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Infierno por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos, espero que estén muy y que todos sus sueños se estèn cumpliendo...

 

Les dejo esta canción para leer el capítulo (Remember -Nine Muses)

 

Espero les guste...

 

Nos leemos!!!

 

Gracias por leer!!!

Capítulo 3: Mi madre

 

El ambiente en la mansión empeoró luego de la detención de Rubén, y supongo que para Camilo fue aun más profundo. De pronto, su madre había fallecido y todos inculpaban a su padre de tamaña atrocidad, el mundo no podría ser peor para él. Sin embargo, en todo momento contó con el apoyo de quien se convirtiera en su único rayo de alegría.

 

Felipe lo acompañó en todo momento, desde que se fue corriendo del colegio, hasta que llegó a la casa y supo la verdad.

 

-Se han llevado detenido a tu padre… Él mató a Elia…- fue la manera en que don Diego le contó lo sucedido a su sobrino.

 

-Eso no es verdad… Él no es capaz de eso, lo conozco muy bien…- dijo sollozando Camilo, ante la carencia de empatía de mi progenitor.

 

-Yo tampoco creo que sea cierto…- le apoyó el pecoso, enfrentando a su padrastro, a ese hombre a quien tanto teme.

 

-Las pruebas que tiene la policía dicen otra cosa… Fueron encontradas las huellas de Rubén en la alfombra donde estaba escondido el cadáver de Elia… ¿Cómo crees que ocurrió eso?- mi padre no tiene compasión por nadie, menos por el hijo del hermano al cual detesta.

 

-Pudo ser un accidente… Era la alfombra de mi antigua casa, nos acabábamos de mudar, puedo ser por eso…- mi primo trataba de defender la honra de su progenitor de todas las maneras posibles, como si con sus palabras arreglara en algo el caso policial que se había abierto en su contra.

 

-Mira, eso es algo que los detectives deberán solucionar… Lo único que tienes que saber ahora, es que como menor de edad no puedes ir a la prisión a visitar a tu padre… Esas son las reglas… y por mientras Rubén esté tras las rejas, tú estás a mi custodia… ¿entendido?- finalizó la plática don Diego tras aburrirse de los berrinches que estaba escuchando.

 

Desde ese momento él se haría cargo del muchacho, y debiera ser una buena noticia, tan solo que su tono, esa voz tan desagradable que posee, hacían pensar que más bien se trataba de una tarea tediosa, más que un favor para un familiar en desgracia.

 

Una fuerza desconocida me guiaba al cuarto de Camilo. Supongo que era por el hecho que mi amado estaría allí, que quería compartir tiempo con él. Otra opción válida es que no deseaba dejarles solos, porque me moría de celos que estuvieran tan juntos. El lado amable de mi alma pensaba que era para ayudar a mi primo, quien sufría mucho. Tan solo que la parte más oscuro de mi espíritu, ésa que todos intentamos acallar, me decía que me regocijara con el dolor en el rostro del muchacho que me había robado a mi amado, en aquel desgraciado de rostro hermoso que con su postura de mosquita muerta había engatusado al único hombre a quien he amado en esta vida, a la única esperanza de felicidad que posee mi grisácea vida.

 

-No le hagas caso, él es muy serio…- intenté calmar a Camilo cuando llegamos a su cuarto, tratando que no se sintiera incómodo con la frialdad de don Diego.

 

-Lucas tiene razón… lo primordial es que te cuidará mientras esto ocurre, y cuando salga el tío de la cárcel, todo volverá a la normalidad… ya verás…- Felipe le sonreía esperanzado en que le sacaría de la depresión.

 

-¿A la normalidad?... Mi vida jamás volverá a ser la misma… No regresaré a la casa donde me crie… mi mamá no volverá a mi lado porque está muerta, y mi papá… él… Por Dios, ¿y si lo que dice la policía es verdad? ¿Y si en realidad le mató?... Ya no puedo confiar en nada ni en nadie… Todo en lo que creía ya no existe, todo era una mentira… Mi vida es una mierda…- por un momento las palabras de mi primo fueron muy parecidas a las mías.

 

Después de ese momento, no hubo nada que Felipe pudiera decir para animarlo, y es que nadie podría hacerlo. Les dejé a solas cuando el silencio se volvió incómodo.

 

Bajé hasta el primer nivel para salir al patio trasero, necesitaba caminar por entre los árboles para sentir el frío de la tarde, para contemplar cómo la luz del sol se desvanecía como mis esperanzas de ser feliz.

 

Y en ese momento, cuando mi pecho estaba tan ahogado, vi aquella estatua escondida entre las enredaderas. Han pasado tantos años desde que la esculpieron, que la naturaleza ha crecido a su alrededor, opacándola sin compasión. Por muchos años, aquella estructura de piedra, la representación de un pequeño niño sonriente jugueteando por el patio, ha sido la representación de lo más horroroso que le ha sucedido a esta familia y por ello, muchos han preferido olvidarla. Sin embargo, para mí, es hermosa, mi tesoro más preciado.

 

Acaricié el rostro helado de aquel pequeño, vi en sus ojos tallados los sentimientos puros de un ángel, de un ser tan celestial para este mundo, que fue arrebatado con dolor por las fuerzas oscuras de la maldad.

 

Tienes que ser feliz… Prométeme que harás todo lo posible por serlo…

 

-Pensé que te habías olvidado de esa estatua…- apareció la voz de don Diego a mi espalda.

 

-Jamás podría hacerlo…- dije sin voltear, para no verle el rostro.

 

-Es obvio… Tu mamá lo hizo cuando estaba embarazada de ti. Decía que representaba todos sus buenos deseos para que tuvieras una vida hermosa… para que fueras realmente feliz… -dijo alegrándose al recordar a su primera esposa.

 

Lo irónico de esta vida es que aquella representación debería ser mi realidad ahora, que por los sueños de mi madre, tendría que ser feliz, cuando ese ha sido el único sentimiento que jamás he conocido. Lamento decirte mamá que no puedo honrar tu memoria, cumpliendo tu deseo.

 

Los brazos de mi padre me envolvieron fuertemente. Sentí su respiración en mi cuello, mientras me apretaba e intentaba darme todo su calor.

 

-Eres lo más importante que tengo en la vida, eso no lo olvides jamás… Por ti sigo adelante y me esfuerzo para que nuestras empresas sean prósperas… Te juro que si me pidieras la luna, yo iría hasta el espacio para conseguirla… Lucas, por ti soy capaz de todo… Nunca olvides lo mucho que tu papá te ama…- me susurró al oído realmente convencido, con el corazón, expresándome aquello que siempre ha predicado.

 

-Diego… llegaron los detectives, quieren tomarnos declaraciones nuevamente…- la voz seca de Pamela nos interrumpió. Su nueva esposa, la madre de mi amado, nos miró sin expresión alguna dirigiéndose a su marido.

 

Mi papá se marchó, volviendo a ser el mismo hombre de siempre, aquel rudo empresario insensible y calculador, quien odia a todo el mundo excepto a uno, excepto a mí, y es que soy, según sus palabras, el único ser a quien ama verdaderamente.

 

Pamela se quedó un breve momento más en el patio, mirándome fijamente mientras su larga cabellera rubia se meneaba gracias al viendo gélido que comenzaba a apropiarse de la ciudad. Aquella mujer, quien debería haberse convertido en mi segunda madre luego del fallecimiento de la verdadera, me ha observado de esa manera siempre, como si no tuviera alma, como si ni siquiera pudiera tener compasión por el pobre huérfano. Es incapaz de observarme de otra manera, aun cuando me lastima.

 

Los días transcurrieron lentamente, como la agonía de un árbol que se pudre poco a poco en el invierno. Don Diego nos  prohibió nuevamente que fuéramos al colegio, y es que los periodistas estaban desesperados por saber algo de nuestra familia, tanto que podrían inmiscuirse en la escuela y tratar de sacarnos información.

 

Y como era de esperar, Valentina no permitiría que tal situación la alejara de su novio, por lo que frecuentaba la mansión con la única intención de no soltar a mi amado pecoso.

 

-Quiero ver a Felipe…- me dijo ese día cuando me encontró en la sala de la mansión.

 

-Lo voy a buscar a su cuarto…- le dije y es que era preferible que fuera yo, a que mandara a un mayordomo, quien podría descubrir la relación clandestina que posee mi hermanastro con Camilo.

 

-No te preocupes, me sé el camino…- como siempre, la muchacha se mostraba altiva.

 

-No, no te preocupes…-no quería que subiera, era un gran riesgo.

 

Valentina me hizo a un lado y se dirigió a las escaleras. Le seguí de cerca temiendo que encontrara a los enamorados. Se suponía que iría hasta la habitación de su novio, la cual debería estar vacía ya que él se encontraba con Camilo. Sin embargo, no pude presagiar que el plan de la ricitos de oro fue desde un principio, ir hasta el cuarto de mi primo.

 

Sin poder detenerla, la chica se abalanzó contra la puerta de aquella recamara, para luego ingresar desesperada al lugar. Recuerdo perfectamente su grito de desesperación al encontrar a su amado Felipe, desnudo en la cama con otro hombre.

 

Hubo un escándalo muy grande y es que la muchacha se alteró de sobremanera, no podía creer que había sido engañada, que ella, la chica popular y extrovertida, había sido cambiada por otro hombre, un delgaducho sin gracia.

 

No puedo rememorar más, porque todo colapsó en ese momento. Solo se me viene a la mente los ojos de Felipe cuando se cruzaron con los míos, cuando se dio cuenta que también le había descubierto intimando con Camilo, abrazándolo mientras ambos estaban desnudos después del coito.

 

Lo único que quería era llorar, encerrarme en mi cuarto y dar rienda suelta a mi tristeza, que mis ojos se secaran por derramar tal cantidad de lágrimas. Todo en mí se había deshecho y es que el amor de mi vida se había enamorado de verdad, estaba realmente prendado de otro chico. ¿Y yo? ¿Qué sucede con mis sentimientos? ¿Acaso a nadie le importan?

 

Me fui de esa habitación y es que al aire comenzó a faltarme, me costaba respirar y la cabeza me daba vueltas. Llegué hasta mi cuarto y me lancé sobre mi cama, ahí me hundí en lo más profundo de la miseria, en aquel vacío que tan bien conozco. Lloré profundamente, pero me fue imposible no escuchar la riña que se formó a los pocos minutos después.

 

Valentina continuó gritando de tal manera, que llamó la atención de don Diego, quien se aproximó hasta la habitación y al enterarse de la peor forma posible de la relación que estaba naciendo entre su hijastro y su sobrino, reaccionó como el más temible de los animales.

 

-Son unos asquerosos, ¿acaso no les da vergüenza? Par de sodomitas, maricones degenerados… Jamás voy a permitir que estas aberraciones ocurran bajo mi techo…Me dan asco, son completamente repugnantes…-escuchaba desde mi cuarto los gritos coléricos de mi padre.

 

Me asomé al pasillo para encontrarlos discutiendo, Felipe aún desnudo, cubriendo sus partes íntimas con sus manos, mientras recibía los insultos de don Diego. Camilo se escondía en el cuarto, mientras Valentina observaba todo con dicha.

 

-No es nada malo amar a otro ser humano…- Felipe se alzaba contra su padrastro.

 

Pero no bastó, porque furibundo él le golpeó con todas sus fuerzas, derrumbando al enclenque muchacho. La ira estaba desatada en el alma de aquel hombre y es que había descubierto algo monstruoso en su propia casa. ¿Qué tal si supiera que soy igual a ellos? Y que incluso estoy enamorado de mi hermanastro.

 

-Ustedes dos no van a volver a estar juntos nunca más, eso es algo de lo cual me encargaré personalmente… No voy a permitir que se siga enlodando el prestigio de mi familia…- sentenció decidido mi padre. Todo aquel que le conoce sabe que eso significa que tomará una decisión tajante, algo que solucione el problema desde la raíz.

 

Contemplar a mi amado tirado en el suelo, con el labio sangrando, fue sumamente doloroso y es que su sufrimiento es el mío propio. No puedo soportar que un ser tan hermoso tenga que pasar por aquel dolor.

 

Como era de esperar, la determinación de mi padre fue drástica, decidió expulsar a Felipe de la mansión, tendría que irse un par de meses a la casa de su familia materna para no volver a ver a su amante.

 

Por el otro lado, y en consideración a los problemas de su padre, don Diego decidió que Camilo no abandonaría por un buen tiempo la mansión. Daría exámenes libres y solo saldría de la casa por motivos estrictamente necesarios.

 

El día en que mi amado se marchó de la mansión, yo estaba devastado, porque no solo era un golpe para ellos, sino que también para mi, y es que ya no podría verle. ¿Cómo podría alegrarme ahora? ¿Qué sería de mi vida sin él?

 

Me senté en una banca en lo más profundo del patio trasero, debajo de un frondoso sauce y rodeado de hortensias que crecían al alero de aquella humedad. No soportaría ver a Felipe marcharse, por lo que prefería esconderme allí. Tan solo que aquel muchacho me demostró lo mucho que me conoce.

 

-¿Acaso no te vas a despedir?- llegó hasta mi escondite, minutos antes de partir.

 

No tenía palabras para dirigirle, por lo que le miré sentarse a mi lado sin decir palabra alguna.

 

-Solo me voy por un tiempo… Tampoco es que no nos veamos nunca más…- sonreía aun cuando en sus ojos había tristeza.

 

-Te quería pedir un favor… Necesito que cuides de Camilo. Ahora que no estaré a su lado, se encontrará realmente solo y necesita de un amigo… Lucas, te necesita, no puedes abandonarle… Por favor…- me pedía acongojado, preocupado por el bienestar de su querido.

 

Asentí no muy entusiasmado, y es que es difícil ayudar a quien te ha quitado lo que más anhelabas.

 

-¿Le amas de verdad?- pregunté de pronto, obnubilado por esa imagen.

 

-Con toda mi alma…- respondió convencido.

 

Tuve que fingir indiferencia, y es que sus palabras me afectaron tanto como al verle desnudo en la cama con Camilo.

 

-¿Y qué sucederá con Valentina?- quería cambiar de tema.

 

-Sigo con ella…- agachó la cabeza a decirlo, estaba triste.

 

-¿No deberías haber terminado tu relación con ella? Ahora todos saben la verdad, no hace falta que sigas fingiendo con ella…- no calzaba tal decisión.

 

-Ella… no puede estar sin mí…- murmuró.

 

-Claro que puede…- es una zorra, puede buscarse perfectamente a otro.

 

-Está muy afectada por mi infidelidad… tanto que intentó quitarse la vida. Ahora mismo está internada en la clínica por sobredosis de medicamentos… Me dijo que si no estaba con ella, volvería a intentarlo… y yo… yo… no podría vivir con esa culpa…- estaba afectado por esa inescrupulosa.

 

-Solo deja que se mate… Es su decisión, no la tuya…- le dije fríamente.

 

Felipe me vio sorprendido, mi miraba como si fuera la primera vez, como si no me conociera realmente. Toda su vida me ha visto como un animalito indefenso, como su hermano menor al cual debe proteger.

 

-Lucas…Sé que has sufrido mucho, que no ha sido fácil para ti superar lo de tu mamá, pero… la muerte es realmente seria… Todos entendemos que has sufrido, que… haber estar al lado de ella cuando la asesinaron, y todo el resto… te dañaron mucho… pero…- y nuevamente ese tema. Aunque haya sido su despedida, preferí marcharme de allí.

 

Si hay algo que detesto es que me tengan lástima, que aquellos que saben la verdad tras la muerte de mi madre crean que pueden entender lo que sentí en ese momento. Ellos solo encontraron a un niño de cinco años bañado en sangre al lado de un cadáver, nada más que eso. Son incapaces de imaginar siquiera el infierno que viví aquella noche, aquella puta noche cuando todo se destruyó.

 

 


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