos modos, yo suelo publicar en tres cuentas además de esa: Fanfiction.net, Amor Yaoi y AO3. En todas estoy con el mismo nombre, así que si alguna historia desaparece por aquí sin aviso previo, o lo hace mi cuenta, podrán encontrarme en cualquiera de las otras plataformas, donde todo va al día.

Por lo demás, solo espero que hayan disfrutado la lectura, que cada vez toma un rumbo más complicado y turbio. Una vez más les recuerdo que Cantarella no es un historia de amor típica ni tan bonita, aunque sí haya una relación amorosa de por medio. Habrá más de una muerte, alguna que otra escena un poco fea y, como ya se ha visto, la relación de Eren y Levi no es del todo sana. Aun así, la idea es que de aquí al final eso pueda mejorar un poco y puedo prometer que esto tendrá un final medianamente feliz.

Para quienes leen el resto de mis historias, aviso que la siguiente en actualizarse será In Focus, durante la otra semana, y de allí La Joya de la Corona que también ha tenido una espera muy larga. También espero poder sacar las viñetas correspondientes de Ese algo llamado Amor, pero ya veremos.

Una vez más agradezco a todos los que leen, comentan, envían mp’s, votan y añaden a sus listas, marcadores, favoritos y alertas. Son siempre la llamita que mantiene encendida la hoguera.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes. Hasta la siguiente.

 

Tessa.


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