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Infierno por jotaceh

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Notas del capitulo:

Holaaaa

Espero estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo...

 

Se acuerdan del concurso que hice? Bueno, como nadie ha podido resolverlo, solo les dirè algo.... céntrense en el apellido de la madre de Lucas... con eso sabrán de quién es pariente :o

 

Nos leemos!!! :D

Capítulo 5: Amenazas

 

Mi padre no puede dejar a Camilo a su suerte, debe conservar una reputación y por ello, deshacerse de su único sobrino no es una opción. Aunque tampoco lo es dejar que estemos cerca, en su mente ambos somos amantes y debe impedir la sodomía a toda costa. Así, es que decidió reintegrarme al colegio una vez más, para estar lejos de mi primo aunque sea unas horas.

Fui con la esperanza de ver a mi amado, hace mucho que no sabía de él y la incertidumbre me estaba matando. Tenerle lejos me dolía tanto como amarle y poseerle.

-Me alegra mucho que hayas regresado... - mencionó Esteban cuando me vio entrando al establecimiento.

El muchacho me sonreía genuinamente, mostrándome esa sonrisa perfecta en aquella piel tostada.

-Sé que estás pasando por un mal momento, quizás... Si tú quieres... Podemos salir a tomar un helado después de clases... Para que pienses en otra cosa... - me invitaba a una cita como suele hacer.

Le miré un momento, usualmente rechazo sus ofertas porque no me interesa ir a un lugar a compartir con otra gente, y en especial, porque no es el chico a quien amo. Estaba a punto de decirle que no, cuando veo a lo lejos a Felipe.

Mi corazón se aceleró al ver su cabello negro, sus pecas tan adorables en su piel nívea. No le veía hace días y eso me causaba angustia. Por fin le tenía cerca.

-¿Qué dices? - se me había olvidado Esteban.

Mi decisión cambió cuando vi a Valentina. La rubia corría alegre para encontrarse con su novio, para seguir asfixiándolo, para continuar con aquello que ha logrado gracias a chantajes. ¿Cómo no se da cuenta que no la quiere? Que él está enamorado de... Camilo.

Claro, soy igual de estúpido que la chica a quien tanto odio. Finalmente, también estoy enamorado de alguien que no me corresponde.

-Está bien... - respondí.

Mi compañero se alegro como nunca le había visto, fue tanta la exaltación que me abrazó sin darse cuenta. Era la primera vez que me tocaba y es que nunca le permito que lo haga.

Me quedé quieto, congelado por completo y es que ese calor, su pecho ferviente, me tomó por sorpresa, hace tanto que no sentía algo tan cálido.

-Qué milagro... No sabía que estaban saliendo. Estoy muy feliz por ustedes dos, uno de estos días podríamos hacer una salida de parejas... - la exasperante voz de Valentina apareció tras nosotros.

La ricitos de oro había visto nuestro abrazo y de inmediato se acercó para molestar. Suele ser gentil delante de Felipe, por lo que hasta me tocó el hombro para felicitar, cuando lo único que hace siempre es golpearme.

-¿Es cierto?... - fue todo lo que dijo mi amado.

-Sí... Somos novios... - el rostro de Esteban cambió por completo, veía molesto a Felipe.

-No te pregunté a ti... - mi hermanastro parecía enojado también.

-¿Es verdad? ¿Están juntos?... ¿Lo sabe tu papá? Recuerda lo que me hizo a mí... - estaba preocupado el pecoso.

Su mirada cariñosa me derritió el pecho, era como un hermano mayor queriendo proteger a su hermanito.

-No.. Él está jugando. Solo somos amigos... - dije finalmente.

-¿Y qué si estuvieran juntos? ¿Acaso también te gusta? ¿Acaso debo tener cuidado con todos los integrantes de tu familia?... Eres un maldito puto, eres asqueroso Felipe... - Valentina se descontroló ante tal escena.

La rubia comenzó a empujar a mi amado, estaba  fuera de sí y lo trataba horrible. Pronto sus manos comenzaron a elevarse, quería golpear el rostro de mi hermano y eso.. Eso lo detuve yo mismo.

-Ni se te ocurra tocarle... - le advertí tomándola de la muñeca, apretándola tan fuerte como ella suele dañarme.

Cuando uno está enamorado quiere lo mejor para el otro, anhela que nada malo le suceda y sí así fuera, estás dispuesto a protegerle con dientes y muelas. Lo que siento por él es tan poderoso, que me guía a cometer las peores atrocidades y es que el amor nos vuelve dementes.

Pronto me encontré siendo el centro de atención, todos los alumnos me observaban sorprendidos, el siempre tranquilo Lucas Grimaldi había alzado la voz.

En ese instante me di cuenta de mi comportamiento, por primera vez me había revelado, estaba siendo agresivo. Vi en mis actos el comportamiento de mi padre y me espanté, estaba siendo igual de vil que él.

Desesperado solté a la ricitos de oro y me fui de allí corriendo, desesperado por haber hecho el ridículo, por comportarme de esa manera tan asquerosa.

Llegué al mismo baño apartado de siempre, para esconderme en el último cubículo y así olvidarme del mundo.

-Por poco muestras tu verdadero ser... - Esteban había entrado a mi refugio.

-¡Vete de aquí! ¡Quiero estar solo!- le grité.

-No lo voy a hacer, porque de lo contrario vas a vomitar y quiero que estés bien para nuestra cita... - comentó sin enojarse.

Me quedé en silencio unos minutos hasta que sonó la campana. Salí del cubículo y me encontré con el muchacho, seguía esperándome.

Caminamos hasta mi sala sin decir nada, él solo me acompañaba como era costumbre.

-A la salida nos vemos... - sentenció antes de retirarse a su aula.

-No, yo... No voy a ir... - después de todo no me apetecía.

-Claro que vas a ir... Te voy a obligar... Hasta luego... - esta vez fue insistente, no se había resignado con mi negativa.

Las clases transcurrieron lentamente, y durante todo ese tiempo sentí la mirada fulminante de Valentina. Me miraba a lo lejos con odio, porque la basura a quien suele pisotear se había atrevido a levantarle la mano y eso era algo que ella no perdonaría jamás.

En los recreos me quedé en la sala, tumbado sobre la mesa con mi cabeza entre mis brazos, intentando huir de la realidad y no pensar en la paliza que me daría la rubia ahora. Era evidente que estaba planeando una forma para hacerme pagar por mi osadía, ella es de las personas que no dan ningún paso sin pensarlo fríamente antes. Por ello ha logrado estar tanto tiempo con Felipe, porque sabe engatusar a las personas, buscar sus puntos débiles y atacar donde más les duele. Sabe que su novio es de buen corazón y que por ello, jamás podría permitir que atentara contra su propia vida. Chantajearlo con suicidarse es, posiblemente, un plan que había ideado hace mucho tiempo.

Durante la tarde, fue hasta nuestro salón el director para comunicarnos que desde ese día tendríamos una compañera nueva.

-Me es grato presentarles a la señorita Alice Campbell... - dijo el hombre de traje formal antes de hacer pasar a la nueva.

La muchacha parecía ordinaria a simple vista, no era muy alta, de piel clara, ojos marrón, facciones comunes, contextura delgada, cabello castaño y liso que le llegaba hasta los hombros, nada del otro mundo. Sin embargo, tenía en la mirada algo que la hacía destacar. Un dejo de misterio la rodeaba, parecía ser alguien maduro para su edad, como si supiera perfectamente todo lo que sucedería y de todos modos, no le temía porque se conoce a sí misma y sabe que es capaz de enfrentarlo. 

Alice había llegado hace poco de Canadá, donde había nacido, pero tuvo que mudarse al país acompañando a su padre, quien establecería una filial de su empresa en la capital. Era otra niña rica más.

Con su acento extraño se presentó y luego caminó hasta su nuevo puesto, el que se encontraba a mi lado, ese lugar que siempre se mantenía vacío y es que todos se aburren de mi mutismo.

-Buenas tardes...- saludó a lo que yo respondí solo con un ademán.

-Soy Alice Campbell ¿y tú? - tal parece que quería conversar.

-Lucas Grimaldi... - respondí antes de sorprenderme con su rostro de incredulidad.

-¿Tú eres... Hijo de Carolina Goycolea? - me preguntó como si me conociera.

Quedé pasmado ante su revelación. ¿Cómo una extranjera era capaz de saber el nombre de mi madre? Y si pudiera investigarlo en los periódicos, ¿por qué sabe algo de mí?

-Disculpa si te asusté... Lo que sucede es que mi padre vivió muchos años aquí y conocía a tu madre... Siempre me muestra fotos de ella, y como me habla de su vida, sé de ti... De su único hijo... - explicó finalmente.

¿Un amigo de mi mamá? Todo era muy extraño, el mundo no puede ser tan pequeño como para reunirme con esa muchacha en el mismo colegio, con la hija de quién se supone fue cercano a Carolina.

-¿Y cómo se llama tu papá? - necesitaba saber más de ellos.

-Christopher Campbell... Cuando sepa que somos compañeros se alegrará mucho... - sonreía alegremente Alice, como si todo le pareciera una hermosa coincidencia. Si hay algo que he aprendido, es que eso no existe.

No le tomé atención a la nueva hasta la salida, cuando se empecinó en acompañarme.

-Podrías ayudarme a conocer la ciudad... - me perseguía.

No le respondí nada, solo quería marcharme lo antes posible antes de encontrarme con Valentina y su venganza.

-¿Te está molestando? - en la entrada apareció Esteban.

El chico miró feo a la extranjera, tanto que la pobre se cohibió.

-No, es que es alumna nueva... Pero ya se va. Hasta mañana Alice... - no quería tener más problemas.

Tomé del brazo al trigueño para irnos a la que se suponía sería una cita.

-Que bueno que finalmente hayas venido... - me dijo cuadras después, cuando ya estábamos lejos de la escuela.

Llegamos a una conocida heladería cercana. Nos sentamos en la terraza del local y esperamos a que nos atendiera la mecera.

-Hoy reaccionaste muy mal... ¿Por qué te molestó tanto Valentina? - Esteban fue al grano.

-Estaba tratando mal a mi hermanastro... - dije como excusa.

-Claro... El hombre de tu vida... - comentó molesto.

Nuevamente estaba delante de alguien que había descubierto mi verdad, ¿cómo podría ser tan evidente?

-¿Acaso no te das cuenta que no es para ti? ¿Qué le ves? Si es un imbécil, un débil... Alguien que se deja manipular por una zorra como lo es su novia... Tú lo que necesitas es a alguien que te proteja, que haga todo lo que tú quieras... Alguien como yo... Quien te ha demostrado que te ama y que es capaz de todo con tal de complacerte... - su tono subió, hablaba desbordando pasión, aunque podía distinguir rabia en sus ojos.

-Él estuvo cuando más lo necesité... Fue la única persona que me cuidó después de la muerte de mi mamá... Le amo con todo mi corazón y eso jamás cambiará... - su altanería me sobrepasó y levantando la voz decidí marcharme. Claramente una cita con él no serviría de nada.

Llamé a mi chofer para que me llevara a la mansión, necesitaba encerrarme en mi cuarto y es que después de todo lo sucedido requería de soledad para asimilar.

Luego del viaje, me bajé del carro y en ese preciso instante me encontré con don Diego, quien asustado corrió hacia mí.

-¿Estás bien? ¿Por qué no te viniste de inmediato después de clases?... Me tenías preocupado... - me abrazó fuertemente para luego besarme en la frente con vehemencia.

-Debes tener mucho cuidado... Hoy me vino a ver un viejo enemigo, un hombre perverso que nos ha hecho mucho daño... Estoy seguro que quiere continuar con su venganza y temo que te quiera hacer daño... Debes estar alerta, no dejes que él te haga algo... - mi padre tomó mi rostro y mirándome fijamente a los ojos me advirtió.

-¿Te refieres a Christopher Campbell? - pregunté.

Su rostro se desfiguró tan solo al escuchar ese nombre.

-¿Cómo lo sabes? ¿Has hablado con él?.... ¿Qué mentira te ha dicho? ¿Estaban juntos?... Respóndeme... ¿Te ha dicho algo?... - se alteró de tal manera que gritaba enajenado.

-No lo conozco... Solo que su hija estudia ahora en mi colegio y me mencionó que su padre había sido amigo de mi mamá... - dije lo que sabía.

-¿Amigos? Por favor... Ese hijo de puta le destruyó la vida a Carolina. Nos destruyó como familia y ahora ha regresado para burlarse de nosotros... Escúchame muy bien, porque estoy seguro que fue ese hombre el que asesinó a tu madre y te hizo... Esa bajeza. Tú no puedes recordar, pero si pudieras verías su rostro... Yo sé que fue él, porque siempre estuvo obsesionado con ella, la deseaba y la quería conseguir a toda costa, pero cuando se dio cuenta que ella me amaba, prefirió matarla antes que verla conmigo... Lucas, ese hombre es el mismísimo demonio y tienes que cuidarte de él... Intentará convencerte, ponerte en mi contra, pero tú tienes que confiar en mi... Yo soy tu padre, la persona que más te ama en esta vida...- mi padre estaba realmente nervioso.

Tras revelarme aquella información, me abrazó con fuerza como si intentara guardarme en su interior. Al rato sentí cómo lágrimas caían de sus ojos. Don Diego estaba realmente alterado, tenía miedo de aquel sujeto misterioso. 

 


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