—¿Podrías dejar ese aparato? —Tony suspiró dejando de mirar la carretera por unos segundos para reparar en el horrible sonido de los dedos de Peter escribiendo quién-sabe-qué en su teléfono y a quién-sabe-cuál-persona cuando su atención debía centrarse sólo en él y en ese viaje.
Habían planeado ese viaje desde hace meses. Habían dejado todo arreglado para no tener que preocuparse e incluso Tony había dejado su propio teléfono en su casa. ¿Por qué no Peter?
—Perdón —le dijo el aludido, avergonzado.
—Guárdalo o terminará al otro lado de la ventanilla.
Peter sonrió y acarició el brazo de su pareja con ternura. Trató de acercarse y besarlo, pero el cinturón de seguridad se lo impidió.
—Dejé un proyecto a medio hacer, lo siento.
—Está bien, pero quiero que me mires sólo a mí —Tony mantuvo la vista sobre el camino todo el tiempo, pero le llamó la atención no recibir alguna reacción de parte del muchacho—. ¿Peter? —el vehículo comenzó a hacer un ruido extraño. Junto con la lluvia, eso no parecía ser una buena señal—. Lo único que faltaba —el automóvil se estacionó en la banquina y Tony se quitó el cinturón de seguridad—. Espera aquí, ¿de acuerdo?
El aludido asintió. La lluvia se había convertido en una fina llovizna. La figura de Tony desapareció atrás del capó del automóvil. Peter suspiró y se quitó el cinturón de seguridad. Un par de golpes sobre la ventanilla llamaron su atención por lo cual la bajó.
—¿Qué sucede?
—Es una suerte que hayas traído ese teléfono —reconoció el hombre mientras metía sus brazos y apenas su cuerpo para alcanzar un paño y limpiarse de alguna manera la grasa de sus manos. Peter aprovechó y enterró su mano entre los cabellos húmedos de su pareja, ocasionando su sonrisa.
—¿Lo quieres?
—Llama a casa, que F.R.I.D.A.Y envíe un helicóptero por nosotros —le pidió Tony, dándole luego un suave beso en los labios.
El hombre dio la vuelta para sentarse en el asiento del conductor. Un arcoíris se estaba formando sobre el horizonte.
—¿Tony?
—¿Sí? —le preguntó él, sentándose a su lado.
—El teléfono se apagó…
—Dime que es una broma…
—Y no traje el cargador…
Tony suspiró y comenzó a reír.
—Es como si el mundo estuviera en nuestra contra…
—No seas tan dramático —le pidió Peter, tratando de usar las mejores palabras que pudo encontrar en ese momento para calmar a su pareja—. ¿Y si vamos por ayuda? Está saliendo un arcoíris, y no creo que vuelva a llover hasta dentro de un rato. Tony automáticamente se abalanzó sobre él, generando su melodiosa sonrisa—. ¿Qué estás haciendo?
—Demostrándote lo mucho que te amo —le susurró el aludido al oído antes de abrir una distancia y mirarlo a los ojos.
—Deja de hacer eso…
—¿Te excita?
—Haces… que sienta cosas extrañas. Sólo déjalo —le pidió, acariciando una de sus mejillas.
—Eso es amor.
—Debe ser —suspiró el muchacho—. Ahora vamos. Antes de que anochezca espero que podamos cruzarnos con alguien…
—¿Tu sentido arácnido?
—No. Lo dice un chico de Queens que no quiere dormir a la intemperie cuando caiga la noche —tras cargar las pocas maletas que estaban en el baúl, ambos se internaron en el bosque y fueron guiados más que nada por el instinto de Peter. El sol estaba asomándose de entre las nubes, sus rayos comenzaban a evaporar el agua que había caído, colándose entre la arboleda—. ¿No temes que te roben el auto?
—Deberían tener mis huellas dactilares para abrirlo —reconoció Tony, levantando sus hombros.
—Tecnología Stark.
—Por supuesto —dijo el aludido, abrazando al más bajo. Peter se refugió en el calor de sus brazos hasta oír algo a lo lejos.
—¿Oyes eso?
—Parece… ¿estamos cerca de un arroyo? —la mirada de Peter se iluminó. Agarrando a Tony del brazo lo condujo, efectivamente a una hermosa cascada oculta en medio del bosque. El paisaje era hermoso. Las aves habían comenzado a salir de sus nidos y volaban y danzaban al compás de sus propias piezas musicales. Pero para Tony no había espectáculo más bello que la mirada maravillada de Peter que contemplaba y sentía todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. De repente, sus miradas se encontraron y ambos sonrieron—. ¿Vamos? —le preguntó, extendiendo su brazo con la palma abierta—. Me encantaría nadar, pero el clima no está a mi favor para hacer eso.
—Vamos —dijo Peter, agarrando la mano de su pareja—. Tony…
—Dime…
— Me gusta sentir su mirada sobre mí cuando miro hacia otro lado —le dijo, mientras se aferraba a su brazo—. Con esa mirada podrías encender el cielo pero, en cambio, escoges encenderme a mí.
Tony se detuvo abruptamente. Tomó el rostro de Peter con ambas manos y lo besó con ternura.
—¿Escuchas eso?
—¿Qué cosa? —susurró Peter sintiendo la calidez de la frente de Tony sobre la suya.
—Tranquilidad. Eso es lo que tú me haces sentir. Eso es lo que siempre quisiera sentir.
—El mundo siempre estará en guerra…
—Y el mundo siempre tendrá a sus Vengadores para evitarla…
—Ojalá… Ojalá alguna vez se termine todo. Ojalá alguna vez sólo podamos sentir esta tranquilidad… sin importar el lugar en el cual nos encontremos.
Peter se aferró a Tony, y él lo estrechó entre sus brazos.
¿Cómo decirle que tenía un mal presentimiento? ¿Cómo decirte que no podía evitar sentir el terrible temor de perderlo en cualquier momento aún en medio de todo ese amor que tenía por él?