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Los hijos de Odín por MichaelJ2099

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-Vamos Loki, no te sigas moviendo por favor.-Decía Frigga tratando de ponerle los pañales al mencionado bebé. Con dos y tres años, los hermanos crecían en gracia y fuerza. Y ahora con la edad tan tierna que tenían se habían vuelto inseparables aliados para las travesuras. Era común ver a los guardias corriendo de un lado a otro tratando de proteger a los pequeñuelos de sus propios actos.

-Príncipe, ¡baje por favor!-Decían mientras veían como el nene se mecía en el filo de las grandes cúpulas. ¿Cómo había llegado allí? Su hermano mayor que siempre fue un poco más corpulento se divertía haciéndolo volar por los aires con la fuerza titánica que poseía. Ahora el pequeño Loki corría peligro mientras gateaba torpemente a unos cuantos metros por encima de todos.

-El padre de todos nos va a matar.-Decían entre ellos mientras se turnaban para ver quien extendía los brazos y se tambaleaban chocando.

O la cocina real, estaba colmada de mujeres y hombres de paciencia rebasada, ya no sabían como proteger los alimentos de los estómagos insaciables de los niños. Era común que en cuanto se descuidaban todas las frutas y pastelillos (favoritos de Odín por cierto) desaparecían en un abrir y cerrar de ojos.

-¡Las uvas han vuelto a desaparecer!-Exclamaba una de las criadas. Mientras miraba a los demás con agonía. Y cuando ella se giró para ver a sus compañeros con el mismo rostro desamparado, ella volvió a gritar y señaló con el dedo índice un acontecimiento a espaldas de los demás.

Una risita alegre se escucho. Thor gateaba con su hermano a cuestas mientras este sostenía las uvas. Sin embargo el bamboleo de su caminar infantil había golpeado levemente la base de madera donde los cuchillos descasaban.

-¡Deténgalos!- Decían mientras veían como milagrosamente los grandes cuchillos se encajaban en la base de madera mientras los bebés ignorantes de su supervivencia seguían con su robo de comida. Mientras los demás intentaban detener los afilados instrumentos, Thor logró bajar de un pequeño resbalón. Pronto se puso de pie como pudo y estiró los brazos hacia su hermano en atención a que este saltara. Así lo hizo y los dos bebés se fueron de cuesta rodando por el suelo lustro de la cocina mientras victoriosos salían. Apenas pudieron detener la lluvia de cuchillos cuando solo notaron como la puerta se mecía dejando evidencia de la huida de los dos príncipes.

Odín se masajeaba las cienes.

-Mi hijo, aunado a la pronunciada energía de un gigante, son un par de demonios infantiles.- Susurraba a su mujer mientras esta le acariciaba los hombros.

-Son niños, mi amado. Se les pasará en cuanto sean capaces de poder entrenar con los demás, verás que estarán tan cansados que ya no tendrán ganas de seguir haciendo trav-

-¡CUIDADO!-Grito Odín tumbándose violentamente sobre su esposa mientras una daga voladora y errática se clavaba con un sonido metálico en la pared de la habitación.

-¡¿Qué ha sido eso?!-Dijo ella tratando de volver en sí por el susto. Odín alzó la mirada y escuchó dos risas desde el balcón de su habitación.

-Estos niños... nos van a matar ¡ANARQUÍA! ¡BOTÍN!

-Es motín mi cielo.

-¡LO QUE SEA! CON ESTOS HIJOS PARA QUE QUIERO ENEMIGOS.

Decía levantándose totalmente alterado con los plateados cabellos que se erizaban con su voz.

Frigga suspiró pesadamente y veía a los hermanos que se tambaleaban en el suelo de marfil.

-Te dije que no dejaras las dagas tan cerca de ellos.-Decía mientras se levantaba y se acomodaba el vestido.

-¡Ve a dormirlos!

-¡NO SON PERROS!

-A dormir pues, no a matarlos mujer, hasta a ti te tienen destanteada.

Y su mujer se sacudía un poco los cabellos mientras intentaba estar en sí. Dio unos pasos y estiró su mano, pronto los bebés corrieron queriendo estrechar prontamente la mano de su madre, pero como buenos hermanos también eran celosos del amor de su madre. Así que en el camino Thor y Loki peleaban para ver quien tomaba primero a Frigga. Loki lo pateó, Thor le golpeó el rostro y cuando el menor finalmente le jaló de la pierna logró la ventaja necesaria. Y así, a escasos pasos de tomar a su madre, una brillante lanza de luz golpeó al menor.

Frigga gritó asustada. Odín apenas pudo contener la emoción guardada en su único ojo.

Un pequeño pero poderoso rayo había golpeado el endeble cuerpo de Loki y este había caído al suelo inconsciente y con el rostro de punta. Su madre no escatimó en esfuerzos y lo alzó enseguida.

-¡Mi pequeño Loki! ¡hijo mio! ¡Abre los ojos!-Exclamaba asustada.

Odín tomó a Thor en brazos. MIentras veía un leve brillo azul eléctrico en sus ojos y varias corrientes de luz poderosa que corría a través de sus brazos. Olvidándose de ello giró a ver a su otro hijo que poco a poco volvía en sí. Sin embargo, su piel se había vuelto de un pronunciado color azul y sus ojos rojos pronto dejaron salir lágrimas de miedo y dolor.

Su padre pronto cerró el balcón de su habitación, corrió las cortinas y con un movimiento de su mano las puertas se cerraron. Se acercó a Loki.

-Mi pequeño, ha vuelto a tener la pigmentación de un Jotun.-Lo acariciaba, esperanzado en que el bebé cambiase el color de su tez. Pero parecía imposible.

-Mi señor, ¿todo está bien? Escuchamos gritos.-Desde afuera los guardias tocaban la puerta.

-Todo está bajo control.-Gritó y pronto los pasos metálicos se alejaron con un cierto apresuramiento por el tono de voz del soberano.

-Odín ¿Qué haremos? No podemos dejar a nuestro Loki salir así.-Susurraba mientras intentaba calmar su llanto y acariciaba su rostro.

El mencionado miró a Thor quien no le quitaba la mirada a su hermano menor como pensando "Eso te pasa por meterte conmigo". No había más que hacer, Odín se levantó con el niño en brazos, con sumo sigilo salió de la habitación, antes que tarde, habló con un par de nanas.

-Traed la cuna del príncipe Loki a la habitación de mi esposa y mía.-Ordenó. Las nanas se miraron algo confundidas.

-¿Es qué no he hablado con claridad?-Dijo de nuevo con una voz más potente, las mujeres rápido se inclinaron en disculpa y salieron disparadas a atender. Mientras se cerciorara de que el encargo estuviese a las afueras de su habitación se giró a ver a su primogénito. Suspiró hondamente y tras verse reflejado en los luceros azules finalmente sonrió y soltó una risita.

-Mi pequeño, sabía yo que aquella tormenta que llegó cuando naciste, no debía ser casualidad. Has recibido la bendición de los cielos. Estás destinado a regir desde las alturas con la potencia de un trueno y la velocidad del rayo.-Acariciaba su mejilla rosada y pronto parecía más contento.

-Tu destino está repleto de gloria y victoria, mi niño, mi hijo.-Y finalizó por besarle la frente, el infante alcanzó a tomar las barbas plateadas de su padre y jugaba con ellas mientras él seguía riéndose enternecido.

-¿Mi señor?-Escuchó y alzó tan rápido la mirada que provocó que la fuerza del niño le arrancase los vellos del rostro. Fingió no sentir dolor y continuó.

-¿Si?

-La cuna esta aquí, como ordenó.-Decía la nana, extendiendo el dorado objeto.

-Permitanos poner la cuna.

-¡NO!- Gritó evitando el paso. Tenía que evitar a toda costa que alguien viese la verdadera naturaleza de su hijo adoptivo.

-Lo haré yo, mi hijo Loki a presentado una fiebre típica y es necesario que esté vigilado.

-Si gusta, podemos encargarnos de eso.

-¡No, yo soy el padre! Es todo por ahora, pueden irse.-Pronunció tratando de sonar sin titubeos. Las mujeres aún más confundidas simplemente hicieron una reverencia y se retiraron por el largo pasillo, cuando las vio perderse, con cuidado puso la cuna dentro de la habitación. Dentro de ella, los llantos del menor habían cesado pero su aspecto no había cambiado.

-Tendrá que dormir aquí, hasta ver que vuelva todo a la normalidad.-Susurró Odín.

-Thor tendrá que estar alejado de él por un tiempo, en lo que se le pasa el coraje.-Añadió y con una última mirada a su mujer traspasó la puerta para llevar al niño a los aposentos correctos.

 


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