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Infierno por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!

Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo :)

Lo siento si no he actualizado hace mucho, lo que sucede es que he estado de vacaciones y he decidido viajar mucho, así que no podía actualizar... Espero puedan discuparme...

 

Les dejo esta canción: Rainbow Black Swan

Capítulo 13: Nuestro parentesco

 

Me quedé mucho tiempo mirando cómo se besaban. Estaba tan lejos, tan inmerso en la multitud bulliciosa de aquel patio, que ninguno de los dos pudo verme, aunque yo sí los contemplaba a la perfección.

 

Felipe acariciaba el rostro de Alice con el dorso de su mano, la observaba como un esposo a su prometida en el altar. Todo parecía idílico, resultado de una verdadera historia de amor, una que jamás imaginé se gestaría. ¿En qué momento se hicieron tan cercanos? ¿Por qué motivo se enamoraron si no poseen nada en común? ¿Por qué ella?

 

-Parece que volvió a elegir a otra... ¿Algún día te tomará en cuenta tu hermanito? –escuché la voz de Esteban a mi espalda.

 

Se burlaba de mi desgracia, de mi impacto al contemplar como el amor de vida volvía a alejarse, justo en el momento en que más cerca estaba de conseguir mi sueño. Me sentí frustrado, un completo idiota por creer en las palabras de un chico que mencionó amarme, tan solo que prefirió estar con otra, sin siquiera esperar un tiempo prudente. ¿Acaso todo fue una mentira? ¿Por qué me ha engañado?

 

Arrugué el sobre que tenía en mis manos, ¿de qué me servía ahora saber que no somos hermanos? Si de todos modos ya ha decidido continuar su vida al lado de otra. No le tomé atención a Esteban y me marché del lugar, quería estar solo para poder asimilar lo que había sucedido, para eliminar nuevamente la llama de la esperanza, que estúpidamente dejé crecer en mí.

 

Me mojé el rostro en el baño, necesitaba despertar, salir de aquella pesadilla en la que se ha convertido mi vida.

 

-¿Cuándo te darás cuenta que soy la mejor opción? No hay nadie que te ame más que yo...- Santamaría volvió a aparecer.

 

Sin pensar volteé para besarle, para tomar su rostro entre mis manos y unir mis labios a los suyos. Cerré los ojos para imaginar que a la persona que tenía en frente era mi amado, para engañarme y creer que todo había salido bien, que había conseguido estar con Felipe y dar inicio al resto de mi vida.

 

-Está bien...- susurré angustiado.

 

-¿Qué significa eso? ¿Que aceptas estar conmigo? – el muchacho sonrió ante mi afirmación.

 

En ese momento no quería pensar, no estaba en condiciones para meditar ni muchos menos para tomar una decisión acertada, solo quería huir, refugiarme en los primeros brazos que me entregaran amor. Soy como un cachorro abandonado a la deriva, un corazón agotado que solo necesita el calor de otro ser.

 

-Te prometo que no te arrepentirás... Te haré la persona más feliz de este mundo... - sonreía como si hubiera recibido el regalo que hace tantos años añoraba.

 

Me tomó de la mano y me llevó hasta el patio, recorrimos todo el lugar de esa manera, como si él quisiera que todo el mundo se enterara de nuestra relación, quería gritarle al colegio entero que había aceptado su noviazgo, que nadie se quedara sin enterarse de la buena nueva.

 

Nuestros compañeros nos observaban con extrañeza, algunos rumoreaban y otros se sorprendían, era como si siempre hubiera sido el centro de atención y todos esperaban que, tal como estrella de cine, tuviera un rumor romántico.

 

Para mi suerte no nos topamos con Felipe ni con Alice, me hubiera costado mucho seguir fingiendo alegría sabiendo que todo aquel show era producto del despecho, de querer demostrarle al hombre que amo que no me importa su rechazo, para intentar olvidarle, aunque es evidente que eso es imposible.

 

Tras aquella actuación, tuve que ir a clases, sentarme al lado de la extranjera y aguantarme las ganas de preguntarle por lo que vi, por sus intenciones, por descubrir cuál es su verdadera personalidad. ¿Acaso fingió ser buena conmigo para atacarme luego por la espalda?

 

-Todos te están mirando... -me susurró en medio de la clase.

 

La escuché, tan solo que la ignoré, no me importaba ser su amigo antes, ni mucho menos ahora. Era mucho mejor para mí en ese momento evitar cualquier conversación, no quería ahondar más en aquel sentimiento, solo me bastaba con lo que había visto.

 

Sentí la preocupación de la muchacha, me observa seguido como si supiera todo lo que había sucedido. Sentía su pena, su arrepentimiento o algo parecido, ella era consciente que estaba enamorado de Felipe y de todos modos se había fijado en él. Sin embargo, prefirió callar y seguir con el silencio que yo había generado.

 

Esta vez todo fue distinto, ya no tenía ánimos ni siquiera de llorar o encerrarme en mi cuarto, seguí adelante como si me hubieran despojado de mi alma, como si me hubiera convertido en un robot. Mi corazón ya no era capaz de soportar más y simplemente, se apagó.

 

Preferí no almorzar y subir directamente a mi cuarto, tan solo que, al hacerlo, me encontré de inmediato con Camilo. Me esperaba en secreto, como han solido ser nuestros últimos encuentros. Desde que salió del reformatorio, no ha podido asistir a clases y es que el colegio no quiere perjudicar su imagen, es una institución de élite y no va a permitir que uno de sus alumnos sea un criminal. Supongo que el tío Rubén está buscando otra escuela donde inscribirlo, pero por mientras, pasa todo el día encerrado en la mansión.

 

-Ya tengo los resultados de los exámenes... -me dijo a forma de saludo.

 

Se refería a la prueba de ADN, la misma que tenía arrugada en mi mochila. Había llegado la hora de probar la confiabilidad de mi primo, de saber de qué es capaz de hacer con tal de lograr sus propósitos, si es tan bondadoso como suele mostrarse ante el resto.

 

-Dime... ¿qué dice? – intenté parecer sorprendido, aunque tampoco podía fingir mucho.

 

-Tómalo, es mejor que lo leas tú mismo... -y me entregó el sobre en mis manos.

 

Saqué el papel con el resumen de los exámenes, vi los gráficos y luego la sentencia del especialista: "Ambos individuos comparten más del cincuenta por ciento del material genético, por lo que se confirma el parentesco entre ambos". Esbocé una pequeña sonrisa al leer tal falsificación. Mi primo había adulterado las pruebas para hacerme creer que con Felipe somos hermanos.

 

-¿Sabes qué he aprendido este último tiempo? – le pregunté al muchacho mirándole fijamente a los ojos. Una llama poderosa se hacía cada vez más grande en mi interior, estaba furibundo ante tal mentira.

 

-¿Qué cosa? – no era la respuesta que quería recibir.

 

-Que no tengo que confiar en nadie, mucho menos en ti... -sentencié antes de sacar el resultado de mis análisis y pasárselos en la mano.

 

La expresión en el rostro de Camilo cambió rotundamente, ya no esbozaba victoria, sino que vergüenza, había sido descubierto en su trampa.

 

-¿Y sabes qué? Ni siquiera te sirve de algo haber falsificado el papel ése, porque Felipe ya está con otra... Hoy lo vi en el colegio besando a Alice Campbell... Parece que ambos hemos perdido...- revelé toda la verdad, para hundirle aún más en la desgracia.

 

-No... eso es imposible. Él me ama... él tiene que estar conmigo... Es lo único que me queda, ¿no te das cuenta?... – se alteró de tal manera, que me tomó por los hombros para gritarme.

 

Estaba fuera de sus cabales, sus ojos estaban desorbitados y temblaba como si hubiera visto al mismísimo diablo. No podía reconocerle, había desaparecido el Camilo nostálgico y algo amigable, todo lo que conocía de él había desaparecido.

 

-¡¿Cómo se te ocurre tocar a mi hijo?! –sin poder presagiarlo, ingresó don Diego al cuarto.

 

Los gritos de mi primo habían sido tan altos que había llamado la atención de mi padre, quien justo estaba en casa. El hombre al ver que intentaba agredirme, tomó al muchacho y lo lanzó al suelo.

 

-Nunca más se te ocurra tocarle ni siquiera un pelo a Lucas...- insistía mientras pateaba en el estómago al muchacho.

 

El hombre estaba colérico, ido de la misma manera en que su sobrino había estado anteriormente. Le golpeaba con tal brutalidad que el pobre de Camilo emitía gemidos de dolor, más parecidos a los de una bestia que a los de un ser humano. La sangre no tardó de aparecer, desde la boca brotaban ríos de líquido oscuro y, aun así, mi padre no se detenía.

 

-Ya para... es suficiente...- tuve que ser yo mismo quien le detuviera.

 

Camilo terminó en el suelo, sin poder levantarse y con el rostro completamente ensangrentado. Su mirada estaba apagada, despojada de cualquier brillo de felicidad, se había consumido de la misma manera en que yo he vivido todo este tiempo.

 

Al momento, llegó Rubén quien impresionado vio toda la escena y se paralizó. No podía creer que su hermano haya ido tan lejos, ya no se trataba de las constantes humillaciones a las cuales les obligaba a pasar, sino que se había atrevido a golpear a su hijo. Imaginé que, como un padre cariñoso, buscaría defender a Camilo, tan solo que tragó saliva y tomó al chico en brazos. Sin decir palabra alguna, se retiró. Su actitud me sorprendió mucho y es que tal pareciera que le teme a su propio hermano, como si fuera incapaz de encarar a don Diego, ni siquiera para defender a un ser querido.

 

-¿Estás bien? ¿Te hizo algo? –al quedarnos solos, mi padre se dedicó a revisar mi estado.

 

-Sí, si no me hizo nada...- respondí mientras con sus manos revisaba mi rostro.

 

-Me alegro... No puedo creer que se haya atrevido a agredirte, es un malagradecido... después de todo lo que he hecho por él y por el inútil de su padre... Se les ocurre agredir mi mayor tesoro, lo que yo más amo en este mundo... - me miraba detenidamente a los ojos mientras hablaba de mí como si fuera una reliquia de oro.

 

Su mano ya no hurgueteaba con tal de buscar una herida, sino que para hacerme cariño. Sus dedos llegaron hasta mis labios, los que acarició lentamente, produciendo en mí un leve estruendo.

 

-Ven, debes estar cansado... recuéstate en la cama...- me dijo luego, guiándome con su brazo.

 

Me dejó suavemente en la cama antes de recostarse él también. Me abrazó por la espalda, me contuvo con todo su cuerpo tal como hace un enamorado. Sentía su respiración cálida en mi cuello, me sofocaba como si se tratara de una locomotora.

 

-¿Te acuerdas cuando eras pequeño y dormíamos así? –me susurró al oído, sin dejar de abrazarme.

 

Asentí con la cabeza, para luego quedarnos callados otra vez. Su corazón palpitaba de tal manera que el mío era casi imperceptible en comparación. Estuvimos así un par de minutos, antes que don Diego se levantara y decidiera marchase. O eso haría, si es que no se hubiera encontrado con los exámenes regados por el piso.

 

-¿Qué es esto? – consultó extrañado.

 

No quise responder, no deseaba que se diera cuenta en lo que estaba metido, ni que se enterara de lo que sabía.

 

-¿Una prueba de paternidad? ¿A quién se la hicieron? ¿Por qué tienes tú esto? –don Diego volvió a exaltarse.

 

-Lo que se sucede... - comencé a tiritar y es que temía por su reacción. ¿Y si me golpeaba de la misma manera que a Camilo?

 

-¡Dímelo de una maldita vez! ¿Qué estás ocultando? –gritó colérico.

 

-Papá, lo siento... es que... Pamela le dijo a Felipe que tú eras su padre, que eran amantes desde hace mucho y bueno... yo... quería comprobar si eso era verdad... pero no, estaba mintiendo... los exámenes dicen que no es tu hijo...- mencioné parte de la verdad, no era necesario que se enterara que sabía sobre su hermandad con su esposa.

 

El hombre respiró hondo, intentó calmarse antes de responder.

 

-Está bien... Yo hablaré con esa zorra. No es bueno que ande inventando ese tipo de rumores... -y sin más se marchó, convencido de mis palabras.

 

Algo me pareció extraño en su reacción y es que parecía como si haber investigado su parentesco con su hijastro no le resultara extraño, como si en realidad, hubiera temido otra respuesta. ¿Qué es lo que se imaginó entonces? ¿A qué le temía tanto? ¿Acaso no quería que supiera el parentesco entre otras personas? No pude sacar esa idea de mi cabeza durante todo lo que restó de día. Sé que hay más cosas ocultas en estas familias, asuntos más importantes que incluso su parentesco con quien finalmente es su esposa. 

 


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